PRISIONEROS

Capitulo 1: Perdidos entre las llamas

Por Okashira Janet

Todos los personajes de Rurouni Kenshin pertenecen a Nobuhiro Watsuki yo sólo los uso para crear fantasías y entretenerlos, si se puede, espero que este fic les guste, sin mas que agregar vayamos a la historia.

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Misao abrió los ojos, un rayo de luz pálida bañaba sus facciones, estaba acostada en un futón, lo pudo saber al incorporarse y ver la sabana blanca que la cubría, sin embargo…

—No recuerdo haber vuelto a casa… —Se sujetó con una mano la cabeza intentando recordar, ¿Dónde estaba?, ese no era su cuarto, ese no era su futón y mucho menos sus sabanas.

—¿Dónde estoy? —Intentó pararse pero un fuerte dolor en su costado se lo impidió—. ¡Ahh, demonios! —Se dejo caer nuevamente en el futón con un quejido de dolor, no recordaba que estaba pasando, ¿Por qué le dolía tanto su costado?, ¿Acaso la habían herido?—, ¿Por que no recuerdo? —miró al exterior y observó como la lluvia caía suavemente, fría y tétrica, todo el paisaje a su alrededor se veía igual, triste, gris, muerto, la lluvia realmente era deprimente en esa estación del año.

—Sólo quisiera… —Cerró los ojos y pasó con suavidad las yemas de sus dedos por encima de la venda que cubría su costado, alguien había intentado curarla ¿Pero quien? y mejor aún ¿Cómo rayos se había herido?—, si no estoy en el Aoiya quiere decir que lo hizo un extraño. —murmuró abriendo de golpe sus ojos azules como la profundidad del mar, lo mejor sería pararse e investigar, aunque a ser sincera eso era lo ultimo que le apetecía hacer, lo que quería era quedarse ahí, tirada como si no existiera un mañana viendo el techo de esa enorme habitación que parecía estar abandonada de no ser por su presencia.

—Basta de flojear tengo que pararme. —Con un esfuerzo sobrehumano se puso de pie y tambaleo al darse cuenta de que sus rodillas no la sostenían con la debida fuerza, alzando una ceja en actitud molesta caminó temblorosamente hasta lograr sujetarse de la pared—. Que vergüenza la líder Oniwabanshu sin memoria y sin fuerza, que bien. —Se reprochó a si misma mientras caminaba con pasitos débiles por toda la habitación intentando llegar a la puerta.

—¿Qué dices? —La joven ninja se detuvo de golpe, alguien estaba hablando, en acto reflejo se pegó más a la pared y guardo silencio para escuchar la conversación, no por nada había estudiado para ser espía todos esos años.

—Lo que oíste Ritsuko es una ninja, tenía que ayudarla.

—¿Esta aquí?

—Sí, ya te lo dije, cuando despierte le haré algunas preguntas es muy extraño.

—¿Entonces esa chica estaba desmayada en el río?

—Sí, estaba sujeta a una piedra, aún no se cómo le quedaban fuerzas para hacerlo… —Misao soltó la pared y cayó al piso con los ojos abiertos como platos, era cierto, ahora lo recordaba, ella había estado en una misión, al final se había desmayado. Sacudiendo la cabeza se abrazó a si misma, todo había sido tan confuso, primero el señor Aoshi se había ido a una misión y como era su costumbre ni siquiera le había avisado, después Okina le había comunicado que la llave del antiguo cuartel secreto del Oniwabanshu había sido robada y tenían que recuperarla, ella había decidido ir sola a recobrarla, después de todo era la nueva okashira y tenía que hacerle honor a su titulo.

—Pero las cosas no salieron bien. —La chica vio con tristeza sus puños, las cosas no habían salido nada bien, la persona que había robado la llave necesitaba el antiguo cuartel para guardar su cargamento de armas ilegales, como consecuencia la vigilancia era extrema y solamente para entrar había tardado mas de dos horas, después robar la llave ¿Fácil no?, bueno, pues no había sido tan fácil cuando había tenido que correr mas de mil metros bajo una lluvia de plomo que intentaba borrarla de la faz de la tierra, al final una bala le había rozado el costado y había tenido que arrojarse al río para salvarse.

