Capitulo 1
---¡Buckbeak!--- llamó Harry recogiendo su varita.
El animal dio la vuelta a la cabeza, mirándole.
---¡Ven aquí, Buckbeak!
La enorme bestia parecía poco dispuesta a dejar a su presa, pero acudió a la llamada de Potter. No tuvo que terminar de bajar hasta el suelo porque Harry se agarró a su pata.
--- ¡No dejes que se marche, Buckbeak¡Cógelo!
El hipogrifo voló raso sobre la hierba, a la justa distancia para que Harry no tocara tierra. El niño echó un vistazo atrás, la casa de Hagrid seguía en llamas, y sintió una punzada por no ir a ayudarle, pero en esos momentos sus deseos de venganza superaban con mucho a su instinto altruista, y su mirada, que aunque ya no miraba al fuego parecía arder, se posó sobre el que fuera su profesor de pociones. Tenía un profundo sentimiento de odio hacia él y lo sentía arder tan claramente en su pecho que no le cabía duda de que, de haber logrado completar la maldición cruciatus sobre él, Snape se hubiera retorcido de dolor en el suelo. Durante horas, si por él fuera.
El animal se acercó a vertiginosa velocidad a su presa, la cuál se volvió, sin dejar de correr, para interponer un escudo que el hipogrifo tuvo que rodear. Eso dió tiempo suficiente a los mortifagos para cruzar las puertas de Hogwarts. Snape miró a ambos lados, parecía buscar a alguien. Finalmente corrió hasta Malfoy y le agarró de un brazo. En ese momento se volvió: Tenía a Buckbeak prácticamente encima.
---¡Corre, Draco¡Que Bella te lleve!---dijo empujándole en la dirección correcta.
En el mismo momento en el que terminaba el movimiento de varita necesario para desaparecerse, Buckbeak le atrapó el costado derecho con su garra libre. Harry pudo oír su comprensible grito de dolor mientras que algo tiraba de su ombligo hacia atrás. Se agarró con fuerza a la pata de Buckbeak, y éste al costado de Snape.
Luces verdes y rojas pasaron a su alrededor como estrellas fugaces. Repentinamente todo cesó. Se encontraban entre unos árboles junto a un claro donde distinguió varias sombras. Soltó una de sus manos y se la llevó a la frente tratando de detener una insoportable punzada de dolor. Pero apenas estuvieron en ese lugar unos segundos, el tiempo que tardó Snape en agarrar a Harry del cuello.
Otra vez les inundó la oscuridad y la sensación de velocidad al ser interrumpida por las luces. Tardaron un poco más en aparecerse. En todo el tiempo, Snape no liberó a Harry y, cuando por fin pusieron un pie en tierra, buckbeak soltó, inquieto (Harry supuso que por el viaje), el costado de Snape. El dolor que le provocó hizo que cerrara aún más la mano sobre el cuello de Harry, quién comenzó a perder la visión por la falta de oxigenación.
Snape le lanzó contra un árbol y se alejó unos pasos del niño y de la bestia, apoyándose con una mano en el suelo y con la otra puesta sobre la profunda herida que el hipógrifo le había provocado. Cuando consideró que había cierta distancia de seguridad miró los desgarros en su piel, cogió la varita e hizo un movimiento con un conjuro para curárselas, pero nada ocurrió. Harry, que aún tosía, no perdía detalle. El profesor repitió el hechizo sin ningún resultado y entonces Harry miró al suelo buscando su varita.
--- ¡No se te ocurra moverte, Potter! --- le advirtió adivinando sus intenciones.
Pero Harry sabía que la varita de Snape no funcionaba, asíque se avalanzó sobre la suya y le apuntó.
--- ¡Expeliarmus!
Snape hizo automáticamente el movimiento de "Protego", pero el escudo no se creó... ni falta que le hacía. Tampoco la varita de Harry funcionaba. Por un momento los dos contrincantes se miraron a los ojos firmemente, declarándose su mutuo odio, pero esta comunicación cesó burscamente con el ruido que hacía Buckbeak, quién seguía inquieto. Snape miró en la dirección que seguía la mirada del animal y, aunque no vio nada, frunció el ceño. Se fijo entonces en un árbol que algo tenía escrito con letras mágicas, sobre la corteza.
