Disclaimer: Ouran no me pertenece (aún). Hago esto sin ánimos de lucro.
Categoría: K, es suavecito (a pesar del angst) y con un final semi fluff (¿semi?)

Notas
Reedición de esta pequeña historia que escribí hace años. La verdad es que pensé en borrarla (ejemejem), pero me pareció una maldad hacerlo (en vista de los lindos reviews que también se perderían). Por lo mismo, mantuve el mismo argumento con pequeñísimos cambios.


NÁUSEA Y SILENCIO


Capítulo I

Fue algo frenético, una emoción contenida que debió dejar salir de algún modo. Ya no podía más. Había sido testigo suficiente tiempo. Necesitaba gritarlo, pero sus labios permanecían sellados. Y como si se tratase de alcanzar la meta de la felicidad, no pudo evitarlo; la lluvia provocó que sus ojos se dilataran, dejando ver un ámbar totalmente cristalino, y toda esa emoción contenida, que necesitaba escapar, toda aquella amargura y tristeza, que se mantenía contenida, que pugnaba y le oprimía el corazón se vio cobijada por aquellas efímeras gotas de lluvia.

Y mientras sus ojos decían aquello que sus labios callaban, todos aquellos sentimientos apresados en el fondo de todo su ser escaparon en una fuga inesperada.

—¿Kaoru? —Sintió que lo llamaban, pero la voz sonaba lejana, inconexa—. ¿Estás bien?

No podía evitarlo más, no podía seguir continuando cegado por su propia venda, Kaoru lo sabía. Lentamente guió su diestra rumbo a su mejilla, dispuesto a enjugarse las lágrimas mientras la lluvia cobijaba su mudo silencio.

—¿Kaoru?

El aludido se percató de que alguien le llamaba desde hacía unos instantes y lentamente ladeo su rostro rumbo al de cabellos rubios, quien le observaba preocupado.

—Hikaru —susurró el menor de los Hitachiin, mientras su mirada de reojo se posaba en la pareja que se encontraba bajo uno de los tantos pórticos que habían en el Instituto—. Hikaru —repitió bajo un hilillo de voz, a lo que Tamaki también fijó su vista sobre la pareja.

Hikaru reía divertido mientras Haruhi le golpeaba levemente con su bolso por la cabeza y también reía.

Hikaru…

El sonido del agua al ser irrumpida por un zapato con fuerza se escuchó. Suou Tamaki alcanzó a voltear sus orbes azulados para observar como Kaoru se perdía entre la leve bruma provocada por la lluvia. Tan rápido e incoherente fue su escape, que al pisar aquella posa de agua, esta había salpicado incluso hasta llegar a los pantalones de su Señor.

—¡Kaoru! —gritó Tamaki, pero su llamado se perdió junto con el gemelo menor, cuando de éste solo se veía un punto en el horizonte.

La pareja que se protegía de la lluvia había dejado de reír al escuchar el grito de su Señor. Hikaru, al igual que Haruhi y Tamaki, solo pudo observar a un distante Kaoru desaparecer.

Pero cuando Hikaru…

Se detuvo de golpe al verse interrumpido por el agua acumulada por la ahora fuerte lluvia. El corazón en el pecho le saltaba, dolorosamente, oprimiéndole y dejando un leve ardor. Tenía la garganta seca y respiraba con dificultad por la boca. El bolso resbaló del agarre que lo mantenía para caer junto con su dueño al suelo. Kaoru, de rodillas, permanecía empapado.

Se de cuenta de que quiere dar otro paso hacía delante…

Su diestra con movimientos lentos y algo torpes fue alzada hasta sus cabellos, mientras el agua en el suelo representaba el perfecto papel de un espejo.

Tan idénticos y tan distintos.

Si Kaoru se paraba frente al espejo, podía observarse a Él, y a la vez a su hermano. Esos ojos, ese rostro, esos cabellos; eran los mismos de Hikaru.

Y aquello…dolía tanto.

Tres dedos se deslizaron por aquel mechón anaranjado, peinado hacia la izquierda. Dejó que un movimiento lo deshiciera y armase nuevamente, pero ahora hacia la derecha. Sus ojos temblaron llenos de lágrimas.

¿Cuándo eso ocurra…yo,

Nunca pudo imaginar lo que desenlazarían sus actos, tanto como para el destino de su hermano como para el de él. Pero no importaba, no importaban sus sentimientos, su dolor, y las veces en las que, cuando su hermano llegaba al lado de él a dormir preguntando el porqué de la ausencia del más pequeño en su cama, Kaoru simplemente se mordía los labios, haciéndose el dormido. Aquello sucedió dos veces, a la tercera, Hikaru no regresó.

Pero si para que Hikaru fuese feliz, Kaoru debía apartar lo más posible sus sentimientos, lo haría. Si para que su hermano sonriese, Haruhi debía estar a su lado, él lo aceptaría. Hikaru podría pedir lo que quisiese, Kaoru acataría sin remover sus labios de aquel sello.

