VI
"Cuanto más grande es el caos, más cerca está la solución" (proverbio Chino)
Condenada su vida, pensó mientras se recostaba sobre el mullido sillón de su sala.
Las cosas más que arreglarse habían ido de mal en peor, se lamentó. Su situación financiera era un fiasco, su vida amorosa era nula y su reputación, de por si ya vilipendiada estaba a punto de irse a la basura, y eso…definitivamente no podría soportarlo.
Ser pobre era llevadero, ser una fracasada también, sin embargo no tener dignidad ¡Demonios! Ese era su fin. Con su dignidad a salvo el resto era solucionable, pero sin ella, ni siquiera sabría si ella misma podría respetarse.
En esos momentos se encontraba entre la espada y la pared…
Si no fuera por su maldita debilidad en aquel encuentro en la oscuridad con aquel malvado hipócrita, todo estaría bien en su conciencia, pero no lo estaba y eso significaba que había disfrutado cada momento de ese beso se su caricias y de esa sensación.
No y no ¿Cómo fue posible que se dejase abandonar ante el peligro tan fácilmente? Sus insultos podrían haber bastado para enfriar la libido de cualquiera, no obstante, ella la mujer más fácil del mundo se había entregado sin ni siquiera chistar. Y ahí estaban los resultados. Si el sinvergüenza decidía hablar, su reputación llegaba su fin y cualquiera se creería con derecho a creer lo peor.
¿Alguien tomaría en serio a una reportera rosa con fama de fulana? Si antes con su reputación de sabihonda y chica recatada pasaba agradablemente desapercibida, ahora con lo que era, lo más probable era que la pandilla de hipócritas no se demoraran en voltear la cara cuando ella se dignase a aparecer. Pues claro, esta bien ser una fulana todo el tiempo, lo importante era que los demás no se diesen cuenta, aunque ellos mismos fueran los invitados "especiales".
Lilian Evans era una chica correcta, se dijo a si misma, a su 19 años no había tenido muchos novios, nunca se había comprometido y jamás de los jamases (quizás por cobardía) había llegado a fase tres con algún chico, vivía sola en una pequeña casa, en un bonito barrio ingles, sin la atadura de su padres y su vida sexual pudiendo ser completamente desenfrenada era inexistente, cero, nada, imposible, aun era virgen (y a mucha honra) y esperaba seguir siéndolo hasta que llegase un hombre, lo suficientemente interesante, para cambiar la situación.
Un crujido a su derecha llamó su atención, fijo su atención en el fuego y alarmada se percató, que las llamas en su chimenea comenzaban a parecerse, peligrosamente, al rostro frío y maquiavélico de "Cruella la víbora".
¡Evans! – rugieron las llamas, provocando que su corazón se detuviese por escasos segundos – Materializa tu trasero en mi oficina en treinta segundos.
¡Diablos! ¿A caso el domingo no era su maldito día de descanso? Protestó indignada, mientras seguía las ordenes de la suma sacerdotisa de la tortura.
El trabajo era el trabajo, por lo que no se demoró en desaparecer.
- A sus órdenes – exclamó hacia su verdugo sin esconder su malestar – Me he demorado exactamente…- hecho una ojeada a su reloj – quince segundos.
La víbora sonrió
- Te he dicho en treinta…- ¿Estaba disfrutando con aquel intercambio?
- Puedo repetirlo.
- Me vasta con eso – bajó su mirada hacia los documentos que estaban en su mesa indicando que la broma había acabado – Me ha llegado un mensaje desde el cielo…
Algo en ello no le gustó.
- Tus últimas publicaciones: Potts y la de Potter, te han brindado un número considerable de enemigos.
Su corazón por segunda vez en el día se detuvo ¿Perdería su trabajo?
- Han pedido tu cabeza – sentenció.
- Entonces debo dejar las oficinas ¿No? – el nudo que se había formado en su garganta difícilmente la dejaba respirar.
- No – dijo Druella con una sonrisa sincera en su rostro – Te quedarás Evans, la directiva ha pedido que estés en la planilla oficial de periodistas.
