LA MENTIRA DE LA TELARAÑA - 5a PARTE
Autora: Saranya.
Título: LA MENTIRA DE LA TELARAÑA – 5ª PARTE - FINAL
Disclaimer: Garantizo que no me lucro con la utilización de estos personajes, que son propiedad de Chris Carter, la productora 1013 y la cadena FOX , los hechos y situaciones si son mi autoría.
Rating: MRS, caso X FILES, lenguaje para adultos.
Nota de la autora: Quiero agradecer a quienes has seguido este relato hasta el final y además, se han animado a dejarme sus comentarios, en ellos he hallado el sentido de escribir y de continuar haciéndolo.
Spoilers: Me refiero a varios capítulos en general y a ninguno en específico.
Feedback: Si lo lees, me encantaría recibir sus comentarios ya sea en esta página o al correo saranya. . ¡Gracias por dedicar parte de tu tiempo a leerlo¡
LA MENTIRA DE LA TELARAÑA - QUINTA PARTE
XXI
Scully se hizo un ovillo en su cama y se abrazó las rodillas. Le quedaban algunos minutos antes de salir para enfrentar a Mulder y Skinner, ambos querían darle las explicaciones que había pedido y se había citado en el apartamento de Mulder.
Había quedado claro que Skinner no era el traidor, que lo era Kimberly. Y todo, de alguna extraña manera, tenía que ver con ella, pues muy tangencialmente se había enterado de que con Kimberly habían estudiado prácticamente al mismo tiempo en la Academia y que tenía una galería de fotos de Mulder y suyas, donde le expresaba el odio enfermizo que le profesaba.
Había tenido a una enemiga en potencia allí, todo el tiempo, todos estos años y además obsesionada con Mulder en un plano sexual y amoroso. Por lo menos eso era lo que figuraba en el informe psiquiátrico preliminar que se había completado con el perfil criminal escrito por Mulder y las observaciones del Dr. Sullivan, con base en el cual el juez había ordenado sin dificultad la reclusión obligatoria en un pabellón psiquiátrico.
El informe indicaba que Kimberly contactaba a Mulder en su apartamento, entonces no tenía una relación con una mujer, como ella equivocadamente había pensado, sino que estaba siendo extorsionado, al igual que Skinner… pero Kimberly dijo que Mulder era de ella… en fin, estaba loca, eso era claro.
Pero había algo más intenso que le preocupaba, quizá era el momento de enfrentar todas las mentiras con la verdad. Porque ella también tenía unas mentiras que aclarar.
Ojalá Mulder fuera capaz de perdonarla. Perdonarla por aquello que le había ocultado todos estos años, desde que Mr. X, el contacto secreto de Mulder, le dejara ese mensaje encriptado en su correo electrónico, desde que ella lo descifrara para encontrarse con unos documentos que le contaron una versión de la verdad tan absurda, tan apabullante e inesperada, que no pudo menos que tratar de ignorarla por mucho tiempo, hasta que hizo contacto con los agentes de una agenda oculta de los cuales se convirtió en colaboradora.
Era la verdad, aquella por la que tanto había luchado Mulder, aquella que buscaba con el anhelo y la pasión que la habían dejado subyugada, hechizada desde el principio. Pero compartírsela habría sido fomentar su locura, hacerlo abandonar toda base de racionalidad en sus acciones, era como arrojarlo en las fauces de una aventura suicida a la que sin duda, juntos, sin él saberlo, habían servido todos estos años.
Por ello decidió cargar sola con el peso de esa gran verdad, de la cual por mucho tiempo dudó pero que fue comprobando con el paso de los años y que ahora era una certeza que minaba su espíritu. Ahora era una verdad construida sobre un cúmulo de mentiras, por eso, con el tiempo, cada vez se hizo más difícil contarla, ni aún a su mejor amigo, porque le había engañado y con seguridad, no merecería su perdón.
Pero había luchado contra ella, era colaboradora inestimable en la resistencia a la colonización y su trabajo en los Expedientes X había sido una oportunidad para enmascarar gran parte de su lucha. Scully tapó su rostro con la almohada y allí ahogó sus sollozos. Debía decirle la verdad, sobre todo ahora, que habían roto la brecha para que se desbordaran sus sentimientos.