Hizo todo cuanto pudo.

Le ayudó con sus sentimientos, le abrió el camino hacia ella.

Y aquella mañana, cuando empujó a ambos, y a Hikaru, ayudándole a dar aquel paso al lado de ella, no pudo evitar sentir celos.

Pero más allá de los celos, lo que sintió fue una soledad inmensa.

qué haré?

Esa fue su pregunta para él mismo. Fue la primera vez en la que se preocupó sobre sus propios sentimientos, sobre lo que sucedería con él si Hikaru desaparecía de su vida. Tal vez no para siempre, pero la agonía de imaginarse un instante sin él era suficiente para hacerlo sucumbir al dolor.

...

Si, lo sabía, sus actos eran todo lo contrario de sus pensamientos egoístas.

Deseaba con todas sus fuerzas que Hikaru regresase a él.

No quería que aquel lazo se rompiese.

Antes los dos sufrían en su soledad, ambos.

Ahora, Él solamente sufría en su soledad, solo.

Mis manos se alejaron de ti a medida que dabas el siguiente paso.

Y en un intento vano de retractarme, volvieron a acercarse, pero tú ya te alejabas.

Se oprimieron, y retiraron lentamente… como avergonzadas, y luego se dejaron caer pesadamente a mis costados.

"Entonces, vamos a abrirla juntos"

Esas fueron sus palabras, las recuerdo bien.

Abramos la puerta, juntos, esa puerta que habíamos mantenido cerrada.

Para que nadie nos diferenciara, para que nadie se entrometiera en nuestro mundo.

A pesar de que deseábamos todo lo contrario.

"Sí"

Esa fue mi respuesta, la recuerdo bien.

Uno, Dos

...

Y de ese modo, abrimos esa puerta.

—¡CIÉRRALA! —gritó, desgarrando su garganta; su rostro humedecido en lágrimas y lluvia se contrajo a causa de las miles de emociones liberadas.

Ciérrala.

Eso deseaba. Eso siempre había deseado, y solo hasta ahora que sentía que perdía a su bien más preciado se había dado cuenta.

Soy un maldito egoísta... Pero solo quiero una cosa en todo éste maldito mundo.

A Hikaru. A Hikaru.

El puntero se movió una vez más; ya era bastante tarde.

Y la tormenta parecía empeorar.

La chimenea encendida.
Él sentado sobre el sillón, abrazándose a sus rodillas mientras una frazada le cubría.

Y Kaoru no aparecía por ningún lado.

Le había buscado por todas partes, todo el mundo le había buscando, y aún le buscaban.

Pero ni rastro de Kaoru había quedado luego de que escapara de forma tan extraña y sin rumbo.


De rodillas sobre la cama, a un costado de su hermano mayor. Lloraba, con ambas manos cubriendo su pálido rostro, mientras las lágrimas se deslizaban rápidamente por sus mejillas.

— ...mo... —susurró el menor, volviéndose un ovillo sobre el colchón — Te amo.

Un relámpago surcó los cielos tormentosos y grises de aquella madrugada, alumbrando la habitación que ambos compartían. Kaoru limpiaba sus lágrimas con el dorso de su muñeca, inútilmente. Su pálida piel ahora hacía contraste con las oscuras ojeras pronunciadas bajo sus ojos. Los labios resecos, con un ténue rosa pálido.Y los surcos de lágrimas secas, bañadas por las nuevas.

—Hikaru.

Y la lluvia daba fuerte, haciendo competencia con el ya acelerado corazón de Kaoru.

A ver quien ganaba en hacer más ruido.

En una confesión sorda.

—Lo siento... —murmuró, conteniendo levemente el sollozo siguiente, mordiéndose los labios—. Sé que soy un chico, soy tu hermano...

Hikaru, somnoliento, se acomodó entre las sábanas, despertándose en un breve lapso de segundos.

—No lo volveré a decir... nunca más —y el sollozo escapó, fuerte y desgarrador —. Perdóname.

...


Un golpe seco en la ventana hacia su derecha le hizo voltear.

Abruptamente la frazada que le abrigaba del frío se deslizó rumbo al suelo alfombrado.

—¿¡Kaoru! —gritó el hermano mayor, al encontrar al dueño de sus pensamientos al otro lado del ventanal.

Acercándose presuroso rumbo a donde sus ojos le indicaban, solo pudo encontrar una mirada opaca sumida en la nada.

El agua resbalaba por cada poro y hebra pelirroja de él.

Estaba tan pálido, que parecía desaparecer.

Su hermano, su Kaoru.

—¡Ya voy Kaoru! ¡Qué...

Iba a continuar, cuando su hermano menor movió los labios.

Una frase.

—No lo volveré a decir... Te amo

El vidrio empañado no dejó que Hikaru observase el movimiento de labios en las últimas palabras de Kaoru.