Primero de todo saludar a ti que estás leyendo esto, domo Arigato por perder un poco de tu tiempo en leer este fic. Decir que este fic es completamente idea mia, una loca idea me atrevería decir y que me propongo que dure bastante más que tres capitulos, jajajaa.Y bueno, si ya me conoces sabes de sobra quienes serán los protagonistas y que conmigo las cosas nunca son lo que parecen, pero aun así espero que le des una oportunidad a este fic que tan humildemente acabo de creear. Para nada pretendo alcanzar el nivel de lectores, ni de reviews que conseguí con Sombras de la noche, porque entre otras cosas las tematicas van a ser bastante diferentes, pero aun así espero de todo corazón que este fic sea de tu agrado. Por cierto aunque de momento lo clasificare como T, según pasen los capitulos el grado subirá a M, por el contenido adulto de la historia. Sin mas que decir me despido, mata ne.
Estaba sentada en un asiento de primera clase de una aerolínea internacional, contaba nerviosa los minutos para volver a casa. Tan solo quedaban 20 minutos para que el avión pisara suelo nipón, para que ella volviera a su hogar, un hogar del que hacía mucho tiempo que había salido. Y es que siendo hija del mayor magnate asiático del negocio hotelero, había pasado casi toda su vida en uno de los mejores colegios de Europa. De sus veinticuatro años tan solo siete los había vivido al lado de sus padres, eso fue hasta que su madre enfermó de cáncer, un cáncer que fue más fuerte que sus ganas de disfrutar de su hija, pues la enfermedad acabó con ella. Su muerte fue un duro golpe para su marido, que siendo incapaz de reponerse de la tristeza y la soledad que sentía mandó a la pequeña en un internado en Italia. Desde el fallecimiento de su madre, Usagi Tsukino no había vuelto a vivir en Japón, tan solo volví en fiesta y en alguna que otra ocasión, como por ejemplo el cumpleaños de su pequeña hermana Hana. La niña había sido producto de una insignificante relación de su padre con una de sus amantes, las malas lenguas decían que el señor Tsukino había sido capaz de entregar a la madre una desbordante suma de dinero a cambio de la niña, no obstante nada de eso había sido cierto, y la madre de Hana le había dado la niña por voluntad propia para así continuar con su vida. Usagi no podía no obstante sentir envidia de la pequeña, porque había sido capaz de acaparar el afecto de su padre, mientras que a ella se lo negó, casi el mismo día que perdió a la mujer que le dio la vida. Siendo la adulta que era, sabía que Hana no tenía culpa de ello, de hecho la niña era un amor, que cada vez que la veía se ponía como loca de alegría, y que la llamaba cada vez que algo importante se sucedía. Era su única familia.
Cuando el avión tocó suelo, Usagi no se dio prisa por salir. "¿Para que?" Se decía, estaba claro que su padre no la quería allí, ella sabía que si alguna vez había habido esperanzas de recuperar a su padre, las había perdido con algunos de sus comportamientos, como por ejemplo la opción de su carrera. El había esperado que ella siguiera con el negocio que tanto trabajo y esfuerzo le había costado mantener, pero ella optó por orientarse a la filantropía, estudió trabajo social, antes de terminar con sus estudios, ya trabajaba en una ONG e incluso viajó a África con Médicos sin Fronteras. Una experiencia que había sido completamente única, inexplicable, que deseaba volver a repetir, porque merecía la pena cualquier penuria que podría haber pasado, con solo ver esas muestras de gratitud y de aprecio que los habitantes de la aldea en la que había estado, le daban. Sin darse cuenta, Usagi había estado andando, y se encontraba enfrente de la puerta de desembarque. Cada uno de los pasajeros se reunía con sus familiares, algunos inclusos lloraban por el rencuentro, y no pudo sino esbozar una sonrisa. Deseaba tener a alguien que la amara tanto que llorara de felicidad al verla. Pero esa persona no iba a ser su padre, ni tan siquiera Hana, ella de seguro se pondría a saltar de manera hiperactiva como cuando bebía demasiado refresco de Cola. Desviando la vista hacia ningún lado en particular, se encontró con la imagen del chofer de su padre. Artemis, llevaba trabajando para su familia, algunos años antes de que ella naciera, él y su esposa Luna siempre la habían tratado con mucho afecto y cariño, había veces que había pensado que eran ellos sus padres y no los que en verdad tenía, bueno, no tenía.
