Pareja: Kai&Takao
Advertencia: Shounen –ai
–Diálogos.
"Pensamientos."
Para Senshi Hisaki Raiden.
EL GUARDAESPALDAS
–Kaily Hiwatari–
Continuación...
&&&KaiTakao&&&
Ante sus ojos había un cuerpo flotando en el agua... era el cuerpo de...
–¡Takao! –gritó. Soltó el arma cayendo como consecuencia al suelo y sin siquiera quitarse los zapatos. Se lanzó a la piscina. Nadó hasta el joven de cabellos azules y lo puso boca arriba ya que el cuerpo flotante se encontraba bocabajo. Al menos impediría que siguiera tragando agua. No debía de perder tiempo... con rapidez y sujetándolo firmemente, comenzó a nadar hacia atrás con una mano hasta las escaleras, para una vez allí cogerlo en brazos, sacarlo de la piscina y tumbarlo en el suelo.
Unos pasos se acercaban corriendo hasta ellos, mientras Kai le subía los párpados para ver cómo estaban sus pupilas.
–¿¡Qué ha pasado!? –Preguntó Hitoshi alarmado, sentándose de rodillas con rapidez en el suelo, viendo cómo Kai le colocaba la cabeza en posición a su hermano para prepararlo para un masaje– ¿¡Qué hacía dentro de la piscina!? ¡Takao no sabe nadar! –decía nervioso, aunque sabía que sus preguntas no serían contestadas por la gravedad de la situación.
Kai por su parte le abría la boca al moreno de piel, dejando su mano izquierda sobre el mentón de éste. Con la otra mano se dispuso a pinzar la nariz con los dedos índice y pulgar, manteniendo la mano en la frente. Sus labios tocaron los de Takao empezando a pasarle aire. Seguidamente empezó a hacerle flexiones con ambas manos, una sobre la otra en el sitio adecuado– Uno, dos, tres... –contaba.
Hitoshi puso una de sus manos sobre la de Takao, viendo con preocupación cómo su hermano no despertaba. De nuevo Kai volvió a poner una de sus manos en la nariz y otra en el mentón. Iba a volver a repetir ese ejercicio.
–Hermano –le llamaba con preocupación.
–Vamos, Takao –murmuraba el otro. Los dos estaban asustados, Takao era alguien muy importante para los dos.
Una vez más, selló sus labios con los el joven de cabellos azules, ésta vez apartándose al sentir cómo Takao empezaba a toser. Con rapidez le giró el cuello para que escupiese toda el agua en el suelo y no volviera a tragársela.
–Cof... cof –tosía intentando abrir los ojos.
–Eso es, échalo todo –le dijo Kai, sintiéndose ahora más aliviado.
Hitoshi le agarró esta vez la mano por completo, sonriendo, sintiendo cómo dos lágrimas calientes resbalaban por sus mejillas.
–Cof... estoy mareado –reconoció sin mucha fuerza en la voz.
–Es normal, has tragado mucha agua, pero te pondrás bien. –le avisó el bicolor.
Hitoshi decidió hablar–Takao, nos has dado un susto de muerte. Dime, ¿ha sido ese hombre? –le preguntaba aún angustiado, apretando la mano de su hermano.
–No, he sido yo –contestó con tristeza.
–Takao, debe de ser una broma de mal gusto porque no sabes nadar y... –intentaba encontrarle alguna lógica a la respuesta de su hermano menor.
–Quería estar con mamá –le confesó, viendo cómo su hermano se tapaba la boca y seguía llorando–. Al menos allí nadie me hará daño.
–¿Y qué hay de nosotros? ¿No te importamos? ¿No te importa papá? –seguía preguntando el mayor de los dos.
–Precisamente por eso. Porque me importáis demasiado como para veros sufrir si acabo en manos de Kane. Ese hombre podría pedir una fortuna a cambio de dejarme libre.
–Eso no nos importaría, Takao.
–Pero, ¿quién os asegura que podré volver? –le preguntó, al no saber los planes del otro.
–No puedo creerlo... has intentado suicidarte... –negó con la cabeza angustiado–. Sé que tienes mucho miedo. Sé que piensas que está todo perdido, pero lo último que se puede perder es la esperanza. No sólo se nos destrozaría el corazón si te hubiéramos encontrado por la mañana muerto en la piscina, sentimiento y circunstancias que tú conoces muy bien... sino que papá hubiera recaído en su enfermedad y probablemente me hubiera quedado yo solo. ¡Eso era muy egoísta por tu parte! –le gritó asustado al pensar que si no hubiese sido por Kai, hubiesen pasado por todo eso.
–Hitoshi –le interrumpió el bicolor, lo que menos necesitaba Takao era que empezaran a discutir–. No le digas nada a tu padre... quiero que vayas a por una manta o algo que sirva para abrigar a tu hermano. Intentaré sentarlo en la silla –Hitoshi se le quedó mirando–. Cuando regreses podrás seguir hablando con él, pero esto es importante. Puede coger una lipotimia. –Le hizo saber–. Procura que tu padre no se entere de nada.
Al escuchar eso Hitoshi se puso de pie y empezó a caminar hacia el interior de la mansión.
Kai cogía mientras tanto a Takao en brazos, sintiendo como el moreno se agarraba a su cuello, llevándolo hasta la silla del jardín dónde lo sentó.
–¿Se lo ibas a dejar así de fácil? –le preguntó al menor, sentándose frente a él.
–No se trata de eso. –contestó afligido.
–¿Entonces de qué se trata?
–De no vivir el resto de mi vida con miedo, pensando que al día siguiente puede que no esté con mi familia. De no vivir con miedo al pensar que puede descuartizarme y mandar pedazos de mi cuerpo a mi familia. De no vivir con miedo de verlos sufrir. –decía pausadamente, pensando en cada una de esas posibilidades.
–Takao, así no ibas a ahorrarle ningún tipo de sufrimiento a tu familia. –Hizo una pequeña pausa para pensar–. Imaginemos que ese tío te coge y te mata... la solución es que estás muerto. Imaginemos que esta noche no he podido salvarte la vida... la solución es que estás muerto. El resultado de ambos es un eterno sufrimiento para tu familia. Ahora pongamos que cojo a Kane y que no consigue tocarte un solo pelo, porque te protejo con mi propia vida. El resultado es que volverás a salir por ahí con tu familia, a cualquier sitio de la ciudad o incluso podrás hacerlo solo sin temor a nada. – Intentaba que Takao viera lo valioso que era y la locura que había estado muy cerca de cometer–. No vuelvas a hacer una locura como esta... nunca. –sentenció.
–No es sólo por el miedo –le confesó–. Cuando era pequeño solía jugar en este jardín con mi madre. Mi padre siempre estaba con Hitoshi, decía que quería ser empresario como mi padre y yo quería ser arquitecto... era nuestro sueño. Mi madre siempre apoyaba mis ideas, decía que podía llegar a ser lo que me propusiera en esta vida. Que daba igual que fuese un niño un poco más rico que los demás. Mi padre no lo veía así y quería que fuese como mi hermano. –Al recordar el pasado, no pudo evitar sentir que un nudo se le formaba en su garganta –. Un día mi madre y yo jugábamos con la pelota aquí –sorbió el moquillo al notar que las lágrimas querían apoderarse de su ojos‑. Lancé la pelota demasiado alta. Mi madre saltó para intentar cogerla, pero cayó de espaldas a la piscina. Ella no sabía nadar –sentía cómo las lágrimas bajaban por su rostro–. Entré en la mansión lo más rápido que pude. Subí las escaleras lo más rápido que pude y avisé a mi padre, pero –sorbió el moquillo antes de continuar–. Cuando llegamos, mi madre... era demasiado tarde –se limpió las lágrimas con el dorso de la mano–. Desde ese día, juré no meter un pie en la piscina. Le tome tanto miedo al agua que incluso me daba pánico entrar a la ducha. Con el tiempo, me sentía desplazado. –reconoció –. Hitoshi siempre llamaba la atención de mi padre antes que yo. Si quería jugar con mi padre, no podía por los negocios. Siempre estaba ocupado para mí, pero nunca para Hitoshi. Un día le dije que prefería a Hitoshi antes que a mí –tragó saliva con dificultad–. Discutí con él y...
–Le dio un ataque al corazón –concluyó Kai.
