Íncubo

Sinopsis: Marcus Flint es descendiente de una larga línea de íncubos, ha llegado su turno de encontrar a la mujer con quien compartir sus dones. Hermione Granger no sabe lo que le espera.

Disclaimer: Nada es mío, ni siquiera esta computadora en la que escribo, soy más pobre que los Weasley, al menos ellos tienen magia, lo único que yo tengo es un par de viejos converse.

Pareja: Hermione Granger/Marcus Flint

¿Libros?: No estoy muy segura, esto sucede tres años después de Hogwarts, creo que sí voy a tomar en cuenta lo eventos del séptimo libro (excepto el epílogo) no habrá spoilers drásticos, menciono algunos datos pero lo hago más bien de forma condicional y un tanto sarcástica, así que si no lo han leído probablemente ni siquiera se den cuenta.

Notas: Sé que la pareja es rara pero denme chance, dirán que alguien que tuvo que repetir un año en la escuela no puede ser suficiente para Hermione pero recuerden, "Lo doctor no quita lo pendejo", las notas bajas muy pocas veces se deben a falta de inteligencia. Además de que claro, eso de haber fallado sus exámenes fue sólo la tonta excusa de Rowling para no admitir que se equivocó.

El título todavía es tentativo.

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- ¡Marcus espera!- exclamó una voz grave.

El hombre se detuvo en el umbral y tensó los hombros, por unos minutos contempló entrar rápidamente y azotar la puerta en las narices del dueño de la voz pero tarde o temprano mandaría a las tropas de refuerzo, entre enfrentar a Julius Flint y a Margaret Flint, la decisión era fácil.

- ¿Qué?- preguntó Marcus volteándose para encarar a su padre, ya sabía lo que quería pero la respuesta sería la misma.

- Tenemos que hablar- habló Julius Flint con la autoridad de un capitán de barco.

- No, no tengo tiempo, sólo vine por unos planos para el proyecto de Hogsmade, el que me obligaste a obtener ¿te acuerdas?, me dijiste que si no conseguía el proyecto de reconstrucción me transferirías a Gales- reclamó Marcus, odiaba que su padre lo siguiera presionando, lo hacía sentir como el niño de Hogwarts, el que había tenido que enderezar con mano dura.

- Esto es demasiado importante para esperar, no te quitaré más de una hora- ordenó Julius con la misma autoridad mientras entraba a la casa que su hijo se había construido en las Tierras Altas de Escocia, al entrar no pudo evitar mirar alrededor impresionado, Marcus había levantado el lugar por sí sólo, le tomó tiempo pero cada minuto valió la pena, la casa era fantástica y aislada, sobre todo aislada, muy pocos sabían como llegar a ella. Tal vez Marcus nunca sería un experto en pociones o en transfiguración, pero el hombre era un genio del diseño y la construcción.

- Ya sé lo que quieres, no me interesa- dijo Marcus cortantemente.

- No tienes opción, ser un íncubo está en tu sangre, es tu herencia y no la puedes negar- expresó el hombre mientras tomaba asiento en la sala.

- Lo he hecho por siete años- arguyó Marcus.

- Exacto, ya sólo te quedan dos, máximo tres- reveló su padre.

- ¿Qué?- preguntó Marcus sorprendido, eso era nuevo.

- A partir de los dieciocho años, cuando comienza nuestra madurez física y mental como íncubos, tenemos un máximo de diez años para marcar a nuestra compañera, sí no lo hacemos, nuestra naturaleza nos destruye, nos convertimos en las criaturas que los muggles tanto solían temer, si eso pasa, por ley tenemos que ser exterminados- explicó Julius, entendía por que su hijo se rehusaba a aceptar la verdad pero el tiempo se estaba acabando.

- Tal vez eso sea mejor, no quiero atar a mí a una mujer que no lo desea- expresó el joven.

- Marcus, esto no es una maldición…

- Tampoco es una bendición, no quiero obsesionarme, no quiero que mis celos me lleven a la demencia- debatió un agitado Marcus, sus palabras aludían a Charles Flint, su abuelo.

- Y no lo harán, Marcus, tu abuelo no era un hombre saludable, nunca confió en su pareja, nunca le abrió su mente, nunca hizo la conexión- explicó Julius Flint a su hijo.

- ¿Y que te hace pensar que yo si podría hacerlo? No soy tú, padre, yo no confío ciegamente- exclamó Marcus.

- Pero tú eres diferente porque… Marcus, sólo búscala, no tienes que hacerla tuya si no quieres, pero date la oportunidad de sentir su presencia, entonces sabrás- dijo Julius.

- ¿Qué sabré? No, sé lo que pretendes, sólo quieres que la busque porque sabes que entonces seré incapaz de renunciar a ella- reclamó Marcus.

- No, Marcus, aún si la conoces, todavía serás capaz de tomar una decisión con la cabeza. Está bien, no te pido que tomes tu maleta y te lances en su búsqueda pero al menos abre tus sentidos, sí pasa a tu lado, lo sabrás¿acaso no es mejor que la incertidumbre?-. Julius Flint estaba comenzando a desesperarse, Marcus no era un hombre un fácil, por siete años lo había dejado en paz en el aspecto de su naturaleza como íncubo porque en sus otros asuntos era un hombre responsable, pero ya era tiempo de obligarlo a encontrar su felicidad, aunque para hacerlo tuviera que llevarlo arrastrando hasta la destinada.

- Si digo que lo haré ¿me dejas en paz?- cedió Marcus, lo que sea para no continuar la conversación.

- Claro- respondió Julius con una media sonrisa.

- Bien, ahora vete- dijo el joven mientras sacaba su varita para conjurar los papeles que había ido a recoger, se le hacía tarde.

- Marcus ¿en donde están los modales que te inculcamos? – regañó Julius, a veces no podía concebir la crudeza de su hijo.

- Los he regalado, de todas formas nunca los usaba, se los di a Pucey pero creo que tampoco le sirven de mucho ¿estás seguro de que eran los modales correctos?- se burló Marcus.

- Te esperamos a cenar el domingo en la noche- indicó el hombre haciendo caso omiso de la palabras de su hijo.

- No sé si pueda llegar a tiempo- advirtió Marcus, ese día tenía que ver a Adrian Pucey y Graham Montague, sus dos amigos desde Hogwarts.

- Sí lo harás, Margaret ya hizo planes- dijo Julius mientras salía la casa, antes de Desaparecer se volteó y preformó un hechizo en su hijo.

- ¿Qué fue eso?- reclamó el joven.

- Así sabré si estás cumpliendo nuestro trato, si cierras tus sentidos… bueno, ya sabes quien será la segunda en importunarte- dijo el hombre e inmediatamente desapareció.

Marcus maldijo en voz alta, no tenía pensado hacer lo que su padre pidió pero ahora no tenía de otra, tendría que afinar sus sentidos para saber si su mujer se encontraba cerca, diablos, sólo le quedaba confiar en que su pareja destinada viviera en algún lugar lejano, tal vez Yemen o Alaska, con esa esperanza arraigada en su mente Marcus también desapareció, tenía una reunión de trabajo. Lástima, el pobre no tenía idea de que ese mismo día alguien revolucionaría su vida, Hermione Granger no vivía ni en Yemen ni en Alaska.

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Bien esa fue sólo una probadita, si hay una buena respuesta de ustedes lo continuo, si no la hay, también lo continuo, así soy de necia.