Chicle y chocolate
Cáp. 3: En guardia
-¿En qué diablos estabas pensando?- le espetó Remus a aquel que solía ser conocido como el más guapo de los Merodeadores.
La puerta se azotó con violencia, y las lámparas de gas se encendieron inmediatamente. Aún así, la estancia no salió de la oscuridad total, sino que adquirió una apariencia lúgubre, que acentuaban la expresión de Lupin; y que asustaba a Sirius recordándole sus años de colegio cuando el prefecto quería hacerlos pagar por alguna pequeña gran broma.
-¿En que momento? Mi cerebro funciona la mayor parte del tiempo ¿sabes?
-Lo de las guardias, mi amigo- respondió conteniéndose.
-No le veo ningún problema- dijo sincero y se acostó en la cama con dosel que estaba en una esquina junto a la ventana.
-¿Por qué hago una guardia con Nymphadora en menos de media hora?
-Porque sí. Oye, Dumbledore me dijo que yo armará las guardias- exclamó levantándose y acercándose a Remus amenazadoramente-, y que los únicos requisitos eran que fueran de dos personas y que estas se llevarán bien ¿o me vas a decir que no te llevas bien con ella?- terminó clavándole el índice en el pecho del licántropo
Remus no contestó.
-¿O es que acaso temes que ella se de cuenta que te derretiste literalmente cuando la viste?
'¿Tan obvio había sido?' se volteó hacia la puerta dispuesto a marcharse, pero conociendo a Sirius, sabía que malinterpretaría ese silencio...
-¿De qué hablas?- masculló girando sobre sus pies.
-Oh, vamos. No soy ciego... vi como se quedaron- respondió sentándose en polvoriento sofá que había en el centro de la habitación-, parecían dos adolescentes. Tu expresión me hizo acordar a la de James, cuando miraba embobado a Lily...- añadió con nostalgia.
-No se de que hablas- negó.
Sirius le lanzó una mirada escéptica, pero Remus se encogió de hombros.
-Hablo- dijo, alzando la voz-, de lo que vi. De lo que sintieron, porque ella también se quedo como idiota. Ninguno de los dos pudo disimular como se pusieron cuando se miraron. Fue tan obvio y tonto.
-Baja la voz- rogó mirando hacia la puerta-. Realmente no se de que hablas.
-Muy bien- exclamó Sirius, sin bajar el volumen de su voz-, nunca fuiste bueno mintiendo, ni siquiera cuando estábamos en el colegio. Y con el paso de los años veo que tampoco has aprendido a hacerlo.
Silencio, silencio. Si hablará con la ventana, tal vez le hubiera sacado algo. Pero Remus parecía una pared imperturbable. Sólo silencio, sabía que estaba meditando pero el que lo ignorara lo estaba exasperando.
-¿Me vas a negar que ella no te movió el piso? ¿Qué no te sentiste atravesado por una corriente eléctrica cuando sus miradas se encontraron? ¿Qué te dio un chispazo? ¿Qué te pegó fuerte?
Por primera vez, desde que habían entrado en la habitación, alzó la vista hacia su viejo amigo.
-No...-musitó.
-NO ¿QUÉ?
-No grites...- rogó suavemente. Balbuceó algo que ni él mismo entendió
-Es que me sacas de quicio, Remus. Ella está muerta por ti. Tienes una oportunidad de acercarte a ella y te enojas.
-¿Cómo sabes que esta muerta por mí?- se sentía un colegial otra vez- Sólo nos miramos por diez segundos.
-Tres minutos- masculló Sirius-. Y de reloj. No sé como puedes ser tan ciego...
-Ya, Sirius- dijo cansado-. Es imposible ¿como iba a fijarse ella en mí?
-¿Y cómo voy a saber yo? Además es bastante rara- agregó como zanjando la cuestión.
-Ese no es el punto...
-Bueno, el punto es que... (¿Cuál es el bendito punto?) ¿Por qué no vas y averiguas esta noche si estoy diciendo la verdad y ella si sintió algo contigo? Digo, por ti.
Remus no dijo nada, pero asintió por dentro. Lo haría, sólo que no iba a decírselo a Sirius. Después de todo, no costaba nada probar y saber. Saber si él había causado el mismo efecto en ella, que ella en él.
Sirius resopló agobiado y lo apremió para que salieran de allí.
-No me gusta mi habitación-confesó-. Me da escalofríos- le dirigió una última mirada a la estancia y salió rápidamente.
Antes de salir, a Remus le pareció escuchar que unos pasos se alejaban estrepitosamente, pero cuando entraron en el pasillo no vio a nadie.
Nymphadora entró al comedor un minuto antes que ellos, respirando agitadamente y con el cabello más rojo que nunca. Maldecía en voz baja por su particular forma de sonrojarse... pero se felicitaba mentalmente por la rapidez de sus reflejos y la velocidad con la que había salido desde atrás de la puerta.
Estaba avergonzada de haberlo hecho, pero no había podido resistirse, escuchar detrás de las puertas siempre había sido su debilidad. Estaba doblemente ruborizada, primero por haberlo hecho y segundo por lo que había oído.
Se sentó en la desierta cocina y esperó que bajaran, con la vista fija en el fuego que amenazaba con extinguirse. Pensó que hacía calor para tener el fuego encendido, pero luego se dio cuenta de que era mágico y no calentaba, sólo ayudaba a alumbrar. El comedor estaba lleno de antorchas, peor al parecer lo único que realmente alumbraba era la luz que provenía de la chimenea.
Remus y Sirius, se sentaron junto a ella. Sirius venía hablando solo, desde que salieron de su habitación Lupin se había negado a dirigirle la palabra.
De repente se produjo un silencio incómodo. Impaciente por romperlo, Tonks se levantó para buscar la capa de Moody que estaba en la otra punta de la mesa.