Takao asintió–. Me sentí terriblemente mal, pero mi padre –sorbió el moquillo–. Únicamente me dijo que todo estaba bien y que nunca me dejaría solo. Desde ese momento sentía que si hacía travesuras, mi padre estaría más pendiente de mí. Me daba igual que me regañase, solamente quería llamar su atención... solo eso. La verdad es que me siento muy solo desde que mi madre murió, porque no siento nunca que nadie éste de mi parte. He de ser algo que no quiero, no puedo vivir mi sueño cómo quería. Me siento infeliz. –finalizó, limpiándose otra vez las lágrimas que acumulaba en los ojos.
Una manta fue colocada en sus hombros, para sorpresa del menor–. Sabes, nosotros también nos sentimos muy tristes cuando mamá murió. Que mamá pasase más tiempo contigo que conmigo, no significa que yo todavía no lloré por las noches en la habitación recordándola. ¿Sabes? Papá y yo pensábamos que tus travesuras eran debidas a que eras un niño, no para llamar la atención. Aunque pensándolo bien, conseguías su atención, y la mía, aunque te regañaba como hermano mayor. –Hizo una breve pausa–. Sé que mi carácter es serio y la verdad es que si tengo que confesar algo, es que siempre te he envidiado.
–¿A mí? –preguntó viendo como su hermano se ponía frente a él.
–Sí, siempre que has querido algo, no has parado hasta conseguirlo. No aceptas conformarte. Quieres seguir tu propio destino y no dejas que nadie mande en ti. Siempre has tenido más amistades que yo. –le hacía ver–. Yo siempre he aceptado todo lo que me ha dicho papá, aunque no me pareciese tan buena idea y creo que si papá dijese que fuera carnicero, lo sería sin rechistar. Pero sin embargo tú, vas a ser algo porque no te queda más remedio, debido a las circunstancias y a lo que exigen de ti las tradiciones. Creo que por eso te admiro. –le explicó.
–Pero... tú eres perfecto, Hitoshi. –decía Takao.
–Nada es lo que parece –se acercó a su hermano y lo abrazó–. Creo que me hubiera muerto si Kai no llega a salvarte la vida. ¿Sabes? Estaba totalmente desvelado, acababa de bajar a la cocina cuando escuché un ruido proveniente de aquí. Cuando vi que Kai te tenía en brazos y te vi inconsciente, me paralicé del miedo –le confesó, sintiendo cómo su hermano le abrazaba–. Takao, somos una familia y afrontaremos las adversidades juntos. Soy tu hermano, no tu enemigo. Si te sientes solo, dímelo, porque entonces seré una lapa. –dijo esto último, divertido.
–Gracias –sonrió, sintiendo como su hermano mayor se separaba de él para mirar a Kai.
Ahora que los dos parecían haber resuelto sus diferencias, Kai aprovechó para hablar–. Takao, ya que no tienes otro remedio que ir al campo de béisbol. –Refirió, al recordar que su padre había intentado cancelarlo todo a última hora, pero la gente ya venía hacia ellos y no pudo hacerlo–. Acordonaremos la zona, llamaré a cien policías y siete guardaespaldas. Tengo un plan. Es bastante arriesgado, pero podemos coger a ese mal nacido y podrás volver a salir sin temor a nada.
–¿De qué se trata? –quiso averiguar.
Kai empezó a explicarle básicamente el plan–. Tú decides.
–Si haciendo eso mi vida vuelve a ser normal, lo acepto.
–Bien, mañana informaré de esto a tu padre. Quiero que se quede enterado de todo. Es muy tarde, será mejor que te cambies de ropa y... –fue interrumpido por el menor, al saber lo que seguramente le diría.
–A mi habitación no puedo entrar –se adelantó a decirle.
Su hermano le puso una mano en el hombro, para llamarle la atención–. Ya cojo yo un pijama, ¿te parece bien si dormimos juntos? – le preguntó.
–Me parece bien –se puso de pie.
–Pues entonces no se hable más –le sonrió con ternura, viendo como su hermano ahora miraba al bicolor.
–Kai, quiero que esta noche descanses –le refirió.
–Mi hermano tiene razón. Yo cuidaré de él esta noche. Intenta descansar. Lo vas a necesitar –siguió Hitoshi.
–Mn...
–Si no lo haces, nos quedaremos intranquilos –le explicó Takao, mirándole fijamente a los ojos– ¿Lo harás?
–Afirmativo –contestó, después de todo aunque lo negase, no le serviría de nada. La verdad es que habían sido muchos días en los que había estado sin apenas dormir y sentía que ya no podía más. Así que siguió de cerca a los jóvenes de cabellos azules, metiéndose los tres en la mansión.
&&&KaiTakao&&&
Al día siguiente...
Kai estaba hablando con el señor Shibure en el despacho de éste, explicándole su plan, pero Shibure no parecía muy convencido.
–Sé que es muy arriesgado, pero le juro que le protegeré incluso con mi vida en el momento que vea algo sospechoso. Habrá cien policías acordonando la zona y siete guardaespaldas a parte de mí. No perdemos nada con intentarlo y le aseguro que una vez que una persona contra ciento ocho, no tiene nada que hacer.
–¿Mi hijo está enterado? –le preguntó.
–Afirmativo –contestó.
–Está bien, lo dejo todo en tus manos. Confío en ti. Dime si hay algo que esté en mi poder para colaborar.
–Lo hay señor. Quiero que pongan algunos carteles por la cuidad, avisando del acontecimiento social. Tenemos que incitarlo a que vaya –le explicó refiriéndose a Kane.
–De acuerdo –contestó aprobando el plan.
–Yo me pondré en contacto con mis compañeros ahora mismo, aunque le saldrá un poco caro señor. –Le hizo saber, ya que los guardaespaldas había que contratarlos.
–El dinero ahora no es problema –puso su ordenador en marcha y empezó a preparar el anuncio. Kai salió del despacho para no interferir en el trabajo del señor Kinomiya y empezó a hacer llamadas a sus compañeros.
En el despacho de Hitoshi se encontraba Takao, intentando hacer un discurso. Hitoshi lo revisaba por petición de su hermano.
–Creo que deberías dormir un poco. Te has pasado toda la noche cuidando de mí. –le decía el menor.
–No tengo nada que hacer, así que ya echaré después una cabezada.
–Esto se me da fatal –reconoció, leyendo las palabras que había escrito en el folio.
–No vas mal, para ser el primero está muy bien– le animó.
–Hitoshi.
–¿Qué?
Quitó su mirada del folio para mirarle– ¿Por qué no le dices a papá que tú quieres ser el dueño de la empresa?
–Eso no es así –intentó quitarle importancia al asunto con sus palabras.
–Sí que lo es. Ese era tu sueño desde que eras niño. Ser como papá, tener algún día esa empresa. ¿Por qué no se lo dices?
Hitoshi sonrió con tristeza– Porque no me pertenece.
–¿Y piensas renunciar así a tu sueño? Mamá no lo hubiera querido así.
–Ya lo sé, pero son las tradiciones. No puedo romperlas –se estaba poniendo triste de pensar que su hermano llevaba razón, así que carraspeó volviendo a su quehacer–. Creo que si aquí haces una pausa y esto lo escribes aparte, quedaría mejor.
El menor miró a su hermano para después regresar su vista al folio–. Claro –dijo simplemente, sabía que Hitoshi no le hablaría más de ese tema.
&&&KaiTakao&&&
Tras haber llamado a todos sus compañeros y haber aceptado la propuesta, el bicolor decidió preparar todas sus cosas. Un pinganillo por el cual poder comunicarse con sus compañeros en todo momento, las pistolas, bien limpias y cargadas con su seguro puesto, una pequeña pistola eléctrica, chaleco antibalas, unas esposas... todo estaba preparado.
Unas horas pasaron antes de que la cuidad se llenara de carteles, anunciando el lugar y la hora en la que Shibure haría el nombramiento de su hijo menor.
Un chico un poco más alto que Takao miraba con atención uno de los carteles que estaban pegados a uno de los pósters de la luz. Su cabello era rizado, corto, de color rojo. Sus ojos eran de color negro y vestía con un pantalón vaquero y una camiseta de manga larga con capucha, la cual llevaba puesta.
