Wola!

Volví! Sí, después de tanto tiempo terminado zero, creí que nunca podría empezar con esto…pero aquí está. Debo dar las gracias en especial a una persona que me ha apoyado mucho y que es una fan incondicional de Zero: Nika. Sin ella este proyecto quizá hubiese quedado en paréntesis para siempre.

Sólo espero que os guste tanto como Zero, y como siempre acepto sugerencias, opiniones…peticiones…me gustaría que en mis fics colaborase un poco más la gente que lo lee, aunque sé que es demasiado pedir, me conformo con las reviews!

CAPITULO 1: EL REENCUENTRO

El aire cálido me hizo tomar conciencia de donde estaba. Aquellas islas del trópico eran realmente calurosas a pesar de no haber terminado el invierno. Enfundada en unos jeans y un jersey de manga larga me sentía como un pollo asado. Miré el reloj. En Japón eran las cinco de la mañana. Aquí eran las doce. Con suerte llegaría al hotel en media hora. Estiré un brazo para llamar a un taxi. Un hombre con una camisa de flores salió de un taxi y tomó mi maleta. Segundos después me encontraba en el asiento de atrás intentando explicarle en un chapurreado inglés que me llevase al hotel Ryukiyu. El hombre pareció entenderme y nos pusimos en marcha. Me acomodé lo mejor que pude en el asiento trasero e intenté lograr unos minutos de sueño. Llevaba sesenta y ocho horas sin dormir si no contaba los diez minutos que había logrado conciliar el sueño en el avión.

Me pareció que tan solo habían pasado unos segundos cuando el hombre volvió a dirigirse a mí. Al abrir los ojos las luces de neón me indicaron que ya habíamos llegado. Miré el número que aparecía en el taxímetro y le di algo de más por ayudarme a llevar la maleta.

-Buenas noches, querida.

Al levantar la cabeza me topé con la señora Saotome vestida en yukata. La miré extrañada. Habían cambiado el vuelo a última hora y no me había dado tiempo de avisar, ¿Cómo sabía ella cuando llegaba?

-Buenas noches, tía Nodoka.

-Pareces cansada, deja que el botones se ocupe de las maletas.

Un chico nativo, algo más joven que yo, me tomó la maleta que llevaba.

- Ha habido un malentendido en la reserva de habitaciones y los jóvenes tenéis que compartir cuarto- a penas la escuchaba, lo único que quería en esos momentos era encontrar una cama y tirarme en ella- compartirás el cuarto con Natsude.

-Perfecto- murmuré con tono cansado, mientras caminábamos por el entarimado al aire libre, aquello debía parecer un paraíso durante el día, pero estaba incluso demasiado cansada para imaginarlo.

- El problema es que Matome está ocupando tu cama mientras no estábamos, queríamos posponer el máximo tiempo posible que compartiese habitación con Seichiro, ya sabes, no está bien que una chica…- dejé de escucharla, si ella supiera…aquello venía ya demasiado tarde.

- ¿Y entonces?- estaba cansada como para escuchar una charla sobre el honor y la honra.

- Despiértala y dile que has hablado conmigo y que vaya a la habitación de Seichiro, te noto cansada, querida, ¿estás bien?- preguntó preocupada.

- He tenido mucho trabajo últimamente- si le decía la verdad la mujer tomaría el rol de madre que tantas veces intentaba desempeñar conmigo y me regañaría.

- Deberías cuidarte, Akane- le dediqué una sonrisa reuniendo mis últimas fuerzas. Nos paramos delante de una habitación.

- ¿Han llegado ya todos?- pregunté sin darme cuenta de que mis intenciones resultarían obvias.

- Sí, todos te estábamos esperando- abrió la puerta lentamente con una llave que se sacó de la manga del yukata- que descanses.

- Buenas noches- murmuré ya con la puerta entreabierta. Me deslicé dentro y cerré la puerta. La oscuridad inundaba mi habitación y mi vista estaba tan cansada que era incapaz de adaptarse a la poca luz que entraba por la ventana. Me moví lentamente, con una mano por delante para no chocarme. Algo me golpeó en la espinilla. Bajé la mano y toqué lo que parecía una sábana. Debía de ser una cama. Me arrodillé en el suelo y con delicadeza intenté despertar con suaves movimientos a la dueña de la cama.