Mulder también le había mentido, como siempre, tratando de protegerla, escondió la verdad sobre sus óvulos que había encontrado, aunque ella no era muy diferente, también había mentido, ocultado algo mucho, mucho más grave, solo con el fin de protegerlo. Eran tan diferentes pero tan parecidos, ojalá él la pudiera perdonar, así como lo haría ella si estuviera en su lugar, o por lo menos eso pensaba.
XXII
Skinner fue el primero en llegar. Arrastraba sus pasos con lentitud y tenía la esperanza de que el ascensor se averiara y quedara atrapado por lo menos unas cinco horas, evadiendo enfrentarse a esa realidad, a ese encubrimiento que enturbiaba su conciencia.
"Fuimos unos estúpidos – pensaba – debimos habérselo contado desde el principio"
Mientras veía correr los pisos pensaba en esa última conversación con Kimberly, apenas unas pocas horas antes en el Pabellón Psiquiátrico donde estaba recluida. Había reiterado sus amenazas, pero lo que le importaba más a ella era llenar de veneno la relación entre Mulder y Scully, y él se hacía presente allí, ese día, en ese momento en medio de ellos, para evitarlo. Sin duda era su misión, una de las más difíciles asumida voluntariamente porque tenía gran parte de culpa en todo lo ocurrido.
El ascensor, a pesar de todos sus deseos, se abrió con rapidez en el cuarto piso. Tocó levemente a la puerta y Mulder abrió con un gesto de desagrado. No se dijeron nada, no planearon la forma de hablar ni de decirlo, fuera cual fuera, lo que preocupaba eran las consecuencias.
Mulder para despejar su mente se había dedicado a arreglar el apartamento. Desde que visitara el apartamento de Kimberly el desorden y el descuido le eran muy desagradables. Lo único que había preservado era el hábitat de su nueva mascota preferida, los peces ya no eran casi mirados y a duras penas alimentados.
Mulder había preparado té y ofreció a Skinner una taza con aroma agradable y humeante.
- Y yo que pensé que usted ya no tendría esperanza, Mulder. Parece capaz de sobrevivir y autoabastecerse en un medio urbano y tranquilo, pensé que para despertar esos instintos en usted tendría que estar enfrentado a un medio ambiente hostil.
- De alguna forma mi mente es siempre un ambiente hostil Walter, y la llevo a todas partes donde voy – contestó con sarcasmo, mientras le acompañaba bebiendo la aromática poción.
Cuando escucharon unos leves toques en la puerta ambos se estremecieron.
Era ella quien tocó antes de utilizar su llave y abrir la puerta. Los encontró sentados, los dos vestidos muy informales, departiendo ante dos tazas de té y solo faltaban las galletitas para pensar que estaba ante una tranquila y fresca reunión para jugar canasta. Mulder se levantó del sofá y le invitó a ocupar su espacio, al lado de Skinner.
Le sorprendió un tanto el nivel de familiaridad con que compartían el jefe y su subalterno. Hasta le había parecido escuchar unas risas suaves antes de abrir la puerta y a Mulder llamarlo "Walter" y no "Señor", como era la costumbre. ¿Se tenían tanta confianza? Fuera lo que fuera que estuvieran conversando, ahora sus rostros eran espejo de una gran preocupación. Cualquiera que fuera el tema para el que la habían citado y fuera de la oficina además, era sin duda grave. ¿De pronto se habrían enterado de todo? No tenían forma, ella era muy cuidadosa, no dejaba rastros documentales ni de otro tipo de su trabajo encubierto, a menos que su contacto la hubiera delatado…
- Mulder, Señor… - dijo mirando a cada uno de ellos respectivamente sentándose en el sofá, mientras Mulder buscaba la silla del escritorio y la acercaba para sentarse – bueno... aquí estoy, ¿para qué me querían? – Dijo con un inocultable nerviosismo.
