¡Hola! Ya no sé si os acordareis de mi... espero que por lo menos un poco sí. Ya siento haber desaparecido por tanto tiempo pero es que no estaba yo como para escribir mis historias de humor... pero, en fin, que ya he vuelto y espero poder subir los capítulos más seguidamente. No sé si este capítulo merecerá la espera... prefiero pensar que un poco sí. De todas formas os lo dedico a todos los que me leéis ¿vale? ¡Un besazo a todos!
¡Ah! Todos estos personajes pertenecen a JK Rowling, la Warner y a cualquiera que haya pagado sus derechos; yo no lo he hecho... si no estaría escribiendo desde el Caribe.
Y aquí continua la historia
Ya había amanecido y unos pocos rayos del sol se abrían paso a través de las rendijas de la persiana. Harry había dormido perfectamente toda la noche aún teniendo un bollo en la cabeza del tamaño de toda Inglaterra ¿o más bien era Escocia? Es que era un poco exagerado para qué nos íbamos a engañar. Ahora mismo sentía un dolor que empezaba en la base de la columna vertebral y terminaba en cada músculo de su espalda. No volvería a dormir en el suelo ¡tenía que comprarse un colchón! Pero, claro, si tenemos en cuenta su actual situación tendría que robárselo a un indigente. Desde luego… todo le salía mal… o casi todo. Recordó todo lo acontecido en el día de ayer y una sonrisa apareció en su cara... ¡hoy iba a pasar todo el día con Hermione! Para investigar a su amigo claro, pero al fin y al cabo iban a estar juntos… lo cual hacía que el dolor se esfumase del todo.
¡Hoy va a ser un día genial! – Se levantó de golpe y estiró los brazos. Algo muy malo si se tiene en cuenta el pequeño dolor de espalda… Vamos, que tuvo que volver a encogerse en menos de dos segundos - ¡AAAAAHHHHHH! – Está bien, era muy temprano así que podría intentar arreglar su espalda con la magia… no era muy bueno en eso pero por probar no se pierde nada… Con su propia varita apuntó a la espalda y esperó a que su hechizo surtiese efecto… ¿ya había dicho que la magia curativa no se le daba bien? Pues el resultado fue que se quedó hecho un ovillo – Tendré que llamar a Luna – Tener a una amiga especializada en estas cosas lo facilitaba todo bastante. Claro que Ron también era medimago pero… no se fiaba precisamente mucho… una vez necesitó que le soldasen un hueso de la pierna y acabó necesitando una poción para que le creciesen los huesos… ¡cómo se acordó en ese momento de cierto profesor!… Medio reptando, medio rodando llegó al teléfono. Sí, todos eran magos pero, al vivir en un mundo de muggles la mayor parte del tiempo, tuvieron que adaptarse a esos aparatos - ¿Luna? – preguntó nada más oír una especie de respuesta mezclada con un bostezo después del quinto timbrazo – tengo un pequeño problemilla con mi espalda… ¿podrías pasarte por aquí? Te lo agradecería mucho… - y para adornarlo terminó con un muy poco varonil - ¡AAAAAHHHHHH! – Que dejó sorda a su amiga.
¿Qué haces tumbado en el suelo? – En menos de dos minutos estaba en su apartamento con la varita y un marido dormido en la mano.
¡Bendita aparición!
Nada… que pensé probar algún remedio casero que anuncian en la televisión – intentó responder con sarcasmo pero el dolor no le dejaba - ¿Recuerdas que unos tipos me han estado quitando las cosas? Pues resulta que decidieron que dejarme el colchón era demasiado lujo para mí.
Cierto – le miró - ¿quieres que te mire la espalda verdad?
Si eres tan amable…
Espera – dejó a Ron en el suelo y apuntó con su varita a la espalda de su amigo.
¿Estará bien? – preguntó Harry mirando a su amigo.
Seguro… duerme en cualquier parte. Juraría que una vez le vi dormido de pie mirando un escaparate.
¡Impresionante!
Ahora estate quieto ¿Vale? Igual esto te duele un poco pero al final me lo agradecerás ya verás – con un par de movimientos consiguió un doble crack, una maldición y un grito desgarrador de su amigo - ¿Mejor?
Pssssss – respondió una vez se quitó una lágrima de dolor – creo que me podré mover en un par de horas.