–Así que en el campo de béisbol, pues te esperaré ansioso. Esta vez, nadie va a alejarte de tu destino, Takao –miró por última vez el cartel con ira–. Nadie me rechaza. O eres para mí o no eres para nadie –apretó un puño con fuerza, mientras andaba un poco encorvado. El dolor de su espalda no se iba. Un gran cardenal lo adornaba y todo gracias a ese guardaespaldas. Pero él también recibió de su parte un codazo, así que de algo podía estar orgulloso y ahora que lo pensaba, también consiguió tirarlo al suelo cuando subió al capó del coche.
Su mente tenía que empezar a pensar en los detalles y prepararse para esa "cita". Seguro que ese guardaespaldas estaría allí. Era demasiado listo para su gusto y seguro que habría más seguridad. No creía que el otro, fuera descuidado en ese aspecto. Con esos pensamientos siguió caminando por la calle, tenía muchas cosas que hacer para mañana.
&&&KaiTakao&&&
Takao salió del despacho de Hitoshi. Quería despejar un poco su cabeza, iría al comedor a ver la tele un rato. Cada tres pasos se sentía vigilado y decidió girar la cabeza para ver lo que había a sus espaldas. La servidumbre le miraba sólo de vez en cuando, viendo su extraño comportamiento, eso lo ponía todavía más nervioso. Su propia mansión se le hacía desconocida... incluso las escaleras que estaba por bajar, se le hacían eternas. Se le estaba haciendo todo un mundo y eso que sólo pretendía ver la tele.
Genial, gracias a ese psicópata le tenía miedo a su propia casa. Sin poder evitarlo, se sentó en las escaleras, a mitad de su trayecto. Estaba comprobado, ahora era incapaz de moverse de ahí. No si alguien no lo acompañaba hasta donde quería ir.
El bicolor lo vio sentando en las escaleras, mirando a ambos lados como temiendo algo. Bajó las escaleras y se sentó a su lado.
–¿No prefieres sentarte en una silla? –le preguntó.
–Eso quisiera, pero soy incapaz de moverme por mi mismo a ninguna habitación de la mansión. ¡Je! Se me está haciendo un mundo. –confesó–. Sé que ése no va a venir estando aquí todo el personal trabajando, tendría que ser muy tonto... pero ya no me siento seguro aquí, aunque ha sido el sitio en el que me he criado. Pienso que hasta me sentiría más seguro en un bar –le confesó decaído.
–Hm... ¿Lo dices en serio? –su cabeza había encontrado una posible solución.
–Sí.
–¿Has preparado el discurso?
–Sí –volvió a contestar.
–Bien. Si te sientes inseguro, creo que lo único que podemos hacer es sacarte de aquí.
Takao no tardó en mirarle– ¿Y dónde pasaría la noche?
–De eso me encargo yo. Vamos al despacho de tu padre –se puso de pie–. Hablaré con él. Tu ve a coger el discurso y dile a tu hermano que te preparé la ropa que debes de ponerte para el acontecimiento social. –Le decía, viendo como Takao se ponía de pie y le miraba con curiosidad.
&&&KaiTakao&&&
Muy pronto, Takao se despedía de su hermano y padre con una maleta en la mano. Kai había mandado llamar a dos guardaespaldas de confianza para que protegieran a Hitoshi y a Shibure. Ya les había dado las indicaciones pertinentes y ahora estaban detrás Takao, viendo la escena.
–Hasta mañana –dejó la maleta en el suelo y los abrazó a ambos en la puerta de la entrada de la mansión.
–Hasta mañana –dijo su padre.
–Cuídate mucho hermano –le despidió Hitoshi.
–Vosotros también –les sonrió, rompiendo el abrazo y cogiendo su maleta del suelo–. Tengo que irme –abrió la puerta, viendo que el coche del bicolor estaba aparcado justo enfrente y que Kai abría el maletero. El menor le dio la maleta para que el blanquecino de piel la dejara en el maletero– ¿Dónde me siento? –le preguntó, dispuesto a obedecer cada palabra que dijera el bicolor.
–En el asiento trasero –le contestó, cerrando el maletero con una manta en la mano, viendo cómo Takao abría la puerta trasera de su coche–. Bien, ahora túmbate a lo largo. Te pondré esto encima para que nadie te vea, así que no te lo quites, ¿de acuerdo? –le explicó.
–Bien –obedeciéndolo, el moreno de piel se tumbó como le mandó el mayor y se dejó cubrir por una manta.
–Echaré los seguros por dentro, así que no tienes nada que temer –le hizo saber, arrancando el coche.
Tanto Hitoshi como su padre, veían cómo el coche se iba alejando poco a poco de la mansión.
–Tranquilo papá, Kai cuidará bien de él.
–Lo sé –le dijo con tristeza, para acto seguido cerrar la puerta.
&&&KaiTakao&&&
Takao permanecía inmóvil. Sólo sentía cómo el coche subía y bajaba por los distintos pavimentos de la carretera, cómo frenaba por los semáforos o por las señales de stop. Kai miraba de vez en cuando por el espejo retrovisor interior para ver ese bulto, en el cual sabía perfectamente que se encontraba el menor.
–Tranquilo, ya casi hemos llegado, aguanta un poco más. Lo estás haciendo muy bien –le animó.
Una frenada y el pequeño crujido del freno de estacionamiento, le indicó al joven de cabellos azules que ya habían llegado a su nuevo destino. Pronto Kai le quitó la manta de encima.
–Ya puedes salir, no hay nadie a la vista –le tranquilizó.
Takao se incorporó, viendo cómo el bicolor iba a abrir el maletero, para sacar la maleta. Cuando el joven de cabellos azules salió del coche, pudo ver que estaba en un callejón sin salida, parecido a aquel en el que estuvo con Kai el día de los disparos. Pero este era diferente en el aspecto de que había una puerta a su izquierda y tres escaleras.
–Vamos –le indicó Kai, quien había sacado algo más que la maleta de Takao, sin que éste se diera cuenta.
Los dos subieron esas tres escaleras y entraron a un edificio de fachada color verde bajo. Al parecer esa era la entrada trasera del edificio, porque ahora caminaban por un pasillo y salían a otro en el que había bastantes escaleras y un ascensor.
–Subiremos a pie –le avisó Kai, pasando de largo del ascensor, al ver que el más bajo, miraba el artefacto–. Está roto –le indicó siendo seguido por el menor.
Tras varios escalones, llegaron por fin a una puerta de color metálico, un poco antigua. El bicolor se apresuró a abrir la puerta con la llave para que a los vecinos no les diera ni tiempo de asomarse.
–Pasa –le dijo una vez que estuvo abierta, permitiéndole el paso. Cuando el más bajo lo hizo, el mayor le imitó, cerrando la puerta tras de sí.
Takao se encontró con una sala, tan grande como su sala de vigilancia. No había apenas cuadros. Una tele pequeña que dudaba que funcionase, una pequeña mesita que soportaba la tele y debajo de ella una mini cadena con unos discos. Un sofá en el que cabían justo dos personas, quizás era un sofá cama, pero el sofá parecía muy viejo. Una mesa y tres sillas más a la derecha. Caminó dos pasos para mirar más hacia su derecha. Una pequeña hornilla, una nevera no muy grande, un fregadero, un armario...
–Kai, ¿dónde estamos? –quiso averiguar.
–En mi casa –dejó lo que había cogido del coche y la maleta, encima del sofá. Al ver la cara de sorpresa de Takao, siguió hablando–. No es muy grande, pero está bien para una persona. La cocina está con el comedor, si es que se le puede llamar así. Sígueme.
Abrieron una puerta que estaba entre la cocina y el comedor, era un pasillo. A su derecha había otra puerta, Kai la abrió.
–Dormirás aquí.
El menor miró la habitación desde la puerta. Dos mesitas, en medio una cama de matrimonio, una ventana enfrente y un armario a la izquierda de la ventana, junto a una puerta.
Entró en la habitación abrazándose a sí mismo y mirando a su alrededor. ¿Cómo podía ser que Kai viviera en un sitio así?
–Esa puerta de ahí es el cuarto de baño, puedes mirarlo.
Con pasos lentos, se acercó a la puerta y la abrió. Un inodoro, un lavabo con su pequeño espejo y una bañera eran todo lo que llenaban ese minúsculo cuarto. Podría jurar que ahí uno debía de pasar de lado si quería pasar hasta la bañera. Ni siquiera había un triste armario para poner las toallas.
