Porque llevo yo en la sangre,
ansiedad por abrazarte.
Nunca soltarte,
hasta morir junto a ti.

"Sangre", Thalía

"¿Por qué el riñón de Eric, Jesús?" Suspiró Stan. De todos los riñones en el mundo, debía ser el de Cartman.

¿Por qué no el de Garrison? Seguro que podrían canjearlo por sexo oral o algo así. Butters lo hizo una vez y dijo que sabía raro, pero que estaba bien. Aunque por otro lado, fue a cambio de pornografía homosexual, no por una parte del cuerpo.

O el de Chef. Seguro que diría que sí y hasta compondría una canción llena de mujeres haciendo strip-tease en medio de la sala de operaciones.

Hasta el de Kenny, pues al fin y al cabo ya había muerto y a nadie le importaba qué hicieran con sus restos.

Si sólo de Stan dependiera la vida de Kyle (y así es, en cierta forma, pues la madre de Kyle está muy ocupada buscando pasta dental olística como para ayudar a encontrar un riñón para su hijo), él sería capaz de darle la mitad de su sangre, de su vida y de su alma. ¿Qué hará un niño de ocho años en este mundo, tan loco y tan grande, sin su mejor amigo¿Con quién irá a ver su primera película porno¿Con Shelly? Por muy puta y lesbiana que sea, le parecen asquerosas ese tipo de cosas.

Cuando vaya a la Universidad¿A quién le contará cuando se tire a una chica diferente cada noche¿A Wendy? Para ese entonces, tendrán algo serio y si Stan hace eso, ella lo golpeará, se irá llorando y lo demandará. Le pasó a Jimbo.

¿Con quién comparará el tamaño de su pene¿Con el mendigo impedido? Él no tiene pene.

Stan juega con las hojas secas en la acera. Las pisa con sus tenis, pero trata de no ensuciarse con las tripas de Kenny, quien sigue aplastado debajo de un piano. Empieza a desear que las ratas se lo lleven pronto, porque él apesta, cuando se le ocurre una idea.

Ojalá su madre no se enfade porque está usando sus guantes mientras le roba un riñón a Kenny. A veces, un niño de nueve años debe hacer, lo que un niño de nueve años debe hacer.