Un Negocio de Alto Riesgo
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Capítulo 1: Recuerdos del pasado.
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La señorita Sakura Kinomoto era todo lo que una mujer podría desear ser: refinada y recatada, de estilizada y casi perfecta figura; ojos grandes en matices esmeraldas, nariz pequeña y respingada y un largo cabello ondulado en tono castaño claro con pequeños reflejos dorados, que concordaban a la perfección con su tersa piel blanca. Sin embargo no se quedaban atrás su inteligencia y astucia, gracias a las cuales la empresa que presidía actualmente se había transformado en una de las más influyentes y productivas del país. Muchos especulaban que el éxito se debía principalmente al hecho de haber heredado una gran fortuna luego que sus padres murieran cuando ella tenía catorce años, restándole méritos a su participación. Sólo ella sabía todo el esfuerzo que le había llevado aprender todo lo necesario para poder tomar las riendas de una empresa cuyo único capital era la primera producción en la que ella estuvo a la cabeza. Sus padres le habían dejado una cuantiosa fortuna que tuvo que utilizar para cubrir una millonaria deuda debido a una estafa muy bien organizada en la que se vio involucrada la Empresa Textil Kinomoto antes de que sus progenitores perdieran la vida. Pero como se lo propuso desde un principio, obtuvo el título de Administración Pública el cual complementó con un Doctorado en Finanzas de Empresas en una universidad extranjera, logrando quedar a la cabeza en poco tiempo.
Pero, si bien se podía decir que había alcanzado la mayor parte de sus metas en la vida, aún le quedaban una cuantas más por cumplir. Todo aquello a nivel laboral, porque a nivel personal la joven parecía ser fría como un témpano de hielo. Eran conocidos un sinnúmero de pretendientes, a los cuales ella se había negado, y un único novio formal perteneciente a su época universitaria. Y es que simplemente ella lo prefería así.
- Señorita Kinomoto –escuchó el llamado de su secretaria del otro lado de la línea – Hay un joven que desea hablar con usted, pero no tiene cita.
- Chiharu, te dije que si no tenían cita, les das una y que regresen cuando deban –explicó como si se tratase de la explicación para una niña pequeña. Era cierto, era el primer día de Chiharu, quien estaba reemplazando a su secretaria, quien en aquellos momentos debía estar cerca del tiempo de parto – ¡Ah! Tampoco me pases llamados por favor. ¿Entendido?
- Si señorita –escuchó asentir a la joven e imaginó su rostro de aflicción. La comprendía en cierto modo, pues alguna vez estuvo en una posición similar siendo nueva, nerviosa y temerosa al no saber qué hacer ante tantas cosas nuevas para ella en aquel territorio desconocido como lo era la empresa de sus padres. Y supo de inmediato que si no forjaba un temperamento adecuado, su imagen no sería debidamente respetada, y por ende sería absorbida por los accionistas, impidiéndole tomar las riendas del negocio familiar.
Sorpresivamente se vio fuera de aquellos pensamientos cuando la puerta de su oficina se abrió de par en par, y una desesperada Chiharu intentaba disculparse atropelladamente.
- Señorita Sakura, le dije que no la podía ver sin una cita, pero el señor insistió en que no habría problemas y yo… no pude detenerle – terminó avergonzada. La joven observó durante unos instantes la alta y masculina figura en el marco de la puerta.
- No te preocupes Chiharu, yo me encargaré del asunto – informó con seriedad. Antes de que la joven secretaria se retirase de la oficina, el joven de cabello chocolate la detuvo, y esbozando una seductora sonrisa agregó:
- Disculpa por causarte tantas molestias –la joven secretaria, se sonrojó al tope, saliendo disparada del lugar cerrando la puerta tras ella.
- Comenzaré por pedirte que no la molestes. Es una muchacha muy trabajadora, pero también muy inocente, así que agradecería que mantengas bien alejadas de ellas tus sonrisas de seductor empedernido… Syaoran.
- ¿De qué me viste cara? – preguntó el joven con falsa molestia. Era alto, y se podía notar a simple vista que poseía un bien formado cuerpo. De tez blanca y ojos marrones, con el cabello un tanto revuelto, encajaba a la perfección con el prototipo de Don Juan del siglo XXI.
- No es necesario verte la cara. Basta con conocer tu reputación –comentó con total confianza.
