º Flowers º
(Flores)
Autora: Juny S. Tao
Fecha de Término: 28 de Abril de 2007
Contenido: Yaoi
Parejas: HorokeuxRen, HaoxLyserg, YohxAnna
Advertencia: Ninguna por ahora
Summary: Como cualquier persona, Horokeu y Ren son un par de sujetos inspirados en sus propios asuntos. Se conocen, ¿y qué? Sólo buscan ser algo especial en cierto lugar especial, además, a ambos le gustan las flores. 'Aunque no lo creas, me encantan las flores' 'A mi también'…
«ғlowerѕ»
Capítulo I: Notas Rápidas
No podría asegurarlo, pero estaba seguro que era muy temprano. Había apagado el despertador desde la noche anterior, estaba bastante aburrido de ese insoportable y monótono tic-tac que jamás me dejaría dormir dentro de estas extensas paredes azules. Azules, si, azules como las había mandado pintar hace un mes; más oscuras que el cielo en ese instante y más claras que los ojos del inocente que viene a casa casi a diario.
Suspiro cerrando los ojos, dándome cuenta que el viento, el cual movía las cortinas claras de mi habitación, me avisaba que debía apresurarme o la escuela cerraría sus puertas.
Odio la escuela. Si, la detesto por ser tan parca, por ser tan ordinaria, por ser tan…
-¡REN!-
Genial, la melodiosa voz de mi hermana había interrumpido mi monólogo. Bien y mal; pude haberme drogado automáticamente de solo estar pensando en aquello. Me levanto de la cama para frotarme la nariz, costumbre que solo mi padre podría explicar como una de esas adquisiciones inconscientes. ¿Qué le pasa? Solo soy alérgico.
-Alérgico…-
-¡REN!-
-¡YA ESTOY DESPIERTO!-
-¡No me grites!-
Genial. Ahora yo soy el que grita.
-Si, al parecer yo soy el que grita, ¿verdad?-
Y, en eso, la puerta. Estoy seguro que era Jun, mi hermana mayor.
-Ya me desperté, hermana.-
-Rency, llegarás tarde a la escuela.- Me habló desde afuera; yo aún trataba de moverme pero me era imposible. Al parecer era de esos días en los que nada más importa que sentir aire en tus pulmones y el poder ver el piso limpio de tu habitación quiere decir que aún estás vivo en el mundo. -¿No viste la hora?- Nuevos golpeteos. Entonces, me levanto a abrirle; ese maldito toqueteo de puerta me molesta tanto, a veces es insoportable.
-No iré a la escuela, Jun.- Le dije. Sorbí por la nariz.
-¿Cómo está eso que no irás?- Me preguntó elevando una ceja y, ¡bingo!, ambas manos en las caderas. Estaba molesta. –Explícate.-
-Simple y concreto: no iré.- Nuevo sorbo. No sé que sucedía, apenas y eran como las seis de la mañana y yo ya empezaba con mi manía patológica.
-¡Irás, Ren!-
-No, Jun, no iré.- Le espeté con calma. Luego, me retiré de la puerta, dejando el espacio libre para que ella entrara y siguiera reclamándome. A veces, creo que las mujeres son los seres más tercos y escasos que existen; me desesperan.
-Bueno, está bien.-
Bien, se rindió. Sonrisa de mi parte.
-Pero dime porqué no quieres ir.-
Gracias, Dios, gracias.
-Hubieras persistido con el '¡Irás, Ren!'.- La remedé sin verla. –Era un poco más sufrible.-
-¡Ren Tao!- Me gritó, yo giró con paciencia a verla. Jamás me verá con una de esas actitudes rebeldes, eso es de cobardes que se dicen valientes.
-Ay, ¿qué?- Le respondí con reticencia. Me acababa de levantar y el sueño aún no se me iba. Rasqué la parte trasera de mi cabeza, rozando sin querer las argollas que colgaban de mi oreja derecha, solo dos. –No grites, Jun…-
-¡Grito y vuelvo a gritar!- Ya nos dimos cuenta, hermana. -¿Qué te pasa?-
-Ah, pues, nada.-
-¡¿Qué te pasa?!- Esta vez había sido fuerte y mi pobre extremidad había sido capturada por sus manos. La retiré de inmediato. -¡Ren!-
-¿Qué te pasa? No me asustes así, ni que fuera lo peor del mundo.-
-¡Faltar a la escuela está mal!-
-¿Porqué está mal, Jun?-
-¡Porque si!-
-No entiendo.-
-¡Ren, entiende!-
-No, no entiendo.-
5, 4, 3, 2…
-¡Demonios, Ren!-
Kabum…ja.
-Haz lo que se te pegue la gana, luego, cuando aplaces el año, no vuelvas llorando.-
-Yo no lloro, hermana.-
«ғlowerѕ»
-Deberías disculparte.-
-¡Yo no hice nada malo!- Exclamó moviendo las manos exageradamente. -Fue él quién empezó, ¡y no pretendo escupirle ninguna maldita disculpa a ese pesado que tengo por hermano!-
-Ok.-
-¡'Ok' nada, Tamao!- Y se giró por segunda vez, su interlocutora se hizo para atrás al verse amenazada por un ramo de violetas cerró la boca de inmediato. -¡Horokeu es un idiota! ¡No sabe tratar a una mujer, es un bruto!-
-Pero es lindo…-
-Duh, lo dices sólo porque te gusta desde que tienes cerebro, mujer, no por otra cosa.-
-Digo que es lindo, es decir, guapo.-
Y Pilika Usui, una de las asistentes de aquel lugar emitió una expresión de horror, asco, una mueca vomitiva que, fácilmente, ofendió a Tamao Tamamura.