¡Perfecto! – respondió encantada Luna – Será mejor que nos vayamos y vuelva a dejar a Ron en la cama… estoy segura que no se habrá dado cuenta de nada.
¿Y por qué le has traído si no es indiscreción?
¡Es tan mono cuando duerme! Me encantaría llevármelo a todos los lados mientras lo hace ¡me lo comería! – dicho y hecho, se agachó al lado de su marido y comenzó a darle pequeños mordisquitos.
Esto… Luna… - ella seguí a lo suyo – Luna… - nada, ni caso - ¡Luna!
¿Qué?
Será mejor que os vayáis… - no estaba de humor para ver cómo su amiga le metía mano a su amigo… si eso que se fueran a su casa o a un hotel…
Perdona… ya sabes… es que estamos recién casados y claro…
No hay problema. Oye ¿cuándo crees que podré levantarme?
Más o menos a las nueve ¿por qué? ¿has quedado?
¡¿A las nueve?! ¡demonios!
Eso significa que sí has quedado… - se sentó a su lado - ¿y con quién si se puede saber? – le guiñó un ojo con complicidad.
Con Hermione – al oír el nombre la rubia soltó una pequeña risa - ¡es que vamos a espiar a Draco para ver cómo es su mujer ideal!
¿Vas a espiar a Draco para ver su mujer ideal? ¡Pero si eso es fácil! Una chica que le importe mucho su aspecto, que no tenga dos neuronas juntas y que suspire por el dinero.
¿Me estás diciendo que Hermione es así? – casi se levanta de un salto.
No, por supuesto que no. Cuando uno es joven se cree todo lo que le dicen, sobre todo un experto en seducción como él. Y si a eso le añades que no era muy dada a beber y acabó con dos copas de champán… tenía el escenario perfecto.
Vale – le respondió enfurruñado – esa respuesta me gusta más- Luna lo único que pudo hacer fue sonreír.
Será mejor que nos vayamos… - cogió a su marido y desapareció con un pequeño plin.
Espero que Hermione no se enfade porque llegue un poco tarde.
Pero estaba completamente equivocado. Eran las nueve y un minuto y una castaña estaba en su despacho yendo de un lado a otro como una fiera enjaulada. Se había levantado a las seis de la mañana… ¡a las seis! Para poder lucir presentable. Había pasado casi una hora intentando que su pelo estuviese completamente liso, la intentona estuvo bien pero el resultado no tanto… su pelo era su pelo y pasaba completamente de lo que pensara su dueña… así que se quedó ondulado. Después se acercó al armario para poder escoger un atuendo que no llamase demasiado la atención pero que pudiera "llamar la atención" de su acompañante. Lo que ella no sabía es que hubiese llamado la atención aunque estuviese vestida con una sábana que le cubriese entera. Después de elegir un pantalón vaquero y una camisa bastante sugerente decidió que se iba a maquillar un poco; sólo lo justo. Y así terminó a las ocho… ¡dos horas! En su vida había tardado tanto en prepararse para trabajar. Había desayunado poco porque tenía unas hormigas bastante traidoras en el estómago que no le dejaban probar bocado. Había llegado a su oficina a las ocho y media… así que llevaba treinta y un…. Treinta y dos minutos por su reloj esperando. No podía creer que
estuviese así de nerviosa… ¡y el muy asqueroso le hacía esperar! Por Merlín que en cuanto le viese le iba a dar una lección…
Perdón por hacerte esperar… - una voz casi lastimosa se coló por su despacho cuando ella estaba de espaldas mirando por la ventana.
¡Por fin lle… - y le iba a echar una maldición o a gritarle o algo pero… al ver sus ojos hinchados y esa mueca de disculpa… no pudo hacer nada. Sólo sonreírle como una tonta – No te preocupes por llegar tarde.
Pensé que estabas enfadada – le dedicó una medio sonrisa – como me has gritado al entrar…
Es que estaba esperando a otra persona – cambió totalmente de tema - ¿Qué tal has dormido?
Bastante bien… lo único es que me he levantado con un dolor de espalda horrible y por eso llego tarde… mi amiga Luna estuvo ayudándome y los efectos no se sentían hasta un par de horas después. Lo siento de verdad.
