Cap 27. Formas.

Una débil gota de sudor caía lentamente por la frente de Harry atravesando su cicatriz, casi acariciándola, su cabello estaba alborotado haciéndolo ver por demás sexy, aún cuando la situación simulaba ser extrema. De pronto el piso se deslizó bajo sus pies, de un salto alcanzó el otro extremo, su entrenamiento físico, aparte del mágico, estaban dando sus frutos, a penas sus pies tocaron suelo firme otra vez una capucha oscura y mal oliente le salía al paso abalanzándose sobre él casi haciéndole perder el equilibrio, sin pronunciar palabra alguna un haz de luz plateada salía de su varita y hacía de escudo entre ambos, relegando a la repugnante figura nuevamente a las tinieblas de una oscura casucha, rápidamente el Dementor desapareció.

¡Vaya! Si que es bueno- decía un hombre bajito de bigote encorvado, mejillas rosadas y cara feliz, aunque un poco nervioso, con los ojos bien abiertos a modo de sorpresa, y tratando de no perderse detalle del desenvolvimiento de Harry durante la prueba.

Si que lo es. –contestó serenamente y con su habitual voz grave el ministro de magia Kingsley Shacklebolt, con su característica y tranquila sonrisa en sus labios.

Augusta –dijo el ministro- ¿cuantos otros postulantes siguen en el laberinto de entrenamiento?

Ningún otro señor, el más avezado llegó hasta el nivel seis, y Harry está a un paso de terminar el once- contestó la bruja a cargo de las barreras anti-desaparición del sector de entrenamientos especiales del ministerio.

Justo en esos momentos Harry tomaba un cucharón de cocina que colgaba desde una rama de un olivillo viejo e inclinado sobre un costado, Harry no dejaba de sorprenderse del ingenio del personal de magia y se preguntó si el cucharón no habría sido idea de su futuro suegro, apenas sus dedos hicieron contacto con el desgastado cucharón las luces se encendieron y las tinieblas retrocedieron, el ruido de lamentos, truenos, y diversas criaturas que eran parte del montaje de entrenamiento también cesó, dejando paso para poder apreciar la utilería del lugar y su infraestructura, todo en tan perfecta calma que parecía casi irreal, ahora, una voz muy familiar, nacida de todas partes y de ningún lugar a la vez le hablaba. Desde la cabina de mando y observación el mismísimo ministro llevaba su varita a la garganta y se dirigía en voz hacia él para felicitarlo.

Enhorabuena Harry, haz terminado la prueba del circuito en terreno…

Harry se sentía cansado pero feliz, su corazón aún estaba acelerado, solo quería salir de allí y correr a abrazar a Ginny para contarle del éxito obtenido, pensó en ella, oía lejanas las palabras y felicitaciones de su ministro y amigo, estaba tan absorto visualizando el rostro de su novia que le costó distinguir entre cuales pensamientos eran suyos y cuales un llamado de emergencia de ella, de súbito su imagen se hacía mas clara, y ahora en breves palabras Ginny explicaba lo sucedido en el castillo, haciendo uso de aquella conexión especial que tantas veces habían usado.

… así que felicidades Harry, ahora para salir del laberinto solo debes esperar a que Augusta levante las barreras anti…

De pronto y sin que el ministro alcanzase a terminar su frase un débil plop y casi un susurro de viento se sintió a las espaldas de los comensales de la cabina de observación, sorprendiendo al mismísimo ministro y al personal de magia, quienes eran considerados los mas avezados y expertos Aurores, provocando que instintivamente cada uno de ellos aferraran de súbito sus varitas en los bolsillos de sus abrigos.

Pero… es… esto es im… imposible!!!, las barreras aún no… -alcanzó a susurrar y a tartamudear de la impresión medio histérica y con los ojos muy abiertos en asombro la encargada de la barrera.

Kingsley!! Debemos volver al castillo!!, está sitiado, Ginny me acaba de avisar…!!!

Calma Harry!! Calma!! Dime que sucede, pero…

No hay tiempo Kingsley, todo un ejercito de criaturas, unas que ni en su sueño mas fantasioso ni el mismo Hagrid podría imaginar situaron el castillo con algo así como una niebla, una barrera, nadie que sea de apariencia humana lo puede atravesar sin ser devorado por ella, no se que es y hay unas cosas, unos espectros, beben sangre y despertaron de un sueño eterno, vienen de Grecia, los centauro ya han luchado contra ellos y…

"necrhades"…, -dijo el ministro con alarma no solo en su voz, sino también en su rostro- ¡pero como es posible!, ¡¡¡están extintos de Europa oriental desde hace siglos, milenios!!! ¿sabes de la gente del pueblo?