—Pero la corriente estaba muy crecida. —Abrazó sus rodillas mientras a su mente llegaban las escenas que había vivido intentando no ahogarse entre la oscuridad de esa noche sin luna, después de eso no recordaba las cosas con claridad, seguramente como habían dicho esas mujeres se había desmayado—. Pero aunque me lastime un poco realice mi cometido. —Metió una mano bajo el cuello de su traje y sacó con gesto triunfal la llave que llevaba colgando de un cordón a su cuello—. Seguro que Okina se pone feliz.

—¿Crees que ya despertó? —Las voces afuera la trajeron de vuelta a la realidad.

—No lo sé, vayamos a ver. —Misao tragó saliva mientras volvía a guardar la llave, una cosa era que esas personas la salvaran y otra muy diferente que le hicieran preguntas, un Oniwabanshu no debía responder, las misiones eran estrictamente secretas.

—Siento no poder agradecerles pero debo irme —murmuró la chica antes de tomar su calzado y saltar por la ventana para después perderse entre la lluvia.

—¡Hey!, ¿Dónde esta? —Las dos mujeres que estaban hablando hace unos momentos entraron a la habitación donde supuestamente se encontraba dormida la joven ninja pero sólo encontraron el futón algo revuelto y el aire frío que se colaba por la ventana.

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—Ya demoro mucho. —Omasu miró el reloj que colgaba de la pared de la cocina y ahogó un resoplido, odiaba que Misao se tardara haciendo algo, siempre se podía esperar la peor barbaridad de esa chica y ya habían pasado tres días desde que había partido a recuperar la llave.

—Debió de habernos pedido ayuda. —Se quejó Okon mientras terminaba de lavar los trastes—. El Aoiya, los clientes, el trabajo, nada es tan importante como su propia vida ¿Por qué nunca puede pararse a pensar un poquito mas en ella? —Okon dejó escapar un suspiro de desaliento, así era Misao y no había fuerza humana capaz de cambiarla, se estaba retrasando mucho y ella estaba realmente preocupada por su seguridad, ¿Le habría pasado algo?.

—No se pongan así, seguramente le broto algún contratiempo y por eso se esta demorando, quizás no pudo robar la llave tan fácilmente y tuvo que quedarse a analizar la situación por mas tiempo del usual. —Ahora era Kuro quien había hablado, siempre tan tranquilo, siempre intentando ver el lado amable de las cosas, pero era visible que hasta él estaba preocupado, Misao, esa chica que podía alegrar hasta el mas duro corazón también podía llenar de zozobra al mas fuerte.

—Pues yo no se, pero cuando la vea le voy a quebrar unos cuantos huesos por preocuparme de esta forma. —amenazó Shiro tronando sus nudillos.

—No será necesario… —Todos giraron la vista hacía la puerta trasera, sólo los miembros Oni sabían de la existencia de esa salida y ahora ahí, frente a ellos, y completamente mojada se encontraba la figura de una persona que mantenía una mano en su costado como si estuviese herida.

—¡Misao! —Omasu corrió hasta llegar junto a su líder y tomando su brazo se lo paso por los hombros.

—¿Pero que te paso?

—Nada importante, todo salió a la perfección.

—Tan perfecto que te hirieron —comentó en tono seco Shiro ganándose una mirada fulminante de parte de su okashira.

—Problemas menores, pero lo importante es que ya tengo la llave y no hay mas problemas ¡Auch! —La chica se quejó al tiempo que sus rodillas dejaban de sostenerla y hubiera caído al suelo de no ser porque Omasu la sostuvo.

—Oye ¿Qué tienes? —cuestionó Okon sumamente preocupada al tiempo que se acercaba e intentaba retirar la mano que mantenía en su costado.

—Ya dije que estoy bien. —gruñó Misao impidiendo que la revisara.

—¡No, no estas bien! —Okon le lanzó una mirada airada, al verla Misao sólo pudo retener un bufido mientras retiraba la mano.

—¡Por todos los cielos Misao, esta es una herida de bala!

—Por eso no quería que la vieran.

—¿Pero acaso estas loca? —Shiro la tomó por los hombros y la vio fijamente a los ojos.

