Siento un poco de nostalgia porque a esta historia le tomé mucho cariño... y aún más porque gracias a ella conoci a muchas personas lindas que me acompañaron, ayudaron y que fueron formando gran parte de mi vida en estos casi 7 años XD... así que... con lagrimitas en los ojos le digo adiós, y a ustedes gracias por seguirla!
Si al final les quedan dudas o algo asi, pues veo como lo explico ._.
Gracias por leerla, por comentarla y por tener paciencia. Un abrazo!

JUGANDO CON FUEGO

Capítulo 20

Favor, ya…

(FIN!)

… …. ….

Milo había estado demasiado concentrado en su problema con el acuariano, que hasta el momento en que oyó al león suspirar encima de su trago de coñac, no se percató que había estado pegado de él toda la noche… Viró hacia el otro extremo de la habitación, hacia el punto donde el grupo conformado por Afrodita, Cáncer, Acuario y Shura se localizaban. Este último se veía demasiado sonriente con el pisciano, como si aceptara sus coqueteos descarados aún en las narices del italiano.

-"Oye…"- Llamó a su compañero, sin despegar la vista de los cuatro. –"¿No te molesta que ellos…?"- No supo exactamente de que forma preguntarlo. El castaño arrugó la nariz, echó un poco de aire a través de ella cual bufido, y negó con la cabeza.

-"¿Cómo podría? Terminamos."- Y no tenía caso profundizar en el tema ni explicarlo, así que se alejó un poco, como si estuviera buscando algo que probar de una de las mesas de bocadillos.

-"¿Otra vez? Pero si apenas estaban llevándose bien. No me digas que él sigue celoso por mí; es decir, ya le explicamos que entre tú y yo no hay nada."

-"No te preocupes por mis asuntos con Shura, ¿por qué no intentas arreglar tus cosas con Camus?"- Su escucha torció los labios.

-"Porque no quiere escucharme, además de haberme cansado de rogarle no quiero hacer un numerito aquí. Él es demasiado reservado con sus cosas, y… Saga podría enterarse de algo que no me conviene."

-"Pero… tú compraste 'eso' en el pueblo para dárselo esta noche, ¿o no? Si no lo hiciste antes es porque pretendías hacerlo después de quitarte aquél peso de encima, ¿cierto?"

-"Maldito felino…"- Aioria se rió.

-"¿Tenía razón? ¡Vaya, y yo que sólo estaba alardeando!"- Milo lo empujó con el hombro.

-"Gracias por tu apoyo."- Se despidió.

-"Cuando quieras…"- Sonrió sinceramente. En ese momento Camus y Shura se acercaban a la mesa dispuesta para los tragos y demás bebidas. El castaño pensó que ver a su mejor amigo besándose con Kanon si fue algo duro y difícil de presenciar, pero no tanto como el ver a la cabra en dos patas aceptando los deslices del pez dorado. Apretó los puños, los dientes y decidió que era hora de decirle a Afrodita que donde volviera a tocar a Shura, aprendería a conocerlo por la mala.

Por su parte, Milo a travesó el jardín que el doceavo guardián arregló y decoró para la fiesta, con la clara intensión de hablar con Acuario; Kanon lo notó, y trató de ignorarlo, pero a pesar de lo que hablaron no podía simplemente hacerse a la idea del fin… sin embargo, en vez de ir a detenerlo, fue a pararse cerca de Saga para distraerlo.

-"¿Y a ti qué más te da?"- Inquirió el acuariano cruzándose de brazos. El pelinegro comenzó a reírse.

-"Solamente quería verme un poco liberal."- Respondió.

-"¿Liberal? ¡Poco le faltó para meterte la mano en el pantalón! Y créeme que aquí, en Francia o en Japón, a eso no se le llama ser 'liberal'…"

-"Durante mucho tiempo me guardé –por así decirlo- con un único propósito en mente, pero esta noche me di cuenta que sin importar lo que haga o lo que pase, esa persona no dejará de ser un imbécil, así que decidí rendirme y aceptar que Afrodita me use para darle celos al cangrejo de mala muerte."- El escucha meneó la cabeza.

-"No entiendo, y no es que quiera que me cuentes todos los detalles, pero actuar como un niño de catorce años tratando de ponerlo celoso con otra persona…"- Se mordió la lengua. –"Olvida lo que dije…"- A Shura le causó tanta gracia su acomplejamiento, que comenzó a reír como loco. Acuario se refugió detrás del vaso con agua mineral y jugo que traía en las manos.

-"Camus…"- El sonido de esa voz lo hizo sobresaltarse. Había estado tratando de olvidar que existía un ser capaz de dominar las células de su cuerpo más de lo que él mismo era capaz; ese timbre sólo vino a confirmarlo. –"Sé que me dijiste que no me acercara, pero…"

-"¿Sabes, Shura? Creo que no he bebido suficiente vodka. Voy por un trago…"- Hizo como que lo ignoraba mientras despegaba un pie del suelo y se ponía en marcha,

-"La última vez que bebiste mi templo terminó hecho una desgracia."- Volvió a ser ignorado. El pelinegro embozó una sonrisa nerviosa. Retrocedió un paso y decidió que se alejaría de la batalla, pero permanecería lo suficientemente cerca como para intervenir de ser necesario. –"Camus, si me ignoras dejarás de ser la persona educada que me gusta…"

-"No quiero ser grosero, pero tú…"- Se quedó callado. ¿Escuchó bien? Meneó la cabeza y decidió que no le importaba. Su cara lo traicionó cuando adquirió un bonito color carmín.

-"Ignórame todo lo que quieras, pero si lo haces, sólo demuestras lo mucho que me quieres."

-"¡Pero qué tontería!"- De nuevo su corazón lo traicionó. Se sonrojó aún más y le dio la vuelta a la mesa, Milo no renunció a la persecución alrededor de ella. Shura continuó alejándose.

-"Sólo escúchame…"

-"Nunca más."

-"Camus…"

-"No me gustan los espectáculos públicos."

-"Lo sé, y lo siento… Créeme que no deseo darte problemas, ni quiero que armemos un numerito aquí delante de nuestros compañeros…"

-"No lo hagas… no tienes porque…"

-"Sólo te pido un segundo."

-"…"- Camus volteó hacia atrás sin dejar de caminar en círculos alrededor de la mesa de rectángulo, cuando chocó contra un cuerpo. Al levantar la vista su nombre se le escapó de los labios en un balbuceo. –"Saga…"

-"¿Problemas en el paraíso?"- Inquirió irónico. Milo frunció el ceño. Tomó la muñeca del acuariano y lo jaló contra si.

-"¡A ti qué te importa!"

-"Me importa mucho, escorpión. Desde allá se nota claramente que estas perturbando a mi…"

-"¿A tu qué? Camus no tiene nada que ver contigo, y será mejor que lo entiendas de una buena vez: ÉL ES MI NOVIO, todo el santuario lo sabe, y tú sólo lo estas mosqueando…"

-"¿Estas muy seguro de tus palabras? Porque algo me dice que estas alardeando."- Milo le enseñó los dientes, y Camus juró que estuvo reteniendo en la muñeca que aún sostenía, las ganas de golpearlo.

-"Ya basta."- Intervino el galo. –"No hablen de mi como si fuese un objeto, y menos estando en un lugar tan poco privado."- Los reprendió. –"Saga, deja de buscar problemas. Ya escuchaste a Milo y ya sabes… lo que pasa entre nosotros, por favor no sigas molestando."- Entrelazó sus manos y jaló al octavo fuera del alcance de su rival. A lo lejos, Kanon se reprendió mentalmente por haberlo dejado marchar, pero esperaba que Milo o Camus lo pusieran en su lugar.

-"Ese idiota… no lo soporto…"- Maldijo el griego. Acuario no respondió. Pudo haberlo destapado todo en ese momento, pero prefirió seguir siendo la carnada.

Escorpio continuó diciendo insultos en su idioma para Saga, y fue en el momento que se calmó, cuando notó que el galo no había soltado su mano; ni siquiera parecía dispuesto a aflojar el amarre. Pensó que de pronunciar palabra el encanto se rompería, y entonces… tal vez volverían a discutir…

A Camus no se le ocurrió nada mejor que hacer que parecerse cerca de una columna solitario, y mientras sentía como la mano le cosquilleaba trataba de alejar su amor con otras ideas…

-"El fin es inminente…"- Murmuró en su propio idioma. Milo volteó a verlo, obviamente sin haberle entendido.

-"¿Cómo?"

-"¿Aún quieres seguir con esto?"- Inquirió de nuevo en voz baja. No podía mirarlo a la cara, ni siquiera podía levantar la vista. Si Kanon y él ya habían vuelto, no entendía su necedad. De cualquier forma, pasara lo que pasara, él no volvería a los brazos de Saga…

-"Mira, si me dejas explicarte…"

-"No quiero que lo hagas porque ya no me importa."- Tajó elevando los ojos hacia los de Milo. –"Si tanto querías venir con él debiste decírmelo…"

-"No se trata de eso… Él y yo…"

-"Él y tú, todo esto es por él y tú… Yo te lo pregunté muchas veces, te lo sugerí… No tenias porque mentirme."

-"No te… mentí…"- Ya no pudo enfrentar su mirada. Lo hizo, pero tenía una gran justificación. -"Te habrías molestado."

-"No estoy molesto, estoy furioso y decepcionado. Terminaste dejándome otra vez por él."

-"No te dejé."

-"Ya no quiero hablar de esto. ¿Quieres que se den cuenta que esto ya no funciona?"

-"Ca…"

-"De todos modos en la mañana lo notarán cuando tú regreses a tu templo."- Milo ya estaba irritado. No acostumbraba rogar, y aunque fuese su culpa, si la 'sordera' de Camus terminaba por separarlos, pues ya no empujaría el final de una patada al limbo.