Salió del cuarto de baño dando a la habitación del bicolor– ¿Y la lavadora?
–Tenemos una lavandería común –le contestó, viendo que el joven de cabellos azules salía de nuevo al estrecho pasillo.
Miraba a su alrededor rascándose la nuca–. Lo siento, es poca cosa, pero creo que nos será útil.
–No, si está... muy bien –se sentó en el sofá–, es... cof... –intentaba buscar la palabra adecuada–, acogedor.
Sonrió–. La has definido bastante bien. Yo diría que es fría y ridícula... –se aclaró la garganta–. Creo que tengo algo en la nevera. Voy a por una cerveza, ¿quieres una?
–Am... Vale.
Kai fue a por las cervezas y Takao le miraba desde el sofá mientras jugaba nerviosamente con los dedos. No tuvo que esperar mucho para ver como la cerveza llegaba en camino.
–Toma –le dio un botellín.
–Gracias –la aceptó poniéndose de pie de inmediato–. Perdona, me he sentado aquí sin más.
–No pasa nada. Siéntate, eres mi invitado. –Cogió una silla y la acercó al sofá para sentarse. Takao se sentó en el sofá de nuevo, esta vez le dio un pequeño trago a la cerveza y después se quedó algo pensativo.
–¿Qué pasa? –le preguntó, sin dejar de observarlo.
–Nada. Es sólo que bueno, estoy acostumbrado a verlo todo tan gigantesco, que ver una casa así. –intentaba buscar otra palabra que dudaba que le fuese a salir de la boca.
–Apartamento –le corrigió.
–Pensaba que a los guardaespaldas os pagaban mejor. –finalizó.
–Y nos pagan muy bien –le contestó, para acto seguido beber un poco.
–Entonces, ¿por qué no vives en un sitio más espacioso?
–Porque no lo necesito. Casi nunca estoy aquí. –le informó.
–¿Y tu familia?
–Vivo solo. Ellos están en Rusia.
–Debes de echarles mucho de menos.
–Sí. Pero mi trabajo implica estar lejos de los que me quieren y de los que quiero. Al menos me queda el consuelo de saber que están bien. Es lo que elegí. –explicó con tranquilidad y seguridad de lo que decía.
–Si yo tuviera la oportunidad de elegir, también lo haría.
–¿Quién dice que no la tengas?
–¿Cómo? –preguntó sin entenderle.
–Que tu padre te ordene algo, no significa que debas dejar a un lado tus esperanzas y sueños –le dio un pequeño trago a su botellín–. Puede que ahora el deber te llame, pero quizás dentro de unos años tus optativas cambien y puedas hacer lo que realmente te gusta.
–Lo veo difícil, siendo el heredero de una fortuna además de las acciones, aunque si lo pienso, puede que no llegue a vivir para ello –suspiró pensando en su problema.
–Escúchame bien –se puso de rodillas frente a él–. No quiero ver a un niño rico deprimido, aquí estás seguro. Mañana les demostrarás a todos que tú eres valiente, orgulloso y que no le temes a nada ni a nadie. No dejes que él se salga con la suya, porque eso es lo que pretende. No puedo pedirte que te olvides como si nada de tu problema, pero sí, que lo apartes de tu mente por unas horas. Demuéstrame que sigue en ti ese niño que soñaba con ser arquitecto y que deseaba que amaneciera para hacerme la vida imposible. –Takao sonrió al escuchar eso último–. Creo que es el momento de entregarte algo –le comentó, viendo cómo Takao le miraba enarcando una ceja. Levantó la maleta, dejando ver una camiseta color negra–. Esto es para ti.
Takao la cogió y vio con sorpresa lo que era– ¡Es de Linkin Park! –Sonrió alegre– ¿¡Pero cómo la has conseguido!? ¡No la venden, sólo la regalan en los conciertos! –en ese momento, cayó en la cuenta de algo– ¡Un momento! ¿¡Te la han regalado!? ¡Y está firmada! –exclamó.
–Me la dio una chica, creo que la cantante. Hice que me la firmaran. Ser guardaespaldas es influyente –reconoció, poniéndose de pie.
–¡No lo puedo creer! ¿¡La tienes desde ese día y no me lo habías dicho!?
–No te portabas muy bien –se sentó en la silla.
–Bueno, tienes razón. Gracias por conseguírmela.
–No ha sido nada –le respondió. Miró el reloj de su muñeca–. Ya es casi la hora de cenar –miró a Takao–. Seré franco contigo, en la nevera no hay nada. Sólo cerveza. Y dado que no podemos salir fuera, pediré algo de comer por teléfono. ¿Qué te apetece comer?
–Pues no sé... ¿pizza? –le miró dudoso.
–Está bien, ¿de qué la quieres?
–Me da igual, pero que no tenga ni piña ni anchoa. Odio eso.
–Vale –sacó el móvil de su bolsillo e hizo los pedidos, viendo cómo Takao miraba hacia las fotos colgadas.
–Me preguntaba quién es esta niña que está en tus brazos –le dijo al sentir como había dejado de hablar por teléfono y ahora estaba detrás de él, viendo también la foto en la que sonreía, con una niña de unos siete años de edad en los brazos–. Pareces más joven en esta foto.
–Es porque lo era, tenía veintiún años.
–¿Es tu hermana?
–No. Ella fue mi primera protegida, se llama Natasha.
–¿Ella es Natasha? –preguntó no creyéndose lo que le decía el bicolor.
–Afirmativo.
"Y pensar que he estado celoso de una niña pequeña", empezó a sonreír mirando al suelo. "Vaya, si en la foto está atractivo, ahora está que no veas", empezó a sonrojarse levemente.
–¿Te pasa algo? –le preguntó al ver cómo miraba al suelo un poco pensativo.
–¿Eh? Nada –respondió.
&&&KaiTakao&&&
Dejaron ambas cajetas de pizza vacías sobre la mesa, al igual que dos botellines de cerveza. Kai había bajado a la calle para recogerlas allí cuando llegó el repartidor, dejando a Takao en el piso. Cuando subió, no tardaron en comérselas mientras veían la tele. Ahora Kai estaba sentado en el sofá, viendo como Takao hurgaba entre sus discos.
–Esta canción la solían bailar mis padres cuando era niño. ¿Puedo? –le preguntó, dándose media vuelta preguntándole si podía poner el disco de Whitney Houston.
–Afirmativo –le respondió.
Takao así lo hizo y se puso de pie al escuchar como la mujer empezaba a cantar.
If I should stay,
I would only be in your way.
So I´ll go
But I Know
I´ll think of you every step of the way.
–Aún recuerdo cuando bailaban juntos en el comedor. Yo siempre quise hacerlo con mi madre, pero era muy niño.
–Yo no soy tu madre, pero puedes bailarla conmigo –dijo tras su espalda, causando que Takao le mirase de nuevo y se acercase un poco a él. Kai se colocó en posición para que Takao entendiese que estaba dispuesto a bailar.
Takao se acercó bastante a él, recordaba que era un baile lento, así que puso ambas manos alrededor del cuello de Kai. El bicolor rodeó la cintura del joven de cabellos azules con ambas manos, ambos moviéndose lentamente en círculos.
And I will always love you
I will always love you.
You, My Darling You...
Los dos escuchaban esa letra tan profunda, su significado y eso les provocaba no querer despegarse uno del otro. Muy pronto Takao abrazó al bicolor, dejando su cabeza apoyada en el hombro del blanquecino. Kai sentía de nuevo ese calor tan especial, como aquella noche en la fiesta de la mansión. Para qué negarlo, quería abrazarlo, quería que eso perdurara para siempre, que Takao no lo soltase jamás. No muy consciente de sus actos, pero sí de los sentimientos de su corazón, abrazó por completo a Takao, ladeando el cuello hacia el lado para sentir la cabeza del joven de cabellos azules.
Bittersweet Memories,
That is all I´m taking with me.
So, goodbye. Please don´t cry.
We both know
I´m not what you–you need
Los dos cerraron los ojos para sentir esa cercanía, disfrutando de ese momento. Takao se separó un poco de él, lo suficiente para mirar hacia arriba y ver cómo Kai le miraba.
