Dean y Sam Winchester, conducían por una carretera que casi parecía interminable, totalmente recta, bajo un cielo completamente limpio de nubes en el horizonte y en ninguno de los dos lados de dicha carretera parecía perfilarse un sólo pueblo.Por si eso no fuera suficiente, el calor era absolutamente demencial, demasiado intenso como para que un ser humano lo pudiera llegar a soportar por mucho tiempo.

Los hermanos ya estaban empezando a cansarse, llevaban unos días detrás de la pista de un supuesto espíritu que rondaba por esas coordenadas, pero, por el momento, no habían podido encontrar ninguna pista que demostrara esas historias.

Un día antes, Sam y Dean habían hecho un pacto, si no encontraban nada en las siguientes veinticuatro horas, darían media vuelta y conducirían el Impala de vuelta a la civilización. El plazo estaba a punto de cumplirse y tal y como habían dicho, ya estaban decididos a cumplir lo acordado.

Sin embargo, fue entonces cuando algo apareció en el cielo, algo que les hizo detener el coche inesperadamente, algo en el cielo llamó poderosamente su atención, de tal modo, que ambos se mantuvieron callados, sin saber que decir sobre lo que estaban viendo acercarse a ellos, las miradas fijas en lo que fuera que se estaba acercando a ellos, a una gran velocidad, por lo que pudieron observar en completo silencio.

Antes de que ninguno pudiera decir nada al respecto, el artefacto o lo que fuera aquello, se precipitó a tierra, a unos cuantos metros de donde se encontraban ellos, levantando una gran cantidad de polvo y no permitiéndoles ver de que se trataba exactamente.

Los dos hermanos se miraron fijamente durante unos segundos, aunque seguían completamente callados porque ningun se atrevía a expresar sus pensamientos en esos precisos momentos de incertidumbre. Sin embargo, al final Dean ya no pudo resistirlo ni un minuto más.

"Sam¿alguna vez nos hemos enfrentado a los extraterrestres?". Ni siquiera para dirigirse a su hermano quitó la vista del objeto que tenían delante y que en unos pocos momentos, cuando todo el polvo se marchara, sería capaz de ver con total nitidez.

"Vamos Dean¿No pensaras que se trata de una nave alienígena o algo así verdad?, vamos seamos un poco serios"

"¿Qué, podemos encontrarnos con demonios, vampiros hombres lobo, fantasmas y todo tipo de cosas sobrenaturales, pero no crees posible que nos demos de bruces con un platillo volante?"

"No, bueno no se, solo es que..."

"¿Qué?, vamos dilo"

"Me resulta difícil de creer, eso es todo."

Dean no contestó a eso, simplemente le resulta extraño que su propio hermano, que había visto las mismas cosas que él y con el que se había enfrentado a las mismas criaturas pudiera decir que algo como eso le resultaba difícil de creer. Muy lentamente, como si no quisiera que lo que tenían delante se diera cuenta de sus movimientos, abrió la puerta del coche, salió y con la pistola en la mano comenzó a acercarse al agujero.

Después de haber dado un par de pasos hacia el hueco de la carretera que había dejado el objeto al caer, vieron que algo se movía allí abajo, en lo más profundo; algo parecía estar vivo y pretendía levantarse. Dean miró a Sam por un momento, como si supiera que su hermano fuera a decirle algo.

"De acuerdo, tal vez si que exista algo más allá de nuestro universo conocido, tal vez estuviera equivocado." Dean siguió caminando, sin decir nada, pero con una sonrisa complaciente al escuchar a Sam decir aquello, por tener razón, o al menos ver que su hermando dudaba sobre lo que siempre había pensado del tema, que no todo era racional para él y que todavía quedaban misterios que no habían visto nunca ninguno de ellos.