Contra el pronóstico de Sirius, no tropezó y se sentó satisfecha nuevamente en su lugar. Ansiosos, Sirius y Nymphadora, por romper la tensión del ambiente comenzaron a hablar de banalidades. Hablaron de Fudge, de Snape, de Scrimgeour, siempre criticándolos. Incluso Molly Weasley estuvo presente en la charla, en boca de Sirius.
Tonks no pudo evitar reír ante la imitación de los gritos de la Señora Weasley, ella había sufrido varios el verano que pasó en la Madriguera, como para olvidarlos. Sirius realizó una imitación muy buena, casi tan buena como la que solían hacer los gemelos
En este punto, Remus intervino.
-No deberías haberle gritado- dijo mirándolo seriamente.
Cerca del mediodía, Sirius y Molly habían discutido por la habitación de éste. Él se negaba a dejar pasar a Molly para que lo limpiara, y ella insistía, llegando al tope de la escasa paciencia del merodeador
-Ay, vamos. Yo se lo dije amablemente, y como no entendía, se lo tuve que decir de otra forma.
Tonks rió suavemente al imaginarse la 'otra forma'. Lupin puso los ojos en blanco, no tenía caso discutir. Además Sirius tenía razón si no quería que se metieran con sus cosas, no tenían derecho a hacerlo. Al fin y al cabo era su casa.
Remus miró el reloj con impaciencia mientras Sirius se dirigió a avivar al fuego.
-¡KREACHER!- bramó sobresaltándola.
-Calla, Sirius- dijo Remus- Vas a despertar a alguien.
Pero Sirius fingió no haberlo oído, y gritó una vez más. Cuando iba por el cuarto grito, se escuchó que alguien bajaba rápidamente arrastrando los pies por la escalera.
-¿Llamó, mi amo?
-Sí ¿Qué acaso tanta mugre te ha dejado sordo?- murmuró irónico.
-Oh, no, señor, no- dijo el elfo haciendo una profunda reverencia mascullando algo que no se hizo audible para ninguno los que estaban con él. Pero Sirius captó la intención de lo que quiso decir porque lo levantó en el aire.
-Repite lo que dijiste, repítelo- chilló.
-Sirius, bájalo- demandó Remus. Sirius obedeció a regañadientes y lo abalanzó contra el suelo.
El elfo resbaló y fue a parar a los pies de Tonks, que se alejó un poco en su silla, recelosa. No sabía porque pero le daba miedo, quizás era porque tenía un aspecto de lunático, porque parecía desnutrido y tenía colgajos de piel por todos lados o por los ojos verdes claro inyectados de sangre y la carnosa nariz en forma de hocico de cerdo.
Kreacher se levantó haciendo otra reverencia. Su nariz tocó el suelo.
-Kreacher lamenta haber asustado a la señorita- exclamó aumentando aún más su reverencia. Tonks iba a contestar algo pero el elfo volvió a hablar-: La señorita le recuerda a alguien- dijo alzando los ojos, pero aún en reverencia-. La señorita tiene un aroma familiar... La señorita es una Black...- dijo después de observarla un rato largo dilatando sus fosas nasales-. Pero, Kreacher jamás la ha visto
-Es la hija de Andrómeda, Kreacher- explicó Remus, que junto con Sirius observaba risueño la expresión de Nymphadora.
-El hombre-lobo le habla a Kreacher- volvió a mascullar el elfo, Sirius intentó acercarse al elfo, pero Remus lo tironeó del brazo y lo obligó a sentarse-. Le dice el nombre que le prohibieron pronunciar a Kreacher. Y ahora Kreacher entiende, ahora Kreacher comprende porque nunca la había visto. La señorita es una sangre sucia. Es hija de una Black y un sangre sucia.
En este punto, Tonks había caído el suelo. Porque a cada frase que decía Kreacher, iba acercando su horrible rostro a la cara de ella, y Nymphadora por zafar iba moviéndose hacia atrás. Sirius se abalanzó sobre Kreacher, lo tomó del rudimentario uniforme y lo lanzó contra las escaleras.
-Fuera. Y como te oiga insultar a los que entran a la casa, te marchas para siempre- el elfo lo observó asustado unos momentos, pero luego hizo una reverencia y desapareció con el odio impreso en sus ojos.
-¿Para qué lo llamaste en primer lugar?- se interesó Remus, mientras ayudaba a levantar a Tonks. Ambos evitaron hacer contacto visual.
Pero antes de que volviera a sentarse, Tonks buscó los ojos de él. Y los encontró... a ella las rodillas le temblaron y volvió a caer. Él, por su parte, sintió como su boca se le ponía seca...
Sirius los miró unos momentos, sintió una punzada en el pecho, algo así como una mezcla de celos y alegría ajena. Luego, murmuró algo ininteligible y salió de la habitación alegando que estaba muerto de sueño.
Quizás, para Nymphadora hubiera sido ininteligible pero Lupin entendió lo que quiso decir. Se había molestado porque él había negado que le hubiera pasado algo con Nymphadora y ahora lo primero que lograba cuando sus miradas se encontraban era hacerla caer al piso, y él mismo se había quedado como paralizado.
Volvió a ayudarla, volteando la cara. Clavó sus ojos en la chimenea, aunque se moría de ganas de verla. No podía evitarlo, se sentía algo... adolescente.
Tonks se sentó apresuradamente en la silla y posó su vista en la pared, vigilándolo con el rabillo del ojo. Él fingió no notarlo y comenzaron a hablar sin mirarse. ¿Por qué lo hacían si ambos sentían lo mismo? Quizás porque no se lo habían confesado mutuamente. Tal vez, porque hasta que lo escucharan en la boca del otro, todo podía ser un gran malentendido.
-Yo entendía que no querían a mi madre porque se fugó con mi papá, pero no sabía que la odiaran tanto como para que prohibieran decir su nombre- murmuró pensativa.
-Los Black siempre han sido rencorosos- dijo Remus, recordando una frase que el propio Sirius le había dicho aquella tarde mientras limpiaban. -¿Por qué lo habrá llamado?- repitió un tanto curioso.