"SE ENCUENTRA EN TERRITORIO DE LOS ADTI
LE SUGERIMOS FERVIENTEMENTE QUE
ABANDONE LA ZONA POR SU PROPIA
SEGURIDAD LO ANTES POSIBLE.
MINISTERIO DE MAGIA"
Cuando estaba terminando de leerlo y, aún asimilando su pavoroso significado, sintió un fuerte dolor en el costado herido. Harry, a quien tanto le daba matarlo con la varita que ha golpes, se había avalanzado sobre él. Snape a duras penas logró deshacerse del muchacho, tirándole al suelo.
--- Necio... --- murmuró.
Las ramas se movieron alrededor de cierta forma antinatural, como si una manada de animales salvajes estubiera rodeándoles. Snape, que pareció repentinamente más asustado de lo que a Harry le parecía lógico, retrocedió unos pasos. Buckbeak alzó el vuelo perdiéndose de vista.
--- Levanta --- le ordenó.
Aunque Harry lo hizo, no fue por obedecerle.
Evidentemente, las fuerzas, que cada vez se acercaban más, parecían hostiles, ocultas entre los arbustos. No tuvo más remedio que atrasar momentaneamente su pelea con Snape para enfrentar a un posible enemigo común. Ambos, por pura costumbre o por que les daba una falsa sensación de seguridad, mantenían las varitas en alto. De entre las sombras de las plantas bajas pronto comenzaron a verse unas figuras negras, aparentemente formadas de un denso humo, con la forma de lobos, e incluso gruñían como ellos. Snape retrocedió y Harry con él, hasta que a su espalda toparon con otro de aquellos seres, que les lanzó un mordisco sin llegar a alcanzar a ninguno de los dos.
Se pusieron en el centro del círculo que sus enemigos habían formado y que se fue cerrando hasta dejarles encerrados en unos diez metros cuadrados, lo que les obligó a estar bastante juntos. Harry miró con profundo desprecio a Snape, solo deseando que le atacaran primero a él para poder verle morir antes de que le devoraban. Sin embargo, al llegar a esa distancia la mantuvieron, como si estuvieran solo reteniéndoles en aquel lugar, esperando a alguién o quizás una señal para despedazarlos. Unos minutos después, repentinamente, desaparecieron y se hizo un silencio muy poco natural para un bosque como ese.
--- ¿Y bien? --- preguntó una voz calma y jóven --- ¿Qué desafortunado ha caido esta vez en mis tierras sin retorno?
La voz parecía salir de cada hueco de árbol, de entre las ramas o incluso de debajo de las piedras. Ninguno de los dos magos respondió, aunque Snape se puso tan blanco que Harry juraría que estaba a punto de echarse a temblar.
--- Pero ¿Cómo¿Dos sacrificios de una sola vez? No es inaudito, debo admitirlo, pero sí extraño, al menos hacia diecisiete años que no lo veía...
No les hizo falta estar mirando al lugar en que, a sus espaldas, se materializó el ser que hablaba. Sintieron como abría sus párpados en la oscuridad, y cómo clavaba los ojos en sus nucas. Ambos se volvieron al mismo tiempo pero sus reacciones fueron opuestas. Harry levantó la varita sin atreveser a lanzar un hechizo, dado que sabía que su varita no funcionaba pero no quería que su enemigo lo descubriera. Snape, por su parte, dejó caer su varita al suelo de inmediato y tomó la palabra.
--- Hemos caido aquí por el más puro error y, si nos permite marcharnos, no le importunaremos más.
Harry atravesó con la mirada a Snape por hablar en su nombre, más aún cuando lo hacía como un cobarde.
--- ¡Muestrate!