-Asco, Tamao, asco.-
-¡Lo dices porque es tu hermano!- Pilika elevó una ceja en cuestión. –¡Y deja de apuntarme con esas flores!-
Pilika las observó unos segundos y, al instante las bajó, sonriendo como boba.
-Ups, perdón.-
-¿Pedido para la 'secretaria' deseada?- Preguntó acompañando su curiosidad con unas risitas burlonas. Pilika la acompañó sin dejar de acomodar el ramo entre sus manos.
-No, esta vez la tarjeta será poco menos grosera.- Miró un segundo a Tamao con una sonrisa. –No tendrá frases compuestas por palabras como 'linda zorra' o cosas por el estilo; el tipo es adorablemente soez.- Comentó por último con una mueca de extrañeza.
Y arreglo estaba listo. Se lo pasó a Tamao para que le pusiera el lazo.
-Adorablemente soez, Pilika, tratas de ligártelo cada vez que llama.-
-Eso no importa, ¡es por teléfono!- Elevó los hombros mientras veía a Tamao. –No me conoce.-
-Algún día lo hará.-
-¡No, no lo hará!- Y empezó a alejarse. –Nunca seré su 'linda zorra de fin de seman-- ¡Ay, bruto!
Empujón de la mañana. Tamao Tamamura, quien miraba desde unos metros, pensó que ya se había tardado.
-¡Perdón, Pily, estaba distraído!-
-¡¿Cuándo no estás distraído?!- Le gritó con fuerza, luego lo hizo a un lado. –Muévete, tarado.- Y desapareció con una de sus tantas minis de jean ondeándose sobre sus blancas piernas. Su hermano suspiró con resignación antes de avanzar hasta la muchacha frente a él.
-¿Qué decía de ser la zorra de alguien?- Ambos rieron. –Pilika está loca, Dios…- Y un nuevo suspiro salió de sus labios.
-En estos tiempos, el tener dieciséis años es como nacer nuevamente.-
-Tienes razón, ya no sé quién diablos es.-
-Ha cambiado.-
-Si, lo ha hecho.- Comentó de corrido. Y allí iba comenzado una conversación con la muchacha sin darse cuenta y, también, empezaba a olvidar por completo que debía hacer una entrega especial como cada dos días lo hacía. Veía una Tamao con veinte años parada a su lado sin hacer más que sonreír y armar un bonito moño blanco para sujetar unas diez violetas y unas cuantas hojitas verdes con ellas. Se veía bonito. –¿Son para el sujeto de las cinco?-
Tamao rió un poco ante eso. Pilika lo consideraba adorablemente soez y Horokeu lo veía como, simplemente, el sujeto de las cinco. ¿Por qué? Solo llamaba a las cinco todos los lunes para hacer los pedidos de la semana: violetas para la mesera número cuatro del bar del centro.
-Oye, ¿qué harás esta noche?-
Horokeu dudó en mirarla: ¿Una cita? ¿Hoy? ¿Con Tamao?
-¿Quieres salir conmigo?-
-¿Si?- Sabía que respondiendo con una pregunta, Tamao no quedaba como la niñita tímida y llorona que no aceptaba las negativas, y eso Horokeu lo sabía. –Supongo que eso quise decir.- Aplacó al final, cuando sintió que sus manos terminarían por romper el lazo de lino que llevaba trabajando hace unos minutos.
Y el muchacho sonrió como siempre lo hacía: sincero y calmado.
-Sabes que no te puedo decir que no.-
-Lo sé.-
El chico tomó aire antes de contestarle.
-Pero será un 'tal vez' por ahora.-
-¿Qué quieres decir?-
-Solo tal vez, Tamao, tal vez.- Y se despidió de ella con un rápido beso en la mejilla. Tenía algunas cosas que atender y otras que cumplir por el resto del día y, según su mente recordaba, existía una, en particular, que en su agenda marcaba las ocho de la mañana, siempre, y que figuraba 'atender' y 'cumplir' al mismo tiempo. Que dilema…
«ғlowerѕ»
-¡REN!-
-¿Y ahora qué, Jun?- Mordí mi manzana. ¿Qué no podía dejarme en paz? –Déjame en paz, mujer.- Si, como dije, deseaba que me dejara en paz por lo menos cinco minutos en los que, tal vez, podría ir al baño tranquilo. Pero sería imposible. Estaba en casa porque había faltado a la escuela, simplemente no quería ir, y me encontraba ocupado en nada.
Era…divertido.
Sonrisa de mi parte. Además, lo estaba esperando.
-¡Levántate de ahí, niño!- Exclamó acercándose hasta que, por fin, logró sostener un lado de mi chaqueta. Tiró de ella sin delicadeza.
-¡Ya no soy un niño!-
-¡Pues te comportas como tal!- Y volvió a tirar de ella.
Ambos estábamos en la sala, bueno, en un principio solo estaba yo y ella debía llegar en cualquier momento para decirme o hacerme algo. No era que hubiera usado alguna habilidad especial, solo sé que lo hará. Es Jun.
-Ya Jun…- Me solté y, de pronto, el timbre. No pude evitar mirar el reloj de pulsera que portaba en mi mano derecha: las ocho en punto. Aquello me hizo sonreír de repente, sin darme cuenta, ¡sin siquiera ordenarle a mi cerebro que lo hiciera! Las manos de Jun aún sujetaban parte de mi vestimenta, pero dejaron de hacerlo al momento que me levanté de mi lugar.
Era él. Sabía que era el chico este que traía las flores para las clases de mamá, sabía que estaría oliendo a ese extraño aroma que combina una deliciosa colonia con el sutil y siempre presente sentir de las flores, sabía que, igual que siempre, haría que estornudara…
-Es él.- Murmuré dejando mi manzana a un lado, sin ocuparme por considerar la presencia de mi hermana allí.