-"De acuerdo, si eso es lo que quieres lo voy a hacer. Durante toda nuestra relación me has dado gusto en cuanta cosa te he pedido, sé que también has tenido que sufrir mis ideas, mi compañía y hasta el hecho de que te toque; pero mañana eso será diferente… Esta será nuestra última noche juntos…"- Acuario no hizo el menor movimiento, Escorpio no rompió el mutismo en el que estaban envueltos.

De pronto, el galo rió. Fue un sonido quedo, pero Milo lo notó.

-"No sabía que nuestra 'ruptura' fuera a darte tanta felicidad."

-"Estaba pensando en las clases de baile…"- La amabilidad del griego se reflejó con una sonrisa.

-"Creo que fue nuestro mejor momento."

-"Te equivocas (Yo no podría escoger entre muchos que tuvimos)… Pensaba que ya no podré poner en práctica lo que me enseñaste."- Milo se sorprendió: Camus no se atrevería a decirle que quería bailar, así que ¿decía aquello para que él 'lo obligara'?

-"¡Ja! ¿Seguro que aprendiste bien?"- Incitación, su mejor arma.

-"¡Por supuesto! ¡No fui torturado por nada!"

-"¿Torturado?"- El griego se rió. –"¡Yo creí que lo estabas disfrutando!"

-"Lo que pase en tu imaginación no tiene nada que ver con la realidad…"

-"¿Qué estas insinuando?"

-"Yo no necesito insinuar nada porque soy capaz de afirmarlo en tu cara."

-"Muy bien Camus, demuéstrame que tan buen alumno eres."- Le ofreció la otra mano, el galo la tomó y avanzaron a la pista de baile.

Del otro lado, Kanon se dirigió hacia donde se encontraban Shaka y Mu hablando solos. No quería ver juntos y felices al escorpión y al acuariano, aún cuando fuese consiente de su amor. Al acercarse, el santo de Virgo se retiró, ofreciéndole un suave saludo con la cabeza al ex dragón marino, antes de irse a discutir con el DJ Aldebarán, algunos asuntos referentes a la música que tocaba. Al quedarse solo con el ariano, este le sonrió completamente. Era una sonrisa poco habitual en él, como traviesa…

-"Sabía que vendrías."- Le dijo.

-"¡Ja! ¿Ahora eres adivino, cejudo?"- El otro se sonrojó suavemente: no le gustaba que todo el tiempo le recordara su defecto.

-"Por lo menos ya caducó el 'sabelotodo'…"- Murmuró. Kanon se inclinó de lado para escucharlo mejor. –"Yo sólo digo que era un hecho que si Milo iba por ti no durarías en venir. Era obvio darse cuenta de eso."- El mayor soltó una risa forzada.

-"Si, tú… vidente. Seguro que la bola de cristal te lo dijo, o mejor aún…" – Colocó un dedo en su frente. –"Tus puntitos mágicos."- Mu soltó una carcajada.

-"Prefiero que te burles de mi a que me ignores… Por lo menos ya no estas rezagado en tu habitación y eso me tranquiliza."- Sonrió amablemente. Kanon frunció la nariz mientras se rascaba la punta con el dedo.

-"Ten cuidado borrego, porque alguien podría pensar que estas enamorado de mí."- Soltó una risa tan estruendosa que el propio Aldebarán se hubiese sentido orgulloso. Mu, por su parte sonrió sin despegar los labios, y mientras se cruzaba de brazos añadió:

-"¿Y qué si lo estoy?"- Kanon escupió y se atragantó con el sorbo de licor que acababa de ingerir.

En otro punto de la fiesta, muy cerca a donde Aldebarán tocaba –con el volumen más bajo para poder escuchar a Shaka-, Afrodita sonreía amablemente, mientras, cruzado de brazos, ponía atención a las palabras del santo de Leo. El canceriano de vez en cuando se rascaba la cabeza y hacia como que no escuchaba, pero aunque lo intentara… el tema le interesaba.

-"… por eso, creo que deberías abstenerte de usar a Shura como carnada para atraer la atención de…"- Lo señaló inclinando la cabeza en su dirección.

-"Pero querido, yo no lo uso para nada. Shura es todo un semental…"- Aioria tosió. El cangrejo realizó una seña obscena con las manos. –"No es que haya tenido oportunidad de probarlo, pero eso solamente es porque él no se deja; sin embargo, en alguno de sus descuidos… no sé, tal vez podría tratar de aprovecharme de su amabilidad. Tú me entiendes."- El león se sonrojó hasta las orejas. Estaba tratando de ser diplomático sin decir que realmente lo ponía celoso, pero si las cosas continuaban con ese ritmo…

-"A mi hermano no le gusta que lo hagas."- Death Mask torció los labios.

-"No veo que le moleste. El otro día le di un pellizco delante de él, y Aioros me siguió el juego."- Se rió de forma descarada. Aioria volteó a ver a su hermano arriba del hombro, como reclamándole que hubiese puesto las manos sobre su cabra.

-"De acuerdo… mientras Shura no te diga nada…"

-"Es demasiado amable para hacerlo."

-"Pues… insisto que deberías desistir de ello."

-"¿Por qué? Shura es soltero, y por lo que se ve, hace mucho que no tiene diversión a montones."- Volvió a reírse. Death Mask pensó que ya se estaba hartando de la charla y terminaría yéndose por un tubo.

-"Si no te molesta… Shura es mío…"- Murmuró. El cangrejo admiró su valor. Afrodita hizo como que no lo escuchó.

-"¿Disculpa?"

-"Que Shura es mío y que no me gusta que me lo andes manoseando…."- Piscis moderó el sonido de su risa para que el otro no se lo tomara como una burla.

-"De acuerdo."- Simplemente respondió. Viró hacia el frente: Milo en ese momento le extendía a Camus una cajita negra forrada en terciopelo. –"Bailemos."- Invitó al italiano. Este no respondió, pero se vio obligado a hacerlo. A solas, Aioria suspiró con alivio… Miró hacia otro punto de la fiesta, donde su hermano y el capricorniano tenían los ojos clavados en él. Temblando de pies a cabeza, y como el valor se le diluyó de las células mientras marcaba su territorio con aquella confesión, dio media vuelta sobre sus pasos y se perdió entre las sombras.

Afrodita, en cambio, decidió bailar para observar más de cerca a su pareja favorita, aunque cáncer se lo evitó dándole un montón de vueltas para desquitarse.

Camus estaba asombrado. Sus ojos pasaban de la caja a Milo, y viceversa.

«Tenía preparada una sorpresa para ti… pero no estaba seguro si tendría el valor de dártela o… si tú la recibirías…»

Fue lo que dijo al entregar la caja… Al escorpión le temblaba la mano.

-"Me siento extraño… si no lo vas a tomar…"- Acuario se apresuró a hacerlo.

-"Disculpa… es que…"- Con emoción, sus manos imitaron las del griego. Ni una broma al aire podía abandonar sus labios, tampoco podía preguntar qué contenía la caja porque eso arruinaría la sorpresa y pecaría de ilógico, es decir… si Milo quisiera decirle que le iba a dar, ¿para qué molestarse con la caja negra?

Escorpio sintió una punzada por arriba del ombligo cuando el otro levantó la tapa, y en cuanto Camus adquirió maravilla y sorpresa en su cara, él se apresuró a explicar el detalle.

-"Es un escorpión de rubí para ti, y las ondas de Acuario en zafiro para mí… Creí que usarlos explicaría mejor nuestra unión…"- Sintió que esas palabras se habían oído mejor en su cabeza, que una vez dichas a esa persona. –"Eh… puedes ponerte el que quieras…"- Alzó los hombros, como restándole importancia al asunto. La sonrisa del galo desvaneció su nerviosismo.

-"Colócame el que es mío…"- Milo no tardó demasiado en aceptar el pedido. Cuando Camus admiró el presente sobre su pecho, sonrió más que contento. Se prendió del griego en un impulso de dicha sin importar lo que pensaran los presentes. Incluso Kanon seguía riñendo con Mu mientras le pegaba en la frente con el dedo y el menor reía. –"Muchas gracias…"- Susurró. Y una nueva melodía comenzó a sonar, cortesía del romántico Afrodita, que la pidió solamente para armonizar su encuentro.

Eres todo lo que pedía

Lo que mi alma vacía

Quería sentir

Sin pensarlo, el cuerpo del galo comenzó a mecerse motivado por el sonido y compás que aquellas letras provocaban en su cuerpo, y ese amor que no parada de crecer. Milo lo siguió sin atreverse a romper ese mágico hechizo de cupido.

Eres lo que tanto esperaba

Lo que en sueños buscaba

Y que en ti descubrí

Del otro lado, interrumpiendo la conversación, Shala jaló a Mu del brazo para que bailara con él mientras, en voz baja añadía:

-"Amor en dosis pequeñas."

Saga, en otro punto de la fiesta, apretó el puño y maldijo. Se movió para separarlos, pero su gemelo rápidamente lo interceptó.

-"¿Hasta cuándo lo vas a entender? Si tanto lo quieres…"- El otro embozó una sonrisa confiada y burlona que lo cayó.

-"El que Milo bajara hasta mi templo por ti, no quiere decir que te lo haya dicho ¿verdad?"- ¿Decir?... Algo en sus palabras no le dio buena espina. –"Si no lo hizo eso sólo significa que no confía en ti, ni te ama tanto como Camus a mí."- Esta vez el menor de los gemelos se vio forzado a adquirir un gesto burlón.

-"¿Amor? ¡Claro! Esos dos sólo tienen que mirarse a los ojos para gritarle al resto del mundo lo mucho que se aman."- Lo miró por arriba del hombro. –"Tú no tienes espacio ahí, Saga…"

-"Tú no tienes ni idea…."

