Byakuya: Mirada blanca vs. Esclavitud.
Nota aclaratoria: Byakuya significa noche blanca y sol de medianoche.
IMPORTANTE A TENER EN CUENTA ANTES DE LEER EL FIC: Este fic es una secuela alternativa del fic "Una semana de esclavitud", OOC y AU, de Moonlight Angel Princess. Es conveniente haber leído ese fic para comprender lo que ocurre en este (al menos, te recomiendo que lo leas si no lo conoces, independientemente de que quieras leer este). Si no quieres estropearte el fic, lee antes el fic principal, "Una semana de esclavitud". La continuación de ese fic, la secuela oficial, queda en manos de Moonlight. Yo escribo este sólo para jugar con las posibilidades, es alternativo, no oficial.
SUMMARY: Con tres meses de relación a sus espaldas, Sasuke y Sakura viven la cercanía de la Navidad en unas circunstancias especiales: la relación da un cambio por la actitud de Sasuke sin razón aparente. Sakura, inexperta y confundida, no sabe cómo tomar el control de la situación. Para superar las diferencias con Sasuke es necesario algo más que echar mano del entusiasmo de una persona enamorada. ¿Cómo salvar la distancia entre un chico curtido en sexo desde edad temprana y una chica que cree en la entrega basada en el amor a letras mayúsculas?
El fic transcurrirá en una semana, como el fic al que sucede. ¿Os animáis a darle una oportunidad? .¡Adelante!
Dedicado a: Moonlight.
Las risas de Hinata y Kiba se mezclan y el débil vaho que escapa de sus labios se extingue suavemente a cada carcajada. Mi sonrisa aflora ante el último comentario que ha hecho el novio de mi amiga. Sin embargo Ino tuerce la recta de su boca, dejando de apoyarse en la pared.
- Sakura, .¿te parece si vamos a hablar un momento a solas?
- Claro.
Ino hace un gesto significativo a Hinata y Kiba y se gira. Doy un par de zancadas y la alcanzo. Al girar la esquina del edificio que nos protegía las dos reaccionamos encogiéndonos en nuestros abrigos. Una ráfaga de viento helado embiste a luchar contra nosotras.
Mi amiga me acompaña hasta un lugar apartado. No podemos alejarnos demasiado porque en el resto del patio, que está descubierto, cae una buena tromba de agua. El cielo está muy oscuro y no deja de protestar, empapando las pistas deportivas y la orilla verde que las delimita. Aun así el frío es agradable, el frío sienta bien.
Terminamos arrellanándonos en una esquina, sobre el césped. Después de sentarnos, Ino saca un chupa-chus del bolsillo del abrigo y me lo ofrece, pero yo se lo agradezco mientras sacudo la cabeza. Se quita los guantes y empieza a tiritar.
- Joder con el frío que hace, Sakura… -con los dedos temblorosos comienza a quitarle el envoltorio al caramelo- Ni que estuviéramos en Siberia... -se acurruca hasta las mejillas en su braga y me mira tras el mechón rubio que le cruza la cara. Al tiempo que se lleva el caramelo a la boca me dice- Bueno nena, empieza a desembuchar, que el recreo no estira mucho y me huelo que tienes algo gordo que contarme.
- Ya te he contado lo que está pasando y todas las novedades que tengo. No hay nada nuevo.
- No, no me refiero a eso. Es normal que estés decaída con todo lo que está pasando en tu casa, pero sabes que no voy por ahí.
Cruzo los brazos por debajo de las rodillas y las encojo al pecho, cuidándome de que los inconscientes que patinan sobre el pavimento deslizante de la pista deportiva me puedan estar viendo algo impropio.
- Te parecerá poco que esa sea causa suficiente -digo con retintín.
- Yo no quería decir eso –empieza a jugar con el chupa-chus-. Pero hace ya una semana que tus padres se volvieron a ir y de antes te noto algo ansiosa. Te pasas todo el día suspirando y agachando la mirada como si algo no te dejara respirar. Y no me digas que es lo de tu abuelo, porque esto viene de largo.
