"A través de lo Abstracto"
XI. De tu ausencia
OoOo
James siguió el avance del auto con la mirada perpleja. Era increíble, casi imposible. Ya no podía escapar, y lo tenía más que claro. De nada serviría seguir huyendo de su pasado que, al parecer, quizás fuera mejor que el presente.
Pero estaba nervioso. Y no podía imaginar como demonios podrían haber encontrado tan rápido su domicilio. Y, pensándolo bien; ¿cómo conocían su dirección? Porque, claramente, eran ellos los que llegaban en aquel transporte tan poco común entre los magos. Trató de no crearse expectativas, de no pensar en estrategias, de no anticipar hechos. Después de todo, nada indicaba que sería un buen reencuentro.
Se alejó de la ventana, en un esforzado intento por ordenar sus ideas. No tuvo gran éxito. Hacía años que no veía a sus dos mejores amigos, que siempre le habían apoyado en todo, y le habían fallado al último. Estaba dividido entre una sensación de emoción y ¿rabia? No. La rabia había desaparecido hace mucho tiempo, cuando comprendió en medio de una de esas tantas noches de soledad, que era capaz de perdonarles todo a Sirius y Remus -sus dos mejores amigos- con tal de volver a verlos una vez más.
"Pues bien, James Potter, en unos segundos más los tendrás frente a ti".
Y tendría que estar preparado.
OoOo
-¿Estás seguro que era Houston y no Ousten, Moony?
-Segurísimo Pad, así que hazme el favor de no cuestionar mi memoria y mejor ayúdame a encontrar la casa.
-¿Cómo decías que era?
Remus observó a su amigo, exasperándose ante la pregunta. Apretó sus manos contra el volante, al mismo tiempo que soltó como quien no quiere la cosa:
-Por décima vez, señor Black, tengo el gran agrado de comunicarle que la casa de James Potter es verde -enfatizó la última palabra -, de ventanas rectángulares y grande. ¿Comprender usted?
Black le hizo un gesto afirmativo con el pulgar.
-Perfectamente captado. Muchísimas gracias, caballero.
Remus negó con la cabeza con una tenue sonrisa en los labios, volviendo a concentrarse en las casas que se hallaban a su alrededor. Se mantuvieron un rato así, en absoluto silencio. Un silencio que minutos más tarde fue roto abruptamente con el grito de Sirius:
-¡Allí está!
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No llegaban. Sus condenados amigos -si es que seguían siéndolo- no llegaban, y comenzaban a ponerle los nervios de punta. ¿Por qué tenían que haber avisado? Habría sido más fácil la llegada sorpresa, ya que le liberaba de la "previa desesperación". Además, justo el mismo día en que se había decepcionada de manera horrible con Lily. Lily. Era como si la simple acción de recordar su imagen le atravesara el corazón. Aún le dolía, y mucho. De hecho, dudaba que algún día dejara de dolerle. Maldita sea. Parecía que todos se habían puesto de acuerdo para volverlo loco.
OoOo
Apenas Remus se detuvo frente a la casa indicada por Sirius, el pelinegro se bajó estruendosamente del auto y corrió hasta la puerta, sin reparar en ningún detalle a su alrededor. Se detuvo en la entrada, golpeando furiosamente con los nudillos la vieja puerta de caoba, sintiendo como la madera se hundía ante sus llamados. Se extrañó un poco por el mal estado de ésta. ¿Desde cuándo James había abandonado la preocupación por sus cosas?
"Bah. Son solo detalles, Sirius; no te distraigas".
Escuchó un ruido proveniente de interior que le hice olvidarse de todo lo anterior. Estaba nervioso. Demasiado. Esperar a que su mejor amigo abriera esa puerta era un suplicio. Porque James nunca había dejado de ser su mejor amigo. Él lo sabía, y esperaba que Potter también.
Remus, un poco más calmado, se acercó con paso lento hasta la casa. Sin embargo, no podía negar que también estaba nervioso. ¿Cómo reaccionaría James¿Les daría una buena bienvenida? O, pensándolo bien¿les daría una bienvenida? Quizás ni siquiera les abría.
Pero los pasos que se escuchaban acercándose decían totalmente lo contrario. La puerta chirrió al abrirse, al mismo tiempo que una figura se asomó lentamente. Sirius no tardó ningún segundo en saludar al anfitrión.
-¡James! - chilló el chico, abrazándolo con fuerza .-¿Cómo estás¡Merlín! Me parece que engor.. - se separó un poco para observarle, pero al ver, enmudeció de pronto. Soltó un grito de sorpresa, alejándose violentamente de la dueña de casa, que segundos antes habría confundido con James.