A medida que se fue acercando pudo ver como el hombre sonreía al verla, y que también le ocurrió a ella.
Pese a estar contento de ver a la joven, el chofer no perdió la compostura y la saludo con todo el respeto y cordialidad con la que siempre trataba a su patrón. "Bienvenida a casa señorita Tsukino"
Usagi al escuchar el saludo un tanto cargado de frialdad, no pudo más que hacer una mueca de desagrado, antes de contestar.
"Muchas gracias¿Artemis te importaría recoger mi equipaje? Pesa demasiado y yo no puedo con él"
"Claro que sí Señorita, espere aquí vengo de inmediato"
Y en efecto el Chofer no se hizo de esperar. Para suerte de ellos, la maleta de Usagi había sido de las ultimas en embarcar, por lo tanto también fue de las primera en bajar del avión. No necesitó que él le dijera que era hora de ir a casa, antes de que se acercara a ella, Usagi ya se había puesto en pie caminando hacia la salida donde les esperaba una gran limusina negra. Artemis abrió la puerta trasera, para que la joven pudiera entrar y acomodarse, una vez lo hizo cerró la puerta y guardó la maleta en el maletero. Poco después el coche se puso en marcha, rumbo a la mansión que Kenji Tsukino poseía en Tokyo. El trayecto fue del todo silencioso, el chofer se centraba en el tráfico, Usagi estaba sumida en sus pensamientos a la vez que bebía algo de champán para calmarle los nervios. No es que fuera una alcohólica ni nada de eso, pero volver a la vida de los Ricos y Famosos era algo que le aterraba horrores. Y encima el destino empezaba a jugar en su contra, pues había puesto en su camino un montón de coches, que lo único que hacían era retrasar su encuentro con lo inevitable. Cuarenta y cinco minutos más tarde la limusina estacionó frente a la puerta de la casa. Hecha un manojo de nervios, la muchacha respiró hondo y sin esperar que Artemis le abriera, pues era lo normal teniendo en cuenta su estatus, salió del coche. No le dio tiempo ni a dar dos pasos cuando una diminuta niña de 6 años se prendió fuertemente de sus piernas.
"Usagichan has venido, ya estás aquí" dijó Hana muy emocionada de ver a su hermana mayor.
Al ver la reacción de la pequeña los nervios pasaron a un segundo plano, y centró toda su atención en su pequeña hermana. Como pudo, pues la niña se aferraba a ella muy fuertemente, retiró los pequeños brazos que la aprisionaban y se agachó hasta a nivelarse con la niña.
"Claro que he venido, te lo prometí ¿No lo recuerdas, Hanachan?" le respondió tiernamente, y es que dada la diferencia de edad entre las dos, más que hermanas bien podrían ser madre e hija, quizás por eso el trato que Usagi manifestaba hacia su hermana se valía de ese lado maternal que no todas las mujeres tienen.
La niña se sentía un poco avergonzaba, y es que a pesar de que sí se había acordado de la promesa que le había hecho, no creía que le estuviera diciendo la verdad. Bajó la cabeza y muy, muy bajito respondió "Sí"
Usagi sonrió una vez más ante la actitud tímida de su hermana. "¿Pensabas que mentía no es así?"
"Es que papa hay veces que dice que va a llevarme al parque y luego no lo hace porque está trabajando…."
Al escuchar la respuesta de su hermana, Usagi sintió una punzada de dolor, si esto lo hacía con la pequeña con la que Kenji siempre se había desvivido, no sería nada comparado con lo que le haría a ella.