And I will always love you,
I will always love you
Sus ojos brillaban de deseo. Takao sin poder evitarlo empezó a ponerse de puntillas para acercarse a esos labios. Kai empezó a agacharse inconscientemente para capturar esos labios, pero su cabeza enseguida intervino quedando a sólo unos centímetros de distancia, mientras se escuchaba de fondo un saxofón.
–No puedo hacerlo –le susurró, mirándole a los ojos con ternura.
–Tu mirada te delata. ¿Acaso no sientes algo por mí?
–Las cosas no son tan sencillas. Tu eres mi protegido, y yo tu guardaespaldas.
–Eso no me importa.
–No funcionaria, somos diferentes. Tenemos distintas edades.
–Kai, tú me deseas tanto como yo a ti. Lo veo en tus ojos.
–Takao, no quiero que sufras por mí cuando tenga que irme. La despedida sería más dolorosa.
–Pues llévame contigo –le pidió.
–No puedo, tienes asuntos que atender.
–Nada de eso me importa si tú no estás a mi lado. Te has convertido en algo tan importante para mí, como yo para ti. Sin ti, vuelvo a estar perdido.
–No digas eso, te las arreglarás muy bien sin mí –le respondió, viendo como los ojos de Takao brillaban de sobremanera, acumulándose pequeñas lágrimas.
I hope life treats you kind.
And I hope you have all you dream of.
And I'm wishing you joy and happiness.
But above all this– I'm wishing you love.
Al tiempo que la cantante subía el tono de voz, el joven de cabellos azules frunció el ceño y para sorpresa del bicolor, dio un pequeño salto sellando ambos labios, cerrando los ojos con fuerza, sintiendo como sus mejillas se empapaban por las lágrimas y como lo cogía esta vez de la nuca.
Kai sin esperar más, empezó a corresponder el beso. Apenas sintió los labios de Takao en los suyos, ¿a quien quería engañar? Estaba enamorado de ese niño y lo único que quería era estar con él y no dejar de besarlo.
And I will always love you.
I will always love you.
I will always love you.
I will always love you
El beso empezó a cobrar vida al sentir sus lenguas jugando. Kai no tardó en bajar sus manos hasta el trasero de Takao para cogerlo en peso, sintiendo cómo Takao enroscaba sus piernas para evitar caerse y cómo ponía ambas manos ahora en las mejillas blanquecinas sin dejar de besarse.
I will always love you
I will love–you...
You, darling I love you.
Ooh I´ll always, I´ll always love–you.
El bicolor empezó a caminar por el pasillo lentamente, buscando el camino que los llevaría hasta la habitación, más concretamente a la cama.
Fin Flash Back
El teléfono móvil sonó, despertando al joven de cabellos azules de su ensoñación. Llevaba más de una hora sintiendo las caricias del bicolor en su espalda, sus pequeños besos en su cabeza, su dulce aroma... pero todo eso acababa de desaparecer al escuchar la cancioncilla.
Kai estiró la mano para coger el teléfono móvil que estaba en la mesita, junto con sus armas. Una vez que lo tuvo en su poder, miró el número grabado y contestó.
–¿Diga? –preguntó sin dejar de acariciar al moreno de piel, sintiendo como éste le daba un beso en el pecho–. Afirmativo... iré a despertarle. Creo que encontrarnos allí sería lo mejor. ¿Algún incidente?... bien. Dame una hora y estaremos allí, adiós –colgó.
–¿Quién era? –preguntó con temor.
–Era el guardaespaldas de tu padre. Dice que todo está bien y que dentro de una hora nos encontraremos en tu casa, todo debe de parecer normal.
–¿Cómo si esta noche no la hubiera pasado contigo? –preguntó con doble sentido al indicar que tendría que hacer como si hubiese dormido en la mansión Kinomiya y lo de anoche jamás hubiese pasado.
–... Afirmativo. –cayó en la cuenta de que aunque le dolería, tendría que separarse de Takao.
–No sé si puedo hacer esto –reconoció.
–Lo harás muy bien, todo un cuerpo de policía y guardaespaldas estarán vigilando toda la zona. No tienes nada que temer, lo cogerán –le animó.
–¿Y si no es así? ¿Y si me pega un tiro delante de todos? –le preguntaba con temor.
–Te prometo que eso nunca sucederá.
–¿Cómo puedes estar tan seguro? –le preguntó mirándole a los ojos. Al hacerlo se dio cuenta de que algo le causaba dolor. No sabía explicar lo que era, ni porque razón, pero... eso no le daba buena espina –.Iré a darme una ducha –aclaró, levantándose de la cama, mostrándole al bicolor una vez más su cuerpo desnudo.
Mientras uno se duchaba, el otro estaba preparando todos sus artilugios para tenerlos a punto. Nada debía de fallar o no se lo perdonaría jamás. Era un plan demasiado arriesgado, pero merecería la pena si ese loco era encerrado en la cárcel de por vida.
Tras esperar unos minutos, Takao salió del baño aseado, secándose el cabello con una toalla–. Estoy listo –avisó con una toalla enredada en la cintura. Pasó por el lado del bicolor con la mirada puesta en el suelo, ocultando sus ojos con los mechones de su flequillo.
–Hay leche en la nevera. Los vasos están en el armario –le informó para que Takao empezara a desayunar algo.
–Bien –le contestó con voz apagada. Éste sintió cómo lo abrazaban por la espalda.
–No, estás así sólo por esto. Dime, ¿qué te pasa?
Silenció unos segundos antes de contestar–. No es nada. Es que –se mordió el labio un momento–. Da igual el resultado de esto. No volveré a verte y... –tragó saliva con dificultad–. Todo lo que sucedió anoche entre nosotros, fue algo mágico y jamás volveré a sentir esa magia.
–Volverás a sentirla. –aseguró–. Puede que yo no esté aquí, pero eso no importa.
–Claro que importa –puso una de sus manos sobre las del bicolor–. Me duele el pensar que no volveré a saber nunca más de ti.
–A mí también me duele –reconoció.
–Claro –dijo sin creerle.
–Hm... Será mejor que me dé prisa en ducharme –Takao sentía cómo la mano de Kai se separaba de la suya con suavidad y escuchaba cómo los pasos se iban alejando.
&&&KaiTakao&&&
Media hora después, Takao estaba vestido con el traje para la ocasión. Estaba de pie, con los brazos abiertos y la chaqueta abierta, viendo cómo Kai le colocaba un chaleco antibalas.
–Esto ya está –le informó el mayor.
–¿Tu llevas uno? –le preguntó preocupado.
–Afirmativo –le contestó.
–¿Me dejas verlo?
Kai le miró a los ojos para ver en ellos preocupación. Estiró su mano hasta la piel morena para acariciarle la mejilla–. No te preocupes por mí.
–Enséñamelo –sentía que Kai le engañaba.
–Hm... –Se levantó la camisa, dejándole ver al menor, el chaleco–. Tu familia también lo lleva puesto –le dijo para tranquilizarle–. No os dejaremos solos a ninguno de los tres. Aunque tendremos que daros vuestro espacio en el discurso. En la más mínima señal, nos echaremos sobre él y si ves algo entre las personas...
–Cruzaré los dedos detrás de mi espalda.
El bicolor asintió–. Ahora bajaremos al coche –le explicaba, poniéndose un pinganillo en la oreja, el cual no se veía a simple vista–. Te tumbarás igual que cuando te traje aquí. Te llevaré a tu casa y nos subiremos a la limusina. Así sospechará menos.
–Sólo queda una cosa por hacer –se acercó a Kai, al ver cómo su ceja se enarcaba. Puso ambas manos en las mejillas y empezó a besarlo. Su beso era tierno, era como una despedida, sabía que delante de su padre y hermano no podría hacerle esa demostración. Sólo tenía esa oportunidad y no la desperdiciaría. Kai le correspondió ese beso. Al parecer él pensaba lo mismo y sentía tener que alejarse de Takao. Su corazón se le oprimía cada vez que pensaba en ello. El menor se separó un poco de él para abrazarle y dejar que su cabeza descansase en el hombro del contrario.
El bicolor le abrazó y dejó descansar su mentón en la cabeza del joven de cabellos azules, apretando los ojos para intentar grabar para siempre ese beso y ese abrazo.
–Ya me siento mejor –le dijo, aunque no era del todo verdad. Se separó de él con una sonrisa sincera. Se dio media vuelta y cogió su maleta que estaba en el sofá–. Vamos.