Ya te he dicho que no hay problema – tenía una excusa perfecta… desde luego, que mala persona era. Siempre desconfiando de los demás pero no podía evitarlo. Sobre todo después de cierta noche…
¿Estás lista?
¿Eh? – salió de su mundo particular – Claro… sólo déjame coger un par de cosas… - sacó su varita y un cuaderno para apuntar – He decidido que tendremos que hacer una lista de las cosas que más le gustan de una chica; así tendré la oportunidad perfecta para seducirle.
Por supuesto, es una buena idea – Sí una genial… desde luego, estas cosas sólo le podían pasar a él.
¿Dónde vamos primero?
Podríamos empezar por el COMAR.
¿El COMAR?
Sí… ese centro para magos asquerosamente ricos… ya sabes… el COMAR – desde luego no se le daba muy bien eso de explicarse… por eso acabó en este lío ¿no?
Vale, tú me dices por dónde se va y yo conduzco – Hermione dedujo, muy inteligentemente, que no se le daba muy bien explicar nada. Después de todo cuando se conocieron él pensó que se explicaba perfectamente y acabó en una comisaría ¿verdad?
Hecho – le siguió hasta su coche y se sentó en el lado del copiloto – Hay que llegar hasta casi la colina – y así estuvo guiándola todo el camino. Se sentía como uno de esos aparatos que decían "coja… la… segunda… calle… a… la… derecha – y aquí estamos.
Genial ¿cómo sabremos si está dentro?
Espera un momento… preguntaré al elfo de la entrada; a mí me conocen – quiso darse importancia.
¿Vienes a menudo? Yo pensaba que el Gran Harry James Potter Evans no acudía a estos sitios… que prefería permanecer en el anonimato - ¿es decir que le conocía eh?
¿Me conoces? – y él que pensaba que no tenía ni idea de con quién estaba… al estar más en el mundo muggle que en el mágico…
Por supuesto ¿quién no te conoce?
No se lo irás a decir a nadie ¿no?
¿A qué te refieres?
A lo de andar persiguiendo a Malfoy para hacer que pierda la apuesta y todo eso – nunca había visto a nadie cambiar la expresión de la cara a tanta velocidad… fue increíble; pasó de ser un rostro compasivo a la ira e indignación completa.
¿Eso es lo que piensas de mí?
¡No! – se apresuró a contestar; la verdad es que el ambiente parecía irse cargándose poco a poco – No es que dude de ti… lo que pasa es que normalmente la gente intenta aprovecharse de mi… lo siento mucho de verdad.
Está bien – no sabía muy bien el por qué pero no podía enfadarse con él – pero será mejor que no lo vuelvas a pensar otra vez ¿entendido?
Perfectamente – le sonrió – entonces ¿estamos bien verdad?
Por supuesto – cualquiera hubiese caído rendida ante esa sonrisa y esos ojitos… ¡Merlín! Si no acababan pronto con esto iba a acabar haciendo una locura.
Está bien – abrió la puerta del coche – ahí voy.
Se acercó a la puerta de entrada y como siempre se alisó la ropa e intentó peinarse un poco; más que nada para que esos elfos estirados no le tratasen como si fuera un indigente. Intentó calmarse y llamó a la puerta.
¿Sí señor? – un elfo pequeño y arrugado le abrió un poco la puerta; lo mínimo que se necesitaba para ver el rostro de la persona que llamaba.
Esto… hola, buenos días – y había ido un montón de veces pero no se acostumbraba a estos sitios – Quería saber si Draco Malfoy estaba en el club.
¿Y eso quién lo quiere saber? – le miró de arriba abajo como intentando saber si la ropa interior que llevaba estaba limpia.
Soy Harry Potter – y el mismo nombre que había hecho que más de un mortifago saliese huyendo casi le causa un ataque de amnesia al elfo; un poco más y tendría que enseñarle la cicatriz.
Un momento por favor – y le cerró la puerta en las narices ¡Cómo odiaba estos sitios! Si alguna vez llegase a ser tan rico como su amigo iba a comprar este sitio y a cerrarlo para siempre. Y pasaron los minutos y todavía no salía su "portero", se estaba desesperando por segundos y notó que su acompañante también lo hacía desde el coche; juraría haberla visto resoplar. Justo cuando iba a abrir la puerta con un hechizo apareció la mano del mismo elfo que le había hecho esperar como un idiota – Disculpe por la tardanza – qué amable… si se disculpaba y todo… lo único es que debería sentirlo de verdad o al menos fingirlo bien – el señor Malfoy se encuentra ahora mismo en el club ¿desea hablar con él?