"Bueno no tienes porque preocuparte yo no soy papá" le respondió ella.
"Eso ya lo sé, no eres un hombre"
Tras decir esto la niña se metió dentro de la casa dejando a Usagi muerta de risa y a Artemis mordiéndose el labio inferior para mantener la compostura. Y es que esa niña tenía cada ocurrencia….
Ya más calmada decidió imitar a su hermana y entrar en la casa, un que llamarla casa sería llamar chabola a las casas que normalmente tiene la gente de a pie, que no son lujosas, pero que se ganan el titulo. La "Casa" de los Tsukino era una mansión de dos plantas, con dos piscinas, una interior climatizada y otra exterior, un gran jardín, un mini campo de golf, gimnasio y un centro de ocio. Cuando entró vio como Luna bajaba las escaleras que unificaban las dos plantas, y exclamo.
"Siete molto bella, dear Luna" (Estás guapísima, querida Luna)
Pese a que no sabía nada de "Parlare" en italiano, si conocía el significado de esas palabras, tanto que no logró contener la vergüenza, y sus mejillas comenzaron a sonrojarse. ¿Cuál mejor forma hay de defenderse? Pues atacando al contrario.
"Señorita Usagi, no es cortes burlarse así de la gente" le regañó el ama de llaves.
"Luna no me estaba burlando, decía la verdad. Cada día que pasa te encuentro más guapa, a ti los años te sientan muy bien" paró de hablar y tras mirar a todos los lados para asegurarse de que no había nadie por los alrededores continuó hablando. "No como Artemis, que está empezando a parecer una ciruela pasa"
A la mujer no le quedó otra que reírse del comentario de la joven, estaba claro que Hana y Usagi eran familia, pues las dos tenían las mismas ideas locas y convertían en humor todo lo que decían.
"Es agradable tenerla de regreso"
"Me gustaría poder decir lo mismo Luna. Pero el repentino interés de mi padre, de que regrese a vivir de nuevo a Japón no me da muy buena espina" respondió Usagi con infinita sinceridad y con toda la seriedad que podía reunir.
"Vuestro padre os quiere, solo que no sabe demostrarlo"
"Luna, ya no tengo la edad de Hana y no hace falta que me mientas. Conozco a mi padre y para el no soy más que una vergüenza, un guijarro en el zapato. ¿Por cierto donde está¿Trabajando?"
"Tenía una reunión muy importante que no podía evadir." Dijo el ama de llaves intentando defender a su patrón.
Usagi no se sorprendió de la respuesta que le habían dado, todas las reuniones eran MUY importantes para Kenji Tsukino, todas menos la reunión con su hija. Sin prestar mucha atención subió las escaleras y manifestó: "Menuda novedad. Mejor voy a mi habitación a descansar, el viaje es muy largo. No me llames para cenar"
"Pero debéis cenar, estáis muy delgada eso no es sano" objetó la mujer.
La muchacha paró y se volvió para hacer frente a la única mujer que le había tratado como una madre.
"No tienes que preocúpate de mi salud, hace una semana me dieron los resultados de mi chequeo y estoy como una rosa. Así que déjame descansar ¿quieres? Y mañana prometo tomarme todo lo que me pongas en el desayuno."
"Más vale que eso sea cierto"
"Palabra de Scout" declaró la joven a la vez que levantaba la mano derecha.
"Pero no eres Scout" contradijo Luna.
Usagi no contestó por el contrario se fue corriendo hasta una habitación como cuando hacía cuando era chica.
