N/A: Hola nuevamente. Esta vez me presento ante ustedes con el fic "Novia por accidente" que es la tercera parte de la saga "Norte y Sur." Antes de que pregunten, es una saga que publicaré en desorden ¿Por qué…? Bueno… porque ya les había prometido este fic… no podía dejarlos esperando mas tiempo del que me he tardado.

Tiene mucho que ver con "Fe de erratas" (aunque "Fe…" no es parte de la saga), y cada uno de los tomos (que son 5 fics) son post Hogwarts. Este fic, es lo que califiqué como "Comedia romántica" espero que les guste y la disfruten.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

NOVIA POR ACCIDENTE

Tercera entrega de la Saga: "Norte y Sur"

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

CAPÍTULO I: "Novias por rumores…"

Viernes 5 de agosto, 2005

"Harry Potter, atacado por lobos voladores"

El conocido "niño que vivió" fue atacado ayer en la noche por una bandada de lobos voladores mientras rescataba a su novia de caer en las garras de éstos terribles animales.

-"él fue muy valiente"- admitió horas más tarde al periódico Romilda Vane, su novia –"me rescató lanzando un hechizo petríficus totales que provocó que los lobos cayeran y no me lastimaran"-

Todo marcha de maravilla en esta pareja de jóvenes…

Conteniendo unas enormes ganas de vomitar el café de su desayuno sobre El Profeta matutino, Harry fue el que quedó casi petrificado al leer el encabezado del periódico… ¿Qué diría Remus si lo leyera….? ¿Esos reporteros no tenían algo mejor que hacer?...

Con sus veinticuatro años de edad, Harry ya era un importante Auror del Ministerio de Magia, por supuesto miembro activo de la Orden del Fénix y al parecer… también luchaba contra lobos voladores para rescatar a Romilda…

Eso era más de lo que podía soportar. Ajustó sus lentes redondos solo para corroborar que había leído bien: Según El Profeta llevaba más de treinta novias desde que salió de Hogwarts, y no era que llevara la cuenta de esas mentiras… pero es que al lado inferior izquierdo del periódico había un pequeño termómetro que marcaba (con nombre y fotografía) una a una de sus "novias".

Volteó la página solo para encontrar una muy mala foto suya son la varita en alto apuntándole a una nube oscura; con un título que decía "Prueba irrefutable del ataque de los lobos voladores". Esto era muy irónico… incluso para él. Pero no terminaba ahí: al lado izquierdo de la página venía un calendario con lo que él haría durante el día… sus citas y los lugares que frecuentaba… ¿¡que estaba pasando!?... Él ni siquiera iba a estos lugares…

"Él apuesto "niño que vivió… hombre que conquistó" luego de su derrota al mago tenebroso… "

Harry continuó leyendo mientras distraídamente acercaba su mano a una de las rosquillas del plato,

"…ha demostrado que también conquistó nuestros corazones…"

Remojó la rosquilla en su café.

"… ésta semana ha manifestado nuevamente porque es nuestro héroe favorito…"

Se llevó la rosquilla a la boca. El artículo parecía una copia de Corazón de Bruja.

-¡PUAJ!, ¡RON! ¿Qué diablos tienen estas rosquillas?- dijo mientras se levantaba e iba del desayunador hacia la pila para lavarse la boca.

-¡cállate Harry! ¡lo vas a despertar!-

Por simple instinto, Harry buscó la manera de taparse.

-hey!!- dijo con nerviosismo –no sabía que estabas aquí-

Ella solo sonrió –vamos Potter, tranquilo… invoca una camisa si tanto te preocupa que te vea-.

Él, que solo estaba en boxers, le hizo caso, como siempre tarde o temprano se lo hacía. Una vez apropiadamente cubierto se volvió hacia su mejor amiga.

-diablos Hermy… estás enorme-

Ella solo se limitó a ignorarlo, caminó fuera de la puerta del cuarto de Ron y se aproximó al refrigerador.

