Disclaimer: "Tsubasa Chronicle" (TC) y sus respectivos personajes corresponden a CLAMP y empresas asociadas a su producción y distribución. No tengo fines de lucro con ese fic ni pretendo tenerlos, así que no me demanden.

ADVERTENCIAS: Spoilers del manga 162!!. Si no se sienten preparados para leer; no lo hagan.

¡Que disfruten de la historia!.

ARASHI ARISUGAWA KISHUU.

"EL SIGNIFICADO DE LA FUERZA".

Capítulo primero: "El escape… y los recuerdos".

Todo era oscuridad ahora…

Viajaban a través del túnel dimensional, cargando con el peso de sus propias culpas, cerrando los ojos por miedo a abrirlos y recordar tan dolorosa partida.

Muerte y angustia los embargaban completamente. Unos habían perdido más que otros. Y el resto, sólo dormitaba en su propia conciencia de no saber si aún quedaban fuerzas suficientes para seguir adelante con lo que habían deseado fervientemente y por lo que habían luchado con cada fibra de su ser: el proteger a los que amaban.

Habían vuelto a ser cinco, mas en sus corazones; todos habían muerto un poco después de enfrentar el infierno al que Ashura-ou (1) los había sometido, tanto física como psicológicamente.

"Syaoran" llevaba fuertemente abrazado a sí mismo el exánime cuerpo de la princesa Sakura, quien no viajaba dormida como era costumbre, sino ida, sumida en su cuerpo carente de alma. Ya no estaba fría por no tener sus recuerdos; era peor aún. No era conciente de lo que pasaba a su alrededor ni del porqué de este viaje. Sólo cumplía con su rol en toda esta tragicomedia: ser la vasija para los recuerdos por los diversos mundos que recorrían. Por su parte, "Syaoran" mantenía firme su deseo de proteger a la hija de Clow costase lo que le costase. Después de los horrores que tanto él, como "Fye" y Kurogane había pasado; ya no podía dar pie atrás. Debía a toda costa evitar que los planes de Fei Wan Reed se concretaran, pero todas las revelaciones que hasta hacía unos momentos había visto y escuchado; lo mareaban y dejaban desconcertado… Desde hacía mucho tiempo que todo el plan de revivir lo que se encontraba bajo las ruinas en el país de Clow se había puesto en marcha… y nadie había tenido el mínimo de deferencia de advertirles que eran parte de todo ese complot.

Kurogane pensaba en algo parecido… el peón de la Bruja Dimensional… ¡Jamás se imaginó que esa mujer lo había estado utilizando desde el principio!. Pero no era eso lo que más le dolía; sino el saber que la princesa Tomoyo tenía conocimiento de eso y que a pesar de todo¡igual lo había mandado de viaje fuera de su país!. Estaba indignado; ¡irritado era decir poco!. Saber que la muerte de su madre en el inoriba (2) y el deceso de su padre habían sido el resultado de un plan de un ¡desquiciado tipo que lo único en lo que pensaba era en vengarse por no haber obtenido su deseo!. El quedar huérfano y al borde de la locura había sido planeado meticulosamente desde un comienzo sólo para lograr capturarlo y usarlo como una burda pieza de ajedrez… Sabía de sobremanera que el hecho de que Yuuko hubiese intervenido más rápido llevando a Tomoyo hasta Suwa, había sido mejor destino que ser parte de la banda que comandaba el asesino de su madre, pero no podía evitar detestar el haber sido utilizado desde el principio, y sólo para satisfacer los caprichos de la bruja.

Dudaba si ahora era el momento más propicio para pensar en volver a Japón y ver a la Miko (3). No tenía la menor idea de cómo reaccionaría al verla ya que tenía sentimientos encontrados: su deseo era volver, pero ya no sabía bien el por qué. Más bien, ya no sabía si él deseaba volver o eso era parte de todo el plan… Y eso lo mantenía angustiado, pero, gracias a su orgullo y el poco tiempo de reacción que todos tuvieron en Celes; nadie parecía haberse dado cuenta de esas dudas. Aparte, su comportamiento todavía más frío y reservado- que era lo que ayudaba a mantener un poco de cordura y darle sentido de dirección al grupo-, no dejaba entrever que algo le ocurriese; al menos visto por los ojos de los demás. La única excepción era Mokona, quien gracias a su poder de intuición; lloraba en silencio por lo que sentía el ninja, y que no aceptase la ayuda ni el apoyo de nadie.

Sumido en sus propios problemas, "Fye" también se atormentaba a sí mismo con los últimos sucesos vividos en el reino helado.

-¡Termina con esta farsa!- gritó coléricamente Kurogane, arrodillado al costado de "Syaoran"-. ¿Qué demonios estás planeando mostrándonos algo que puede ser descubierto tan fácilmente? (4)

-Tan sólo quiero que concedas mi deseo… "Fye"- murmuró Ashura-ou, con ojos transfigurados.

El platino se espantó… El deseo del Rey de morir debía ser cumplido por ¿él?. O sea; ¿debía matarlo?.

-"La maldición de matar a 'aquellos con poderes mágicos superiores a los tuyos' que fue puesta sobre ti se romperá luego de un uso"- resonó en la mente del mago.

Si eso era cierto, ese sello ya estaba quebrado al matar físicamente a Sakura-chan, por lo que esa ya no era razón para continuar matando, aunque aún quedaba ese deseo de su antiguo Rey.

A pesar de estar sumido por la ira en contra de Kurogane por matar al verdadero Fye, cuando se volteó a mirar consternado a Ashura-ou; su voz sonaba casi tan calma como lo era anteriormente.

-Yo… no puedo matarte- le dijo arrastrando las palabras.

-Dijiste que cumplirías con tu promesa: que eliminarías toda amenaza de mi reino; y yo ahora soy la peor amenaza. O es que prefieres que sacie mi sed de sangre asesinando a nuestros invitados¿"Fye"?- el hombre no dejaba de sonreír amablemente, sin borrar tampoco esa nubosidad diabólica de sus ojos oscuros.

-Yo…- el pobre mago estaba presa de la confusión.

Ya no existía la forma física de su gemelo gracias a que Kurogane lo "matase" rompiendo ese recuerdo "viviente" con su espada, por lo que ya no tenía razones para querer resguardar la integridad del mandatario de Celes y ex compañía de su hermano, pero aun así dudaba de su cometido. No era porque no quisiese proteger a sus amigos- ya que los quería mucho y por eso razón había optado por mentir a destajo; sólo para protegerlos de sí mismo- sino que, en el fondo; sentía aprecio por la única persona que lo socorrió y le dio una posibilidad de seguir con vida después del encierro en ese calabozo, separado de todo contacto humano con vida.

-Cumple mi deseo… por favor- la voz de Ashura-ou lo trajo de vuelta de sus cavilaciones.

Una súplica… ¡le suplicaba que lo matase!.

-Yo no quiero estar más en este mundo, así como tu no deseabas volver a verme. ¿Por qué no evitas tanto dolor y acabas conmigo?- volvió a hablar en Rey, impertérrito en su posición.

-Sólo si antes me dices donde está el cuerpo de Sakura-chan…- pidió a cambió el platino.

-Está en el único lugar donde pueden residir los cuerpos sin alma- habló, separando sus manos y alzando su brazo izquierdo hacia el costado, en forma diagonal-; está en la piscina de Ruval.

-¡Rápido!- gimoteó nuevamente "Syaoran" aún tendido en el piso-. ¡De prisa, antes de que ella muera!.

Trató de ponerse de pie, pero no lo soportó. Le dolía profundamente su ojo izquierdo, por lo que llevó su mano para cubrirse el sector.

-"Syaoran"- lloriqueó Mokona, saltando a tierra.

El ninja le miró preocupado, pero volvió en sí al escuchar su nombre.

-Kurogane, ve tú y sácala del agua; yo cuidaré de Mokona y "Syaoran"- le ordenó el mago sin mirarlo.

-Pero…- trató de rebatir el hombre.

-No pierdas tiempo; no sobrevivirá mucho más si no la sacas- le recriminó "Fye", volteando apenas el rostro.

Miró a su compañero con su ojo bueno, centelleando decisión.

-Confía en mí…- suplicó cortante.

Sin pensárselo más, Kurogane corrió hacia la dirección que todavía apuntaba Ashura-ou, sorteando los escombros de ese palacio en ruinas.

La piscina de Ruval era un estanque profundo rodeado en su contorno por una baranda de metal negro. Al llegar, se quitó el abrigo negro y el cinturón, quedando en una camisa negra de mangas largas. De una patada, se descalzó las botas y sin más preámbulo; se sumergió dentro de las frías aguas. Nadó lo más profundo que pudo, mirando y girando en todas direcciones buscando el cuerpo de la princesa.

-Está en las profundidades encerrada- habló una voz en su mente que le sonó familiar-. No pierdas tiempo; yo te ayudaré.

Esa voz se convirtió en una "presencia" que iluminó su camino hasta el fondo de la piscina, ayudándolo a contener la respiración sin dificultades.

Centellante, en el piso de todo ese líquido, estaba encerrada en un féretro de cristal el cuerpo de la princesa Sakura.

Al llegar, trató de romper con todas sus fuerzas el contenedor, pero se le hizo imposible.

-Sólo se puede romper con magia…- habló de nuevo esa voz familiar-. Une tus manos y yo haré el resto…

-¿Quién eres tú y…?- quiso preguntarle.

-¡No hay tiempo!- gruñó la voz-. Limítate a saber que me conoces…

Tomando conciencia de que su misión era imperiosa, obedeció todas las indicaciones de la voz. Unió sus manos como si rezara y de pronto; un haz de luz salió de ellas golpeando a la urna. Esta se quebró en diversos fragmentos que aterrizaron en los costados de la piscina sin causarle ningún daño en el cuerpo. Lentamente, la figura de la princesa comenzó a flotar hacia Kurogane, el cual la tomó por la cintura y la cargó sobre su hombro derecho; nadando ascendentemente hasta la salida.

-¿Quién eres?- volvió a preguntarle a la voz, tratando de distinguir si provenía desde alguna dirección específica.