- Bien, si no es factible con la secretaria, supongo que podría intentarlo con la jefa –agregó con malicia, cosa que no pasó desapercibida por Sakura.
- Lo intentaste años atrás y no te resultó. ¿Qué te dice que esta vez podría ser distinto? –preguntó.
- Han pasado varios años. ¿No me dirás que crees que aún soy el mismo tipo de antes?
- En absoluto. Ni tú, ni yo somos los mismos. Los años nunca pasan en vano, y ésta no es la excepción.
- Por supuesto que no. Pero a ti parece que los años te han sentado de maravilla –comentó el castaño –Estás mucha más hermosa que en la universidad.
- Gracias por el cumplido –dijo con total tranquilidad - ¿Cuándo regresaste de Hong-Kong?
- Hace un par de días. Me instalé en un penthouse que compré unos cuantos meces atrás –explicó –Después de la muerte de mi padre el año pasado, las cosas se tensaron mucho en mi familia. Sobre todo luego de que se enteraron que mi padre tenía una amante, y que testó a su favor, dejándole una parte equitativa a la de mi madre en acciones de las empresas.
- Supongo que con todo y eso sigues siendo el socio mayoritario ¿no?
- El 60 de las acciones de nuestra empresa me pertenecen, el otro 30 se divide entre mi madre y la amante de papá, y un 10 que es de socios externos –explicó.
- Buen lío el que armó tu padre.
- Era algo que me temía. Sabía que incluso después de su muerte no dejaría de sorprenderme –rió por unos instantes.
- Y bien… ¿a qué has venido? –cuestionó Sakura.
- Sabía que venía esto. Me advirtieron que no eras ni la sombra de la muchachita tímida que conocí, pero no creí que fuese tanto.
- Si te molesta, la puerta está justo atrás tuyo, y puedes salir por ella cuando lo desees –agregó con sarcasmo la joven.
- Para nada. Me agrada esta faceta desconocida en ti. Bueno la verdad vine a invitarte a cenar mañana –confesó Syaoran sin más rodeos.
- No puedo, tengo asuntos de negocios que atender –mintió.
- ¿Por qué eres tan malvada conmigo? ¡Es sólo una cena! Y no digas que no, porque le pregunté a tu secretaria por tu agenda para mañana. Me dio una cita para las ocho en punto contigo –agregó con orgullo. Había olvidado lo astuto, terco y estratégico que podía ser aquel joven. Nunca daba puntada sin hilo - ¿Entonces?
- Olvídalo –se puso de pie camino a la puerta de salida. El joven la retuvo por el brazo.
- ¡Vamos Sak! Por un minuto deja esa actitud tan fría y calculadora, y acepta mi propuesta.
No dijo que si. Tampoco lo negó, y ello fue más que suficiente para que el rostro de Syaoran se iluminara con aquella espléndida sonrisa. Debía admitir que su sola presencia tenía un efecto embriagante sobre ella. Por lo mismo debía ser precavida ante cualquier cosa.
- Te veo mañana entonces –agregó y sin soltar su brazo llevó la delicada mano de la joven a su boca, besando el torso sutilmente.
Era turbador percatarse de que una visita tan corta como aquella había logrado que tantos recuerdos fluyeran libremente, regresando a su mente.
- Sak… ¡Sak!
- Discúlpame. ¿Decías? –preguntó regresando a la realidad.
- Siempre te quedas viéndole de esa manera –comentó la chica de cabello ébano con ligeras ondulaciones al final a su amiga –Yo creo que tendrías opciones si lo intentases.
- ¿Qué locuras dices? A él le gustan las chicas divertidas y bonitas.
- ¿Y es que acaso tú no lo eres? – Cuestionó con enfado –Tu problema es que no te haces ver. Prefieres pasar desapercibida. ¡Mírate! Por más que te he obsequiado ropa hermosa, insistes en llevar esa ropa holgada y sin gracia. Sakura la miró sorprendida. Nunca había escuchado a Tomoyo hablarle de aquella forma.
- Discúlpame Sakura. ¡Solo quiero que reacciones! Eres muy bella, pero no te preocupas realmente por ti, ya que sólo le dedicas tu tiempo libre a la empresa. ¡Eres joven! ¡No puedes desperdiciar estos años!
- Tal vez tienes razón –comentó dubitativa.
- Y entonces –preguntó la joven de ojos amatista.
- ¿Qué tal si mañana por la noche asistimos a la fiesta que organizan los bachilleres?
