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No se imaginan cuanto tiempo he esperado este día. Hoy cumplo 11 años. Cumplir 11 años significa muchas cosas pero, la más importante es que este año por fin podré tomar clases en Hogwarts, mis amigos me dicen que no es la gran cosa de hecho les gusta más estar de vacaciones pero yo soy diferente, yo quiero empezar a tomar clases ¡Ya! La clase que espero con más ansias es pociones con mi padrino, también por eso me dicen que estoy loco casi todos los estudiantes de Hogwarts no les cae bien mi padrino supongo que es por el es un profesor estricto pero, siempre he pensado que se aprende más con un profesor estricto que con uno pasalon, por ejemplo con el profesor Binns nadie sabe nada de historia de la magia.
Una de las cosas que más me inquieta de entrar a Hogwarts no son las clases sino en la casa que quedare. Todas son buenas eso lo sé, pero en la casa que quedes marca todo tu futuro en Hogwarts. Tengo dos favoritas en las que me gustaría quedar: Gryffindor y Slytherin, no es que las otras casas sean malas, lo que pasa es que estás dos casas tiene algo simbólico para mi. Me gustaría quedar en Gryffindor porque mis padres estuvieron allí pero también en Slytherin porque mi padrino fue de Slytherin, el es como un padre y mi ejemplo a seguir además de ser el jefe de casa ¿Me daría eso ventaja? Estoy muy indeciso en que casa quedar ¿Qué no podrían hacer una casa llamada Slytndor? Pero quien sabe quizás al final termine en Ravenclaw o Hufflepuff. Eso el sombrero lo decidirá.
-¿Te falta mucho para terminar? Llevas demasiado tiempo en la ducha – Apresuró Severus a su ahijado - ¿Me voy solo al gran comedor? Muero de hambre.
-¡Estoy listo! –
Salieron hacía el gran comedor; cuando abrieron las puertas una tonelada de globos, confeti y serpentinas cayó sobre ellos, a la decoración también se le sumaba un enorme cartel que decía "Feliz 11° cumpleaños Harry"
Todo el personal de Hogwarts estaba allí incluso la profesora Trewlaney que nunca se dejaba ver. Al fin de cuentas Harry era muy especial para todo Hogwarts lo habían visto crecer, dar sus primeros pasos y decir sus primeras palabras, era parte de Hogwarts. Ahora que cumplía 11 años por fin se integraría totalmente al colegio, cosa que alegraba a unos y preocupaba a otros. Los profesores se acercaban a felicitar al niño y darle un obsequio. Hambriento Harry se sentó en la mesa principal dándose cuenta de que le quedaban pocos días en ese lugar.
-Aliméntate bien cariño – Dijo Madame Pomfrey al notar que Harry le ponía demasiada miel a sus panqueques – Recuerda que debes estar fuerte y sano para rendir en las clases.
-Hace tan poco tiempo que eras un bebe; mírate ahora como has crecido – Dejó derramar unas lágrimas el semi gigante - ¿En qué casa iras a quedar? – La pregunta que Harry deseaba evitar.
-Eres un chico muy inteligente, existe una enorme posibilidad de que quedes en Ravenclaw – Se apresuro a decir Flitwick.
-¿Qué es lo que opinas Harry? – Preguntó la profesora Sinistra que fue miembro de la casa de Ravenclaw.
-He pensado mucho en eso, creo que todas las casas son geniales, sería fantástico poder quedar en todas, el sombrero seleccionador sabrá que hacer conmigo – Contestó Harry de una forma neutral pues, allí estaban todos los jefes de casa y a todos los apreciaba asía que no quería ofender a ninguno.
-¡Igualdad! Esa es una de las cualidades de los Hufflepuff – Dijo la profesora Sprout. Minerva McGonagall se limitó a sonreír amablemente, no deseaba causar algún disturbio proponiendo a Harry para miembro de Gryffindor aunque sabía que el muchacho tenía mucha actitud para la casa.
Snape quien había dicho estar muerto de hambre casi no comía por observar como sus compañeros atormentaban a su ahijado con preguntas acerca de ahora que entraría a Hogwarts. Como hubiera deseado que ese día jamás llegara que Harry nunca entrara a Hogwarts, ahora sería más difícil mantener el secreto.
-Sabíamos que este día llegaría Severus –
-Tan solo es un niño. Decirle toda la verdad de un día para otro lo pondría muy mal – Observó a su ahijado que feliz abría su obsequio – Ahora no profesor, ahora no que es tan feliz.
