Mientras llegas…
Parejas Harry/Draco
Disclaimer Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner Bros. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.
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Aquí les dejo otra de mis locuras que espero les guste : )
Advertencia: Hay mucho caló de México… ojalá y que eso no les cause demasiado problema para entenderlo, pero si tienen dudas, con gusto las aclararé : )
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MIENTRAS LLEGAS…
Capítulo I.
El chico moreno bajó del autobús y respiró profundamente para llenarse los pulmones del aire frío de la mañana londinense. Estaba nervioso, más nervioso de lo que nunca había estado en su vida. Una noche entera de desvelo y meditación lo habían llevado a tomar una decisión… una decisión equivocada, pero no tenía otra alternativa¿o sí? Meneó la cabeza con fuerza para echar fuera de sí la voz de la conciencia que le decía que no lo hiciera. Hacía mucho tiempo que no cometía una locura y estaba seguro de que ésta era la mayor de todas. Sus pasos lo llevaron hasta un edificio alto, claramente de oficinas, que resplandecía con el tenue sol matutino. Sus ojos verdes vagaron por él unos momentos antes de decidir continuar su camino.
'Vamos, Harry' –se animó a seguir caminando–. 'Si no lo haces ahora, no lo harás nunca'
Entró por la puerta principal y una simple hojeada lo hizo suspirar. El vestíbulo estaba desierto, tal y como esperaba, por ser la hora tan temprana. Se dirigió hasta el elevador y entró en él. Vio como su mano temblaba cuando oprimió el botón del último piso y se alborotó aún más su despeinado cabello negro con nerviosismo.
'Tranquilo, tranquilo' –se iba diciendo mientras caminaba por un desierto pasillo alfombrado–. 'Ojalá y Karina aún no haya llegado' –rogó.
Sus oraciones fueron escuchadas ya que el escritorio que normalmente ocupaba la secretaria del director general de esa enorme empresa de publicidad, estaba vacío.
'Espero que Lucius haya llegado tan tempra como siempre' –volvió a rogar antes de atreverse a tomar el pomo de la puerta que conducía a la oficina de su director.
Tomó aire una vez más y entró sin tocar. El loco palpitar de su corazón se detuvo en seco al contemplar la escena que tenía delante de él. Dos hombres yacían recostados sobre un enorme sofá y se besaban con bastante entusiasmo. El rubio ya desabrochaba la camisa de su compañero y pronto llegó hasta su pecho donde atacó sus pezones de inmediato. Harry no atinó a hacer nada más que quedarse viendo a los dos amantes sin poder moverse de donde estaba aún cuando lo único que quería era salir corriendo de ahí. Unos brillantes ojos azules fueron los primeros que notaron su presencia y una enorme sonrisa de satisfacción se dibujó en los perfectos e hinchados labios de Sirius Black antes de que gimiera audiblemente ante un nuevo mordisco de su pareja.
-¿¡Qué diablos haces aquí!? –tronó Lucius cuando se dio cuenta de la presencia de Harry.
El rubio se incorporó con rapidez y se puso frente al chico que seguía sin poder moverse ni hablar. Sirius se giró sobre su costado y recargó la cabeza sobre su mano mientras miraba al joven con expresión de triunfo.
-¿¡Te pregunté qué que haces aquí!? –Lucius tomó a Harry de un brazo y lo zarandeó con brusquedad para volverlo a la realidad–. ¿¡Cómo te atreves a entrar de esta manera a mi privado!? –lo aventó fuera del despacho con violencia–. ¡Aquí no hay nada para ti¡¡¡Ahora lárgate!!! –le gritó antes de azotarle la puerta en las narices.
Harry se quedó temblando fuera mientras que lágrimas de humillación e impotencia intentaban salir de sus ojos verdes. Cuando al fin pudo reaccionar, corrió hacia las escaleras y bajó los diez pisos prácticamente volando… fue un verdadero milagro que llegara ileso hasta el sótano. Se recargó en la fría pared todavía con el cuerpo temblando a causa de la impresión de ver a su 'casi' amante en brazos de otro. No supo cuánto tiempo estuvo ahí, pero cuando su jefa lo encontró ya estaba sentado en el piso rodeando las rodillas con sus brazos y el rostro escondido entre ellas.
-¡Harry! –lo llamó Hermione preocupada–. ¿Qué tienes¿Estás lastimado?