-Nos veremos muy pronto, Kurogane…- respondió.

Sólo había un lugar donde era llamado por su nombre y sin adicionales.

-¿Tomoyo?- le inquirió, pero esa "presencia" se disipó al instante.

Sin saber cómo, alcanzó al fin la superficie, agarrándose de la baranda con la mano izquierda. Hizo fuerza para impulsarse y salió del agua, cansado por cargar con su peso y el peso de la chica.

Cuando tocó tierra, corrió del vuelta al centro de la batalla, encontrándose sin novedades, excepto porque el mago estaba al lado de "Syaoran", quien ahora estaba desmayado.

-¡Kuro-pon!- gritó Modoki, saliendo a su encuentro.

Se arrodilló al otro lado del joven, depositando con cuidado el cuerpo de la chica, a quien había cubierto con su capa luego de sacarla de la piscina.

-¿Y el mocoso?- preguntó.

-Se desmayó; estaba manteniendo una conexión mental con alguien- se limitó a responder "Fye", sin mirarlo siquiera, poniéndose de pie rápidamente.

Se colocó delante del grupo extendiendo los brazos.

Ashura-ou, tan sólo distante de unos pasos; le miró profundamente.

-Ya tienes el cuerpo de la princesa; ahora concede mi deseo, "Fye".

-Como quieras- le respondió con una voz carente de emoción.

Comenzó a escribir caracteres de extrañas formas con su mano izquierda, creando un anillo dorado que viajó hasta rodear el cuerpo del Rey, quien lo miró en todo su diámetro; sonriendo. El aro le aprisionó el cuerpo, estrujándolo, pero no cambió la expresión de su rostro. Con un último y fatal hechizo escrito, el mago golpeó los cristales que formaban la corona de Ashura-ou, matándolo certeramente.

Una explosión los obligó a cubrirse el rostro, mientras millones de esquirlas salieron volando en todas direcciones.

Cuando eso terminó, Kurogane levantó la mirada. Ya no existía rastro de Ashura-ou por ninguna parte.

-¿Lo mataste?- se atrevió a preguntarle al otro.

-Ese era su deseo- se limitó a responder el rubio-. Será mejor que marchemos pronto de aquí- se alejó del grupo, buscando con la mirada un objeto.

-¿Qué buscas?- preguntó el ninja.

-A Flowright (5)- le contestó, levantando algunas piedras, buscando incesantemente.

-¿Y qué demonios es esa cosa?.

-¡Aquí está!- corrió directo hacia una pequeña luz que brillaba cerca del lugar donde Kurogane había destrozado el cuerpo del Fye original.

Tomó entre sus manos enguantadas el talismán y volvió presuroso a donde estaban los demás.

-¿Qué es eso, "Fye"?- fue el turno de Mokona al preguntarle.

-Cuando lleguemos al siguiente mundo; te lo diré, Moko-chan- le habló lentamente-. Debemos partir pronto, antes de que llegue Syaoran-R. ¿Estás en condiciones de transportar a los demás?- le preguntó, acariciándole las orejas con ternura.

-¡Déjalo a mí!.

La pequeña blanca abrió la boca dispuesta a tragárselos mientras "Fye" volvía escribir un anillo rúnico que rodeó su cuerpo.

Matar a alguien… tan sólo había matado una persona en su vida. A la única que lo comprendido y que le ayudó; aceptando todas sus mentiras y preocupándose por él aún sabiendo lo que iba a hacer en su contra.

Se giró un poco en el Túnel de las Dimensiones para observar a la pequeña Sakura-chan, que estaba ahora semi dormida en los brazos del joven arqueólogo que había logrado recobrar la conciencia mientras eran transportados.

-Perdóname, Sakura- chan- le dijo despacio, siendo conciente de que no sería escuchado.

Apretó su ojo azul con fuerza, crispando sus manos. Ya nada podía hacer por sí mismo, pero si podía ayudar a los demás; y ese sería el único propósito que tendría desde le momento en que aterrizasen en el siguiente mundo. Si su princesa había podido cambiar el futuro- del que ambos había tomando conciencia-; entonces él también podía cambiar el suyo y unirse a los demás para derrotar a ese hombre que lo maldijo y que lo obligó a atentar contra las pocas personas que habían amado sinceramente. Estaba dispuesto y seguro para acabar con él, costase lo que le costase.

-No permitiré que nos vuelvan a hacer daño nunca más (6)- fue lo último que dijo, mientras bajo sus pies; comenzaba a sentir la sensación de dureza.

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Una gigantesca gota que adoptó la forma traslúcida del cielo se formó, reventando poco después sin humedecer nada.

-¡Hemos llegado a un nuevo mundo, puuu!- gritó con suma alegría la pequeña Mokona, cayendo sobre una cabeza cubierta de cabello oscuro.

-¡Quítate de mi cabeza, shiro manjuu! (7)- le contestó un particularmente molesto Kurogane, agarrando de las orejas a la esponjosa Modoki y lanzándola a los brazos de Syaoran, quien había aterrizado unos pasos más allá.

-¡Kyyaa¡Kurogane es muy violento con Mokona!.

-Tsch…- salió de los labios del ninja, mientras se ponía de pie.

Habían aterrizado en el páramo de un bosque de altos árboles que eran movidos por una suave brisa primaveral. Comparado con el mundo anterior; este poseía un clima agradable, especialmente después de los últimos incidentes y revelaciones.

Se limpiaron las manchas de tierra y pasto que se habían ganado al aterrizar y comenzaron a deambular, buscando una salida al enjambre de bosque en el que estaban. Kurogane se adelantó un poco del grupo, serpenteando entre las raíces de unos cerezos que se escapaban del suelo. Caminó entre ellos, mirando en varias direcciones y aspirando el agradable aroma que revoloteaba en el aire. Tenía la ligera impresión de que había estado antes en este lugar con anterioridad.

"Syaoran", por su parte, cargaba a Mokona sobre su hombro izquierdo, tratando de seguir el rápido caminar que de pronto había empezado a tener el ninja, a su vez que la pequeña levantaba las orejas largas en dirección al cielo, tratando de ver si podía captar la presencia de una pluma cerca. "Fye", se mantenía un poco distante del grupo, agazapado en sus propios problemas. Y Sakura, caminaba por inercia a un costado del mago, mirándolo de reojo de vez en vez.

-Mokona siente una presencia muy poderosa en este país, pero no es la pluma- dijo frunciendo su ceño invisible.

Sin prestar atención a lo que hacían el muchacho y Mokona, el ágil ninja, se apoyó contra el tronco de un árbol muy nudoso, y sin mediar nada, apoyó la suela de su bota en una raíz, sujetándose con los brazos en la rama más baja de la copa. Tomando impulso y haciendo uso de sus facultades de escalador, prontamente ya estaba situado en la rama más alta del Sakura al que se había subido, observando desde su posición; los perímetros de una vasta ciudad amurallada.

Protegiéndose de los rayos del sol, se colocó las manos como visera, escudriñando lo que más podía de esa ciudad fortificada. Su extensión era bastante amplia, coronada por un imponente castillo al estilo oriental de varios pisos de altura.

-No puede ser…- murmuró para sí mismo.

Sobre el último piso del castillo, flameaba una bandera que poseía una media luna en el centro. Desde algunas torres, se podía divisar a variados ninjas vigilando el interior del lugar, todos ellos portando distintivos diversos con un símbolo común: la media luna.

-El castillo Shirasagi… estamos en…- pero no terminó de hablar, ya que de un salto, aterrizó en tierra con habilidad, asustando a Sakura y Mokona, quienes también le buscaban.

El ruido de la caída alarmó a "Syaoran" y "Fye", quienes se habían dividido tratando de ver por donde podrían salir. Caminaron rápido al lugar donde escucharon a Mokona chillar, encontrando a Kurogane cruzado de brazos, pero extrañamente inquieto.

-¿Qué pasó, Kurogane-san?- preguntó el más joven, frunciendo el ceño ante la actitud del ninja.

-Llegamos a mi mundo…- contestó, con una voz ronca, cerrando los ojos para ocultar un brillo que nacía en ellos-. Será mejor que lleguemos al castillo de Tomoyo…

Le dio la espalda a sus compañeros, siguiendo un sendero de árboles cortados que parecía ser la salida de ese lugar.

Nadie comentó nada durante el trayecto, excepto Mokona, quien festinaba a Kurogane, tratando de hacerlo sonreír colocándole esos nombres que solía decirle. La pequeña blanca podía sentir con facilidad que, si bien el guerrero tenía un corazón que albergaba una gran tristeza; ahora estaba feliz latiendo dentro de sí, pero no por el hecho de volver a su propia realidad, sino por el posible encuentro que esperaba se realizase en cuanto llegaran al castillo de ese país.

El trayecto era por demás bastante largo desde el bosque a la entrada de la ciudad, la cual estaba rodeada por un murallón de ladrillos color tierra, y resguardada por dos guardias que les impidieron el paso una vez llegados ahí.

-¿Quiénes son y qué desean?- les inquirió uno de los guardias, apuntándoles con su lanza.

-¿Y quién diablos eres tú para venir a tratarme así?- le contestó Kurogane, irritándose de inmediato, a la vez que dirigía su mano a la empuñadura de Souhi.

El otro guardia bajó inmediatamente su arma, reconociendo al dueño de la voz. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro mientras se cruzaba de brazos.

-No cambias nada, Kurogane; sigues con el humor de siempre. Parece que necesitas un buen trago…

-¡Tú, hijo del demonio…!- escupió Kurogane, imitando a quien lo había reconocido-. Déjanos pasar, tengo que hablar con la princesa ahora mismo.

Con fuerza, ambos guardias movieron las pesadas puertas de roble que daban la bienvenida, iluminando a los recién llegados con brillantes rayos que salían de diversos puestos ubicados en plena calle. Los invadió también el ruido de voces que gritaban anunciando sus productos y personas que se detenían en los distintos stans esparcidos a cada costado de una avenida.

A una señal de Kurogane, "Syaoran" y el resto entraron, despidiéndose de los guardias con una leve reverencia.