- Matome, Matome…

- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh!

Lo que siguió a continuación sucedió tan rápido que no me dio tiempo ni a moverme. La luz se hizo de repente, cegándome por completo, noté como alguien me hacía una llave y me depositaba sobre la cama.

- ¿Qué está pasando?- la voz masculina que venía de la puerta hizo que recuperara el sentido. Al levantar la vista me encontré con los ojos azules de Matome.

-Akane, ¿Qué estabas haciendo?- dijo soltándome y ayudando a sentarme- ¿No llegabas mañana?

-Adelantaron mi vuelo- dije tocándome el dolorido brazo- tu madre me dijo que te despertase, que te fueses a dormir con Seichiro.

- ¡Akemichan!- Natsude saltó sobre mí envolviéndome en un abrazo.

- Tenías que haber avisado- espetó Matome levantándose de su cama- ¿Y vosotros que hacéis ahí plantados con esas pintas? ¿No os da vergüenza?

Natsude y yo dirigimos la mirada hacía donde Matome miraba. Ranma y Kyu en camiseta y bóxer se encontraban en la puerta en posición de ataque. No pude evitar echarme a reír, por una parte por la situación, por otra por los nervios que se habían formado en mi estómago al ver a Ranma después de cuatro meses. Noté las miradas de todos sobre mí, pero no me importaba.

- Lo siento, estoy cansada, últimamente he dormido muy poco y…- Matome se dirigió a la puerta y empezó a empujar a los chicos hacia fuera.

- Mañana nos lo cuentas, te veo cansada, coge fuerzas esta noche porque mañana…- sus palabras se perdieron tras la puerta. Me empecé a despojar de mi ropa para darme una ducha rápida antes de meterme en la cama.

- ¿Te vas a duchar ahora?- preguntó Natsude cuando vio que empezaba a desprenderme de la ropa interior y cogía la toalla.

- He sudado mucho, no quiero que nuestra habitación huela tan mal como la de los chicos- Natsude soltó una risita- tú duérmete si quieres, en cinco minutos estoy en la cama.

Fui aun más rápida. En el quinto minuto ya estaba en manos de Morfeo.

Me desperté temprano, extrañamente revitalizada a pesar de que sólo había pasado siete horas durmiendo. Me levanté sigilosamente y me acerqué a la cama de Natsude. La hermana de Seichiro dormía con una sonrisa en sus labios así que decidí no despertarla, el día era muy largo para madrugar. Me puse unos shorts y una camisa blanca sin mangas anudada bajo el pecho, a pesar de la hora ya hacía calor.

Decidí recorrer el hotel por mi cuenta, aprovechando que la mayor parte de los huéspedes dormía. La recepción, los salones, el balneario, el gimnasio, las piscinas… aquel hotel parecía no acabarse nunca. La playa era exclusiva, propiedad del hotel y pensé que sería una buena idea echar un vistazo. Mientras caminaba observé un pequeño bulto a un lado del camino. Mi curiosidad pudo conmigo y me acerqué a ver. De repente, un par de ojos azules me miraron entre lágrimas. Era un niño.

- Hola-dije agachándome a su altura, el niño no parecía tener más de tres años- ¿Te has perdido?- me miró asustado e hizo un gesto afirmativo con la cabeza- ¿Cómo te llamas?- le pregunté con una sonrisa. El niño pareció tranquilizarse.

- Kotaro- dijo haciéndose el valiente. La pose orgullosa me hizo recordar a Ranma.- Me duele- dijo señalando su rodilla.

- ¿Te has caído?- el niño volvió a afirmar, no parecían más que unos rasguños, me quité el pañuelo que había utilizado para recogerme el pelo y cubrí la herida del muchacho, al terminar me observaba sonriente, le cogí en brazos- Ahora, ¿Quieres que busquemos a tus papás? ¿Dónde los viste la última vez?- el niño dudó un poco y me señaló la playa. Cuando llegamos allí estaba casi vacía, yo hacía tonterías para tranquilizar al pequeño y él se reía. Mientras buscaba con la vista.