Ahora que el polvo se había disipado totalmente, ambos pudieron ver cual era el misterioso objeto caído del cielo, pero la sorpresa fue todavía mayor, cuando comprobaron que se trataba de un hombre. Estaba de pie, en el fondo del agujero, frente a Sam y Deanm aunque parecía mantenerse derecho co alguna dificultad. Este, intentó caminar hacia ellos, pero cojeaba de la pierna derecha y no pudo subir hasta el suelo firme y también parecía tener resentidas un par de costillas por lo menos. Volvió a tratar de subir, apoyándose en los salientes dejado por su mismo con el impacto de su caída. Sin embargo, Dean le apuntó con el arma; el hombre, al mismo tiempo que estaba muy desconcertado, parecía estar tremendamente asustado y tambien agotado, y a la vez que levantó las manos en señal de que no deseaba enfrentarse a ellos, les dijo con apenas un hilo de voz:

"Por favor, no dispares, no quiero haceros daño, mi nombre es Peter Petrelli y tengo que salvar a mi hermano."

Sin que Dean o Sam tuvieran tiempo de reaccionar, el recien llegado, perdió el apoyo que tenía en uno de los salientes y cayó al suelo inconsciente, tocando fondo en el agujero de nuevo. Los dos hermanos se volvieron a mirar, pero en esta ocasión nadie dijo nada, porque ninguno de los dos sabía muy bien que pensar sobre lo que acababan de ver, lo qu tenían delante de sus mismas narices. A lo largo de sus cacerías, habían llegado a ver muchas criaturas distintas, incluso seres humanos con poderes mentales increibles, tal y como era el caso del mismo Sam; pero nunca hubieran esperado ver un hombre que acabara de aterrizar sin más. Sin alguien se lo hubiera contado, seguramente no se lo hubieran creído, pero ahora que lo acababan de ver con sus propios ojos, no les quedaba más opción que confíar en que era verdad.

Apenas unos pocos días antes, las cosas eran muy diferentes para Peter y su hermano Nathan. Ahora que por fin Peter había conseguido adaptarse a sus nuevos poderes recientemente adquiridos y tras solucionar los problemas entre ellos, que el descubrimiento de estos poderes les habían acarreado; las cosas estaban empezando a funcionar muy bien para los hermanos Petrelli.

Sin embargo, la noche antes del encuentro de Peter con los hermanos Winchester, su Nathan le llamó a casa, su voz sonaba extraña, puesto que en el caso de Nathan, decir que sonaba asustado no era uno de sus estados más naturales, aunque en ese momento se podría haber dicho que realmente lo estaba. Peter se sobrecogió al darse cuenta de que era verdad, que su hermano estaba verdaderamente asustado por algo. Lo cierto era que nunca había escuchando así la voz de su hermano, ni siquiera cuando lo vio caer de la azotea de aquel edificio, cuando Peter quería probarle que podía volar, ni siquiera entonces pareció no tener la situación controlada.

Ahora era algo completamente diferente y eso atemorizó al propio Peter, porque su hermano siempre había sido el fuerte, el seguro de su mismo y de que estaba todo completamente controlado.

"Peter, tengo que hablar contigo, es importante¿Donde estás?"

"En casa, pero ¿qué ocurre?, dime ¿Ha pasado algo¿Estás bien, Claire está bien?." Aunque su conversación fuera por teléfono, Peter podía reconocer perfetamente, que su hermano estaba nervioso.

"Si, estoy bien, ya te lo explicaré, pero no por teléfono, es muy peligroso y en tu casa tampoco. Será mejor que nos veamos en un lugar público." Despues de todo lo que había pasado sólo unos meses antes con la bomba y tras los hechos que les habían rodeado, Peter no hubiera pensado escuchar la voz de Nathan con un tono tan preocupado y extraño al mismo tiempo.

Finalmente, se encontraron en un bar esa misma noche. Nathan no le había dicho nada más sobre el tema, por lo que Peter no había dejado de darle vueltas sobre lo que podía ser. Sin embargo, después de lo vivido los últimos meses, no fue capaz de sacar nada en claro. Su hermano llegó veinte minutos después de la hora prevista, cosa nada habitual en él y su comportamiento resultaba completamente errático, mirando a todas partes, como si esperara ver a alguien, parecía un animal asustado que espera que el depredador salte sobre él. Definitivamente, algo raro sucedía con Nathan. Se sentó a la mesa con Peter, enfrente de él, miró por la ventanada,como si quisiera cerciorarse de que estaba absolutamente sólos y sin pedir nada al camarero, se dirigió a su hermano.

"Peter, no se si me estoy volviendo loco o tenemos un gran problema." Nathan se acercó más a Peter, no quería que nadie más escuchara lo que estaba a punto de decirle.