-deberías acostumbrarte a verme…- se inclinó y tomó la botella de jugo de zanahoria mágico y tomó del embace. –aunque lleves aquí unos cuantos días… -

Harry puso cara de asco cuando ella lo devolvió a la refrigeradora.

-lo sé... pero anoche no te oí llegar- explicó Harry mientras se disponía a terminar su taza de café.

Hermione tomó un banco y se sentó frente a él y le arrebató el periódico.

-anoche, mientras combatías contra lobos voladores por el amor de… Romilda Vane- dijo ella mientras mordía una manzana y casi se atragantaba de la risa –pensé que después del escándalo de Picadilly's al menos habrías mejorado tus gustos-

-muy graciosa, Herms- dijo el ojiverde –el embarazo ha hecho renacer en ti un sentido del humor que creía perdido-

Ella pareció no importarle y se siguió riendo.

Y es que el comentario odioso de Harry acerca de su tamaño, no era alejado de la realidad. Hermione Granger estaba embarazada. Muy embarazada, de hecho. Hoy en la mañana llevaba una blusa ceñida al cuerpo, que luchaba por no explotar (a criterio de Harry), y unos pantaloncillos cortos. Durante sus ocho meses de gestación se había negado a usar los "maternales" que su madre le había comprado, en cambio usaba su ropa normal al punto de hacerles un hechizo elástico para que luego de su embarazo sirvieran.

-nunca te dejarán en paz, mi querido amigo- dijo al fin Hermione- el sexo vende.

Harry no entendía. Mejor aún. No quería entender.

Ella lo notó y de inmediato puso esa cara que tanto le desquiciaba a Harry la expresión de "sabelotodo" –veamos Harry… ¿Qué es lo que hace a Harry James Potter único?-

Harry lo pensó…

.-el héroe ha vuelto a casa… que mejor que acompañarlo con chismes…-dijo su amiga casi con desesperación- eres un héroe hecho hombre…-

-eso… y que eres sexi- la voz de Ron sonó desde la puerta de su cuarto. Y luego apareció: el cabello lo llevaba casi tan desordenado como el de Harry, su piel estaba más blanca de lo normal y todavía no podía quitarse las ojeras (ni siquiera con hechizos) que desde hace ocho meses poseía. Llevaba un uniforme viejo de los Chudly Canons y un buzo anaranjado que le hacía juego.

-Amor- le dijo su novia –no tienes porque levantarte- le acarició el cabello con ternura.

-¿cómo sigues de las nauseas?-

Ron arrugó la cara y negó dolorosamente –No se me quitan, cariño. Pensé que sólo eran las primeras semanas de embarazo, Hermy… pero mi estómago sigue mal.

Hermone abrazó a su novio.

-tranquilo cariño… verás que falta poco…-

-¡y no aguanto los calambres en las piernas… !- continuó el pelirrojo -¡y mis pies siguen hinchados…!-

-¡pero te ves guapo…!-

Él le dio una sonrisa dubitativa.

-¿en serio gatita…?-

Ella asintió, se puso de puntitas y lo besó hasta donde su enorme vientre lo permitió, o sea, su barbilla.

Con una sonrisa boba en el rostro Ron se acercó al desayunador.

-¿de que hablaban?-

Tomó un poco de jugo de naranja y, casi repitiendo la escena de Harry, se ahogó con él.

-espero ver la reacción de Remus… y todo eso por Romilda… pensé que al menos sería más bella…-

-Tal parece no lo puede evitar, cariño… recuerda que Harry es sexi…-

Ante ese comentario, Harry ni siquiera trato de disimular la sonrisa.

-¡Vaya, gracias!- .

Sí, era guapo, pero no se lo tomaba en serio. No lo había hecho ni siquiera cuando ganó por quinto año consecutivo "el mago adulto más sexi de Inglaterra".

-Todos los héroes son sexys –argumentó Ron defendiendo su posición de héroe. Hermione le lanzó una mirada cómplice.

