Epílogo

Una habitación a oscuras solo alumbrada por la tenue luz que salía de la televisión permitía ver a la persona que se encontraba en su interior. Estaba observando detenidamente lo que mostraba la pequeña pantalla, su pelo rubio resplandecía y sus ojos azules no podían creer que lo que estaba viendo fuera real.

Todo había comenzado hacía unos días tras haber cumplido una misión, al regresar a casa, encontró una cinta de color roja en la entrada, pero no fuera sino dentro, tras la puerta, se había movido por el movimiento de la puerta tras ser abierta dejándola justo en mitad del pasillo, su color esmeralda le recordaba a la sangre y incluso sintió el sabor a hierro en la lengua.

Tras cogerlo decidió tirarlo a la basura ya que posiblemente no tenía que ser mas que una broma, una de tantas que tuviera que soportar durante toda su vida por lo que tan pronto pudo, la boto.

Pero no todo fue tan sencillo como cogerlo y tirarlo a la basura, por algún motivo que no conocía cada vez que lo tiraba al día siguiente volvía a estar tras la puerta, una y otra vez lo tiraba y una y otra vez volvía a estar tras la puerta. Su último recurso fue romperlo, hacerlo añicos, que desapareciera pero al igual que en las anteriores ocasiones al siguiente día volvía a estar tras la puerta y entera.

Al ver que no podía destruirlo decidió esconderlo dentro de su casa en algún rincón en la que nunca la volvería a ver, por lo que abrió la puerta del armario, de ella sacó una vieja caja de zapatos la cual vació para esconder en su interior el endiablado objeto.

Y al igual que en sus anteriores intentos la cinta de video volvió a aparecer tras la puerta, estaba seguro que tenía que ser otra por lo que fue corriendo para comprobar que su hipótesis era de que alguien le estaba gastando una broma, tenía que ser eso sino enloquecería.

Abrió el armario sacó todo hasta encontrar la caja de zapatos, la sacó para afuera y al abrir… Todo se acabó para el cuando vio su contenido, nada, no estaba, esa maldita cinta no estaba.

Todo fue inútil no podía deshacerse del, ni tampoco destruirlo, ni esconderlo e ignorarlo no era una opción, solo quedaba una cosa por hacer y sabía que se iba arrepentir.

Agarró la cinta y de alguna forma sintió como si sus manos se mancharan de algo húmedo, estaba seguro de que si soltaba la cinta vería sus manos rojas de sangre, movió lentamente la mano haciendo para que la otra fuera la que la agarrara y al hacerlo vio que su mano estaba limpia, sorprendido la acercó a su cara y al hacerlo sus fosas nasales atraparon el olor a hierro.

Se colocó en cuclillas delante del video y metió en su interior la cinta, se levantó de nuevo pero antes de sentarse decidió cerrar todas las cortinas para que no se supiera que estaba sabiendo, al acabar se sentó y encendió la televisión al poco le dio al botón de reproducir del video, mostrando a sus ojos algo totalmente imposible.

- ¿Qué demonios es esto? – su voz sonó como un susurro dentro de la pequeña habitación.