¿Por qué lo había hecho? Si al final lo había sacado volando de allí.
-No lo sé- murmuró ella suavemente-. Quizás quería que me conociera- agregó con media sonrisa.
Él a su vez también sonrió, y pensó en lo que el elfo había dicho.
'La señorita tiene un aroma familiar, la señorita es una Black'
¿A qué huelen los Black? Le pareció que Sirius no olía a nada en particular, mientras que la joven a su lado desprendía un inconfundible aroma a chicle. Chicle de frutilla.
Nada le había parecido tan delicioso como el chicle y la frutilla nunca, jamás.
-¿A qué huelen los Black?- dijo Tonks formulando la pregunta que él había pensado- ¿A qué huelo yo?- rió.
Remus sintió que sus mejillas se le ponían escarlatas. Pero Tonks no se dio cuenta, se había propuesto no mirarlo el resto de la noche, y aunque se le hacía difícil, estaba tratando de entretenerse con las manchas de la pared.
Miro su reloj, que como siempre vino al rescate y lo salvó de tener que contestar la pregunta. Faltaban quince para las once.
-Debemos irnos- exclamó levantándose.
Tonks lo imitó lo menos ruidosamente que pudo. Con el resultado contrario, en su apuro por salir derribó unas cuantas sillas, y lo siguió tropezando por todo el trayecto a la salida. Cuando se acercaban al vestíbulo, creyeron oír la voz de Sirius que susurraba enojado. Se abrieron paso hacia allí y lo encontraron parado en medio de la escalera, discutiendo con el retrato torcido de un anciano con un gorro extraño. No entendían muy bien de lo que hablaban, pero era obvio que el viejo pedía algo que Sirius se negaba a dar. Cuando se sintieron observados, Sirius se apresuró a ocultar algo en su espalda.
Conociendo a su amigo, Remus desconfió que fuera una botella, pero no pudo verla bien a causa de la casi completa oscuridad del lugar. Tonks se acercó a la puerta, harta de estar en lo oscuro y la abrió, lo que sea que fuera que tenía tras su espalda brilló cuando la luz llegó hasta allí. Murmurando un suave adiós que Sirius ignoró, saltó hacia la claridad de la calle.
Lupin miró severamente a su amigo, pero éste simplemente le devolvió la mirada, fastidiado, luego miró a Tonks frunciendo el ceño y volvió a mirarlo a él, como enojado y desapareció rápidamente, con el anciano tras él. Remus no pudo entender lo que había querido decir con eso y un golpe de Tonks con el pie sobre la vereda lo hizo volverse. Ella había cambiado el color de su cabello a un negro tan oscuro como la noche y le hacía señas con la mano desde la vereda
Volteó por última vez, esperando ver alguna explicación acerca de lo que había querido decirle Sirius, pero al encontrar nada más que oscuridad se escabulló tras Tonks algo malhumorado.
Cuando la puerta se cerró tras él, llegó a la conclusión de que Sirius estaba actuando caprichosamente y no sabía porque. En ese momento tenía un presentimiento que eso tenía mucho que ver con que él hubiera negado sentir algo con Nymphadora. Caminaba apresuradamente y no escuchaba lo que Tonks decía. Ni siquiera su suave aroma que momentos antes lo deleitaba lograba calmarlo.
'Es un idiota. Me mete en esto porque cree que lo necesito. Bueno si sentí algo con ella y ¿Qué? Sólo eran... nervios... Estoy seguro... Y ahora no sé porque se molestó si no le hicimos nada '
Nymphadora finalmente se ofendió por ser ignorada y dejó de hablar. No entendía porque que lo había alterado tanto. El silencio lentamente comenzó a calmar a Remus y logró esbozar una sonrisa tranquilizadora que por poco la derrite.
-Llegamos- exclamó y se detuvo en seco.
Tonks observó con aprensión el callejón en el que habían acordado desaparecer. Era un lugar estrecho y oscuro. Se sentía el corretear de las ratas entre los tachos de basura Pero se encogió de hombros y avanzó tras Lupin. Se echaron la capa encima y al mismo tiempo desaparecieron.
Un lugar bastante parecido había sido el elegido para aparecer. Ajustándose la capa, se encaminaron hacia un trasladador que los llevaría hasta el atrio. Con una sonrisa tomaron una edición vieja del Profeta y sintieron el conocido tirón desde el ombligo.
Luego de dar vueltas por un torbellino de colores, llegaron a destino. Tambaleándose un poco, llegaron a tierra firme y Tonks se sujetó del brazo de Remus, para no caer.
Mientras éste guardaba el trasladador en el bolsillo, sintió el tirón. Miró hacia donde estaba Nymphadora, que lo soltó inmediatamente y desvió la cara hacia donde se suponían debía estar el guardia de seguridad.
-Ese haragán- masculló entre dientes, Remus dirigió su vista hacia donde Tonks miraba-. Cada vez que vengo se queja de que trabaja demasiado; pero por lo que veo y me han dicho, cada vez que tiene oportunidad abandona el puesto... ¡Es increíble!
-Eso es mejor para nosotros- rió Lupin, y Tonks no pudo menos que darle la razón-. No podemos ir hacia los ascensores- señaló tironeándola suavemente cuando la notó enfilando hacia allí. Tonks paró en seco al oírlo y lo miró incrédula-. Atraeríamos gente. Por el ruido- explicó.
Tonks mantuvo su expresión de incredulidad.
-Bromeas, ¿verdad? Son nueve pisos- murmuró.
Él volvió a reír.
-Lo sé- musitó y se la llevó semi-arrastrando hacia las escaleras.
-¿No podríamos aparecernos? Son nueve pisos...
-Tú mejor que yo sabes que nadie puede aparecerse en el Departamento de Misterios.
