Disclaimer: Naruto, sus personajes, escenarios, bla, bla, bla, no son creación mía. Son producto de la imaginación y el trazo de Masashi Kishimoto.

Sed bienvenidos a un nuevo capítulo.

PASAD Y LEED

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

CAPÍTULO XXV

Epílogo

Dos años después...

Alguien llamó a la puerta de la residencia de los Haruno.

-¡Vooooy! –exclamó Sakura, corriendo a abrir la puerta.

Una muchacha rubia de ojos celestes se arrojó sobre ella nada más verla.

-Ey, cerda¿cómo estás? –dijo Sakura animadamente, correspondiendo a su abrazo de igual forma.

-Bien¿y tú¡Hacía una eternidad que no te veía!

-¡Buff! –exclamó la pelirrosa, haciéndose a un lado y dejando pasar a su amiga-. Shinji me ha tenido muy ocupada...

Ino sonrió abiertamente. Shinji era el nombre del hijo de Itachi y de Sakura. Tenía un año y algunos meses y, lo cierto es que era un auténtico terremoto a pesar de su corta edad.

La rubia se sentó en el mullido sofá y cruzó las piernas.

-Espero que el pequeño demonio no te impida ir a la boda de Naruto –dijo con aire burlón.

-¡Por supuesto que no¡No me lo perdería por nada del mundo! –exclamó la pelirrosa, sentándose de igual forma-. Por cierto¿qué tal lo lleva Naruto? Hace tiempo que no le veo...

Ino soltó una sonora carcajada.

-Lo cierto es que está hecho un manojo de nervios. Ya sabes como son los Hyuga –hizo un gesto de desdén-. Quieren una boda formal y que la ceremonia sea absolutamente perfecta. Ni un sólo error. La verdad es que compadezco a la pobre Hinata. ¡Menuda familia le ha tocado en suerte!

Ambas muchachas rieron de buena gana hasta que unos lloros las interrumpieron. Sakura soltó un bufido y se levantó.

-Seguro que te ha oído y quiere venir a saludarte –dijo con ironía la pelirrosa, mientras ponía los ojos en blanco.

Al cabo de unos segundos, Sakura apareció de nuevo con un bebé entre los brazos. Tenía el cabello negro azabache y unos relucientes ojos verdes brillaban en su cara. A excepción de los ojos, era sumamente parecido a Itachi y, por consiguiente, a Sasuke. Más de una vez había visto a los Uchiha en aquel bebé.

-Saluda a Ino, Shinji –dijo Sakura en medio de la diversión de su amiga.

El bebé se limitó a mirar a la rubia con sus ojos verdes. Finalmente, optó por reírse él solo.

-¿No habla todavía? –preguntó Ino, acercándose al niño y tocándole la mejilla con el dedo.

-Sí, pronuncia muchas palabras sueltas. Es más listo de lo que parece –aseguró la pelirrosa, orgullosa.

Ino dejó escapar una risita.

-Seguro que a tu madre se le cae la baba con su nieto. A propósito¿cómo está?

-Bien. Ha retomado el negocio de comerciante de mi padre –dijo Sakura mientras estampaba un beso en la mejilla de Shinji.

-¿En serio? No lo sabía...

-Sí. Ahora mismo se encuentra en el País del Viento vendiendo no sé qué kits de shurikens.

La ojos de jade sonrió abiertamente.

Después de mucho tiempo, las cosas empezaban a ir bien.

Pero, a pesar de todo, le faltaba algo... Un vacío en el pecho que no lograba llenar con nada...

-Oye, Sakura. He quedado con Shikamaru para ir a comprar el regalo de bodas de Nrauto y Hinata. ¿Nos acompañas? Podrías traerte el niño. Hace tiempo que Shika no le ve –dijo la rubia, sonriente.

-Por qué no

oooooooooooooooo

Los chicos habían quedado en el ya conocido puesto de ramen. Después de saludar a Ino con un pico en los labios, Shikamaru saludó a Sakura abiertamente. Enseguida se fijó en el niño que llevaba entre los brazos.

-¡Uah! Cada día está más grande –se sorprendió el Nara.

-Sí, es lo que tienen los bebés. Crecen –dijo Ino con una pícara sonrisa.

Shikamaru le sacó la lengua a su novia y los tres se embarcaron en la difícil tarea de elegir regalo. Ir de compras con Ino era algo extremadamente complicado. Nada terminaba de convencer a la rubia. Cuando ya salían de la decimocuarta tienda (sin éxito), se encontraron con que al final de la calle, el equipo siete al completo iba armando barullo.

