Notas de autor: Bueno, lo sé, he tardado muchísimo. Pero lo cierto es que entre los exámenes y la falta de ideas (creo que esto es lo único bueno que he sido capaz de escribir) no he podido publicar. A decir verdad, estoy un poco bloqueada en este fic, pero he publicado, fuera de él, algunos drabbles nuevos, ya sabéis, me tengo que autopromocionar.
Aquí os dejo esto, espero que os guste, porque tenía muchas ganas de escribirlo.
Muchos besos, Sweets.
P.d: Si se te ocurre plagiarme, al menos, hazlo bien y avísame para que me ría (Más información en mi profile)
21-El tiovivo y la bruja
Es un tiovivo. Da vueltas, vueltas y más vueltas. Y le encanta. Cierra los ojos. Sonríe como solo una niña puede hacer, una niña de seis años. Una niña que empieza a almacenar recuerdos, poco a poco. Ahora el tiovivo está cerrado. Lleva años tapado con una lona negra y la caseta está llena de pintadas. Daría tanto. Casi todo, por volverlo a ver funcionar una vez más. Solo una.
En cuarto, la profesora Sinistra, les pidió una redacción sobre los primero recuerdos que tenían ya que, según ella, los expertos oclumanticos siempre empezaban por ahí para conocer a una persona. Lily recordó el tiovivo y sus colores y los olores y la música, recordó ver la cara de sus padres (y de la avinagrada de su hermana) cada vez que pasaba por ese lado. Junto a los árboles. De lo que no se acordaba era que tenía a James Potter sentado delante de ella. Hasta ese momento.
Hasta que llega el día de su cita y, para su sorpresa, James la lleva a un parque apartado. Ella no lo reconoce al principio. Pero entonces ve ese enorme estanque lleno de patos viejos y ese árbol. Incluso la papelera donde siempre tiraba el palo del helado que le compraba su padre. Y entonces lo ve.
Es tan grande como lo recordaba, tras la lona negra los colores aun brillan, aunque los demás no lo vean, para ella siempre brillarán.
-Me acorde de tu redacción para Sinistra. Me costó encontrar este sitio, pero Remus me ayudo un poco.
Una mirada.
-Vale, mucho. Me ayudo mucho.
James no parece James. Todo es tan efímero que la dan ganas de temblar. Él mueve la varita y entonces la lona cae, vuelve a moverla y el tiovivo enciende sus luces, comienza a dar vueltas lentamente. La taza gira, los caballos suben y bajan y la música de feria suena de nuevo. James la coge de la mano y tira de ella. Está nervioso, ella lo nota. Debe de pensar que se enfadará cuando se de cuenta de que leyó su redacción, pero está lejos de la realidad. Tan lejos, pero tanto.
Andan juntos y se suben. Hay luz y sombras y Lily no puede dejar de reír. James hace unas cuantas bobadas y ella ya no es ella. Por un cuarto de hora que dura el hechizo ella no es ella y él no es él. Y el tiovivo da vueltas y vuelve a estar vivo.
Entonces se sientan bajo el árbol y miran como vuelve a envejecer, se cubre con la lona y todo queda en silencio. Y es un silencio tan diferente, tan único y tan especial, que Lily está segura que no volverá a sentir nunca.
-Es el mejor regalo de mi vida, James.
Tres giros, cinco mortales, siente saltos y veintiocho espasmos. Eso es exactamente lo que siente James al oír esas palabras, porque salga lo que salga de esa cita, ha hecho que ella se sienta feliz. Y eso merece la pena.
-Entonces lo que tengo para ti no te gustará.
-¿Cómo?
James saca una caja de los pantalones. Y se la da, por un momento no está segura de abrirla. No está NADA segura de abrirla. Porque no tiene ni idea de si abrirla significará algo o no. Pero la abre, porque sí, porque es un acto reflejo. Porque ¿Qué más da si significa algo? Por una vez se la juega. Por una vez quiere ser ella.
Saca una cadena y un pequeño colgante. Una bruja sobre su escoba. De plata, cara supone. Es preciosa, sencilla y preciosa.
-Es, bueno…es para que te acuerdes de que eres mi bruja preferida.
Y lo hace y no piensa en consecuencias, prejuicios ni miedo. Le besa, delante del tiovivo con una bruja colgando de su cuello y con el corazón en la mano. Porque aun no quiere dárselo. Pero de brujas y tiovivos va la cosa. De eso y de besos. Uno tras otro.