Disclaimer: Matantei Loki Ragnarok no me pertenece, es propiedad de Sakura Kinoshita.
Frustración
Sentado en el gran sillón de su despacho pensaba en innumerables razones por las cuales había decidido quedarse en el mundo humano. En cierto modo, tenía que reconocer que se había acostumbrado a su vida allí y, por qué no decirlo, le gustaba. Sin embargo, tampoco encontraba ese motivo lo suficientemente poderoso como para hacer que él, un dios, hubiese tenido que renunciar a regresar a Asgard.
Cerró los ojos y suspiró. Se sentía frustrado, y era esa frustración la que hacía que no pudiese estar tranquilo.
O eso es lo que creía.
En realidad, sabía que el origen de todas sus inquietudes tenía nombre y apellido. No podía negar que últimamente pensaba mucho en cierta niña escandalosa. Demasiado para su gusto. No obstante, sería bastante absurdo imaginar que él podía albergar algún tipo de sentimiento amoroso por ella.
Sonrío ante ese pensamiento tan...
—Ridículo —dijo a la vez que se recostaba aún más en el sillón.
Lo que sí era cierto, es que la idea de separase de ella no le gustaba demasiado.
Unos golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos, levantó la vista lo justo y necesario para observar que era Yamino quien entraba. Restándole importancia, volvió a cerrar los ojos para sumergirse de nuevo en esas reflexiones internas que parecían que no tenían fin.
—¿Sucede algo? —preguntó Yamino. Loki no contestó, simplemente se limitó a fruncir el ceño—. Perfecto, entonces... —Prefirió no preguntar nada más y se dirigió a un pequeño estante en donde colocó dos pequeñas botellas que traía en la mano.
El dios estaba empezando a impacientarse, no podía pensar con claridad con Yamino en el despacho. Alzó la vista para observar qué era lo que estaba haciendo.
—¿Qué son? —preguntó. No estaba mal alejarse de lo que tanto le inquietaba, aunque sólo fuera por unos instantes.
—Unas botellas —Loki suspiró. Eso era evidente.
—Me refiero al contenido —El joven de cabello verdoso tragó algo nervioso.
—Es… alcohol —Loki alzó una ceja esperando una explicación—. De Fenrir.
Por supuesto que eran de Fenrir. ¿De quién iban a ser si no?
—¿Y por qué las tiene que poner en mi despacho? —Yamino se encogió de hombros. En realidad, Loki no estaba prestando mucha atención a lo que su hijo le estaba diciendo, aunque le pareció entender que fue porque Fenrir así lo quiso y porque ahí estarían más seguras.
"¿Seguras de qué?" Pensó.
Suspiró. Sinceramente, no le importaba. Ahora lo que menos quería era pensar en las cosas de Fenrir. Ya hablaría con él más tarde.
Unos instantes después, Yamino terminó de colocar las botellas y se fue dejando a Loki solo de nuevo. Bien, ahora podría volver a lo que estaba haciendo desde un principio. Miró el reloj colgado en la pared. No faltaba mucho para que ella entrase por la puerta de su despacho y su paz se viese profanada como cada día a la misma hora. Suspiró por última vez, derrotado. Tenía que encontrar una forma de alejar sus pensamientos de ella aunque sólo fuese por un momento. Miró las botellas que antes había dejado Yamino y una idea se le pasó por la mente. Dio un pequeño salto para bajarse del cómodo sillón y caminó hasta ponerse delante del estante. Alzó una ceja. Odiaba ser pequeño, con su tamaño original no hubiera tenido ningún problema en alcanzar esos insignificantes objetos de vidrio. Colocó cuidadosamente una silla haciendo el menor ruido posible y se subió a ella para coger lo que quería.
Cualquiera que le viese en ese preciso instante le diría que eso no es para niños. Sonrió para sí mismo. Él no era un niño, así que no debía de importarle. Se encogió de hombros y probó el contenido de una de las botellas. Rápidamente la separó de la boca y puso una mueca de asco. No entendía cómo a Fenrir le podía gustar eso, tenía un sabor fuerte y le picaba la garganta. Por otro lado, había oído decir que ese líquido hacía olvidar las inquietudes. Bueno, eso era lo que él necesitaba, así que resistiría el sabor. Dio otros pequeños tragos hasta terminar la pequeña botella.
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El reloj marcaba las cuatro en punto cuando la puerta del despacho se abrió estrepitosamente. Una muchacha de cabellos rosados entraba al lugar buscando al pequeño dios. Éste, al notar un ruido, sólo pudo levantar levemente la cabeza y observar cómo la causa de sus pensamientos acababa de entrar en ese mismo instante.
—¿Loki? —Mayura se acercaba hasta donde se encontraba el dios. Algo no iba bien, sus mejillas tenían un cierto color rosado y sus ojos estaban entrecerrados—. ¿Estás bien?
¿Bien? ¡Claro que estaba bien! Sólo que por alguna razón se sentía un poco mareado y no se encontraba muy consciente de sí mismo. ¿Sería este el efecto de lo que se había tomado?. Negó mentalmente con la cabeza. él era un dios, este tipo de cosas no podían pasarle a él... ¿no?
Notó como Mayura le tocaba la frente, no supo explicar la sensación de ese roce, pero se sentía bien, así que lo dejó estar. Un pequeño quejido a modo de reproche salió de su boca cuando la chica rompió el contacto.
—¡Tienes fiebre! —exclamó alarmada. Se irguió con el propósito de avisar a Yamino cuando un brazo la detuvo.