Se introdujeron en el grupo algarábico de personas, siguiendo su camino en vía recta. Sakura era la única que se sorprendía observando lo que se transaba en los diversos puestos: desde pescados y frutas, hasta joyas hermosas y telares para ropa. El resto del grupo sólo seguía a su guía en silencio.

Casi se pierden entre un grupo de mujeres parlanchinas que discutían acerca de la compra de alimentos para el almuerzo, pero les hicieron el quite al doblar en una esquina.

Caminaron unas cuadras más hasta encontrar, en una calle poco concurrida; un palacio oriental de colores vivos matizados de verde. El portón, de madera color guinda, no poseía ninguna seguridad aparente, pero al momento de que Kurogane intentase empujar las puertas; dos navajas filosas pasaron rozándole ambas mejillas.

"Syaoran" se ubicó delante de Sakura, invocando su espada con el poder de sus manos, a la vez que "Fye" empezaba a trazar símbolos irreconocibles entorno a él. El ninja los detuvo con un gesto, mirando en dirección de donde provino el ataque, percatándose de que, sobre la muralla de entrada del castillo, habían varios hombres vestidos con ropajes oscuros portando todo tipo de armas cortantes.

El líder- y autor del ataque- saltó en dirección al suelo, cayendo en una posición felina delante del grupo.

-¡Identifíquense!- le ordenó, sonando su voz muy extraña ya que una tela le cubría casi todo el rostro.

-Tsck… dime tu nombre y te daré el mío- le respondió Kurogane, sin molestarse en desenvainar la espada.

-¡Arrogante!- empezó a rebatir el de negro cuando, corriendo velozmente y saltando el muro; llegó otro parecido a él.

Se acercó a su compañero y le susurró algo al oído mientras boqueaba de cansancio. Asintiendo repetidas veces, el atacante se limitó a silbarle al resto de su pandilla, los cuales, ante esa señal; abrieron el portón y desaparecieron por entre los árboles, recovecos y tejados del palacio. El único que no se marchó fue el mensajero, quien se inclinó exageradamente.

-Tomoyo-hime (8) les está esperando- se limitó a decir, indicándoles que ingresaran.

La primera en entrar fue la pequeña Mokona, quien saltaba agitando sus grandes orejas, llamando a los demás. Sakura acudió al llamado, caminando lentamente, seguida de "Syaoran" quien miraba a cada lado del lugar buscando a quienes los habían recibido y "Fye", quien ocultaba el parche de su ojo con un gran mechón de su cabello. Sonreía como antes, aunque lo hacía sólo para pasar desapercibido de las miradas que los acechaban por todas partes.

-Hyuuu, cuanta seguridad hay en este lugar- comentó enigmáticamente, provocando que el más joven voltease a mirarlo con inquisición.

Kurogane cerraba el grupo, cruzado de brazos examinando concienzudamente al mensajero. Sabía que no era un enemigo, pero no le conocía. De hecho, ninguno de los otros ninjas que los vigilaban desde sus oscuros puestos le parecían conocidos, a excepción de unos cuantos, quienes le saludaron con un gesto de la mano que él respondió.

El sendero por el que entraron era de piedra prensada, coronada por una escalera de madera. Subieron por ella en silencio, un poco asustados al ver que, dentro del recinto; parecía que no habitase nadie. Quien les invitase a pasar los dejó solos en el primer rellano, perdiéndose también tras unos matorrales.

-¡Síganme, ella nos espera!- se limitó a decir Kurogane, colocándose ahora a la cabeza de todos.

Un pasillo de madera pulida fue el camino que los condujo por diversos pasillos rectos que desembocaban en más pasillos y habitaciones, pero una destacaba del resto. Era la más alta que habían visto por todo el lugar, y también la más sencilla de todas. Sólo poseía dos puestas corredizas de papel y madera roja que se entrelazaban, despidiendo una leve luz carmesí.

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-Han llegado- susurró una voz dulce.

El tintineo de las pequeñas campanas que colgaban de su tocado sacaron a la joven Tomoyo de sus cavilaciones cuando giró al escuchar varios pasos que se aproximaban.

-Así estaba predestinado- respondió Yuuko, sonriendo enigmáticamente a su interlocutora.

-Creo que lo mejor será dejar nuestra conversación para después- concluyó la Miko, poniéndose de pie frente al gran espejo redondo en que se reflejaba la imagen de la Bruja Dimensional.

-Es lo mejor. Cuando nos veamos de nuevo, conversaremos de tu deseo.

La imagen de Yuuko se volvió borrosa de repente, dejando limpia la superficie redonda del espejo gris, en que cual ya no se proyectaba ni siquiera la imagen de la propia muchacha.

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Sin esperar a ser invitados y ni siquiera tocando la puerta, Kurogane descorrió la pared fina de papel de arroz.

Un pequeño arroyo cruzaba la estancia en la parte final del salón, en donde había un puente diminuto de madera que finalizaba en otra puerta, pero por donde ingresaron, no existía agua, sino que le piso era liso.

En medio de la habitación, unos escalones de piedra pulida se levantaban, terminando en una plataforma del mismo material. La pared estaba decorada por dos grandes dragones negros con una media luna en medio, y más abajo; había un redondo espejo protegido por las flamas de dos candelabros altos con velas encendidas.

-Bienvenidos, les esperaba- dijo la única persona que se encontraba en el interior, de pie frente al espejo dándole la espalda a los recién llegados.

Se giró en dos pasos, enfrentando a sus invitados.

-Tomoyo…- oyó "Fye" murmurar a Kurogane, con sorpresa disimulada.

-Bienvenido a casa, Kurogane- le dirigió una mirada rápida, pero dulce a su antiguo vasallo.

Descendió lentamente las escalinatas.

-¿Dónde está Souma?- escupió de repente Kurogane, observando con atención que por ninguna parte estaba su antigua rival y guardiana de la princesa.

-Creo que debemos sentarnos a conversar todos, pero los veo muy cansados. He de suponer que están agobiados de viajar tanto- se limitó a responder la joven, colocándose delante del grupo.

Los observó a todos con una rápida mirada y se inclinó respetuosamente, saludándolos con formalidad.

"Syaoran", Sakura y "Fye" le respondieron de la misma forma. Mokona sólo saltó al hombro izquierdo de Kurogane, quien no miraba a los demás.

Tomoyo tomó las manos de Sakura- que era la primera de la fila-, estrechándolas con suavidad.

-Bienvenida a mi palacio; aquí estarás a salvo- le dijo, sonriendo sinceramente.

La hija de Clow devolvió el gesto con respeto. Lo mismo hizo el joven arqueólogo cuando la princesa del Japón feudal se dirigió a él. Al saludar a "Fye", este se inclinó para besar la mano de Tomoyo, cubriendo astutamente con un mechón de pelo; su ojo izquierdo parchado. La chica no se disgustó por el gesto, sino que le sonrió complacida.

-Sólo espero que puedas ser fuerte…- fue lo único que le dijo al rubio separándose de él.

Cuando se disponía a dirigirse al ninja, este ensombreció su ceño aún más y no la miró directo a los ojos. Una leve punzada se le clavaba en medio del pecho al tan sólo recordar lo de lo que se había enterado últimamente, pero, sin quererlo; sus ojos escarlatas estaban decorados con un fino brillo de emotividad. Como presintiendo lo que sentía Kurogane, Tomoyo le murmuró un "disculpa" muy bajo, inclinándose ante él también. El ninja ni se inmutó cuando le habló.

-Quiero hablar contigo- le soltó de golpe, serio como siempre.

-Seguro. Pero primero deseo hablar con "Fye"- miró al rubio.

-Será un placer- le respondió el mago, haciendo otra reverencia.

La joven princesa aplaudió fuerte y por la puerta aparecieron una chica de largo pelo ondulado tomado en dos coletas y un joven de rostro serio. Ambos estaban vestidos con kimono y hakama blancas con cinturones lilas.

Se colocaron a cada costado de Tomoyo, arrodillándose ante los recién llegados.

-Ellos son Himawari y Doumeki (9), mis sirvientes personales, quienes de ahora y hasta que se queden en esta dimensión; los atenderán y servirán en lo que necesiten- les explicó al grupo.

-Soy Himawari, por favor, si necesitan la menor cosa; no duden en acudir a nosotros- habló la joven de largo cabello.

-Soy Doumeki; estoy a su servicio- se inclinó el joven de rostro serio.

-Por favor, llévenlos a sus aposentos y dispongan lo necesario para la cena- les ordenó a sus sirvientes con dulzura, mirándolos a los ojos.

Sus vasallos asintieron.

-Si me disculpan, personalmente no los podré ver hasta la hora de comer; aún tengo algunos asuntos que concluir. Les ruego que perdonen mi descortesía…- volvió a inclinarse la chica, con sus ondulados cabellos casi tocando los bajos de su traje ceremonial.

-No hay necesidad de que nos pida eso, princesa; lamentamos llegar intempestivamente- habló "Syaoran"; arrodillándose ante ella.

Obtuvo como respuesta una tierna sonrisa de Tomoyo, quien los despidió desde su posición con un gesto de la mano mientras los demás dirigían sus pasos a la salida.

-Sólo espero que todo salga bien aquí también…- le dijo una voz desde el fondo de la habitación, donde estaba el espejo redondo.

-¡Yuuko-san!, ahora si podremos terminar nuestra conversación…- Tomoyo subió de vuelta las escaleras y se sentó sobre sus rodillas observando a la Bruja Dimensional, quien estaba bebiendo una cerveza.

-Me parece perfecto. ¡Nada mejor que un trago mientras se hacen negocios!- rió Ichihara, contagiando a la Miko.

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-Por aquí; por favor- les indicó Doumeki al grupo de viajeros-. Himawari, ve tú a las cocinas a ordena la cena…

-Sí- asintió la muchacha y se fue presurosa por un pasillo.

Caminaron por un largo pasillo de piso amaderado hasta llegar a unas escaleras. Subieron hasta el segundo piso, el cual tenía paredes cubiertas de puertas finas, todas ellas cerradas. A Sakura y Soel Modoki les llamó la atención ese tipo estilo decorativo, de lo cual se percató el sirviente.