- ¡Perfecto! –exclamó Tomoyo con alegría.
- Tomy… ¿me ayudarías?
- ¿A arreglarte? –Interrumpió la joven –No te preocupes. No habrá hombre en esa fiesta que sea capaz de resistirse a tus encantos. Ya verás –agregó con emoción en la voz. Tanta que la esmeralda no estuvo segura de si había decidido bien.
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Recordaba que el primer año de universidad no había resultado en absoluto fácil. Aquel era un ambiente terriblemente competitivo, y ella no era el perfil de estudiante de aquella facultad, por lo que la sensación de no estar haciendo lo correcto se acrecentaba con el paso de las semanas. A esas alturas del año se había cuestionado en más de una ocasión dejar todo de lado pero…
- ¿Y como te fue con Yue?
- Excelente –confesó con una bella sonrisa –Me llevó a cenar a un exclusivo restaurante, y…
- ¿Y qué?
- Me regaló este anillo –enseñándole su dedo anular, el cual lucía un hermoso anillo con un rubí en el centro – Quiere que nos comprometamos –agregó con una notoria falta de interés.
- ¿Le dijiste que sí? –interrogó Tomoyo con excesiva emoción.
- No. Le dije que lo pensaría.
- ¿Por qué hiciste eso?
- Tomy… llevamos cinco meses saliendo. No negaré que él es muy lindo conmigo en todo aspecto –confesó –Pero un compromiso así no es algo que deba tomarse a la ligera.
- ¿No será que no te sientes segura de tus sentimientos hacia él? –cuestionó la amatista dando quizá en el blanco.
- No es eso. Sólo necesito algo de tiempo para aclarar mis ideas, y tomar una buena decisión… ¿no crees? –cuestionó buscando una aprobación por parte de su amiga.
- Cuentas conmigo.
Y sin embargo supo continuar perfectamente. El pasado había quedado atrás. Además… ella ya no era la misma muchachita tímida e ingenua de aquellos años. Se observó unos segundos en un pequeño espejo que había en su oficina. No, definitivamente no era la misma. Entonces… ¿por qué se sentía tan intranquila con la intromisión de Syaoran en aquellos instantes de su vida? Quizá solo fuese el hecho de que lo había conocido por medio de Yue, y no quería volver a tener ningún tipo de contacto con él. ¿Acaso le asustaba tanto volver a toparse con ese hombre? No, no era miedo… era terror a encarar a su pasado. Yue había sido el primer y el último hombre al que había permitido ingresar en su vida. Le había brindado su corazón, y él se había encargado de romperlo en cosa de segundos.
- Pero espera… ¿Tú no estabas comprometido con la huerfanita Kinomoto?
- No le digas huerfanita –comentó Yue entre risas – O sea lo es, pero te aseguro que con todo el dinero que tiene, familia que quiera estar cerca de ella no le ha de faltar. Yo creo que su fortuna es mayor a la de nuestras familias juntas.
- ¡Entonces debe ser muchísimo dinero! – exclamó la joven con esa vocecita aguda que siempre había detestado. Maldecía y a su vez daba las gracias por haber tenido aquel segundo juego de llaves del departamento de su "ejemplar" prometido. Ahí, tras aquella puerta estaba Yue y con él, revolcándose en su cama, estaba Naoko Yanagawa, la tipa más popular y descerebrada de la universidad completa. ¡A un mes de su matrimonio! Intentó salir con el mayor sigilo que le fue posible, pero su molestia la traicionó, chocando con una mesa, provocando que unas cuantas cosas cayeran de su sitio. En cosa de segundos hizo su aparición Yue, con una bata de dormir sobre su cuerpo. Al verla allí quedó un tanto sorprendido, e intentó disimular.
- Amor ¿qué haces aquí tan temprano?
- ¿Temprano? Pero si son casi las once querido –titubeando un poco - ¿Olvidaste que vendría por ti para ir al club de polo? –mintió Sakura.
- La verdad… si, lo olvidé –comentó avergonzado.
- Quería darte una sorpresa, pero mi torpeza la arruinó.
- Casi ni me di cuenta que había llegado. Es que anoche estuve hasta tarde revisando el proyecto para un nuevo negocio de…
- ¿Negocio? –Interrogó la esmeralda –No sabía que ahora tus negocios tenían nombre y apellido, y una voz por lo demás patética he de admitirlo –agregó al tiempo que abría la puerta del dormitorio y una atolondrada Naoko intentaba cubrirse un poco con las sábanas.