Dijo Harry en contrapartida, ganándose una gélida mirada del que fuera su profesor de pociones. El Adti sonrió y avanzó, saliendo de entre las sombras. Su aspecto era jóven, de no más de veintidós años, aunque Harry sospechó que era engañoso, su pelo era largo y un tanto desaliñado, castaño. Sus ojos eran de un llamativo color violeta. Se fijo primeramente en el muchacho, y ladeó la cabeza como un niño o un perro curioso, aunque el gesto de su cara no tenía nada que ver con la inocencia, a pesar de que mantenía su sonrisa. Luego volvió su cara hacia Snape y habló.
--- Muy gentil por tu parte el soltar la varita sabiendo cuanto detestamos a los magos... y más aún teniendo en cuenta que nuestro hechizo de protección impide hacer nada con ella en nuestro terreno.
Su sonrisa se hizo más amplia y la suspicacia brilló en sus ojos. Sin que le fuera necesario hacer un gesto, o siquiera mirar hacia la mano de Harry, la varita de éste salió volando hasta quedar al lado de su cabeza, igual que la de Snape, de quien el Adti no apartaba la vista. Cogió ambas y las examinó.
--- Pequeños trozos de madera que precisais para hacer lo que vosotros llamais magia --- pintó un gesto de desprecio en su cara, pero pronto volvió su imperturbable e inquietante sonrisa.
De repente el hipógrifo entró en escena, cayendo en picado sobre el Adti, que alzó la cabeza y no se molestó en apartarse o cubrirse. Como si el animal hubiera chocado contra un poderoso escudo invisible, emitió un profundo sonido, demasiado parecido a un gemido de dolor como para confundirlo con otra cosa, y cayó al suelo. Bajo la atenta mirada del Adti, volvió alzarse sobre sus cuatro patas, aunque Harry sospechaba que se había roto un ala. Miró a su ex-profesor, que a su vez miraba a ambos lados aprovechando la distraciión, buscando alguna manera de huir.
"Cobarde" pensó Harry.
El Adti se aceró al hipogrifo y Harry, que, si bien no tenía ni las más remota idea de qué clase de ser mágico era, ya se había dado cuenta de que era tremendamente poderoso, dió un paso al frente.
--- ¡No se le acerque! --- gritó.
--- Silencio, Potter. Si quieres suicidarte, hazlo sólo.
--- ¡Cállese¿Cómo se atreve a darme órdenes¿Cómo se atreve siquiera a dirigirme la palabra? Maldito...
--- ¡Cuidado, Potter! --- avisó Snape, interrumpiéndole --- Aún sin la varita podría estragularte con mis propias manos.
Harry echó una burlona carcajada y se encaró con él.
--- No se atrevería, teme a Voldemort --- ignoró su mueca al oír el nombre ---. Y luego quiere que no le llamen cobarde...
--- No te lo consiento.
--- Mi padre valía mil veces más que usted.
Snape palideció aún más y declaró:
--- Te mataré, Potter.
--- ¡Vaya! --- exclamó el Adti haciéndose notar, ya que los dos parecían haber olvidado su presencia --- ¡Que interesante!
Snape dejó inmediatamente de lado la pelea, aunque a Harry le costó un poco más retirar la vista de él y devolverla al Adti, pero cuando lo hizo se vio muy sorprendido, puesto que Buckbeak no solo le había hecho la pequeña reverencia a la que acostumbraba, sino que había doblado ambas patas delanteras y tenía el hocico apoyado en el suelo. El Adti le acariciaba.
--- Asíque sois enemigos mortales, y habeis llegado juntos aquí, imagino, persiguiéndoos. ¿Es eso? --- preguntó, pero no obtuvo respuesta ni de uno, ni de otro. Lo que tomó como una confirmación ---. Bien, pues, en ese caso, me ahorrareis trabajo.
Eligió una de las varitas al azar y la levantó en alto.
--- ¿De quién es "esto"?