Ino da en el clavo, como de costumbre. Si no os he puesto hasta ahora en antecedentes, dejadme que lo haga: estamos en el aterido mes de diciembre. Mis padres, como ha dicho Ino, se fueron hace una semana escasa. Mi abuelo, superviviente de infartos, anginas de pecho y demás, ha vuelto a recaer como suele ocurrirle por estas fechas. Ahora mismo todos mis tíos, mis primos mayores y mis padres están en Kobe, de paseos entre casa de mi abuelo y el hospital. Desde allí me animan, me aseguran que el abuelo está bien, que saldrá de ésta. Desde mi soledad, aquí en Tokio, no puedo evitar la reticencia. Es inevitable pensar que querrán protegerme si el abuelo esta peor.
Esta situación es normal. Tantos sustos, causados siempre por los mismos problemas, han inmunizado a mi familia de los sentimentalismos navideños. Llegan estas fechas y llega la preocupación por mi abuelo. Él resiste desde hace más de cinco años y consigue salir de la situación con una sonrisa para el día de Año Nuevo. Por suerte, por lo que me dicen, este año volverá a ser igual, la cena de Año Nuevo la podremos pasar con mi abuelo a la mesa.
Pero inevitablemente estoy inquieta. Algún día llegará el momento que ninguno de nosotros quiere ver llegar y que todos nos hemos imaginado, y no nos lo podremos creer. Me queda el consuelo de que pronto llegarán las vacaciones y en menos de diez días estaré en Kobe para poder evaluar la situación por mí misma.
La desazón de esta extraña situación se agrava cuando hace acto de presencia en mis dominios mentales la persona que ahora se lleva mi corazón. Sasuke.
Ay, Sasuke.
Sasuke está cruzando el patio por el centro, sin paraguas. Acaba de comprarse algo en la cafetería del instituto, que queda justo enfrente de nosotras. Naruto lo acompaña, soltando alguna gracia a juzgar por la cara que pone. Sasuke asiente alguna vez que otra o le ríe algún comentario, más concentrado en desenvolver lo que acaba de comprar. No puedo evitar sentir cómo se me derrumba el corazón cuando lo miro sin que él repare en ello... y cuando lo hace... también. A veces.
Ino debe de haberse dado cuenta porque me da un par de palmadas en el hombro. Nos mira intermitentemente.
- .¿Es que con Sasuke las cosas no van bien?
- .¿Eh?... No. Van bien, de veras.
- Lo has vuelto a hacer.
- .¿El qué?
- Pues parecer que te estés muriendo lentamente de aprensión. Has vuelto a suspirar... –no había reparado en ello. Ahora es ella quien lo hace, haciendo denotar su insatisfacción por no saber cómo hablar conmigo- No te habrá hecho ninguna marranada, .¿verdad?
- No. Es un cielo.
- .¿Entonces?
Me muerdo el labio inferior, agrietado por el frío. Dudo violentamente en decirle todo a Ino, en contarle del recelo que me mantiene la boca sellada con Sasuke, pero la miro y se desborda en mí un extraño sentimiento de frustración. No se lo puedo contar a ella.
El nudo de mi garganta se ensancha. Quiero irme de allí, pero me consta que Ino sólo quiere ayudarme. Trago saliva y, haciendo de tripas corazón, vuelvo a repetirle a Ino:
- Va bien. De veras. Es sólo que no sé llevar bien estas fechas con Sasuke. La Navidad es un momento muy complicado.
Ino vuelve a la carga. Me mira sacándose el palito de la boca.
- Si yo te pudiera ayudar, Sakura, sabes que me tienes a tu disposición. Creo que poca cosa puedo hacer, pero ya sabes... Al menos puedo escucharte.