-¿Quiénes son ustedes? -preguntó la mujer que se hallaba frente a ellos, escrutando sus rostros con sus ojos negros como las aceitunas. Se movían entra aquellos dos rostros juveniles, mientras su ceño fruncido anteriormente comenzaba a relajarse mientras más observaba a los chicos. Esbozó una extraña sonrisa, mostrando sus amarillentos dientes-. Creo que se equivocaron¿verdad, guapos?
Si hubo un momento en que Sirius se asustó aún más de lo que estaba por la mujer, fue cuando escuchó su voz. Una voz ronca -nada femenina- con ese toque de lujuria que sabía reconocer perfectamente en las solteronas desesperadas. Si algo podía rescatar de su conocimiento sobre las mujeres, era que las desesperadas eran las más peligrosas. Horrizado ante la idea, el chico Black no se molestó en contestar la pregunta de la anciana y se marchó hacia el auto con la misma velocidad con que se había bajado.
Remus se había quedado pasmado. No es que fuera un paranoico a sueldo, ni que se creyera la persona más bella del mundo, eero había distinguido algo realmente desagradable en la voz de aquella mujer. Y a juzgar por la huida de su amigo, él también lo había notado. Tragó saliva estruendosamente, tratando de alejarse disimuladamente de la señora; él siempre se había enorgullecido de su madurez. No podía flaquear ahora.
-Lamentamos el malentendido, señora -sus pies retrocedían lentamente... -, no volverá a repetirse.
-¿Pero de qué hablas muchacho? -la mujer se acercó un poco más-. Siempre es un honor recibir a hombres tan... apuestos -. Acto seguido, esbozó la sonrisa más horripilante que Remus había visto en su vida.
"Mucha madurez por hoy".
Alarmado, Lupin se alejó a grandes zancadas de la casa, llegando hasta el auto y subiéndose estruendosamente. Al dirigir su mirada hacia la señora, vió que ésta se acercaba lentamente.
-¡Huyamos, Moony!
No necesitó que se lo repitieran de nuevo. Remus presionó con todas sus fuerzas el acelerador, sintiendo como arrancaba de aquel lugar a gran velocidad. Sus ojos miraban hacia el frente, aunque no tenía idea hacia donde dirigirse. Mientras más analizaba la situación, más confusa se tornaba. ¿Y si se alejaban mucho de la casa de James?
-¡Lo hicimos¡Lo hicimos¡Lo hicimos muy bien!
El fuerte cántico de Sirius logró distraer a Remus, quien miró extrañado a su amigo por una fracción de segundo. Al volver su vista al frente, vio como un camión venía directo hacia ellos.
-¡Dobla!
Giró el volante desesperado, en un último intento de salvarse de aquel accidente. Sintió como el camión pasaba por unos centrímetros detrás de ellos, a velocidad considerable. Se detuvo, aún con el corazón latiendo a cien por hora. Sirius, a su lado, se hábía aferrado al asiento con ambas manos, pálido. Miró al conductor con los ojos abiertos de par el par.
-Imbecil -masculló.
Sin embargo Remus no le prestaba atención en aquel momento. Su vista estaba fija en la figura que en aquel momento salía rápidamente de la casa que casi impactaban en en su intento de salvarse. Era un hombre, no había duda. Sus cabellos alborotados eran reconocibles a kilómetros. La voz temblorosa de James Potter le confirmo que sus sospechas eran ciertas:
-¿Chicos?
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Lilianne Evans se encontraba en su apartamento, recostada sobre su amplia cama, meditando. Estaba confundida. ¿Por qué James se había retirado de clases antes de su término? No lo entendía. Había querido conversar con él antes de irse, pero no le había encontrado en ninguna parte.
Nadie le había visto tampoco. Pareciera como si de pronto hubiera adquirido la capacidad de ser invisible. ¿Y quién le aseguraba que no la tenía? James era un completo misterio. Él, con su timidez, con su sonrisa, con sus ojos relucientes a la hora de reír. Sintió un cosquilleo en el estomágo que no le agrado demasiado.
Necesitaban conversar. Necesitaba saber si realmente le complicaba mucho que los demás se enteraran de su salida. Porque, a decir verdad, a ella le valía un rábano. Pero no estaba segura de poder decir lo mismo de él. Su forma de ser demostraba claramente que mientras más desapercibido pasara, más feliz era. Y definitivamente salir con Lily Evans le proporcionaría todo lo contrario.
¿Estaría arrentido? Quizás había considerado un error aquella cita y por eso huyó. Para no tener que partirle el corazón con esas típicas explicaciones de hombres que no son capaces de decirte a la cara que ya no le interesas.
Dolía.