-"¿De qué, Saga? ¡Vamos, míralos! Pon tus ojos en ellos y dime que no es cierto."- El mayor no se atrevió. Mantuvo el contacto fijo con las retinas de su consanguíneo. –"En lo que yo veo no queda ni un vestigio de aquél niño que te amaba."- Pero eso no podía ser… ¡Kanon estaba en un error y él se lo haría ver!

Dio un paso, dispuesto a mostrar las pruebas que lo exoneraran y decir por fin que estaba enterado del juego, cuando… se quedó estático: La luz blanca de la pálida luna se cernía sobre ellos, y esa forma de amarse aún con los testigos ahí… lo detuvieron.

Camus y Milo bailaban inmersos en su propia realidad. Se miraban y sonreían como amantes escondidos, como si nadie más fuese a verlos. Saga se quedó dónde estaba con un nudo en la garganta.

Ya no tengo corazón

Ni ojos para nadie

Solo para ti

Enamorarse, el hecho de amar a alguien es algo tan hermoso, que no cualquiera podría decirse digno de haber sido tocado. El dolor y la pena no tienen nada que ver con él. La sensación de amar, de dar todo aún sin recibir algo…

Solo para ti

Solo para ti

Solo para ti

Experimentar su cercanía, sus besos, su presencia en un infinito aspecto…

Camus pensó en ese momento que no se arrepentiría jamás de aquél acuerdo. Los tomaría –al pacto y a Milo-, lo guardaría para siempre y motivado por su magia lo besaría tan suave como una caricia de ángel, pero tan fuerte y dominante que se conservara intacto en su mente…

Esto es en verdad

Lo puedo sentir

Sé que mi lugar

Es junto a ti…

No reaccionó. El amor jugó su última carta en el momento que el universo desapareció para los dos…

Sus ojos estaban sumergidos en el mundo postrado ante ellos, que en el momento de aquella frase, la cercanía entre los dos se perdió… Sus labios encontraron el perfecto final en el instante que sus destinos selló con un beso.

Eres todo lo que pedía

Lo que no conocía

Y que en ti descubrí.

Camus entregó en el contacto todo el amor que reprimía y gritaba en silencio. Milo se obligó a darle todo lo que deseó y por razones diversas encerró.

Al finalizar el contacto, con los ojos aún cerrados, el griego decidió que ese era el tiempo de decirlo todo… Morir o callar en el intento de arder siempre…

-"Camus… yo…"- El nombrado, como si despertara despejó la mirada: Kanon y Saga aparecieron los primeros a su vista por arriba del hombro de Milo.

Retrocedió… Le acababa de entregar todo su amor sin saber que sus pensamientos lo torturarían: sus juicios, su promesa, la persona que tenía delante, y los tipos que lo obligaron a llegar al punto de exhibirse. Los odió, los injurió en silencio. Se sintió atado, confundido… Milo ya había tomado su decisión, y aun así… continuaba retándolo, usándolo para que Kanon ardiera en el infierno y estar satisfecho con su venganza…

Se cubrió los labios, pero no se atrevió a tocarlos. No quiso borrar aquél beso.

El griego notó su turbación mientras leía el miedo en sus ojos. Sabía que los pensamientos que no compartía con el mundo, eran mucho más peligrosos que cualquier palabra que saliera de sus labios.

Extendió la mano para sujetarle y evitar que corriera, pero no sabía que acuario no se lo permitiría otra vez.

-"Camus, escucha..."- negó mientras seguía retrocediendo. – "Cami... perdóname"- esa palabra lo empeoró todo. Tan pronto la escuchó su cara adquirió terror. Exhaló con dolor, cerró los ojos y emprendió una rápida huida. Milo no tardó en seguirlo. Shura dejó a su momentáneo acompañante para ir en pos de ambos. Afrodita se quedó atónito.

-"Tal vez tenía mal aliento."- El cangrejo recibió por respuesta un golpe.

El galo salió disparado del jardín. Esta vez Saga no se quedó estático y buscó ponérsele al paso, pero Camus prácticamente lo ignoró mientras le pasaba de largo. Milo intentó seguirle el paso, pero la figura de dimensiones mayores se lo impidió. Al mirarlo y descubrir de quien se trababa, quiso poner el puño entre sus cejas. Tragando saliva intentó que esas ganas se le bajaran a los intestinos... Después de todo, no debería perder el tiempo con él, en vez de ir a arreglar las cosas directamente con el galo. Se hizo a un lado separando la pierna, pero el otro tuvo tantas ganas de molestarle, que se movió cual espejo a la misma dirección. Milo volvió a intentar salir del camino, y sin embargo, el resultado continuaba siendo el mismo.

-"Hazte a un lado."- Trató incluso de ser amable, pero la sangre ya había llegado a un punto de ebullición imposible de helar. Saga ni siquiera respiró. Empleó, al contrario, un gesto burlón:

-"Sobre mi cadáver."- Milo sintió que enloquecía de ira. Cual psicópata, se divirtió con la idea de la muerte. Subió a Antares a la altura de sus labios, donde una sonrisa igual que la del gemelo le aguardaba.

-"Eso se puede arreglar."- Ronroneó. Y antes de que cualquiera de los dos diera el primer golpe, Aioria ya se había asegurado de detener a Milo, y Shura de sujetar a Saga.

-"¿Qué creen que hacen?"

-"Este no es lugar para arreglar sus diferencias."

-"Ninguna diferencia, gato, ¡VOY A CUMPLIR SUS DESEOS!"- Pataleó el escorpión. El griego mayor comenzó a reírse.

-"Eres como un niño Milo, haciendo berrinches porque otro quiere jugar con tus juguetes."

-"¡Ningún juguete! ¡Camus es mucho más preciado para mí de lo que jamás en su vida lo será para ti!"

-"¿A puestas?"- Se inclinó hacia adelante lo más que los brazos de Shura se lo permitieron. Su 'custodio' se sorprendió de que no tratara de deshacerse de su agarre, a diferencia del menor. –"Yo no lo usaría bajo ningún pretexto. No tengo que mentirle ni demostrarle un amor que no siento nada más para que otra persona me mire."- Tanto Leo como el Capricorniano se quedaron helados… ¿¡Saga ya sabía la verdad?!

-"No me vengas con eso, que mientras tú lo despreciaste yo lo gocé cada segundo. Tú ni siquiera sabes lo que es poder disfrutar de su compañía sabiendo…"

-"¿Qué te ama por encima de cualquier cosa? No me vengas con estupideces Milo, que tú y yo somos perfectamente conscientes que la única razón por la que estas con él es porque lo estás usando. Para ti no representa otra cosa que un saco de celos…"- ¡Eso era todo! En un termómetro de la ira sus palabras terminaron por reventarlo. Forcejeó con Aioria, hasta que lo pisó fuertemente para que este lo soltara y cuando obtuvo por fin su libertad, fue a estrellarle el puño contra la cara. Shura, por reacción lo soltó, como si pretendiera que este se defendiera, mientras el león, adolorido de su 'garra', volvió a tratar de someter a su amigo. No obstante cualquier movimiento, antes incluso de que Saga pudiera, colérico, cerrar los puños y tratar de vengarse, Aioros se abrió paso entre ellos y arremetió contra Géminis, dándole un golpe tan fuerte en la cara, que incluso su hermano, vecino y Milo hicieron una mueca de dolor.

No mencionó palabra, ni siquiera se preocupó en virar hacia su consanguíneo y explicarle… o al menos borrarle aquella muestra de sorpresa. Shura casi entendió su motivo, mientras que Milo intentaba asimilar cómo era que había conseguido un aliado… porque el arquero eso era en el campo de batalla, ¿Cierto?

Sacudió la cabeza y emprendió de nuevo la retirada. Unos pasos más adelante, el español lo detuvo del brazo. Aioria se sorprendió demasiado.

-"¿Qué haces?"- Inquirió el peli azul. Capricornio menó la cabeza.

-"Es mejor que lo dejes solo. Creo que está confundido."

-"¿Confundido?"- Pero no había razón para estarlo si estaba enamorado de él…

-"Tú fuiste a buscar a Kanon, ¿Recuerdas?"- Milo no tuvo más que aceptar las palabras de Aioria. Shura no le dijo nada más, ni siquiera miró al león como para aplaudir que usara la cabeza o algo así. Palmeó la espalda del peli azul y se retiró con Aioros, quien había dejado a Saga más adormilado y manso que cualquier otra anestesia.

(La pasión es aquel sentimiento que cuando quema se vuelve brusco y cuando se ama se vuelve suave.…)

Uno de los primeros en abandonar la fiesta fue el santo de Géminis. Definitivamente el golpe que recibió de Aioros le cayó cual balde de agua fría, porque no intentó molestar más a Milo, incluso se retiró a su templo tan en calma, que ni a Camus buscó. Los siguientes en la lista fueron Sagitario y su eterno amigo, seguidos muy de cerca por el escorpión y Aioria.

Cuando estaban atravesando el templo de Acuario, los dos pudieron sentir una barrera que el guardián había puesto para que nadie lo molestara; es decir, cualquiera que intentara ir de Capricornio a Piscis, o viceversa, podía hacerlo sin salir lastimado, pero si intentaba internarse más en el templo, una tormenta implacable de hielo terminaba por golpearlos.

-"Genial… y ahora tendré que buscar donde pasar la noche."- Murmuró el peli azul, como para restarle importancia al rechazo que sentía en ese momento. El santo de Leo colocó la mano en su espalda.

-"Despreocúpate, Milo, puedes pasar la noche en mi templo."- El otro griego soltó una risa forzada.

-"No es mi intensión despreciar tu amable gesto, pero no quiero morir destazado por una cabra."- El castaño soltó una carcajada.