-Lo son- insistió ella. -Son pura testosterona.- le hizo un cariño y luego se sentó en las piernas de su novio, Ron reprimió un quejido ante el peso de Hermione.

-Su humor no ha cambiado- Harry miró a sus amigos. Eran tan felices juntos. A pesar de los achaques de Ron, y de las evidentes discusiones, eran felices.

-entonces… ¿todo listo para la fiesta de la noche…?- el ojiverde buscaba la manera de hacerles recordar que él seguía ahí. Al notar que ellos seguían mirándose como locos enamorados.

Hubo una nueva pausa.

-¿ya tienes mi disfraz…?-

Hermione le sonrió…

-Tu disfraz es algo que ponga a relucir su lado sensible!, por supuesto -sugirió Ron.

-No tan sensible –Hermione lo calmó antes de que alegara –Es un poco creativo, Harry, lo vendrán a dejar hoy al apartamento. Y recuerda que sólo in­tento ayudarte-. Sus ojos cafés brillaban.

-¿Qué tienes en mente? -añadió reclinándose en la silla.

-Algo especial, llamativo, inesperado. Algo que la gente recuerde. Se trata de buscar el rostro huma­no -contestó Ron aguantando la risa.

-Te refieres a alguna cosa que indique que hay algo en él aparte de los lentes, músculos y la destreza para usar la varita, ¿no? —intervino Hermione.

-Se refiere al misterioso hombre que hay bajo el duro Auror -la corrigió su novio, casi aguantando la risa-.

Hablamos de fiestas, wisky de fuego y, probablemente, de una glamurosa amante oculta -añadió Harry maliciosamente.

Hubo un silencio repentino, seguido de una carcajada. Según el diario El Profeta, Corazón de Bruja, Bruja Adolescente e incluso El Quisquilloso habían difamado que Harry entre misión y misión asistía a fiestas y ponía en ello gran entusiasmo. De hecho, en un reportaje del que todos tenían una copia, Molly Weasley incluida, argumentaba:

Harry James Potter: Se dice que es un hombre brillante, impredecible, un tipo difícil. Mujeriego y divertido, un buen día desaparece para ir a cazar magos tenebrosos. Una bomba de inteligencia sexual, socialmente un hipógrifo (por elegante e indómito), y románticamente, una mala apuesta.

—Eh... —comenzó a decir Ron, desviando la vis­ta del periódico y buscando con la mirada el servicio sanitario. -¡Me das envidia Harry!- su tono burlón se vio apagado por las incontenibles ganas de correr y vomitar. Con cuidado se levantó y dejó a Hermione de nuevo en el banco.

Hasta Hermione, que había leído el expediente, letra por letra, pa­recía divertida. Claro que Harry era su hermano. Debía protegerlo contra estas difamaciones… pero eran tan divertidas. Todas las mujeres del mundo mágico, e incluso muggle lo calificaban como "un cuerpo atlético bajo la ropa bien cuidada". Y un letrero en la frente que gritaba "Nada de compromisos"

-¿Quién, tú? -preguntó Hermione irónica-. ¿Algo así como si de pronto recordaras que tienes una novia sexy esperándote justo cuando alguien trata de ense­ñarte un nuevo equipo de quidditch?

-Estás sugiriendo otra vez que no soy sexy -con­testó Harry amargamente. Los cambios de humor de una embarazada habían dejado de ser un mito desde hace ocho meses tanto para Ron como para Harry.

-¿O pretendes decir que no es cierto?- lo retó Hermione-

-Creía que estabas aquí para que me ayudaras con la fiesta, no para criticarme -con­testó Harry.

-Un perfil mujeriego podría ser una buena publici­dad, sin duda, pero... -comentó Hermione mi­rando a Ron y esperando a que él le diera una pista.