Esbozo una sonrisa difícil y apretándole la rodilla afectuosamente me preparo para irme de su lado.
- Lo sé y te lo agradezco -me impulso para levantarme y me sacudo la falda sin mirármela. Me siento un poco egoísta y estúpida por dejar a Ino así cuando se ha preocupado en llevarme a un lugar apartado y preguntarme en la intimidad, pero estar sentada a su lado me es terriblemente incómodo. Algo dentro de mí se ahoga cuando estoy con ella, no lo puedo evitar.
Vuelvo a apretarme el abrigo contra el pecho para protegerme del viento y rápidamente pienso en meterme en los aseos para no tener que encontrarme a Ino en lo que queda de recreo. Saludo en la distancia a Sasuke, que parece llevar un buen rato en la misma pose, y me apresuro a entrar en el edificio.
- - -
Pocas cosas pueden ser tan difíciles de superar como un problema que se crea uno a sí mismo, me había dicho mi padre aquella vez en que mi madre y él empezaron a viajar sin mí y yo me resistía a quedarme en casa de Sasuke o en la de mis tíos. Ahora mismo estoy hecha un ovillo de tanta inquietud anudada en mi cabeza. Ovillo que me he ganado yo solita por ser tan tonta y comerme demasiado la cabeza.
Aun así, a pesar de andar todo el día con el corazón en los labios, es ver a Sasuke y ver el cielo abierto aunque él sea causa de mi congoja. Llevo casi tres maravillosos meses con él. Ahora mismo está sentado a mi lado, en el tren de vuelta a casa. Ha entrelazado sus dedos con los míos y ha dejado perdida la mirada a través del cristal del vagón. En el fondo está como yo.
Los dos primeros meses de nuestra relación fueron la experiencia de la ingravidez en todos los sentidos. Bueno... sigue siendo así. Nos redescubrimos a nosotros mismos. Aprender a querernos con este nuevo vínculo está siendo precioso, y ahora podría decir sin miedo que aunque existiera un gran riesgo a que esto se rompiera en el futuro, hecho que considero imposible, no cambiaría la experiencia de tener a Sasuke como lo tengo ahora por la seguridad de una amistad de toda la vida.
Sasuke sigue tomándome el pelo a veces. Me gasta bromas y termina disculpándose de mis fingidos enfados abrazándome y asegurándome que no dejará de hacerlo, que le gusta demasiado sacarme de mis casillas. Yo termino cediendo. Para qué cambiar. A mí me gusta demasiado que siga siendo el Sasuke de siempre.
Me siento embebida por su presencia cada vez que nos quedamos solos, en nuestros paseos. Me tiene completamente abstraída en él. Es abrir la puerta de casa por las mañanas, para salir al instituto, y encontrarlo apoyado contra el marco de la puerta, enarcando los labios, sonriéndome mientras me da los buenos días. Mi corazón, mi piel y todo el universo se ponen en pie para saludarlo.
Me ha enseñado a traficar besos en el rellano de la escalera del instituto. Me ha paralizado entre sus brazos con sus mudas manos torneándome la espalda cuando la luz del hueco de la escalera de casa se apagaba. Ha sacado los colores a todo mi cuerpo con una sola mirada cuando salimos a comprar al supermercado y se dedica a jugar conmigo por los pasillos.
Itachi nos mira sin saber si felicitarnos o compadecerse de nosotros. Dice que estamos muy tontos, que nuestra "debilidad amorosa", como él dice, nos puede. Toda la razón del mundo.
Sasuke me da un apretón con sus dedos esbeltos e inexplicablemente calientes y coge el paraguas.
- Ya estamos, Sakura-chan.
El tren deja de traquetear y el quejido de sus engranajes anuncia la llegada a nuestra estación. Nos acomodamos la cartera y el abrigo. Salimos a la calle y el olor gris de la lluvia vuelve a saludarnos. Nos abrazamos y caminamos hasta casa, ausentes bajo el paraguas.