Suspiró molesta y comenzaron a bajar las interminables escaleras. Ella iba un tanto distraída contando los escalones, evitándose así mirarlo. Mientras, Remus recordaba viejas épocas bajo la capa. Aunque ésta era mucho más grande que la de James, una sucesión de millones de imágenes aparecieron frente a sus ojos y no pudo evitar dibujar una sonrisa de melancolía en sus labios. Un aroma lo trajo de vuelta a la actualidad.
"Chicle, dulce sabor a chicle", pensó
El aroma que desprendía Nymphadora lo estaba mareando. Lo embriagaba, se sentía transportado hacia un lugar mágico. Siguió avanzando con ese dulce perfume que le llenaba los sentidos, y con los ojos clavados en ella.
No podía quitárselos de encima. Había crecido. Ya no era una niña. Y le resultaba bonita, muy bonita, con el cabello negro y algunas mechas rojas cubriendo su rostro. Algo en ella lo atrapaba, quizás su llamativa forma de vestir, de hablar o simplemente su forma de ser, tan alegre y viva. Pero sin duda, su aroma era lo que mas le llamaba la atención. De repente su voz lo sobresaltó
-Mil novecientos veinticuatro, mil novecientos veinticinco, mil novecientos veintiséis, mil novecientos veintisiete...; mil novecientos treinta y dos... mil novecientos treinta y seis. ¡Mil novecientos treinta y seis!- exclamó triunfal dando un salto que retumbó en el silencio, amplificado por las paredes de piedra-. Lo siento- dijo a media voz, con una sonrisa de niña buena- ¡Nos bajamos mil novecientos treinta y seis escalones!- susurró.
-Wow ¿Mil novecientos treinta y seis?
-Estoy exhausta- admitió con un suspiro-. Vamos a sentarnos- sugirió, señalando un lugar junto a los ascensores, frente a la puerta del departamento.
Se pusieron en marcha rápidamente hacia allí. Tonks no pudo evitar azotar ruidosamente los pies contra el suelo.
-Shh- dijo suavemente, volteando su cabeza levemente, temiendo que alguien pudiera oírlos.
-Relájate- repuso ella jovial-. No queda nadie aquí- murmuró, pero aún así ella también miro para todos lados. Nunca se sabía. Tal vez algún adicto al trabajo aún rondaba por allí.
En silencio, todo un logro para Nymphadora, se sentaron. Pasaron cinco minutos observando la puerta completamente callados.
-¿Qué crees que es lo que quieren de allí?- preguntó finalmente, sin poder aguantar un segundo más el silencio.
-Realmente no lo sé. Seguramente es algo muy importante. Pero como Snape no fue a la reunión de hoy... no lo sé y aparentemente Dumbledore tampoco. Tal vez, Voldemort aún no confía completamente en Severus-explicó ante la cara de desconcierto
-Lo sabia-dijo ella
Ahora él estaba desconcertado
-Ya sabía yo, que tenía cara de mortífago
Remus arqueó las cejas sorprendido
-Y según tu criterio, ¿Qué cara tienen los mortífagos?-preguntó con media sonrisa
-Pues...-Tonks estaba buscando las palabras para describirlos sin que resultara grosera, pero luego se dio cuenta de que eran mortífagos-. Claro que también cuenta su personalidad, eso es lo que se refleja en sus rostros. Pero generalmente, tienen cara de amargados, resentidos sociales, malvados, que disfrutan viendo el dolor de otros. Y si no me crees sólo tienes que ver la cara de Snape o de mi "querida" tía Bellatrix, si quieres te muestro una de las fotos que mamá tiene con ella y Narcissa.
-No, está bien. Recuerdo perfectamente su rostro.
No era fácil olvidar a la persona que alguna vez se burló de él, que lo torturó; la misma que había torturado hasta la demencia a dos de las mejores personas y Aurors que había conocido, y que había destruido tantas vidas.
Dos horas pasaron, sin ningún movimiento. Ni por parte de ellos, ni por algún alma viviente que se encontrará en el lugar. Nada se movía. Todo se encontraba en la más absoluta quietud.
Tonks no pudo evitar de extrañarse de ella misma. Durante todo ese tiempo había logrado mantenerse quieta y callada. Quizás tenía que ver con el hecho de que Remus estuviera tan cerca. Él le contagiaba paz. Una paz y tranquilidad que nunca creyó encontrar.
Repentinamente, la puerta que estaban vigilando se abrió; instintivamente, sacaron sus varitas y apuntaron a la figura que salía de allí.
Era alta, tenía el cabello enrulado y medianamente corto, y era un hombre. Cuando se puso de frente, descubrió unos hermosos ojos azul mar. Unos cuantos rizos le caían sobre éstos, haciéndolo lucir joven y despreocupado. Tonks no tardó en reconocerlo.
-Matt- exclamó sin poder contenerse. Inmediatamente, se dio cuenta de su error.
El joven comenzó a escudriñar el lugar con la varita en alto y se acercaba peligrosamente donde ellos estaban sentados. No tenían otra opción más que permanecer allí. Si se movían los descubrían, pero si no lo hacían también.
Remus ya tenía una decisión, si se seguía acercando lo desmayaría, borraría su memoria y saldrían corriendo. Miró a Tonks buscando alguna señal de asentimiento para atacarlo, pero ella permanecía inmóvil apuntándolo con la varita, con la mano en la boca y la vista clavada en el "tal Matt" mientras lo veía a acercarse.
Nymphadora no dejaba de reprenderse mentalmente por haber gritado tan fuerte, por haber olvidado que estaba en una misión y por ponerlos en peligro de una forma tan estúpida. También se reprendía porque no había gritado su nombre porque se alegrará de verlo, sino porque se sorprendió y se asustó pensando que podría descubrirla con Remus. Olvidando completamente de que tenía una capa de invisibilidad encima; como un par de horas antes, al encontrarse con unos hermosos ojos miel, había olvidado que tenía novio.
De repente, una voz femenina se escuchó desde adentro del departamento.