-Son las salas que crea la princesa Miko del castillo; sirven para alejar las bestias y los malos espíritus del país- habló en tono doctoral.

-Puuu, se parecen a las paredes de la tienda de Yuuko- agregó la blanca, con las orejas abajo.

-Oh, vaya, estás cosas no se ven en mi país, aunque también tenemos un sacerdote…- comentó "Syaoran", un poco animado, mirando alternativamente a Doumeki y a Mokona, quien estaba en sus brazos ahora.

-Entonces tendrá mucho de que hablar con la princesa Tomoyo; justamente ella me habló el otro día de que…- pero calló de repente, al ver que Kurogane se detenía en una parte del pasillo-. Olvidaba que ese era el camino a su cuarto, Kurogane-san- se inclinó otra vez al nombrar al ninja.

-Deja de comportarte tan formal conmigo…- regañó el aludido, cruzándose de brazos-. Yo me quedó aquí, tengo algunas cosas que hacer.

Se despidió de los otros con un gesto de la mano, doblando por la curva en la que se había detenido, adentrándose en ella.

"Fye" agarró a Mokona justo a tiempo antes de que alcanzara a saltar otra vez al hombro del hombre.

-Creo que él necesita estar solo un poco- le susurró a la creación de Clow y Yuuko, mientras la acomodaba en su propio hombro-. Él necesita pensar en muchas cosas- puntualizó enigmáticamente.

-"Fye"…

Modoki blanca frunció su invisible ceño con preocupación. Ella podía sentir la pena que invadía el corazón de Kurogane, aunque él lo disimulase perfectamente.

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-¿Cuál es tu deseo?- le preguntó la Bruja de las Dimensiones.

-Deseo tener la Ginryuu (10)- contestó firmemente Tomoyo.

Alzando la cabeza, Yuuko miró atentamente a la joven princesa del Japón Feudal quien le sostenía la mirada. Pudo leer en ella la clara determinación de obtener su propio propósito a toda cosa.

-Sabes que el costo de ese deseo es muy alto- replicó con un brillo interesado en sus ojos escarlatas.

-Daré lo que me pidas con tal de tener esa espada- sentenció la Miko, crispando las manos.

-¿Tanto deseas que él no muera?- desde su propia dimensión, Yuuko seguía sacando sus propias deducciones, esperando con interés la respuesta de la pequeña princesa, a la vez que sorbía su cerveza.

Tomoyo se dio su tiempo para responder adecuadamente, aunque en el fondo de su corazón; sabía que lo que le diría a Yuuko distaba mucho de lo que realmente sentía.

-Sólo quiero que se cumpla lo que esta predestinado

La bruja rió tristemente, entrecerrando sus ojos. Lo predestinado… le hacía recordar tanto a cierta persona que antes se lo había dicho: terminar con lo predestinado para creer en el futuro. En el fondo, tenía conciencia de que la princesa le estaba mintiendo; pero no quiso ahondar más en el asunto ya que quería contemplar qué ocurriría después y si su propio deseo era cumplido.

-Entonces… tu pago será la pulsera que tienes en el tobillo- decretó Yuuko, tocando su rostro con la punta de sus dedos.

Tomoyo palideció al escuchar eso, abriendo desmesuradamente sus ojos amatistas, pero no podía dar marcha atrás. Siendo ella una Yumemi (11), podía predecir ciertos eventos relevantes, pero el que había contemplado en su sueño; estaba inconcluso. Mas la sensación de vacío y angustia con la que había despertado al día siguiente, le hacía temer que no tuviese un final muy feliz esa visión.

Arrodillándose en el suelo de su propio salón, revolvió entre su larga vestimenta buscando el pago de su deseo: una fina pulsera de oro en forma de media luna. Se la quitó con un clic, sopesándola en sus manos. Era una joya por demás hermosa, pero no era eso lo que le preocupaba, sino el significado de ella. Era su fuente de poder para levantar el kekkai que mantenía a salvo de los monstruos a su país. Gracias a esa pulsera, era capaz de resistir los ataques con una doble posibilidad de victoria, mas, al desprenderse de ella; ahora todo su pueblo estaría en manos de sus rezos y la creación de nuevas salas, si su poder se lo permitía.

Suspiró un poco cansada, estirando sus manos hacía el reflejo de Yuuko en la pared.

-Envíamelo a través de tus poderes- le pidió la bruja.

Poniendo sus dedos en pose de rezo, una pequeña esfera rojiza se proyectó frente a la Miko, absorbiendo de inmediato al objeto y esfumándose instantes después.

A los pocos segundos; la pulsera caía en manos de Ichihara, quien sonreía dulcemente. Sobre su hombro izquierdo, descansaba la Mokona Negra; Larg, quien dormitaba placidamente.

-Mokona, despierta, necesito que transportes algo- le susurró empujándola con la punta de sus dedos.

-Kyyaa… bararú…- contestó el ser mágico, bostezando con absoluta flojera.

Al ver que su pequeña creación estaba comenzando a despertar, miró en la dirección contraria, a través del pasillo de su tienda, buscando a las gemelas.

-Maru, Moro; ¡traigan lo que les mostré el otro día!- gritó, percatándose que al fondo del pasillo, las pequeñas se asomaban desde una habitación.

-¡Sí, ama!- corearon, saliendo raudas a cumplir con el favor.

Tomoyo observó toda la situación con sumo interés, analizando con sumo interés las últimas palabras dichas por la bruja.

-Tú… tú sabías que te pediría esa espada ¿cierto?- preguntó juntando sus manos en el centro de su falda. No se había puesto de pie porque una debilidad atroz se había apoderado de su cuerpo, fruto del precio que había pagado por esa arma.

La de ojos escarlatas no dejó de sonreír, pero desvió su mirada a los jardines de su tienda.

-Si el sueño no termina… (12) no habrá esperanzas para nadie…- pedió su vista en un particular trozo de tierra, donde el pasto crecía de un color esmeralda que le reconfortaba los sentidos-. Todos hemos hecho un sacrificio para que el destino cambie y haya esperanzas en un futuro… pero aún así; hay deseos que no pueden ser cumplidos- una sombra cubrió los rasgos inexpresivos de Yuuko, obligándola a fruncir su ceño-. El pago que tu has hecho es vital para el destino de Kurogane y de todos, pero si te arrepientes de lo que me has dado, es porque no crees en el mañana

-No me arrepiento porque quiero cambiar lo que vi en mi sueño- agregó Tomoyo con rapidez, también cerrando sus ojos.

-Entonces confía en él y en su propio deseo, pues ahora dependemos de ellos. Ni siquiera yo puedo intervenir por mucho tiempo más… ni él tampoco.

-¿Te refieres a…?.

-Él que no pudo cumplir su deseo

Esas palabras resonaron en la mente de la Miko, perturbándola un poco. ¿Acaso ese hombre tan horrible que había intervenido forjando el futuro de ella y de todos los involucrados en la búsqueda de las plumas de la princesa Sakura aún tenía ánimos de seguir fastidiando sus vidas?. Y lo más terrible ¿cómo podrían detenerlo?... Por eso ella necesitaba recuperar pronto esa arma para al menos tener esperanzas de que lo escrito; pudiese ser borrado.

Moro y Maru llegaron corriendo hasta donde su ama estaba sentada. Le entregaron la espada la cual tomó Yuuko con su mano derecha. Con la otra mano, tomó a la Modoki negra, colocándola en el suelo.

-Ahora envíale esto a Tomoyo-hime, por favor. Y no permitas que Soel se percate de este intercambio- se inclinó al frente, alcanzando la altura de la bola negra-. Confío en ti, pequeña- le besó la joya incrustada en la frente.

-Baruuuu…- dijo el ser mágico y abrió su boca lo más ampliamente que pudo, tragando el artefacto.

A los pocos segundos, otra esfera se materializaba frente a la princesa, rompiéndose en un "trasch", cayendo de ella; la Ginryuu.

-Gracias, Yuuko-san.

-No hay problema, pero ésta espada sólo podré concedértela provisoriamente…

-Lo sé, pero ¿qué precio me habrías pedido para entregármela para siempre?- quiso saber la joven amatista, acariciando la empuñadura finamente tallada en forma de dragón.

-No puedes obtenerla permanentemente ya que fue el pago de Kurogane a cambio de viajar por las dimensiones para llegar a ti de vuelta- explicó Yuuko, doctoralmente, alcanzándole su brazo a Larg Modoki para que volviese a subir a su regazo-. Además, el único precio que pudiste haber dado por ella debe ser guardado para otro deseo…- su rostro nuevamente se volvió enigmático, observando otra vez el pasto que crecía en su tienda-. Bien, creo que eso era todo lo que querías pedirme ¿cierto?.

-Sí. Gracias nuevamente y por favor, no le digas a Kurogane qué di como pago; jamás me lo perdonaría, tú sabes lo orgulloso que es.

-Hmmm… lo sé, pero él tiene sus razones para ser así; especialmente contigo.

-¿A qué te refieres?- le asaltó esa duda a Tomoyo.

Yuuko giró su rostro para mirar por sobre su espalda.

-Debo irme, Watanuki-kun a despertado de nuevo… y debo saber acerca de Sakura-hime.

-Está bien. Adiós, Bruja Dimensional- se despidió reverencialmente, casi tocando con su frente el suelo.

-Hasta pronto, Princesa Miko- la otra mujer la miró dulcemente mientras su imagen se difuminaba de la superficie y mostraba el rostro pálido de la chica.

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Kurogane descorrió la puerta de su habitación, mirándola atentamente.

Todo estaba exactamente como la última vez que la vio esa lejana mañana, el mismo día en que Tomoyo lo exilió de su país y tuvo que llegar a la tienda de la bruja.

-Me las pagaras, Tomoyo…- le dijo al silencio que reinaba en el lugar.

Se quitó las botas negras, tocando con sus pies descalzos el frío de la madera. También se quitó los dos cinturones rojos y la capa negra, desamarrando el cordón que la mantenía sujeta. Con cuidado se quitó la placa roja con el símbolo de la media luna negra y sin darse cuenta, la acarició con suavidad.