- Yo…
- No te preocupes querida. Y lo siento por lo de tu voz pero… en realidad creo que al que le preguntes te dirá lo mismo. Deberías investigar si hay alguna opción para que sea menos aguda y gangosa -ironizó.
- Sakura… no es lo que te imaginas. Ella… ella me hizo beber más de la cuenta y… -no alcanzó a terminar porque la joven acababa de abofetearlo con tal fuerza que se quedó –Ten un mínimo de madurez y asume lo que haces. Y no vuelvas a pronunciar mi nombre ¿me oíste? No sé como estaba tan ciega que no me percaté antes. Gracias al cielo me doy cuenta a tiempo de la clase de basura que eres.
- ¡Tienes que entenderme! ¡O sea yo soy hombre y tengo mis necesidades! – Avergonzándose luego de haber dicho esa última frase –Y tú no las ibas a saciar… -agregó –Ya sabes... es que eres tan…
- ¿Tan qué? ¿Tan pacata? ¿Tan puritana? Tan… ¿virgen? –Terminó la idea del muchacho –No me avergüenzo de serlo. ¡Dios! Lo único bueno de todo esto es que nunca me involucré contigo de esa forma. Y… ¿Sabes por qué lo hice? Ni siquiera me producías un mínimo interés por querer ahondar más en el plano sexual contigo.
- Lo dices porque estás enfadada –rió Yue.
- ¡Jajaja! Pensé que tú mejor que nadie creías que eras irresistible para cualquier mujer. ¿Nunca te cuestionaste el porqué no cedí aun con tus infructuosos intentos? Hay millones de tipos allá afuera… y créeme que más de alguno me ha causado curiosidad.
- ¿De qué hablas? Estás molesta, eso es lo que pasa y tratas de desquitarte.
- ¡Para nada! –Dijo con serenidad –Sólo hablo de la realidad. ¡Dios! ¡Estuve a un mes de casarme con un cerdo que no me mueve un pelo! – Dando media vuelta encaminándose a la salida -¡Ah! –Regresando y estirando su mano – El anillo y las llaves de tu departamento puedes dárselos a cualquier otra estúpida que caiga en tus juegos. Es increíble como me negué tanto a recibir estas llaves de tus manos, y como me alegro de finalmente haberlas aceptado –Y sin más se marchó de aquel lugar.
Ahora que lo pensaba bien, todo lo dicho aquella mañana era cierto. Yue nunca le produjo el más mínimo cosquilleo. Aun con sus fogosos besos y sus caricias, jamás logró encender ni un instante la pasión en ella.
Cuando observó el reloj, el cual marcaba las ocho menos quince, maldijo el haber perdido casi dos valiosas horas divagando en su pasado. El ruido del intercomunicador fue el que la había sacado de sus pensamientos.
- Dime Chiharu.
- Recuerde que su cita de las ocho ya se encuentra aquí. Me pidió que le informase de su presencia –explicó la joven secretaria.
- Todavía faltan quince minutos. Gracias Chiharu –cortó la comunicación. Caminó hasta el gran ventanal de su oficina, el cual le proporcionaba una espectacular vista de la ciudad de Tokio. Se estiró un poco intentando quizá de espantar así los fantasmas de su pasado, y el cansancio que la hacía desear estar en aquel instante en su cómoda cama.
- Simplemente es una maravillosa vista –escuchó comentar a aquella masculina voz a sus espaldas. Se volteó para observarlo mejor. Lucía un fino traje del tipo Armani o algún otro diseñador exclusivo de los cuales siempre había gustado, que le quedaba sin duda a la medida. Intentó esconder el pequeño sobresalto que le produjo su repentina aparición.
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Qué clase de pregunta es esa? Soy tu cita de las ocho –agregó como si fuese lo más obvio del mundo - ¿Ya lo olvidaste?
- Lo intenté, pero no conseguí que tú también la olvidaras -Mentía. Hasta hacía cinco minutos no recordaba que él había prometido ir por ella a esa hora para ir a cenar. Se sintió incómoda ante la mirada analítica que utilizaba con ella, como si estuviese estudiándola de pies a cabeza –Es cierto… la vista que tiene esta oficina es grandiosa –agregó mientras volteaba nuevamente hacia el ventanal. Poco a poco el sol había desaparecido en el horizonte, y la ciudad comenzaba a iluminarse con esplendor.