- ¡Por las barbas de Merlín! – exclamó aliviada.
- Quieren que realices artículos para el profeta y continúes trabajando en corazón de Bruja.
- Esto es asombroso…
- Por su puesto modificaremos tu sueldo – continuó Druella – Pero debes seguir creando polémicas, Evans, noticias frescas escandalosas, verdades inconvenientes, Si no…- el tono advertencia utilizado no le paso desapercibido – El trato se acaba, es caro mantener periodistas como tú y mucho más si no producen, a si que prepárate a hundir una cuantas cabezas corruptas jovencita…
- ¡Demonios! – juró – Esto es magnifico.
- Bien, entonces mueve tu trasero y comienza a trabajar.
…-…
- ¡¿Qué es eso que tienes en los labios?! – preguntó Lily asombrada al ver el reflejo de Peregrin a su lado.
- Lápiz labial, Lils – respondió, irritado, señalando lo obvio.
- Eso ya lo sé, querido, solo me preguntaba que hace un hombre con sus labios muy "masculinos" – recalcó – perfectamente maquillados.
- Es la moda…
- ¿Quieres ser un transvestido?
- ¡Por las barbas de Merlín! ¡No! Superé esa etapa hace diez años, pequeña – exclamó divertido – Solo quería llevar un poco de color en mi rostro, muchos chicos lo hacen.
- Ninguno con el cual yo haya salido…
- Por supuesto – sonrió maliciosamente – No sales con nadie.
- Touché.
- Si tuvieses un poco más de curiosidad por el mundo – explicó en tono docto - verías que en revistas como Cosmo, Vanity, hay chicos bastante guapos que han optado por esmalte de uñas rosa y otros detalles bastante agradables…
- ¡Peregrin! – exclamó exasperada – Son Muggles, querido, los magos son…son distintos.
- A Bobby le ha parecido divino.
- Bobby es un mago con una mente bastante abierta, es tu novio y es gay, no un hipócrita típico de Londres.
- Eres una exagerada Lils es solo lápiz labial – dirigió la mirada hacia sus labios logrando que la alarma de disparates de Lily se encendiera – Cuando nos vean llegar creerán que me has besado…
- Eso hasta que abras la bocota – dijo divertida restándole importancia - ¿Sabes quien me ha telefoneado hoy? – cambió de tema.
- Pequeña tienes tan poca vida social que me remito a creer que: si no soy yo, fue Claire.
- Te equivocas, fue Petunia.
- ¡¿Estás de Coña?! – se horrorizó - ¿Te ha llamado la innombrable?
- Me ha llamado ni más ni menos que para avisarme que ha puesto en marcha el papeleo legal y desea vender la mitad de la casa que le corresponde.
- ¿Se lo permitirás?
- No me puedo negar – se lamentó – La casa está hipotecada y no soy capaz de pagar las deudas, creo que lo mejor será deshacerme de ella…
- Es tu casa Lils ¿Dónde vivirás?
- Tengo un mejor sueldo ¿No es eso lo que vamos a celebrar? – trató de fingir alegría.
- No me huele bien esto.
- A nadie le puede oler bien algo que tenga que ver con Petunia…
- Lo sé, Lils, Petunia por definición apesta.
- Está amargada – la excusó.
- ¡Por las barbas de Merlín! No te puede culpar aún por no tener una jodida gota de magia en ese trasto de cuerpo…
- No me culpa Pip, al contrario se está vengando.
…...
- Esta es la sala de estar – anunció Petunia, como una mezquina voz que incordiaba el fondo de sus sueños – Como puede ver está perfectamente equipada, mis padres tenían muy buen gusto al respecto…- un risita tonta muy similar a la de su hermana retumbó muy cerca de su habitación. Lily comenzó abrir sus ojos con preocupación…
- ¿La chimenea es solo un adorno? – preguntó una voz ronca y melosa con cierto toque de coqueteo.
- Puede habilitarla cuando guste – respondió Petunia – Mi hermana no se molestará si desea hacerlo…
Hasta el momento todo parecía un sueño, pensó Lily, pero las últimas palabras dichas por Petunia y el hecho de que ella estuviese completamente despierta lo descartaron.