-"Yo no dije que fuese a bajar contigo hasta Leo."- Milo entrecerró los ojos.

-"Gato, eres un sucio. Planeas quedarte con Shura mientras yo me hundo en la desesperación."

-"Aunque suene feo, es la verdad. Debo dejar que madures por tu cuenta."- Milo lo dijo en forma de juego, pero la seriedad de su amigo lo dejó callado. Siempre lo había cuidado y eso terminó por provocarle problemas de los cuales apenas tenía conocimiento. Sintiendo agradecimiento, caminaron los dos en silencio.

… … …

Sin lugar a dudas la persona con la que compartía en aquél momento el sendero, era en quien más podía confiar. Toleraba el incidente de trece años atrás, pero lejos de que eso fuese un impedimento para que volvieran a estar bien, su relación alcanzó otra clase de niveles.

A pesar de eso, bajo los efectos del alcohol y el 'odio', Aioros quería estar solo.

-"Supongo que nos vemos mañana."- Se despidió, sonriendo de forma tranquilizadora para que Shura entendiera que no era necesario acompañarle como dispuso. Tampoco hizo falta que se lo dijera directamente, porque su vecino y amigo entendió de inmediato lo que deseaba.

-"¿Seguro que puedes llegar entero?"- El arquero asintió, y mientras avanzada, se tambaleó a propósito, terminando sujetado por su amigo. Compartieron una risa, que para el español frenó en cuanto dos presencias conocidas hicieron arribo: Milo y Aioria Los celos se le dibujaron en la cara para el deleite de 'su cuñado'.

-"Pues me retiro para no hacer sombra."- Comentó Aioros, soltando una carcajada. Shura gruñó y se fue hacia su habitación. Aioria le dirigió una mirada a Milo como inseguro de dejarlo a la deriva. Este asintió al comprender su miedo.

-"Nos vemos mañana."- Se despidió, y Sagitario y él se acompañaron fuera del templo, mientras el león se iba detrás de la cabra furiosa.

Un poco antes de llegar a su cámara privada, Capricornio comprendió que si no lo echaba de una vez, comenzarían un juego sin fin, y él ya no tenía catorce años para andarse con esas cosas.

Se detuvo a pocos pasos de la entrada, y tratando de ser lo más amable que las entrañas le dejaban, sonrió mientras se dirigía al león.

-"Niño, por favor, estoy cansado y no tengo tiempo de jugar contigo o de cuidarte… ¿Por qué no te vas con tu amiguito? Debe estar…"

-"Sé que estas molesto, pero no voy a tolerar que me insultes o que le faltes al respeto a Milo."

-"¿Qué no me vas a tolerar? ¡Estás en mi templo! ¡Estos son mis dominios y creo que para que quieras mandarme te faltan al menos seis años o que bajemos cuatro pisos!"- Con Aioria no podría nunca tener calma, era titánico el esfuerzo para poder recuperarla. Dio media vuelta sobre su talón derecho, decidiendo que ese era el fin de la conversación. –"Se acabó niño."- Para su sorpresa, Aioria lo empujó dentro de la habitación. –"¿¡PERO QUÉ…?!"

-"¡Cállate! Llevo años tolerando que tú siempre tengas la última palabra."

-"Ya te dije…"

-"¿Con quién crees que tratas? No soy un niño, no soy idiota y sé exactamente porque has estado toda la noche pegado a mi hermano y porque te has prestado al juego de Afrodita."

-"¡Eso no tiene que ver contigo!"

-"Ya le dije que eres mío, así que a ti te conviene entenderlo de una vez."- Shura estaba tan sorprendido, que olvidó notar el cerrojo en la puerta, o el hecho de que Aioria se quitara la corbata mientras los botones de la camisa se abrían uno a uno. Sacudió la cabeza.

-"¿¡Cómo pudiste?! ¿¡Quién te crees para andarme pregonando de tu propiedad?!"-

-"Tu dueño…"- No sabía si era el tono, la seguridad al emplearlo, o esa seductora y al mismo tiempo dominante manera de hacérselo saber, la razón por la que el corazón se le había disparado, y las ganas de echarlo tanto fuera de su vida como de aquella habitación, se le habían fundido y evaporado como ideas hervidas sobre la cabeza, ante el calor que cubría su cara y gran parte del cuerpo. Aioria ni siquiera esperó a que lo asimilara: ya estaba de frente, sonriéndole, con la nariz casi pegada a la suya. Colocó la mano en su nuca y con la corbata ágilmente enredada entre sus dedos tiró de él hacia sus labios para darle un beso dominante.

Shura, aunque hubiera deseado quitarse, fue rápidamente domado por los labios del león, quien lo sujetó con fuerza, reteniéndolo con el amarre de sus brazos. Capricornio, aunque enamorado, nunca antes se dio cuenta de la veracidad de sus palabras: El ser ordenado y capado en voluntad por un niño aparente, por la persona que amaba y que prácticamente había criado. Él era dueño de sus deseos, sus pasiones, sus instintos; ni siquiera Aioros con su inteligencia y experiencia podía llevarlo al punto de enloquecer, de gritar, de reír como idiota y sentir el amor por cada poro de su piel. Embriagado, dominado, cazado finalmente por el astuto león, situó las manos por detrás de la espalda, mientras a la pierna derecha le permitía colocarse entre las separadas del menor. Se inclinó hacia el frente, sosteniendo su peso y equilibrándose al tanto que profundizaba el beso. Ahogado en deseo se lo comió del cuello. Aioria no tardó en retorcer su cuerpo mientras se mordía los labios, y abriendo la boca casi con desesperación, luchaba tanto por obtener más placer, como por darlo al friccionar sus cuerpos. Shura se apartó para tomar aire. Leo abrió los ojos, como si temiera su arrepentimiento.

Al mirarlo supo que las cosas que le estaba comunicando con el cuerpo eran reales, que esos profundos ojos verdes brillaban para él, transparentes, sinceros. Su amor, su deseo, su mar de pasión era verdadero; el temor al rechazo se mezclaba con ellos.

Colocó una mano en la mejilla que se jalaba cuando abría la boca para tomar aire, La otra la colocó por encima de sus labios.

-"Te quiero Aioria…"- Le susurró mientras lo besaba. Al quinto guardián le costó trabajo volver a cerrar los ojos, sin sentir que se le humedecían, pero entre la oscuridad y el silencio podía disfrutar al doscientos por ciento a ese hombre. Volvió a ocultar sus pupilas, mientras la parte superior del cuerpo quedaba al descubierto, y el saco del dueño del templo terminaba en el suelo.

Se prendió a su cuello, casi intentando morder su oreja, cuando los sedientos labios del español recorrieron ansiosamente el espacio entre la barbilla y el hombro, mordiendo, jalando la piel, marcando con succiones y saliva un camino hacia el pecho. Aferrando las uñas y los dientes Aioria resistía las ganas de que las piernas se le fueran contra el suelo. Se apartó un poco, nada más para besarlo y llevarlo a la cama, donde lo tendió de espaldas. El león no se opuso, pero se levantó con las manos, y sentado en ella terminó de abrir la camisa y con los labios a la altura del ombligo metió la lengua dentro de él. Con las manos fue desatando el cinturón, donde un bulto bien formado lo esperaba ya. Lo mordió por arriba de la ropa. Shura no resistió las ganas de tomarle la cabeza, como deseando que fuera su lengua la que ocupara el lugar de la tela del bóxer. Con los dedos le deslizó la ropa por las piernas, mientras el otro desaparecía con caricias los dedos entre aquella mata de cabello castaño.

- (Es mejor estar con la persona correcta por razones equivocadas, que estar con la persona equivocada por razones correctas.…)

El insomnio fue el protagonista de la noche anterior, convirtiéndola en la más pesada de todas las que había tenido a lo largo de su vida. Las dudas y la culpa revolotearon como pesadillas y pensamientos incoherentes alrededor de su cabeza, desvelándolo, martirizándolo… No sabía cómo podría después de lo noche mirar a Milo a la cara, o peor aún, encontrarse ya fuera con Saga y con él y resolverlo todo de una buena vez.

Hacia un par de horas que deambulaba por la casa vestido con un pantalón de pana, una playera veraniega y una taza de café muy cargado, como si buscara al escorpión griego por todos los rincones del templo; alerta, además, por si en el camino se topaba con alguien a quien no quisiera ver o a quien tuviera que explicarle porque de una u otra cosa. Cuando la taza terminó por consumírsele a tragos, y volvió a la cocina para dejarla, pensó que no podía pasarse así todo el día. Por más cobarde que se sintiera respecto a toparse tanto a Saga como a Milo, algún día eso tendría que suceder, y él no era de esas personas que pisaban sin saber que el suelo estaba firme, incluso aunque hubiese pasado las semanas anteriores dando paso en falso, decidió que debía, quisiera o no, enfrentarse a sus dos adversarios: El caballero de Géminis, y sus propia persona…

-"Te lo prometo…"

El sólo recordarlo hacia que se le revolviera el estómago, y que sintiera ganas de lanzarse por la ventana. ¿Acaso no aprendía de sus errores? Sin importar el chantaje de alguna forma todo se habría simplificado con dejarlo que dijera lo que deseara, esperar a que se calmara y luego intentar mantener la fiesta en paz con el gemelo. Aún tenía sentimientos por él, eso era cierto, pero de ahí a prometer algo que estaba por demás perdido… Era una estupidez en TODO el sentido de la palabra. De todos modos en alguna parte de ese intento de historia Saga se convirtió de pasivo a activo, dando un giro de ciento ocho grados que ni el propio galo se esperaba. Tal vez aquél sentimiento de preocupación fue lo que impulsó su respuesta… No el amor, sino esos años a su lado, a su cuidado…

Camus había enfrentado a la muerte, incluso desafiado a los dioses, pero ¿no podía lidiar con un problema de amores que habría inspirado a cualquier dramaturgo? Aunque, más bien, en ese momento aseguraba que su caso habría servido como un digno cuento de terror. Se rió de sí mismo. Decidió que se armaría de valor luego… tal vez marcharía a géminis a romper su promesa, agredir al gemelo menor para reclamar lo suyo –porque en sus venas corría orgullosamente sangre de mosquetero- antes de correr a Escorpio y encerrar a su custodio para que nunca jamás volviera a huir con nadie que no fuese un Camus…

Tomando aquella decisión planeó que todo eso sucedería después de un tibio baño por la mañana. Así aplazó su encuentro con el destino un poco más.

