Aquí tenéis, más delantos del primer capítulo de la segunda parte. Quedan exactamente dos meses, y tengo el primer capítulo casi terminado. Deseadme suerte, que estoy con los exámenes finales…

APB Productions presenta…


Sophie

Hector era el chico de esa semana. Porque si. Sophie le había reprochado a Beth que se tirase a medio Ravenclaw después de romper con Sirius… pero ella misma no había podido evitarlo. Aun que, claro está, no era culpa suya. Si había que culpar a alguien, debería ser al calor, a Hestia o a Remus, pero ella no tenía la culpa de que los besos que Hector le daba en el cuello, al tiempo que sus manos entraban bajo su falta hiciesen que se olvidase del significado de la palabra decencia, y que su cerebro gritase, en alguna zona por debajo de su ombligo algo que sonaba mucho a pecado.

Diane & Edd

Edd, sorprendido, rodeó la cintura de Diane con los brazos, concentrado en volver a besarla, en saciar la sed de ella que había tenido siempre. Y los labios parecieron volverse locos, y empezaron a recorrer la mejilla de la chica, hasta llegar a su oreja, al tiempo que la Gryffindor metía una mano por dentro de la camiseta de Edd, al tiempo que iba terminando cada vez más recostada en el sofá.

Se separaron levemente, para mirarse a los ojos, y Edd depositó un beso en su nariz.

-Te quiero-susurró rozando su mejilla con los labios.

Diane sintió un extraño cosquilleo que la recorrió desde la nuca hasta la base de la espalda, al tiempo que sus pulmones se quedaban un poco más sin aire.

-Y yo a ti, Edd…-susurró, con la voz ahogada, depositando un beso en la base de su cuello, antes de delinear la clavícula del chico con la lengua. Una mano de Edd se coló por debajo de su camiseta, y acarició suavemente la piel blanca de su barriga.

Severus

Quería tenerla. Para siempre. Y el hecho de ser consciente de que ella lo odiaría por esa marca que lacraba su antebrazo, le hacía sentir, en lo más hondo de sí mismo, que haría cualquier cosa por ella. Cualquiera.

Moriría, mataría, torturaría y sería torturado por ella. Porque la adoraba, con todas y cada una de las fibras de su alma.

Un estallido de ira y celos a la altura de su estómago al darse cuenta de que ella era de Potter. Él había sido el primero, y no habría nunca ninguno más. De sobra conocía él el instinto territorial de los Gryffindor.

Pero había algo que lo diferenciaba de James Potter, más allá de su capacidad intelectual y su madurez. Él era un siervo del Señor Tenebroso, y Potter era tan solo un niño mimado, bajo el ala de Dumbledore, con demasiado dinero y posición social como para considerarse vulnerable.

Beth & Sirius (2)

Y de repente, Beth fue consciente de que estaban demasiado, demasiado cerca; y de que los labios de Sirius, finos y aparentemente suaves, estaban demasiado cerca de ella. Y no sabía si estaba colada por su mejor amigo, si alguna vez habían sido novios. Solo sabía que estaba confusa. Y que Sirius estaba bueno, qué cojones.

Acariciándole la mejilla, suave, con dos dedos, deposita un suave beso en su labio inferior, antes de atraparlo con el suyo.

Sirius sintió como todo su cuerpo se descontrolaba. Estaba volviendo a besar a Beth; o bueno, Beth, su Beth lo estaba volviendo a besar a él. Y tenía miedo a que fuese una ilusión, un sueño, o algo, que se contuvo, por ella; solo por ella.

Empezó, lentamente, a responderle al beso, lo que provocó que Beth lo besase todavía con más intensidad. Y Sirius creyó volverse loco; o, al menos, que sus manos se volvían locas, porque una de ellas se coló por debajo de la camiseta de Bethany, al tiempo que la acorralaba contra la pared, metiéndole la lengua, desesperado. Y la oyó gemir. Y creyó volverse loco.

Destiny & Justin

Destiny se tragó las lágrimas, aguantando la compostura. No era una Gryffindor. Pero era orgullosa.

-Está bien.-tragó saliva.-Escríbeme, si te apetece.-dijo con suavidad.

-Lo haré, pequeña, lo haré.-dijo con suavidad, antes de depositar un beso en la frente de Destiny y desaparecerse con un plop.

La chica se dejó caer al suelo, maldiciendo su buena suerte. Porque, vaya… su novio la dejó el día de su cumpleaños.

Sirius

Sirius esbozó una sonrisa. Juliet. Se acordaba. La vestían con miles de lazos y volantes. Y tenía unos ojos azules inmensos; casi como si el océano se desbocase a través de ellos. Si. Él también quería saber cuánto había cambiado en aquel tiempo.

Se levantó de la cama y saltó por la ventana. El deber lo llamaba. Y tenía un juramento con el que cumplir.


Espero que os hayan gustado. Ánimo, adoradas niñas mías, que queda poco más de un mes. Os adoro.