El joven levantó su desencajado rostro hacia la seria muchacha, pero no pudo decir una palabra porque tenía la garganta totalmente cerrada por las lágrimas no derramadas.
-Ven… acompáñame a mi oficina –Hermione lo ayudó a levantarse.
Subieron un piso y la chica quedó agradecida de no haberse cruzado con nadie. Ella ya tenía una idea de qué era lo que le pasaba a Harry, pero se guardó sus pensamientos hasta que éste le explicara que había sucedido. Cuando el joven le contó lo que había visto en la oficina de Lucius, supo que sus sospechas habían sido correctas.
-Ya, Harry –Hermione lo abrazó para consolarlo–. Sabías perfectamente que no podías aspirar a tanto. Conoces, al igual que todos, la clase de persona que es el Sr. Malfoy, pero te aferraste a creer lo contrario.
-Lo sé –enterró aún más el rostro en el pecho de la chica–. Pero es que ayer… ayer…
-¿Qué pasó ayer? –lo interrogó con suavidad, pero apretó los labios furiosa anticipando lo que iba a escuchar.
-Fuimos a ver un depa y… –tomó una gran bocanada de aire–. … me dijo que… que… le latía que estuviéramos siempre juntos y hoy… lo… encuentro besuqueándose con Black
-Otra fichita –dijo entre dientes–. Tienes que olvidarlo, Harry. Ese hombre no es para ti… entiéndelo de una vez por todas.
-¡Pero es que lo quiero!
-¡Pero él no te quiere en lo absoluto! –se arrodilló frente a él y le tomó el rostro entre sus manos–. Fuiste sólo un juego… un juego como lo es Black… como lo fueron los otros que estuvieron antes con él y como lo serán todos los que vendrán después. Ese hombre no tiene corazón y además está casado.
-No ama a su vieja –replicó de inmediato sin pensar–. Me lo ha dicho un montón de veces.
-¡Es lo que siempre dice para que tontos como tú caigan redonditos a sus pies! –se levantó furiosa–. ¿Has visto bien a Narcisa Malfoy? Es una mujer muy hermosa… sofisticada y elegante. La trata como una reina, le cumple todos y cada uno de sus caprichos y todavía le crees cuando te dice que no la quiere –lo miró duramente–. No hay peor ciego que el que no quiere ver, Harry –volvió a arrodillarse frente a él–. Perdóname por decirte esto, pero nunca tuviste una posibilidad real para estar demasiado tiempo con él.
-¿Lo dices porque… porque… soy… humilde? –la miró dolido y humillado.
-Sí, Harry –le contestó después de un pequeño titubeo.
Hubiera preferido no tener que decirle lo que pensaba, pero debía hacerlo para bajarlo de la nube rosa en la que estaba viviendo desde que Lucius Malfoy decidió perseguirlo.
-El señor Malfoy prefiere tipos como Black… elegantes y sofisticados como su propia esposa… gente que sepa comportarse en una cena… –el rostro de Harry se encendió de pura vergüenza–. … que al menos sepan hablar dos idiomas más y que tengan una voz… educada –lo último lo dijo a duras penas.
El rubor de Harry se convirtió en llamas ardientes que cubrieron no sólo su rostro sino también su cuello. Comenzó a pasearse por la oficina tratando de poner en orden sus confusos pensamientos. Todas y cada una de las cosas que le había dicho Hermione eran ciertas y debía encarar la realidad. Recordó la única ocasión en que Lucius lo había llevado a cenar y su total fracaso como acompañante. Se dio cuenta de la evidente incomodidad del rubio ante su nada elegante forma de comer y cómo lo hacía callar sin miramientos si el mesero o alguna otra persona acertaban a pasar cerca de ellos. Esa noche le dijo que era un regalo para la vista y que prefería contemplarlo a platicar de cosas sin importancia, pero Harry supo que mentía… a Lucius simplemente le avergonzaba que lo escucharan hablar. Ésa fue la primera y última invitación que recibió para ir a un lugar público y sus siguientes encuentros se dieron exclusivamente dentro del elegante auto del empresario.
-Tengo que largarme, pero ya –dijo Harry después de parar abruptamente esos pensamientos que lo hundían en la depresión y lo hacían ver lo tonto que había sido al creer que el gran Lucius Malfoy, unos de los hombres más ricos del país, quería algo más que sólo pasar un buen rato con él–. No quiero ver a Lucius y de plano no soportaré a Black mirándome como hace rato –tomó las manos de la joven–. Sé que no es onda tirarte el trabajo así, pero en serio no puedo quedarme.