Dejó la ropa que limpia usaría sobre la manta recién puesta de la cama. Tomó la toalla y entró al cuarto de baño. Era amplio y cabía una tina ancha de piedra con una regadera incluida. Un espejo completo fue acomodado en una de las paredes. Al recibir el agua sobre su espalda el corazón se aplacó. Su marcha acelerada se pausó al relajarse bajo el chorro del agua tibia que le golpeó la piel. Trató de pensar que no conocía algo más placentera que esa sensación… Frenó sus pensamientos en cuanto el cosquilleo en sus labios comenzó a gritarle. Las yemas de los dedos se colocaron sobre ellos. El recuerdo lo atacó sin que supiera que Milo, haciendo exactamente lo mismo que él, unos templos más abajo, pensaba en el beso y en todas las cosas que por su tibieza no dijo.

De pronto se preguntó si realmente podía lidiar con ese sentimiento. Ya no era el hecho de aceptarlo, de decirlo y obligar o no a Milo a responsabilizarse por él, sino el saber que escenas como esas y sensaciones como aquellas se repetirían una tras otra. Es decir, siendo una pareja ficticia no había ninguna obligación o necesidad de ser románticos o de ponerse cariñosos simplemente porque si, porque el papel que desempeñaba solo era delante de Kanon o Saga, pero, al adquirir el titulo como novio oficial… las cosas podrían ponerse demasiado azucaras o rosas… Es decir, no conocía al escorpión en su faceta de chico enamorado. Sabía la historia de 'esos dos' por sus labios, pero no los había visto juntos –y la verdad, tampoco es que quisiera hacerlo-… Pensar en tomar su mano era una cosa, pero besarlo cada dos o tres segundos le hacía sentir hervir. Y aún peor… entró en pánico en cuanto pensó que Milo estaba acostumbrado a una relación basada en el sexo, y no es que creyera que la suya fuera a serlo porque algo de eso le había cansado y por eso jugaron a todo lo anterior, pero inevitablemente algún día 'eso' tendría que suceder, y entonces… ¿Cómo pasaría de la A hasta la Z, si le faltaba en su abecedario las letras más importantes?

Camus estaba en pánico…

Camus definitivamente ya no pudo disfrutar el baño… Y lo que fue peor, su estado de terror pasó del nivel 1 al 4 en menos de dos segundos…

… … …

Milo estaba secándose el cabello cuando Aioria entró por primera vez a través de la puerta que conducía al amplio dormitorio. Los gestos de su cara no podía ser mas claros, y él no tenía que decir su estado de ánimo a vivas luces porque era algo más que obvio. Al mirarlo, su amigo griego lo supo.

-"Por lo menos alguien pasó una agradable velada."- Pensó, pretendiendo ignorarlo.

-"¡Hola! ¿Qué haces?"- El otro frunció los labios. –"¿Ahora no me vas a hablar?"- se rió. Parecía que nada lo iba a poner de mal humor. Aioria se sentó en la cama, no demasiado cerca del escorpión, pero lo suficiente para poder mirarlo y analizarlo como quería.

-"¿Ahora qué?"

-"Planeas verlo, ¿no es cierto?"

-"¡Por supuesto! Lo que sucedió anoche no pudo haber sido el final, no lo voy a permitir."

-"Una parte de mí cree firmemente que ya te cansaste de perseguirlo, y la otra es que tu pasión te ha hecho obstinarte..."

-"¿Obstinarme? Mira, gato, el pasar una noche dando de alaridos no te hace un maestro en las relaciones personales."

-"Lo sé, pero me hace más maduro que a ti."

-"¿Desde cuándo?"

-"Desde que entendí algo que tú ignoras y que no planeo decirte."

-"¿Y según tú qué es?"

-"La palabra libertad tiene algo que ver."- El peli azul rodó los ojos. Se levantó y fue a mirarse al espejo mientras se cepillaba el cabello. –"Te lo digo enserio. Tú y Camus no ven las cosas desde afuera, cada quien ve solamente su postura y aunque digan que se ponen en el lugar del otro y que lo entienden, no es cierto, sólo se ponen en su lugar a su conveniencia. Los dos se han pasado empujando las cosas en la dirección en la que están ahora, presionando… "

-"¿Cómo puedes decir eso? Nosotros ni siquiera tenemos una relación…"

-"Precisamente por eso. Tú no eras libre cuando comenzaste con Camus, ¿Te acuerdas? Tú y Kanon tenían algún tipo de relación extraña, mientras que él suspiraba por otra persona. Creo que si ustedes van a tener algo… deberían darse un tiempo a solas."

-"¿Quieres que se lo regale en bandeja de plata a Saga?"

-"¿Cómo es que estas tan seguro que va a irse detrás de él? Al menos anoche después de que te vio besando a Kanon todo indicaba que estaba muy dolido contigo por eso."

-"Si, pero a mí me aplica la ley del hielo y en cambio a Saga sin importar lo que hiciera le dirige la palabra como si nada. ¿No te das cuenta? Sus sentimientos por él siguen ahí más vivos y frescos que nunca."

-"Aunque ese fuera el caso, y por esa misma razón debes darle espacio. Dile lo que sientes, y luego déjalo a su decisión; además, creo que si hace esa diferencia es porque a ti te quiere, y de él simplemente le da lo mismo. Te lo dije, ustedes dos han estado empujando las cosas, están en un estira y afloja que a ninguno de los dos les hace bien."

-"No lo forcé a estar conmigo, ni a que se me declarara… él… lo hizo por gusto."

-"No me entiendes, y no lo harás mientras estés dentro del problema, pero imagina lo que sería dejarlo sin la presión de la que te estoy hablando, y saber, que por encima de cualquier cosa, incluso del propio Saga, él te eligió libremente a ti, porque no podía estar lejos. Suena a novela trillada, la verdad, y sin embargo… creo que puede servir."

… … …

Cuando Shura entró con una sonrisa de oreja a oreja al templo de Acuario, jamás se imaginó que esta se disolvería en el momento que resbalara estrepitosamente en el suelo, y fuera a estrellarse después contra uno de los pilares. El concreto del recinto parecía recién pulido, y lo peor es que parecía una pista de patinaje. A tropezones y resbalones, sosteniéndose de la pared y aferrándose a la roca, llegó a una zona que parecía no haber sido tocada por las manos del francés –porque si Shura lo conocía tan bien como pensaba, se le había ocurrido hacer limpieza intensiva en el templo-. Gruñó, y mientras se le ocurría que Aioria subiera por él más tarde y que pudiera lastimarse, con el filo de su mano le hizo algunos cortes al suelo para quitarle su 'pulcritud'. Después se internó en el templo en busca del guardián.

Con todas las ideas que tenía respecto al galo, y con lo bien que pudiera presumir de conocerlo, jamás se imaginó que iba a encontrarlo de aquella forma: Camus vestía el mismo pantalón de pana con el que durmió y la playera deportiva esta vez en color negro. La diferencia es que tenía el cabello amarrado por una liga y un paño que le cubría la parte superior para que los cabellos pequeños no se le escaparan hacia el frente. Él estaba tan ensimismado acomodando de arriba abajo todo lo que estaba en la alacena, que no se percató de la presencia de Shura, y eso ya era de preocuparse. Normalmente los dorados tenían una conexión infalible con sus dominios, como si cada ladrillo fuera la composición de su propia piel. Si alguien lo pisaba era imposible que no se diera cuenta, a menos que su cabeza estuviera demasiado alejada de la realidad…

Meneó la cabeza en forma de desacuerdo. Pensó que si le hablaba podría romper su 'concentración' o aún peor, ser inmovilizado por algún ataque si lo confundía con el enemigo. Se le ocurrió que en lugar de hablarle, podría arrojarle algo. Aquella mañana se colocó una de esas bandas elásticas que Aioria le regaló por su cumpleaños pasado, nada más por el gusto de tener cerca algo que él hubiera tocado. Se la retiró con los dedos, y haciéndola una bola en la palma estiró la mano hacia atrás cual resortera y se la lanzó de golpe sobre la coronilla. El galo que tenía la cabeza agachada para ver el interior de una bolsa de plástico, se levantó de golpe mirando hacia todos lados –pero de preferencia hacia arriba- como si pensara que la cocina se veía abajo. Shura no pudo aguantarse las ganas y comenzó a reírse.

-"¿pero qué…?"- Camus estuvo a punto de maldecirlo con el puño. Tomó la liga del suelo y se la aventó de vuelta. –"¡Qué gracioso eres!"- Frunció el ceño. El español juró que esas arrugas en la frente eran producto de lo mucho que había realizado ya ese gesto.

–"No puedo creer que estés tan obsesionado con la limpieza que ni siquiera notaras mi presencia."- El galo se sonrojó súbitamente. -"Tu concentración doméstica me impresiona"- El otro lo fulminó con la mirada mientras emitía un gruñido. –"Si estuvieran atacando el santuario ya estaríamos muertos todos y tú sin haberlo notado, porque dudo que les interese matar a un ama de casa."- Lo maldijo por sus palabras.

-"Shura, estoy ocupado."