- ¿Akemi-chan?- llamó una voz a mis espaldas, al girarme vi a Natsude y a Kyu. Parecía que estaban en su carrera matinal.

- ¡Buenos días, chicos!- saludé.

- Guenos días- dijo Kotaro alegremente.

- ¡Hola! ¿Cómo te llamas?- preguntó Natsude tomando la mano del pequeño. Noté como Natsude cada vez se parecía más a mí. Su mal humor solo lo guardaba para…

-¡Natsude! ¿Quieres dejar de hacer el vago? Así nunca vas a bajar esos muslos ¡Culona!- dijo Kyu riéndose mientras retomaba su marcha- ¡Buenos días, Akemi! Debemos continuar o si no el sensei nos castigará.

-¡Kyu! ¡Eres un idiota!- gritó la chica al muchacho de ojos miel- además, Ranma-kun no nos regañará si estamos con Akemi-chan- dijo dedicándome una sonrisa.

- ¡Oh, bueno! Quizá por una vez tengas razón, siempre va de muy duro y eso pero en cuanto…- dijo imitando la posición seria que adoptaba Ranma para ejercer de sensei.

- Espero que no estés hablando de mí, Shirikamu- dijo el sensei golpeando la cabeza de su alumno.

-¿Cuánto llevas ahí?- preguntó Kyu asustado.

- Lo suficiente cómo para saber que hoy entrenarás una hora más- dijo de nuevo serio.

- ¡Oh, Ran-chan! Tu siempre tan severo- dijo Matome haciendo acto de aparición tras su hermano- ¡Buenos días, Akane-chan!

- Buenos días- dije con una sonrisa ante el entusiasmo de la pelirroja. Noté como algo tiraba de mi pelo. Al bajar la mirada me di cuenta que Kotaro miraba extrañado la escena- ¿Habéis visto a alguna pareja buscando un niño?

- La verdad es que no- dijo Matome acercándose al pequeño- ¿Tú has visto algo, Ranma?

- No- murmuró el chico. Nuestras miradas se encontraron y me dedicó una sonrisa. Genial Saotome, este no es el mejor momento. El contacto visual se rompió al notar como el niño comenzaba a llorar.

No sabía muy bien que hacer. Acaricié su cabeza intentando tranquilizarle, murmurando palabras de aliento para el pequeño.

- Debes ser valiente, ya no eres un niño pequeño, ¿verdad?- le pregunté mirando de nuevo sus ojos aguamarina con una dulce sonrisa- encontraremos a tus padres, tranquilo- dije dándole un suave beso en la frente. El niño se calmó, y haciendo un gesto afirmativo con la cabeza esbozó una tierna sonrisa.

- Serías muy buena madre- dijo Matome sonriente. Todos se habían quedado contemplando la escena. Sentí un poco de vergüenza, mi instinto femenino había actuado por mí.

- Ha sido muy bonito- murmuró Natsude- por eso eres mi oneechan.

- Todavía es pronto para eso, Matome-dije sonrojada.

-¡Ey! Yo no te meto prisa, ¡Pero quiero un montón de sobrinos!- y ahí iba otra de las delicadas insinuaciones de la familia Saotome.

-¡Matome!- gritó su hermano en forma de regañina antes de que yo pudiese articular palabra.

- Pero sus hijos no serán tus sobrinos a no ser que el sensei…- comentó Kyu sin entender nada. Natsude lo jaló por el cuello de su camiseta y echó a correr.

- ¿Quieres que tu castigo sea mayor, baka?-dijo la chica sin parar de correr. Natsude sabía…demasiado.

- Pero ¿por qué?- se quejó el chico. Una sonrisa se formó en mis labios, aquellos chicos me recordaban tanto a nosotros…

- No creo que Kyu acabe vivo este viaje- me aventuré mientras los muchachos se hacían pequeños en la lejanía.