Subió uno escalones que mantenían en alto su futón y al llegar a él; se lanzó cayendo pesadamente. Estaba cansado, no sólo en su cuerpo, sino en su mente y por sobre todo; su corazón se sentía abatido. Sabía que él era un hombre fuerte, pero también sabía que no podía ser así por siempre.

-El corazón más fuerte es también el más débil (13)- dijo, sin dejar de contemplar el pedazo de metal que sostenía.

Siguió así por tiempo indefinido, hasta que sintió que sus manos estaban heladas, por lo que decidió cambiarse la ropa. Se quito la pechera de la armadura y los pantalones, los que reemplazó por una polera de mangas largas y pantalones más sueltos del mismo color que solía usar: negro. Como su nombre…

Debía ser firme como el acero, ya que sólo el más fuerte sobrevivía en un mundo donde la vida era lo más importante. Si se titubeaba por un segundo, entonces significaba que preferías morir. Y él no estaba dispuesto a eso.

Desde que quedase huérfano con tan sólo 11 años (14), se juró a sí mismo buscar por cielo, mar y tierra a quién asesinó a su madre esa noche en Suwa; vengando así el quiebre de todo linaje real en el mismo pueblo. Pero aún quedaba él, aunque ya no le interesaba ser príncipe de ningún lugar; sólo quería ver sus manos manchadas con la sangre de la persona que le quitó a la mujer que más había amado en su vida: su madre (15)…

… Mas, al volver a ver a la princesa del Castillo Shirasagi otra vez; no pudo dejar de sentir eso extraño que siempre le ocurría cuando la tenía cerca. Esa sensación de tranquilidad que le transmitía cuando conversaban calmadamente los dos solos, sin Souma cerca. O cuando la miraba pasear tranquila por los jardines del palacio, observando como se detenía siempre a mirar el Sakura que crecía junto a la gran pileta central que- casualmente- estaba debajo del balcón de su habitación.

Cerró los ojos mientras se abrochaba la cinta del pantalón y no pudo evitar el dejar volar su mente en esos recuerdos…

… Cuando a veces ella le pedía que viajase a su lado para recorrer el país y certificar la construcción de salas y él aceptaba con la excusa de protegerla, aunque en el fondo sintiese que no podía estar mucho tiempo sin ver esos ojos amatistas que lo reconfortaban y que era los primeros en ver cada vez que partía a alguna misión- para acabar con los asesinos o criaturas que deambulasen buscando hacerle daño a la chica-; cuando despertaba cansado del esfuerzo, pero feliz de ver que ella estaba bien. Y que le curaba las heridas. Tenía el sumo conocimiento de que era al único en todo el palacio al que personalmente atendía cada vez que llegaba de una batalla. ¡Ni siquiera a Souma, su guardiana oficial la atendía así!.

Dentro de su corazón, quería guardar la esperanza de que, por alguna razón en especial; ella le cuidase sólo a él. Que lo llamase a él cada vez que estaba a solas, que sólo con él viajase lejos y que sólo él conociese el dormitorio de la princesa; donde nadie- aparte de Amaterasu y él- podía entrar. Pero, como un centelleo, le llegó el recuerdo de cómo lo había tratado al llegar; como un completo extraño… y eso- debía reconocerlo- dolía… y mucho. En especial, considerando que su deseo de volver a Japón era sólo para volver a verla, y protegerla, especialmente al saber que todo era posible después de conocer el trasfondo de su viaje y la manipulación a la que podía llegar a ser sometida una persona.

Negó con la cabeza, causándole cosquillas los pequeños pechones que caían en su frente. Giró de vuelta al lugar donde estaba su ropa, buscando en el fondo, una botella de Sake que siempre guardaba. Bebía de ella cada vez que se sentía inseguro; y en ese prematuro atardecer, sentía todo su miedo contenido remecerle el cuerpo.

No supo porqué, pero recordó a sus padres. En realidad, sí sabía porque instintivamente quiso recordarlos: para hacerse fuerte.

Su padre cuando pequeño le había preguntado ¿por qué se quería hacer fuerte?, y él le respondió que era para proteger a los que amaba. Ahora sus amados padres ya no estaban con él, por lo que no amaba nada más y su único afán en perfeccionar su técnica era la venganza. ¿Pero eso era tan cierto¿acaso no le había prometido a Tomoyo que con su espada protegería a sus seres queridos?... mas él era un hombre solo. Su forma de ser facilitaba el mantener cierta distancia de quienes le rodeaban causando su continua reserva y soledad, aunque él conservaba un lugar especial para una sola persona, a la cual admitía tener cerca cuando no le gustaba sentirse solo. Porque sí tenía sentimientos, aunque nadie reparase en ellos. Para él esas cosas eran cursilerías y patrañas, excepto cuando alguien se preocupaba por él y él- muy de vez en cuando- también ser permitía distenderse un poco y asomar sus propias emociones. Pero tanto tiempo conteniéndose- mucho más durante el viaje, siendo él el que asumiera la responsabilidad de mantenerlos unidos, escuchándolos, protegiéndolos, aconsejándolos y hasta; preocupándose por ellos- no era bueno. Sabía que necesitaba darse la oportunidad de bajar la guardia o colapsaría de la peor forma. Pero hubiese preferido mil veces sentirse débil y vulnerable en cualquier dimensión menos en esta; su casa, donde todos lo conocían como "el más fuerte" y donde ella estaba… La única por la que había regresado y que lo había hecho sentir tonto con sólo mirarlo…

Toc, toc. Alguien golpeaba una de las monturas de madera de su puerta.

Mirando su botella de Sake con pena, decidió guardarla para más tarde y gritarle los primeros improperios que se le viniesen a la mente al desadaptado social que golpeaba la puerta.

-¿Qué demonios quieres…?- dijo, parando en seco.

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"Syaoran" también estaba en su cuarto, meditando sobre lo ocurrido en Celes. La cabeza seguía doliéndole en demasía a causa de mantener estable una conexión con Kimihiro Watanuki, quien estaba en el Mundo de los Sueños, enfrentándose con Syaoran-R, quien gracias a los poderes que residían en el ojo azul que le quitó a "Fye"; obtuvo la herramienta necesaria para llegar a esa dimensión.

-¿Aún así deseas protegerla?- preguntó una voz en el fondo de su mente.

-No dudé en ese instante y no dudaré ahora; Clow- respondió el castaño, cayendo abatido sobre el suelo.

-No esperaba menos de ti. Ahora, tú y el peón de Yuuko son nuestra única esperanza. Yo creo en ustedes y en el futuro; aunque esté construido sobre arena (16).

El joven apretó los ojos con fuerza, conteniendo las ganas de llorar que ahora sentía.

-Sólo espero poder protegerla hasta el final…- le respondió al aire.

-Eres nuestra esperanza. Yuuko y yo confiamos en ustedes…

La voz profunda y melodiosa del mago Clow desapareció por completo de su cabeza; mientras "Syaoran" caía desmayado sobre el piso de su propia habitación.

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-Eres tú…- respondió sorprendido.

"Fye" miraba con su único ojo directo al suelo, como si fuese lo más agradable del mundo.

-¿Te interrumpí?- se atrevió a preguntarle al hombre de negro que estaba apoyado con un brazo en la puerta.

-No. ¿Qué quieres?- Kurogane no estaba de buen humor y eso se notaba a leguas. El que no alcanzase a beber ni un sorbo de su licor lo ponía con un genio de perros.

-Yo… bueno… necesito- el rubio se sentía estúpido y no sabía la razón.

Bueno, si la sabía. No se sentía cómodo porque aún no lograba sobreponerse a lo sucedido en su propio país, y teniendo en su retina todo lo ocurrido allí; sabía de sobra que no podía esperar a que el ninja lo tratase amablemente, si es que alguna vez lo había echo.

-¿Tienes hambre?- preguntó luego de unos segundos el dueño de la habitación, quitándose de la puerta-. Por eso has venido ¿verdad?.

-Lo siento, no debería molestarte…- el mago seguía de pie afuera del recinto, mirando el piso.

-Pasa si quieres hacerlo, no pienso darte de comer estando tú allá…

El ojo azul de "Fye" alzó la vista, buscando a su compañero de viaje. Lo encontró sentado en el barandal del balcón, con una pierna de fuera. Entró en su habitación y se paró en la mitad, observando disimuladamente el cuarto. Era muy grande y espacioso, apenas decorado con algunas armas y espadas y objetos para ejercitarse que seguramente utilizaba Kurogane para mantenerse en forma. Su escasa vista siguió viajando hasta encontrar la cama que era apenas un futón blanco rodeado de varios cojines en forma de tubos y círculos, todos ellos ubicados bajo una cortina de velo que caía como un triángulo sobre ese aposento (17).

-¿Tienes hambre o no?- escuchó la voz ronca de hombre que le hablaba desde su corta distancia.

El rubio crispó las manos dentro de las mangas de su hakama, ocultándolas. Se sentía como un animal, no tenía derecho a pedirle de su sangre después de que lo atacase tan salvajemente mientras estaban en el reino de Ashura-ou, pero llevaba tanto tiempo sin beber de ese líquido vital- desde esa noche en que descubrieran que estaban siendo vigilados por los hombres de Eagle en el mundo de Infinity-, que ya se le hacía necesario. Por eso había tratado de aplazar sus instintos vampíricos lo más que podía, pero sus fuerzas menguaban y lo necesitaba.

-No merezco que hagas esto por mí…- susurró como disculpa.

El de cabellera negra lo observó por el rabillo del ojo.

-Tsck- soltó y dejó su posición para volver a su cuarto. En el rincón donde dormían las armas, buscó una pequeña navaja. Se quitó la muñequera y deslizó el filo por su muñeca izquierda; cortándosela como de costumbre.

De inmediato, la parte sanguinaria de "Fye" comenzó a despertar, oliendo el perfume de la sangre que empezaba a gotear cayendo al suelo. Trató de contener ese llamado incesante, sin éxito. Casi corrió a coger ese brazo que se extendía ante él, tomando esa muñeca con fuerza. Apartó la mano hacia abajo para que de la herida fluyese más sangre, provocando en Kurogane cierto quejido de dolor. Bebió vorazmente el líquido que salía durando casi 10 minutos.