-¡No!, Ginny no sabe nada, están organizando el colegio, y que son los Necrhades?? En fin, Kingsley!! debemos irnos ya!!

Entiendo, Hémerus, que todos los aurores me alcancen en Hogsmade, debemos planificar muy bien un ataque para no exponer a los alumnos ni profesores de Hogwarts, y al pueblo! ¡por Merlín! ¡Y Minerva está en África! Debemos darnos prisa, vamos Harry, y con un leve giro ambos desaparecieron del lugar.

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Pansy! Despierta! Que haces dormida! Te he estado buscando por todo el colegio!

Dra… Draco, que haces aquí, déjame sola, solo quiero dormir. –respondió la chica medio somnolienta y con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar por la tristeza que el rubio le había provocado al reaccionar tan negativamente la noche anterior, ante la noticia de que iban a ser padres.

Pansy, debes salir de aquí, estamos bajo ataque, se esta organizando un ejército de resistencia en todo el colegio hasta que lleguen los Aurores, pero en tu estado no puedes luchar, hay criaturas oscuras por todas partes y no quiero que te pase algo a ti o a nuestro hijo…

Pansy no podía creer lo que había escuchado, Draco parecía sincero, ¿Qué podría haber tocado su corazón de tal manera como para hacerlo cambiar de opinión y actitud? Pansy se había quedado paralizada de la impresión mientras Draco la levantaba de la cama casi a la rastra, intentando además ponerle una bata para abrigarla, su gesto era tan protector que embelezaba a la chica, haciéndole creer que este nuevo cambio de actitud no era más que uno de sus esperanzados sueños.

Draco… Draco… pero tu dijiste… -farfulló la chica medio cavilando.

Algo se estremeció dentro del rubio, sabía que su novia buscaba sus ojos, y él no podía responderle ¿Cómo enfrentarla? ¿Cómo decir en palabras lo que ni él entendía de su propio corazón? Responder la mirada de su chica iba a ser una de las cosas mas difíciles de toda la jornada, lo sabía, pero si no lo hacía, si al menos no tocaba su mano en un gesto de calidez se podría arrepentir por el resto de su vida, y cuanto mas si uno de los dos perecía en esta batalla, ¿Qué le diría ella a su hijo de él, si él moría? ¿Qué le diría de cómo fue su padre? Draco se esforzó, hasta responder la mirada ilusionada que le entregaba su novia. Un silencio incómodo se apoderó del lugar, un silencio incómodo pero necesario.

Pansy… lo siento, siento todo lo que te dije, siento haberte herido y causado todo este dolor, pero por sobre todo siento… -Draco no pudo continuar manteniendo la mirada de Pansy que con cada palabra hacía relucir la esperanza e ilusión de ser amada revelada en su rostro.

…siento… siento… Pansy, lo siento pero no… no te amo como tú me amas… -dijo en un apago de su propia voz, los brazos de la chica se tensaron y lucharon por deshacerse de los de su amado, pero Draco la buscó nuevamente y con desesperación en la mirada la aferró casi bruscamente hacia sí mismo- Pansy, -continuó para decirle- quiero que entiendas que prefiero ser claro, no te amo, pero quiero amarte! –dijo casi suplicando una oportunidad, casi gritando para ver si su propio corazón de piedra lo escuchaba y se convencía de ello- pero ahora lo importante es el niño que llevas dentro, mi hijo, y yo… bueno tu puedes…

La cara de Pansy reflejaba todo el dolor que las esquivas palabras de Draco le causaban, aún así parecía entera, fuerte.

Aún la amas ¿verdad?, no creas que no lo se, intento rechazar la idea todos los días, haber si así se aparta de ti también, pero no puedo cerrar los ojos a la verdad, amas a Ginny Weasley, ¿no es cierto?

Pansy, ella nada tiene que ver con eso ahora, lo único que me importa en este minuto es que tú y el bebe estén seguros y…

Sorpresivamente Pansy se ajustó la bata y se puso en pies presta a salir de la habitación, con una energía y seguridad que le había sido muy esquiva en las últimas horas.

¿¿Donde se están reuniendo todos los que no entrarán en batalla?? –preguntó al rubio chico sin una gota de tristeza o lágrima en su rostro, mas bien seca, apática, pero con rastros seguros de amargura y resentimiento.

En… en la sala de los menesteres…

Draco aún no terminaba de responder cuando ya solo podía ver el borde de la bata de encajes de su novia agitarse levemente, o ¿quizás… ex novia?.