- Si, la vista es muy buena pero… en realidad me refería a tu figura recortada sobre el ventanal –agregó con tono malicioso. Sakura le miró nuevamente. Ese tipo no cambiaría nunca, y sin embargo nunca consiguió detestarle aún con su forma de ser. Después de la ruptura de su compromiso con Yue, mantuvieron el contacto porque, por más que intentó evitarlo, él consiguió por cansancio continuar con aquella extraña amistad. Syaoran Li era demasiado orgulloso como para admitir una derrota así de sencillo.
- ¿Por qué eres tan testarudo? –preguntó Sakura con tranquilidad.
- Es la única manera de poder conseguir las cosas contigo. Quizá si permitieras que las personas te demuestren realmente quienes son, te darías cuenta de que no todo es como tú lo pintas –comentó el joven despreocupadamente. Por tercera vez durante esa conversación, le observó con detenimiento. Estaba siendo sincero con ella, como pocas veces lo era con el resto de las personas. Y tal vez tenía razón, aunque no lo aceptaría frente a él ni aunque de ello dependiera su vida. Ella se había encargado de que las personas que le rodeaban la respetasen ante todo, y había conseguido que tuviesen una actitud fría hacia ella, así como ella con su sola presencia infundía respeto. Nadie conseguía que ella cambiase de idea cuando era una negativa. Nadie, hasta esos momentos.
- Y bueno. ¿Se supone que hoy me vas a demostrar que hay muchas cosas que desconozco que eres capaz de realizar? Porque recuerdo que eso me dijiste ayer.
- ¡Exacto! Sigues tan astuta como siempre –agregó Syaoran.
- Y tú sigues siendo el mismo cabeza hueca –bien, eso había sido exactamente ridículo. Él no le había dicho nada malo aún y ya le estaba atacando. Siempre era igual. Esa necesidad de maltratarle solo porque si.
- Me miras mucho –comentó el castaño, consiguiendo que rápidamente Sakura desviase la mirada, mientras un leve sonrojo se posaba en sus mejillas -¿Tratas de averiguar si te estoy tomando el pelo?
- ¡No lo hacía!
- Ahora si –interrumpió –tratabas de memorizar mis rasgos, no me quejaré en lo absoluto.
- Ten cuidado. Tu ego es más grande que tu cabeza y un día podría aplastarla –se burló la esmeralda.
- ¿Nos vamos ya? –preguntó Syaoran cambiando de tema. Indicó el reloj en una de las paredes de la oficina el cual marcaba ya las ocho y diez minutos. Sakura recogió su bolso y su chaqueta, y salió del lugar sin esperar siquiera a saber si el joven la seguía o no.
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Dejó a un lado sus cubiertos, dando a entender que había finalizado su ingesta de alimentos por aquella noche, aunque en su plato quedaba más de la mitad del contenido.
- ¡No entiendo la manía de las mujeres por comer como si se tratase de pollitos! Sobre todo cuando son tan delgadas como tú. –comentó Syaoran.
- Parece que aún no te das cuenta que no somos un tanque sin fondo como ustedes –agregó con apatía, sintiéndose atacada por aquel comentario. Era cierto que casi no había tocado su plato, pero eso era simplemente porque no tenía apetito, no porque estuviese realizando algún tipo de dieta o intentase mantener la línea. ¿Quién diablos se creía ese tipo para hacer comentarios tan molestos?
- Disculpa si te sentiste atacada por mis palabras –rió de buena gana.
- En absoluto. Pero pensé que lo sabrías luego de haber sido el novio de Rika Sasaki. Es bien conocido por todos que como muchas de las supermodelos casi no consume alimentos.
- Agria forma de defensa la tuya –La observó con atención mientras bebía un poco del contenido de su copa –La verdad esa fue una de las tantas razones por lo que nuestra relación se acabó. Su genio era terrible y yo lo relacioné siempre con ese motivo. Invitarla a salir era casi una tortura. Todo debía ser light, y si estaba cerca de algún desfile importante, pedía un par de hojas de lechuga acompañada de una copa de agua. Eso y su necesidad constante de halagos profesados hacia su bella figura, fueron mermando la relación hasta que no soporté más.
- ¿No fue ella la que rompió contigo?