-Estoy de acuerdo contigo que decirle la verdad de un día a otro causaría un gran estruendo en su vida sin embargo, no podemos seguir ocultando todo aunque queramos. Cuando comience el curso empezara a preguntarse los por qué, alguno que otro compañero se le escapara algo de su historia, hasta el momento no le ha importando lo que hay fuera del castillo pero, comenzara a importarle – Vio de reojo al joven mago con melancolía – Aunque nos duela hay que empezarlo a introducir en su mundo, en su realidad.
Severus se fue a su despacho sin avisarle al pequeño, estaba muy entretenido con los profesores para molestarlo, al fin de cuentas tenía mucho trabajo que hacer. Trataba de hacer los planes de estudio para el siguiente curso, pero por más que se esforzaba en concentrarse no lo lograba, preguntas lo atormentaban en su cabeza como: ¿Qué le iba a decir Dumbledore a Harry? Un tipo loco había matado a sus padres, había intentado matarlo a él sin embargo, su intento fue en vano y pronto regresará con una sed de venganza ¡Ah! No hay que olvidar que también será el responsable de salvar al mundo mágico. No, eso no se le decía a un niño de 11 años, sobre todo a un niño que había vivido en una utopía.
La puerta del despacho se abrió ruidosamente; por ella entro Harry con un montón de paquetes – Padrino ¡Mira todo lo que me han regalado! El profesor Flitwick me dio una recordadora, se llena de humo rojo cuando olvido algo y la profesora McGonagall un organizador – Le mostro sus obsequio emocionado.
Snape hacía nulo caso a todo lo que Harry parloteaba; él niño no tardó en darse cuenta que algo no estaba del todo bien, si las cosas estuvieran bien su padrino lo hubiera callado o hecho algún interesante comentario sobre sus nuevos objetos y añadido que los usara con responsabilidad – Padrino ¿Qué es lo que pasa? –
-Nada, nada – Contesto Severus, observo el organizador con desinterés y lo volvió a dejar en su lugar.
-¡Ah! ya sé, estas preocupado porque voy a entrar a Hogwarts – Harry no estaba del todo equivocado - No te preocupes, sé muy bien como se manejan las cosas aquí: hare mis deberes, no faltare a clases ni me portare mal, te llamaré profesor y sacaré buenas notas – Vio un estandarte de Slytherin que colgaba en la pared – Y si quedo en Slytherin seré un gran ejemplo a seguir pondré el nombre de la casa en alto.
-En cualquier casa que quedes debes ser un ejemplo a seguir y poner el nombre en alto – Dijo Snape – Pero más si quedas en Slytherin – Se retracto, revolvió el cabello del chico y sonrió.
Para el 15 de agosto Harry estaba insoportable, no dejaba de hablar como sería en sus clases en Hogwarts y sobre todo porque hace un par de días acababa de recibir toda su lista de útiles a excepción de su varita.
-¿Cuándo tendré mi varita? – Preguntó. Estaba más necio cada día.
-No lo sé, no lo sé – Contestó por enésima vez Severus – Cuando regrese el profesor Dumbledore le preguntaremos si vendrá Ollivanders o nosotros iremos al callejón Diagon.
-¿Por qué tenemos que esperar al profesor Dumbledore? ¿Por qué no simplemente podemos ir ya con Ollivanders? – Dijo Harry molesto.
-Estudia esto, aquí están los ingredientes y no necesitas varita – Abrió Snape un libro de pociones y se lo puso enfrente a Harry – Por eso me agradan las pociones porque no se necesita varita.
Sin otra opción Harry empezó a elaborar lo que le había dicho su padrino. Snape salió rumbo a la lechuzería. Hace 4 días Dumbledore había desaparecido sin decir palabra alguna a absolutamente nadie; Severus ya no sabía que hacer con Harry y su varita, en cualquier momento lo podía callar con un rotundo no pero, montones de preguntas se empezarían a generar en la cabeza del niño.
Profesor:
Mañana a primera hora saldré con Harry a comprar su varita, regresaremos antes de que el callejón Diagon este concurrido. Seré cauteloso.
Severus Snape
La exaltación de Harry por i a comprar su varita era tan grande que no podía dejar de hablar de ello. Le conto a todos los profesores cosa que los preocupo un poco pero, al saber que Ollivanders los atendería a las 7:30, cuando la mayoría de las tiendas del callejón Diagon empezaban a abrir a las 9:00 los tranquilizó, así que cuando fueran ellos estaría prácticamente vacío.
-Padrino tu varita ¿De qué es? – Preguntó Harry
-Núcleo de escama de dragón - Extrajo su varita de la capa para observarla mejor – Ébano oscuro, 32 cm, especialidad artes oscura, es la única que he tenido.