—Mayura estoy bien, no tengo fiebre —Estaba seguro de que no era fiebre, pero había mentido en lo de encontrarse bien. Soltó el agarre suavemente al notar como ella se agachaba para estar a su altura.
—Pero si no tienes buen aspecto. ¿Quieres que avise a alguien? —su voz sonaba preocupada. Es extraño cómo Mayura puede volverse seria cuando la ocasión lo requiere, como cuando lo estuvo buscando para que no se marchase. Ah… aquel día se veía tan indefensa que le dieron ganas de abrazarla y no soltarla nunca más. Sonrió para sí mismo. Era irónico que justamente la causa de su tristeza fuera por él.
—Mayura… —comenzó. Ésta lo miraba atentamente—. … ¿Por qué quisiste que me quedara? —La chica abrió un poco más los ojos, extrañada ante la pregunta del detective.
—¡Porque eres mi amigo y mi compañero en resolver misterios! —De algún modo sabía que ella contestaría algo como eso, pero una parte de él esperaba algo más.
¿Esperar? ¿Qué esperaba? Ante sus ojos, él sólo era un niño, nada más.
Nada más.
—¿Nada más? —Lo había dicho en voz alta. Era extraño, pero esos pensamientos que rondaban por su cabeza durante días, los decía ahora con mucha facilidad.
Mayura parpadeó.
—¿Más? No… entiendo a lo que te refieres —la chica hizo una pausa y prosiguió—. Tú… eres muy importante para mí, Loki —Él alzó la vista, interesado.
—¿Cómo de importante? —Ahí estaba de nuevo. Esa pregunta salió sola de sus labios. Se reprochó mentalmente el no tener control sobre sus acciones. ¿Qué diablos le pasaba?
Definitivamente esa bebida le había nublado los sentidos.
Mayura no sabía qué responder. No entendía a qué venían ahora todas esas preguntas, el Loki que conocía no era así. Comprendió que se debía a que no se encontraba bien, por lo que prefirió seguirle el juego.
—Pues… tan importante como a un amigo, ya te lo he dicho —paró un momento para pensar lo que iba a decir—. ¡Y como a un hermano pequeño con el que siempre contaré para encontrar misterios extraños! —Sus ojos brillaron por un instante.
—Un hermano… pequeño —murmuró de tal manera que Mayura no llegó a entender lo que dijo—. ¿Sólo por eso? —Loki la agarró por los hombros y la miró directamente a los ojos—, ¿sólo por eso quisiste que me quedara? —preguntó alzando algo la voz.
Estaba sorprendida. No se esperaba que Loki reaccionase de esa manera un tanto impropia de él... por muy mal que se encontrase. Tampoco recordaba haberle dicho nada que le hubiese podido ofender. Es más, le había dicho que era como un hermano para ella. ¿Qué había de malo en eso?
—Loki yo… ¿De verdad te encuentras bien? —De alguna manera se sentía extraña teniendo esta conversación con él—. ¿No quieres que vayamos al médico?
—¡Estoy perfectamente! —exclamó algo molesto. ¿Es que no se daba cuenta de nada? Apretó un poco más el agarre en los hombros de ella, haciendo que Mayura hiciera una mueca de dolor.
Durante unos instantes, un silencio incómodo los envolvió. Loki no podía aguantarlo más. Su parte racional le decía que lo dejara ya o se iba a delatar, pero qué más daba, ahora no se iba a echar a atrás. Aflojó un poco el agarre y se fue acercando poco a poco hasta juntar sus labios con los de Mayura. Fue un mero contacto durante unos instantes, pero para él era más que suficiente. Se separó de ella y le sonrió, a lo que Mayura respondió con un brinco de sorpresa por lo que acaba de suceder.
—Loki, ¿Qué…?
—Mayura, yo… —paró de hablar un momento. Se encontraba cansado—. …Quiero que estemos juntos, para siempre.
Mayuría parpadeó, perpleja.
—Por supuesto que sí, Loki. ¡Estaremos juntos por siempre jamás! —dijo sonriendo.
Loki suspiró. Mayura no había entendido para nada lo que había querido decirle. Sin embargo, no la culpó. Para ella, él era un niño y, por eso, aún era demasiado pronto para contarle la verdad y confesarle lo que sentía.
Sonrío para sí mismo. Ahora era él el que por fin lo entendía.
Él había renunciado a volver a Asgard por ella, porque se había enamorado de ella. Y es curioso cómo tuvo que caer bajo los efectos de esa bebida para darse cuenta de todo eso.
Frunció el ceño levemente.
No... en realidad lo sabía desde el principio. Sabía que todo había sido por ella, pero no quería reconocerlo por orgullo. ¡Él era un dios! Dejar todo por lo que había luchado por una humana era algo inaudito. No obstante, ya no se sentía frustrado. Al contrario, ahora ya no sentía ninguna carga que le angustiase.
Tan sólo tenía sueño. Esa bebida lo había dejado demasiado cansado.
"Mataré a Fenrir la próxima vez que lo vea" Pensó.
—¿Loki? —Mayura miraba al pequeño dios con preocupación.
Ah... cierto. Mayura lo estaba sujetando entre sus brazos.
Loki le sonrió. Justo después, sus párpados comenzaron a sentirse más pesados de lo normal y su vista se fue nublando cada vez más.
"Bueno, en vez de matarlo quizá le dé las gracias... por esta vez" Pensó antes de caer finalmente dormido en los brazos de la chica.
FIN