Estudiaba todos los posibles inconvenientes de la compra. Y es que en el mundo de los negocios, nadie regala nada a cambio de nada, y Darien Shields lo sabía, podría ser joven pero no tonto. A sus veintinueve años de edad, había conseguido en muy poco tiempo ganarse el respeto de los empresarios Japoneses, pese ser extranjero. De padre italiano y madre japonesa, Darien era el primero de seis hermanos, todos ellos del mismo padre, pero no de la misma madre. Y es que desgraciadamente su madre Setsuna, murió al dar a luz a su hermana, que por dicho motivo fue nombrada con el mismo nombre. Un año más tarde el Señor Shields se casó de nuevo, naciendo poco después otra hija a la que nombraron Michelle, por sus orígenes franceses. Tan breve fue el romance, como tan breve fue ese matrimonio, pero el padre de Darien no tuvo problema en encontrar sustituta a su matrimonio fallido, aunque el resultado fue igual de desastroso añadió una nueva niña, Amy, a la lista de vástagos. La suerte quiso que una nueva japonesa se cruzara en el camino del señor Shields, y que de nuevo volviera a experimentar lo que era estar enamorado, y aumentando la familia con la llegada de Seiya y Hotaru. Eran una familia un poco desestructurada pero que seguía unida frente las adversidades. Como cuando la pequeña Hotaru enfermó del corazón y el señor Shields decidió dejar parte del trabajo a su hijo, para así pasar más tiempo con la niña. Parte del trabajo se convirtió en todo el trabajo, y a la temprana edad de veinticinco años Darien era el joven director de una cadena hotelera italiana, una serie de restaurantes a lo largo del globo terráqueo, y una fundación para ayuda a los necesitados. Había tenido que aprender muy rápido, pese haber estudiado en la mejor universidad de Italia la carrera de Empresariales junto con la de Administración y gestión de empresas además de haber estudiado algo de Derecho empresarial, no había estado lo suficientemente preparado para los tiburones que se tenía que enfrentar. Con mucha astucia, fue ganando el pulso a sus compañeros de profesión y pronto se encontró ampliando los dominios de empresas Shields. Y en eso estaba en estos momentos, estudiando una posible nueva adquisición, para ello contaba con la ayuda de si amigo y compañero Kevin (Kunzite).
"No veo donde encuentras el problema Darien, yo lo veo la compra bastante clara"
Comentó el hombre al ver la reticencia de su amigo.
"No sé, yo no lo veo tan claro. No estamos hablando de alguien que no tiene ni idea sobre negocio, no hablamos de un hombre que lo lleva en sus venas." Le repuso, sin apartar tan siquiera la mirada de los documentos que tenía sobre la mesa.
"Lo sé, pero no se encuentra en situación de exigir nada. Porque seamos sinceros esté repentino interés en vender todos sus bienes tiene que estar motivado lo más seguro por deudas y deudas bastante grandes diría yo"
"Aun así, Kevin, nunca subestimes al enemigo…"
Darien no pudo continuar con lo que pensaba decirle a su compañero, porque la puerta de la oficina se abrió de improviso, dando paso a una espectacular mujer, ceñida en un mini vestido rojo escarlata, que mostraban sin ningún tipo de reparo sus piernas kilométricas, aun más potenciadas por los tacones de aguja, y su muy generoso escote. Esta mujer de larga melena rojiza, no era otra que Beryl O'Donnel la reconocida modelo Americana, que durante los dos últimos años mantenía una fuerte relación con el cabeza de los Shields, es decir con Darien. Tras ella, la secretaria con aspecto algo intranquilo y nervioso se asomaba para disculpar su fallo en impedir el paso de la modelo.
"Lo siento señor Shields, la he impedido pasar, pero no me quería hacer caso"
"No te preocupes Mai, vuelve a tú puesto" Cuando su secretaria se marchó y cerró la puerta tras de sí, Darien centró su atención en su novia. "Beryl ¿Qué es lo que haces aquí?"
"Es que no te alegras de verme?" preguntó ofendida la mujer.
"No es que no me alegre, es que me ha sorprendido verte aquí, se suponía que estabas en París" respondió Darien, pero sin desviar la atención por completo del trabajo. Pues nada más terminar de decirle esto a su novia le pasó un papel a su amigo Kevin.