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Los minutos avanzaban de forma desmesurada, Hermione y Ron ya se encontraban en el lugar de acampada y operaciones de los aurores, Hermione hacía aparecer libros desde un bolsito de forma intermitente cuando al parecer una idea fulminante cruzaba su mente, la familia Weasley en pleno se encontraba en el lugar, como así cada familia de cada alumno del colegio de magia, conformándose en una gran multitud, todos querían ayudar, pero nadie sabía como, todo un ejercito de Aurores rodeaban el basto sector, donde la niebla se acentuaba en espesura con cada sentimiento de miedo y preocupación, tenía un doble efecto, ya que de solo acercarse a ella las fuerzas del mago parecían disminuir, sintiéndose adormilados y doloridos sus huesos, Harry no paraba de pasearse de un lado hacia otro tratando de idear el plan a seguir, el cual les llevara dentro de aquella burbuja de bruma y terror, a menudo se estrujaba los pelos intentando hallar una solución adecuada, pero nada les había dado buenos resultados hasta ese momento, tenían dos enemigos, la niebla y los espectros, sabían como funcionaba aquella bruma, sabían de aquellas extrañas criaturas, Kingsley los había llamado Necrhades, extraño pero apropiado nombre, venían desde el mismo Hades y su plato favorito era la muerte mas dolorosa que pudiesen producir, pero contaba con un dato mayor, los necrhades habían sido creados por magos oscuros, y si habían sido creados también debían poder ser destruidos, el problema era como llegar hasta ellos, es decir, atravesar aquella niebla. Lo primero era disolver la niebla, Kingsley le había dicho que ésta se confeccionaba con un trozo del propio corazón del brujo extraído en vida, por lo cual sabían que la hija de Lord Voldemort y Bellatrix estaba herida, o al menos debilitada, porque ¿quien más podía estar detrás de algo tan horroroso y tener el poder y fuerza del odio suficiente como para hacerlo?. Aquel trozo debía enterrarse justo en el centro del perímetro que ocupaba la niebla, y éste, en comparación con los planos del castillo, correspondía a las mazmorras, pero no al sector de la casa de Slytherin, sino a uno de los talleres de la casa de Hufflepuff, en que cursos avanzados cultivaban plantas experimentales de polvo peruano y su antídoto, solo desde allí comenzaba a expandirse, y solo destruyéndolo la niebla asesina se disiparía, haciendo gritar de dolor a su dueña donde estuviese, la herida en cuestión no sanaba del todo con magia ordinaria ni muy fácilmente, así que sabían por deducción que la hija de Voldemort se encontraba débil y seguramente escondida y a resguardo, ocultándose solo hasta que se presentara el momento justo y propicio para dar un golpe certero y feroz, único, a quien seguramente era el objetivo ulterior de su venganza, Harry Potter, el niño que sobrevivió y la familia Weasley. Kingsley además le había explicado que en sí la niebla era una gangrena, casi un cáncer, una bruma llena de ausencia de buenos sentimientos y vitalidad humana, sedienta de dolor, era una burbuja de los peores sentimientos que pudiesen existir en el mundo, eso la alimentaba, no había duda de ello, no había en ella una pizca de emoción ni compasión ante las características humanas, era la mismísima sombra del despiadado corazón de su antiguo enemigo, Lord Voldemort, o mas bien de su simiente, de su propia heredera, era odio y rencor, desconsuelo que calaba los huesos y mataba al espíritu del hombre y el aliento de vida, era salvajismo y depredación, dolor, miseria, engaño, mentira, miedo y horror, sabían por los escritos de la antigua Grecia también, que jamás se había llevado acabo más que la teoría de aquel hechizo de niebla, hasta ahora, pues el precio al error era perder un trozo del propio corazón, y de espíritu humano, volviéndose en alguien salvaje, pero además de eso el crearlo producía, según la misma teoría, un dolor físico que llevaba casi a la locura, pero Harry sabía que quien hubiese hecho algo así ya lo estaba. Dicho dolor solo podía ser aplacado por las almas que aquella bruma maldita se llevaba a sus avernos, por ende Harry sabía que para la hija de Voldemort esto era más que una venganza, se había convertido en asunto personal, de su propia supervivencia, y no iba a descansar ni a flaquear sino hasta saciar su sed de muerte. Hacía solo dos horas atrás varios habitantes del pueblo la habían intentado cruzar, solo tres de ellos, de una avanzada de 16 habían sobrevivido, pero se encontraban a esas horas graves en el hospital de San Mungo, aún yacían las escobas de dos de los aldeanos que habían intentado cruzar en vuelo, desesperados por ver a sus hijos del otro lado, de una de ellas solo sobresalía el mango, a Harry esto le pareció familiar, el resto de ella se encontraba sumergida en la negrura mas absoluta de aquella bruma asesina, el chico que sobrevivió instintivamente alzó su varita a la distancia pero en dirección a ella pronunciando las palabras mágicas en su mente y la escoba en fracción de segundos se movía y ahora se encontraba justo a sus pies, relucía, seguramente era nueva, aunque el modelo ya hace rato había pasado de moda, en el mango con letras de un dorado brillante decía Nimbus 2000, Harry recordó su primera escoba, se agachó lentamente y acarició la inscripción, recordando la propia, la obsequiada en su primer año de escuela, tenía tan solo 11 años, recordó el severo pero apacible rostro de su profesora de transformaciones, guiñándole un ojo en complicidad por el regalo, su profesora de transformaciones, su amiga, casi una madre para él... de improviso el cuerpo de Harry se contrajo en una mueca al recordarla, sus puños se apretaron y sus brazos se tensaron, ¡¡ESO ES!!- gritó de súbito casi enojado consigo mismo por no haber pensado en aquello antes, alertando por enésima vez en el día al ministro de magia y a su futuro suegro que se hallaba junto a él, en breves palabras contó a los mas cercanos de las prácticas junto a Ginny en cuanto a transformaciónes, explicándoles que la clave para atravesar la espesura de la bruma era hacerlo en forma inanimada, transformándose en objetos, pero había un detalle, las formas inanimadas eran precisamente eso, formas sin movimiento propio, para atravesar la niebla debía moverse, necesitaba sus piernas, ¿y como tener piernas sin dejar de ser un objeto? Todos se miraron entre si sin saber que hacer, algunos se apresuraron en proponer que Harry se transformara en una pelota, otros en rueda, pero nadie sabía si el impulso que debían darle sería suficiente, si le alcanzaría para atravesar, de no ser así podía volver a su forma humana aún en medio de la espesura con consecuencias fatales, una mirada sombría recorrió todos los rostros uno por uno, hasta que una cabellera despeinada, de color rojo fuego se levantó con energía desmesurada y de súbito.