Kurogane miraba al mago con atención. No había pasado por alto el que intentase matarlo a él y al mocoso- "Syaoran"- comandado por las ordenes de Ashura-ou, ni que el mago seguía siendo "aliado" de Fei Wan Reed. Dentro de su estricto código moral, a eso le llamaría traición y, a pesar de que Mokona los había trasladado poco después del desastre en Celes; él sabía que tenía una pelea pendiente con ese maldito mago. Porque él no estaba dispuesto a olvidar…

Cuando pudo percatarse que ya no se sentía débil, el vampiro apartó su lengua del lugar, limpiándose con su pulgar, la comisura de los labios, de donde caía un hilo de su alimento.

-Sabes que odio desperdiciar comida…- le dijo chupándose el dedo, mientras la pupila de su ojo derecho recobraba su normal forma.

-A mí no me importa; yo me metí en ese lío porque quise…- la voz del ninja sonaba distante.

Un último temblor le indicó a "Fye" que si instinto había muerto, recuperando su actitud calmada de siempre. Un poco más seguro de sí mismo, se atrevió a enfrentar esa mirada escarlata que lo atravesaba, como esa vez que lo miró en el País de Outo, cuando lo salvó de una muerte segura a mano de los monstruos.

-Quería pedirte disculpas por lo que ocurrió en el último mundo. Ese no era yo- habló lentamente, sin dejar de mirarlo.

-Al contrario; ese eras tú; el que ocultaste todo este tiempo… Yuui- el ninja ya no le miraba; quería decirle que se fuera pronto de su cuarto antes de matarlo o molerlo a golpes.

El párpado del mago se abrió, mientras la pupila del ojo se contraía. Era la primera persona en mucho que lo llamaba por su nombre real.

-Siempre tan intuitivo; Kuro-rín- le contestó, sonriendo medianamente.

Él otro sólo le respondió con un gruñido.

Así el silencio cayó entre ellos, sumiéndolos en sus propias mentes.

-¿Tienes un trago?- habló al cabo de un rato el rubio.

-Sólo Sake.

-Por mí esta bien-. El mago se giró dándole la espalda al dueño de la pieza-. Creo que te vendría bien el beber un poco y asumir que amas a esa niña.

La última frase provocó que la mirada escarlata del ninja fuese a parar a la espalda del mago de Celes; confundido.

-La forma en que la miraste por un segundo… sólo había visto ese brillo en los ojos de "Syaoran"-kun- fue lo último que dijo "Fye", saliendo por la puerta de la habitación sin cerrarla, dejando aún más confundido a Kurogane.

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A todos los convocaron al gran salón del Castillos Shirasagi para la cena. La cual transcurrió en una amena conversación donde sólo "Fye" y Moko-chan hablaron con Tomoyo-hime, contándole todos los acontecimientos mientras ella asentía y de vez en cuando interrumpía el relato con expresiones de sorpresa o miedo.

Kurogane, quien estaba sentado a su diestra, no participaba de la conversación, al igual que "Syaoran", quien ni siquiera había probado sus alimentos.

-¿Qué te pasa?- le preguntó el hombre mayor, cogiendo por quinta vez una botella de Sake para echarle a su platillo.

El castaño apretó los puños sobre sus piernas, gruñendo molesto.

-¿Todo habrá vuelto a ser como antes, Kurogane-san?- respondió sin cambiar su gesto, tan sólo que ahora miraba al rubio quien seguía enfrascado en su propia conversación.

-Ya nada será lo mismo…- soltó el ninja, mirando su trago. Entendía el rumbo de su charla y la duda del joven, ya que él mismo la compartía-. Pero parece que a algunos les sirve de mucho fingir…

No supo porqué, pero al decir eso, miró atentamente a la joven Tomoyo, quien seguía sin prestarle mucha atención a su sirviente. La contempló posesivamente, tratando de buscar la posibilidad de que ella lo mirase al menos por unos instantes, sin resultado positivo.

-¿Tomoyo-hime no parece la misma?- "Syaoran" rastreó con su castaña mirada la dirección de los ojos del hombre.

-Me está evitando la muy maldita…- escupió, dejando de mirarla para beber su Sake.

Pasó más de una hora en donde todo siguió como al principio, hasta que Tomoyo se puso de pie con un poco de dificultad, dando por concluida la comida.

-Lamento el haberlos entretenido; pero por favor descansen ahora. Aquí estarán bajo el resguardo de mi guardia personal- les habló mirando a casi todos, excepto el ninja.

Con una reverencia, "Fye", Sakura, Mokona- quien estaba un poco ebria, así que el rubio la apretó en sus brazos para que dejara de beber- y "Syaoran" también se pusieron de pie, despidiéndose educadamente de ella. El mayor se mantuvo inmóvil en su posición, tan sólo bebiendo más licor.

-Buenas noches, Kurogane- giró la joven para salir también, cuando sintió que algo le apretaba el brazo.

-¿Dónde está Souma?- le preguntó secamente, sujetando la muñeca izquierda de la princesa.

-¿Quieres hablar de eso aquí?- obtuvo como respuesta.

-Tenemos que hablar y no quiero que me sigas evitando- agregó el hombre, poniéndose de pie con agilidad hasta rozar con su cuerpo la espalda de la Miko-. Vamos a mi habitación; esto es privado.

Sin soltarla del brazo, la guió hasta la salida del salón y se encaminaron a un pasillo oscuro.

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-¿Hice bien al traer esto, Yuuko-san?.

"Fye" estaba sentado en medio de su futón, con una dormida Mokona en medio del hueco de sus piernas. Frente a él, en la pared, se proyectaba la figura de la Bruja Dimensional, quien estaba fumando de su pipa con avidez. El mago levantó con su mano derecha el objeto que trajo antes de partir de Celes, el cual brillaba un poco de forma traslúcida.

-El Flowright… ese objeto es muy preciado, "Fye"- comenzó la mujer, dejando descansar su pipa en un cenicero de porcelana-. Hace mucho tiempo que no veía algo así. Eso era lo que mantenía la forma "física" de tu gemelo¿no es así?- una de sus finas cejas se alzó coquetamente, observando ese "huevo".

-Sí, pensé que podría ser necesario, por eso lo traje- le respondió cabizbajamente el rubio, acariciando con su otra mano las orejas de la pequeña blanca.

-¿Quieres pedirme un deseo?- Yuuko se relamió los labios.

-No lo sé; espero que pueda servir de algo… Ojalá pudiese pedirte que me devolvieses mi ojo para no seguir molestando a Kurogane por la sangre, pero eso significaría traer hasta aquí al otro Syaoran; lo que sería muy arriesgado.

-Exactamente.

"Fye" meditó entonces su próximo deseo. Si no podía liberar al ninja de ser un "E" y por ahora, no podía hacer nada por "Syaoran"; a la única que podía ayudar era…

-¿Puedo desear que el alma de Sakura-chan vuelva a su cuerpo?- en su ojo brillaba la esperanza.

-Me preguntaba cuándo me pedirías eso- Yuuko sonrió maliciosamente-. Claro que puedo concedértelo; es más, estás justo a tiempo- la mujer miró a ambos lados de la habitación en la que estaba y se pudo se pie; saliendo de ella.

El mago suspiró, sopesando entre sus dedos el talismán, mientras esperaba a que Ichihara volviera. Al cabo de unos minutos, la mujer volvió cargando un trozo de tela, la quitó y mostró el recipiente con forma de tubo transparente donde habían trocitos de cristal de un lado.

-De hecho, si hubiese pasado más tiempo; lo más probable es que el alma no pudiese volver con su cuerpo, causando la muerte de Sakura-hime…

-Entonces ¡deseo que esa alma que está en el Mundo de los Sueños vuelva a su cuerpo lo antes posible!- dijo "Fye".

-Mándame con tus poderes el talismán- le pidió Yuuko.

Escribiendo el anillo de caracteres entorno al huevo, este desapareció en un haz de luz, atravesando esa dimensión hasta caer a los pies de la Bruja Dimensional, quien lo hizo levitar hasta su falda.

Ichihara abrió un extremo del tubo, mientras los fragmentos que allí descansaban, empezaron a formar un remolino, intentando atravesar hacia el otro lado.

-Debes esperar unos minutos hasta que su alma termine el viaje. Cuando lo haga; Sakura- hime les avisará- le advirtió, cerrando el frasco.

-¿Y el otro chico; Watanuki?- quiso saber el rubio.

-Está dormido el pobre- a través de su reflejo, "Fye" pudo ver que la bruja acariciaba uno de los mechones de su trabajador, en cual estaba a su lado, durmiendo echo un ovillo.

-Me alegro- sonrió el mago-. Bien, debo informarle a "Syaoran"-kun sobre esto, para que no se preocupe.

-Claro, dale mis saludos; y cuiden de Moko-chan, por favor. Larg Modoki ha estado muy preocupada por ella…

-Descuida; Mokona es nuestra mayor regalona- le respondió el hombre, haciéndole un gesto con la mano en forma de despedida.

El rastro de Yuuko desapareció.

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-¡Sigues siendo la misma niña caprichosa y engreída de siempre!- le escupió dolido, acercando peligrosamente su cara a la de la pequeña.

Llevaba más de media hora discutiendo con Tomoyo, tratando de sonsacarle el paradero de la antigua ninja que era su protectora y el porqué de evitarlo a él en todos los sentidos. No consiguió más respuesta que un escueto "déjame tranquila" en tono de orden.

¡Tantos años sirviéndola fielmente, pero aún no podía soportar que esa pequeña le diese órdenes siendo que era mucho menor que él!. Sabía de sobra que su juramento lo ligaba eternamente a ella; pero tampoco podía permitir que él, el ninja más fuerte de todo el Japón feudal ¡fuese regañado como un niño pequeño!. Aparte de eso, lo único que la muchacha le había preguntado era si había logrado identificar el verdadero significado de la fuerza, a lo que él había respondido con un "sí" rápido; intentando nuevamente tomar el verdadero rumbo inicial de la conversación por enésima vez en lo que llevaban juntos.