-Me duele perderte, pero te entiendo –le dijo Hermione con sinceridad–. Eres un chico que vale mucho, pero hay ocasiones en que debemos encarar la verdad y saber que aquello que ambicionamos está fuera de nuestro alcance –los ojos verdes volvieron a entristecerse ante estas palabras–. Estoy segura de que allá afuera hay alguien que en verdad te merece y cuando lo encuentres olvidarás esta mala experiencia.
-Tendré que esperar Mientras llega… –trató de sonreír, pero fracasó rotundamente–. No te olvidaré y la neta te agradezco todo lo que has hecho por mí –la besó en la mejilla.
-Que te vaya bien… de todo corazón –le sonrió para darle ánimos–. Hasta la vista, Harry. ¿Sabes? No me gusta decir adiós.
-Hasta la vista, Hermione –y salió de la habitación.
Hermione suspiró profundamente. Realmente iba a extrañarlo. Se había acostumbrado tanto a su acento inculto que ya no lo notaba, pero obviamente hubo alguien que no pudo ignorarlo y se negó a ver que había algo más debajo de una mala educación… un gran encanto y un gran amor.
'Hay gente muy tonta a pesar de ser tan inteligente' –se dijo malhumorada–. 'Espero que algún día te des cuenta de lo que perdiste, Lucius Malfoy y que te retuerzas de dolor por haber sido tan ciego'
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Lucius Malfoy despidió a Sirius después de una hora de haber compartido con él una satisfactoria sesión de sexo salvaje y fue apenas en ese momento que recordó al muchacho de ojos verdes que lo había interrumpido y se preguntó si no había hecho mal al haberlo corrido de aquella manera, pero en absoluto sentía algún remordimiento por su actitud. En su vida personal y profesional no había espacio para ese molesto sentimiento. Según su opinión, éste sólo estorbaba para poder alcanzar lo que uno quería y en su caso, nada de lo que deseaba se le había negado jamás.
'Después hablaré con Harry' –decidió con una sonrisa cínica–. 'Ese niño bobo está loquito por mí y no sólo me perdonará por haberlo corrido sino que sólo será cuestión de horas para que lo consiga por completo' –suspiró profundamente–. 'Aunque no sé ni por qué le dedico mi tiempo… es tan… poquita cosa' –rió entonces desagradablemente–. 'Pero es una cosita muy deseable y apetecible. Sus ojos verdes son preciosos y su cuerpo… ¡Ahhh!... es escultural… disfrutaré mucho cuando lo haga mío' –se sentó frente a su enorme escritorio y jugueteó con una pluma de oro–. 'Si el chico resulta tan delicioso como parece y decido pasar más tiempo con él, tendré que quitarle ese horrible acento de los barrios bajos de Londres' –suspiró con impaciencia–. 'Esa forma tan espantosa que tiene de hablar es capaz de apagar la pasión más desbordada. Además no tiene nada de conversación, en cambio Black…' –sonrió con lujuria–. '… es sumamente educado y más ardiente de lo que me imaginé en un principio. Sirius tiene todo lo que le falta a Harry, pero debo admitir que los labios de Harry son más dulces… sus ojos verdes son más luminosos que los azules de Sirius' –se encogió de hombros repentinamente–. 'Bueno… por el momento estaré con los dos…además¿por qué no?... no sería la primera vez que tengo dos amantes al mismo tiempo, así que… ¿cuál es el problema?' –decidió sin importarle que los dos hombres fueran sus empleados y que tendrían que convivir durante horas en el mismo edificio.
Sus pensamientos fueron apartados de Harry y de Sirius cuando su secretaria le informó que las personas con las que se había citado ya se encontraban en la sala de juntas. Se acomodó la corbata frente a un hermoso espejo enmarcado antes de salir a conquistar a sus posibles socios japoneses. La siempre sonrisa triunfadora se dibujó en el atractivo rostro del rubio antes de cruzar la puerta que lo conduciría a una negociación de la que sin duda saldría con los mayores beneficios, porque así era Lucius Malfoy… siempre conseguía lo que ambicionaba… al costo que fuera.