-¿Qué?-
-Nada, iré a abrir.- Comenté, ya llegando a la salida de la sala alfombrada. Mis pies tocaron el frío piso de madera y mis ojos estaban fijos en la puerta que quedaba a unos cinco metros.
-No, yo iré.- Y me quedé quieto, volteando a mirarla como si hubiera crecido un par de metros sobre mi cabeza, totalmente intimidante. –Yo iré.-
Silencio en mi garganta. El timbre sonó de nuevo.
-Si, lo que sea.- Y me propuse a devolverme a mi lugar inicial, el cual estaba sobre el sillón más grande de la sala, pensando en que tendría que esperar hasta pasado mañana para poder admirar su linda sonrisa, si, aquella que seguramente esconde tras ese bonito paquete de flores multicolores. Es que…tenía una linda sonrisa y yo sólo podía decir que la tenía porque ahora no podría verla sino hasta dentro de dos días.
Dos días para mí es un maldito siglo interminable…
-Carajo…-
-Sé que te gusta, Rency.-
La miré de manera despectiva al estar ella frente a mí. Qué le importaba, demonios…
-¿Y eso a ti qué, Jun?-
-No seas tan hostil conmigo, Ren.-
-Qué diablos, voy a abrir la puerta.-
¡Y qué diablos! Yo hacía lo que se me pegaba mi regalada gana y lo que ella quería ahora era ver y oler a ese individuo tan bello. Porque era guapo y yo, que no suelo fijarme en detalles odiosos, sé lo diferente que brillan sus ojos al verme, lo sé.
-…-
Solo oigo los pasos de Jun detrás de mí, siguiéndome en mi camino hacia la puerta de entrada. No quiero voltear a verla siquiera, sé que está portando esa cara de antipática.
-Hola.- Y le sonrío. Nunca le sonrío a nadie que poco conozco y que poco ha hablado conmigo, pero lo hago y ya.
-Buenos días, Ren. Señorita Jun.-
-Hola Horokeu.- Si, supongo que su cara, así como su voz, no tienen ni la más mínima gracia esta mañana. No importa, ella no importa. El solo me está observando a mí desde que abrí la puerta y aquello si era importante.
-Vete, Jun.- Balbuceé girando un poco mi rostro para verla. Ella frunció el ceño, ofendida obvio. -¡Vete!- Digo un poco más fuerte, lo cual, al parecer, surtió efecto. Ella se acercó al muchacho de cabellos celestes, recibió el paquete de flores y surcó el pasillo hacia la cocina.
Así estaba mejor. Ahora estábamos solos…
-¿Por qué no fuiste a la escuela?-
-No quise.- Le respondí. Él rió, divertido por mi respuesta tan desinteresada. –No veo cual es el problema de faltar; nadie me echará de menos, estoy seguro.-
-¿Ni siquiera tu novia?-
Bien, eso me hizo hacer una mueca en forma de sonrisa mas no pude reírme. Lo que estaba diciendo era típico de—
-¡ACHUU!-
-Ja, salud.-
-Perdón, son las…- Pausa para sorber por la nariz y apretar los ojos, tratando de impedir que lagrimearan. –Soy alérgico al polen.-
Sonrisa suya. Yo sorbí por la nariz.
-Lo sé.- Pausa para mirarme. -Que lindo…- Abrí los ojos. ¿Me había dicho lindo? –Un gatito con alergia a las flores.- Y con aquella sonrisa tan tierna y tan seductora no hizo más que acariciar fugazmente mi mejilla, dejándola roja, supongo, como si su dedo pulgar se tratara de un marcador.
Necesitaba aire…mucho…
Batí mi mano frente a mi rostro. Además de querer bajar el sonrojo, debía lograr apartar ese odioso fastidio de mi nariz y Horokeu no deja de mirarme y tocarme.
Bueno, no me estaba tocando ya, pero podía sentir sus manos todavía sobre mi rostro.
Demonios…
-Estoy enfermo.- Murmuré para mí, obviando el hecho de haber pensado en voz alta. Escuché su risa nuevamente, aquello me hizo verlo a los ojos.
Mierda, se veía tan…tan… ¡tan bien!
Y ahora me estoy preguntando cuántas veces habré dicho eso desde la primera vez que lo vi por mi ventana hace un mes, bajando de su moto, la cual estaciona, siempre, frente a mi casa. Es de un azul marino y combina a la perfección con sus jeans desgastados.
-¿Has probado algún medicamento? ¿Algún antihistamínico?-
-No sirven, ninguno, pero no me pasa muy seguido.-
-¿Seguro?-
-¿Por qué siempre quieres saber si estoy seguro de todo lo que digo? No soy un idiota retrasado, Horokeu.-
Risa de su parte ante mi frustración.
-No lo sé, quizá sea la costumbre que tengo con mi hermana.- Iba a decir algo acerca de la muchacha, pero me callé al ver que él iba a decir algo más. –Creo que va a la misma escuela que tú.-
-Quizá, ¿cómo se llama?-
-Pilika Usui.-
Hice una mueca de desagrado tan solo escuchar ese nombre. Si, era ella, la misma mocosa loca de cabellos azules… ¿cómo no noté el parecido antes? Pensé que mi enamoramiento era lo bastante serio como para notar con suma facilidad que tenían bastante parecido.
-Ah, la conozco.- Hablé sin ganas. El sujeto lo notó.