El bicolor asintió para finalmente dirigirse a la puerta y abrirla.
&&&KaiTakao&&&
Tres guardaespaldas estaban sentados frente a sus tres protegidos. Iban llegando a su nuevo destino... el campo de béisbol. Uno de ellos estaba totalmente ausente y no era para menos. En menos de veinte minutos su vida se podría desvanecer por completo y todo cuando por fin se había atrevido a dar un primer paso en sus sentimientos.
Kai empezó a escuchar por el pinganillo cómo los agentes se informaban unos a otros de sus posiciones y de cómo iban.
–P–10, soy G–1. ¿Algo sospechoso? –preguntó.
–Negativo –escucharon los tres guardaespaldas de los cuales, dos de ellos iban vestidos sin su uniforme.
–¿G–5?
–Negativo –le contestaron.
–¿Entrada despejada? –quiso seguir informándose.
–Afirmativo.
–Bien, estamos en la entrada. Ya sabéis lo que debéis hacer. Corto.
–Corto –contestaron el policía y el guardaespaldas que ocupaban su posición en el campo.
La limusina frenó y Takao tragó con dificultad. Miró por la ventanilla, viendo la gran entrada ante sus ojos.
Kai explicaría ahora el orden para salir–. Bien, primero salgo yo. Después Takao. Señor, usted saldrá detrás y por último Hitoshi. –Ahora se dirigió a sus compañeros–. Chicos ceñiros al plan, ya sabéis lo que hacer –les recordó, viendo cómo ambos asentían.
Después de comprobar eso, Kai abrió la puerta del coche, saliendo él primero. Al hacerlo, miró a su alrededor comprobando que todo fuera bien. No había nadie, así que miró a Takao indicando con la cabeza que podía salir ya. Así lo hicieron uno por uno. Cerró la puerta de la limusina y no tardó en ver cómo la limusina se marchaba con los dos guardaespaldas dentro, dejándolos solos a los cuatro.
Caminaron hasta la puerta trasera del estadio. Allí dos agentes les esperaban, que al igual que los dos guardaespaldas, no estaban vestidos como tales.
–¿Lo tenéis todo bien organizado? –preguntó el bicolor.
–No ha quedado ni un solo rincón vacío –obtuvo como respuesta.
–Bien –miró su reloj de pulsera, para después dirigirse a los Kinomiya–, ya es la hora. Sé que os voy a pedir algo difícil, pero intentad no parecer nerviosos. –Miró a uno por uno hasta llegar al joven de cabellos azules– ¿Takao?
–Lo intentaré –respondió, aunque no sabía con certeza si podría hacerlo bien.
&&&KaiTakao&&&
Un gran estadio estaba casi lleno. Habían preparado un escenario y un micrófono que estaba sobre un atril de madera. Detrás de esto, habían preparado tres sillas. El estadio estaba preparado de tal manera, que lo habían situado en mitad del campo y los espectadores sólo se podrían colocar frente a los Kinomiya.
Aunque había una gran sala de audio con enorme cristaleras, sabían a ciencia cierta que a Kane le resultaría imposible hacer algo desde allí, si daban la espalda a dicho lugar y la parte trasera del escenario era únicamente unos amasijos de hierros muy sólidos.
Como estaban a plena luz del día, no les harían falta luces y bueno, era un anuncio social. Con lo cual tampoco se vendería comida. Únicamente habían tenido que coger un ticket en la entrada indicándoles el nº de asiento y en el caso de los periodistas, simplemente preguntar para qué empresa trabajaban.
Un equipo de policías de nueve personas, comprobaba en una sala que todas las personas habían cogido el asiento número par. En cada número de asiento impar se sentaría un policía vestido de paisano, es decir, con una vestimenta normal. Nada podía fallar, si Kane estaba ahí e intentaba algo, directamente se vería rodeado de polis.
Shibure entró en el campo verde... subió las tres escaleras que conducían al escenario. Seguidamente subió Hitoshi, después Takao y por último Kai. Los cuatro escucharon claramente como la gente aplaudía para recibirlos.
Tanto Hitoshi como Takao se sentaron en las sillas. Kai se quedó al lado de Takao de pie, mirando a ese público, mientras Shibure decía unas palabras.
–Gracias. Como todos sabéis soy Shibure Kinomiya, el dueño de las empresas más importantes de Japón. Gracias al éxito de las ventas, he crecido hasta crear empresas en China, Hong Kong, Pekín e Hiroshima. Como los medios de información han dicho en varias ocasiones, tengo problemas de corazón y no me gustaría que todo eso algún día se perdiera sin que nadie lo dirigiese. Es por eso que me enorgullezco personalmente en dejar estas empresas a manos de mi hijo menor... Takao Kinomiya, el cual creo que debería de deciros unas palabras –se apartó del micrófono para cederle el micrófono a su hijo menor, que estaba poco centrado en esos momentos.
–Takao, es tu turno –le susurró Hitoshi, haciendo que su hermano se levantara de la silla y caminara hasta el atril.
Sus ojos miraron por unos segundos a toda esa gente, viendo con qué atención lo miraban.
–Es la primera vez... –habló un poco nervioso, pero enseguida recobró la compostura–… que hablo ante vosotros. –Los flashes de las cámaras se disparaban desde abajo–. Me presentaré... me llamó Takao Kinomiya... –hablaba sin que sus ojos parasen de buscar entre las personas cualquier cosa que pudiera delatar a Kane, si es que estaba ahí. Los periodistas empezaron a hacer más fotos, después de todo sería una gran primicia. Ya que el padre de Takao no había vuelto a hacer algo así desde la muerte de su esposa, aunque si había ido a acto benéficos, pero jamás hablaba de su familia o ponía a la gente al tanto de su vida.
Un periodista al no obtener una buena imagen decidió subir las largas escaleras del estadio, para finalmente coger un buen punto, aumentando el zoom.
Claramente se veía cómo Takao movía la boca al estar hablando, sonrió–. Una cara perfecta –se dijo a sí mismo, apuntando con la cámara hacia el corazón–. Qué pena, ya nos reuniremos en otra ocasión.
Kai veía cómo ese hombre había subido las escaleras.
–G–1 a Caja, ¿Cuántos periodistas se han identificado? –susurró.
–Caja a G–1, ocho chicas y diez chicos.
El bicolor miró atentamente a esa cámara. Un paso del periodista al retroceder, hizo que se diera cuenta de su ¿cojera?
–A todas las unidades, está en las escaleras –dijo tan rápido, cómo vio una luz encenderse en la cámara–. Mierda –susurró, empezando a correr hacia el joven de cabellos azules.
–Bang –dijo Kane, al tiempo que se oyó un disparo, teniendo un buen punto de mira a su favor.
En ese momento, Takao se sorprendió de sobremanera al escuchar el ruido del disparo y al sentir cómo era empujado al suelo.
Varios agentes salieron de debajo del escenario, subiendo corriendo a éste al oír lo dicho por el bicolor, haciéndose un círculo cerrado para proteger a Takao. Otros sacaron de allí al señor Shibure y a Hitoshi para protegerlos también. Kai lo tenía bien abrazado, estando en el suelo, protegiéndole todavía. Se podía escuchar a la gente gritar desde sus asientos.
No vio el momento en el que la gente se agachó al sentir ese ruido tan grande y cómo un agente de policía le disparaba al hombre de la falsa cámara con una pistola eléctrica haciendo que la tirase al suelo.
–Sospechoso detenido y esposado –escuchó a través del pinganillo el blanquecino de piel.
–Buen trabajo –los felicitó, abriendo los ojos. Sentía como Takao lo tenía abrazado y vio que ahora le miraba, siguiendo tumbados de lado–. Has sido muy valiente, por fin vas a poder hacer eso que tanto has deseado.
Takao sonrió al escuchar esas palabras, pero al ver una mueca extraña en la cara del bicolor le hizo alarmarse– ¿Kai? –Iba a tocarle la mejilla, cuando pudo ver su propia mano llena de sangre– ¡Kai! –gritó.
–Spokoynoy nochi.
–¡Una ambulancia, por favor! –pidió asustado, viendo cómo Kai empezaba a cerrar los ojos, al tiempo que los guardaespaldas abrían "el círculo" de la policía, para ver qué era lo que pasaba. Ya que habían permanecido alertas, apuntando a Kane con sus pistolas desde la distancia– ¡Kai!