-¡Matt! ¡Matthew! ¡James Matthew! Te he estado llamando- exclamó una joven de cabellos rizados, a la vez que salía.
Matt se volteó precipitadamente.
-¿Eras tú la que llamabas?- preguntó.
-Sí, olvidaste los informes- explicó poniendo dos enormes carpetas en sus manos-¿Pensabas atacarme?- agregó señalando la varita.
-No, no... Es que...- balbuceó-. Creí que escuché que alguien me llamaba, pero no vi a nadie.
Tonks se revolvió inquieta y Lupin la sujetó del brazo suavemente. De inmediato la joven dejó de moverse, agradeciéndole interiormente a Remus el haberlo hecho.
-Creí que era la voz de Tonks- dijo finalmente.
Remus se sobresaltó... ¿Ese tipo la conocía? ¿Serían amigos? ¿O él sería su...? Ni siquiera se atrevía a formular la pregunta...
-¿Y pensabas atacarla?- rió la joven.
-Por supuesto que no-se enojó y guardó la varita-. Fue un acto reflejo. Ya sabes Fudge no quiere que nadie...
-que no trabaje aquí se acerque-completó haciendo una mala imitación del ministro. Tonks ahogó una risita escondiendo su cara en el brazo de Remus. Se separó con rapidez mostrando unos cuantos mechones rojo fuego-. Sí, sí. Yo también escuché ese discurso... seguramente son las ganas de verla lo que te hace oír esas cosas.
-¿Vas a ir a su apartamento?
-No, ella fue donde sus padres, probablemente se quedó a pasar la noche allí.
- Genial, entonces. Vamos, dejaré que me invites un trago y me cuentes de tu vida.
Se metieron en el ascensor, pasando muy cerca de donde estaban sentados pero sin notarlos.
-Ella es Ann, su hermana- dijo a media voz, aclarando la pregunta implícita que Remus le hacía, pero no era esa realmente la pregunta.
-¿Él es... tu...?- balbuceó después de dieciséis segundos de incómodo silencio.
-Novio- murmuró quedamente, sin atreverse a mirarlo. Considerando que sus zapatillas se merecían toda la atención del mundo.
-Oh...
Respiró profundamente, calmándose a sí mismo, pero no podía dejar de pensar lo idiota que había sido. Lo idiota que era al pensar que una muchacha tan joven y bonita como ella hubiera estado soltera. Sintió como si algo dentro de él se rompía. Tenía novio, y el tipo no era feo, y era joven, y tenía empleo. En un segundo se sintió diez veces más feo, cincuenta años más viejo y jamás pesó que sus bolsillos vacíos le pesaran tanto...
"Y el sano"- pensó inconscientemente. Ahora, definitivamente sentía que algo se había roto en mil pedazos. Aunque le costara admitirlo la ilusión que había acariciado momento antes se desvanecía con rapidez. Se sentía hueco, vacío. Como un estúpido había pensado en conocerlo, en tener algo con ella. Aún cuando eso hubiera sido breve.
Había olvidado completamente la clase de monstruo que era, ¿cómo podía haberlo olvidado? ¿Cómo podía haber fantaseado con ella? ¿En qué diablos estaba pensando? Mejor dicho, ¿en qué no estaba pensando cuando escuchó a Sirius? ¿Se había golpeado la cabeza o qué? ¿Qué es lo que lo llevó a actuar contra su costumbre... a actuar sin pensar?
Mientras Lupin divagaba en su mente, Tonks meditaba sobre la forma en que había reaccionado su compañero. ¿Se habría enojado? Aún no se atrevía a mirarlo.
Por los gritos que había escuchado cuando todo comenzó, él había sentido algo por ella. Y ella no cabía en sí de alegría. Cuando se vieron en el comedor, creyó encontrar algo mágico en él, algo, algo que no había sentido nunca y que le hizo olvidar el resto del mundo, y eso incluía a Matt
Estaba cansada, se sentía somnolienta. Bostezó nuevamente y apoyó su cabeza en su hombro tímidamente. Él a su vez, sin darse cuenta, y con suavidad, recargó su cabeza sobre la de ella. Olvidando todo lo anterior, tenían un efecto amnésico, el uno sobre el otro.
Estaba tan cansada... cerró los ojos esperando desconectar su cerebro. Los volvió a abrir casi inmediatamente, porque recordó que estaba de guardia... ¡Y en las guardias no se duerme!
"¡Alerta permanente!", en su cabeza escuchó a Ojoloco regañándola.
Como de muy lejos, una melodía comenzó a sonar en su cabeza. Se oía lejana y arrulladora. Suave y reconfortante, era una vieja canción, pero no la recordaba completamente. Pero estaba segura de haberla escuchado miles de veces, hace mucho, mucho tiempo.
-Nananana- en un intento por permanecer despierta, empezó a tararearla-: nananana, sueños cuidaré. Nananana...Tu guardián, nananana
Lupin se sobresaltó un poco al oírla. Primero, porque la creyó dormida y segundo, porque él conocía esa canción. Hacia años que no la oía, y no pudo evitar que su rostro se ensombreciera un poco. Ni que su sonrisa se volviera triste al evocar a la persona que solía cantarla.
-Nanana, nanana, nananana te prometo. Nanananana yo voy a estar...nananana, hasta que salga el sol...
-Shh- murmuró suavemente.
Tonks había alzado, sin notarlo, su voz, y Remus, temía que los pudieran oír.
-Lo siento-susurró.
Pero luego de unos minutos comenzó otra vez.
-mmmmmm... mmmm en la puerta... nananana... mi voz- luego un poco más alto- nananana... duermete... aquí estaré yo...
-Sh.
-Lo siento-repitió- es que me aburro
Remus la observó de reojo. Ella parecía no recordar la canción
-¿Qué estás cantando?
-Exactamente... no lo sé-estiró peligrosamente sus manos levantando un poco la capa.