-Parece que no se llevan bien.-
-Yo no me llevo bien con ella, pero ella parece llevarse muy bien conmigo; es extraño.-
-No entiendo.-
-Yo tampoco.-
El rió, yo sonreí. ¿Es que acaso debía hablar incoherencias sólo para escuchar su risa? Si que estás mal, Ren Tao, estás mal. Pero, bueno, igual y soy malo contando chistes.
-En realidad, es problemática.-
-Lo sé.-
-Está loca.-
-Eso también lo sé.- E iba a reírse otra vez. Tengo suerte. –Sólo falta que menciones que te ama.-
-Si, lo sé, eso también está mal…- Hablé con cierta preocupación en la voz mientras rascaba la parte trasera de mi cabeza; no quería… No, en realidad, no quería que él supiera que la muchacha esta tenía cierto interés en mí. Sé como son los buenos hermanos, son eso: buenos, tan buenos como para dejar que los pequeños coman de todo el pan que queda en la mesa.
-¿Le gustas?- Preguntó directo. Ahora, ¿dónde había quedado la cochina alergia cuando la necesitaba?
¿Qué le digo?
-Nadie dijo eso.-
Claro: negarlo.
-Lo diste a entender.- Repitió con una ceja levantada, dándome a entender que no se tragaría ni una maldita palabra de lo que decía. Rayos, parecía el estúpido tenis de palabras que suelo tener con Anna antes de empezar cualquier discusión sin sentido. Observé sus ojos otra vez y ya no mostraba ese brillo diferente en su mirada, ya no sentía su mirada dirigida a mí, podía sentir que la dirigía solamente al recuerdo de su hermana loca. Esto no podía estar pasando exactamente cuando ya había puesto sobre el tapete su interés por mí. Esto no podía estar pasando, no podía dejar que la existencia de ese ente travieso se metiera entre nuestra…
-Yo no dije que le gustara, estás mal, tío.-
-¿Seguro?-
Mirada reprochadora de mí parte. Dios, ¿insistía en preguntar aquello?
-Si, seguro; y será la misma respuesta para todo lo que vallas a preguntar luego.-
-¿Incluso si te pido una cita para esta noche?-
«ғlowerѕ»
-¡Horokeu, tenemos tres entregas retrasadas!- Gritó la mujer en cuanto lo vio estacionar la motocicleta frente a la tienda. El muchacho que llegaba sonreía de oreja a oreja, sin siquiera oír los reclamos que le enviaban. -¡Oye, idiota!-
-¡YA, mamá!- Exclamó al sentir el golpe. –Mira como arruinas las flores…-
-¿Dónde estabas?-
-Haciendo una entrega, obvio.-
-¿Y te tardaste media hora? ¡¿Media hora?!- Pregonó señalando con molestia el reloj en su mano. Lo golpeaba con su índice derecho, el cual estaba forrado con cierta cinta gruesa para proteger sus dedos. -¿Qué estabas haciendo?-
-Haciendo una entrega, ya te lo dije.-
-Estás mintiendo, ¡lo sé!-
-Claro que no.- Y, enviándole una sonrisa tranquila, emprendió camino hacia la parte de atrás del largo mostrador que allí se montaba. Se quitó la chaqueta y la dejó tirada cerca de unas cajas.
-¡No dejes tiradas las cosas, niño!-
-¡Tengo 21 años, mamá!-
-¡Qué me importa, recógela!-
-Si, si…-
-De acuerdo, y sí, estoy seguro.-
-Genial.- Sonrisa suya y, aunque se tardó más de lo esperado en responder, era obvia su respuesta. Entonces, él sacó un pequeño papelito de su bolsillo: era una tarjeta de la florería. –Tengo…clases hasta las 8 y…pasaré por ti como en media hora, ¿está bien?- Dijo, mientras que escribía algo en la tarjeta colorida que le iba a entregar. –Toma, es mi número de móvil.-
-Bien.- Contestó el chico. Luego lo miró a los ojos. -¿Qué estás estudiando?-
-Ingeniería.-
-¡Hermano! ¡Deja de soñar que te estoy hablando!-
-¿Pilika?-
-¡No, la otra!- Zape en la frente. –Claro que soy yo, tonto. ¿Por qué tardaste tanto?- Preguntó con extrañes.
-Estaba haciendo una entrega.-
-Ah, está bien.- Luego, la chica, antes de irse, le entregó un papel con algo escrito. -Te llamó Haito lindo.-
-Hao para ti.- Ella logró sacar una de sus extrañas sonrisas. -¿Qué quería?-
-Hablar contigo, por supuesto; dijo que te llamó al móvil, pero no contestaste.-
-¡Ah! Ya sé que es lo que quería.- Comentó con una sonrisa antes de darse la vuelta y emprender camino hacia la parte trasera del lugar.
-¿Qué cosa?- Preguntó curiosa, obligándolo a que detuviera su paso sin siquiera tocarlo. Horokeu volteó solo su rostro por sobre su hombro.
-Flores, claro.-
La muchacha parecía decepcionada, lo cual logró exteriorizar con un muy audible gemido de desgracia.
-¿Tiene novia?-
-Novio, en realidad, es un lindo chico de la facultad de arquitectura.- Pilika no dijo nada, esto hizo reír a su hermano con ganas. –¡Pues lo siento! Al parecer es más lindo que tú.-
-¡Oye!-
Él no le hizo caso, en cambio, estuvo pensando en preguntar acerca de algo.
Horokeu Usui era de esas personas que se pierden por un momento en su propia galaxia para luego fruncir el rostro con extrañeza y preguntar como quién no quiere la cosa. Así es que no pudo mantener su boca cerrada ante la curiosidad que lo embargaba desde hace unos minutos, desde que estuvo charlando en el pórtico de la casa de Ren.
