Hola a todos, solo quiero decir que ésta es la primera historia que publico, y también la primera que escribo desde hace ya algún tiempo, llevaba mucho tiempo en mi cabeza pero al fin me animo a pasarlo a papel todo eso que había imaginado, pero es taaan díficil... Ustedes seguro que comprenderán, todos hemos sido principiantes alguna vez, así que sean benevolentes por favor, y espero que si os gusta, le deis al botoncito del go para los reviews, ya sean para echarme florecillas o para tirarme tomatazos. Y por cierto, todo lo que reconozcais de Rowling es de Rowlin, y lo que no, es mío, yo solo pretendo entretenerme un poco este verano en los días en que no tenga fuerzas suficientes como para levantarme de la cama, jejej. En fin ¡gracias por leer!

Dedico este prologo a Haruka.Black-90 por su paciencia y su tiempo al explicarme como podía publicar una historia. ¡Gracias, thanks, merci, graxie, arigato...!

LJ

´DETRÁS DE LOS LIBROS SE ESCONDE ALGO MEJOR

1ª PARTE

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PROLOGO

Miró a su alrededor. El profesor Binns hablaba y hablaba, indiferente del caos de la clase, si ya hasta había cerrado los ojos. Merlín¿es que no se callaba nunca? Le fastidiaba esa voz tan monótona.

Y mientras… las rubitas componentes de su club de fans de las que nunca recordaría el nombre alzaban cada vez más la voz, así que incluso él que estaba en la quinta puñeta se estaba enterando de que al fin Lisa Strackford se había acostado con su novio Jeremy –que por cierto ya era hora-, y de la ropa de la nueva temporada primavera-verano. Solo una de ellas se encontraba más apartada, durmiendo a pierna suelta junto a la ventana. Se la veía tan a gusto… quizá debería hacer lo mismo.

En frente suya, Pamela Hastings se daba el lote con su último ligue. ¿Amos Diggory? Uagh, esa debía revisarse los gustos. A su lado, prácticamente todos los hufflepufs con los que compartían clase estaban en mitad de una partida de cartas que parecía bastante interesante. Mmm ¿eso que se veía que apostaban era ropa interior? Merlín, él quería estar ahí, la chica que acababa de perder se estaba quitando su sujetador por debajo de la camisa blanca del uniforme.

Al final de la clase, Joan Madley se encontraba prediciendo el futuro con la bola de cristal que había logrado robar de la profesora de Adivinación al alumno más inocente que pudiera existir en el mundo, porque la chica lo único que hacía era predecir extrañas muertes a las mascotas. Un momento, bajito, regordete, y pelo castaño claro… ¿ese no era Peter? Bueno -pensó- al menos no tiene de que preocuparse, él no tiene ninguna mascota.

En su mismo pupitre, el lobito se dedicaba a mirar por su adorado mapa mientras la pluma a vuelapluma que había comprado en Zonko –por cierto¡con su dinero!- apuntaba todo lo que salía por la boca del profesor fantasma. Bueno, ya le pediría los apuntes.

Suspiró y miró a su hermano, que estaba ocupado en dejar caer –muy sutilmente- un gran cupo lleno de… excrementos, al parecer, por el olor, justo en la cabeza de la única muchacha que parecía estar atenta a todo lo que decía el profesor Binns, la perfecta prefecta pelirroja, que en esos momentos escribía en su pergamino sin cesar.

En el instante en que James Potter sacaba su varita para ir a echarle una mano a Sirius Black, el timbre sonó y el gran cubo se precipitó sobre Lily Evans cuando ella se encontraba recogiendo.

El consiguiente grito se escuchó hasta en Tombuctú, dejó a la mitad de los presentes con una sordera durante tres días y pareció ser suficiente hasta para resucitar a Binns, que abrió los ojos de golpe, se llevó la mano al corazón y dijo:

-Merlín, es increíble que siga vivo con la clase de infarto que me acabas de dar, Lenans –he ahí la especie de regaño, tras el cual desapareció a través de la pizarra, haciendo caso omiso de las estridentes risas.