Su vida era un infierno y su hermana el enviado especial del diablo. Fue la primera idea coherente que vino a su cabeza.
Sacaría su varita y la convertiría en sapo. Fue la segunda.
Debería ponerse en pie y enfrentarla. Eso fue lo último que pasó por su mente antes de salir de la habitación como un trueno, sin la importante previsión de cubrir su pijama y enfrentar a sus verdugos.
- ¡Qué demonios crees que estás haciendo! – maldijo entrando a la habitación - ¿Te has vuelto loca?
- ¡Bonito pijamas! – dijo con burla la petulante voz de James Potter.
Y en ese momento….
Su mundo se acabó.
- ¡Merlín! – logró exclamar apenas recordó que lamentablemente aún respiraba. - ¿Qué haces aquí?
- Compro una casa…
- ¿Qué? – trató de sonar despreocupada - ¿Petunia es cierto lo que dice?
- ¿Se conocen? – preguntó una sorprendida Petunia.
- Es mago…
El rostro de su hermana se tornó libido.
- ¿Un fenómeno?
- Exacto un fenómeno petulante y enormemente apestoso.
- Y por cierto – agregó James – Un fenómeno con mucho dinero dispuesto a pagar el preció que la adorable Petunia estime conveniente…
El rostro de Petunia adoptó el característico brillo inteligente que caracterizaba a los Evans cuando de trabajo se trataba, entonces, solo entonces Lily comprendió que quedaría en la calle.
- Ahora hablamos un mismo lenguaje Sr. Potter.
- No puedes hacer esto – trató de oponerse con desesperación – Yo no he vendido la mitad de la casa que me correspondo- pero Petunia ya se había ido…
- No es necesario que lo hagas – explicó James – Yo compraré la mitad de Petunia y la hipoteca.
- Eres un asno repugnante ¿Lo haces por fastidiarme? – James asintió con la cabeza.
- Es parte de mi existencia.- sintió que la rabia la sobrepasaba, que sus manos inconscientes se movían en busca de un arma…
- ¡Que te den! – gritó Lily mientras arrojaba con errónea puntería un adorno de porcelana a la cabeza de James Potter.
- No estás ni cerca reportera.- se burló.
- ¡Esto es tu fin! Eres un asno miserable.
- Y tu una inescrupulosa, serías capaz de venderte por nada…
- Ya he rechazado tu oferta – trató de atacar enfocando en su mente algún punto débil al cual lanzarse – No me apetece para nada probar algo tan "pequeño".- finalizó con inseguridad una infame mentira.
- ¿Pequeño?- sonó sorprendido – Cariño, el último adjetivo con el que podrías calificarme es pequeño.
- Cariño recuerda que he tanteado tu "pequeña – puntualizo dirigiendo la mirada a su entrepierna – barita"
- Eso es una jodida mentira…
- Para variar – lo ignoró – Podría publicar algo que pueda corroborar con testimonios la gente toma muy en cuenta esa historias.
- Te demandaría.
- No me has demandado con esta entrevista y menos lo harás…
- No lo dudes ni por un minuto, reportera, Jamás se bromea acerca de las proporciones de un hombre…
- Pues yo no planeo bromear, Sr. Potter si no publicar algo sumamente verdadero – mintió.
- ¿Verdadero? – sus ojos refulgieron con algo que hizo temblar los cimientos de Lily – Podríamos aprovechar que estás ligera de ropa para comprobar tu hipótesis – dijo mientras acortaba las distancias entre ellos.
- No, no lo creo – contestó mientras se escabullía detrás de un sofá y muy cercana a la puerta de salida.
- Tienes miedo reportera.
- ¿Lo podrías llamar asco?
- Me dio la impresión la otra noche que mis besos no te incomodaban…- sonrió con malicia.
- Estaba ebria – busco un pobre excusa – no sabía lo que hacía…- recordó las audaces manos de James Potter y se sonrojó - En realidad estaba muy muy…pero es que muy borracha.