Lo tengo!!! -gritó Ron con alegría y con los ojos desorbitados, parecía que ni él mismo creía su suerte- tienes que volar hasta allí, transfórmate en una escoba!! Así puedes volar y atravesar esta pestilencia.

Brillante Ron, -adjuntó el sr. Weasley con demasiado desánimo para la ocasión-, pero el que Harry mantenga cierta cognicitividad de sus pensamientos en lo que hace en su fase de objeto inanimado solo lo pondría en peligro, él no debe permitirse ningún sentimiento ni actividad humana, aunque sea mental en el proceso, podría ser fatal, la bruma lo detectaría y aniquilaría en segundos, y los objetos no piensan Ron, y por ende no pueden volar por si solos.

No si es otro el que lo hace volar -replicó con picardía otro pelirrojo,- ¿Qué hay de ese pajarraco loco de ustedes Harry? - Dijo girando una de las plumas de la mascota mitológica que Harry había regalado a su novia hacía un tiempo atrás, y que ésta al verla en el fondo de la jaula había regalado a su hermano George en su último cumpleaños para la buena suerte.

El rostro de Harry se volvió a iluminar.

Mientras en la sala común de Ravenclaw…

Te gusta estar a la cabeza de todo ¿no Weasley?, siempre el centro de atención, ¿no es así? ¿lo disfrutas? -le decía con sumo desprecio Pansy a Ginny, mientras ésta terminaba de acomodar el abrigo a un pequeño de primero, de la casa de Ravenclaw, el cual las miraba a ambas con espanto mientras salía de la sala, dejándolas a solas, cerrando la puerta con cuidado detrás de sí. Los ojos de Pansy estaban enrojecidos, su expresión era extraña y desfiguraba su rostro, Ginny pensó en que nunca la había visto así, su frente sudaba de ira y su mano diestra temblaba.

No hay tiempo para esas estupideces ahora Pansy, si no lo sabes hay todo un…

No entiendo que ve él en ti, siempre despreció a tu familia pero contigo era diferente -dijo la chica de pelo negro cargando cada sílaba con resentimiento.

De que estas … ?