Ino sonrió y los llamó (dio un grito tan fuerte que Shikamaru tuvo que taparse los oídos y Shinji se echó a llorar).

Los tres muchachos se acercaron corriendo hacia ellos. Nada más verla, Naruto abrazó a Sakura con cariño, contento de verla después de tanto tiempo.

-Ten cuidado, Naruto –lo reprendió ella, pues el rubio estuvo a un centímetro de aplastar a su hijo.

-Ay, perdona Shinji –dijo Naruto con una de sus habituales sonrisas.

Sai rió de buena gana y Sasuke miró al bebé con interés. El niño también lo miraba. Nadie se atrevió a interrumpir aquel "peculiar" intercambio de miradas, a excepción de Sakura.

-Di hola al tito Sasuke, Shinji –dijo, divertida.

Todos rieron ante lo de "tito Sasuke". Incluso el Uchiha se vio obligado a esbozar una media sonrisa. Le hizo un par de carantoñas al niño, que empezó a reír como un descosido.

-¿Quieres cogerlo? –le preguntó al Uchiha con una sonrisa.

-¿Quién¿Yo? –se alarmó éste.

Cuando quiso darse cuenta, ya tenía al niño entre sus brazos. Estaba claro que no estaba acostumbrado a coger a niños en brazos, por lo que al principio se mostró un poco inseguro. Pero en el momento en el que Shinji comenzó a reír de nuevo, pareció relajarse. Incluso parecía disfrutar con el niño.

Sakura contemplaba la escena con una sonrisa en los labios.

Después de mucho tiempo, se sentía feliz.

A pesar de que seguía invadiéndola aquel extraño vacío en el pecho...

oooooooooooooooo

Sakura abrió la puerta de casa, y entró, con Shinji cogido de la mano (ya había empezado a dar sus primeros pasos).

Nada más llegar, subió a su habitación para acostar a Shinji. Había sido un día agotador. Habían recorrido todo Konoha en vano, pues a Ino no terminaba de convencerle nada. Al final habían optado por dejarlo para otro día.

El niño se durmió casi en el acto y Sakura permaneció mirando a su hijo unos minutos. Era la viva imagen de Itachi.

Inconscientemente, se dirigió hacia la mesita de noche y abrió el segundo cajón, extrayendo un sobre amarillento de ella. Sacó la carta de su interior y la leyó por millonésima vez.

"Lo siento, Sakura.

Perdóname por abandonarte de esta forma, pero no puedo quedarme sabiendo que sólo te haría más daño. No podría.

Los akatsukis no saben si darme por muerto o no, pero aún así, continúan buscándome. No me perdonaran jamás que matase a diez de los suyos. Es por eso que no puedo quedarme quieto en un mismo sitio. Eso sería dar pie a que me encontraran.

A partir de ahora estaré en movimiento constante. Viviré unas semanas aquí y otras allá. Estaré en todos los sitios, sin llegar a estar en ninguno. Es la mejor forma de no dejar pisas sobre mi paradero. Jamás estoy lo suficientemente tiempo en un sitio como para eso.

Estaré bien. No me encontrarán si yo no quiero que me encuentren.

Siento no haberme podido despedir de ti personalmente, pero sé que tu corazón aún no está preparado para encontrarse conmigo de nuevo.

Pero algún día volveremos a vernos. Puedes estar segura de eso.

Cuídate mucho.

Itachi."

Sakura suspiró y volvió a guardar la carta en el sobre. La había leído tantas veces que el papel ya comenzaba a presentar ciertas grietas. Evocó las palabras de Itachi una vez más.

"Algún día volveremos a vernos. Puedes estar segura de eso."

Y, sonriendo, salió de la habitación, dejando a su hijo sumido en un profundo sueño.

oooooooooooooooo

Aquella noche se sintió incapaz de conciliar el sueño. Se sentía nerviosa e inquieta, aunque no sabía muy bien por qué. Se levantó y fue hacia la cuna de Shinji, que seguía durmiendo plácidamente, ajeno a todo.

De pronto, una sombra pasó por delante de la ventana. Instintivamente, la pelirrosa miró hacia allí. Sin pensárselo dos veces, se dirigió hacia ella y la abrió de par en par.

Una ráfaga de viento golpeó su cara, obligándola a cerrar los ojos. Aparte de eso, allí no había nada.