Scully dirigió la mirada a la ya habitual telaraña que pendía en la esquina de la estancia. Le era muy desagradable porque se sentía como observada por esa alimaña peluda, como si estuviera invadiendo su espacio y el sentido de territorialidad de la araña la repeliera.
Skinner y Mulder se miraron en silencio por unos segundos, hasta que éste último tomó la palabra.
- Scully, tenemos que contarte algo muy, muy grave. Queremos que nos escuches y que al final nos hagas todas las preguntas que consideres pertinentes, pero primero déjanos terminar de contártelo todo, al final te daremos todas las explicaciones que desees. Y de antemano te lo digo, lo que hicimos no fue por desconfianza, no fue porque dudáramos de tus capacidades, fue una gran estupidez que se nos salió de las manos con el tiempo, pero nadie, nadie es más apreciada que tú para compartir esta verdad y sabemos que nadie mejor que tú para soportarla y apoyarnos en esta lucha que hemos emprendido y a la que has colaborado sin saberlo.
- ¿Qué es? ¿Qué pasa? – Interrumpió Scully impaciente - ¿Por qué tanto preámbulo?
- Porque no sabemos si querrás escucharnos después de que te hablemos – intervino Skinner y nuevamente guardó silencio, sabía que Mulder quería el privilegio de contarlo todo, porque Scully le significaba más y él para ella.
Algo muy malo pasaba, pensaba Scully, sobre todo si además, Skinner la tuteaba, eso sí que era raro.
Entonces Mulder se lo contó todo. Cómo había recibido el mensaje de Mr. X, cómo había encontrado los documentos y encontrado la verdad. Su reacción ante ella. Los motivos por los cuales no compartió esta información con Scully y el apoyo incondicional de Skinner durante todo este tiempo. Ambos le indicaron los casos en los que habían trabajado que tenían una versión oficial y otra clasificada, sus pasos para contactar a la resistencia de Estados Unidos y en otros países – eran sus mismos contactos – y el estado actual de la lucha, sus perspectivas, lo que esperaban de ella para evitar la colonización extraterrestre.
Ella entre tanto escuchaba, había prometido escuchar primero y había sido lo mejor, pues no pudo evitar que unas lágrimas silenciosas se le desbordaran, no sollozaba, simplemente salían y circundaban sus mejillas hasta caerle en la ropa, en las manos, hasta que comenzó a limpiarlas con un pañuelo que atento le alcanzó Skinner.
Mulder no soportaba mirarle, observaba el piso mientras hablaba y se alternaba con Skinner en el relato de todo lo sucedido, con el silencio absoluto de Scully.
Ella observaba a Mulder con fijeza, sabía de su sentido exacerbado de la culpa, pero ella, era responsable del mismo pecado, de la misma falta, le dolía que no se lo hubieran compartido, se sentía desplazada, disminuida porque ellos no la consideraron merecedora de enterarse de todo, pero finalmente, ella había hecho lo mismo y no era justo, estos hombres cargaban con la misma culpa que ella, esas culpas debían compensarse, pero ella misma se sentía muy lejana de perdonar, ¿algún día podría ella misma ser perdonada?
- Basta… - Scully interrumpió el relato, moviendo su cabeza de lado a lado y llevándose las manos a las sienes, como si quisiera exorcizar las ideas que le atormentaban, ellos habían contado muchas cosas que ella ignoraba, pero la gran mayoría ya las sabía.
Mulder obedeció, guardó silencio y le dirigió una mirada lastimera, con todo el dolor y la culpa que le embargaban. Quería pedir perdón pero no podía, porque sentía que no lo merecía.
Scully quería hablar pero no lo hizo hasta unos segundos después, cuando logró recuperar en algo su compostura.
- Mulder, no me mires así… por favor, no lo soporto.
Él desvió nuevamente la mirada. Su castigo, así lo sentía, había comenzado. La tensión en el ambiente era tan fuerte que las respiraciones se sentían densas, se distinguían, se diferenciaban.
- Quiero saber una cosa, Mulder, antes de que yo hable tan claro como lo han hecho ustedes conmigo – y sin importarle que Skinner estaba presente le preguntó – Mulder, ¿todo ha sido mentira?¿Tu amistad, hasta todo eso que me decías sin palabras, tus roces, tus llamadas, todos los mensajes que me transmitías, eran también mentira? ¿Hasta ese beso que nos dimos? ¿Hacía parte de la farsa para mantener todo en secreto?