"Osea yo dejo mi trabajo porque te hecho muchísimo de menos, y tu no eres capaz de prestar ni el menor interés en mi. No sé porque pierdo mi tiempo contigo Darien Shields" protestó ella con un tono tan elevado de voz que incluso la secretaria de su novio había sido capaz de oír lo que había dicho.
Kevin y Darien no pudieron más que hacer una mueca de desagrado al escuchar la voz de la modelo que casi les deja sordos a ambos.
"Darien será mejor que atiendas a tu maravillosa novia que ha venido desde tan lejos solo para verte. Y yo me encargó de repasar bien todos los documentos y tenerlos listos para mañana"
La propuesta de Kevin no le cayó muy bien a su amigo, pero si a la novia de éste que sonreía tanto que daba la sensación de que la mandíbula se le desencajaría.
"Muchisimas gracias Kevin, eres un amor"
"De acuerdo, pero mañana a las ocho, te quiero aquí y así repasamos juntos lo que nos queda. ¿Capisci
"Capisci." Respondió Kevin también en italiano, siguiendo el juego mafioso de su amigo y jefe. Siguió a la pareja hasta llegar al pasillo donde se encontraba el ascensor, Darien antes de marcharse dio instrucciones a su secretaria para que tomara todos los recados y comunicara que no estaría disponible hasta mañana.
Cuando vio que las puertas se cerraba y que ni su amigo ni su novia podían escucharlo exclamó "Strega (bruja)" y se marchó a su despacho a continuar con el trabajo.
Eran las nueve de la noche cuando Kenji Tsukino hizo su aparición en casa. Su día había sido bastante ajetreado y no había encontrado tiempo para venir a ver a su hija mayor. Se sorprendió del silencio que imperaba en toda la mansión cosa rara, pues con la llegada de Usagi todo se alteraba.
"Buenas noches Señor" saludó Luna que había sentido su llegada y fue a darle la bienvenida como era habitual.
"Buenas noches Lunas. ¿A caso mi hija no ha llegado?" Preguntó curioso a la mujer, mientras ésta le ayudaba a quitarse la chaqueta para luego colgarla en el armario del dormitorio de Kenji.
"Claro que sí, lo que ocurre es que la señorita Usagi se encontraba muy cansada por el viaje y se marchó a la cama"
"¿Y Hana?"
"Se encuentra cenando en la cocina, Lita se está encargando de ella. ¿Alguna cosa más señor?"
"No, no, nada más, puedes seguir con tus cosas"
"De acuerdo Señor"
Luna subió las escaleras hasta la habitación de su jefe para colgar la chaqueta azul marino del traje sastre que se había puesto esa misma mañana. Mientras tanto Kenji se acercó al minibar de su estudio, y se sirvió una copa de Brandy. Con el vaso entre una de sus manos se dirigió al sofá de cuero negro que se encontraba al otro lado de la habitación y se sentó, se aflojo el nudo de la corbata, se desabrochó unos cuantos botones de su camisa y se acomodó como buenamente pudo. Raramente ahogaba sus penas en una copa de brandy, tan solo cuando su hija volvía a casa, ya que no tenía ni idea de cómo tratarla. Bien sabía que la culpa era totalmente suya, pues siendo una niña la alejó de su lado, pero es que le era imposible tenerla cerca cuando le recordaba tanto a su querida esposa. Luego ya fue demasiado tarde para enmendar el error, y ella lo odiaba, por eso se esforzaba para no repetir la historia con Hana, aunque para ser absolutamente sinceros, era extremadamente agotante, Hana era una niña de seis años llena de vitalidad y el casi un sesentón con poco aguante. Estaba muy agradecido que Usagi le prestara a la niña tanto atención y cariño.
La puerta del estudió se abrió muy lentamente, y poco después una diminuta cabeza se asomó por el espacio libre.
"¿Papá?" preguntó Hana para llamar la atención de su progenitor. El cual sonrió al verla allí. "¿Puedo entrar?"