—Pues si estar loca es tratar de proteger a mi gente, sí, estoy loca. —contestó la muchacha esbozando una sonrisa, suspirando Shiro soltó su agarre sobre ella, todos lo sabían, que cuando la Okashira sonreía no podían reñirla, definitivamente seguía siendo una mocosa.

—Por lo menos ya estas aquí. —Molesto consigo mismo por ser tan débil frente a ella desvió la mirada.

—Eso es lo que cuenta. —exclamó Kuro guiñándole un ojo.

—Pero ahora vamos a curarte. —apremió Okon mientras la llevaba a una habitación casi a rastras ayudada de Omasu.

—¡Pero ya estoy bien!, ¡Mira alguien me cuido!, ¡Okon, Okon, escúchameeeee! —Los chicos que se habían quedado en la cocina negaron con la cabeza, aunque fuera su okashira cuando no estaba cumpliendo con una misión Misao se comportaba sumamente infantil.

—Ahora… ¿Qué estábamos haciendo antes de que todo esto pasara? —Se preguntó Shiro poniendo un dedo bajo su barbilla.

—¿Atendiendo a los clientes? —contestó Kuro dudosamente.

—Ah sí, eso. —exclamó Shiro cerrando los ojos y sonriendo mientras una gotita le surgía en la frente.

—¡LOS CLIENTES!

DOS DIAS DESPUES…

—Ya te dije que estoy bien Jiya. —Misao estaba practicando en el bosque con sus kunais ante la mirada de desaprobación del viejo.

—Una herida de bala no es cualquier cosa.

—Sí, pero ya te dije que fue un rozón, no es nada.

—Bueno, confiare en ti, pero no hagas ninguna locura.

—¿Locura?, ¡Yo no hago locuras! —El anciano tuvo que inclinarse provocando así que se torciera su espalda al intentar esquivar uno de los kunais de la chica.

—¡Pero que carácter! —La joven ninja lo miró de reojo con una venita latiéndole furiosamente en la frente—. Sí, sí ya lo sé, mejor me voy antes de que te ponga de mal humor.

—¡Que te vaya bien Jiya! —Lo despidió la chica con una adorable sonrisa.

—Sí claro. —exclamó el anciano con cansancio mientras se marchaba al Aoiya, ella lo vio alejarse con una mano sobre su cintura, le halagaba que se preocuparan por ella, pero por dios, ya tenía 16 años, era una buena ninja, podía cuidarse sola.

—No necesitan estar todo el tiempo sobre mi. —murmuró mientras dejaba salir un resoplido y se sentaba en el pasto, Okon, Omasu, Shiro, Kuro, Okina, todos ellos se preocupaban de más—. Todos menos usted… —La chica sonrió melancólicamente recordando la imagen de ese hombre con ojos azules y profundos como el mar que la hacían vibrar por dentro cada vez que tenía la suerte de verlos, cada vez que tenía la suerte de verse reflejada en ellos.

Lo amaba, lo quería de una forma increíble, él era todo su mundo y sin embargo ella parecía no ser muy importante para él, dejándose caer completamente en el pasto observó con ojos soñadores el cielo, quizás algún día lograría conseguir su amor, quizás algún día él se daría cuenta de que había dejado de ser una niña.

—Pero ahora ni siquiera sé donde esta. —Cerró los ojos sintiendo la brisa fría que recorría su cuerpo llenándola de una placentera calma, era cierto, en esos momentos nadie sabía donde estaba Aoshi Shinomori, simplemente había tomado sus cosas y se había marchado, quizás por unos días, quizás por semanas, tal vez por meses, por años—. O para siempre… —giró su vista hacía un costado y abrió los ojos, su sexto sentido le decía que en unos momentos empezaría a llover, era momento de levantarse y volver al Aoiya así que poniendo las palmas de las manos en el suelo se empezó a incorporar, estaba por pararse cuando un sonido por encima de su cabeza le hizo girar la vista al cielo—. ¿Una paloma?

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La tormenta se había soltado en cuestión de minutos, pero ahora ya sólo era una suave brisa que llevaba consigo unas cuantas gotas de agua, en ese tiempo Misao ya había llegado corriendo al Aoiya y sin ser vista por nadie había subido a la azotea para leer el mensaje que la paloma llevaba en su pata.