&&&KaiTakao&&&
Takao apenas comía, sentía que perdía al bicolor cada día más. En el momento en el que la ambulancia llegó hacía dos semanas al campo de béisbol, ingresaron a Kai en un hospital, llevándolo a la sala de operaciones para sacarle la bala. Mientras que a Kane lo interrogaban para después sacar en claro que no estaba bien psicológicamente y encerrarlo en un sanatorio mental con camisa de fuerza debido a su agresividad.
La operación fue complicada porque la bala estaba en el hombro, un sitio muy delicado y cualquier contratiempo que hubiese tenido, podía haberle dejado sin movilidad en su brazo izquierdo. En el quirófano la cosa se complicó un poco, con lo cual tuvieron que hacerle una transfusión de sangre.
Takao había sido el donante. Eso no le importó. Lo único que deseaba desde ese día, era que Kai volviera a abrir los ojos. Los médicos le avisaron de que era posible que estuviera en coma por unos días, pero él empezaba a desesperarse. Cuando estaban a solas le cogía de la mano, mientras le decía lo mucho que lo necesitaba. No podía evitar sentirse culpable.
En estos momentos, Takao le tenía cogido de la mano, mientras no paraba de hablarle.
–Puede que te parezca una tontería, pero no he pisado todavía la empresa. No lo haré hasta que te recuperes. Hasta que me digas que puedo hacerlo. –Miraba al inmóvil bicolor–. Kai, jamás había conocido a un chico como tú y es por eso que deseo que te levantes de la cama y que me digas que puedo irme contigo a cualquier rincón de la tierra, en el que no nos moleste nadie. En el que no tenga estas obligaciones... –le explicaba.
–¿Sabes Takao? A veces tengo la impresión de que estoy en un sueño –le decía al joven de cabellos azules, acariciándole la mejilla.
–Jajaja, es que es un sueño. –decía sonriendo.
–Claro, estamos juntos –le sonrió.
–No, Kai, tienes que despertar. –le decía con rostro serio.
–¿Qué? –preguntó confundido.
–Despierta, por favor –le pedía acariciándole la mejilla.
–Estoy despierto –le aclaró– ¿A qué juegas?-preguntó con una sonrisa, al pensar que se trataba de una broma.
–No sé si puedes oírme, pero si lo haces, despierta por favor –le rogaba, sintiendo su propia voz quebrada.
–Te oigo perfectamente, ¿de qué va esto? –le preguntaba a un triste Takao.
–Abre los ojos. Abre los ojos –pedía limpiándose con el dorso de su mano libre, las lágrimas.
–Abre los ojos. Abre los ojos. Demuéstrame que eres un chico valiente –sollozó–. Que te pondrás bien. Que saldrás de este hospital y que tu herida cicatrizará pronto.
–¿Herida? –Preguntó el bicolor, tocándose el hombro–. Me quema –buscó el motivo de su ardor, pero no encontraba nada–. El disparo –recordó. No estaba en una realidad, sino en un sueño. Miró a Takao para darle un enorme beso–. Te amo –le susurró para cerrar los ojos–. Takao.
–¿Cómo se encuentra? –preguntó Shibure, sentándose en una de las sillas de la habitación.
–No despierta –respondió el menor, desanimado. Hitoshi por su parte sólo miraba a los dos. Kai en coma y Takao triste.
Su mirada permanecía en el bicolor, sus ojos zafiros no podían dejar de hacerlo. Creía que si lo hacía, Kai despertaría. Con lo cual había pasado dos semanas acompañándolo en ese hospital. Apenas comía y dormía, estaba perdiendo peso y eso se le empezaba a notar.
–Deberías ir a comer algo, hijo.
–No tengo hambre –respondió.
–Te vas a poner enfermo.
–No lo haré –le contestó, sin apartar la vista del otro.
Sus labios se empezaron a separar después de dos semanas de espera, para pronunciar un solo nombre–. Takao –frunció el ceño para intentar abrir los ojos, pero le pesaban demasiado.
–¿Kai? –preguntó, después de todo, la vista le podría estar jugando una mala pasada.
Los ojos carmesíes se abrieron con algo de esfuerzo para encontrarse con unos rojos zafiros. Tanto Shibure como Hitoshi se acercaron para comprobar que efectivamente Kai se había despertado.
–Kai, ¿estás bien? ¿Te duele la herida? ¿Estás incómodo? ¿Tienes sed? –preguntaba atropelladamente a la vez que las lágrimas acumuladas, empezaban a resbalar por sus mejillas.
–¿Dónde estoy? –le preguntó un poco confundido.
–Lo siento –dijo en un hilo de voz, dejando descansar su cabeza en el estómago del bicolor rompiendo a llorar– ¡Lo siento, por mi culpa estás aquí! ¡Perdóname! –le decía al tiempo que sentía cómo Kai le pasaba su mano por los cabellos.
–No tengo nada que perdonarte. Todo lo contrario. Tú has sido quien me has despertado –respondió, escuchando cómo Takao se desahogaba llorando.
&&&KaiTakao&&&
Takao vestía con traje, esta era una ocasión especial y esta vez dejaría las cosas claras. Subió al escenario, viendo como un montón de empresarios estaban sentados en su jardín. Estaba nervioso, no lo iba a negar, pero aun así, cogió el micrófono para empezar a hablar.
Flash Back
–Kai –le llamó Takao, saliendo de la puerta de entrada de la mansión, viendo cómo éste metía sus maletas con algo de dificultad en el maletero de su coche–. Dime que hay algo que pueda hacer para que te quedes por siempre a mi lado.
Kai miró a su alrededor–. Ojalá la hubiera y te juro que si fuera así, me quedaría por siempre a tu lado.
–¿Cómo vas con el hombro? ¿Te duele? –le preguntó.
Kai miró un segundo su brazo vendado, atado con un cabestrillo–. No, estoy bien. Esto sanará rápido, pero otras cosas... –suspiró. Sin embargo Takao le sonrió y sin decir una palabra se alejó de él.
Fin Flash Back
–Agradezco enormemente que todos estéis aquí en estos momentos. Como muchos de vosotros habéis presenciado, hace ya casi tres semanas y media no tuve mucha suerte en mi primer discurso. Así que ahora, espero que nada salga mal al dar mi segundo discurso, esta vez en mí casa. –Hizo una pequeña pausa–. Soy el hijo menor de los Kinomiya, de la cual según nuestra tradición soy heredero. A veces pienso que no merezco ese honor, porque no me siento capacitado para llevar una empresa. Tengo más asuntos que arreglar, además de una empresa y siento que ahora no voy a poder con todo. Por eso es que me marcho –anunció, viendo cómo la mayoría de los empresarios murmuraban–. Jamás se me ocurriría dejar la empresa sola, y sé de una persona que dirigirá y cuidará de ella como si se tratara de su propio dueño. –pausó unos segundos, fijándose de nuevo en las reacciones de los presentes–. Esto no significa que deje mis quehaceres aquí, ni tampoco a mi familia de lado. Estaré en contacto con ellos. Y ahora me gustaría dejar mis acciones en manos de una persona a la que todos conocéis. Hitoshi– lo llamó sin girarse, para luego hacerlo y ver como su hermano estaba tan sorprendido como los demás. Observó a Kai por unos segundos, para ver como permanecía de pie, mirándole, con una de sus manos en el bolsillo del pantalón.
Hitoshi se acercó hasta el atril, mirando a su hermano con desconcierto– ¿Eso es verdad? –le preguntó incrédulo.
–Sí –le contestó con una sonrisa, viendo cómo Hitoshi le sonreía de felicidad. Después de todo ese había sido su sueño desde que era solamente un niño. Takao se hizo a un lado para cederle el micrófono a su hermano.
El mayor cogió el micrófono y empezó a hablar–. La verdad es que no sé muy bien qué decir. Después de todo me ha pillado de sorpresa. –reconoció–. Quiero deciros que cuidaré bien de la empresa y que intentaré no defraudaros a ninguno de vosotros. Desde mañana mismo empezaré con mi trabajo. Quiero darle las gracias a mi hermano por este gesto –lo miró–. Gracias, Takao –le estiró la mano, la cual fue estrechada, después le daría un abrazo como Dios mandaba, pero ahora tenían que ser un poco formales. Los aplausos no se hicieron de esperar.