- Veo que estabas mejor enterada de lo que creí de mis pasos –agregó –Como el que yo terminase con ella se vería horrible para su prometedora carrera, me amenazó con un sinfín de cosas. Al final hasta yo me reía de las ocurrencias que tuvo para que aceptara que en los medios se publicase que ella rompía conmigo.
- Destruyó tu imagen a su antojo.
- Más bien yo diría que la salvó. Meses después me enteré que se vio envuelta junto con su manager en un problema de consumo de drogas –explicó el joven chino.
- Ya veo. De todas forma que poca paciencia tienes. Deberías saber que las mujeres pueden ser un tanto complicadas –dijo Sakura.
- Creo que lo tengo bastante claro. Después de todos estos años de testarudez contigo creí que pensarías que era un tanto más paciente –agregó el ambarino y dio en el blanco, ya que como por arte de magia un nuevo sonrojo se apoderó de la castaña.
- ¡Qué gracioso! –Dijo con notorio sarcasmo, y cambiando rápidamente de tema prosiguió –Y bueno… un lindo lugar, buena comida y grato ambiente. ¿Dónde quedó la parte del Syaoran Li sorprendente que me presentarías hoy? Porque esto podría pasar perfectamente por una cena de negocios cualquiera.
- Es que es eso precisamente –comenzó Syaoran –Una cena de negocios.
- ¡Qué creativo! –Comentó con ironía –Si querías hablar de negocios te pude haber ahorrado el costo de la cena agregándolo a los gastos representativos de la empresa. Es así como lo hago con mis socios.
- ¿Con quién crees que hablas Sak? No me refiero a ese tipo de negocios –explicó mientras una sutil sonrisa se dibujaba en sus labios –Más bien este negocio tiene relación contigo.
- ¿Co-Como? –interrogó con sorpresa y bastante confusión la castaña. Ahora si que no comprendía nada.
- Tú sabes que desde que te conocí, cuando estaba comprometida con… -dudó unos instantes y prefirió proseguir. Sabía que nombrar a su antiguo amigo sólo traería problemas –Bueno desde aquellos tiempos me interesas… y mucho –confesó. Sakura se retiró la servilleta, dispuesta a huir de inmediato.
- No creí que saldrías con algo así… hasta pronto –poniéndose de pie trató de alejarse de la mesa, pero Syaoran sostuvo su brazo y habló con tranquilidad.
- Permíteme al menos terminar. Nunca fuiste descortés, y por tu forma de ser dudo que hayas decidido ponerla en práctica estos años –Sakura le miró con algo de molestia. La presión que ejercía sobre sus decisiones era diez mil veces mayor a la que había utilizado para retenerla. Tomó asiento no muy convencida de que lo que hacía era lo correcto.
- Habla.
-En un poco más de un mes y medio me caso –informó. Le resultó imposible no reflejar la sorpresa que aquella noticia le producía. Su rostro hablaba por ella en aquellos minutos. Pero… ¿Por qué le decía todo aquello? Él era libre de hacer lo que quisiera, y de querer realizarle una invitación a su boda no era necesario que se tomase la molestia de ir personalmente. Un parte para ella era suficiente –Es una chica muy bella –continuó –hija de un magnate inglés, antiguo amigo de mi familia.
- Pues… ¡Felicidades! –Exclamó no muy convencida –pero sigo sin entender nada.
- Tú conoces mejor que nadie el tipo de familia de la cual provengo. Son conservadores en extremo, y la única forma de que herede la presidencia de la empresa es casándome. Mi madre ha estado presionándome el último tiempo pues le importa de sobremanera proteger la empresa sobre todo ahora que Kaho Mitzuki, la amante de mi padre, ingresará al directorio –explicó –Ella fue la que concertó este matrimonio, y la verdad terminé aceptando.
- ¿Y? ¿Por qué me explicas todo esto ahora y a mí? –preguntó aun más confundida que antes.
- Porque el único motivo que me impide que llegado ese día diga "sí, acepto" frente a un altar, está justo frente a mis ojos.
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Notas de la Autora:
Bueno… aquí inicia un nuevo fic. Una idea un tanto extraña que se me ocurrió de repente. Les advierto que aquí nada es lo que parece. Es un UA en el que por el momento no hay nada de magia ni demases… pero aun no descarto incluirla. Todo depende del giro que quiera darle a la historia.
Espero les haya agradado.
Dejen reviews!!
Itziar..