Rency había mencionado algo.
-¿Conoces a un muchacho llamado Ren Tao?-
Su hermana se detuvo en lo que sea que estuviera haciendo y fijó sus grandes ojos azules en él. Este tan solo la siguió observando en silencio, esperando por alguna respuesta que, además de quitarle la duda, lo dejara tranquilo.
-¿Cómo sabes de Rency-Poo?- Preguntó con algo de emoción en la voz, intentando deformar su sonrisa en una de verdad, y no en una que se mezclaba con una simple expresión de sorpresa.
Horo elevó una ceja, confundido. ¿Rency Poo? ¡¿Rency Poo?! ¿Qué clase de nombre era ese?
-¿Rency…Poo?-
-Bueeeno, no es que le diga así actualmente… ¡pero espero hacerlo dentro de muy poco!- Una sonrisa mitad soñadora, un cuarto de traviesa y un cuarto de maldad apareció en sus labios rosas. En sus manos llevaba un par de hojas en las que escribía algunas cosas que no podían verse, pero ahora su hermano estaba preocupado.
-¿Quiere decir que…te gusta?-
-Me encanta, en realidad, a media escuela le encanta.- Y ahí estaba, otra vez, la mirada esa, la brillante, la que tenía más de un significado junto con una actitud ufanada. –Si lo vieras, ¡si lo vieras, hermano!-
-Oh, ya lo vi, es hermoso.-
-¿Lo conoces?-
Golpe bajo.
-S-- Corrección. -No, no, en realidad, no, no.-
Lo negó; debía negarlo cuantas veces fuera necesario para que se le olvidara aquella posibilidad de que su hermano conocía al chico de sus sueños… que también era el de sus sueños.
-¡Sólo me gusta un poco!- Pensó. Y golpeó su cabeza con poca fuerza. Pilika no entendió el caso.
-¿Porqué preguntaste entonces?-
¿Por qué había preguntado?
Porque…
-Porque…- Necesita un mísero segundo para pensarlo y… -Porque se me viene en gana, por eso.-
-¡Tipo antipático!- Y lo golpeó en el brazo arrancándole, al principio, un quejido y, finalmente, una carcajada. -¡Seguro me seguiste u obligaste a Tamao a que te contara algo!-
-¡Tamao no me contó nada!-
-¡Entonces me seguiste!-
-Nooo.- Exclamó cansado, rodando los ojos levemente. –Ya te dije que solo preguntaba, ya no me molestes.-
«ғlowerѕ»
Los días primeros no habían sido muy divertidos que digamos, solo salía de casa, caminaba a la escuela como cualquier mortal y llegaba hasta mi sitio particular en la clase. Por la ventana, el cielo siempre se veía despejado, con pocas nubes y con un círculo amarillo por sol, ni siquiera calentaba. Era aburrido aquello, ni siquiera podía quejarme como la gente…
Las carpetas siempre estaban limpias y ordenadas; las cortinas abiertas, dejando entrar la luz de ese patético sol; y el pizarrón estaba, también, limpio. Ya estaba cansado, ni siquiera podía quejarme…
-No es que viva de quejarme…-
Ese había sido un pensamiento, solo un pensamiento que salió por culpa de lo aburrido que me siento en esta mi horrible vida.
-Hijo.-
Me giré a ver quien me llamaba: mi madre. Aunque era una muy bonita mujer, no me le quedé viendo como lo haría cualquiera.
-¿Qué pasa?-
-¿Ya te vas a la escuela?-
-En unos minutos, comeré un poco.- Hablé antes de introducirme un pedazo de pan dulce que Jun había traído ayer. Lo mastiqué un par de veces para luego sentarme en una de las sillas cercanas de la cocina.
-Necesito que pases por esta dirección y les dejes este encargo.-
Tomé el papel que me extendía y lo leí de corrido. Lo dejé a un lado de mi plato.
-Bien.-
-¿No preguntarás el porqué?- La miré antes de ingerir otro pedazo de mi pan, ¿se habría alterado? Porque me estaba viendo con el entrecejo arrugado. -¡¿No me preguntarás porqué demonios te estoy enviando a una florería?!-
-Bueno, no creo que sea por nada raro.- Dije con tranquilidad, tratando de defenderme aunque mis ojos se vieron algo inseguros. –Puedes hacer lo que desees, mamá.-
-…-
-Me voy a clases.- Dije levantándome, llevando conmigo mi plato. Al llegar a la barra, tan solo dejé las cosas allí. Cogí una servilleta y…
-¡Estoy en terapia, Ren!-
Me dejó seco. Mmm, ¿para qué había cogido la— Ah, si, bien.
-¿Dejarás de fumar?- Pregunté, mirándola. Una ligera sonrisa apareció en mis labios. –Eso es…genial.-
-Si, lo que sea; necesito un cigarro.- Y se retiró de la cocina, arreglando su cerquillo. Yo solo rodé los ojos, acostumbrado a sus arranques.
Genial, no sé si simplemente es la mujer con peor fuerza de voluntad o soy yo la que la espanta. Quién sabe, tengo que irme.
Salí hasta el corredor donde había dejado mi mochila, en la que llevaba nada más que mi reproductor de música y unos cuantos libros ligeros. Yo nunca apunto nada de nada, y Anna vive de regañarme.
-Pero…ella si vive de regañarme.-
Sonrío un poco al recordarla. Anna había sido…bueno, es mi mejor amiga desde que tengo la suficiente edad como para entender que el sexo no se trata de abejas ni flores y como para aceptar que no me gustan las chicas. Cierto, no lo dije: soy gay, ¡sorpresa!