No, gracias. La verdad es que se me ha hecho tarde y tengo que irme.
Muy bien, como desee. Buenos días – y cerró la puerta sin esperar ningún tipo de respuesta.
Será asqueroso el puñetero elfo de las narices… - y podría haber dicho algo más fuerte pero, claro, siendo quien era no podía hacerlo. ¡Qué narices si no había nadie! Mejor dejarlo por si acaso.
¿Y bien? – le preguntó Hermione nada más llegar al coche.
Está dentro – se acomodó en el asiento.
¿Y cuánto tiempo va a estar?
No lo sé.
¿No lo sabes? ¿y por qué no lo has preguntado?
¡No te puedes imaginar el tiempo que me ha costado que me dijera que está ahí!
Sí que me lo puedo imaginar – miró a su reloj – exactamente cuarenta y dos minutos… pensé que en ese tiempo te habría dado tiempo a pedirle un historial completo con toda su vida.
Pues no me ha dado tiempo fíjate tú – se cruzó de brazos y miró al lado contrario.
¿Vas a aguantar la respiración hasta que te quedes azul?
Probablemente – de repente se oyó una carcajada de su acompañante - ¿Y qué es tan divertido? – preguntó sin mirarla ya que si lo hubiese hecho hubiesen acabado ambos riéndose a mandíbula batiente.
Eres tan mono cuando te enfadas… - ¡¿esto lo había dicho ella?! ¡Morgana bendita! Estaba bajando las defensas muy rápido. Si uno de sus compañeros le hubiese hecho esperar tanto para esa respuesta le hubiese puesto de patitas en la calle con una patada de propina.
¿Qué has dicho? – y él que pensó que le iba a llamar de todo, que le iba a echar del coche e incluso que le iba a dar una patada… ¡pero en lugar de eso le decía que estaba mono!
Sí… - ¿y ahora qué iba a hacer? – estilo orangután del zoo – y ahí está la vieja Hermione.
Qué graciosa… - y él que pensaba que igual podía llegar a gustarle… ¡un orangután del zoo! Desde luego…
Bueno, ¿y qué hacemos mientras sale nuestro amiguito? – mejor cambiar de tema porque parecía que se había sentido insultado.
Ni idea… ¿qué te parece si desayunamos?
Muy bien, ¿quién de los dos sale a buscarlo?
Pues… si quieres voy yo pero no sé cómo lo voy a pagar… - respondió apenado.
Ya voy yo no hay problema – salió del coche - ¿algo en especial?
Mmmm tortitas, fruta y café por favor – tenía mucha hambre… se había pasado casi veinte horas sin comer.
Está bien – y así pasaron diez minutos hasta que su silueta volvió a aparecer – he traído dos cafés, tortitas para dos, una manzana para mí y un plátano para ti – sonrió.
Qué gracia – hizo pucheros y cogió el desayuno. La verdad es que le encantaba que estuviese de buen humor… aunque el chistecillo no mucho…
¡Ahí está! – Draco sólo había tardado unas cuatro horas en salir de aquel estúpido club. Si llega a tardar un poco más iban a acabar jugando al "veo veo"
Por fin… - resopló Harry – la próxima vez voy a tener que entrar con él – se ajustó el cinturón.
Allá vamos.
Estuvieron persiguiéndole durante un par de horas hasta que Draco llegó a la conclusión que necesitaba comprarse un poco de ropa interior de leopardo. Mientras coqueteaba con las dependientas ellos decidieron que tenían el tiempo suficiente como para poder pararse a comer en una cafetería que estaba justo en frente de la tienda.
Espera un momento – Hermione se levantó justo después de pedir y se encaminó a la tienda; tenía que averiguar un par de cosas.
Muy bien – mientras tanto Harry se estaba llamando mentalmente idiota por permitir que esa preciosa chica tuviese que seducir a su amigo para que él pudiera ganar una apuesta… ¡para una chica con la que se sentía cómodo y ahora tenía que estar atento por si podía llegar a algo con ella después de seguir el plan!