Ni nadie.

Algo confusa, entrecerró de nuevo la ventana, por temor a que Sinji se resfriase, y se volteó. Estuvo a punto de chillar al ver a un hombre junto a su cama. Pero sus ropajes, su cara encapuchada, su conocida pose altiva... le resultaban familiares.

-Itachi... –murmuró, sin poder creérselo.

El hombre se sacó la máscara y sonrió abiertamente.

-Sakura...

La ojiverde no sabía muy bien si correr y abrazarlo, o matarlo allí mismo por haberla dejado sola tanto tiempo. Pero al ver como él abría los brazos, se decantó por lo primero.

Los dos se fundieron en un cálido abrazo, sintiendo la presencia del otro, aspirando el aroma que desprendían. Por un momento la pelirrosa sintió que el tiempo no había pasado.

Pero unos lloros interrumpieron la escena. Fue entonces cuando Itachi reparó en la presencia de una cuna en la habitación. Instintivamente, se separó un poco de ella, visiblemente decepcionado.

-Lo siento –murmuró. Sakura no comprendió a qué se refería-. No sabía que habías rehecho tu vida. No debería haberme presentado así. Tan sólo quería saber cómo estabas –dijo con un hilo de voz.

Sakura no pudo evitar soltar una carcajada. Itachi la miró con aire ofendido, sin entender por qué se reía. De pronto, ella se acercó a la cuna y cogió al bebé en brazos, mostrándoselo a Itachi.

El hombre abrió la boca y movió los labios, pero fue incapaz de decir nada.

Aquel niño era exactamente igual a él, a excepción de los ojos verdes.

Miró a Sakura y luego al niño de nuevo. Parecía haber perdido la capacidad del habla. La pelirrosa encontró encantador aquello y decidió romper ella misma el silencio.

-¿No piensas saludar a tu hijo? –preguntó con una sonrisa.

Por un momento pareció que Itachi estuvo a punto de caerse. Abrió mucho los ojos y los fijó de nuevo en el niño. Acababa de decir que era su hijo¿no? O quizás hubiese oído mal.

-Se llama Shinji –dijo Sakura, acercando el bebé a Itachi, que retrocedió, espantado.

La ojverde rió.

-No muerde –dijo, en tono burlón.

Con cautela, el Uchiha se acercó a Shinji y lo observó de cerca, como si esperase ver algo raro en él. El niño alargó una manita hacia Itachi, que no supo qué hacer. Pero Sakura sí lo sabía.

-Cógelo –le pidió, como antes había hecho con Sasuke.

-¿Quién¿Yo? –dijo, reaccionando de la misma forma que su hermano.

La pelirrosa río de nuevo. Ignorando el pavor del Uchiha, le colocó al niño en los brazos y observó. Itachi no sabía qué hacer. Se limitaba a mirar a su hijo con expresión ausente, mientras Shinji lo examinaba con sus ojitos grandes y redondos. El niño alargó una mano de nuevo y acarició la cara de Itachi, que cerró los ojos inconscientemente.

-Pa...pa... –murmuró el niño. Y acto seguido se echó a reír.

El rostro del Uchiha se iluminó con la sonrisa más amplia que jamás le había visto esbozar. Los ojos de Sakura se llenaron de lágrimas, sintiendo como el enorme vacío de su pecho se llenaba lentamente.

Y era él quién lo llenaba.

De pronto, el rostro de Itachi volvió a tornarse serio, de mármol. Miró a Sakura nuevamente.

-No puedo quedarme... –dijo en un susurro, que sonó casi como a una disculpa.

De nuevo, el enorme vacío de su pecho.

Sabía que era así. Entendía sus motivos y los comprendía. Pero aún así no pudo evitar que la tristeza volviese a invadirla. Acababa de verlo después de dos años y debía despedirse de nuevo.

No podía.

No podía hacerlo.

No quería.

Itachi hizo ademán de volver a poner el bebé en la cuna, pero éste comenzó a llorar escandalosamente. Atemorizado, volvió a cargarlo en brazos, mientras Shinji apoyaba su pequeña cabecita en el pecho de su padre.

Aquello aumentó aún más le dolor de Sakura.

Quería a aquel hombre.

Lo amaba.

Y sabía que nadie más a parte de él iba a poder llenar el vacío de su pecho.

Nadie más.