"Claro que sí cariño"
La niña se aproximó al sofá donde estaba sentado el señor Tsukino y cuando estaba lo suficientemente cerca éste la cogió y la sentó en su regazo.
"¿Ya has visto a Usagi?" preguntó dulcemente Kenji, mientras acariciaba el cabello rizado de la pequeña.
"Sí pero muy poquito, porque se ha ido a dormir" se quejó ella, pues le hubiera gustado haber jugado con su hermana.
"Estaba muy cansada, de seguro mañana cuando vuelvas del colegio podrás jugar todo lo que quieras con ella"
"¿Lo prometes?" pidió la niña esperanzada
"No te lo puedo prometer pero estoy seguro, de que reservará la tarde para estar contigo, ella te quiere mucho"
"Y yo a ella. Es la mejor hermana mayor del mundo mundial"
"Ya es tarde, es hora de ir a dormir" anunció Kenji tras mirar el reloj que había en la pared de enfrente.
"Jooooo, papí déjame un poquito más…" rogó Hana poniendo cara de pucherito.
"De eso nada señorita, a la cama que mañana tienes colegio"
Por suerte para Darien las oficinas de la corporación Shields estaban en el mismo edificio donde tenía un apartamento donde usualmente vivía mientras estaba en Japón. Y es que este Joven ejecutivo, tenía tal nivel adquisitivo que podía permitirse el comprar un chalecito en la Toscaza italiana, un duplex a pie de playa en Los Angeles, un apartamento en New York y una casa casita rustica al sur de Francia, eso sin contar las propiedades que generación tras generación se iban heredando cada miembro de la familia Shields. Así que cuando Darien y Beryl se montaron en el ascensor justo en las oficinas donde él estaba trabajando, tan solo tuvieron que darle al botón especial, destinado para llegar al apartamento de él. Con solo abrirse las puertas entrabas directamente al hogar de Darien, por eso mismo era necesaria una llave para llegar hasta allí. La pareja de enamorados había estado bastantes semanas separada, los continuos viajes de él, la apretada agenda de ella…. una difícil combinación que cuando se lograba resultaba explosiva. Esta hubiera sido una de esas veces si él no hubiera recibido una inoportunamente una llamada de su hermano pequeño.
"Más vale que sea importante lo que me tienes que decir, porque sino Seiya te juro que la próxima vez que te vea te hago pagar el interrumpirme" comentó Darien al contestar el al telefono.
"Parece que alguien estaba a punto de mojar" bromeó el joven
"Seiya, el tiempo corre y mi paciencia no es eterna"
"Lo sé, lo sé. Es que tengo un problema"
"Tu vida es un continuo problema, Seiya" contestó resignado el mayor de los dos hermanos.
"Bueno, pero esta vez he metido bien la gamba"
"¿Qué has hecho esta vez¿Te ha pillado conduciendo borracho, te han robado el coches, has dejado embarazada a alguna jovencita inocente….?"
"Darien, nunca he dejado embarazada a nadie" le reprochó el joven.
"Bueno siempre hay una primera vez ¿no?, además no me extrañaría, no sabes mantener la bragueta cerrada" ironizó el otro.
"¿Tan poca confianza tienes en mi?" preguntó Seiya un tanto dolido.
"¿De veras quieres que responda a esa pregunta?" la respuesta estaba clara.
"No hace falta" suspiró resignado el joven de veinte años. "Darien he…. He… he bollado el coche de papá"
"¿Qué has hecho que?" Darien no podía creer lo que había escuchado¿que su hermano había dañado el coche de su padre? Esta vez si que era hombre muerto.
"Es que había quedado con unos colegas, y bueno vi el Jaguar, y no pude resistir la tentación, porque no veas lo que se liga con ese coche, el caso es que al volver a casa iba un poco contentillo y me estampé contra un muro"
"¿Un muro?" la historia cada vez era más y más sorprendente para Darien, su hermano había jodido el Jaguar de su padre, Seiya no iba a ser hombre muerto, iba a ser historia.