¡He vuelto! ¿te pasa algo? – preguntó preocupada al ver que su acompañante había dado tal respingo que casi se cae de la silla; eso es lo que te pasa si estás en tu mundo particular y alguien te despierta de repente.
Perfectamente no te preocupes – consiguió responder mientras se sentaba con bastante elegancia dada la situación – ya han traído la comida.
Espera un momento – le entregó una bolsa – esto es para ti.
¿Para mí? – le miró sorprendido.
Claro – le sonrió con ternura.
¡Vaya! – fue lo único que pudo exclamar al ver el regalo que le hacía su acompañante. Lo que sacó de la bolsa eran unos bóxers de corazoncitos con varios "diablitos cool" - ¿Y esto?
Espero que sean de tu talla – le contestó como si tal cosa mientras miraba atentamente los platos de comida – Es que es una tienda de ropa interior para hombres… no me iba a comprar algo yo ¿no? Hay que disimular – y eso no era del todo cierto. Encontró esos bóxers y decidió, por si misma, que le iban a quedar geniales… y tal vez podría pedirle que le enseñase hasta qué punto le quedaban bien… ¡Hermione! ¡ya basta!
Supongo que sí – los guardó rápidamente en la bolsa otra vez – muchas gracias - ¿y por qué no podía decirle lo que estaba pensando? Algo así como… ¿qué tal si vamos a mi casa y entre los dos comprobamos qué tal me quedan?
¿Te has puesto colorado? – sonrió.
¿Colorado? ¡No qué va! Lo que pasa es que me ha dado mucho el sol… estamos en una terraza y no hay ni sombrillas ni nada – la única respuesta que recibió de su acompañante fue una sonrisa más amplia – Por fin sale – hora y media después Draco volvía a hacer su aparición - ¿Dónde narices irá? – y la respuesta era muy sencilla… a encontrarse con una de sus amiguitas.
Llegaron a una pequeña casita con dos pisos y una gran terraza adornando el segundo piso. De repente un coche se estacionó en el garaje y un hombre, con un ramo de flores, abrió la puerta. Cinco minutos después se vio cómo Draco bajaba del segundo piso por la terraza y el mismo hombre que había llegado antes se asomaba por el balcón y gritaba alguna que otra maldición.
No vuelvo a pisar una casa de dos pisos… ¡casi me mato! – el rubio gritaba esto mientras corría a toda prisa por la acera sin darse cuenta que sus perseguidores habían visto toda la escena.
Odia las casa de dos pisos – apuntó Hermione con letra clara.
Eso le pasa por idiota – masculló Harry.
¿Nunca estarías con una mujer casada o comprometida?
¿Casada? ¡nunca! – y eso era verdad; en toda su vida de "calavera" no había estado con ninguna mujer casada.
¿Y con novio?
Bueno, eso no es lo mismo ¿no?
¿En serio piensas eso? – arrancó suavemente el coche y, gracias a un hechizo, no hizo ni un poco de ruido.
Claro. Si una chica que tiene novio se quiere venir conmigo pues… eso significa que no está muy a gusto con su pareja ¿no? Y así tendría solución… un matrimonio ya es más complicado.
Puede que tengas razón – es decir, si él dejaba que ella se casase con Draco ya no tendría ninguna oportunidad para estar juntos. ¡Genial!
Se ha parado ahí – señaló a un pequeño callejón - ¿no intentará aparecerse en algún otro sitio no?
Espero que no… pero si lo hace estoy preparada.
Creo que no hará falta – señaló al mismo sitio en el que había desparecido – creo que sólo quería vestirse decentemente… - y así era, totalmente arreglado se fue caminando como si nada hubiese pasado por un parque – Fíjate si está tranquilo que va silbando…
Ya lo veo… ¿dónde irá? – y esa pregunta tendría pronto una respuesta. Estuvo paseando un rato más, llamó a un taxi y al final llegó al aeropuerto - ¿Qué hace en el aeropuerto?
Espero que no vaya a coger un avión… - se quedaron un rato más esperando hasta que una espectacular morena vestida de azafata se le echaba encima y le llenaba de besos – pues no, no va a coger ningún avión.
¿Cómo narices puede llegar a tener tanto éxito este tío? – después de lo que había hecho con ella no podía creer que aún hubiese alguna mujer en el mundo que se creyese las tonterías que podía llegar a decir.