Si sorpresa para mi madre que aumentó a tres cajetillas desde que se enteró. Bien…
Si, bien, hablaba de Anna mientras ya cruzaba la calle donde la sombra de aquellos grandes árboles formaban un bonito camino sin calor alguno. Me coloqué los audífonos con la música empezando a sonar y seguí caminando, solo, aburrido como siempre. De pronto, recordé lo que mi madre dijo.
-¡Estoy en terapia, Ren!-
No, eso no, bola de tarados. Me refiero a lo del encargo en la florería.
«ғlowerѕ»
-¡Pero si es mi Haito!- Exclamó con ánimo antes de saltar sobre el chico y quedar trepado en su espalda. El muchacho gimió de dolor mientras reía. -¿Qué? ¡No he subido ni un kilo, eh!-
-No, pero aún así tu cabezota es enorme….ja, ja.-
-Muy gracioso…- Y se bajó. Luego, acarició la larga cola de caballo de su amigo en son de saludo. -¿Qué hay de nuevo?-
-No mucho.-
El primer chico elevó una ceja acotando sin palabras que sabía que estaba mintiendo.
-Si, bueno, la cita de ayer.- Este sonrió, su amigo le siguió el juego. –Fue estupendo, Hoto.- Habló, prácticamente, con estrellitas en los ojos. El mencionado 'Hoto' no pudo evitar fruncir el ceño por el apodo.
¿Hoto? Se preguntó con molestia. ¡Que era Horo Horo! Renegó mentalmente.
-Ya sé que es Horo Horo.-
-Desde ahora, Usui para ti.- Hao lo abrazó y besó su mejilla con efusividad, obligándolo a que dejara su fachada de chico enojado como su mejor amigo que era. Luego sonrió.
-Ya, baboso.-
-Lo que sea, cuéntame que hicieron.-
A esta hora de la mañana, ambos se encontraban frente a sus casilleros de la facultad de Ingeniería. Era el segundo piso de uno de los edificio y, desde allí, se podía ver lo bien que combinaba el sol recién amanecido con ese montón de árboles pintados al fondo.
Ambos muchachos llevaban las mismas clases desde que se cruzaron en el baño de hombres que quedaba cerca de la cafetería: ambos habían arruinado sus camisetas en el primer día de clases.
Fue gracioso, uno la arruinó con salsa de tomate y el otro con mayonesa.
'Gran combinación' era lo que había soltado Horokeu al verlo discutir con la mancha a medio salirse. Luego, su conversación, la cual los llevaría convertirse en mejores amigos, empezó con Hao comentando que su hermano era un artista idiota que necesitaba clases especiales para saber cómo utilizar los condimentos masivos.
Horo Horo solo había reído, pero ahora, en este día de poco calor, ambos se dirigían al salón de clases.
-¿Me vas a contar o no?-
-Si, claro, espera.- Pidió al tiempo que sacaba su teléfono móvil. Horo se inclino para ver quién era, no logró nada, así que se repegó a su compañero desde hace tres años. –Hola, amor.-
Y ese fue el motivo por el cual casi se cae al suelo. ¡¿Amor?! Oh, Dios, si que había sido bueno lo de ayer.
Entonces, Haito cortó después de un par de 'si, lo sé', un 'yo también', otro '¿en la cafetería?', y por último un 'De acuerdo, besos'. Si será de remilgoso. Ja.
-¡Bien, carajo! Pregunta lo que quieras.- Habló desesperado al ver como su amigo lo veía con ojitos de muñequita sueca, si, exacto, son de los que no puedes escapar con respuestas ambiguas o excusas tontas. De igual manera, llegaron al salón donde les tocaba Física 3. Horrible, experiencia propia.
-No, no preguntaré, adivinaré.-
-Lo que sea.-
Horo sonrió.
-Salieron en tu tan 'modesto' vehículo a dar una vuelta, llegaron a la playa después de comprar un par de combos en Mc. Donalds—
-¡No puedo evitarlo, está por todos lados!-
-Cállate, aún no termino.- Y continuó con sus ademanes exagerados. –Comieron, se tendieron en la arena para platicar, él te beso, tu le respondiste, cogieron y ahora son novios.-
Hao sonrió antes de quedar boquiabierto y de nuevo: el Hoto era estupendo, empezaba a pensar que tenía un sexto o séptimo sentido o algo parecido.
-Wao, cada vez me asombras más, amigo, ¿cómo lo haces?- Preguntó con curiosidad aunque podía decir que conocía la respuesta.
-Ja, como si no me hubiera pasado, excepto por lo último.-
-Cerdo.-
-¡¿Yo?!- Risas. -No te hagas el ultrajado, ¿quieres? Quedamos en que solo estábamos probando.- Hao asintió con calma mientras se recostaba en el respaldar de su silla. –No salíamos con nadie y eso me hizo ver lo tímido que eres.-
-¡Yo no soy tímido!-
-No, claro, solo eres la chica que espera por su primer beso.-
Hao lo golpeó mientras reía con ganas después de terminar con la escena de la princesa soñadora.
-Idiota ¬((¬.-
«ғlowerѕ»
Estoy en la bendita florería y, aunque parecía ser un local grande con muchos empleados, no había nadie en el mostrador. Pensé unos momentos en el hecho de poder saltar la barra de bonita madera y registrar el pedido yo mismo, pero preferí esperar.
Hace más de diez minutos que había entrado y, ¿para qué mentirles?, el local era de lo más grande y de lo más acogedor. Muchas flores le daban el color adecuado y el olor er—
-¡ACHUU!-
-Buenos días, buenos días.-
-Bueno-- ¡ACHUU!-
No hice más que cubrir mi rostro con ayuda del cuello de mi camiseta, la usaría como mascarilla antes de que diera un ataque de asma. No, bueno, no sufro de asma, pero quién sabe.