Desde el retrete, Ron repasó la lista de conquistas recientes de Harry. O al menos las que decían los rumores. Todas eran guapas, de buen carácter, chicas fáciles. Fugaces. Y nada sugería que él fuera a cam­biar. Aun así, el joven auror necesitaba una novia para esa noche. Y cabía la posibilidad de que la idea de Hermione no fuera mala del todo. Hermione se aclaró la garganta y añadió:

-¿Has pensado en alguien?

-¿Yo? -preguntó Harry abriendo los ojos verdes enorme­mente-. Creía que era para eso había acudido a ustedes.

Harry fingía estar ofendido, fingía ser inocente de toda culpa. Pero Hermone conocía muy bien ese tono de voz. Suspiró y dirigió su mirada a la ventana del apartamento que daba hacia la calle. El evento de esa noche era de pura caridad. La asociación Corazón de Bruja le otorgaba cinco mil galeones al "mago más sexi de Inglaterra". Y como no quería dejarse ese dinero la ceremonia de entrega del premio se convertía en una obra de caridad para los niños huérfanos del mundo mágico. El evento era innegable. Además, al enterarse de sus acciones, su jefe en el Ministerio lo apoyó haciendo una especie de alianza Aurores-Corazón de Bruja, donde el baile acrecentaría las ganancias para los huérfanos si muchos Aurores galanes solteros se precentaban. No podía huir

-Mi novia… no será una loca como la última con que me citaste-

Hermione entornó los ojos. –no exageres, Harry… además… es solo una noche… no es para siempre-

Harry siguió comiendo mientras asentía.

-Recuerda que ahora no tengo ninguna -contestó Harry di­vertido-. Estoy abierto a cualquier oferta.

-Me gusta -decidió Ron con la voz apagada-. Podría­mos hacer algo interesante con esa idea.

-¿En qué estás pensando? -preguntó Harry asin­tiendo con entusiasmo. ¿En una chica guapa, rubia, con largas piernas? -preguntó el ojiverde esperanzado.

Hermione alzó la cabeza y miró severamente a su her­mano. Sus ojos brillaban de un modo que conocía demasiado bien.

—Harry...

Pero Harry se inclinó hacia delante sin hacer caso, apoyó los codos sobre la mesa y tomó la taza de café en sus manos.

-¿De verdad crees que una amante o una novia podría mejo­rar mi imagen pública? ¿Y de dónde vas a sacarla?

-¿De una empresa de alquiler? -sugirió Ron con una risa.

-¡Están locos! -exclamó cuando por fin pudo de­jar de reír- Absolutamente locos, los dos. Una novia solo lo empeorará. Harry se puso en pie y los miró.

-Gracias por su ayuda, pero paso. Solo será una loca de una noche…

Y, tras decir eso, se encaminó hacia el que por pocas horas sería su cuarto. Riendo a carcajadas y dejando tras de sí un enorme silencio. Entonces Hermione respiró hondo, satisfecha, y dijo:

—Impredecible, ya te lo dije.

-El sexo vende -explicó Ron. –es lo que han estado haciendo con él desde la mayoría de edad.-

-¡Ah! -exclamó Hermone haciéndose la ingenua-. Pero lo que queremos vender es su fiesta de beneficencia, ¿no?, por eso tuve que llamarla. Ella, bueno… su padre nos podría ayudar. Además, era ella o dejar que lo subastaran con los demás Aurores. Por eso él aceptó a medias.

-Por eso te amo- dijo Ron mientras le mordía cariñosamente una de las orejas - Será maravilloso para el hospicio.

-De encontrar a la mujer ideal, claro está… -comentó Hermione mientras se acariciaba su enorme vientre-

Ron y ella se miraron significativamente.

-¿La mujer ideal? -repitió Ron incrédulo-. ¿Hay alguna para Harry James Potter?

-No te preocupes… vendrá en camino.

.-.-.-.

Aquélla era una de esas mañanas claras de verano que anunciaban un calor insoportable. Ginny Weasley se estiró y respiró hondo. Paz, pensó, excepto por los repiqueteos de los pájaros en su ventana. Por primera vez en varios días, nadie la molestaría con los terribles preparativos. Porque ya todo estaba listo. No tendría men­sajes. Bueno, talvez uno.