-Yo opino lo mismo, no debería meterse tanto con ella- dijo Matome- pero parece que todas las malas costumbres se pegan- dijo mirando de reojo a su hermano.

-¿Y ahora que he hecho yo?- dijo Ranma rascándose la cabeza. Matome y yo nos echamos a reír, aquellos chicos decididamente eran iguales.

-Ya le advertí que tratase mejor a Natsude, pero es demasiado orgulloso- dije recordando nuestra pequeña charla- en el fondo tiene buen corazón, si consigue evitar a Seichiro, creo que todo saldrá bien.

-Uf, Seichiro y él no se pueden ni ver, se lleva peor que con Natsude- dijo la pelirroja suspirando- tú te llevas bien con él, Ran-chan, ¿Podrías hacer que se llevasen mejor?

-No lo sé, lo intentaré, ahora voy a intentar a alcanzar a esos dos antes de que se maten- dijo echando a correr- nos vemos mas tarde- dijo con un geto de la mano- Matome, ayuda a Akane con el niño.

-Este chico cada día es más lento, ¿cómo es posible que no se haya dado cuenta de lo Natsude y Kyu?- dijo empezando a buscar con la vista a los posibles padres del niño. Kotaro estiró las manitas, indicando que quería ser cogido por Matome, y ella lo cogió con un poco de miedo.

-Se ve que le gusta el color de tu pelo- dije sonriéndola, al ver cómo el crío se entretenía jugando con el pelo de la chica- Ranma no suele prestar atención a esas cosas, ya lo sabes.

- Pues ya va siendo hora- dijo haciendo un puchero- o a este paso se quedará solterón y yo no tendré sobrinitos, en ese caso, ¿Me harás el favor de cuidar de él Akane-chan?

-Claro, aunque si lo de Natsude mejora, igual si puedes tener sobrinos.

-No lo creo, si tú Akane-chan no cedes, ella tampoco, es como si fuera una copia, como si la historia volviera a repetirse- tomó aire- y si esta no acaba bien, no creo que Natsude corra mejor suerte.

-¡Quién sabe!- dije evitando contestar lo que me tocaba- son otras circunstancias, y cuentan con nosotros, ¿no?

-¿Ellos ya se han dado cuenta de lo que sienten?- preguntó pelirroja. Suspiré.

- Kyu se está empezando a dar cuenta, el otro día hablamos de ello y se mostró bastante comprensivo, dentro de lo que él puede ser claro- el viento movió mis cabellos ahora sueltos-y Natsude no habla de ello, cuando sale el tema lo evita o se sulfura…está confundida…a veces me gustaría poder hablarle con claridad, explicarle qué es lo que siente…sé por lo que está pasando y me gustaría ayudarla…pero la conozco y de momento no me escuchara.

-Entonces, ¿qué podríamos…?

-¡Kotaro!- la voz femenina nos sacó de nuestra conversación, una mujer de cabellos rojizos corría hacia nosotras.

Le explicamos lo que había pasado y le devolvimos al niño, prometiéndole al pequeño que volveríamos a vernos.

-¿Tienes hambre?- me preguntó la pelirroja.

-¡Claro!- dije cogiéndola del brazo y dirigiéndonos juntas al comedor.

-¡Ohayo!- dije al llegar a la mesa donde mi familia y la familia Saotome estaban reunidas.

-Buenos días- dijeron todos alegremente, me senté entre Tofu y Kyu, Matome tomó sitio entre Ranma y Seichiro.

-Ya pensábamos que no llegabas, hermanita- dijo Nabiki- fue toda una sorpresa que te cambiaran el vuelo.

-Dímelo a mí, que no tenía ni la maleta hecha- dije riéndome de mi misma- pero no me hubiera perdido estas vacaciones por nada del mundo.

-¿Vacaciones? Creía que venías porque era la boda de tu hermana favorita- dijo Nabiki guiñándome un ojo.

-¿Tenías que casarte tan pronto? ¡No han pasado seis meses desde que Kasumi se casó! ¡Y en febrero! ¡Sólo a ti se te ocurre alquilar una isla para casarte!- dije regañándola. Sí, ese era el motivo por el que estábamos ahí- ¿Con que te ha engañado esta vez para que accedieses a sus caprichos, Kuno?