- ¿Borracha o excitada? – su voz sonó a un suave ronroneo.
- Confundida – corrigió – Tu sabes el alcohol y esas cosas…-James chasqueó la lengua.
- No me parece, en realidad estabas cacho…
- ¡Vasta! – gritó exasperada – Vete de mi casa en este momento.
- Solo la mitad reportera – apuntó – El resto es legalmente mío en cuanto Petunia firme los papeles.
- ¿Qué pretendes hacer? – por primera vez se sintió desamparada.
- Vivir aquí por supuesto.
- ¿Aquí? – repitió con incredulidad – Vamos Potter este es un barrio muggle…
- Deseo ampliar mis horizontes.
- Deseas venganza…
- Eso también, cariño.- dijo con indiferencia
- Te pudrirás en el infierno.
- No reportera, tú te pudrirás en el infierno si no me pagas la hipoteca…- fue la última advertencia que realizó James Potter antes de desaparecer de la habitación.
VII
"Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y
el hombre, y un
principio malo, que ha creado el
caos, las tinieblas y la mujer"
Pitágoras
Sirius depositó su traje de entrenamiento sobre los banquillos y se quedo viendo a James fijamente sin ocultar su molestia.
- Creo que esta vez has llegado demasiado lejos Prongs – le reprendió.
- Lo dices porque la reportera te atrae - dijo impasible.
- ¡Diablos! Por supuesto que me atrae a quien en su sano juicio no lo haría.
A él también le atraía, se increpó mentalmente, ¡Joder! Si hasta había tenido un encuentro muy cercano con la reportera.
¡Clic!…algo en su cabeza hizo… ¿Clic?
Aquel encuentro había sido un desastre, un desastre de comienzo a fin, se pelearon como dos perros carniceros, sin embargo terminaron enredados en algo muy peligroso. En algo que no podía sacar de su mente, algo- se aterrorizó- que ni siquiera había comentado con sus amigos.
- ¿Qué pretendes lograr invadiendo su casa? – insistió Sirius.
- Corrección la mitad de la casa es mía…
- Como sea Prongs ¿Qué quieres lograr?
- Controlar lo que escribe, fastidiarla y vengarme.
- ¿Te enfadó que escribiera de tu padre? – preguntó con algo más de paciencia.
- Enfadar es lo mínimo que sentí en ese momento y matar estuvo muy, muy cerca – esbozó una sonrisa desquiciada.
- Moony me ha informado – dijo con cierto rin- tintin – Que has comprado la hipoteca y que pretendes amenazarla.
- La venganza puede ser muy dulce…
Sirius sonrió ampliamente y adoptó su sempiterna postura galante que volvía tan locas a sus fans.
- Trataré de mantenerla muy alejada de su casa.
La expresión de triunfo en el rostro de James rápidamente se transformó en marcado disgusto.
- Tú eres mi amigo y debes apoyarme – insistió.
- Disfruto mucho más fastidiándote.
- ¡Dios! ¿Qué sucede con la camaradería y el ¡Vamos Macho!?
- Puedes llevar chicas a la casa mientras yo la distraigo – río – A eso lo llamo camaradería.
- ¡No, no me apetece! – se quejó, recordándole a Sirius que interrumpir los planes de James era muy peligroso, pero no por ello menos divertido.
- Veamos, puedes fastidiarla de otras formas – lo tranquilizó -las mujeres odian el desorden, la cerveza, las reuniones atestadas de testosteronas, otras chicas bien dotadas ocupando su espacio…- Los ojos de James se iluminaron con malicia.
- Lo que me recuerda que debo ofrecer una fiesta para inaugurar mi nueva casa…
- ¡Ups! – Sirius se estremeció – Eso si que es llevar la situación a los límites, una vez que sueltes a la leona ten cuidado que muerde – le advirtió.
- ¡Nahh! La reportera solo ronronea, pero no muerde.
…-…
Nada como el hogar, pensó Lily mientras se aparecía en la apacible entrada de su casa. Las habitaciones que ahora se veían amenazadas por la inminente llegada de su enemigo número uno aún conservaban esa paz, la tranquilidad que se solo le otorgaba a cualquier ser humano saber que ha llegado a un lugar donde sabe que no puede ser herido.