Sin duda el siguiente mensaje sería de Dean. Sabía qué diría: « ¿Para cuándo quedamos en la cuarta cita?». El problema era que no sabía la respuesta.

-Se acerca la cuaggta cita, ¿eh? -había preguntado Gabrielle la noche anterior—. Espeggo que tenga más sueggte que los cinco anteggioges, me gusta Dean.

Bueno, a Ginny también le gustaba, pero no estaba segura de que le gustara tanto. Y la cuarta cita era... bueno, importante. Luna y ella la llamaban «la cita sexual». Siempre la habían llamado así. Por eso le sorprendió tanto que todo el mundo la llamara así también, in­cluyendo a Dean Thomas.

Dean estaba cada día más impaciente. Para ser sinceros, Ginny no podía culparlo. El problema era que no sólo Londres la deprimía, Dean y los cinco hombres que lo habían precedido también tenían mucho que ver. A Ginny le gustaba salir, le gustaba pasárselo bien. Pero no quería atravesar la barrera de las cuatro citas con ninguno de los hombres con los que había salido. Quizá debiera recapacitar sobre sí mis­ma, se dijo. No quería nada de ninguno de esos hom­bres, pero todo podía cambiar. Mientras tanto...

-Ginny la dura -dijo Ginny en voz alta sacudien­do la cabeza-. Dean tendrá que esperarse….

Ginny se levantó de un salto y contempló desde la ventana un silencioso sendero de hier­ba a lo largo del río. Eran sólo las seis y media de la mañana, la luz le daba un aire de vivo al ambiente que no se podía describir. Habría sido un día perfecto para salir a correr por el parque, conocer un poco más de Escocia.

Aquél era el gran día de su amiga Gabrielle, el día de la inauguración de "En el ático", su nuevo y revo­lucionario concepto en boutiques para la "mujer mágica ideal". Había puesto el corazón y el alma en su trabajo y Ginny ha­bía sacado unas "vacaciones" de 3 días para ayudarla el día de las presentaciones, de las relaciones públicas y de las fiestas.

Ginny suspiró... y se echó a reír. Todo saldría de maravilla. No sería como la noche anterior cuando Gabrielle se subía ya por las paredes del estrés que manejaba. Seamus, su novio se apareció frente a ella de buena fe, con un ramo de flores que ella casi tiró por la ventana. No estaba acostumbrada a las apariciones mágicas ya que en su familia siempre usaban la chimenea. Fue toda una hazaña ver como el pobre Seamus le pidió disculpas luego. Después de todo, había caído bajo el encanto de una veela.

Cuando salió del baño, vestida y presentable, Ginny encontró a Gabrielle en la cocina aferrada a una hoja de papel llena de notitas y tres tazas de café sobre la mesa. Sus ojos bri­llaban febriles.

-Una expeggiencia completamente nueva -musita­ba entre dientes-. Completamente nueva. Hola, Ginny. Una nueva expeggiencia en compggas.

-Basta -dijo Ginny quitándole el papel-. Eso ya lo repasamos anoche.

-Es que he tenido una idea mientggas dogmía. Migga, tengo aquí las estadísticas...

-No irás a aburrir a un montón de periodistas es­pecializados en moda con estadísticas, ¿no? -pre­guntó Ginny incrédula.

-Son muy significativas.

-Has tomado demasiada cafeína. Las estadísticas son para los burócratas. Tu discurso debe ser breve y sugerente.

-Peggo...

-Voy a prepararte unas tostadas -la interrumpió Ginny-. Y huevos. Con leche caliente. Y, por favor, deja de ya de torturarte. "En el ático" es una idea fan­tástica y la inauguración va a ser un éxito, ¿de acuerdo?

-Egges muy buena conmigo, Ginny -sonrió Gabrielle-. Me alegggo de teneg una amiga como tú.