Pesa como una losa. Me divide de él. Desde hace tres semanas, Sasuke parece tenso y no me mira por no hacer más complicada la situación cuando esa losa invisible cae entre nosotros. Lo siento raro. Siento que algo no va bien y de repente me puede el miedo. Levanto la mirada del suelo, intentando escapar de esa sensación, pero es un miedo que no se deja arredrar. Escapa de mi dominio.
- - -
Después de comer no tengo tiempo apenas de sentarme a ver un poco la tele. Me esperan la colada, el cuarto de baño, el cambio de las sábanas de la cama que no hice antes de irme al instituto, limpiar el polvo de la casa entera y darle un repaso a las ventanas, que ya empiezan a dar asco verlas... quizá espere otro día más para ver si escampa. Mañana será otro día y podré limpiar el suelo con tranquilidad. El trabajo es frenético, me he estado moviendo por casa durante casi dos horas sin parar.
Como mi tía tuvo que viajar a Kobe para ver a mi abuelo, me vi en la obligación de pasar unos días en su casa para ayudar a su marido a cuidar de mi primo, que no tiene más de seis años. Ahora la casa, los estudios y las noticias, como imagináis, me vienen grandes, .¡pero es soportable!
Aún me queda preparar el temario de examen de tres asignaturas que tengo la semana que viene y buscarme la vida para adivinar qué clase de lógica caprichosa debo aplicar a los ejercicios de matemáticas. Me apresuro en prepararme la ducha y dejar los libros bien visibles sobre el escritorio de mi cuarto... Además, ya casi olvidaba un trabajo que tengo que hacer con Sasuke... ¡Madre mía! .¡Hay que hacer algo con eso! .¡Voy a perder la cabeza uno de estos días! Con lo despreocupado que es a veces con estas cosas no puedo permitirme el lujo de delegar el recuerdo de ese trabajo en él.
Con más prisa salgo del baño, atropellada mentalmente de una y mil maneras por mis preocupaciones. A punto de meter un pie en las bragas me doy cuenta de que llevan llamando a la puerta y de la misma forma un buen rato. Me visto como puedo, gritándole a Sasuke (porque sé perfectamente que es él por cómo toca al timbre) que ya voy a abrirle. Cuando le abro sacude la cabeza y chasquea la lengua descaradamente.
- Sakura-chan, me puedo morir esperando a que me abras. Me tienes que dar una copia de las llaves de tu casa pero ya –se descalza.
- Me estaba vistiendo, acabo de salir de la ducha –me sacudo el pelo con la toalla y le dejo entrar.
- Eso no habría sido inconveniente. Podrías haberme abierto la puerta desnuda, yo no te habría puesto pegas para entrar...
- Pervertido...
Sasuke alza las cejas y las relaja seductoramente. Consigue hacerme reír. Retoma su compostura.
- .¿Has empezado a estudiar?
- Qué va. Acabo de limpiar un poco la casa, no me llega el tiempo –nos sentamos en el sofá y yo me echo sobre respaldo como un saco de patatas. Me quedo mirando al infinito pasmada-. Dios. Estoy hecha polvo. Quiero vacaciones. Las quiero ya. Quiero dormir –le miro y respiro con tranquilidad antes de aunar fuerzas para formular más frases- . ¿Y tú qué? .¿Has hecho algo? .¿Has pensado algo para el trabajo?
- Le he pedido a Itachi que me busque algo, ya que iba a la facultad.
Me echo una mano sobre el pecho.
- Bueno, algo es algo. Una cosa menos sobre la que preocuparse.
- Sí. Y otra menos en cuanto te diga que he venido a estudiar contigo.
Sonríe y me enseña los libros, que tenía escondidos. Probablemente, muy probablemente, si le hubiera visto traer los libros no le habría dejado ni entrar. ¿Cómo lo ha hecho?