-Pensé que tú especialidad sería pociones, eres muy bueno en ello – Dijo Harry interesado - ¿Cómo crees que será mi varita?
-En pociones y encantamiento tenía especialidad tú mamá – Severus se le quedo mirando fijamente a su ahijado – Es difícil saber cómo será hay tanta variedad pero, podemos intentar con algo para darnos una idea y quizás nos ahorremos el viaje con Ollivanders, como no se me había ocurrido eso antes.
Severus se dirigió a un viejo armario; de él saco una gran caja cuadra; parecía estar llena de papeles y en medio de ella había algo envuelto en terciopelo. Lo tomó y se lo mostró a Harry.
-¿Sabes lo qué es? – Preguntó al niño, este lo negó con la cabeza – La varita de Lily, tú madre. Sauce, 25 cm, elástica y como dije buena en encantamientos y pociones. Trata de usarla.
Algo temeroso aunque no sabía porque, cogió la varita de su madre todavía envuelta en el terciopelo, la desenvolvió; era exactamente como la describió su padrino pero no era para él. Al agitarla unos libros salieron volando y tres frascos que había en el escritorio de su padrino explotaron.
-No, definitivamente no es para ti, tendremos que ir a Ollivanders – Movió la cabeza negativamente mientras arreglaba los daños causados por Harry.
-Pero padrino ¿Puedo quedármela? – Snape lo dudo un instante.
-Creo que no hay inconveniente en que te la quedes mientras no la uses, mira el desastre que has causado – Harry sonrió traviesamente, no había sido su culpa – Ahora a la cama que mañana nos levantaremos temprano.
Aun estaba oscuro cuando se despertaron, desayunaron algo rápido en las cocinas y salieron hacía Ollivanders. Llovía a cantaros y hacía un aire que helaba pero eso no le quitaba la energía y emoción a Harry. Al llegar al caldero chorreante solo se encontraba Tom el tabernero y un par de brujos que no hicieron caso a la llegada de Snape y Harry.
-Sin comentarios – Advirtió Snape a Tom antes de que hiciera comentario alguno.
Entraron al callejón Diagon estaba casi desierto a excepción de uno que otro mago que se dirigía a Gringotts el único lugar que abría temprano. Harry leía con curiosidad todos los carteles de las tiendas preguntándose qué era lo que vendían allí.
-Heladería Florean Fortescue ¿Podemos venir saliendo de con Ollivanders? – Preguntó Harry.
-Mandare a pedir el helado cuando lleguemos a Hogwarts, no podemos pasar ahora ¿De qué sabores quieres? – Aclaró Snape
-¡Ah! Bueno, lo pensaré – Dijo un poco decepcionado.
Llegaron a la tienda, se encontraba como cerrada pero seguro el viejo Ollivanders estaría allí, jamás se perdería la visita de Harry Potter. Tocaron a la puerta; el dueño no tardo en abrir. Allí estaba parado observando con asombro a sus clientes, sus ojos subieron directo a la cicatriz en forma de rayo de Harry, cosa que Snape no tardo en notar; enseguida se noto su disgusto a hacía Ollivanders.
-Adelante, adelante por favor pasen – dijo Ollivanders.
-Recuerde que es un caso especial y no tenemos mucho tiempo – Se apresuró a decir Snape sin siquiera saludar.
-Sí, por supuesto – entendió Ollivanders al instante, de hecho lo había entendido desde la noche anterior puesto que ya tenía un montón de varitas sobre el mostrador – Señor Potter por favor empiece a probar las varitas no tema hacer daños es normal.
Harry probaba y probaba varitas pero ninguna parecía ser la indicada, parecía que todas las varitas estaban peleadas con él y se negaban a hacerle caso. Snape se estaba poniendo impaciente pues observaba como poco a poco el callejón Diagon se empezaba a llenar de gente.
-No estaba muy seguro de sacar esta varita pero, al ver que ninguna de estas va con usted quizás si… - Fue a la bodega y regreso con una caja igual a las otras solo que mucho más empolvada - Madera de acebo con pluma de fénix, 30 cm, flexible, extraña combinación.
Harry la agito y para su sorpresa esta no causo estrago alguno, emocionado empezó a agitar la varita en todas direcciones. Severus parecida aliviado al contrario de Ollivanders, tenía algo importante que decirle al profesor pero no sabía muy bien como decirlo, se acercó con cautela al observar que Harry estaba distraído.
-Profesor, hay algo importante que debo decirle acerca de la varita – Severus frunció el ceño ¿Qué era lo que podía decirle de la varita? – Esta varita es hermana de la varita de usted-sabe-quien, el fénix solo tenía dos plumas en su cola.