Depositó las carpetas de sus manuscritos sobre el recibidor, tal como había hecho todas las tardes durante los últimos meses, cuando se percato que algo, en el dulce hogar del los Evans no iba bien.
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum!
El infernal sonido de una batería inundaba todo el espacio, los gritos desgarrados de un catante masculino, que simulaba cantar rock le pusieron los pelos de punta…
¿A caso había olvidado apagar el equipo de música? Se preguntó extrañada.
Corrió hacia la sala, varita en mano, cuando se percató que la hasta ahora, ordenada y femenina sala de los Evans era un caos.
Recorrió con sus ojos el desastre lo encontró:
- Dos Snitch´s que revoloteaban furiosamente por la estancia – con muchas probabilidades de herir cualquier blanco.
- Escobas voladoras estacionadas en los múltiples rincones de la sala.
- Botellas y botellas de cerveza de mantequilla repartida por doquier.
- Un sucio y mal oliente uniforme de las Urracas de Montrose sobre el sofá preferido de su madre.- lo levantó con sus manos y lo vio, Potter estaba escrito en negrillas en el reverso.
Entonces lo supo…
Supo con seguridad que esos eran los últimos instantes de vida del afamado buscador de quidditch.
- ¡Perfecto! – Gritó enardecida - ¡Perfecto! Te mataré, no…no antes te torturaré – se corrigió- Luego cortaré cada uno de tus putrefactos pedazos en rodajas y se los tiraré a las lechuzas ¡¿Me oyes?! A las lechuzas – reiteró.
- ¡Merlín! – silbó James desde el marco de la puerta – Esa si que es un muerte cruel.
Rápidamente se volteó para que el hechizo diera golpe certero en su boca y esta se llenara de espuma, estaba preparada a gritar, pero la impresionante vista la detuvo…
¡Joder! Envuelto con escueta toalla que cubría solo lo esencial, James Potter tenía el mejor cuerpo que la magia pudiese fabricar. En su abdomen estaban resaltados los músculos de una manera espectacular, sus hombros eran gigantescos, su piernas…
Un sonrojó recorrió su cuerpo desde la punta de los pies, Lo observaba como una adolescente asombrada, y aun sabiéndose una idiota, no podía detener su escrutinio.
-¿Hay algo en particular que llame tu atención?- preguntó divertido.
Entonces Lily despertó…
- ¡Rayos! – Gritó - ¡Degenerado!, ¡Nudista!, ¡Pervertido! – Mientras con su certera varita dirigía objetos hacia su blanco.
James, divertido, trató de escabullirse de la fallida puntería de la reportera y de la fructifera lista de insultos, sin embargo cuando un objeto de dudosa procedencia acertó en su cabeza, decidió que era hora de cambiar de táctica: "De la evasión al ataque". Embistió con el hombro en la cintura, y el impacto la empujó contra el sofá. Sin perder un segundo le arrebató la barita de la mano. La reportera forcejeó para recuperarla, pero James la obligó a volver a su sitio y la sujetó contra el sofá con todo su peso.
- ¡Podrías haberme matado! – vociferó.
- ¡Ese era el plan genio! – chilló en respuesta, mientras probaba a debatirse un poco para quitarse de la presión que ejercía James con su cuerpo. Rápidamente este frustró sus intentos aprisionándola aun más (si era posible) contra el sofá.
- ¡Estás como una cabra reportera!
- Y tú…tú eres un degenerado – La sonrisa impúdica que esbozó Potter le indicaba que su opinión poco importaba.
- En un principio disfrutaste de la visión…
- ¡Ayyyyyyy! – gruñó enfurecida – En estos momentos puedo asegurar que tu ego pesa unas cuantas toneladas más que James Potter.
- Admítelo – la picó – lo disfrutaste.
- ¡No y no! – meneo la cabeza – Solo…solo estaba sorprendida, no todos los días vez un exhibicionista pasear por tu propia casa.