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Si, eran ellos. Aquella estruendosa llegada no podía ser otra cosa que el arribo de sus amigos. ¿Cuántos años habían pasado? Y aún no eran capaces de pasar desapercibidos.
---- FLASH BLACK ----
-¿Estás seguro de que funcionará, Pad?
-Por supuesto que sí, Remus. La fiesta sorpresa de James será un completo éxito. Sólo tenemos que saber ocultásela.
-Ese es precisamente el problema, cabeza de knut. Hasta una sirena de la policia muggle es más modesta que tú.
-¿Los muggles también conocen a las sirenas¡No me digas que también saben de los tritones!
El castaño pusó los ojos en blanco, mientras se aseguraba de guardar todos los dulces que Sirius había comprando en Hogsmeade para la fiesta debajo de su cama.
-Olvídalo.
-Trato hecho -Sirius esbozó una infantil sonrisa, al mismo tiempo que se levantaba de su cama y comenzaba a extraer los discos musicales que se hallaban en su velador -. ¿Qué me dices de invitar los Rockan' Gold? A James le gustan bastante.
-Huy, sí. ¿Y por qué no mejor invitamos al Ministro de Magia? Seguro que va a querer ir -comentó Moony irónicamente -. No seas iluso.
-Bah, era solo una idea. ¿Y qué te parece si pedimos whisky de fuego?
-¿Por qué no cerveza de manteca? -cuestionó Remus, preocupado ante el hecho de que sus amigos comenzaran a beber tan jóvenes.
-Yo prefiero zumo de calazaba -respondió una voz proveniente del baño. Con una sonrisa, James Potter se acercó a sus amigos, divertidos al observar sus caras de incredulidad -. ¡Qué buena fiesta será¿verdad?
---- FIN FLASH BACK ----
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-James.
Ese era su nombre, sí. Ese era el nombre de su mejor amigo. Buscó la mirada del chico y, al encontrarla, pareció como si los años no hubieran pasado. Como si no se hubiera perdido de nada, como si no hubieran estado ausentes en los momentos en que más se necesitaban. Como si bastara una simple sonrisa para curar todo el daño que se habían hecho mutuamente.
-James -repitió, con voz queda. No necesitó pensarlo otra vez. Se acercó lentamente a su amigo, quien estaba inmóvil, y le abrazó con todas sus fuerzas. Permanecieron una fracción de segundo estáticos, hasta que James se derrumbó. El chico soltó un sollozo ahogado, aferrándose a su amigo de tantos años. Al amigo que tanto había necesitado. Estuvieron un buen rato así, sin creer aún que se hubieran reencontrado después de tanto. Sintió como Sirius le daba unas palmaditas en la espalda, separándose de él. Acto seguido, Remus se acercó y también le abrazó.
Los había extrañado. Más de lo que había querido admitir. Y ahora estaban ahí, le habían buscado. Le querían, después de todo. Después de todo el dolor, después de haberles negado la entrada a la parte más difícil de su vida.
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-Wow, pero que casa más linda, Prongs. ¿Vives solo?
James asintió con la cabeza, viendo como Remus se sentaba en el sofá más próximo a la entrada. Sirius, por su parte, examinaba la estancia con una sonrisa en los labios.
-Lamentamos haberte avisado con tan poca anticipación, Prongs -Remus fue el que habló, clavando sus grandes ojos en su amigo -. Es sólo que lo decidimos de un minuto a otro, y cierta persona -fulminó a Sirius con la mirada, quien no se enteró, ya que observaba los cuadros de las paredes -, no quería avisar.
-Si lo noté -murmuró James, un poco cohibido. El reencuentro era extraño.Eran sus amigos de infancia, quienes le conocían de toda la vida. Pero todos habían cambiado. Todos. Se preguntaba si eso no les convertiría en tres completos extraños.
Sirius decidió no participar de la conversación que establecían Remus y James. La casa del pintor le parecía realmente muy curiosa, muy bien ornamentada. Sin embargo, había algo que llamaba completamente su atención: no tenía nada relacionado con su pasado. Con sus días vividos en la Mansión Potter, con su estancia en Hogwarts. Lo único que lograba reconocer era una pequeña snitch, la cual estaba cuidadosamente guardada en una elegante caja de cristal. Se hallaba encima de la mesa de la sala de estar, sin nada que la rodeara. Recordaba perfectamente esa snitch, y el triste recuerdo que acarreaba. ¿Es que James no tenía nada más alegre para recordar?
-No veo fotos de los tres, James -comentó, sin poder evitarlo.
La conversación del castaño y el pelinegro se detuvo abruptamente. Remus miró a Sirius con los ojos como platos, preguntándose como demonios decía algo así en aquel momento. James, sin embargo, no reparaba en la mirada de Remus, sino en la de Black. No podía distinguir que reflejaban aquellos ojos azules; ¿reproche¿arrepentimiento¿incredulidad?