Pero no voy a hacerte las cosas fáciles, -dijo interrumpiendo a la pelirroja en su pregunta- vamos a ver si va a seguir tan enamorado de ti después de ver como quedará el rostro. Sin previo aviso la chica había sacado su varita y había lanzado un rayo rojo directo a la cara de Ginny, ésta voló por los aires, toda una experta de tanto entrenamiento de Quidditch y fue a dar entre unas bancas apiladas cerca de uno de los ventanales mas grandes, girando en sí misma, y a la vez que se ponía en pies para contraatacar Ginny sintió como su antigua lesión al tobillo, ocasionada en el asalto al ministerio en su quinto año, volvía a aflorar, dejándose sentir un crujir seco en dicha zona, pero no habiendo tiempo para lamentaciones ni dolor, y mientras se equilibraba y alzaba su mano, dirigió lo mas rápido que pudo unas cuerdas plateadas que salieron de la punta de su varita hacia su atacante, la cual ahora se contorsionaba salvajemente en el suelo solo con el fin de continuar la lucha, como pudo Ginny se puso en pies para acercarse a la joven que yacía en el suelo, con su varita aún fuertemente asida de su mano, se sorprendió mucho al acercarse y ver la expresión de furia en el rostro de Pansy, ésta la miraba con rabia, con ira ¿Sería que la niebla la había afectado? , pero ahora cambiaba a una expresión de desprecio y burla.

Que haces ahí Weasley, termina con esto, nadie se dará cuenta de una muerte más o una menos, hazme el favor, terminemos con esto ya. La voz y la expresión de Pansy denotaban igual cuota de demencia.

Yo no soy una asesina Pansy, ni tu tampoco -dijo Ginny de forma serena mientras recogía la varita de la chica y desataba lentamente las cuerdas que la ataban, Pansy la miraba desconcertada- tienes muchas cosas buenas Pansy y mucho porqué luchar, en tu estado, tengas las razones que tengas, te debes cuidar, tu hijo es tu responsabilidad.

¿tu sabes lo de mi… ? –preguntaba Pansy a la pelirroja con una expresión totalmente diferente a la inicial, sus ojos como platos y horrorizada.

¿Qué si lo se? Pero si es un total secreto en el castillo! Obvio que medio Hogwarts lo sabe ya, o al menos lo intuye desde que hace días tu estómago no retiene su desayuno y duermes durante todo el día -respondió la chica acariciando con paciencia y ternura el rostro de una muy avergonzada Pansy.

¿y lo de él… lo de él también lo sabías? ¿Qué el te… ama? -aludía Pansy con lágrimas en sus ojos.

No hasta ahora. –respondió Ginny con pesar- lo siento Pansy.

Un correr de pasos se escuchó de pronto acercarse al umbral del lugar, junto con una melena rubia toda alborotada, era Luna.

Están… están bien? Escuché ruidos y… -Preguntaba la chica aún jadeando, deteniéndose en sus palabras y abriendo grandemente sus ojos en sorpresa y estupor al notar el ángulo extraño del tobillo de Ginny.

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Mientras fuera de la burbuja de niebla que rodeaba el castillo, diez individuos, entre magos y brujas, escogidos de entre una elite, miraban atentos a un enérgico Harry que daba las últimas instrucciones al grupo junto con su amigo y ministro Kingsley Shacketbolt.

Listo, ¿entendieron bien todos? Cada mago o bruja transformado en objeto será transportado por una de las cabras de Aberforth, excepto yo que iré con Ashes directo al interior del castillo. Cada uno de ustedes, una vez dentro y a salvo se esconderán en el bosque en la parte mas segura entre los centauros, pero deberán adoptar su forma de animago, para una vez dentro no ser descubiertos por los espectros, solo adoptarán su forma humana cuando yo les dé la orden, cuando les envíe mi patronus, una vez lo vean sabrán que todos deben correr al patio central, ahí habrá un señuelo que los necrhades no querrán perderse, dijo Harry con tristeza en sus palabras. La batalla recién comenzaba y Harry tenía un mal presentimiento.

¿Alguna duda? -preguntó con voz fuerte y clara esta vez el ministro- necesitamos solo un poco de tiempo, deben aguantar lo que más puedan, solo hasta que desactivemos la barrera de niebla.

Todos asintieron con sus cabezas.

Entonces pueden comenzar con su transformación. Poco a poco magos y brujas se fueron despojando de sus apariencias humanas, dando paso a diferentes objetos. A la señal de Kingsley una a una las cabras de Abertforth eran cargadas en sus lomos con los magos en sus formas de utensilios de cocina o herramientas, aunque también había uno que parecía un gordo paraguas púrpura, otros magos los calzaban en un arnés con las que cada cabra había sido equipada, a su disgusto, y así, al fin, estaban listas para internarse en la espesura de la oscura niebla, perdiéndose muy pronto de vista, casi de forma inmediata.