No sabía si aquello era algo positivo o negativo, en cualquier caso a Harry ni se le pasó por la cabeza reclamarla. Era una varita de mortífago, de la que habrían salido toda clase de maldiciones, incluidas las imperdonables, sobre gente inocente. Le asquearía si quiera pensar en tocarla. Snape dijo que era suya y el Adti, tras darle una sacudida que lanzó un "Incendio" y luego un "Aquaeruptus", confirmando que podía hacer magia con ella ya, permitió que regresara levitando a su mano. Snape la agarró y, cuando miró de nuevo, el Adti no estaba allí, sino que se encontraba entre él y Harry, y echó unos quince pasos andando hacia atrás, alejándose de la trayectoria por donde volaría el hechizo.
--- Mátale --- ordenó con firmeza mirando a Snape, ya sin sonreir.
El aludido le miró atónito, luego se volvió hacia Harry, que le observaba con atención, manteniendo la dignidad, a pesar de que su respiración superficial le delataba. Volvió a mirar al Adti.
--- ¿En que le beneficiaría eso?
El Adti se encogió de hombros.
--- Me entretiene.
Snape escrutó su rostro, pero su mirada era clara. No tenía motivos para mentirle¿ por qué iba a hacerlo? Tenía completo control sobre la situación.
--- No lo hará, teme a Voldemort --- intervino Harry.
El Adti echó la cabeza hacia atrás y rió con ganas. Una bandada de pájaros salió volando de entre los árboles. Snape le observó con cautela, mientras Harry demostraba con su gesto su completa perplejidad.
--- Eres tan joven... que te perdonaré semejante estupidez --- sonreía de nuevo---. Voldemort --- a Harry no se le escapó que usaba su nombre aún con más ligereza que él mismo --- no es más que uno de los vuestros. Nuestra magia es mucho, mucho más antigua. Y poderosa. --- se volvió hacia Snape --- ¿O peco de narcisista?
--- No --- respondió Snape tras un breve y cauteloso silencio.
--- Entonces... mátale, ya que es el deseo que hace tan poco has expresado, luego podrás marcharte.
Snape apuntó a Harry con su varita y la respiración del chico se convirtió casi en un amenazante jadeo, como si le retara a hacerlo. Snape no podía evitar ver en su actitud el valor y la temeridad de Griffindor, que tanto detestaba. Hizo una floritura con su varita:
--- ¡Avada Kedavra!
Pero varió repentinamente la dirección y la maldición fue dirigida contra el Adti, acertándole en la cara de lleno, y haciéndole caer de espaldas al suelo. Sin embargo, ante el asombro de Harry y la decepción de Snape, éste volvió a levantarse casi de inmediato, se sacudió la ropa (que Harry acababa de percatarse de que era de muggle) y miró fijamente a quien le había atacado con su permanente sonrisa.Un brillo de rencor en sus ojos, que habían pasado del violeta a un color rojizo, consiguió que Snape tragara saliva, aunque se mantuvo firme. El pómulo le sangraba con una ligera raja, que era todo lo que había conseguido hacerle la maldición de Snape.
El Adti chasqueó la lengua mientras negaba con la cabeza en señal reprovatoria. Levantó la mano y la varita volvió a él sin que Snape opusiera una resistencia cuya inutilidad le hubiera humillado aún más.
--- Bien, supongo que optaste por acabar con el mal mayor o pensaste que mentía. Craso error. Me has decepcionado, te tenía por alguien más inteligente. Veamos qué tal lo hace tu enemigo.
Y, sin añadir nada más, le pasó a Harry su varita, quién apuntó directamente al pecho de Snape. Esa vez era a éste a quien le tocaba respirar entrecortadamente, pero no lo hizo. Miró a Harry a los ojos, profundamente, como si pudiera así adivinar si le iba a ejecutar. No parecía temerlo, hacía rato que tenía las manos cogidas a la espalda, y no cambió un ápice de posición. Seguramente pensaba, como Harry, que aunque éste tratara de enviarle un mortal hechizo verde, no podría convocarlo suficientemente bien. Nunca lo había hecho y, probablemente, le temblaría la mano.
Pero ¿Y si no era así?