"Ehhh, sí. El caso es que el papá me amenazó con quitarme todo tipo de asignación económica si volvía a meterme en un lío. Y es que está vez la culpa no ha sido mía" se defendió el joven.
"¿A no, y quien ha sido?" la ironía en la voz de Darien era muy palpable.
"Del perro de los vecinos que salió corriendo de dios sabe donde" clamó
"Seiya¿en que muro has chocado el coche de nuestro padre?"
"El de nuestra casa"
"¡¡¡Per amore di Dio!!" exclamó el mayor de los hermanos en su idioma materno (materno porque el es de Italia y se crió allí) "¿Es que tú no piensas Seiya¿Se puede donde has dejado las neuronas que dios te ha dado? No entiendo como puedes ser tan irresponsable, no lo entiendo"
Darien estaba irritado, muy enfadado. Acostumbrado como estaba a sacarle a su hermano las castañas del fuego, esta había sido la gota que colmaba el vaso.
"Lo siento no fue mi intención" respondió avergonzado muy avergonzado el pequeño de los Shields.
"Solo faltaba que lo hubieras hecho a posta"
"¿Me vas a ayudar?" preguntó intrigado su hermano.
"¿No lo hago siempre? Pero que te quede claro una cosa, ésta es la ultima vez que saco la cara por ti¿Está claro?"
"Cristalino"
"Pues perfecto"
Esta fue la despedida, con la que Darien obsequió a su hermano, pero era normal encima de lo que había hecho no iba a tocarle las palmas. Beryl había aprovechado la inoportuna llamadita para ir al baño para tomarse la píldora y así evitar un indeseado embarazo. Y es que con sus veintiséis años estaba en lo mejor de su carrera para estropearlo como ella decía "con un estúpido niño". Al volver su novio seguía hablando por teléfono, pudo entender que el 'Simpático' hermano pequeño de su amor había tenido algún tipo de accidente con algún muro. "Lastima que no se hubiera quedado pegado en el como un sello" pensó la modelo. Y es que la relación de la familia Shield con Beryl y viceversa, no era del todo muy amigable, ellos la odian y ella los odiaba, odio mutuo y Darien parecía ser el único en no darse cuenta. Cuando vio que su novio acabó su conversación telefónica, se acercó al lo mas sensual que sabía para así obtener lo que quería.
"¿El pequeño niño de mamá se ha vuelto a meter en problemas?" preguntó Beryl mientras le mordía el lóbulo de la oreja derecha, y con su mano acariciaba la parte interior del muslo.
"¿Qué niño de mamá?" preguntó dudoso él.
Beryl tardó unos instantes en contestar, pues estaba más interesada en seducir a su novio, que en realmente hablar con él. Su mano pasó del muslo a su entrepierna, sin ningún tipo de reparo.
"Tú hermanito, honey, la verdad que lo tenéis bastante mimado"
"Mi hermano no es ningún mimado"
Darien protestó frente el insulto que Beryl había vertido sobre su hermano, cierto que era un busca problemas pero no por ello iba a consentir que se metieran con él. A ella el tono que él había utilizado en su última declaración no le gustó nada, y cierto es que había sido un poco tosco, pero es que el comentario de ella no había sido de lo más acertado.
"Sí que lo es, igual que el resto de tus hermanos. Hacen algo, 'uyyyyy vamos a llamar a Darien que seguro que lo soluciona'. Quieren algo 'Vamos a llamar a Darien que seguro que nos lo compra'. Siempre es lo mismo, son mayorcitos para apañárselos solos¿Y tus padre? Se ha dado a la buena vida, gana dinero a costa de tu trabajo"
Con el enfado que estaba cogiendo a Beryl se le soltó la lengua y dijo cosas que no debería haber dicho.