—Veamos, gracias por venir palomita, excelente trabajo. —Quito con cuidado el mensaje de la pata del animalito y le acarició la cabeza con ternura, estaba convencida de que las palomas podían entenderla y que como todo miembro del equipo debía felicitarlo cuando había llevado a buen termino su misión—. Ahora qué es esto… —Desdobló el mensaje con rapidez, esperaba que fuera algún mensaje de Aoshi pero la realidad era otra:

Okashira de Kyoto

Lamentamos informarle que se ha desatado un conflicto en la mansión del primer ministro, muchos civiles podrían estar en peligro y se requiere la ayuda de los Oniwabanshu para rescatar al mayor número posible de inocentes.

Esperamos su ayuda.

La chica termino de leer el corto mensaje y arrugó el ceño ¿El primer ministro?, ¿Civiles en problemas?, en primer lugar ¿Cómo se había desarrollado la lucha?, ¿Qué tenían que estar haciendo los civiles en la mansión de un ministro?, ¿Por qué pedían la ayuda explícitamente de los Oniwabanshu y no de la policía?.

—Esto me huele a una trampa, pero… —Arrugó el papel en su mano, aunque fuera una trampa los Oniwabanshu eran los protectores de la paz en Kyoto, como okashira del grupo mas famoso de ninjas de todos los tiempos no podía hacer oídos sordos a un llamado de ayuda aunque desconfiara de el.

—Esta decidido. —Salió rápidamente de la estancia y bajó las escaleras hasta llegar a su cuarto, ya estando adentro se quito rápidamente la ropa que traía encima y se puso su uniforme ninja, apretó con fuerza su obi y tomo un estuche de kunais.

Lo mejor era no decirle a nadie, si era una trampa no quería que ninguno de sus amigos saliera lastimado, además ella sola se las arreglaba mejor, se dispuso a salir por una ventana y vio con sorpresa que ya había anochecido, las estrellas brillaban con fuerza aunque el aire estaba considerablemente fuerte, seguramente porque llevaba poco tiempo de haber llovido.

—Bien. —Saltó y se disponía a salir corriendo cuando una sombra se interpuso entre ella y su destino.

—¿Adonde vas?

—Oye, no tengo tiempo para esto.

—¿Eso quiere decir que se trata de una misión?

—Vamos Shiro déjame pasar. —Misao juntó las manos en actitud suplicante pero el joven no se movió.

—Si vas a una misión debiste decírselo a alguien, recuerda que paso la ultima vez que fuiste sola, ¿Por qué no confías en nosotros?

—No es eso. —contestó rápidamente Misao negando con las manos para después adquirir una actitud seria—. Lo que pasa es que sospecho que se trata de una trampa.

—¡Peor aún! —Shiro la tomó por los hombros y empezó a sacudirla como si se tratara de un muñeco—, ¡Sabes lo peligroso que es eso!, ¡Sabes lo que puede representar una trampa!

—Siii. —contestó la chica con los ojos en forma de espiral.

—¿Entonces?

—Bueno, ya no hagas tanto escándalo, si estas tan preocupado ¿porque no me acompañas tú?, así ya no voy sola, por cierto ¿Por qué llevas puesto el uniforme? —preguntó la joven al mirar con mas atención y ver que su compañero llevaba puesto el traje ninja.

—Es que yo también vi a la paloma. —exclamó el muchacho encogiéndose de hombros.

—Bien, vamos antes de que se nos haga mas tarde.

—Sí. —Y diciendo esto ambos muchachos partieron perdiéndose en la oscuridad hacía la mansión del primer ministro.

Las sospechas de Misao se incrementaron al llegar a la mansión y ver que por fuera todo parecía aparente calma, sin embargo y para estar mas seguros ambos jóvenes se internaron con cautela en la enorme casa de acabados occidentales.

—Yo no veo nada extraño. —Le susurró Shiro a la joven mientras ambos se descolgaban del techo dejándose caer de pie en el tercer piso.