-¿Desea hacer un pedido?- Me preguntó la dependienta. Era una muchacha mayor que yo. Usaba unos lentes sin marco y, ¿para qué mentir otra vez?, era muy bonita: cabello y ojos rosas. No, no me gusta. En fin, ella preguntó y yo le respondí desde detrás de la prenda.
Entonces, ella me miró con aquella mirada que sólo había visto…emm…digamos unas tres veces en mi madre: ternura. Bien, eso comprueba que, además de ser mayor que yo, le parezco adorable. Arrugué las cejas con fastidio, eso porque la ligera idea de que llegar a parecerme a uno de sus peluches me atormentaba.
-Ven, salgamos.-
Y no dudó ni dos segundos en saltar la barra para estar conmigo y luego jalarme del brazo hasta la salida. Me sonrió mientras me quitaba el cuello de la camiseta de la cara.
-Eres alérgico.- Bien, otra persona que le parecía divertido. Gracias, Dios.
-Si, soy alérgico al polen.- Ella sonrió. –Perdón por hacerte salir así.-
-No, está bien. Acabamos de abrir y no tenemos mucho trabajo…aún.- Y…adivinen: sonrió de nuevo. -¿Qué es lo que deseas?-
-Mi madre necesita que le lleven un paquete de flores surtidas los lunes, miércoles y viernes, durante todo este mes. ¿Cuánto es?-
-Dependiendo de las flores que desees.-
-Las que sean.- Ella elevó un ceja, quizá no estaba siendo lo suficientemente cordial. Diablos, tengo que recordar que es una mujer dulce, no es Anna. –Bueno, las más bonitas, no importa el precio.-
-Está bien.- Me dijo. –Necesito que me des la dirección de tu casa y tu teléfono, en caso de algún imprevisto.-
-Bien.-
-Entonces, supongo que eso sería todo, nosotros les pasaremos la cuenta mañana miércoles.- Y su sonrisa estaba frente a mí nuevamente. No es raro, pero…ah, que importa.
-Gracias, eso es todo.-
-OK.-
Sorbí por la nariz justo antes de darme la vuelta y cruzar la calle, la escuela estaba ya a pocas cuadras de allí. Miré hacia arriba, al cielo, mientras me ponía los audífonos en las orejas otra vez: las nubes seguían estáticas y el sol no hacía más que dar luz porque de calentar se había olvidado. Yo seguí caminando, algo aliviado porque ese fastidioso picor en mi nariz había desaparecido.
-Hey.-
Me giré a ver quién había tirado de mi mochila. Anna.
-¿Qué hay?-
-Una cita.-
-¿De qué hablas?- Le pregunté al verla con cierto brillo en sus ojos negros. Ella mostró una muy divertida y poco vista sonrisa de lado. –Estás sonriendo, Dios, ¿qué te pasó?-
-Saldré con un sujeto llamado mi-maestro-de-pintura-particular.-
Yo solté una ligera risa burlesca y me crucé de brazos, viéndola.
-Genial, seguro tiene como cuarenta años.- Ella elevó una ceja. –O quizá es un niño de tres años que se siente orgulloso de que lograras el pintar dentro de las líneas. Qué tierno.-
Yo reí divertido al terminar mi supuesta broma que, obviamente, no aturdiría a mi amiga para nada. Hice algunos ademanes, pero ella se veía tranquila y, por supuesto, seria. No me dijo nada más.
-Bien, supongo que está guapo.-
-Mucho, mucho.-
-¿Cómo se llama?-
-Yoh Asakura, 21 años, facultad de arte.- Concluyó de corrido y, si, era lo que necesitaba saber. Empecé a caminar al tiempo que me colgaba su mochila en uno de mis hombros. Luego, la miré con un poco de sorpresa, no, no era sorpresa, era como estar de acuerdo con su elección de salir con un sujeto de universidad.
-Lindo…-
-Es lindo.- Afirmó con una fuerza extraña, una voz que no usa normalmente. Esta si iba en serio…
Entonces, llegamos a la entrada de la escuela y, como siempre, buscamos con la mirada nuestros casilleros.
-Te veré en clase.- Le dije, luego saqué mi teléfono móvil del bolsillo trasero de mi pantalón. –Tengo que hacer una llamada.- Ella asintió sin preguntar.
-Está bien.-
«ғlowerѕ»
-¿Está bien?-
-Vamos, no pongas esa cara, ¡no es tan malo!-
-¡Es malo!- Exclamó con horror para luego arrojarse sobre su pupitre en la tercera fila. –No lo podré ver sino hasta que terminemos…-
-Sólo son tres días, Hao, Lyserg no te dejará por tan sólo dejarlo tres días.-
-¡Eso es demasiado!- Volvió a lloriquear mientras movía su cabeza negativamente. –Y ya no digas esa palabra otra vez…-
-¿Cuál? ¿Dejar?- Risas. De pronto, un cuaderno lo golpeó. -¡Ya! Está bien, está bien.-
-¿Y tú por qué no irás a la maldita excursión, eh?- Mueca de disgusto. -¡Yo también debería rehusarme a—
-¡No, no, no! Ni lo digas.- Lo paró Horo. Hao no entendió. –Yo no iré porque…porque estaré en la florería.-
-Ah, gran impedimento.- Dijo con sarcasmo. –Horo, ¡es una tienda enorme con miles de empleados! No te necesitan.-
-Me gusta estar ahí.-
-Si, claro, 'me gusta estar ahí'.- Mirada de odio por parte de su amigo. –Ja, maldito marica.-
«ғlowerѕ»
-¿A dónde iremos?- Tuve que preguntar mientras me tendía el casco extra que había traído. Si, bueno, era la primera vez que iba en moto…abrazando a quien de verdad me gustaba.
