NdA: ¿Os habéis olvidado de mí? Pues es normal. Yo me olvido de mí muy a menudo. De lo que no me quería olvidar es de este fic, así que un millón de año después, ahí va la continuación. No es gran cosa porque la inspiración me ha abandonado y he tirado demasiado al cliché, pero al menos es largo. XD

Espero que os guste.

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18. Violando el Código (I Parte)

—Pet, Cuernos.

Sirius entra en su cuarto con inconfundible buen humor, saludando a sus compañeros e irradiando un entusiasmo casi infantil. Ambos se separan con demasiada velocidad y Black no sería un merodeador si no advirtiese que estaban tramando algo.

—¿Haciendo planes sin mí? –se finge el ofendido y se despatarra en su cama. James le observa con una mirada extraña que Sirius no recuerda tener en su lista: medio divertido, medio maquiavélico y algo más. Pero es igual, siempre le gusta cuando Potter trama lo que sea que pase por su ingeniosa mente—. ¿Cuál es el plan?

—Ehm… yo debo irme, aún me quedan toneladas de tareas por acabar—se escabulle el más pequeño del grupo, decidido a conservar intacta su integridad física, intuyendo la que se avecina.

James se levanta y se deja caer casualmente junto a su "amigo".

—Dime, Pulgas, ¿quién es ella?

—¿Ella? —se sorprende el can de forma muy poco convincente—. ¿No estarás otra vez con lo mismo?

—No. Era sólo por si te decidías a confesarte de una vez. Pero ya he dejado de buscar a la chica misteriosa.

—¿En serio? ¿Y a qué se debe la rendición a estas alturas? —pregunta Sirius genuinamente interesado, incorporándose sobre los codos.

—A que ya sé quién es tu amorío secreto —espeta el otro sin darle importancia—. ¿Una cerveza para celebrarlo?

Sirius se ha puesto ligeramente pálido pero no tarda en soltar una carcajada al aire.

—Lo dudo —afirma convencido, aceptando de buen grado brindar por lo que sea que baile en la cabeza el cornudo que tiene por amigo—. ¿Por qué brindamos?

—Por las pelirrojas, claro —contesta James impertérrito.

—Pues por las pelirrojas sea —acepta Black alzando su botella de cerveza, ignorante e inocente como un niño—. ¿Ya ha caído Evans?

James le mira con un extraño brillo de odio y Sirius se siente ligeramente perdido.

—Aún no, por lo visto tengo competencia.

—Tú siempre tienes competencia, Cornamenta. ¿Y cuándo ha supuesto eso un problema?

—Nunca —afirma Potter con la malicia pintada en cada facción de su rostro—. Cambiando de tema… ¿Ya tienes pareja para el baile?

—Ajá.

Lo vago de la respuesta sólo sirve para confirmar las suposiciones más negras de James y no deja de observar a su "amigo" hasta que éste se termina la cerveza de un trago.

—Joder, Cuernos, ¿de dónde has sacado esto? Sabía a rayos.

—Oh, tranquilo, no te he envenenado. La poción que llevaba es un poco menos peligrosa.

— ¡¿Poción?! ¿De qué coño va esto?

Sirius se ha levantado, sorprendido, pero sobre todo indignado, y antes de que la pelea tome forma, ambos enfocan la mirada a la puerta que acaba de abrirse. Por el marco del dormitorio acaba de entrar Remus Lupin.

— ¿A qué vienen los gritos? Se oyen desde abajo…

—Ohh, el señor Lupin —escupe James desdeñoso—. Tu guardaespaldas —añade volviendo a fijarse en Sirius—. ¿Tenéis un comunicador para que aparezca siempre en el momento oportuno?

Lunático y Canuto se miran entre sí sin comprender nada, el primero interrogando al segundo con la mirada. Pero James prosigue con su monólogo, su enfado cada vez más visible.

—Es Lunático quién va al baile con Lily. Al principio no entendía por qué te hacía tanta ilusión si esto no tenía nada que ver contigo. Pero claro, eso fue antes de enterarme de la verdad.

Ante la mención de la palabra "verdad" y viendo el contexto, tanto Sirius como Remus permanecen de piedra. ¿Cómo es posible que Potter se haya enterado de La Verdad? Sin embargo, la estupefacción dura poco. En cuanto la incontinencia verbal de Cornamenta le hace proseguir con su acusación, ambos pueden relajarse e incluso permitirse una sonrisa. El Cuernos parece más liado que nunca.

—Lupin te guarda las espaldas, ¿no?

Ya quisiera, pero aún no hemos llegado a tanto, piensa Sirius divertido.

—No entiendo a qué te refieres, James —interviene Remus serio—. Creí que ya lo habíamos hablado y que aceptaste que fuera con ella. ¿Cuál es el problema ahora?

—¿El problema? Oh, el problema se resolverá solo en unos minutos… —sonríe Potter malicioso, echando una mirada inconsciente al la botella vacía que Sirius aún sostiene en la mano. A lo que, como es obvio, Black vuelve a cabrearse y sus centelleantes ojos oscuros se dirigen al licántropo.

—¿Te puedes creer que este idiota que tenemos por amigo me ha echado una poción en la cerveza?