De nuevo el menor se dirigió al micrófono–. Bien, como me voy muy lejos de aquí y nunca se sabe, necesitaré un guardaespaldas. Y qué mejor que uno al que conozco, Kai Hiwatari. Aunque me falta saber si está de acuerdo –se dio media vuelta, mirando al sorprendido bicolor que intentaba guardar las apariencias– ¿Estás de acuerdo? –le preguntó para ver que tras unos interminables segundos, Kai asentía con la cabeza con una diminuta sonrisa.
Shibure estaba sorprendido por todo lo que su hijo decía frente al micrófono, pero tras ver la sonrisa cómplice de ellos dos, lo entendió todo. Desde pequeño, Takao había soñado con ser arquitecto, pero él apenas lo escuchaba. Ya que él era quien debía de hacerse cargo de la empresa algún día, pensó que con el tiempo su hijo dejaría ese sueño atrás. Pero estaba equivocado y ahora se sentía orgulloso de ver cómo había dicho la verdad ante todos los empresarios y cómo había arreglado el asunto. Ahora sólo le quedaba ver cómo su pequeño se iba de su lado, para emprender un nuevo camino. Lejos de las tradiciones familiares.
&&&KaiTakao&&&
Takao daba una última vuelta a la mansión. Echaría de menos su hogar, su habitación, su sala del piano, su jardín, el comedor... iba a ser duro irse de allí con tantos recuerdos buenos en la mente. Eso no significaba que no fuera a volver, porque lo haría. Volvería para estar con su familia, pero primero quería hacer su sueño realidad.
Kai se quedó observándolo por detrás. Takao miraba el piano por última vez.
–¿Me vas a explicar que ha sido todo eso de ahí fuera? –preguntó el bicolor, esperando una respuesta.
–Sólo he dicho la verdad –le contestó mirándole–. Que tú no puedas quedarte conmigo, no significa que yo no pueda ir contigo de alguna manera.
–Y has encontrado una solución.
–Sí –se acercó a él con una sonrisa.
–¿Y qué se supone que vamos a hacer ahora? ¿A dónde vamos a ir? Porque yo no tenía rumbo todavía –le confesó.
–En Ámsterdam hay una buena universidad, ahí pienso estudiar arquitectura.
–¿Y yo qué haré?
–Protegerme –le aclaró–. Cuidarme, mimarme –se acercó hasta él y lo abrazó con un brazo para no hacerle daño en el otro, sintiendo cómo el bicolor hacía lo mismo.
–¿Te has despedido ya?
–Hitoshi me ha dado las gracias y me ha dado un abrazo que casi me asfixia –comentó con gracia–. Pero falta mi padre. No sé cómo se va a tomar esto. Todavía no he tenido tiempo de hablar con él –le aclaró.
Shibure los contemplaba desde la puerta. Se le partía el alma al saber que su hijo iba a estar lejos, pero no podía evitar sentir que una parte de él, se sintiera feliz al ver sonreír de nuevo a su hijo. Carraspeó para hacerse de notar, viendo cómo los dos se separaron con algo de rapidez, mirándole sorprendido.
–Papá... –veía cómo Shibure caminaba hasta ellos–… siento haberte defraudado.
–¿Defraudado? ¿Por qué ibas a defraudarme? –Preguntó con comprensión–. Takao, soy yo el que te he defraudado a ti. No tenía que haberte forzado desde pequeño a hacer algo que no querías, sólo porque te pertenece por derecho. Me siento orgulloso de teneros a ti y a ti Hitoshi como mis hijos. Es verdad que no me hace gracia separarme de ti, pero es necesario si quieres que tu sueño se cumpla –sonrió y miró a Kai–. Prométeme que cuidarás muy bien de él.
–Lo haré señor, se lo juro –contestó.
–Me tranquiliza saber eso –miró de nuevo a su hijo–. Dame un abrazo, pequeño –lo abrazó tan fuerte, que Takao sentía que se iba a ahogar. Pero eso no le importaba ahora–. Cuídate mucho.
–Tú también –se separó del abrazo, dándole un beso–. Te voy a echar de menos –le dijo
–Y yo a ti. –Contestó, mirando ahora al guardaespaldas–. Kai, ya te siento como de la familia, así que también te echaré de menos.
–A mi me sucede lo mismo, señor –sonrió con algo de vergüenza, al saber que había sido pillado abrazando a Takao–. Debemos irnos o no cogeremos el avión a tiempo –le anunció a Takao.
–Vale, vamos.
Los tres caminaron por el pasillo hasta llegar a la puerta de la entrada, donde estaba Hitoshi, sentando en las escalerillas, quien al verlos, se puso de pie. Gustuv abrió la puerta de la entrada, dejando ver cómo el coche de Kai estaba frente a la entrada aparcado.
–Adiós –dijo Takao.
–Kai –le llamó Hitoshi –¿Puedo hablar un segundo contigo?
–Afirmativo –contestó, apartándose un poco de los demás.
–Me he dado cuenta de que fui un estúpido al reaccionar aquel día con celos. Sólo deseo la felicidad de mi hermano. No puedo verlo como un rival. Quiero que hagas a mi hermano tan feliz como te sea posible.
–¿Cuándo...?
–¿Cuando nos hemos dado cuenta yo y mi padre de que tenéis algo? –preguntó, viendo como el otro asentía–. Fue en el hospital. No te abandonaba. –Le hizo saber–. Nadie hace algo así, si no está realmente enamorado de alguien. Y tu reacción al despertar... nos dijo mucho. –le aclaró–. Cuídate, cuñado –le dijo sonriendo.
–Tú también. Eres un buen chico, algún día encontrarás a alguien que te sepa valorar –le dijo. Acto seguido, los dos se fueron con los demás.
Muchos abrazos fue lo siguiente que se vio, para después ver cómo el menor de los Kinomiya se sentaba en el asiento trasero del coche, junto al bicolor, ya que no podía conducir, perdiéndose de la vista de todos los presentes al cruzar el portón.
&&&KaiTakao&&&
El coche estaba a media hora del aeropuerto, siguiendo su rumbo.
–Oye, Kai.
–¿Hm?
–Tengo una duda. Cuando te dispararon. ¿Por qué me dijiste "buenas noches"?
–Porque si te hubiera dicho "te quiero" no me hubieras entendido –le contestó en un susurro. Takao sonrió al sentir esa respuesta–. Ya tebya lyublyu, Takao –le confesó, sintiendo cómo Takao le daba un beso en la mejilla, al no poder hacerlo en los labios porque uno de los chóferes conducía.
–Yo también te quiero, Kai. –susurró, para después volver a su tono normal–Ah, y hubiese bastado con que me lo hubieras dicho en mi idioma –le aclaró, sintiéndose muy feliz, porque todos sus sueños se iban a hacer realidad muy pronto.
&&FIN&&
&&&KaiTakao&&&
¿Qué os ha parecido? Muy largo ¿verdad? Es que no podía dividirlo en dos capis por más que lo intentaba.
Bueno Senshi aquí está tu regalo completito tal y como te prometí hace mucho tiempo. Espero que si lo has podido leer te haya gustado y el final ya sé que es muy típico, pero aquí la imaginación me fallaba por la falta de tiempo y la absorción del trabajo. Aunque sea el último capi, espero que me digáis lo que pensáis. Y por cierto, si queréis podéis escuchar la canción a la vez que leéis ese trozo de fic, yo lo he hecho y mejora mucho.
Gracias por sus reviews a:
Mie–roll
Wuonero
Takaita Hiwatari
Rub
Phoenix
Elizabeth
Senshi H. Raiden
Espero no haberlos defraudado con el último capi. Gracias también a:
Megumi Kinomiya, Quimera Dreams, Miavid, Águila Fanel, Sakura_Hime, Jery Hiwatari, Leika Tamaki, Kari Hiwatari, Neko–Dark, Zeta Comand.
Espero no haberme dejado a nadie, de éstas últimas no he vuelto a tener noticias. Supongo que estarán ocupadas.
Por favor, aunque sea el último capi no importa. Decidme lo que pensáis y si tenéis alguna duda preguntádmela y yo os la responderé por mensaje. Eso es todo, cuidaos mucho, xao.