-Lo mismo digo. Y ahora ve a ducharte… Ella asintió y se fue.

Ginny sacó su varita mágica y empezó a ordenar el apartamento. Abrir las cortinas y dejar que la claridad iluminara el lugar y preparó el desayuno mientras tarareaba una canción que había escuchado en la televisión muggle.

"Tengo marcado en el pecho todo los días que el tiempo no me dejo estar aquí –ahí aprovechó para, con un giro de su varita lavar los platos y cubiertos de la noche anterior- "Tengo una fe quemadura que va conmigo y me cura desde que te conoci…"-el desayuno estaba casi listo… solo un poco más de cebolla a los huevos y una pizca de sal al jugo de naranja…- "Tengo un huella perdida entre tu sobra y la mía que no me deja mentir"…

-LISTO- le gritó a su amiga unos cinco minutos después.

Gabrielle salió glamorosa del baño, ventajas de ser una veela, pensó Ginny. Su cabello era perfecto, al igual que su ropa y su maquillaje. Y esa era la ironía. Gabrielle, con su estilo veela, se encargaba de diseñar ropa para brujas comunes y corrientes. Ginny sonrió por lo bajo. A ella le gustaba la ropa. Pero no era su mundo: el maquillaje, ropa de diseñadores, peinados… no. Ella era más práctica y sencilla para todo ese rol femenino. Lo cual trae la segunda ironía: ella se había ofrecido para ayudarla en ese mundo. Solo un día más… y de vuelta al trabajo.

-¿ya teggminamos con todo Ginny?-

Ella asintió mientras tomaba de su café.

-Si. Seamus solo tiene que venir por ti a las ocho de la noche para atender a los invitados- era lo único ya que Ginny desde la noche anterior lo había dejado todo perrfecto, ya habían desaparecido las latas de pintura por todas partes y los muebles tapados con sábanas. Los cuadros de las paredes también estaban mágicamente rectos y la gran lámpara de candelabro lista a iluminar el desfile de moda. Las entusiastas londinenses y escocesas de la moda se iban a llevar una buena sorpresa.

-¿vendgga Seamus? …¿después de cómo lo tggaté?-

Ginny suspiró.

-Él te ama, Gaby… vendrá por ti… y todo saldrá bien…-

-¿vendggá Dean?-

Ginny sacudió la cabeza negativamente. No, imposible. Dean era banquero de Gringgots, de los pocos magos que los duendes dejaban trabajar. Para él, el mayor peligro del mundo era el receso de la economía inglesa y como afectaba el cambio de libras a galeones.

-Tiene reunión… además el viaje de Londres a Escocia es muy cansado.-

Gabrielle remojó su pan en el café y observó pensativa a Ginny.

-Con tantas caggegas se me ha olvidado pgefuntag… ¿Cómo está Hegmione y tu hegmano?-

A pesar del tiempo que había pasado, Ginny sospechaba que Gabrielle podía sentir algo por Ron, después de todo… él la había salvado en la prueba del lago en el torneo de los Tres Magos.

-Están muy felices juntos- no podía ocultar eso. Y era mejor tratar a su amiga con la verdad. –Hermione está embarazada… nacerán en septiembre…-

-¿Septiembge?- parecía desdichada -¡falta tan poco! ¿Cómo ha llevado el embagazo Hegmione?-

Ginny casi se atraganta con el café.

-¡De lo más bien!- el tono burlón se sintió a leguas. –Como sabrás, Hermy es muy inteligente. Y cuando se enoja… bueno… mejor no estar cerca…-

La veela arqueó una ceja.

-Ron supo que Hermy estaba embarazada el día de los enamorados. Ella pensó que sería el regalo ideal… y no resultó para nada así. Mi hermano se puso histérico… dijo que era mucha responsabilidad para él que sólo tenía 23 años…-

-¿Y como geaccionó Hegmione?-

-Le gritó hasta quedar casi afónica cosas como "eres un desconsiderado". "También es mi responsabilidad". "Te odio…"

-¿Y?- Gabrielle se levantó del desayunador y corrió a la puerta del apartamento para recoger el periódico. Luego con prisa cerró la puerta y lo dejó en la mesa.