--- Te propongo lo mismo que a él, si lo haces, serás libre.
Esta vez, sí, Snape miró con una pizca de dudas a Harry, con el corazón desbocado, aunque no mostró su inquietud en la voz.
--- Miente, Potter. No le creas.
--- ¿Y a quién voy a creer? --- preguntó cargado de rabia --- ¿A ti?
Snape entrecerró aún más los ojos preguntándose dónde estaba ahora el valor y la generosidad propias de Griffindor. Los recuerdos de Harry de las humillaciones del profesor contra él en sus clases no tenía fin, pero la imagen que una y otra vez volvía a su cabeza era la de Dumbledore, suplicante, incapaz, al parecer, de creer que su querido Severus pudiera matarle. Movió su varita en el aire, lleno de rabia, y le apuntó diciendo:
--- ¡Crucio!
Snape se soltó las manos de la espalda, que cayeron a los lados con los puños fuertemente cerrados, como lo estaban sus ojos. Los dientes firmemente apretados, aguantando el dolor. Harry sabía que la suya no era una maldición como la de Voldemort, pero aún así podía ver el sufrimiento en su cara, mientras descargaba todo su rencor en él, sintiendo que cada uno de los latidos de su corazón era una laceración para el embrujado. Cuando, pasados unos veinte segundos, las piernas no pudieron sostenerle, Snape cayó de rodillas al suelo y, repentinamente, Harry pudo notar una oleada de placer al verle así... e inmediatamente un remordimiento tan poderoso que la concentración en el hechizo se derrumbó.
Sí, le odiaba, y acababa de matar a una persona a la que adoraba, le había visto hacerlo, en sus propias narices, a una persona herida, desarmada y en el suelo... justo como Snape estaba ahora mismo, pero era él quien llevaba la varita. Y por mucho que le hubiera matado, Snape no había torturado antes a su víctima.
--- ¿Es todo lo que puedes hacer, Potter? --- preguntó. Se había apoyado en las manos, por lo que levantó un poco la cara, aunque su pelo negro grasiento le tapaba la mayor parte --- Déjame la varita y te mostraré como se hace...
--- Apuesto a que tienes mucha práctica, mortífago --- nunguno sabía como lo había adivinado, ya que su brazo y su máscara no estaban a la vista --- pero tu turno ha pasado --- miró a Harry --- ¿Vas a matarle?
--- Yo no soy un asesino --- arrojó la varita a un lado y añadió mirando a Snape: --- Pero te ajustaré las cuentas en un duelo.
--- Cuanto teatrismo... --- dijo cargando las palabras de veneno.
Snape trató de levantarse, y le costó un par de intentos: La herida que Buckbeak le había infringido aún sangraba.
--- ¿Y bien? Aquí me teneís, con un par de enemigos que se odian a muerte pero no quieren matarse. ¿Quién diablos entiende a los magos?
Recogió la varita de Harry mediante un hechizo (que, como los otros, no pareció necesitar más para ejecutarse que su poropio pensamiento) y silbó. A la llamada acudieron inmediatamente los lobos de humo, los cuales les escoltaron hasta un pequeño castillo.
--- Bajadlos a las mazmorras --- ordenó.
Sus lacayos siguieron sus ordenes y les llevaron por unas escaleras oscuras y mohosas, Harry resbaló y los lobos de humo, impacientes, le ladraron muy cerca. Snape le agarró y le levantó de inmediato, empujándole hacia delante.
--- ¡Suélteme! --- se quejó Potter encarándole --- No se atreva a tocarme.
Snape pareció dispuesto a dar una contestación, posiblemente sarcástica, pero los lobos volvieron a meterles prisa y prefirió seguir caminando, atento a los escalones. Unas cuantas antorchas iluminaban el pasillo con un fuego verde. Había varios calabozos. La entrada a uno se abrió y allí les metieron a los dos. La puerta era sólida, de metal. Solo había un ventanuco por donde a penas entraría luz en la mañana, menos aún en la noche cerrada que se cernia sobre el castillo en esos momentos.
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