—Yo tampoco, pero lo mejor será dividirnos y ver que sucede ¿Bien? —El chico asintió y con un gesto le indicó a la joven que iría por la derecha, de esa forma Misao se vio inspeccionando el ala izquierda de la enorme mansión, para ser la residencia de un ministro carecía absolutamente de vigilancia.

—Esto es extraño… —La chica se paró frente a una hilera de puertas y empezó a pegar el oído en cada una de ellas intentando escuchar un sonido que la alertara, pero nada, parecía que el lugar estaba completamente desierto, la joven frunció el ceño mientras echaba una mirada furtiva tras ella, todo era muy raro, la persona que los había alertado, quienquiera que fuera, tenía que estar conectada con el Oniwabanshu porque solo entre ellos se usaban las palomas mensajeras.

—¿Un traidor? —Se estremeció de solo pensarlo, no, podía ser cualquier cosa menos eso, entre los Oniwabanshu lo mas importante había sido, era y sería el honor—. No es posible.

—¿Qué no es posible Misao Makimachi Okashira de los Oniwabanshu?, ¿Qué una chica como tú se haya convertido en la líder de una organización tan importante como esa?, tienes razón, es casi una broma. —Misao se volteó rápidamente, en sus manos ya brillaba el letal filo de sus kunais.

—¿Quién eres? —Un hombre había salido de la nada frente a ella, dos hombres a sus costados lo protegían ostentando ametralladoras.

—¿Qué quien soy?, vaya que tienes mala memoria chiquilla, ¿Por qué no te ayudamos un poco? —Misao lo miró fijamente y luego vio con el rabillo del ojo como empezaba a ser cercada por numerosos hombres que se habían mantenido ocultos en busca del momento ideal, como lo había sospechado era una trampa pero ya no podía haber marcha atrás.

—¿Quieres decir que debería conocerte? —Misao volvió su atención al hombre de traje al estilo occidental que parecía ser el líder de los demás, por lo menos esperaba que no hubieran descubierto a Shiro aún.

—A ver niña, ¿por que no hacemos cuentas?, ¿A quien le robaste la llave del cuartel? —Misao abrió los ojos con sorpresa para después entrecerrarlos hasta convertirlos en una línea oscura.

—Ya recuerdo tu asquerosa cara Nekumaru, traficante de armas.

—Vaya, veo que me tienes en alta estima. —El hombre sonrió dejando ver unos dientes amarillos por causa del alcohol, Misao movió su pierna derecha hacía atrás y miró furtivamente en todas las direcciones, estaba completamente rodeada y la única posible salida era el hueco que formaba la enorme escalera principal en forma de caracol, aunque saltar tres pisos de altura era una idea descabellada y posiblemente suicida—. Pensando en que hacer ¿Eh? —El hombre la observó burlonamente y la joven ninja levantó una ceja por toda respuesta.

—¿Que demonios quieres?

—¿Qué no es obvio?, he venido a recuperar mi llave.

—¿Qué le hiciste al ministro?

—¿Eso que importa en estos momentos?, si tienes algún apego por la vida devuélveme lo que quiero y estarás bien, no lo hagas y… —El hombre señaló la ametralladora que estaba a su lado de forma arrogante, Misao apenas hizo una mueca.

—¿Qué sucede mocosa?, ¿Acaso no te das cuenta que con un chasquido de mis dedos puedes morir?

—Y acaso tu eres tan idiota. —masculló ella entre dientes.

—¡¿Qué has dicho?

—¿Acaso eres tan idiota de pensar que yo iba a traer la llave conmigo?, ¿Crees que soy tan inconsciente como para traer algo tan valioso a una pelea?

—Eso quiere decir que no la traes. —rugió el hombre con furia

—Vaya, hasta que tu pequeña mente entiende. —celebró la joven esbozando una sonrisa irónica.

—¡Ya basta de burlarte de mi estupida!, vas a sentir lo que es que las balas atraviesen tu cuerpo ¡Mátenla! —Al instante todos los hombres apuntaron a la chica con la intención de acabar con su vida pero claro que morir no era uno de sus planes más próximos así que saltando al balcón hizo un gesto de despedida con la mano al tiempo que les guiñaba un ojo.

—Un gusto haberlos conocido, adiós.