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La fachada de la vieja iglesia le trajo mil recuerdos a Harry y sonrió con añoranza. Sí… su niñez había sido dura y la vida no le había facilitado las cosas, pero afortunadamente en su camino se habían cruzado muchas personas que le tendieron la mano y lo ayudaron a sobrellevar sus desdichas. Se sentó sobre los escalones de piedra y sus ojos vagaron por la calle mientras recordaba retazos de su niñez. Sonrió al rememorar el tremendo jalón de orejas que recibió del padre de la iglesia una tarde lluviosa cuando los encontró a él y a sus dos mejores amigos tratando de abrir la puerta para introducirse a la iglesia. Su intención no era la de robar sino resguardarse de la lluvia. Su sonrisa se hizo aún más ancha al recordar el chocolate caliente y los bollos crujientes que llenaron sus estómagos vacíos esa tarde. Ese fue el comienzo de una rara, pero sincera amistad entre el hombre mayor y tres niños rebeldes y sucios de 11 años.
Harry tenía que reconocer que si no hubiera sido por la presencia de Albus Dumbledore, seguramente Dean, Seamus y él se habrían convertido en delincuentes y con toda seguridad en drogadictos. Ya en aquel entonces era un verdadero anciano, pero sus ojos azules podían lucir realmente terribles cuando se enfadaba y desmentía a la perfección su avanzada edad al caminar erguido y desafiar sin pizca de miedo a los pandilleros que los perseguían y acosaban sin cesar. Por supuesto, ellos también habían tenido que enfrentarse a esos chicos a golpes, pero ayudaba mucho el imponente aspecto de Dean y después de algunas entradas al hospital por parte de los dos bandos, las hostilidades terminaron y la vida continuó en relativa calma para los tres chicos que cuando fueron mayores tomaron diferentes caminos, pero sin olvidar su sincera amistad.
'Voy a ir a ver a Dean antes de irme' –decidió Harry y echó una última mirada a la iglesia antes de entrar en un callejón oscuro y siniestro.
Caminó sin amedrentarse entre hombres rudos y de aspecto fiero que estaban reunidos en el callejón. Uno de ellos se le puso enfrente y lo mareó con su fuerte aliento a alcohol cuando le habló cerca del rostro.
-Afloja una moneda¿sí, Lion? –le pidió el hombre con una sonrisa torcida.
Harry metió la mano en su bolsillo y sacó un par de libras.
-No te las chutes a lo tonto –le dio las monedas y siguió su camino.
-¡Hacía mucho tiempo que no te dejabas caer por aquí, Lion! –le gritó otro hombre ebrio.
-No había tenido chance –no volteó a verlo.
-¡Pues no te pierdas tanto tiempo!
-¡No lo haré! –alcanzó a responder antes de detenerse ante una pesada puerta de bronce.
Harry abrió la puerta con algo de esfuerzo y entró a un pasillo que estaba completamente sumido en los sombras. Caminó con confianza en la oscuridad hasta llegar a otra puerta. La habitación estaba tan iluminada que tuvo que entrecerrar sus ojos verdes.
-¡Oh! Miren a quién tenemos aquí –dijo una voz gruesa llena de burla–. ¿Y a qué debemos el milagro de que te dignaras a visitarnos, Lion? –rió y otras risas se le unieron.
-Pues ya ves… de vez en cuando soy milagroso –le respondió Harry con una media sonrisa.
Jaló una silla y se sentó a horcajadas frente a la mesa donde cuatro hombres estaban jugando cartas.
-¿A qué has venido? –unos ojos negros como el carbón se clavaron con suspicacia en los verdes.
-Me piro de la ciudad un ratón –declaró con calma, pero luego se alejó con rapidez de la mesa cuando ésta salió volando por los aires.
-¿¡¡¡Cómo que te vas!!!? –rugió furioso y miró a sus compañeros de juego que también habían alcanzado a escapar de la explosión del muchacho negro–. ¡¡¡Largo de aquí!!! –les gritó y en un parpadeo se quedaron solos–. ¡Explícate! –tiró con rudeza de la muñeca de Harry y lo encerró entre sus fuertes brazos.
-Se terminó –cerró los ojos para que el otro no pudiera ver el dolor y la humillación que lo embargaban.
-¿Qué te hizo? –preguntó con una increíble voz suave que estaba totalmente desacorde con su corpulencia y en sí con toda su apariencia en general.
-No me hizo nada –le respondió el moreno sin dejarse engañar por la suavidad de su voz… sabía que si le contaba la verdad, Lucius Malfoy debía temer seriamente por su integridad física–. Sólo que ya capté que no era para mí.