-Esa canción es... -tenía un nudo en la garganta
Tonks no entendió lo que quiso decir. Ni siquiera Remus tenía en claro lo que era esa canción
-Nanaranaranana. Hasta que tus ojos vuelvan a abrir, mi amor, nanaranaranana
Sin darse cuenta estaba llorando. Una lágrima se deslizó por su mejilla y cayó en la camisa de Remus
-¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?-apremió, incorporándose levemente, Tonks levantó su cabeza y quedaron frente a frente
-No lo sé-respondió sonriendo y limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano
-Me... me conmovió la canción, y... ni si quiera la recuerdo completamente-rió suavemente mientras Remus le alcanzaba un pañuelo
-Pero... me suena tan familiar... a un día triste, muy triste, creo que llovía y, y alguien cantándola... (Eso es obvio, ¿no?)-rodó los ojos sonriendo-. Con una voz tan hermosa y delicada. Casi de ángel- sonrió nuevamente mientras le devolvía el pañuelo- ahora parece otro día- admitió recordando otro momento-. Pero siempre es un día triste, ahora es de noche- tenía los ojos ausentes, perdidos, tratando de sacar en limpio los recuerdos fragmentados que se arremolinaban en su mente, cerró los ojos tratando de recordar mejor, y algo logró hacer.
Al menos cinco personas estaban con ella, y se encontraba sentada en el regazo de una joven rubia. Era arrullada por la suave voz de la muchacha. Esa imagen se vio rápidamente reemplazada por otra; esta vez, la que cantaba era su madre, la voz no era la misma, más si el sentimiento.
Andrómeda estaba arrodillada junto a ella y le acariciaba con cariño el pelo. Estaba de su color natural, marrón como de un ratón pequeño, pero no brillante, sino opaco y sin vida. Su madre cantaba a media voz mientras la miraba tiernamente y apremiaba para que dejara de llorar.
Remus la contemplaba. Estaba perdido en sus memorias también. La canción, esa canción, y ella misma habían abierto un cajón de su mente, que el mismo consideraba sellado. Pero que ahora descubría que no era así.
El conocía la canción, la melodía, la letra, todo. Cada verso, cada nota, estaba demasiado grabada en su cerebro como para poder olvidarla. Pero hacía más de catorce años que no la escuchaba, cerrando los ojos podía escucharla clara y completamente.
No pudo evitar un estremecimiento cuando la dueña de la voz apareció en su mente. El la había escrito y ella le había puesto música y vida. Era para ella, para su Claire. Había sido un regalo para ayudarla a sobrellevar la muerte de sus hermanos. Más tarde le sirvió a él, cuando ella fue a encontrarse con su familia.
Abrió sus ojos apresuradamente negando a su cerebro el permiso para mostrarle aquel horrible día, en el que creyó que su vida acababa...
Tonks volvió a apoyar su cabeza en su hombro, ya no lloraba, pero tenía los ojos vidriosos y el corazón acelerado.
Había silencio, mucho silencio y a su alrededor, todo estaba oscuro. Sobre ellos, se encontraba la única antorcha encendida que alumbraba pobremente el lugar. Lupin recargó su cabeza sobre la pared y observó la base de la antorcha. Miraba sin ver, su pensamiento volaba lejos.
Ambos pensaban en lo mismo. En la canción, en el ángel que cantaba. Sólo que uno la recordaba claramente y el otro no. Pero a los dos por los mismos y diferentes motivos la canción les tocaba el corazón. A Tonks, le recordaba días tristes y consuelo, cada una de las notas, borraba las lágrimas, a Remus, también le traía sonrisas y todas las alegrías que había vivido junto a Claire. Controlándose lo suficiente, evitaba caer en aquellos que tanto le dolían, pudiendo traer a su memoria todos los recuerdos gratos.
Perdidos en sus pensamientos, no sintieron el paso de las horas. Nymphadora se detuvo en otra cosa... en uno de los tantos fragmentos que vio, encontró a Remus y pensó que si de ahora en adelante, serían compañeros, tenía que controlarse y dejar de derretirse cada vez que lo miraba a los ojos.
Se removió un poco tratando de ponerse cómoda, algo bastante imposible por el reducido espacio que tenía. Lupin también se movió. Tenía las piernas entumecidas por lo duro y frío del piso. El brazo derecho, donde Tonks tenía su cabeza, sin embargo, no le molestaba en lo absoluto. Le gustaba sentir ese leve peso, su calor, su aroma a chicle, suponiendo que era lo más cerca que estaría de ella.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano, Nymphadora comenzó a buscar su mirada. En el mismo momento, Remus volteaba a verla. Sus ojos se encontraron por segunda vez en la noche... y Tonks logró controlarse. No se sonrojó, ni tembló. Sintió un discreto y leve cosquilleo en la boca del estómago, y estaba feliz; se había contenido. Ahora podía disfrutar de la dulce mirada miel sin delatarse demasiado.
Por su parte Lupin, estaba extasiado con el par de ojos café de su compañera. Vivaz y pícaro, no había palabras mejores para describir el brillo en su mirada. Una mirada que mostraba felicidad, fiel reflejo de la suya.
Durante medio minuto, más o menos sostuvieron miradas. Medio minuto en el que el resto del mundo despareció y no hubo nada más que café y miel.
Rompiendo el mágico encuentro, el ascensor que en algún momento había subido, volvió a bajar ruidosamente y abrió sus puertas dándoles salida a tres o cuatro magos y brujas que cuchicheaban divertidos y que entraron apresuradamente al departamento.
Lupin tomó eso como una señal para concluir la guardia. Como siempre, buscó su reloj, buscando un sí. Las agujas indicaban seis y veinticuatro, sin duda, hora de irse.
Sonrió antes de decirle a Nymphadora que era hora de marcharse. Con algo de esfuerzo lograron levantarse y se dirigieron al ascensor entre los que subían y bajaban. Llegaron al Atrio y de mutuo acuerdo desaparecieron, apareciendo en el último callejón.
