Como un dolor de muelas.
Hoy, tras un par de días lloviendo, un tímido sol asomaba por el cielo de la Sociedad de Almas. A la mayoría de los shinigamis el tiempo les daba algo de igual, ya que últimamente reinaba una incompresible paz, y sólo entrenaban o hacían sus quehaceres normales.
Un par de pelirrojos descansaban a las afueras del Seretei, ambos tumbados en la hierba fresca y mirando el grisáceo cielo sin decir una palabra. Uno estaba apoyado en un árbol con los brazos en la cabeza, mientras el otro estaba acostado totalmente en la hierba y tenía también los brazos en la cabeza. Era un día tranquilo, de esos que se aprovechaban sin hacer nada en absoluto, de esos que sólo quieres paz y tranquilidad. Cuando en ese momento, y sin previo aviso, comenzaron a escuchar unos chillidos de alegría, que peligrosamente se acercaban a ellos. Entonces, sin siquiera cruzar una palabra, ambos se escondieron en unos arbustos, intentando que nadie les viera. No querían estropear su tranquilo día de campo.
De un camino de tierra que cruzaba la explanada de maleza y los pocos árboles que reinaban en el paisaje. Aparecieron el Capitán y Teniente del Décimo escuadrón, Hinamori Momo, la siempre lovely, lovely Nanao-chan, y Rukia. Para desgracia de los dos vagos pelirrojos decidieron sentarse y almorzar demasiado cerca de ellos, de tal manera que Ichigo y Renji no tenían muy claro si los habían visto. Pero como parecía que nadie se había percatado de su presencia, se recostaron detrás del arbusto para seguir disfrutando de su apacible mañana, cuando se dieron cuenta de que era imposible no escuchar la conversación de los otros shinigamis.
-¿Qué hacemos? –le susurró Ichigo a Renji, con el tono de voz más cadencioso que pudo.
-Si nos levantamos nos van a enganchar –Kurosaki asintió con la cabeza.- Lo mejor será seguir con lo nuestro.
Ambos se miraron, asintieron con la cabeza y siguieron con lo suyo, es decir, no hacer nada de nada. Pero ahora con la gran diferencia de que podían cotillear, aunque nunca lo admitieran.
-¿Falta alguien más? –preguntó Hinamori mientras colocaba un mantel con Rukia, para poner la comida.
-Si –contestó Matsumoto- Orihime debe estar al caer con comida, no ha venido antes porque le faltaba un poco a uno de sus exquisitos platos.
-Solemne tontería esto de venir al campo a comer –refunfuñó el Capitán- ¿no tenemos comedores en el Seretei?
-¡Pues no haber venido Taicho! –respondió su Teniente, sabiendo que él sólo estaba allí por Momo.
-¿Y qué celebramos? –preguntó Rukia mientras se sentaba.
-Nada –respondió Nanao- estamos aquí por un asunto de la Asociación de Mujeres shinigamis, Kuchiki Rukia –dijo con un tono sombrío que no gustó nada a la chica.
-Y si es así –comenzó a preguntar Kuchiki- ¿dónde está la presidenta? ¿Y por qué no están todas? Es más ¿qué hace el Capitan Hitsugaya aquí?
-La presidenta está en una misión especial –léase "misión especial" cómo molestar a Byakuya,- el resto está muy ocupado planeando próximas misiones –durmiendo- y el Capitán… -Nanao no sabía que decir.
-Se ha emperrado en venir –dijo Rangiku sonriente.
-¡¡Matsumoto!! –le gritó Shiro.
-¿Es que es mentira Taicho? –a la pregunta de la pelirroja, el Capitán no pudo más que sentarse con los brazos cruzados y poner cara de pocos amigos, mientras Hinamori intentaba apaciguar los ánimos.
Mientras, escondidos en unos arbustos, los pelirrojos seguían atentamente la conversación, se les hacía muy raro que la Asociación de Mujeres Shinigamis tuviera algún asunto que hacer en ese bosque, seguramente estarían poniendo alguna excusa para hacer el vago como ellos, viniendo de los presentes se les hacía fácil imaginar, pero no así de Ise Nanao.
Al poco tiempo, la conversación giraba en torno a un monólogo de Matsumoto, sobre lo que pensaba hacer esa tarde, y en la maravillosa cena que pensaba preparar junto con Inoue para todo ellos, mientras el resto se miraba los unos a los otros intentando suponer si una comida y una cena a manos de Orihime sería mortal o no.
-Rangiku-san –en un momento de descuido, comenzó a decir Momo- ¿por qué no hemos invitado a nadie más?
Rukia, en ese momento pensó que con intoxicar a los presentes ya estaba bien, y que quizás Hinamori nunca había probado la comida de la pelirroja y de ahí su interés, pero pronto se arrepentiría.
-¡No te preocupes Hinamori-kun! –gritó alegremente Matsumoto- esta noche hemos invitado a todo el mundo a la cena, salvo a Ichigo y a Renji, que no se donde se han metido…
Ambos chicos se miraron aliviados, y comprendieron que no volverían al Seretei hasta bien entrada la madrugada.
-¿Dónde se habrán metido? –se preguntó Rukia, pero en voz alta.
-Pues estarán vagueando –dijo Matsumoto, a lo que los chicos comenzaron a poner cara de pocos amigos.
-Pero si… -intentó decir Hitsugaya.
-¡Taicho! –le interrumpió su Teniente- quizás querría algo de beber mientras esperamos.
-¡Llegué! –gritó Orihime contentísima que aparecía de la nada.
-Inoue, Yoruichi-sama –dijo Rukia- bienvenidas.
-¡Qué rápida eres Yoruichi-san! –gritó Inoue emocionada, era la primera vez que alguien la llevaba de aquí para allá haciendo shunpo.