A Snape se le seco la boca sin embargo, conservo su compostura como era costumbre y se limito a asentir – Vámonos Harry, hay muchas cosas que hacer en el colegio.
A los dos días de haber ido a comprar la varita Dumbledore llegó al castillo. Se encontraba algo alarmado por la decisión que había tomado Severus, pero sabía que no había nadie más que él que deseara tanto proteger a Harry.
Tenía que admitirlo, estaba asustado por la varita de Harry ¿Cómo no lo iba a estar? Era casi idéntica a la de Voldemort: el mismo fénix, la misma madera y la misma cualidad, así que cuando se entero del regreso del anciano profesor no pudo evitar correr a verlo.
Subió al despacho, como de costumbre la puerta se abrió sola. Dumbledore caminaba dando vueltas en su despacho – Profesor hay algo importante que debo de decirle – Dijo Snape.
-Severus, justamente a ti te quería ver – Dijo Dumbledore sin dejar de caminar; mirando a todos lados menos a Snape – Me extraño la decisión que tomaste sin embargo, confió en ti, se que eres prudente en lo que hace y sobre todo cuando se trata de Harry ¿Qué es lo que tienes que decirme?
-La varita de Harry, señor. El mismo núcleo de la misma ave fénix, solo tenía….
-Dos plumas en la cola, una de ellas está en la varita de Voldemort y la otra por lo que me dices está en la de Harry – Completo Dumbledore la oración.
-¿Cómo lo sabe? – Preguntó Snape, aunque la pregunta sonaba estúpida, Dumbledore siempre lo sabía todo.
-El ave fénix es fawkes. No me parece extraño que esta varita seleccionara a Harry, al fin de cuentas Voldemort le dio muchas de sus "cualidades" – Explicó el anciano – No te alarmes Severus, estas cosas tienen que pasar.
El primero de septiembre había llegado y Harry estaba más que emocionado. Ya se encontraba bien aleccionado de lo que iba a hacer, cuando los estudiantes de primer año llegaran al vestíbulo él se mezclaría con ellos para la selección.
El reloj marco las siete en punto; los alumnos de cursos superiores ya se estaban acomodando en el gran comedor mientras que los más pequeños atravesaban el lago negro. Cuando Harry caminaba hacía el vestíbulo (vestido ya con su elegante uniforme negro) uno que otro compañero que lo vio le deseo suerte. En cuanto los chicos de primer año entraron al vestíbulo Harry no tardo en meterse en la fila. Entre los nuevos alumnos pudo ver varios rostros que le parecieron fugazmente conocidos como: el de un chico rubio con expresión altanera y un chico negro tranquilo y noble.
La profesora McGonagall llegó y les explico acerca de las normas de Hogwarts y de las casas, seguido de esto se dirigieron al gran comedor. Cuando Harry entro varios alumnos de todas las casas lo saludaban, le guiñaban el ojo y le decían suerte. La selección comenzó con una niña llamada Hanna Abbott que fue elegida en Hufflepuff.
Los nervios de Snape estaban de punta por saber en qué casa iba a quedar su ahijado, pero eso no era nada comparado con los nervios de Harry. Ya quería ser seleccionado, se balanceaba de un lado a otro, volteaba para arriba y abajo, se mordía los labios y las uñas. "Draco Malfoy" escuchó, era el chico rubio que le parecía fugazmente conocido, el sombrero no tardo mucho en decidir que iría a Slytherin, a Harry no le gustó del todo. Draco le parecía algo orgulloso, altanero y presumido. Los nombres siguieron corriendo hasta que mencionaron a "Harry Potter" entonces todo el comedor se puso atento.
-Harry Potter por fin tengo el honor de tocar tú cabeza, después de tantos años – murmuro el sombrero – Como lo imaginaba tienes una mente grande y poderosa ¿En qué casa te pondré? – Harry vio detenidamente las mesas de todas las casas y luego se quedo observando de reojo a su padrino - ¿Estás seguro? Me parece una excelente decisión – dijo el sombrero con una mueca algo parecida a una sonrisa – Entonces que sea… ¡SLYTHERIN!
La mesa de Slytherin estalló en aplausos y vítores, muchos de los miembros se levantaron para abrazar a Harry y felicitarlo. Snape aplaudió automáticamente no sabía cómo reaccionar ¿Era bueno o malo que estuviera en Slytherin?
¡Hola!
¿Qué les pareció el capitulo? Sé que hace muchísimo no actualizaba la historia, de verdad lo siento pero, les prometo que ya la estaré actualizando seguido ˆˆ
Saludos
Sara Elisa