Remus alza las cejas, incrédulo.

—Creí que eso sólo lo hacíamos con los Slytherin.

—Y con los enemigos en general —agrega un James muerto de celos—. Y ahora, es momento de confesar, Blacky… ¿Desde cuándo te gusta mi Lily?

Sirius se siente ligeramente mareado y ausente, como si estuviera lejos de ahí, flotando en una nube.

—¡¿Le has dado Veritaserum?! —se escandaliza Lupin—. Es una clarísima violación de Código Merodeador. ¿Qué mosca te ha picado, Potter?

—¡Que aquí el caza-faldas pulgoso está detrás de mi Lily!

Ante la definitiva confesión de sus motivaciones, Sirius suelta una risita incontenible y Remus sonríe, negando con la cabeza.

—Eso no es cierto.

—Ya, claro —ironiza James—. ¿Qué sabrás tú…? Bueno, es obvio que lo sabes todo. Por eso siempre le estás encubriendo. Pero resulta que Peter husmeó un poco y los pilló con las manos en la masa.

Remus no sale de su estupefacción.

—¿Enviaste a Peter a espiarle?

—¡Pues claro! No iba a quedarme sin saber lo que al parece sabíais todos menos yo…

—¿El qué?

—¡La puta chica misteriosa que le tiene embobado! Pero jamás creí que sería mi Lily. Aunque eso explica que no quisiera decírmelo….

Mientras Remus mantiene ocupado a James, rogando porque Sirius no abra la boca ahora que su capacidad de mentir se ha visto reducida a cenizas, el greñudo animago solamente suelta risitas sin control. Pero finalmente, inducido sin duda por los efectos de la poción, exclama harto.

—¡A mí no me gusta tu puñetera pelirroja, joder!

James deja en seco su ofendido discurso y se acerca a su amigo para examinarle. No es posible que la poción haya fallado, la hizo él mismo y la cantidad de Veritaserum que llevaba la cerveza haría confesar a un hipogrifo (si supieran hablar, claro).

—Pero… —rotos sus esquemas, Potter empieza a balbucear perdido—. Entonces… ¿quién es la…?

—¡No hay ninguna jodida chica, tío, eres un coñazo!

—¡Ya basta! —exclama Remus alarmado, lo cual es mucho decir tratándose del señor No-Me-Altero-Por-Nada—. Estás violando su intimidad, Cornamenta. Te lo digo muy en serio, déjale en paz o no va a olvidarse de ésta fácilmente.

La amenaza del licántropo es firme y James se plantea la posibilidad de haber metido la pata hasta el fondo (tampoco sería la primera vez, siendo sinceros).

—Vale —suspira al fin—. Pero es que las pruebas…

—Lárgate antes de que diga algo de lo que se arrepentirá.

—¿Me estás echando? —se encabrita Cornamenta.

—Exacto —sentencia Remus levantándose. Es bastante más alto que Potter y verle cabreado acojona un poco, aunque James antes ardería en la hoguera que confesar que su amigo el tranquilo ha logrado intimidarle.

—De acuerdo —dice lentamente—. Pero sólo lo hago por el Código Merodeador, las amenazas te las puedes ir ahorrando, Lupin —termina, tratando de conservar algo de dignidad—. Además, tú también deberías salir, no tienes más derecho que yo a…

—¡Largo! —gruñe el licántropo y tras una breve pero intensa guerra de miradas, James opta por una cautelosa retirada.

—Como quieras —se encoge de hombros mientras se encamina hacia la puerta—. Pero ahora eres tú el que viola su intimidad.

—Sólo le haré dormir, lo de sacar secretos con malas artes no es mi estilo —bufa Remus sin dirigirle la mirada.

James se lo plantea un momento y no puede sino creer esas palabras. Lupin es legal, eso no se puede negar.

—Está bien —cede al fin—. Haz que duerma un par de horas, que es lo que duran los efectos de la poción. Al despertar estará como nuevo.

Y dicho esto, el Cuernos emprende la retirada. Medio avergonzado por dudar de su casi hermano, medio aliviado (o mejor dicho, enormemente aliviado) y también con ligeras ganas de estrangular a Peter por confundirle con tonterías (ya que jamás de los jamases reconocerá que toda la paranoia se la ha montado él solito).

Una vez a solas, Remus se sienta junto al ausente animago.

—¿Me vas a hacer dormir? —pregunta éste ensimismado. Lupin sonríe.

—De eso nada. Tú y yo vamos a tener una pequeña charla. Hay ciertos detallitos que debemos aclarar y dos horas dan para mucho.

Dicho esto, se tumba en la cama de Black con desenvoltura ante la ligeramente sorprendida mirada de su embrujado compañero.

—Colloportus —pronuncia con un ondeo de la varita y la puerta de la habitación queda sellada.

¿Quién dijo que Remus Lupin SIEMPRE es legal?

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Continuará... (lo juro)

NdA: Agradeceré eternamente reviews en todas sus formas, porque de no ser por ellos, creo que la vagueza me habría ganado y este fic acabaría junto a otros tantos que tengo sin acabar. Gracias a todos mis reviewers. Siento no responder siempre a todos los comentarios, pero ¡estoy liadísima!

Nos vemos en el próximo.