Él le miró muy dolido. Sabía que ella iba a pensar eso.
- No Scully, nada de eso ha sido mentira. Diría que es la mayor verdad, la única verdad de toda mi existencia.
- Quiero que sepas Mulder… que te quede muy claro, antes de todo, que por mi parte tampoco hubo mentira al respecto.
Todos guardaron silencio unos segundos que parecieron siglos. Skinner evitaba mirarles, pero era muy difícil. Le avergonzaba estar en medio de este momento tan privado aunque era tremendamente atrayente verlos. Ellos se miraban y Skinner sentía que Mulder solo deseaba tomarla en sus brazos para demostrarle que era verdad lo que decía. Él no se había dado cuenta antes con tanta certeza de que lo que se movía detrás de todo esto, era algo mucho mayor, más importante para Mulder y Scully de lo que jamás hubiera imaginado. Lo había intuido y ahora sentirlo como una certeza era tan abrumador que no entendía como ellos lo soportaban, si él mismo sentía que iba a quebrarse y a perder la compostura.
Solo quería que ellos entendieran que algo así no podía terminarse, ni por una o dos o miles de mentiras, una relación tan profunda no debía quebrarse por esto, era algo único, irrepetible, una compenetración que jamás había visto antes. Y les envidió, con toda la fuerza de quien antes ha amado y ha perdido. Porque él también por su lucha había perdido, y mucho.
Scully rompió el tensionante silencio que les abrumaba. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas pero su voz era fuerte, correcta, miraba sus manos mientras hablaba pues se sentía incapaz de contemplar las reacciones que generara. Estaba más tranquila, más tranquila que si hubiera sido ella sola la culpable, al fin y al cabo, ellos tenían la obligación de entenderla, todo parecía una trampa, la verdad también había sido una trampa en la que habían caído, cada uno por su lado pero juntos, sin saberlo.
Ella contó todo. Ya lo sabía, había recibido el mismo mensaje de Mr. X, había recibido los mismos documentos y obtenido la misma verdad y ella también la había ocultado. Contó sus razones, Mulder, siempre Mulder, era su única razón. Y contó cómo optó por cargar la verdad sola, por luchar sola pero acompañada, solo que no lo sabía, sus contactos nunca se lo dijeron, a ninguno y con seguridad habían sido manipulados, envueltos en las telarañas del poder que les impidieron mirar hacia los que tenían al lado.
Mulder y Skinner quedaron atónitos, se hubieran esperado muchas cosas, menos esto. Habían sufrido, habían ocultado, jugando un doble juego injustificado, en gran parte por la estupidez de cada uno, pues si uno solo hubiera hablado a los demás, todo habría quedado claro, pero también con seguridad como parte de un plan, un complot de un alguien desconocido que les manipuló para ponerlos a trabajar en lo mismo, pero separados, engañándolos todo el tiempo.
Finalmente ¿la verdad era la verdad? Todos estuvieron de acuerdo en que sí, cada uno por su lado había recaudado pruebas que lo comprobaban. Finalmente esa verdad tan buscada, había sido utilizada en su contra, habían obtenido la verdad pero no pudieron manejarla y casi se exponen a perderlo todo por ello. Casi, porque Skinner dejó muy claro ese punto.
- Independientemente de las razones personales de cada uno y de hasta que punto las consideramos justificadas o no, estamos, todos, juntos en esto.- Skinner les miraba como un padre atento que les hubiera encontrado perdidos y tuviera la obligación de hacerlos llegar a salvo a casa - Lo personal deberemos procesarlo más despacio, no es el momento para aclararlo todo, pero sí debemos continuar nuestro trabajo juntos, para esclarecer hasta que punto hemos sido engañados y si vale la pena seguir luchando con los medios que hemos utilizado para ello.
Los otros dos asintieron. Las lágrimas se habían secado aunque sus corazones estaban anegados, heridos. Scully tenía una última pregunta.