—¡A ella! —Misao se dejó caer tragando saliva, sabía que esta vez no iba a salir bien librada, al caer al suelo sintió como todos sus músculos se tensaban y sus huesos resentían el golpe, realmente esa altura había sobrepasado sus limites, a pesar del dolor tuvo que hacer un esfuerzo descomunal para arrastrarse hasta quedar fuera del alcance de las balas que eran dirigidas a ella desde el tercer piso.

—¡Vamos no dejen que escape, quiero la cabeza de Misao Makimachi ahora! —La chica palideció al oír la orden, en las condiciones en las que estaba huir le era imposible.

—¡Por ahí! —Misao no supo que fuerza la impulso pero poniéndose de pie aún con las rodillas doblándosele de dolor trastabillo hasta llegar hasta una aparente bodega, por un momento pensó en esconderse en ese lugar, pero al abrir la puerta sus pupilas se ensancharon asombradas, el lugar estaba lleno de explosivos.

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—¡¿Acaso no pueden encontrar a una chiquilla lastimada bola de inútiles? —Nekumaru estaba sumamente molesto, había tenido a la chica frente a sus mismas narices y al parecer se le había escapado, no podía ser posible.

—No es solo eso, hay otro sujeto que esta peleando en el ala derecha y al parecer un tercer intruso esta acabando con nuestros hombres en el piso superior.

—¡No me importan los demás, maten a Makimachi!

—Quizás muera, esa es la verdad… —Nekumaru giró la vista sumamente sorprendido al escuchar la voz, frente a él la figura de la joven ninja lo observaba con una mirada sombría—. Pero es un hecho que no me iré sola.

—¡Makimachi!, ¿que estas haciendo!

—Yo no, tus estupidos hombres. —La joven señaló tras de ella, el traficante ahogó un gemido, no era posible, no podía ser que sus hombres fueran tan estupidos, ¿Acaso ellos?—. Le dispararon a los explosivos. —Misao puso en palabras lo que temía, justo en ese instante una bola de fuego surgió a espaldas de la chica, Nekumaru dio la vuelta exhalando un grito de terror, Misao cerró los ojos, ya no podía hacer nada, al caer se había doblado el tobillo, no había manera de que pudiera huir, los explosivos eran suficientes para volar en pedazos la mansión, todos morirían, al menos le quedaba esa satisfacción, acabaría con ellos, su misión como Oniwabanshu estaría completa.

—Adiós… —Aunque no lo deseba esperó que las abrasadoras llamas alcanzaran su cuerpo, se imaginaba la mirada fría de Aoshi cuando se enterara, quizás por primera vez en la vida él estuviera orgulloso de ella, de la manera en la que había honrado al grupo hasta el final, espero el violento llamado de la muerte sobre su frágil alma, pero en vez de eso unos brazos acogieron su cuerpo y su cabeza encontró cobijo en un musculoso pecho, no entendió que pasaba y abrió los ojos, avanzaba a una velocidad vertiginosa, alguien la llevaba en brazos, alzó la vista y se topó con el rostro de un joven decidido de ojos azul oscuro y cabello castaño.

La construcción a su alrededor caía en pedazos, las llamas avanzaban rápidamente por el techo de madera y devoraban las paredes de papel, Misao quiso decir algo pero de pronto el humo era tan fuerte que no pudo ver nada.

—No se preocupe estaremos bien… —La voz era dulce y firme a pesar de la situación, Misao extendió una mano y tocó el pecho del hombre que la protegía dudosa de lo que estaba haciendo, apenas rozándolo, esa voz la recordaba de algún lado, esa voz estaba registrada en su mente, pero no podía recordar a quien le pertenecía, solo sabía que definitivamente el príncipe azul no era Aoshi.

El joven por su parte miró en todas las direcciones, el lugar se estaba cayendo en pedazos, ya le era imposible escapar, aunque quisiera darle ánimos a la chica que llevaba en brazos la verdad era que el mismo se sentía perdido, fue en ese instante que lo recordó, ese lugar le pertenecía a un ministro, una persona importante, antiguamente, en la época en que las guerras estaban a la orden del día, todas las mansiones, castillos o viviendas de las personas poderosas tenían un refugio, casi siempre uno escondido en la tierra y oculto por una escotilla, en otras palabras un sótano. El chico corrió rápidamente a la estancia principal, el tiempo se le acababa, los hombres pasaban corriendo a su lado gritando, llenos de pánico, olvidando que su misión primordial era matar a la jovencita que él llevaba en brazos.