-No lo sé, ¿quieres ir a algún sitio en especial?-
-Mientras no sea Mc. Donalds, está bien lo que sea.-
-Mi mejor amigo ama ir a ese lugar.-
-Debe ser un cerdo.-
Horokeu rió con ganas al tiempo que encendía la moto. Me gustaba que riera conmigo porque lo hacía con las verdaderas ganas que implicaba el reírse, se veía relajado y…
Nos fuimos, ya estábamos girando en la primera esquina. De pronto, y no sé porqué, pero recordé a Jun y a su sermón del '¡Pueden matarse en esa cosa!' Ja. Si, claro, y si moría ella buscaría el mejor vestido para combinarlo con la decoración del funeral.
-Oye, ¿de verdad no importa a dónde vallamos?-
-No.-
-¿Seg—
-Cállate, ¿si?- Espeté, fastidiado por su todavía presente manía de preguntar si estaba seguro de lo que decía. ¿Lo hace con todo el mundo acaso? -Lo haces con todo el mundo, ¿verdad? Es odioso…-
-No, claro que no.-
No entendí muy bien porqué lo había sentido recién, en ese instante, cuando ya llevábamos más de 4 cuadras juntos en su motocicleta con dirección a un lugar cualquiera. Era un aroma nuevo para mí. Dios, era delicioso e inevitablemente me abracé más fuerte a él, prácticamente pegando mi rostro al cuello de su chaqueta.
Aspiré cerrando los ojos, y presioné más mi abrazo.
-Eres especial, Ren…-
-Lo sé…- Hablé en tono bajo, balbuceando contra su muy fina prenda que no dejaba de regalarme tan fino aroma. Fresco. –Me siento así.-
-¿Cómo?-
-No importa, sólo conduce.-
-Pero dime a dónde quieres ir.-
-Donde sea está bien.-
-¡Donde sea puede ser al sur o al norte del país!- Exclamó con ganas, intercalando sus palabras con el fuerte viento que azotaba su rostro. Yo levanté mi cabeza de su espalda e intenté verlo. Imposible; estúpido casco. -¿No te importa, incluso, si te llevo a las afueras del país?-
Yo sonreí ante lo dicho. Qué idiota, eso es imposible…
-Eso es imposible, pero no me importaría.-
-¿Seguro?-
¡De acuerdo! Demonios…
-Vallamos a la maldita playa y asunto resuelto, ¿si?- Hablé, luego me recosté sobre él como hace unos segundos lo hice. Apreté mi abrazo y cerré los ojos, aspirando su aroma. Que difícil era, incluso si me esforzaba en recordar, no lo lograba. Entonces, noté que Horokeu se movió un poco. ¿Acaso le molestaba tanta cercanía? Lo dudo. -¿Qué sucede?-
-La playa me hace recordar a—
-¿Una ex-novia?-
Él rió ante mi pregunta, pero a mí no me parecía que el asunto ameritara una risa, sea cual fuera, ameritaba un poco de reflexión. Tampoco soy tan inmaduro y engreído como para representar una rabieta y negarme a ir a ese memorable lugar, si ese fuera el caso. No, no me importaba el que haya sido un lugar especial para equis y zeta, me importaba… bueno, él, yo y la cita.
-Igual, y todo el mundo va a la playa.- Comenté con desinterés antes de que mi cita dijera algo. Lo vi intentando voltear a verme. –Pareciera que esta estúpida ciudad no tuviera mayor lugar a dónde ir.-
-No me refería a eso y, en cuanto a lo último, tienes razón.- ¿Eso fue con seriedad o solo soy yo imaginando en todo? En seguida volvió a hablar. –No iremos a la playa.-
-¿Qué?-
¡Maldición! Acabamos de empezar una cita y yo, con mi inimaginablemente adecuada bocota, empiezo a arruinarla. Ahora empezarán a comprender lo frustrado que me siento cuando sucede.
Y está sucediendo.
-No iremos a un lugar que no pueda convertirse en especial, Ren.-
-¿Espec—
-Si, especial, Ren.- Me dijo, a mí, solo a mí. Su voz había sobrepasado los límites auditivos humanamente posibles y tan solo podía sentir su pronunciación dentro, muy profundo, de mi mente. Sonreí un poco. –¿No quieres que sea así? Es nuestra primera cita.-
-Claro que si.- Le respondí. No quería quedarme fuera de la declaración que estábamos teniendo. Si era genial pensarlo, imaginarlo, premeditarlo, pues déjenme decir que era estupendo oírlo, sentirlo y darlo como parte de la realidad. –Será…-
-Especial y, si quieres, bastante romántico.-
-Aunque no lo creas, me encantan las flores.-
-Si, a mí también…-
Continuará
«ғlowerѕ»
Autora.
Y, ¿qué les pareció? Este fic, realmente, no tiene un origen específico, tan solo quería hacer algo diferente de lo que normalmente haría y eso refiere a la comedia mal habida. xD jaja Sin embargo, esta ha resultado y no puedo evitar usar el sarcasmo cuando es Ren quien narra los hecho. Jeje
Por otro lado, no será un fic demasiado largo, a lo más tendrá un par de capítulos más y todo terminará. Es simple y tan sólo quise hacerlo porque me di cuenta que podía tergiversar mi manera de ver esta relación que la mayoría de fangirls adora. x3 Se me cuidan.
¡Recuerden pasar a leer "For my Eighteen"! jeje
¡GRACIAS X LEERME!
Flowers © Juny S. Tao