- ¿Kimberly les extorsionaba con esto?
- Sí, encontró nuestros documentos e hizo una serie de exigencias a cambio de su silencio – respondió Skinner ante el silencio empeñoso de Mulder.
- ¿Y qué les exigía? ¿Por qué en tu apartamento, Mulder?
Éste titubeó ante la pregunta. Skinner respondió de nuevo.
- Ella tenía todo un historial de enfermedad mental Scully, como viste en su informe. Te conoció desde la Academia y esperaba cobrarse algo que pensaba, tú le debías. Pero principalmente pidió… - Skinner no pudo evitar encontrarse con la mirada suplicante de Mulder – ser ascendida y reconocida, se sentía inferior, quería recibir todo el reconocimiento que no había logrado por sus propios méritos; pero como lo viste, ella a pesar de haber pedido tan poco, era un peligro potencial, sabe la verdad, sin embargo ahora nadie le creerá y perdió todas las pruebas que poseía.
- Pues pidió demasiado poco comparado con la información que tenía…
- Y… prefería contactarnos en nuestros apartamentos, tanto a Mulder como a mí, por seguridad, porque para ella hablarnos sobre el tema en la oficina le parecía muy riesgoso.
Scully pareció satisfecha con la explicación. Eran casi las dos de la madrugada cuando terminaron de tratar todos los temas, cruzaron la información que tenía cada uno y establecieron los puntos en común y las diferencias.
Skinner sentía que había cumplido su misión, por lo menos había evitado que el veneno de Kimberly se propargara como peste entre sus dos agentes, quedaba mucho por sanar, pero seguramente el tiempo se encargaría de ello. Después de un suspiro de alivio se ofreció a llevar a Scully pero ella había traído su propio auto.
Mulder moría de ganas de pedirle que se quedara, para poder terminar de aclararlo todo, sin embargo la veía a ella tan cansada, y él mismo, sentía minado su espíritu hasta tal punto que quizá lo mejor sería tratar el tema otro día. Por lo menos aún eran aliados. No sabía que consecuencias tendría esto en el plano personal y él mismo se sentía lastimado por la mentira de ella, tanto como seguramente se sentiría ella por la mentira de él, pero en lo profundo de su ser, sentía latir un atisbo de esperanza.
XXIII
La semana siguiente la ocuparon en armar el rompecabezas, viendo donde cazaban las verdades y donde las mentiras.
Mulder y Scully evitaron el tema personal todo el tiempo. Sus reuniones eran muy profesionales, tanto que Skinner les miraba con sorpresa ante el lenguaje técnico y poco afectivo que utilizaban el uno con el otro. Solo faltaba que se llamaran "Agente" antes de cada apellido – de hecho a veces lo hacían - pues lo único que se demostraban es que eran dos compañeros de trabajo, muy considerados el uno con el otro, pero sin los niveles de confianza que habían tenido en otros tiempos, tan cercanos.
Seguían teniendo visiones diferentes pero el trato tan respetuoso rayaba en el absurdo de escucharse, no interrumpirse y decirse cada tanto,
- Difiero de la visión del Agente Mulder, pero su visión es valida, muy válida… - o – La agente Scully ha planteado una alternativa que debemos ensayar pero creo que también debemos ensayar esta otra…
Todo tan políticamente correcto que a Skinner le daba asco. ¿Qué pasaba con las discusiones de antaño? ¿Con las miradas cómplices y los roces camuflados? Nada, y además supo que habían dejado de verse los viernes o sábados, como hacían antes para aliviar sus soledades. Y Mulder le había confesado que ya no la llamaba en las noches de insomnio, por temor a que ella le tirara el teléfono y le mandara al diablo de una vez por todas.
- Creo que tienes que hablar con ella, Mulder - le decía Skinner con sigilo - No sé hasta que punto ella se ha dado cuenta de lo que pasó entre tú y Kimberly, pero es mejor que ella lo sepa por tu boca, antes de que se le ocurra visitarla en el Centro Psiquiátrico, sabes que ha pedido datos y yo creo que piensa hacer eso, nuestra explicación no la dejó satisfecha y ustedes se comportan como dos niños, por Dios Mulder, luche por ella, no pierdan lo que tenían.