-Ron trató de disculparse con ella, pero ya era muy tarde. Verás… ella usó un hechizo CLP.

Mordió una tostada esperando ver la reacción incrédula de Gaby.

-¿Un CLP?- dijo mitad riendo, mitad compadeciéndose por Ron -¡esa chica es una baggbaga!... ¡Si Rgon…!-

-Se lo merece- sentenció Ginny. –Solo que ninguno esperaba que los efectos del CLP duraran TODO el embarazo… creo que es por los bebés-

-Peggo un Communico Luctus Partum es mucho.. -

-¡Es lo que se merecía! ¡Compartir el dolor del embarazo!-

Imaginando los pies hinchados y las ojeras en Ron; apuraron su desayuno para dirigirse al salón en la ciudad.

La decoración había funcionado de maravilla, los colores rojos, naranjas y cafés combinaban de maravilla con el escenario principal, y como no, también con el maquillaje y el vestuario de las modelos.

El sonido amplificado de la música fue puesto aprueba (después de todo el hechizo sonorus estaba un poco restringido por el Ministerio luego del Escándalo de Picadilly's)

Ginny alzó los pulgares en dirección a Gabrielle al momento en que el techo del local daba la impresión de abrirse al cielo abierto, tal como en Hogwarts. El olor a café inundó la sala y le dio el aspecto hogareño que hacía falta.

En el ensayo de pasarela, el ritmo de las modelos y la coordinación de la luces quedó tan a tiempo que no había de que preocuparse. Las modelos estaban encantadas de trabajar en un proyecto tan innovador como "En el ático".

-Todo estagá bien, ¿verdad Ginny? -preguntó Gabrielle por centésima vez.

-SI -contestó la pelirroja-.

-Quegía decigte les gustaggá mucho lo que hemos hecho hoy aquí. En estas fiestas se suele ofgecegg champán y como fuiste tú quien pgopuso dagg café. Es una idea bggillante, todo el mundo gecoggdagá la inauguggación.

Ginny le sonrió

-Es ropa práctica, para mujeres reales -decía la pelirroja con entusiasmo-. Tienes diseños magníficos. Nada de modelitos escandalosos o de negro y más negro con blanco. "En el ático" pretende ser una tienda divertida,

-Sí- la veela ajustó un anillo que llevaba en su mano derecha, el cual servía de comunicador con las maquilladoras dentro en los camerinos. Aunque se notaba que era por nervios.

Ginny suspiró y miró a su alrededor. "Nada mal para una misión". Porque si bien estaba de "vacaciones" para sus amigos, la verdad era un poco distinta: estaba en una misión para el departamento del Ministerio en Escocia donde trabajaba. Era una misión leve de mínimo riesgo, de las muchas que había tenido. Solo tenía que ir a Escocia y estar justo ahí, en el ensayo del desfile. Al ser la organizadora principal, estuvo al tanto de todos y cada uno de los detalles. Y todo era de mil maravillas. Excepto por supuesto los nervios alterados de Gabrielle que no dejaban de girar el anillo.

Como amiga de Gabrielle, aceptó gustosa el trabajo. Fuera lo que fuera era costumbre de los Innefables dar órdenes de último momento. O investigar casos que llevan años hasta por fin dar con la verdad. Y en este caso resguardar la seguridad de los magos y brujas. Y lo mejor de todo era que Gabrielle no tenía porque saber que ella, junto con cuatro de las modelos y dos camareros, pertenecían a la guardia especial del Ministerio.

Desde que había dejado el colegio y se adjuntó al Ministerio de Magia, no había tenido mucho tiempo: el estudio era fuerte, pero le agradaba. Y el papeleo era interminable, pero interesante. No podía quejarse, era divertido ser Innefable.