Los rayos del sol naciente alumbraban bastante la somnolienta ciudad, que despertaba.
-Es temprano- bostezó Nymphadora- ¡Diablos! Tengo que volver en unas horas- se quejó.
-Vayamos a Grimmauld Place por el desayuno-sugirió.
-Aceptó- murmuró entusiasmada-, pero quiero cambiarme antes. Pasemos por mi apartamento primero-extendió su brazo cuan largo era señalando un punto indefinido a la izquierda-. Son sólo cinco cuadras
Echaron a andar con tranquilidad y en silencio, había poco movimiento en la zona, cosa comprensible dada la hora. El sol ya casi salía completamente y soplaba una fresca brisa matinal que los despejaba, despertando sus miembros entumecidos.
Sin darse cuenta, Tonks caminaba con rapidez, dejando atrás a Remus, que la veía voltearse sonriendo como asegurándose de que la estuviera siguiendo todavía.
Estaba como muy acelerada, ansiosa y, por que no, nerviosa. Inocentemente llevaba al hombre que le gustaba a su departamento con apenas unas horas de conocerlo. Aunque si lo pensaba bien, tenía varios años de conocerlo, sólo que no lo recordaba.
Que caminara lento la ponía más nerviosa aún. Pero en realidad, Lupin mantenía un paso normal. Aunque para Nymphadora, cualquiera llevaba paso de tortuga si iba a su lado, ya que ella caminaba como si el diablo le pisara los talones.
No pudiendo resistirlo más, volvió sobre sus paso y tomó el brazo que él, al verla venir, le ofrecía caballerosamente.
Durante unos segundos, mantuvieron el ritmo de Tonks; pero después de una cuadra, Remus logró contagiarle el suyo.
Finalmente y aún del brazo, llegaron al edificio donde tenía su residencia la magnifica metamorfamaga, como graciosamente anunció.
El frente y sus alrededores eran tan alegres como ella misma. Remus notó eso enseguida.
"Y colorido, también", pensó.
La fachada era como un arco iris, tenía tantos colores, y eran tan brillantes como los que ella usaba en su cabeza.
-Vamos adentro- lo empujó, y no le quedó otra más que entrar.
-Son cinco pisos y no hay ascensor- explicó-, pero no me quejo. Yo estoy en el segundo
Subieron por unas angostas escaleras, por lo que tuvieron que separarse, cosa que Nymphadora lamentó muchísimo, mientras Lupin se sentía aliviado, aunque bastante desdichado. Había disfrutado sentir sus brazos enlazados, pero sabía que debían separarse. Después de todo no podía siquiera ilusionarse.
A la vez que subían, Tonks iba hablando animadamente, ocultando su desagrado. En el minuto y medio que tardaron en recorrer las escaleras y el pasillo, contó como había conseguido el apartamento después de un mes de infructuosa búsqueda en su segundo año para ser Auror.
Él la escuchaba entretenido, sin dejar de sentir una especie de dèja vu. Sentía que en algún momento, hacia varios años ya que había pasado por una situación muy parecida, incluso el lugar le resultaba familiar.
Pasaron frente a una puerta blanca que resaltaba de las demás por un pequeño detalle, número, picaporte y cerradura, estaban pintados de rosa. 23C número y letra grabados en el medio de la madera bajo el visillo dorado.
-Tiene mi toque, ¿te gusta?-preguntó alegre.
-Sí- contestó quedamente- ¿23 C?- preguntó reparando en la numeración.
Ahora si, ya no sabía si era un dèja vu o que, ese número le sonaba de algún lado. Y sabía que tenía que ver con Sirius...
-Yeap- dijo y empujó la puerta suavemente. De inmediato, ésta se abrió y pudieron entrar.
-¿No le echas llave?- se extrañó
-Eh... a veces, si me acuerdo. De todos modos, si alguien quiere robar primero tendría que ordenar para encontrar algo de valor- rió señalando el desorden que imperaba en la habitación.
Ropa por todo lados, muebles corridos de sus lugares y dos de los tres sillones, evidentemente, eran usados como armarios, puesto que la ropa que había allí cubriéndolos estaba perfectamente doblada. Y el tercero estaba volteado hacia la pared. Sin duda alguna, la sala de estar era como un gran ropero.
-¿Puedes descalzarte?- le preguntó mientras ella hacía lo propio.
-¿Eh?
-¿Si puedes sacarte los zapatos? Ayuda a mantener un tanto limpio este chiquero-sonrió pasando y dándole lugar para que el hiciera lo mismo, luego de haber dejado los zapatos junto a la puerta
Tonks se escabulló a su habitación mientras seguía hablando.
-Pasa a la cocina si quieres, y sírvete algo Ese y mi cuarto son los lugares más ordenados y limpios que hay aquí- pero Remus permaneció parado junto a un sofá. Tirado en el suelo, había algo que había capturado su atención, desde muy lejos y sin entenderla, oía la voz de Nymphadora-. Aunque no lo creas- terminó, pero luego agregó-: Mamá viene cada tanto a escondidas y ordena todo. Debe creer que soy tonta y no me doy cuenta que es ella, porque cada vez que le recrimino algo me lo niega. Yo soy despistada y todo, pero si de un día para otro puedes ver el piso de el living es porque alguien estuvo dando vueltas por aquí, ¿no?
Ya estaba de vuelta junto a él, y terminaba de acomodarse la ropa, unos jeans rasgados y una camiseta (mas tarde iría a buscar su uniforme a la casa de sus padres), cuando notó que él ni siquiera se había dado cuenta que estaba ahí. La escuchaba sí, pero no procesaba lo que decía. Una prenda particular robaba la atención que Tonks quería.
Dirigió su vista hacia donde él miraba y se mordió el labio. En el suelo, encontró una chaqueta de Matthew extendida a lo largo, junto con un par de pantalones.
-Tengo un hambre- mintió haciendo gestos exagerados con los brazos y llevándolo disimuladamente hacia fuera. Se le había quitado el apetito cuando vio lo que había hipnotizado a Remus.