-"Si, de eso me estoy dando cuenta, pero tenía la intensión de que habláramos."

-"¿Hablar? ¿De qué?"- Pregunta errónea.

-"De lo que sucedió anoche."- Una risa forzada fue la respuesta.

-"Dormí bastante bien, gracias."- Pero contrario a sus palabras comenzó a echar cosas en la bolsa frenéticamente. Capricornio pensó que no tenía otra opción que ir al punto rojo de la situación.

-"Anoche Saga y Milo estuvieron a punto de darse enserio."

-"¿Qué? ¿Por qué?"

-"¿No lo sabes? Los dos van sobre la misma persona."

-"Pero…"- Se llevó una mano a la frente, como para aplacar la tormenta de ideas nebulosas que iban y venían en su cabeza. Tomó una silla que próxima reposaba junto a la mesa, Se sentó en ella y trató de calmarse. Era culpable por dejarse manipular, por ser cobarde, por permitir que los hombres más importantes de su vida quisieran matarse. Se quejó mientras hundía la cara en el brazo y la mesa.

-"Algo tiene que hacerse."

-"Lo sé…"

-"Háblame claro. Sé que no soy tu confidente, pero si te desahogas tal vez te ayude."

-"No soy una persona abierta, y odio meterme en la vida de los demás porque no quiero que se metan en la mía."

-"Entiendo."

-"Estaré bien."

-"De acuerdo, pero ten en mente que en cuestión de minutos vendrán a buscarte…"

-"¡AHH!"- Palmeó sobre la mesa. –"No quiero pensar en eso. Creo que le haré una visita a Hyoga en Siberia, y luego…."- El peninsular colocó la palma sobre la mano de su amigo para calmarlo un poco.

-"Saga te ama, te ama desde hace tanto tiempo que se ha vuelto de una forma posesiva que le impide pensar con claridad. Creo que nunca consideró que te perdería hasta que fue tarde ya. Su auto control no es el mejor, y la culpa creo que lo terminó por dominar. No es que quiera tomar papel como su abogado, pero creo que es importante analizar tu corazón, el suyo, y de esa otra persona…"- Camus asintió una vez, despacio.

-"Cuando yo acepté esto jamás me imaginé que las cosas llegaran a este punto. El aceptó sus sentimientos por mí, y me dio aquello que tanto había deseado (un beso), pero Milo aún tenía asuntos pendientes con Kanon y no me pareció correcto abandonarlo. Después, no sé qué pasó… Saga perdió el control. Nunca se lo dijimos a nadie, pero trató de abusar sexualmente de mí."

-"¿Saga?"

-"Si, no recuerdo exactamente cómo sucedió, pero yo estaba en cama cuando eso pasó. Desde ese momento digamos que perdí el interés. Dejé de verlo a diario… y Milo cuidó de mí con el fervor que él tuvo hacia mí en su momento. Ustedes saben. Hasta fue por Aioria para ayudarme. Nosotros teníamos una pésima relación que de la nada se volvió amistad."- El onceavo se quedó pensativo. Retrajo la mano que aún permanecía sobre la de su vecino y la llevó hasta su mentón. –"¿Qué pasa?"

-"Recordé algo que no pude evitar notar hace muchos años… Mira, Saga quería que ustedes se llevaran bien desde el principio. Me di cuenta porque se la pasaba invitando constantemente a Milo para que te visitara, y a ti te llevaba a su templo. Imagina lo que habría resultado si ustedes fuesen amigos desde niños. Nada de esto sucedería."

-"Algunas cosas del pasado es mejor dejarlas donde están. No voy a juzgarlo, ni borrar mi buena relación con él porque se negara a quererme cuando niños."

-"Yo sólo intento hacerte ver ambas caras de la moneda. Tienes que analizarlo. Saga es tu mentor, es la persona que te ha dado todo lo que tú eres, es quien ha visto por ti hasta el cansancio, y si bien cometió errores, Milo también lo hizo, niño o no él si te abandonó. Si bien es cierto que para decidir se tiene que mirar un poco hacia atrás, necesitas asimilar el hecho de que una vez que te decidas… no puedes cambiar el giro de tu historia. Si las cosas con Milo no funcionan no podrás ni deberás buscar al que rechazaste antes. ¿Lo sabes, verdad?"

-"…"- Tenía el si atorado en la garganta, pero no podía decirlo porque oír la voz en su cabeza era menos difícil que escuchar por labios de otro, la certeza de esas palabras, como dándole razón, como echándoselo en cara. Los labios le temblaron y sólo pudo colocar los dientes sobre estos mientras asentía en silencio. Con la cara aún sobre la mesa, la depresión se hizo acopio de su sentir.

Shura trató de pensar en la forma de consolarlo, y aunque no sabía nada de francés, recordó una pequeña frase que Saga le dijera a su niño en un pequeño susurro y que colocaba una sonrisa dulce y cariñosa en sus labios.

-"mon petit ange…."- Pronunció, mientras le acariciaba la cabeza.

Camus abrió de súbito los ojos, y lejos, demasiado lejos de sonreír se tapó la cara y comenzó a llorar.

Shura se hizo para atrás, ni siquiera supo emitir una disculpa porque no sabía que había dicho. No pudo ver la cara de sufrimiento de su amigo porque este no se lo permitió, pero todo el dolor que traía en el pecho comenzó a fluir sin control.

Acuario se levantó por completo y le dio la espalda apoyando el trasero en resguardo de la silla para ocultarse y tratar de tomar compostura.

-"Necesito tiempo… Sé qué es lo que quiero, pero no deseo lastimar al otro, además, estoy seguro que Milo ya tomó su decisión."

-"Eso no tiene nada que ver con la tuya. Yo estoy de acuerdo en que tú y él deben darse su espacio. Los dos provocaron esta situación, y sin importar con quien, deben alejarse el uno del otro. Yo no te lo he preguntado, y a estas alturas ya es obvio pero ¿tú estas enamorado de Milo?

-"¡Qué pregunta!"- Se secó el rostro, pero no afirmó o negó.

-"No quiero inclinar la balanza hacia ningún lado, pero Kanon y Milo apenas si se dirigieron la palabra anoche, y Saga no volvió a molestar después de que Aioros le puso un alto."- Camus mostró tanto interés en ello que tomó otra vez asiento. –"Insinuó varias veces que sabía el convenio entre tú y Milo, pero fue hasta que mencionó la palabra costal de celos, que él se le fue encima. Dijo que no era capaz de utilizar a alguien que ama para herir a otra persona y eso fue lo que terminó de calar a mi amigo, dándole un buen golpe. A todo esto debo añadir que tu querido novio pasó la noche en Leo, y su guardián en mi cama."

-"Esos son demasiados detalles…pero felicidades. Supongo que oficialmente regresaron."

-"¡Fue la mejor reconciliación de toda mi vida! La expresión comerse a alguien es cierta. Cuando el sentimiento es mutuo y lo dices abiertamente se vuelve mucho más intenso, y las ganas de tocarlo, de comértelo en ese sentido se vuelven frenéticas. Sientes que explotas y una vez que lo haces no puedes contenerte, quieres hacerlo una y otra vez hasta que tu cuerpo no aguanta más."

-"¿Así se siente?"

-"Me parece que para cada persona es diferente, pero en un sentido general si. Una vez que experimentas los inicias de esto no permites que nadie tome su lugar"

-"Entiendo…"- Pero para descubrir eso tendría que tener ese momento con los dos… Y entonces… Meneó la cabeza… El resto de los seres humanos pasaban toda la vida buscando esa sensación y algunos morían incluso sin haberla probado.

-"Aunque… es muy diferente que alguien despierte en ti pasión y otro caso amor. El sentimiento del que te hablo es agresivo, pero también calmado. Quieres proteger a esa persona incluso si ese entorno te involucra."- Para Camus era imposible buscar equilibro entre ambas posturas, pero quisiera o no las había experimentado.

Se dio cuenta que su protector lo quería más de lo que había demostrado esas semanas. Su amor lo empujó a hacer cosas estúpidas porque él mismo lo colocó en esa situación. Si hubiera dejado las cosas como estaban no le habría hecho daño y Saga no habría caído en esa desesperación arrebatadora. Él lo llevó hasta el precipicio, lo obligó a caerse y aferrarse como loco a lo que fuese para sostenerse. Por un segundo se arrepintió de haberlo puesto celoso con alguien que era todo lo opuesto, alguien a otra persona que detestaba pero que a la vez amaba como Kanon, alguien con quien se compraría y a quién odiaría por tener cualidades que su enfermedad le arrebató. Alguien como Milo… pero, si no hubiera pasado todas esas semanas con él no habría descubierto lo maravilloso que era tener un amigo no sólo de su edad o a quien quisiera imitar por admiración o respeto como Shura o Saga, sino por las cosas que tenían en común o en desacuerdo. Las peleas, la sensación de descubrir un nuevo sentimiento como los celos; si, algo tan vano como celar a alguien porque con Saga no sabía lo que era desear que esa persona sea de tu propia exclusividad. Amar rápido, calmo, en silencio, con miedo, ansiedad, con ganas de gritarlo todo mientras veía a esa ser pensativo y sabía o trataba de asimilar el hecho de que evocaba a alguien más con ello… Besarlo, tocarlo, perder el control, mostrarle sus secretos y desear con toda el alma oír una sola palabra que podría llevarlo al punto de enloquecer…

Sabía que estaba enamorado, pero no tenía idea de la intensidad de ese amor. Quería reírse, gritar alto, gritar más y ponerse a llorar. Y el beso, su último beso era la prueba de que no podía más. No le importaba vacilar no quería pensar si podía o no dar el siguiente paso, necesitaba repetir desesperadamente ese contacto…

Shura lo miró fijamente. Acomodó la mejilla diestra sobre la superficie fría en la mesa para observarlo mejor, para quizá tratar de leerle el pensamiento…

-"Sé que ya lo sabes, sé que lo has pensando infinidad de veces… pero… enserio, es necesario que termines con esto de una vez… ¡Ustedes tres no pueden seguir así! Milo no puede actuar como un asesino cada vez lo ve, ni viceversa…"- Camus continuaba con la vista perdida. Su amigo suspiró. –"¿Qué piensas decirle a Saga?"