- No Walter... no se lo diré mientras pueda evitarlo, es muy vergonzoso… además, no significó nada para mí, por ello siempre lo negaré y Scully deberá creerme más a mí que a Kimberly.
- Tú decides Mulder, pero habla con ella, si no de eso, por lo menos de todo lo demás.
XXIV
Esa mañana de sábado, calurosa y bordeada por un viento suave, Scully estaba rebosante de alegría. Ya no tenía sentido para ella mantener esa imagen de supuesta indiferencia ante Mulder. Todo estaba procesado, no sano del todo, pero la noticia que había recibido le había hecho olvidar todo lo que pudiera guardar de rencor dentro de su ser.
Había salido de la oficina más temprano y no se despidió de Mulder, pero pensaba llegar de sorpresa a su apartamento, esa noticia le alegraría, sin duda.
No se atrevió a usar su propia llave. Llamó a la puerta del número 42 de Alexandría con ansiedad. No sabía qué le esperaba, ella había hecho su duelo sobre todo lo ocurrido y ¿Mulder también lo habría hecho? Pero no podía guardarse esa noticia.
Mulder abrió con recelo. Sorprendido le pidió que entrara y tomara asiento. Amabilidad pura a punto de derrumbarse, pues esa visita, a esa hora de la noche… pedía que fuera algo positivo, por fin, después de tantas semanas.
Él tenía la aspiradora en la mano con la cual estaba haciendo algo…
- ¿Estabas aseando, Mulder? ¿Te interrumpo?
- Oh, no, para nada, estaba quitando algo que me habías comentado que te molestaba – contestó Mulder indicándole la esquina del salón y dirigiéndose allí, donde prendió la aspiradora y continuó quitando la telaraña que había ganado mucho en extensión durante los últimos tiempos.
- ¿Por fin decidiste deshacerte de ese bicho?
- Pues digamos que no fue exactamente mi decisión, la pobre murió, seguramente de hambre, ante la falta de moscas y cucarachas en mi casa. El exterminador de insectos hizo su paso por el edificio y aunque logré salvarla de él, no le dejó alimento…
Scully sonrió animada. Mulder le notó un aire renovado, algo había cambiado en ella. Quizá la estrategia de darle tiempo había funcionado. Se la notaba casi tan cariñosa como antes.
- … no te niego que me dio cierto alivio, Scully – continuó Mulder – era como si por mi propia voluntad no hubiera podido deshacerme de ella, pero una vez murió de muerte natural, me sentí muy aliviado.
- ¿Y hace cuánto que fue eso Mulder?
- Apenas ayer que la encontré tiesa sobre su propia telaraña y hasta hoy tuve tiempo de quitar su vivienda, ya casi podía hacerme un mantel con su tejido, quizá lo hubiera hecho, si hubiera tenido comedor…
Una muy esperanzadora sonrisa la envolvió a ella de nuevo. Una sonrisa acompañada de una acariciante mirada. "Oh, Dios, que no me esté autoengañando o haciéndome falsas ilusiones, por favor", clamaba Mulder mentalmente.
- Entonces solo mantendrás a tus peces como mascotas… ¿y le hiciste entierro? Con el afecto que le tenías, no sé si darte mi sentido pésame.
Esta vez fue él quien sonrió, con calidez, con cariño, con esa sonrisa franca que tanto le gustaba a ella.
- Yo tampoco lo sé, la veía allí y me llenaba de angustia, era tan mortalmente carnívora que me generaba asco pero no podía evitar mirarla, constantemente, hasta soñaba con ella… pero era incapaz de matarla o sacarla, era como un parásito mental, me sujetaba y únicamente cuando ella quiso abandonarme, me dejó libre.
- Es extraño – anotó ella – no tenía idea de que te perturbaba tanto. ¿Y no dejó descendencia?
- Pues no que yo haya visto, igual, ayer mismo regué con insecticida toda la zona. Creo que mejor me compraré un perro y lo cuidaré más que tú…
- Lo de Queequeg fue un accidente Mulder, no fue descuido mío… - dijo ella sonriendo.