-A tu paso no llegaríamos nunca –comentó la aludida.
-¿Qué haces aquí, Yoruichi-san? No eres miembro de la Asociación de Mujeres Shinigamis –razonó Nanao.
-Ni tampoco lo es Hitsugaya y aquí está, yo he venido a ayudar.
-¡Bien! –comenzó a aplaudir Rangiku- ¡Puede iniciarse la misión! Vicepresidenta…
-Bien –Nanao tosió un par de veces, se puso las gafas en su lugar y comenzó-, todo lo que se va a decir y hacer aquí no puede salir de nosotros, más allá de la Asociación de Mujeres Shinigamis que será informada puntualmente ¿lo habéis entendido todos?
Cada uno a su manera, más o menos efusiva, asintieron con la cabeza. Tras unos arbustos, Ichigo y Renji se acomodaron para escuchar y ver mejor lo que estaba pasando, era todo muy interesante. Ya no ocultaban sus ganas de cotillear, el no hacer nada, también podía llegar a cansar.
-Kuchiki Rukia –dijo Nanao con un tono poco alentador.
-¿Sí?
-Estamos aquí para que te decidas.
-¿Yo? ¿A qué?
-No está nada bien lo que estas haciendo –comenzó a regañarle la chica de las gafas.- Debes…
-Rukia-chan –interrumpió Matsumoto- el otro día, en una reunión de rigor, entendimos que debíamos hacer algo por ti, tú también eres parte de la Asociación de Mujeres Shinigamis.
-Aunque últimamente faltas a muchas reuniones –apuntó Nanao, pero nadie hizo caso a su comentario.
-Así que entendimos que debíamos ayudarte… ¡hasta las últimas consecuencias Rukia-chan!
-¿Hasta las últimas consecuencias? –la pequeña de los Kuchiki no entendía ni una palabra de lo que le decían y sólo repetía como un autómata lo último de cada frase, mientras tanto el resto de interlocutores, al igual que los dos pelirrojos, escuchaban atentamente.
-Si, Rukia-chan, tu elige que nosotras arreglamos lo demás –dijo Rangiku levantando un pulgar.
-¿Y sobre que tengo que elegir? –la chica imaginó entre algún tipo de conejo, pero ellas siempre sería fiel a Chappy, así que sonrió abiertamente, estaba lista para gritar ¡Viva Chappy! Cuando Nanao la interrumpió, dejándola de piedra.
-Entre Kurosaki Ichigo y Abarai Renji –dijo secamente Nanao-chan.
-¡¿Qué?! ¡¿qué?! –gritó la pobre Rukia, que aún tenía a Chappy en la cabeza.- ¿Por qué debería elegir? ¿para qué? No lo entiendo…
-No seas tímida Rukia-chan –le dijo Matsumoto pegándole en un brazo a la pobre chica, que se cayó al suelo.
-Como pareja –apuntilló Nanao- debes elegir al que quieras de pareja.
En ese instante Rukia gritó un sonoro "¿¿Qué??", al igual que Ichigo y Renji, que prontamente se taparon la boca, esperando que nadie les hubiera escuchado, pero la verdad es que todos estaban demasiados atentos a la pequeña shinigami, como para hacerle caso a ellos.
-¿Co-como pareja? –repitió la morena, de ojos violetas.
-¡Por Dios, Rukia-chan! –gritó Matsumoto- deja de repetir lo que te decimos, y no te hagas la tonta. Sabemos que te gusta uno de los dos, pero no lo tenemos del todo claro, eres muy reservada, Rukia-chan.
-No, no es eso –apuntó Nanao.- Es que hicimos una encuesta en la Asociación de Mujeres Shinigamis, sobre si te gustaba Kurosaki Ichigo o Abarai Renji, salió empate, así que decidimos hablar contigo.
-¿De verdad hicieron una encuesta? –preguntó asombrado Hitsugaya, mientras todas las mujeres presentes, salvo Rukia asentían felizmente con la cabeza.
-Aunque decidimos incluir más gente en la votación, ya que Orihime, Chad o Ishida podían saber más del tema –comenzó a contar con los dedos la Teniente del Décimo escuadrón.- Entonces pensamos que Kuchiki-Taicho también podría votar.
-¿Qué votó nii-sama?
-Pues realmente nada, sólo dijo que como te tocaran un pelo los mataría y siguió a sus cosas, pero yo creo que estaba de broma –dijo Matsumoto divertida.
-Si, si, de broma… -susurró Ichigo a Renji que asintió con la cabeza.
-La verdad, Rukia-chan –siguió Matsumoto- yo creo que tú estas coladita por Ichigo, pero Renji es tan majo…
-Pero, ¿Cómo sabéis que ellos sienten algo por mi? –preguntó muy interesada Rukia.- Renji ha sido mi amigo toda mi vida y nunca me ha dicho nada, yo se lo podría haber notado. Cuando me adoptó el Clan Kuchiki no hizo nada por impedirlo –en ese instante al Teniente pelirrojo le dio una punzada al estómago pensando en ese momento- estuvimos años sin hablarnos, y ahora que volvemos a hablar, en ningún momento me ha dicho nada –suspiró.
Y luego está Ichigo –sonrió levemente- si Renji no siente nada por mi, Ichigo es un desierto de hielo –al shinigami sustito se le abrieron los ojos de par en par ¿era eso lo que pensaba Rukia de él?- me trata como a un amiga, es imposible que si quiera haya pensado así en mi.
-Estas muy equivocada –apuntó Matsumoto- todo esto comenzó hace una semana, Rukia-chan, mientras Orihime y yo hablábamos.
-Así es, Kuchiki-san.