-Con nada, con nada…-dijo rápido, mirando de reojo a su querida prometida.

-Venga, que no te hará nada- dijo Matome. A las dos nos encantaba la forma en que Nabiki controlaba a Kuno.

-Me dijo que si nos casábamos aquí me dejaría ponerle al niño Tatewaki júnior- dijo orgulloso, una gota de sudor recorrió la cabeza de todos los presentes, ¿Tatewaki jr?

-¡Qué suerte, Tendo! Ya has casado a dos de tus hijas, y con unos hombres intachables- hombre, Kuno intachable…- ¡Eres muy afortunado!

-Bueno, Saotome, tu hija no se ha buscado un mal partido, tampoco- dijo mi padre, mientras ambos se daban palmaditas orgullosos. De repente su rostro se oscureció- si sólo nuestros queridos herederos siguiesen su ejemplo…

-Papá…-advirtió Kasumi.

-Es broma, querida- dijo Genma. La mirada que le dirigió a su hijo me hizo no creer ni una sola de las palabras.

-Ahora que estamos todos reunidos, me gustaría comentaros algo- dijo mi padre recuperando su serio semblante.

-¿De qué se trata papá?- preguntó Nabiki abrazada del cuello de Kuno.

-Es sobre el Dojo- el silencio se hizo, todos bajamos la cabeza. Ahí había empezado todo…hacía cuatro años. Cuatro años, ¿Cómo el tiempo había pasado tan rápido?

-Adelante, Soun- dijo Nodoka con una sonrisa.

-Ahora que Kasumi está casada, y que Nabiki lo estará en unos días…creo que deberíamos aclarar la situación- se aclaró la garganta- como todos sabéis, mi deseo siempre ha sido que Akane heredase el Dojo, y tras la ruptura del compromiso nunca volvimos a hablar del tema.

-¿De qué compromiso habla?- oí que preguntaba Kyu a Natsude. Esta murmuró algo y noté como su mirada se detenía en Ranma, para luego volver a mí, Natsude le había dicho la verdad.

-He tomado una decisión, con la que espero que todos estéis de acuerdo- otra vez el silencio- Akane- alcé la cabeza- quiero que tú sigas siendo la heredera del dojo- no pude evitar la cara de sorpresa, ¿aquello significaba que…?- no hay ningun compromiso, te lo dije, no volveré a cometer el mismo error, pero si me gustaría que aceptases unas condiciones-sonrió nervioso- no te obligo a casarte con nadie, y sé que ya no practicas las artes…pero me gustaría que mantuvieses viva la tradición del Dojo.

-No te entiendo, papá-dije realmente perdida.

-Sé que seguramente después del compromiso y de los fallidos intentos de boda, en lo que menos piensas es en casarte- me sorprendió que mi padre pudiese entenderme tan bien, debía haber estado hablando con Kasumi- mi único deseo, es que si algun día llega, y si tienes un hijo, le transmitieses el Mutsabetsu Kakuto Tendo, y a no ser que el apellido del padre le dote de un estilo propio- enarqué una ceja ante la sutil indirecta de una posible unión Saotome- Tendo- me gustaría que llevase nuestro apellido.

Me quedé mirándole, asombrada de lo razonable que se había vuelto mi padre con el tiempo, de lo que puede cambiar una persona. Esbocé una sonrisa sólo para él.

-Será un placer seguir siendo tu heredera, papá- mi padre empezó a llorar sin parar mientras se abrazaba a Saotome y gritaba lo contento que estaba de que su pequeña siguiese siendo su heredero. Bueno, quizá no había cambiado tanto. Nodoka tosió, llamando la atención de su marido y mi padre.

-¿No tienes algo más que decir, Soun?

-¡Oh, si! He decidido ir a vivir con los Saotome, y me gustaría que tú y tus amigos os quedaseis en casa, no me gustaría dejarla vacía.

Un dojo, una casa, una nueva oportunidad…quizá fuese más fácil de lo que pensaba…empezar de zero.