- Si, claro… respondió irónicamente.
Mulder dejó su labor porque ya toda la esquina estaba limpia. Una vez se lavó las manos se sentó al lado de Scully, mirándole interrogante.
- Te preguntarás a qué vine, ¿cierto?
- Pues… la verdad sí, no estoy muy visitado últimamente, tú eras la única que lo hacía y no volviste.
- Lo sé, lo siento, tú tampoco me visitaste…
- Solo quería darte tiempo, no acosarte con mis sentimientos ni mis necesidades. Lo que más me ha costado ha sido dejar de llamarte en las madrugadas, ya casi ni duermo por ello – fue sincero, era lo mínimo que le debía de ahora en adelante, franqueza a toda costa, con excepción de un tema en cuestión, podía ser sincero en todo lo demás.
- Y es lo que más me ha dolido que dejaras de hacer… lo que más he extrañado. – le dijo ella mirándole a los ojos.
El silencio se alargó hasta que ella rompió el súbito hechizo que les embargaba levantándose.
- Mulder, te tengo noticias.
Él temió lo peor, quizá había pedido un traslado, ser reasignada al punto más lejano del universo, bueno, del país.
- Adelante.
- Los óvulos que me entregaste, los he llevado con un especialista, uno privado, por fuera del FBI y me ha dicho que pueden ser viables… es una esperanza, no tienen certeza, pero hay muchas probabilidades – a Scully se le iluminaba la mirada mientras hablaba y Mulder la veía con una belleza radiante, como si ya estuviera embarazada y tuviera en su cuerpo el resplandor de una nueva vida.
- Es una gran noticia, Scully, me alegra, mucho, mucho, no sabes cuanto…
- La ciencia ha avanzado mucho en este tiempo desde que hicieron el primer análisis, tienen varias alternativas para probar los óvulos, pero el procedimiento deberá ser con inseminación artificial…
- Y quieres que le pregunte a Skinner si quiere ser tu donante, ¿verdad? – Dijo él con una sonrisa.
- Puede ser una posibilidad, pero la verdad tenía una primera opción… - dijo mirándole en forma traviesa.
Mulder se acercó emocionado.
No pudo evitar las lágrimas en sus ojos, que se acompasaron con las lágrimas de ella, mientras ambos se perdían en un fuerte abrazo, el más sincero que se hubieran dado en los últimos siete años.
Y Mulder se sintió liberado de la red de la araña, como si esa limpieza que había hecho de ese rincón de su casa, le hubiera limpiado también el alma, quedando solo una mentira que aún le eclipsaba la felicidad que se abría paso, pero quizá algún día, si él mismo llegaba a perdonarse, dejaría de sentir esa imperiosa necesidad de contársela.
XXV
La placa de la puerta de metal indicaba que la paciente era Kimberly Artherton. La habitación era blanca y limpia, sin adornos, la cama en el centro pegada al suelo para evitar accidentes inesperados.
Ella se encontraba sentada sobre la cama, con la mirada perdida, en silencio. Ya había gritado demasiado y estaba cansada. Perdida... cansada...
Desde el pasillo, dos enfermeros la miraban por el vidrio de la puerta.
- Es linda, ¿no te parece? – Decía el uno.
- Linda pero muy, muy loca. – Respondía el otro.
- Viéndola así no lo parece…
- La hubieras visto cuando ingresó hace unos días, gritaba como si estuviera endemoniada y no más escucharla y ya te enterabas de que su locura es grave, muy grave – él frunció el ceño mientras susurraba – hablaba de una amenaza extraterreste o algo así, de que tenía pruebas, aunque no le creían revisaron su apartamento, donde decía ella que las guardaba, pero como es obvio no encontraron nada y desde que lo supo está así, callada, ni siquiera ha habido necesidad de volver a drogarla.
- Pues si es como dices ni esperanzas tiene de salir de aquí, pobre… linda pero muy, muy loca.
Ellos se alejaron mientras ella miraba hacia la puerta, perdida… cansada...
FIN
¡Gracias por leerlo!!!!