Tomoyo, por su parte, desvió su rostro hacia el costado izquierdo, apretando los ojos con fuerza mientras sentía cómo era sacudida por esas fuertes manos que la sujetaban por los brazos. Sentía claramente el aliento mimetizado con un suave toque de Sake del hombre golpeando su rostro, y eso hacía que sintiese cómo un súbito rubor empezaba a colorear su pálido rostro. Aún así; quería fingir que era fuerte, y sacando aplomo de dónde no tenía; dio un paso atrás con firmeza, alejándose del ninja.

-¡Esta vez no te escaparás, Tomoyo!; ¡aún no he…!- detuvo su frase mirando asustado a la Miko, que empezaba a colocar sus manos en posición de invocación-. ¡A no, esta vez no me volverás a maldecir, pequeña desgraciada!- empezó a refunfuñar, agitando exageradamente los brazos.

-Quédate quieto, por favor- le respondió la mujer, quien seguía sin mirarlo.

Pronunció unas palabras en lenguaje extraño, a la vez que la frente de Kurogane se iluminaba.

-¿Qué demonios…?... no te atrevas…- le siseó roncamente.

-¡No te muevas!- ordenó nuevamente la princesa.

El ninja comenzó a sentir un fuerte calor que le mareaba los sentidos, mientras que unos rayos rojizos salían de su frente dirigiéndose a las manos de la chica. Ese poder envolvió sus finos dedos, penetrando por sus manos.

Kurogane llevó una rodilla a tierra sosteniendo su cabeza; de repente se sentía menos cansado y con renovadas fuerzas, sin dejar de observar a la pequeña ante sí.

Con un suspiro trémulo, los ojos amatistas de la Miko se abrieron, mostrando una mirada carente de brillo.

-Como tú crees que ya sabes el verdadero significado de la fuerza, no valía la pena que siguieras con el shuu (18); ahora puedes matar a quien quieras sin perder nada de tu tan preciado poder- dijo mirando el piso.

El hombre alzó una ceja mientras se paraba. Desde su altura, pudo ver cómo sin duda, Tomoyo lo estaba evadiendo otra vez, por lo que gruñó, cruzándose de brazos.

-No sé qué te pasa…- empezó a decirle, corriendo los ojos hacia su costado derecho, pero calló al ver como la pequeña se encaminaba en dirección a la puerta de salida.

Pasó por delante del ninja caminando lentamente, con el ceño fruncido. Necesitaba salir de esa habitación lo antes posible, ya que no podía seguir fingiendo ante el terrible dolor que le causaba su tobillo derecho. Tenía la leve impresión de que algo líquido y frío salía de esa zona, pero no quiso detenerse a mirar su pie herido, en el fondo; no quería darle pauta a su guardián para que siguiera insultándola.

-¡De verdad que todas las princesas son caprichosas!- volvió a hablar Kurogane, al observar por el rabillo de su ojo como la joven ni siquiera se despedía de él como de costumbre; pero eso se volvió súbitamente irrelevante al detenerse a mirar el andar de la misma.

El trayecto que había hecho estaba decorado por unas gotas carmesí que se volvían más grandes y manchaban con mayor extensión el pulcro suelo de madera. Eso hizo que el ceño característico que mantenía se acentuara y que su mente empezara a sacar conclusiones de dónde podría provenir esa… ¿sangre?.

-Tomoyo...- sin demoras, avanzó en tres zancadas lo que ya había recorrido la joven, y tirándola del brazo izquierdo con fuerza, la giró para que lo mirara.

Pero ella seguía negándose a mantener contacto visual con él.

-¡Ahora mismo me explicarás por qué estás sangrando!- le habló con una voz extrañamente tranquila.

-Suéltame, Kurogane…- respondió, a la vez que en sus labios se formaba una mueca de dolor.

-No hasta que me ex…- pero nuevamente fue interrumpido.

Un potente temblor hizo estremecer todo el castillo Shirasagi, haciendo que algunas paredes de papel de las habitaciones superiores se rompieran en variados fragmentos. Empujado por el movimiento telúrico, Kurogane se encontró a sí mismo abrazando con fuerza a una Tomoyo que apenas y se mantenía en pie.

Otro movimiento amenazó con hacerlos caer, por lo que, en un acto rápido pero imprevisto, el ninja giró con fuerza, sosteniendo a la princesa contra sí, para golpearse dolorosamente la espalda contra la pared donde estaba la puerta de la habitación. Sabía que si no hubiese protegido de esa forma a la Miko del Japón feudal, lo más probable es que fuese ella quien hubiese recibido ese golpe. Se deslizó por la pared, aguantando un gemido de dolor, mientras seguía sin soltar a la chica.

Tomoyo, asustada por esos temblores, no se resistió al abrazo protector que le brindaba su guardián, aunque no pudo evitar preocuparse al saber que sus peores sospechas se empezaban a concretar.

Arigatou ima koko ni ite kurete/ Gracias por estar junto a mi ahora,

-¿Cuándo pensabas decirme de esos monstruos?- le preguntó Kurogane mirando más allá del balcón de su habitación.

Unas horrendas criaturas de variados ojos avanzaban amenazantes a través del bosque en que había aterrizado él y los demás horas antes.

-Pude apartarlos con mi kekkai para evitarles la entrada, pero a la hora de almuerzo; no pude contenerlos más- respondió la Miko.

-Diablos… y yo que pensaba descansar un poco- gruñó el joven ninja-. Tsck…

-Lo siento…- sólo atinó a responder la chica, con su voz cargada de pena.

-¿Y dónde esta tu soporte espiritual; la tobillera?.

-Yo…- intentó procesar de forma rápida alguna mentira creíble, pero sabía que no lograría engañar al hombre-. La di como parte de pago de un deseo

-¿De qué diablos estás hablando?- le recriminó, apartándola un poco del apretado agarre en el que la tenía prisionera-. ¡Sabes perfectamente que esa pulsera es vital para la construcción de salas!.

Él, como hijo de una Miko, tenía pleno conocimiento de que ciertos objetos facilitaban la mantención de las salas y las oraciones protectoras. Venir a cambiar esa joya por un simple deseo era bastante estúpido.

-Lo sé; pero tengo mis razones, las cuales no pienso compartir contigo- contestó la muchacha, alejándose aún más de quien la protegiese.

Kimi wa nakanai tori no you de mune ga nandaka kurushii/ Pero al verte como un ave incapaz de cantar, se me aflige un poco el corazón.

Se apoyó en sus manos para ponerse de pie, casi cayendo desmayada en el intento. Kurogane la sujeto por los hombros, para después cargarla en sus brazos y llevarla hasta el futón que ocupaba para dormir. La acomodó ahí, colocándole un cojín pequeño bajo su pie herido.

-¿Qué haces?- Tomoyo trató de apartar las manos del ninja que comenzaban a subirle la falda de su hakama ceremonial, pero el hombre las retuvo firmemente con una sola mano.

-Te dije que eres una niña muy caprichosa, así que ahora, y mientras estés en mí cuarto; seguirás mis órdenes, te guste o no- siseó con la garganta seca.

Se paró rápido en dirección al ropero empotrado en la pared. Lo abrió y registró el primer cajón que había, tirando frascos con líquidos de varios colores al suelo hasta hallar lo que necesitaba. Tomó un frasco chato con líquido azulino y unas vendas, volviendo al lado de la muchacha.

-No necesitas hacer esto, puedo pedirle a alguno de los sirvientes que lo haga- fue lo único que le dijo la amatista cuando vio arrodillarse al hombre al costado de su pie.

Tokidoki yokogao ni kodoku ga ochiteru/ A veces veo como tu rostro se hunde en la soledad,

Kurogane hizo como que no había escuchado lo último y empapó uno de los trozos de tela con el agua azulada, limpiando una herida que era mucho más grave de lo que alcanzó a imaginar. Limpió con cuidado la sangre que estaba reseca y la que salía con rapidez, escuchando de vez en cuando; los quejidos de la princesa. Tomó otra venda y secó el sector, dando paso a una tercera tela, con la que envolvió desde la mitad de la planta del pie hasta un poco más arriba del tobillo.

-¿Por qué no te curaste la herida antes?- le preguntó seriamente, sentándose cerca de ella a la altura de sus hombros.

-Es… una herida reciente- contestó con los ojos cerrados.

-¿Qué pediste a cambio de la tobillera?.

Yasashisa no oku no yowasa mo shiritai no/ Y quiero conocer esas debilidades que ocultas tras tu amabilidad.

-Ya te lo dije, no lo diré- le respondió, haciendo un ademán de levantarse nuevamente, siendo contenida por el ninja.

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"Syaoran" entró corriendo a la recámara de Sakura, que quedaba al lado de la suya; asustado por los temblores. Ingresó rápido, tratando de despertar a la joven quien no respondía. Detrás de él llegó "Fye" cargando a Mokona, quien en el camino, también se había desmayado con los fuertes movimientos.

-¿Cómo está Sakura-chan?- le dijo arrodillándose al lado de la muchacha.

-No despierta; sólo espero que no se haya asustado mucho con el temblor- contestó el joven castaño, acariciando dulcemente el rostro de la princesa del reino de Clow.

-Quizás esté así porque…- comenzó a hablar el rubio.

Le contó acerca de la conversación con Yuuko y de su deseo concedido gracias al intercambio del Flowright.

-Lo más probable es que su alma se esté adaptando al cuerpo nuevamente- finalizó, contemplando también a la chica.

-Debemos decírselo a Kurogane- san lo antes posible- se percató "Syaoran".

-Mañana se lo diremos, por ahora; él tiene que resolver asuntos pendientes con Tomoyo-hime- dijo el rubio, acomodando a Mokona cerca del cuerpo de la princesa-. Kurogane siempre se ha preocupado mucho por todos nosotros; esta noche dejemos que se encargue de sí mismo para variar- agregó adoptando una de sus antiguas sonrisas inocentonas de siempre.

"Syaoran" lo miró receloso, tratando de ver si ocultaba algo, pero prefirió confiar en él; tal como Sakura lo había hecho, a pesar de las mentiras.