-¿Seguro que no te hizo nada? –una mano excesivamente grande acarició su rostro con ternura.
-Neta que no –abrió los ojos y se obligó a sonreír–. Voy a ir a buscar a Albus y…
-Quédate conmigo, Harry –le pidió con dulzura–. Sabes perfectamente que siempre hay un lugar para ti a mi lado.
-Lo sé, Dean –ahora fue su turno de acariciarlo en la mejilla–. Pero sabes cómo me gusta andar de pata de perro y…
-Lo dices como si quisiera tenerte aquí encerrado –rió bajito.
-Sé que no, pero… necesito pintarme de aquí –lo miró suplicante–. No será por mucho tiempo… te lo prometo.
-De acuerdo –besó con calidez la pálida frente–. Mantente en contacto y regresa pronto.
-Lo haré –se paró de puntitas para alcanzar las mejillas del alto muchacho y después de dos tiernos besos, salió de la habitación.
-¿Se fue entonces, Devil? –le preguntó uno de sus compañeros de juego cuando volvieron a la habitación después de que Harry se marchó.
-Sí, pero volverá pronto –declaró con confianza–. No puede vivir mucho tiempo lejos de mí –rió de su propio chiste–. Sigamos jugando –acomodaron la mesa en su lugar e iniciaron una nueva partida de póker.
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Lucius Malfoy estaba satisfecho consigo mismo. La junta le había redituado un contrato sumamente provechoso y salió con sus nuevos socios comerciales con una gran sonrisa de deleite. Los despidió frente al elevador antes de dirigirse a su despacho. Encontró a su secretaria con una chica de despeinada cabellera castaña que recordaba como la jefa de correspondencia y mensajería.
-Buenos días, señor Malfoy –fue el respetuoso saludo que le hizo la chica cuando pasó junto a ella.
Lucius le contestó con indiferencia, pero cuando ya iba a entrar a su despacho cayó en la cuenta de que la muchacha no debería estar ahí dejando su correspondencia… ésa era labor de Harry.
-¿Y el joven Potter? –le preguntó como si nada Lucius a Hermione.
-Renunció esta mañana –le contestó ella de igual manera.
-¿¡Renunció!? –su voz se volvió chillona por la sorpresa–. ¿¡Pero por qué!?
-Por razones personales, según me dijo. Y como no había ningún impedimento por mi parte, la acepté –se guardó una sonrisa de satisfacción al ver la contrariedad dibujada en el rostro de su jefe–. Pero no se preocupe, ya hablé con Personal para que busquen a otra persona lo más pronto posible y que no haya retrasos en la entrega de la correspondencia.
-¡Pero qué falta de profesionalismo tiene usted, señorita… –la miró furioso.
-Granger –le informó con educación.
-¿¡Cómo puede aceptar una renuncia tan… tan… inesperada¿No es acaso necesario que el personal avise que se marcha por lo menos con 15 días de anticipación?
-No en este caso, señor Malfoy –no perdió la compostura ante el regaño–. Estamos hablando del puesto más bajo en el escalafón de la empresa. De hecho, mi departamento es el que tiene más cambios de personal durante el año.
-¿¡Por qué!? –exigió saber.
-Por muchas razones –se encogió de hombros–. Entre ellas está el salario. A los mensajeros se les paga el mínimo y no a todos les gusta subirse a las motocicletas cuando deben hacerse entregas foráneas. Al final siempre terminan consiguiendo mejores trabajos y simplemente se marchan.
Lucius no pudo refutar las palabras de la chica y dando media vuelta, entró a su despacho azotando la puerta.
'¡Se fue¡Harry, se fue!' –pensó Lucius recargándose en la elegante puerta mientras se recuperaba de la sorpresa–. 'No… no creo que se haya ido para siempre. Simplemente se sintió herido por la forma en que le hablé en la mañana y salió para tranquilizarse, pero seguro que hoy en la tarde lo encuentro en el departamento que vimos ayer' –una sonrisa de total confianza se dibujó en su rostro–. 'Claro que sí. No todos los días se le ofrece un departamento a alguien como él. Sí… lo encontraré ahí dispuesto a darme lo que tanto deseo' –y nuevamente desechó de sus pensamientos a Harry cuando su secretaria le pasó una llamada.
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Hasta pronto!!!!!!!!!!