- Ah... no. Sasuke, ni hablar –me despabilo y me incorporo. Sasuke ya está alzando las cejas impertérrito, asumiendo su victoria sobre mí-. Nunca hemos podido estudiar juntos, .¿por qué crees que sería buena idea hacerlo ahora?
- Es terriblemente aburrido hacerlo solo y tú estás centrada. Si me pongo a tu lado se me pegará tu ánimo y no perderemos el tiempo.
- .¡Por supuesto que lo perderemos! .¿Por qué era precisamente lo único que tu madre no quería que hiciéramos juntos?
- Te estoy diciendo que me centraré -dice alargando las palabras con hastío-. De todos modos los exámenes no empiezan hasta la semana que viene y pronto tenemos un fin de semana por delante que da gusto para estudiar, así que vas a tener que echarme de tu casa por la fuerza –sonríe socarrón ante esa idea-, que no me voy ni con agua hirviendo –abro la boca para protestar pero él se me adelanta-. Has perdido. Di lo que quieras.
- Te odio.
- Ya. ¿Dónde lo hacemos? .¿Aquí o en tu cuarto?
Por un momento proceso esas palabras en el sentido más propio de Sasuke y me ruborizo. Levanta una mano, defendiéndose.
- Hey, si te estuviera preguntando por lo que estás pensando me lo habría currado.
Eso no me deja más tranquila. Esa amenaza tan tórrida que se ha hecho sitio en mi cabeza ya ha dado cuerda a mi imaginación y me ha puesto el vello de punta del miedo que me ha recorrido la piel. No me termino de imaginar a Sasuke insinuándome nada más allá de un beso porque afortunada o desgraciadamente aún no lo ha hecho, y su comentario, aunque inocente, ha hecho saltar las alarmas.
- Ya, ya. Vamos a mi cuarto entonces, aquí hace demasiado frío.
Sasuke coge sus libros y espera a que me levante. Al llegar, le procuro una silla y nos sentamos para empezar la batalla de neuronas. Sasuke estrecha los ojos nada más abrir los libros. Empieza a hojear el temario del primero que tiene a mano. Encoge las piernas sobre la silla y apoya el libro que tiene entre las manos sobre la rodilla. Empieza a mordisquear un boli. Yo saco un folio de una de mis libretas y empiezo a hacer un esquema con los temas que pienso estudiar cada día. Dispongo mis apuntes y mis ejercicios de clase por todo el escritorio ocupando parte que le corresponde a Sasuke, pero él no se queja.
Nos pasamos así algo más de tres cuartos de hora, un récord. Levanto la mirada de los ejercicios de matemáticas y lo veo mirando al techo, siguiendo interesado los movimientos invisibles de una musaraña.
- .¿Ya se te ha acabado la ilusión del estudio?
- Estaba tomándome mis diez minutos de descanso –dice mirando embobado al techo-. Como rebase mi tiempo de concentración pasará a ser tiempo perdido. ¿Qué tal lo llevas?
- Normal. Me estoy quebrando la cabeza.
- Tómate un rato para despejarte –me mira soltando el libro sobre la mesa.
No tiene remedio. No llevamos ni una hora estudiando y reclama descanso. Pero voy a ceder. Me apetece hablar con él. Asiento y dejo el lápiz sobre el cuaderno. Me echo sobre el respaldo de la silla.
- .¿Sabes algo de tus padres?
- Me llamaron anoche. La cosa está controlada. Me preguntaron por ti.
Sasuke sonríe, volviendo a mirar al techo.
- Debes tener ganas de ir a Kobe.
Adivino su incomodidad. Desde que su madre murió y la relación con la familia por parte de ésta se enfrió, para Sasuke e Itachi las Navidades son el momento de encoger el pecho y viajar a Kanazawa, donde les esperan sus tíos y primos todos los años. El hecho de que su padre, donde quiera Dios que tenga los pies, abra un paréntesis en su apretada agenda e intente cumplir como buen cabeza de familia aprovechando las fiestas no le hace sentir mejor a Sasuke. Una situación tan forzada como la mía. Unas fiestas colmadas de desazón.