- Nuestra – acortó las distancias entre sus rostros al poner énfasis en sus palabras.
Nuevamente la escena de la fiesta se repetía, se percató Lily, debía alejarse pronto de ese lugar si no quería que esta vez las cosas fueran demasiado lejos.
Esto es un déjà vu – dijo con sensual placer, mientras expandía su sonrisa de pura dicha.
¡Maldición! El también se había dado cuenta, se lamentó.
- ¡Levántate! – le espetó, tratando de ocultar el evidente nerviosismo.
- Al parecer estamos destinados a terminar de esta forma, reportera – se burló. No obstante, su voz había adoptado un tono decididamente carnal.
- No me beses – le advirtió Lily – No estoy de humor para entrevistas.
- Tienes un lengua mordaz Evans – con su nariz trazó el contorno de su cuello, procurando que los fuegos del demonio se extendieran por todo su cuerpo – Hueles bien…
- Por favor – rogó.
- ¿Por favor, bésame? – preguntó divertido y excitado a la vez, juntando ambos cuerpos al límite, dejando claro lo que iba acontecer…
- No…- murmuró atemorizada por su propia reacción.
Él meneó la cabeza en un gesto negativo, como si no se comprendiera a sí mismo y lentamente apresó sus labios con los suyos.
Entonces Lilian Evans, reportera rosa, dejó de pensar y solo se dejó llevar por el momentos, por el beso embriagador, por sus labios exigentes, por su dulce lengua y las ansias desenfrenadas de alcanzar algo desconocido.
James deslizó la mano bajo de su blusa antes de que ella estuviese preparada, pero no intentó detenerlo, permitió que desbrochara su sujetador, y no protestó. Se sentía maravilloso sus manos recorriendo sus pechos, apresando sus pezones, incluso discutió cuando el aire golpeo su torso y su lengua rozó un de ellos. Un placer ciego la nublo y gimió. Benditamente el no se detuvo, si no que prosiguió con la tarea, rodeo el tenso pezón con su nariz luego se lo introdujo en la boca, logrando que la humedad de sus pechos se trasladara en medio de sus piernas.
Enterró sus manos en su espalda y lo aferró a ella, instigándolo a que continuara con el castigo, todo lo que hiciera no importaba siempre y cuando ese estremecimiento no acabase.
No se molestó cuando sintió que sus bragas se deslizaban por sus caderas y la falda se enrollaba en su cintura, menos cuando James se situó entre sus piernas y acarició ese tierno lugar, húmedo y desesperado, el placer era demasiado intenso para darle fin. Él acercó sus caderas hacia el grueso miembro y se impulsó inexorablemente mente contra ella. El dolor aumentó separándose del goce, entonces atemorizada se percató de la magnitud de lo que estaba aconteciendo….
Y se escabulló.
Golpeó con sus puños su pecho y cerró sus piernas.
- ¡No! – jadeó, mientras caía sobre el suelo con un golpe seco al borde de las lagrimas.
- ¡Joder!
Juró James enfurecido, pero la verdad lo había golpeado tanto como a ella. Se cubrió con la toalla y se quedo viendo asombrado los hermosos ojos verdes de la reportera, brillosos por las lágrimas.
Estaba avergonzada se percató, avergonzada y aterrada por los límites que habían alcanzado…Si ella…si ella no lo hubiese detenido él se habría seguido como un loco robándole…robándole la virginidad.
¡Por los pantalones de Berlín! ¿Lily Evans, la arpía, era virgen?
Próximos capítulos
- Me gustaría discutir…- Habló un James notablemente cohibido – Tu sabes…sobre lo que pasó la otra noche.
"Y yo necesito suicidarme" pensó Lily mientras esbozaba la sonrisa más sincera y calma que encontró en su repertorio de hipocresías.
- ¿La otra noche?
- Si – asintió.
- No recuerdo nada Potter- Esta completamente olvidado en el baúl de recuerdos incinerados- Trataba de sonar cínica, se percató James, sin embargo el sabía que la pelirroja tenía tan latente el recuerdo de lo acontecido como él.