Lily Evans intentó mantener la calma. De verdad que intentó intentarlo. Se limpió con un movimiento de varita, pero al ver que el olor no se iba, parpadeo y dijo:

-Gracias Black, por otra de tus estupendas demostraciones para hacernos ver que no eres el único que apestas.

Salió todo lo digna que pudo mientras aún le acompañaban la risa de perro de Black y la burlona del estúpido de Potter.

Intentó llegar lo más pronto posible a su habitación, donde nada más poner un pie todas las ventanas se rompieron, las cortinas se rasgaron y cayeron y la dueña de tal descontrol de magia profirió tales alaridos solo comparados con alguien que sufre un crucio, mientras cogía los cojines y procedía a desplumarlos:

-¡ME CAGO EN SU PUTA MADRE, ME ENCANTARÍA VERLO TRITURADO POR LAS ESTPÚPIDAS SIRENAS DEL ALGO, DESPEDAZADO POR LAS ASQUEROSAS ACROMANTULAS DEL BOSQUE, DESCONYUNTADO POR LOS REPELENTES THESTRALS Y TRAGADO POR EL BABOSO CALAMAR PORQUE SI NO ES QUE YO LE ARRANCO EL PELO, DESMIEMBRO LENTAMENTE, POQUITO A POCO, PARA QUE SUFRA, LE CORTO SU COSA REPRODUCTORA, LE SACO LOS OJOS, LE PARTO LOS DIENTES Y NI POTTER LO RECONOCERÍA EN MIL VIDAS!

Después de este lapsus momentáneo, se duchó rápidamente y se encaminó a la siguiente clase que no se perdería por nada del mundo: pociones; ya más calmada, arreglando con otro toque de varita el desastre de la habitación de Gryffindor.

Y es que Lily Evans no era violenta, solía ser tranquila y agradable, le encantaba ayudar a la gente y siempre estaba para hacer favores. Claro que la gente no solía pedírselos, y claro que Black y Potter eran la excepción en su carácter calmado. Podía hacer como no existieran, solo sentía indiferencia hacia ellos pero le reventaba cuando hacían cualquiera de sus estúpidas bromitas.

Porque Lily Evans tan solo era conocida por las bromas de la que era objeto a veces por parte de los merodeadores cuando Severus Snape no se hallaba en su radio. Era una chica un poco bajita –comparada con el resto de las chicas de su clase y sus espectaculares tacones de más de 10 cm-, de cola enmarañada y flequillo largo que le tapaba los ojos. Cursaba sexto curso.

Lily Evans correspondía al tipo de chica que muchos consideraban tímida y cerrada. No se relacionaba con nadie más que con sus libros, que la acompañaban a todas partes. Solo los tenía a ellos, y, mmm tal vez, a una compañera y un conocido. Una compañera con la que a veces compartía arduas sesiones de biblioteca y un conocido con el que compartía algunas palabras y una que otra sonrisa. Claro que hubieran sido más si no llevara aún esos endemoniados aparatos de los que se avergonzaba. ¡Diablos! Gracias a Jesús, Alá, Merlín, Buda, Zeus y todos los dioses y los magos que la cuidaban desde el cielo –o le echaban el mal de ojo, según las circunstancias y el día- que ya se los quitaban ese verano.

Lily Evans suspiró y entró a la clase de pociones, donde un muy ya regordete Slughorn le señalaba su asiento con una sonrisa a pesar de haber llegado tarde diez minutos.

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Es cortita, así que se lee rápido, pero espero que os guste. Los capítulos serán un poco más largos pero no tanto. El primer capítulo ya casi está terminado, así que pronto lo colgaré, espero que la historia tenga un poquitito de éxito, con eso me conformo. ¡Au revoir!