- Sí... Con lo poco que he visto a mis padres en estos últimos meses y la de tiempo que hace que no veo a todos mis primos y a los abuelos... –me levanto y me siento en la cama. Sasuke me persigue con la silla y se sienta delante de mí- Ojalá pasáramos un año las fiestas aquí, todos juntos, y tú también estés aquí –bufo-. Demonios, es Navidad. Deberíamos pasarla juntos.
- Es muy difícil que eso llegue a pasar.
- Pero algún año debe pasar, .¿no? –le sonrío- A mí me gustaría mucho pasar las Navidades contigo aunque esta ciudad parezca estar más atestada de lo que ya está.
- Bueno, te podrías venir tú a Kanazawa. Mis tíos tienen ganas de conocerte.
- .¿De veras?
- Claro.
Me sonrojo como una tonta. Empiezo a dar saltitos sobre el colchón.
- .¿Qué les has dicho de mí?
- Pues que eres mi novia, .¿qué les voy a decir? –empieza a reír- Me han preguntado muchas cosas sobre ti, pero ya sabes, las típicas tonterías.
- .¿Cómo no me has dicho que se lo habías dicho?
- No, si no he sido yo. Anoche llamaron mis primos. Me encontré con la sorpresa de que Itachi ya se había molestado en publicarlo. Se lo ha comunicado al resto de la familia, y por ende, a toda Kanazawa, en una de sus llamadas. Les ha ido con el cuento y ahora no pararán de fastidiarme. Yo hubiera preferido no haberles dicho nada hasta llegar allí y esperar al último día.
- .¿Y tu padre?
- Mi padre , .¿qué?
- Se lo has contado ya, .¿no?
- Supongo que lo sabe... No me hace mucha gracia hablar de todo esto con él...
- Qué tonto –Sasuke asiente cabizbajo, con indiferencia. Me pregunto si es el momento de entrar en la zona peligrosa y destripar un poco la situación. Me mojo los labios y me inclino hacia él- Has sobrevivido al apuro de entrar en mi casa y que mis padres te vean como lo que eres. Nada puede superar las chiribitas en los ojos de mi madre o los silencios reflexivos de mi padre...
- Calla, calla...
- Total... Lo estamos llevando bien, .¿no crees?... Todo... nos va bastante bien...
Ha funcionado. Sasuke coge aire y me esquiva la mirada. Tiene algo que decirme.
- Claro -.¿Claro? .¡Lo que está claro es que pasa al contrario!- Las relaciones serias son así, .¿no? Despacito... y con buena letra.
- Eh... Sasuke... Tú, entonces... ¿Estás bien conmigo?
Sasuke vuelve a mirarme, muy entusiasta.
- Claro que estoy bien contigo. ¿Por qué no lo iba a estar?
- No lo sé... eso es lo que yo me preguntaba... cuál podría ser la razón por la que tú no estarías bien conmigo... No quiero que esto se estropee.
- No tengo razones para estar mal contigo –me acaricia las rodillas y las rodea con los dedos hasta alcanzar las corvas. Noto sobre el pantalón del pijama que sus dedos se distienden, su mirada se hace más intensa- .¿Tú crees que las hay?
- N... No... -titubeo- Pero mentiría si no dijera que he sentido que esto se ha vuelto un poco tenso... y que me ha dado la impresión de que yo contribuyo a que sea así...
Sasuke saca las manos de la inflexión de mis rodillas y palmea alegremente un poco más arriba, en mis muslos. Vuelve a hacer boicot a mi mirada.
- Creo que debe ser el mes, que siempre pasa igual. Tú no has hecho nada, Sakura-chan. Yo no siento que haya cambiado hacia ti.
- Ya...