-"¿hum? ¿Qué Saga…?"- Capricornio abrió la boca. ¿¡COMO QUÉ QUE SAGA?!

-"¡Del que hemos estado hablando los últimos minutos!"- Completamente rojo se levantó de golpe y fue a lavar unos platos 'sucios' que estaban no muy lejos de ahí. Shura no supo si reír o llorar, pero definitivamente se inclinaba por pensar en lo graciosa que resultó aquella escena. Suspiró con una mediana sonrisa.

-"Siendo inteligente no te voy a preguntar en que pensabas, pero, por si acaso… espero que con eso resuelvas tu problema."- Camus no volteó a verlo, pero dejó por un momento lo que estaba haciendo.

-"Siempre me quejé por estar entre la espada y la pared y nunca me di cuenta que Milo estaba en la misma posición… Es decir, Saga representa la misma figura que Kanon para él… y no lo había considerado hasta ahora… Es decir, ellos arreglaron sus problemas anoche ¿Verdad?"

-"Eso parece. Después de irte Milo se quedó con Aioria, y aunque se encontraron un par de veces no bailaron juntos o algo así. Podría jurar que Kanon se estaba aguantando las ganas de estar a su lado, pero respetó las cosas hasta el final, incluso aunque tú ya no estuvieras presente."

-"Aún así… no sabemos cual fue la resolución final de Milo; es decir, tal vez quería terminar conmigo primero… si él tiene algo que me gusta mucho es su sentido de lealtad con la gente…"

-"Gracias."- La voz que acababa de filtrarse hacia la cocina era la del escorpión. Shura los había notado, pero creyó que más calmado Camus también lo haría, sin embargo el galo estaba tan hundido en sus deseos y pensamientos que bajó la guardia otra vez. Su primer movimiento fue soltar el plato de porcelana que sostenía entre sus dedos. Se inclinó rápidamente para recoger los pedazos grandes.

-"Buenos días Camus."- Saludó Aioria desde la puerta. Milo entró en la habitación mientras Shura la abandonaba haciéndole un gesto como deseándole que todos los dioses del olimpo del otorgaran su bendición. Leo hizo una mueca para dar a entender que no sabía de qué iba su actitud. Su novio solamente le tomó la mano y se lo llevó mientras se despedía.

-"Te dejo en buenas manos, nosotros vamos a desayunar al pueblo."- Aunque lo hicieron antes con Aioros,… -"¡Nos vemos!- Y deseándole suerte otra vez al griego azul, la pareja huyó de lo que podría convertirse en una incómoda escena.

Escorpio los despidió con un gesto de mano, después decidió que se aproximaría despacio hacia su presa indefensa. Este aún se encontraba agachado en el piso levantando el desastre, pero como las manos le temblaban ya se había hecho un par de rasguños. Cuando Milo se acercó más, se cortó enserio. Dejó otra vez los restos en el suelo mientras chupaba la herida.

-"Déjame ver."- El galo meneó la cabeza y se incorporó. –"Espera."- Camus abandonó la cocina como si tuviera la esperanza de que Milo no lo siguiera o de que se perdiera en el templo –"De acuerdo, como ya veo que te encanta este juego, juguemos."

El galo caminó más rápido a pesar de que sentía que le temblaban las piernas. Se metió en la habitación mientras cerraba la puerta, Milo se plantó en ella, la empujó con más fuerza y se coló a través de ella.

-"Déjame ver…"- Camus volvió a menear la cabeza, mientras él extendía la mano para pedírsela por las buenas. –"¿Quieres hacerlo por la mala?"

-"¿Y según tú que me vas a hacer?"- Retrajo el dedo, como protegiéndolo. Milo se acercó, lo tomó por el mentón y… no hizo nada más. Sus ojos estaban fijos en los del otro por primera vez desde lo sucedido anoche. Su acción hizo que el galo sintiera otra vez ese arrebatador deseo de besarlo. Escorpio lo dejó al sentir que otra vez empujaba las cosas en la dirección que él quería, y no por donde debían ir… Se siguió de largo y se sentó en la cama mientras suspiraba.

Camus se quedó con los ojos puestos donde estuvieran antes los de Milo, con los labios casi dispuestos a dar o recibir un beso. El escorpión no lo notó porque tenía la cabeza gacha.

-"Lo siento…"- El onceavo guardián salió de su letargo. También bajó la cabeza y se olvidó por completo de la sangre que corría por su dedo. Para el griego, las palabras que habría de decir a continuación eran las más difíciles de pronunciar, y sin embargo, decidió que por algún lado tendría que empezar.

-"Anoche no dormí nada… estaba preocupado por la forma en que reaccionaste."

-"yo…"

-"A pesar de que prometí no tocarte…"

-"No se trata de eso…"

-"Terminé besándote en frente de todos…."

-"Yo lo hice también, y ese no es el problema."

-"Camus, yo no puedo seguir con esto."

-"No es como si a mí me encantara."

-"Bien, entonces… se acabó."- Camus no supo que responder. Las palabras no le salieron ni siquiera en forma de discusión o reproche. –"Eres una buena persona, eres noble, honesto y tienes muchas cualidades que me gustan, pero…"

-"Tú estás enamorado de él, lo entiendo. Me alegra que todo resultara como tú lo querías."- El escorpión no respondió. El galo se agarró la cabeza y decidió que terminaría la conversación de una vez.

-"Gracias… gracias por ser mi maestro. Me enseñaste todo lo que podría hacer en una relación y también lo que no debería… "- Le dio la espalda. –"Ahora podré actuar por mi propia cuenta…"- Milo por primera levantó la mirada: Eso era una muestra de que quería irse con Saga. Él se lo estaba permitiendo con la esperanza de equivocarse…

Se levantó rápidamente, y sin decir nada colocó los brazos por arriba de los hombros galos, con la cara hundida a un costado en su cabello.

-"No sé qué hacer… Si te dejo ir… No quiero decir algo que…"- Acuario suspiró mientras posaba las manos sobre las del que fuera su novio las últimas semanas, y con este acto, se aferraba al abrazo del que fuera presa. Entendía sin que él lo expresara abiertamente, y aunque quería, anhelaba oír esos preciosos sentimientos, sabía que por alguna razón de peso él no se los manifestaba abiertamente.

Se quedaron un momento en silencio, hasta que Escorpio sintió el hilo tibio que se escapó hasta su piel, y sin querer hacerlo del todo se apartó tomándole la mano.

-"Aún sangra."

-"Estaré bien. Para un caballero de Athena esto es nada."

-"Aun así…."- Le acarició el dedo, en la parte que no estaba lastimada. –"Déjame mostrarte un pequeño hechizo. ¿Me dejarás sin reclamar?"

-"¿Es tan efectivo como el poder de Aioria?"

-"Mucho más."

-"No me quejaré entonces."- Milo sonrió despacio, cerró los ojos e introdujo la herida en su boca. Camus se sobre saltó, pero recordó cumplir su palabra. Sintió el calor inundar su rostro y bajarle hacia el estómago en una sacudida. El otro no abrió los ojos, y eso le ayudó a mantener la calma. Sintió su lengua, la saliva, su caricia y cuando las pupilas turquesas quedaron por fin al descubierto, Acuario supo que un incendio masivo ardió en su interior. Entre abrió los labios, tomó un poco de aire, bajó el dedo herido y de la nada se abalanzó sobre sus labios. El beso comenzó agresivo, dando paso a una detonación de emociones que lo hicieron lanzarse de cabeza al vacío en busca de más de ellas. Tenías las manos de Milo sobre su espalda, acariciándola, recorriéndola, subiendo vivaz por su cuerpo. No tenía la intensión de detenerse, por el contrario, entendía la sed de la que Shura le hablara antes.

«Hazme el amor»

¿Con qué voz podría decírselo? Demandar, pedir, preguntar si estaba bien que fuera su última lección. Si se detenía, entonces su cabeza tomaría el control de las palabras y prohibiría las acciones de tener, saber y probar el amor y la pasión en todo su apogeo. La piel se le erizó en cuanto los labios griegos lo tomaron por el cuello, se prendió de su cabeza tomando aire y jadeando...

Y de pronto, en medio del torbellino de ir y venir en aquella pasión, se detuvo: Una mirada esmeralda lo atravesó como daga helada. Viró hacia la entrada en el momento que el cabello desapareció. Los labios le temblaron. Milo lo notó también; ambos compartieron una mirada. Camus se apartó, retrocediendo: a él le dolió su forma de actuar… Shura estuvo de acuerdo en que no fue correcto. Su promesa, su amistad… sus verdaderos sentimientos lo obligaron a moverse.

-"Saga…"- Murmuró virando hacia la puerta, apurando el paso cuando lo sintió lo bastante lejos.-"¡Saga!"- Fue detrás de él. Milo se quedó sorprendido. ¿Eso quería decir elegir a alguien, dejar a una persona para irse con otra…?

Crispó los puños y salió detrás de ellos.

Por su parte, Camus tuvo que acelerar el paso para poder llegar lo bastante lejos del gemelo como para que pudieran intercambiar algún tipo de dialogo, frenara o no la marcha.

-"¡Saga, Saga, espera!"

-"Vete con tu novio, déjame solo."- Tajo sin mirarlo. Acuario no se detuvo, pero no hizo esfuerzo alguno por atravesarse en su camino.