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Sentía como unos labios posesivos le cortaban el aire, empujándola para que se recostara sobre el mullido futón. Intentó resistirse al principio, sin éxito.

Douka kimi ga osoreteru nanika wo watashi ni mo oshiete/ Por favor, dime, por qué te preocupa tanto que algo me ocurra.

Dentro de sí misma, tampoco quería poner más barreras a lo inevitable. Tantos años compartiendo con él, sintiéndose protegida y socorrida mientras él arriesgaba su vida para salvarla de los atentados la había llevado a fijarse en su guardián de otra forma. Cuando tuvo que aceptar que el destino los separaría indefinidamente, despotricó hasta más no poder, buscando la manera de hacerlo volver a ella; pero no podía. No hasta que él recibiese una buena lección.

Conocía lo fuerte que era, pero deseaba hacerle entender que la fuerza debía tener una razón mayor que la venganza y el dolor. ¡Quería sanarle el alma después de tanto sufrimiento!. Por lo que, cuando se percató de que Kurogane estaba sobre su rostro, no quiso pensar más en la razón por la que estaba evitándolo, para sólo dejarse llevar por lo que sentía en ese instante.

El ninja también se había rendido ante lo inevitable del momento.

-Creo que te vendría bien el beber un poco y asumir que amas a esa niña- recordó las palabras del "Fye".

Le dolía la cabeza al recordar lo que le había dicho y como él mismo se lo había tomado; con sorpresa. Pero se pateó mentalmente por su reacción. Eso que ese estúpido mago le dijo al despedirse era la más grande mentira que ahora se le había ocurrido

Debía reconocer que la había extrañado, y mucho. Especialmente porque sentía un gran sentimiento de agradecimiento por salvarlo de la locura en el momento exacto, razón por la cual, había decidido unirse al ejército de ninjas del castillo: para pagarle el favor de rescatarlo y sobre todo; de brindarle la posibilidad de enterrar de forma decente a sus padres. Así que, desde el día en que le juró fidelidad, también se juró a sí mismo no aferrarse a esa niña de mirada dulce.

¿Por qué?... odiaba reconocerlo pero… no quería aferrarse a nadie para no sufrir otra pérdida más en su vida. Por lo que, si ahora se encontraba inclinado sobre la princesa Tomoyo, rozando sus labios con tanta pasión era sólo para agradecerle por todo lo que le había ayudado desde tan pequeño, y en parte; para sacarse un poco ese fastidiante dolor que sentía en las sienes. No era nada más. ¡No podía ser nada más!.

Se mareó cuando sintió una mano suave tocarle el rostro con lentitud, tan sólo con la yema de los dedos. No supo porqué, pero internamente; deseo sentir ese toque por otras partes de su cuerpo, por lo que, se colocó totalmente sobre el frágil cuerpo de la princesa, sin darle mayor tiempo de reaccionar; profundizando aún más ese beso, mientras su brazo derecho rodeaba completamente la cintura de la chica.

Douka watashi ni dekiru koto ga aru nara/ Por favor, dime, si hay algo que yo pueda hacer
Kimi no egao no tame ni/ Para volver a ver tu sonrisa.

Así, comenzó a recorrer cada parte del rostro de Tomoyo, llenándola de más besos, poseído por algo totalmente desconocido para él; que le indicó que debía bajar y recorrer de la misma forma el cuello de la Miko…

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NOTAS EXTENSAS DE LA AUTORA:

OMG… Primer fic que es tan kilométrico, pero no lo pude evitar U.u. Debía darle una continuación a los ocurrido en Celes para sacar algunas cosas que eran necesarias para mi nueva loca idea. Disculpen si fue muy extenso y aburrido, pero prometo que se viene lo mejor en los próximos caps (que serán unos 2 o 3 como mucho ñ.ñ). Además, como diría el tío Clow "las casualidades no existen; sólo lo inevitable", por lo que, casi todo lo puesto en este cap tiene su razón de ser. El resto, es sólo obra de mi alocada inspiración U.u.

ACLARACIONES Y GLOSARIO:

(1)Ashura-ou: significa "Rey Ashura".

(2)Inoriba: Sala especialmente adecuada para realizar actos concernientes a invocaciones espirituales, rezos y exorcismos. En este caso; es el lugar donde la madre de Kurogane rezaba al momento en que le dieron muerte.

(3)Miko: "Princesa Sacerdotisa". Se denomina así a las mujeres que son capaces de repeler con sus poderes los malos espíritus y crear barreras de protección (kekkai) en el anime y manga.

(4)"¡Termina con esta farsa!- gritó coléricamente Kurogane, arrodillado al costado de "Syaoran"-. ¿Qué demonios estás planeando mostrándonos algo que puede ser descubierto tan fácilmente?": Frase textual del manga n° 162, así como las palabras dichas enseguida por Ashura.

(5)Flowright: Talismán que le brindó como regalo el Rey Ashura al Fye original. Puse el nombre en inglés, aunque existe la versión latinizada, la cual no recuerdo ahora U.u.

(6)"No permitiré que nos vuelvan a hacer daño nunca": Frase dicha por "Fye" en el mundo de Infinity, al terminar de beber de la sangre que Kurogane le ofreció.

(7)"Shiro manjuu": "Manjuu blanco". Puede entenderse también como "bollo blanco" o "bola blanca". Hace especial alusión al aspecto de un plato típico japonés con el que siempre Kurogane compara a Moko-chan ñ.ñ.

(8)Tomoyo-hime: "Princesa Tomoyo".

(9)"Ellos son Himawari y Doumeki": Son nombres completos son Himawari Kunogi y Shizuka Doumeki. Pertenecen al manga/anime "xxxHOLIC", de las CLAMP. Los puse por una pequeña teoría que tengo acerca de Himawari, y que utilicé también en un fic de "xxxHOLIC" (como me promociono xD); además, si las diosas creadoras pueden hacer crossover a lo bestia- mareándonos con la reiteración de personajes- ¿por qué nosotros no? ñ.ñ.

(10)Ginryuu: "Dragón de plata". Espada que Kurogane dejó como precio a cambio de cumplir su deseo.

(11)Yumemi: "Vidente de sueños". Título que se le otorga a los que pueden ver y predecir acontecimientos a través de sus sueños. Fue así como Kurogane denominó a Kakyou cuando conversó con él en el mundo de Tokyo X.

(12)"Si el sueño no termina…": Frase dicha por Yuuko. Ella asegura que fue lo último que le dijo "el fastidio de cuatro ojos" (Clow xD) antes de morir. También fue lo primero que "Syaoran" le dijo al llegar a la tienda de deseos.

(13)"El corazón más fuerte es también el más débil": Algo parecido le dijo Kurogane a "Syaoran" en Infinity acerca de la princesa Sakura.

(14) 11 años: Ni en el manga ni en el anime queda claro la edad de ninguno de los personajes, así que es sólo una especulación de mi parte el darle esa edad a Kuro-wanwan ñ.ñ.

(15)"La mujer que más había amado en su vida: su madre": Otra especulación mía.

(16)"En el futuro; aunque esté construido sobre arena": Frase parecida a una de las portada del manga donde sale Clow mirando las ruinas de su país.

(17)"Futón blanco rodeado de varios cojines en forma de tubos y círculos, todos ellos ubicado bajo una cortina de velo que caía como un triángulo sobre ese aposento": Pésima descripción del mismo dormitorio donde Kurogane despertó cuando recuperó lo conciencia en el Castillo Shirasagi. Es el mismo lugar que sale tanto en el anime como en el manga.

(18)Shuu: "Maldición". Fue el sello que Tomoyo le colocó al ninja para que no matara innecesariamente.

Lo de la tobillera que Tomoyo le entrega a Yuuko a cambio de la Ginryuu es sólo invención mía. Tal cosa no existe en TC, la usé porque el otro precio que la chica podía pagar vendrá después… xD.

También lo que sale al comienzo de cómo termina la pelea en Celes lo inventé, lo único real es hasta donde Ashura-ou dice "Sólo quiero que me concedas mi deseo" ya que así termina el último manga oficial (162) que es el punto de partida de la historia. Si en el tomo 163 la saga en Celes finaliza de forma parecida; es sólo mera coincidencia. Si termina de manera distinta, entonces sólo guíense para leer este fic hasta el tomo 162 o volumen 21, como quieran llamarlo.

La canción traducida que sale se llama "Spica", la cual canta Maaya Sakamoto (maestra ñ.ñ) y es el tema que sale cuando Kuro-miau hace las cinco promesas a Tomoyo-hime en el anime. El resto de la canción la pondré en los próximos caps n.n.

DEDICADO:

Especialmente a todos los seguidores de TC Y TRC (no habrá tercera temporada T.T), más especialmente a los amantes de la pareja Kurogane- Tomoyo. A todos ustedes, espero que les guste esta historia medio rara, y les prometo que intentaré ser fiel al hilo argumentativo del manga. Esto esta escrito con todo mi corazón para ustedes, pues se merecen lo mejor.

Espero que tanto para los fans como los que no lo son la disfruten. Si no les gusta, pueden dar su opinión y haré lo que esté en mi alcance para mejorar. Si les gustó, también espero sus opiniones; ¡todo será bien recibido y apreciado!. No hay cosa que me agrade más que saber que ustedes se toman el tiempo de leer estas invenciones. Si no opinan, no importa; les agradezco de todo corazón a todos los que lean esto el detenerse y leer el fic. De verdad que es muy significativo para mi.

¿Dónde está Souma?. ¿habrá retornado el alma de Sakura- hime a su cuerpo?; ¿qué significará realmente la fuerza para Kurogane¿y esos monstruos de dónde salieron?. Para responder estas dudas y como molestia para algunos- lo siento-; esto tendrá continuación, pero no les adelantaré nada aún V.V.

¡Reviews, por fis!!. Me pone contenta saber lo que opinan.

De antemano, gracias por leer. Los quiero. Besos!!.

ARASHI YUUKO TOMOYO-HIME "FYE" HIMAWARI ARISUGAWA KISHUU.

P.D.: Mini adelanto: El próximo capítulo se llamará… "Aprendiendo a enfrentar" (un regalito por las molestias ñ.ñ).