—No se preocupe acaba de ocurrírseme algo. —La chica pegó aún más la mano a su pecho ahogando un ataque de tos, empezaba a acabarse el aire—. ¿Donde, donde…? —El chico inspeccionó rápidamente el piso en busca de la dichosa escotilla pero no vio nada, cuando mucho el techo soportaría un minuto mas antes de venirse abajo, si se había equivocado ambos terminarían muertos—. Tiene que estar aquí, debe estar aquí. —Tragó saliva y pateó una especie de buró, ¡Eureka! La escotilla estaba bajo sus pies, el joven apenas tuvo tiempo de levantarla, introducirse él y la chica, antes de que todo a su alrededor cayera sobre ellos.

Misao trago saliva y se acurrucó mas en el pecho de su salvador, estaban bajando unas escaleras y todo a su alrededor era oscuridad, arriba aún se alcanzaba a oír el estruendo de las llamas, seguramente todo quedaría reducido a cenizas en poco tiempo.

—¿Esta bien?, ¿Puede sostenerse sola mientras busco como encender luz?

—Sí… —El joven la dejo delicadamente en el piso y se alejo en busca de alguna vela o candelabro, Misao por su parte se sentó en el suelo y sujeto su tobillo con fuerza, le dolía muchísimo, pero si ponía a consideración que seguía viva la verdad era que había salido ganando, ahogando un quejido alzó la cabeza escuchando los ruidos que el muchacho hacía en su búsqueda de una fuente de luz, estaba segura de que su voz la había escuchado en alguna parte, esa voz venía asociada a un recuerdo extraño, una sensación de zozobra y los ojos de Kenshin abiertos a su máxima expresión como si no acertara a comprender.

—¡Al fin! —El chico dejo escapar un suspiro de alivio y Misao vio una luz encenderse de pronto lastimándole un poco los ojos—. Así esta mejor ¿Verdad?- la joven ninja entreabrió la boca al ver con claridad el rostro de su salvador, la nariz perfecta, los ojos intensos y amables, el gi celeste y entonces algo encajó en su cabeza, los ojos violetas de Kenshin abiertos a su máxima expresión, el rostro sorprendido, sí, porque habían roto su espada, esa espada que había forjado un nuevo estilo de vida con él.

—Seta. —La voz le salió aturdida, sus mismos ojos azules se abrieron al tiempo que inconscientemente encogía las piernas—. Soujiro Seta.

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Aoshi alzó una ceja con extrañeza, ni bien había llegado a Kyoto y ya podía ver una inmensa bola de humo escapar del centro de la ciudad, seguramente había ocurrido un incendio, el joven ninja hizo una mueca, lo bueno era que a juzgar por las distancias el altercado había ocurrido lejos de la base de los Oniwabanshu por lo que seguramente todos en el Aoiya estaban bien.

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Notas de Okashira Janet: Hola, pues ya volví y ahora les traigo algo de Soujiro-Misao que espero les agrade, ahora no sé si alguien sienta confusión con esto pero ahí va, en este fic digo que los ojos de Misao son azules sin embargo en el otro fic que estoy haciendo digo que son verdes ¿Por qué? Bueno porque en el anime son azules y en el manga son verdes así que me dije ¿Por qué no una historia con cada color?.

Ahora, recuerdo que dije que me tomaría un descanso pero las vacaciones son taaaaan aburridas que no tengo otra cosa que hacer y aparte quería ver ya publicadas mis locuras.

Esperando que esto les agrade me despido Ciao

Reedición: Empezando con los acentos y terminando con sentimientos difíciles de creer reeditar este fic me hizo rememorar mi yo de aquellas lejanas epocas, escribir es tan divertido cuando puedes verte en retrospectiva.

En fin, a los que leyeron y a los que leerán esta humilde historia de verdad mil gracias.

4 de Abril del 2011 Lunes