Sasuke se encaja sutilmente entre mis piernas desde su silla, se inclina hacia mí hasta llegar a mis caderas y tira de ellas para acercarme a él. Si se levantase un poco y se dejase caer, estaríamos extrañamente echados sobre el colchón, con medio cuerpo por fuera. El corazón se me va a convertir en un globo desinflado, que va a terminar filtrándoseme hacia abajo, directo a los pies. Con Sasuke sobre mí, sólo puedo echarme ligeramente sobre el colchón, para facilitarle la maniobra. Estoy tan lacia que me resulta condenadamente fácil.
- Me gustas tanto o más que antes –me susurra.
Si juntara sus rodillas, estaría a un pelo de sentarme en ellas. Sólo puedo incorporarme escasamente sobre mis codos y sentir bajo el tembleque de mis brazos cómo se me están incrustando las costuras de la colcha. Sasuke se ha acercado a mis labios con su gracia viril y ha hundido sus manos en el colchón, que cruje bajo la fuerza de sus dedos.
Este último ruido y la esencia de Sasuke dominando sobre mí hacen que mis nervios atenten contra mi autocontrol. Termino delatando mis deseos echándole los brazos al cuello. No quiero otra cosa que demostrarle así que le quiero, cuán íntimo es el amor que le profeso. El beso se precipita y el colchón vuelve a crujir. Sasuke cae sobre mí y presiento que ha abierto los ojos. Siento sus brazos a mis costados buscando la manera de sobreponerse de la situación. Me sigue besando, aún a medio camino de cómo mantener cierta distancia conmigo. Le suelto con suavidad y cierro el beso acariciándole la nariz con la mía.
Súbitamente, el silencio agria el momento hasta hacerlo insoportable. Quizá no fue tan buena idea o no tan fuerte mi autocontrol, pero me acojo a mis sentimientos y me resisto a pensarlo porque un beso tan bonito debería ser sano y no una amenaza. Sasuke, sobre mí, me mira de nuevo apoyado sobre sus antebrazos. Está preocupado. En un murmullo me dice:
- Pase lo que pase, Sakura, no olvides lo que siento por ti, .¿de acuerdo?
- No hace falta que me digas eso.
- Sólo quiero asegurarme de que lo recordarás –se incorpora y vuelve a sentarse como antes en la silla. Me doy toda la prisa que puedo para levantarme y encararle de nuevo.
- Sasuke-kun... ¿Qué pasa? .¿Es que... ha estado mal? .¿Es eso? No te ha gustado –digo bajando la cabeza, confusa.
- Para nada –vuelve a moverse hacia el escritorio, sin dejar de mirarme-. No pienses cosas raras. Me importa mucho que... bueno, ya lo sabes, eso –desestima el asunto con un mohín.
Me muerdo el labio y de repente me pongo de pie. No quiero darle demasiadas vueltas a esto, así que abandono el tema volviéndome hacia los apuntes. Nos sentamos de nuevo frente al escritorio y retomamos los deberes. Sasuke se acaricia el cuello y se refugia visualmente en su libro. Si este problema es de los dos, me queda confiar en que él también le dará importancia. Después de todo, me ha recordado lo que siente por mí... aunque no estoy segura de que sea buena señal.
.¡Mis primeras palabras narradas en primera persona! Ha sido un poco chungo meter mano a ese modo de narrar, pero creo que ha salido algo legible. No estoy contenta del todo, pero bueno, es la intro, no puedo cambiar gran cosa. Espero estar conservando la personalidad de los personajes del fic de Moonlight.
.¿Os ha gustado? .¿Pinta bien la secuela? .¿Seguís queriendo darle una oportunidad al fic? .¿Queréis saber lo que pasará en el siguiente capítulo? .¡Dejad vuestra crítica haciendo click aquí abajo! n.n
Los personajes y el manga pertenecen a Masashi Kishimoto.
Una semana de esclavitud pertenece a Moonlight Angel Princess.
Esta secuela pertenece a Chrysallis hime.