Y por supuesto que iba a estar en una fiesta. De trabajo, pero fiesta al final. No había estado en una fiesta desde hace mucho. Año y cinco meses. La fiesta del cumpleaños de Ron y la última vez que vio a Harry.

Un nudo se formó en su estómago. Tan metida estaba en su trabajo que el tiempo pareció no existir y ahora que lo pensaba, había pasado mucho. Año y cinco meses sin saber algo de él. Y tener la pequeña promesa de que él volvería. Y que se encontrarían.

-¿En que piensas Ginny?-

"En que he salido con cinco tipos que no le llegan a Harry a los talones. En que según Dean Tomas tendremos la cuarta cita. En que Harry también ha salido con chicas este tiempo y en que llevo célibe un año y ocho meses…"

-En que me encanta todo… hasta la manera en como diste las invitaciones… - esforzó su mejor sonrisa –todo saldrá de maravilla-

Al volver al apartamento, Ginny dejó su bolso en el sofá y se dirigió a su habitación. La misión, estaba cumplida ahora solo le quedaba guardar las apariencias y alistarse para la noche. Un pantalón beige de vestir y una blusa verde de seda, pequeños detalles como joyas y maquillaje.

Esa era la especialidad de Gabrielle. El maquillaje sería la secuencia de "En el ático". Lo había inventado desde el Torneo de los Tres Magos, para luego perfeccionarlo en sus estudios de Herbología y Belleza Natural. Era tan liviano y al colocarlo, se podía sentir como los años parecían retroceder. ¡Era maravilloso!. Y mejor aún, era para todas las mujeres, en especial aquellas que no tenían noción de lo que era maquillaje. Ella estaba salvada desde el día que Gabrielle se lo prestó, justo antes del Baile del Torneo.

Se duchó nuevamente. Gabrille había llegado unos minutos antes y de los nervios le gritaba las noticias del periódico.

-La economía del Galeón se impuso ante la Libgga- escuchó Ginny desde la ducha –Dean estaggá muy contento…-

-Imagino que sí-

-Debeggías intentag invitagglo, el es buen chico-

-Sé que es bueno… no insistas Gaby-

-Y él no tiene una lista de novias integgminable-

Ginny salió de la ducha con el pelo enrollado en una toalla y vestida con un buzo blanco y gris.

-¿De que hablas?-

-Que Haggy Pottegg no deja de segg noticia-

-Eso no es nuevo- Las únicas noticias que sabía de Harry eran los chismes de los periódicos. Osea, nada.

-Deberías saber que no son ciertos-

-Peggo las novias por peggiódico son más rgeales, aunque sean pog rgumoges- terminó con una sonrisa burlona.

-Muy graciosa, la próxima vez deberías….-

GIIIIIIIIIIIIIINYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY

Con la varita en la mano y en posición de defensa Ginny Weasley puso en alerta sus sentidos. Alguien, al parecer una mujer gritaba su nombre.

-GINNY WEASLEY-

Conocía esa voz. Con sus pasos cuidados y vigilando que Gabrielle estuviera acostada en el piso se dirigió a la pequeña chimenea de donde parecía provenir el escándalo.

Las brazas se alzaron en forma semidefinida de una mujer, con cabello enmarañado y una nariz respingona.

-¿Hermione?- Ginny se acercó a la llama con cautela, siempre con la varita el alto -¿eres tu?-

-¡Y QUIEN MÁS TIENE COMUNICACIÓN DIRECTA CONTIGO!-

Buena respuesta. Si era Hermione.

-¿Cómo estás?-

Un grito se escuchó nuevamente, tan fuerte que casi podía romper los vidrios.

-¡Te necesito AHORA Gin!-

-¿se te reventó la fuente?. ¿Ron se fue y te dejó?... ¡Por MERLIN!-

-PEOR- dijo Hermione en tono seria.

Ginny no terminaba de entender lo que sucedía, sin embargo no dudó y contestó.

-En tres minutos llego-

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.