-"No voy a suplicarte y tampoco me voy a disculpar, yo sólo voy a romper mi estúpida promesa"- El mayor se detuvo, y dando la vuelta sobre uno de sus talones lo encaró.

-"¿Con qué sentido?"

-"El no seguir encadenado a ti, eso. Te quiero, eres importante para mí, pero tu sabías lo que siento por él, eras conocedor de esa verdad y aún así me hiciste prometer que no lo amaría como ya lo hago."

-"¿Entonces, por qué estás aquí?"

-"Porque cuando yo te encontré con Aioros sufrí mucho, y aunque jamás te pedí una explicación -pues no la necesitaba- yo no soy tú."- Saga lo tomó por el brazo con fuerza.

-"¡Estas con él para darme celos!"- Acuario se zafó con jalón.

-"No más. Creí que él elegiría quedarse con Kanon."

-"¿Cómo sabes que no lo hizo? ¿Cómo sabes que no va a votarte de una patada?"

-"¡Porque lo conozco, porque sé de sus sentimientos sin que me los diga de frente!"- El gemelo volvió a jalarlo.

-"¡Tú me quieres a mí!"

-"Te quiero, pero ya no así, entiéndelo... Yo... nunca me di cuenta que él enserio estaba enamorado de mí... siempre creí que él estaba conmigo sólo por Kanon..."

-"Así era…"- Una tercera voz se hizo presente en la discusión. Saga viró hacia un lado soltando mecánicamente al galo. Camus giró su cuerpo hacia atrás, y se encontró tanto a Milo como al propio ex dragón marino –que bajó de Piscis- avanzando hacia ellos. La cara del segundo era de sorpresa y confusión, y le hizo entender al onceavo, de inmediato, que él no conocía los 'sucios' detalles de la relación EscorpioxAcuario.

-"No entiendo nada."- Comentó pasando los ojos de su hermano, a su 'rival' y de este a su ex pareja. Saga se rió.

-"¡Bienvenido a la reunión familiar!"- Exclamó con sarcasmo.

-"¿Qué pasa aquí?"- Su hermano decidió que tomaría la situación en sus manos y que sería él quien se la explicaría.

-"¿No lo oíste? Todo ha sido muy claro."- Camus maneó la cabeza y se colocó en medio de ellos.

-"Saga, cállate, tú no debes…"- Milo hizo lo mismo.

-"Tú no eres desleal, Saga. No te conozco y he pensado las peores cosas de ti estas semanas, pero sé que eres tan humano como nosotros. Camus heredó de ti sus hermosas cualidades, por favor…"

-"Milo…"- El nombre se les escapó al galo como en un suspiro enamorado. El griego mayor se quedó mudo. Escorpio suspiró, y virando sobre sus talones encaró a Kanon, quien lo miró desconcertado.

-"Perdón..."- Comenzó a hablar. -"Te mentí, sé que ya has sufrido mucho estos días y anoche cuando me abriste tu corazón debí decirte la verdad…"

-"Confiésame algo… Ya no me amas, ¿Cierto? Es decir, sin importar lo que digas esa verdad no va a cambiar."

-"No. Yo…"

-"Entonces no me interesa saberlo."- Cortó sin ser grosero, y sonriendo de una manera cariñosa mientras le acariciaba la mejilla. -"Si tú eres feliz, a lo detalles réstales importancia."

-"¿Eres idota?"- Le reclamó su consanguíneo.

-"Sé que yo fui el primero en sugerirte que los separáramos, pero no voy a sentirme culpable por tus actos, hermano. Es tiempo de que dejes tus lamentos y avances sin llevarte a Camus entre las patas. ¿Dónde quedó tu amor? Dijiste que si él era feliz tu también lo serías."

-"¡Jugó con fuego por mí!"

-"Y lo volvería a hacer si puedo revivir esta experiencia otra vez, es decir, esto me permitió enamorarme de él…"- Señaló al escorpión con una mirada, él correspondió con una sonrisa mucho más amplia.

-"Lo siento, fue mi culpa. Yo le pedí que se aliara conmigo para hacerlos sufrir, y aunque la idea me pareció divertida, no pensé que nosotros… Es decir, mírenos. Somos totalmente parecidos a ustedes y ustedes se odian. Unir algo así parecía imposible… Nuestra diferencia y a la vez similitud nos unió…"- Lo miró a los ojos. -"La verdad yo estoy muy enamorado de ti, y si no te lo digo ya, voy a reventar: Te quiero, te quiero más que a nada, más que a mi desorden, mis horas de comida o mis bostezos vespertinos. No sé por qué tardé tanto en decirlo pero no me arrepiento, pues tanto Saga como Kanon tenían que saber la verdad primero, y si quieren un culpable yo soy ese."- Camus meneó la cabeza.

-"Tampoco es que me obligaras. Una parte de mí lo deseaba, para conocerte más... para admirarte sin esconderme…"- El gemelo mayor meneó desesperadamente la cabeza, y en uno de sus muchos arrebatos, jaló al galo contra si y lo apretó entre sus brazos.

-"¡Mon petit ange, Je t'aime!"- El galo tragó saliva, y aunque sintió su dolor escurrírsele hasta el corazón, no podía cambiar el veredicto que este ya tenía pactado.

-"Yo también, pero ya no de esa forma que tu esperas. No quiero herirte, por favor, entiende y déjame ir… Sólo de este modo no me vas a perder para siempre, porque si insistes más… NO querré verte ya."

-"¡No, tú eres mío!"- Y lo abrazó de forma dominante. Kanon apretó los puños y caminó para separarlos, pues le parecía que la rabieta de su hermano ya estaba exagerada. Milo lo detuvo. En comparación, ellos tuvieron un momento a solas y un último beso, mientras que Saga lloraba sobre aquél hombro tras el que tantas veces se agachó para leer o supervisar lo que su pupilo estudiaba. Camus lo abrazó incapaz de abandonarlo como tantas veces en el pasado… Realmente lo adoraba, pero el corazón estaba lleno por otro sentimiento. -"No sé qué haré sin ti."- El menor sonrió y rompió el abrazo.

-"¿Crees que te voy a abandonar? Eres mi mejor amigo, mi mentor, no puedo, hagas lo que hagas yo te quiero y te voy a cuidar como tú a mí cuando niño."

-"Y yo idiota no estoy pintado."- Intervino su hermano. -"Te recuerdo que aún vivo en tu templo, y aunque te pese, debo echarte un ojo. ¿Si no reviso todos los días, cómo sabré que ya soy el heredero universal de todo?"- A Camus le molestó su humor negro, pero eso pareció calmar a Saga, quien se limpió pronto la cara.

-"¿Y permitir que deshonres la casa con tus fiestas todos los días? ¡Eso ni de broma!"

-"Las fiestas alegran el alma, y no sólo será la mía sino la de otros también será beneficiada."

-"Ni al caso."

-"Una de vez en cuando no hará daño."- Intervino el galo para mediar paz. Saga, por primera vez desde que todo comenzó lo miró con infinito aprecio. Lo abrazó por última vez y luego miró a Milo: con él no tendría el estómago de hacer algo así.

-"Siento…"- Escorpio cortó sus palabras con un gesto.

-"Oye, en la guerra y en el amor todo se vale; además, éramos rivales."- Géminis le sonrió con orgullo.

-"Ya sé que vas a decir: 'buen trabajo, Kanon'…"

-"¿Bromeas? ¿Y dónde dejas su mérito? Ser Milo y no ser Kanon debió ser difícil."- El octavo se rió e intervino.

-"No tanto… bajo su sarcasmo y desinterés por lo que pasa alrededor, hay demasiado corazón."- El ex dragón marino le pasó el brazo por el hombro, lo jaló contra su pecho y le revolvió el cabello.

-"¡Lo dices solamente porque no puedes vivir sin mí!"

-"¡Algún día lo haré, ya verás!"

-"Que cruel eres…"- Entrecerró los ojos. Lo dejó y se dio cuenta que Saga buscaba la excusa para despedirse. –"Igual, me alegra que hayamos tenido esta charla familiar pero se está haciendo tarde."- Se estiró. –"Tenía planeado ir a asaltar la cocina de Géminis… de nuevo…"

-"Deberías preocuparte por los víveres."- Le riñó.

-"A ti se te da mejor eso de ser ama de casa."- El mayor rodó los ojos, y sonriendo lo más que su dolor interno le permitió, hizo un gesto con la mano.

-"Creo que nosotros nos despedimos aquí…"

-"Sí, hay que ir a llenar la panza."

-"Créeme Kanon, hay mejores cosas que comer."

-"Dime eso cuando dejes de comer por mucho tiempo."

-"Ya tendría que ser costumbre para ti, hermanito, no sé de qué te quejas."- Comenzó a caminar hacia la salida mientras les hacia a los menores una seña de despedida.

-"El que nacieras dos minutos antes…"

-"Leyes naturales, Kanon. Esos dos minutos me dan todo el poder que tú jamás tendrás. "- El gemelo menor rodó los ojos, y empezaron una pelea de palabras que ni Camus ni Milo alcanzaron a escuchar.

Una vez solos, al caballero de la casa de Acuario lo sacudió una emoción que no había podido disfrutar hasta ese momento. Escorpio fue presa de la misma sensación... Se miraron a los ojos con una sonrisa en los labios...

-"Si aún quieres podemos seguir con tu plan inicial..."- El griego embozó un gesto seductor mientras atraía al acuariano con su brazo pegarlo contra su cuerpo.

-"¿Estas loco? No puedo estar lejos de ti un segundo más."- El galo

le pasó las manos por detrás de la nuca, y mientras se acercaba lo suficiente para contarle las pestañas, susurraba

-"Yo tampoco..."- Y el contacto que tuvo pie a continuación fue el más largo, apasionado y puro de todos.

FIN!