Ni idea – respondió Harry todavía mirando como esos dos iban a necesitar de un momento a otro un hotel – pero me gustaría saberlo… - masculló para que Hermione no le escuchase.
Muy bien, allí van – al final llegaron a la conclusión que necesitaban ir a la casa de él o a cualquier otro sitio en el que estuviesen más… en privado vamos. Cogieron un taxi y se encaminaron a la casa de Draco mientras se iban comiendo a besos en el asiento de atrás.
Creo que van a su casa… está encima de una colina.
Genial, privacidad exclusiva – aparcó el coche mientras les veía subiendo la cuesta entre risas y pequeños besos – será mejor que nos preparemos – sacó su varita - ¿hechizo desilusionador?
Vale – nada más decirlo Hermione hizo que ambos pudiesen moverse con total libertad – esta casa es impresionante – comentó nada más ver cómo era por dentro; cosa fácil si se tiene en cuenta que se componía de unas paredes de cristales que permitían ver completamente el inmenso jardín que tenía su casa – y a mí me llevó a un puñetero motel – masculló con el ceño fruncido por la rabia.
Yo te hubiera llevado a la luna si me lo hubieses pedido – murmuró Harry mientras la miraba.
¿Decías? – juraría que él había dicho algo pero no estaba muy segura.
¿Yo? No he dicho nada… - tartamudeó y casi empieza a sudar frío si no fuera porque ella se conformó con la respuesta. Nunca había sido muy bueno mintiendo y se dio cuenta que se le daba peor estando con ella.
Será mejor que nos apliquemos algún hechizo para verles mejor – con un par de movimientos hizo que ambos tuviesen una visión perfecta del escenario que tenían delante – Está bien, le gustan las mujeres de uniforme… serviciales y bien
maquilladas – apuntó Hermione en su libreta – también le gusta bailar con ellas para seducirlas – Draco y su azafata estaban bailando una especie de tango.
La verdad es que se le da bastante bien – comentó Harry al ver cómo la echaba hacia atrás y ella reía.
No estamos aquí para echarle flores – le calló la castaña – aunque he de admitir que lo hace bastante bien… Vaya… ¿dónde irán ahora?
A su habitación… la ha levantado en brazos.
¿Dónde está su habitación?
Ahí mismo – señaló a otra gran estancia con las paredes de cristal y una cama enorme en el medio - ¿nos ponemos la visión nocturna? – preguntó sin darse cuenta de que así parecía un pervertido.
¿Quieres saber cómo es la cama también? – le sonrió al ver su expresión al darse cuenta de lo que había dicho – Eso no me hace falta para seducirle…
No quería decir eso ¡en serio!
Tranquilo… será mejor que nos vayamos – y ambos se fueron a la comisaría – Muy bien, hasta ahora lo que tenemos es lo siguiente: no le gustan las casas de dos pisos, prefiere las chicas serviles y con uniforme, le gusta seducirlas con un baile… ¿algo más?
Supongo que le gustan las chicas que no aspiren a mucho… más o menos eso lo he deducido de las paridas que llega a decirme cuando estamos juntos…
Está bien, no le gustan las chicas que aspiren a mucho. ¿Qué podría hacer yo para parecer ser así? ¡Ya sé! ¿qué tal una vendedora de cosméticos?
¿Cosméticos?
Exacto, así cuando me encuentre estaré perfectamente arreglada y yo le diré que no tengo muchas aspiraciones… tal vez eso le valga.
Eso unido con lo que me dijo de ti… ¡dentro de poco le tendrás en el bote!
¿Qué te dijo de mí? – preguntó interesada.
Pues que habías sido muy especial y muy… muy… - ¿cómo podría definir lo que le había dicho él con una palabra? – pasional.
¡Vaya! – sonrió involuntariamente - ¿dijo eso de mí?
Sí - ¿Era su imaginación o estaba sonriendo por el piropo que él le había dicho? Tal vez debería recordarle lo que él hizo con ella…
Bueno – cambió radicalmente de expresión – nos vemos mañana y yo me encargaré de todo… será mejor que estemos de acuerdo antes de actuar… nos vemos en tu casa a las nueve como hoy ¿está bien?
Por supuesto - ¿le daría tiempo a hacer que su piso, ahora desierto, pareciera más acogedor? – Nos vemos mañana.