A Darien estos comentarios le sentaron peor que una patada en el estomago, y sirvió para echar más leña al fuego encendido anteriormente por su hermano. Así que conteniendo su genio, se apartó de ella y se levantó del sofá, se acercó al ascensor y lo llamó para que viniera.
"¿Sabes una cosa? Es mejor que te vayas, no estoy de humor para estar contigo esta noche"
Ella no estaba dispuesta a hacer lo que el quería, así que se acercó a él con cara suplicante y de arrepentimiento. Se prendió de su chaqueta, y fingía un pequeño indicio de llanto.
"Pero Honeyyyyyyy, lo siento mucho no quería decir nada de lo que he dicho"
Darien luchaba consigo mismo por no alzar demasiado la voz u hacer algo que dejare entre dicho su caballerosidad.
"Beryl quiero que te vayas¿Sí? Ya te llamaré."
"Pues puede que cuando me llames no esté disponible"
Beryl se soltó de la chaqueta de su novio y se metió en el ascensor que acaba de llegar. Le dio al botón que la llevaba a la plata baja del edificio, y se marchó.
"¿Podría irme peor?" se preguntó a si mismo, entes de encerrarse en su dormitorio, y esperar que pasara su noche horribilis.
Kenji subió con Hana para meterla en la cama. Durante todo el trayecto la niña intentó convencerle de que la dejara hasta un poco más tarde, pero ninguno de sus trucos funcionó. Kenji la levantó entre sus brazos y la metió en la cama. Como no había funcionado lo de retrasar la hora de dormir, Hana se inventó otro nuevo pretexto para no poder dormir, el que quería hacerlo con su hermana. Pero pese a que al señor Tsukino le cayó en gracia dicha condición para ir a la cama, siendo ya el hombre de edad que era logró encontrar una razón lo suficientemente factible para que la niña entendiera que no era buena idea. Y es que ella tendría que madrugar al día siguiente, y a Usagi que había hecho un largo viaje no le convenía madrugar, sobre todo si luego quería que jugara con ella. La niña se metió rápidamente en la cama pensando en la tarde que le esperaba al día siguiente. Kenji, la arropó con mucho cariño con las sabanas de ositos, y le dio un beso de buenas noches. Antes de salir de la habitación, se volvió de nuevo a la niña y le dio las buenas noches, para acto seguido apagar la luz e ir a su dormitorio. Al pasar al lado de la habitación de su otra hija se detuvo, con los dedos de la mano se podía contar cuantas veces había llevado a la cama a Usagi y realmente se arrepentía, porque al experimentarlo ahora con Hana se daba cuenta que se había perdido una parte bonita de ser padre. Un impulso desconocido le hizo abrir la puerta de la habitación de Usagi, la cortina no estaba corrida lo que permitía que la luz de la luna entrara libremente en el cuarto iluminando todo, especialmente a la mujer que se encontraba durmiendo en la cama. Con mucho sigilo se acercó un poco más para ver más de cerca de su hija, hacía casi un año que no la veía, y es que después de su última visita, Usagi se marchó a África y estuvo allí durante nueve meses, los cuales los pasó muerto de miedo si algo malo le pasaba. Respiró tranquilo el día que Luna le comunicó que había llamado y había anunciado que estaba en casa, bueno en Italia, y es que parecía que prefería estar casi nueve mil seiscientos kilómetros de distancia. Verla ahí dormida le evocó el recuerdo de su difunta esposa, había estado con otras mujeres pero no había conseguido amar a ninguna ni la tercera parte de lo que amaba a su Ikuko. Usagi tendría los cabellos dorados, pero en el resto era igual que su madre, incluso su forma de ser. No quería que nada malo le pasara, ni a ella ni a Hana y el se aseguraría de que si algún día algo le pasara, las dos mujeres de su vida estuvieran bien. Con ese pensamiento abandonó la habitación en la que había entrado como un intruso y se fue hasta su dormitorio, pues al día siguiente y una vez más tenía una reunión muy importante que atender.