Necesitaba a su hijo y necesitaba al padre de su hijo. Los necesitaba a ambos. Juntos. Como la familia que eran.

Itachi no sabía muy bien qué hacer. Shinji se aferraba la capa de su padre. Era un gesto inocente, pero cargado de ternura. Aquello le estaba resultando mucho más difícil de lo que en un principio hubiese imaginado.

-Itachi... –susurró Sakura. Éste se volvió hacia ella, apenado. Sabía que ahora venía la despedida. Y no estaba seguro de querer tenerla. Pero él mismo había decidido ir a verla y ahora debía acatar con las consecuencias-. Llévanos contigo.

Un segundo...

Dos segundos...

Tres segundos...

-¿Qué? –preguntó, seguro de no haber oído bien.

-Que nos lleves contigo –repitió la pelirrosa sin titubear y sosteniendo la mirada del Uchiha.

-Pe... pero... No sabes lo que dices. Mi vida consiste en huir. Yo no puedo daros un hogar, no puedo...

-Pero puedes darnos una familia –lo interrumpió la ojiverde-. Y eso es lo único que nos importa –dijo, sonriendo y acariciando el oscuro cabello de Shinji.

Itachi miró a su hijo, descansando entre sus brazos, y luego miró a la mujer que tenía frente a sus ojos. En aquel preciso instante tuvo la certeza de que la quería. La amaba como nunca nadie había amado. Volvió a mirar a Shinji. Su hijo.

-Piénsatelo bien, Sakura –pidió él en tono suplicante.

-No tengo nada que pensar –dijo ella, sintiendo como todo su cuerpo era ahora un botijo de felicidad. Sabía que no sería fácil. De un sitio para otro, sin establecer lazos con nada ni nadie.

Pero...

La imagen de Itachi cargando con su hijo era todo lo que necesitaba para ser feliz.

El Uchiha,por su parte, no pudo evitar sonreír, mostrando todos sus dientes en aquella sonrisa. Tenía un leve rubor en las mejillas, algo insólito en él, y su rostro parecía haberse ensanchado de golpe.

-Espera un momento –dijo la pelirrosa mientras corría hacia la mesita de noche. Abrió uno de los cajones y extrajo una hoja de papel y una pluma. A continuación, se inclinó sobre el papel y escribió algo en él. Cuando terminó, volvió hacia donde estaba Itachi con su hijo.

-¿Estás segura? –preguntó éste. Parecía una especie de ultimátum.

Como toda respuesta, se pudo de puntillas y besó sus labios con ternura. Hacía tanto tiempo que deseaba hacerlo...

El Uchiha besó la frente y el párpado de la muchacha con cariño. Después, se cargó a su hijo en un solo brazo, mientras que con el otro le tendía una mano a Sakura. La pelirrosa agarró fuertemente la mano de Itachi y, tras echar un último vistazo a la habitación, los tres juntos desaparecieron, levantando una ráfaga de aire bajo sus pies.

Una pequeña ráfaga de aire se coló por la rendija de la ventana, provocando que el papel que descansaba sobre la mesita de noche cayese al suelo. En él podía leerse la esmerada caligrafía de la pelirrosa.

"Mamá:

Sé que la decisión que he tomado de marcharme ha sido egoísta. Pero sé que no podré ser feliz si no tengo a Itachi junto a mí. Quiero estar con él y con mi hijo. El lugar no importa.

Estaremos bien, no te preocupes nosotros.

Vamos a ser felices. Los tres juntos, como siempre debió ser.

No voy a decirte adiós, porque esto no es una despedida. Estaremos siempre en contacto y visitaré Konoha con frecuencia. Así que simplemente te digo HASTA PRONTO.

Te quiero

Sakura

PD: Despídete por mí de todos. No creo que tuviese valor para hacerlo yo misma."

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Y como suele decirse en estos casos...

THE END

En fin, aquí se acaba esta historia. Epero que os haya gustado y que no os haya robado demasiados bostezos de aburrimiento. He intentado llevarla de la mejor manera posible y he puesto mucho cariño en ella. (Y horas XD)

También quería daros las gracias a todos por el apoyo y por vuestros reviews, que me daban ánimo para seguir escribiendo.

MUCHAS GRACIAS A TODOS LOS QUE TENÉIS LOS OJOS POSADOS EN ESTAS ÚLTIMAS LÍNEAS.

Porque sin lectores, la historia hubiese dejado de existir.

Y, bueno...

¿Me dejais un review de despedida, por favor?