-Están en el cajón de mi velador, al final -susurró. Creyó que Sirius no le había escuchado, ya que seguía observándole, sin moverse.
"Están en el cajón de mi velador, al final. Al final".
Escondidas. Su pasado escondido estaba dentro de un roñoso velador que le acompañaba todas las noches. Escondido, igual que los recuerdos que él, Sirius, se esforzaba por olvidar de aquella familia que tanto le repudiaba. Escondido como quien esconde un dolor inmenso frente a los demás, porque se averguenza de sentirlo.
¿Qué le había hecho la soledad a su amigo?
---- FLASH BACK ----
El llanto del pequeño se hacía cada vez más fuerte. Sus sollozos ahogados eran imposibles de aplacar, mientras su pecho se contraía de la tristeza. Un muchacho, llamado Sirius Black, veía como el cuerpo de su mejor amigo se derrumbaba en la habitación.
-Está muerto -le había alcanzado a oír.
Y así era. Adam Potter se había marchado para siempre. Había abandonado a aquel frágil niño, que ahora lloraba destrozado. Se había llevado sus ilusiones, sus alegrías, y probablemente terminaría llevándose a su mejor amigo de tanta pena sufrida. No. No lo haría. James no se marcharía del castillo, ni de su vida. Porque él no pensaba permitirlo.
El chico de ojos azules se arrodilló frente a su amigo, tratando de hacerle ver que no todo estaba perdido. Que no estaba solo. Que la vida nunca le dejaría completamente solo. Le abrazó con fuerza, sintiendo como su amigo no era capaz de valerse por sí solo. Charlus y Dorea no estaban; seguramente se encontraban consolándose mutuamente. Y James seguía llorando, aferrándose al cuerpo de Sirius, y balbuceando un par de cosas incomprensibles.
-Yo nunca te dejaré solo James¿entiendes? Yo no te abandonaré jamás.
Esas palabras hicieron que el chico levantara la cabeza con rapidez. Los brillantes ojos de su amigo, de prontos llenos de esperanza, lo traspasaron.
-¿Me lo juras?
-Te lo juro, amigo.
---- FIN FLASH BACK ----
Y entonces, y por primera vez en muchos años, Sirius Black comprendió. Lo comprendió todo.
Sus ojos seguían fijos en los de James, incapaces de moverse. Estaban comenzando a brillar, lo sabía. Conocía perfectamente a su amigo, y sabía que si había algo que la soledad podía haberle inculcado a Prongs, era la vulnerabilidad.
-Lo siento -le dijo.
Y no lo decía por haberle insultado. No lo decía por haberle hecho bromas pesadas, ni si quiera por haberle golpeado. Se lo decía por haberle abandonado, por dejarlo solo. Se lo decía por no haber cumplido con su juramento.
Y ahora comprendía que su mejor amigo se hallaba escondido detrás de esa capa de vulnerabilidad e inestabilidad. Y, que después de tanto tiempo de creer absolutamente lo contrario, ahora sabía que si había alguien que había tenido razones para golpear -en aquel incidente hace años- había sido James.
Y Potter también lo sabía. Pero eso ya no importaba. Porque ambos estaban concientes de lo que significaba aquel "lo siento". James sentía como las lágrimas luchaban por salir de sus ojos, pero él seguía intentando retenerlas. Quizás había llorado demasiado en los últimos años, olvidándose de actuar.
-No te preocupes.
Y eso era todo lo que tenían que decirse.
Sirius le sonrió a James como si fuera la primera vez que se conocían, con una ancha y sincera sonrisa. Como si sintiera que era otra vez un niño pequeño -repudiado por su familia- que tenía ante sus ojos al mejor amigo de toda su vida.
Y James, que parecía pensar lo mismo, le devolvió la sonrisa con el mismo sentimiento.
Porque volvían los buenos tiempos.
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Tres míseras palabras: lo siento mucho. No sé si tenga más justificaciones que decir que no había inspiración, porque tiempo lo había. Sin embargo, en un arrebato de creatividad, conseguí continuarlo y entusiasmarme otra vez.
Debo admitir que me dio pena escribir algunos pedazos de este cap., porque si hay algo que a mí me entristece de sobremanera, es la separación de los merodeadores (en fic o libros).
Así es la vida. Espero que no se hayan olvidado de mí :), y no haré promesas, porque mañana entro al colegio. Pero quien sabe, que ahora estoy inspirada.
Bueno, ojalá hayan disfrutado del reencuentro, y ya veremos que pasa.
Los quiere,
Cafandra
PD: Gracias por todos sus reviews.