No sabía que era lo que le había contestado y no se molestó en repetírselo cuando ella se lo pidió. Nymphadora lo empujó suavemente hacia fuera, molesta consigo mismo y con Matthew. Remus no puso resistencia y salieron al pasillo en silencio.
Tonks iba mordiéndose el labio, preocupada e incómoda... Matt, Matt ¿Por qué tenía que arruinarlo todo? Bueno, estaba siendo un poco cruel con él, en ese momento. Al fin y al cabo tenía todo el derecho de arruinarlo, era su novio después de todo. Podía arruinar todo.
En lo que concierne a Remus, éste se sentía mal y como un estúpido. Se suponía que no iba a dejarse gustar por ella. Y el haberse puesto de esa forma cuando vio esa campera de hombre en el suelo junto a varias cosas de ella... tenía que controlarse, mostrarse amable de nuevo, y calmado, estaba caminando como si fuera perseguido por una manada de hipogrifos.
Desapareció antes que él, pero no tardó en seguirla. Aparecieron frente a Grimmauld Place, ocultos por la maleza de algunas plantas que crecían silvestres y sin cuidado en la plaza.
Mudos y con rapidez cruzaron la calle, sin mirarse.
-Eh, no tengo más hambre, como que se me pasó- dijo amargamente.
Remus asintió con la vista clavada en el edificio, tenía un aspecto hosco y malhumorado, a pesar de que había intentado calmarse. Pero ella se despidió sonriéndole tímidamente. Él logró forzar una sonrisa que no fue más que una mueca macabra que la asustó.
Con un adiós a media voz y un abrazo suave e impulsivo se marchó de allí, con la garganta en un nudo, el corazón acelerado y la cabeza revuelta. Maldecía a Matt y a su chaqueta y se maldecía a ella misma y su desorden... mientras se perdía entre el laberinto de calles, meditaba la conversación que tendría con su novio sobre el "orden de las cosas"
Lupin permaneció inmóvil un rato todavía, un tanto dolido con ella y el "tal Matt" pero principalmente con Black, después de todo, no tenía verdaderas razones para estar molesto con ellos dos, si ella no le gustaba, sólo le agradaba.
El cretino ese lo había metido en todo eso, lo había hecho creer que lago podía llegar a pasar con esa vivaz jovencita.
Entró entonces a Grimmauld Place con paso cansado e irritado. Sirius se asomó somnoliento al vestíbulo y con una agilidad impresionante (y sorprendente, dada la hora que era), estuvo parado junto a su amigo en un abrir y cerrar de ojos, deteniéndolo al pie de las escaleras.
Le entregó una taza de café bien cargado y lo miró expectante, esperando detalles de la guardia.
Con un ademán molesto lo ignoró y comenzó a subir las escaleras.
-¡Oh, no Lupin!- exclamó Sirius desde abajo con dos tazas en la mano- ¡De mí no te escapas! ¡Me levanté temprano para oír lo que pasó bajo la capa! Valora mi mesejante esfuerzo.
-Vuelve a la cama, Sirius. Aún estás dormido. Es semejante, no mesejante- respondió subiendo, haciendo lo posible por seguir ignorándolo.
Pero aún con las tazas llenas, seguía subiendo apresuradamente tras él.
-Vamos, cuéntame que pasó... ¿Se tomaron las manos, se abrazaron, se besaron...?- Remus se detuvo en el descanso del tercer piso y lo miró con los ojos en blanco-. Bueno, besarse, besarse seguro que no... Tú eres de los que avanzan más despacio... aunque ella no tiene pinta de ser taan... como tú.
Lupin le dio la espalda y siguió hacia su cuarto.
-No me ignores, ¿Qué pasó?
Harto y exhausto, conteniéndose para no gritar y despertar a todos, respiró profundamente y enfrentó a su amigo. Sirius, ante una parada tan brusca se derramó encima el café que llevaba.
-¡Auch!
-¿Te quemaste?- preguntó, más por cortesía que por preocupación.
-No- contestó despreocupado-. Hace rato que te estoy esperando, y ya se puso frío. Por eso no tomaba, jeje. Vamos Remus, suelta la lengua ¿Qué pasó?
-Nada en lo absoluto- masculló
-Ah, pero por ese tonito, quería que pasara algo...
-No, Sirius, no. No quería que nada pasara.
-¿Por qué?- se extrañó
-Porque no. Por miles de razones, Sirius. Sólo por una fracción de segundo piensa que es imposible que tenga algo con ella, ni siquiera puedo permitirme fantasear con ella.
-Dame una razón que sea creíble- pidió dejando las tazas en el suelo y cruzándose de brazos.
-¿Sólo una? Tengo varias- se exasperó-. Primero, tiene novio.
-Eso puede arreglarse- sugirió.
-¿Acaso no tienes escrúpulos?- lo miró con severidad.
Sirius se encogió de hombros y metió las manos en el bolsillo.
-No los tenía antes y Azkaban no es un buen lugar para conseguirlos. Pero no hablemos de mi agradable estadía en el palacio Dementor.
-Ah, ¿quieres otra más?
-Sí, esa no es la más razonable- insistió.
-Bueno, mejor. Porque ahora te traigo las razonables. Y no me interrumpas- caminó unos pasos por el pasillo hasta su habitación y abrió la puerta, empezó a numerar con lo dedos, con un pie dentro de la habitación-. Primero, hay catorce años entre nosotros. Segundo, si alguna vez se me cruzara por la cabeza salir con ella, no tendría un centavo para pagar, y tercero, pero no menos importante, existe una pequeña pero inolvidable bestia que aparece cada mes y que se llega a enterarse de ella, correrá por su vida; como hicieron muchas, como hicieron todas.
-Todas no lo hicieron- susurró serio-. Además, ella ya sabe que tienes otro yo baboso y apestoso.
-Bueno, si lo sabe, no se acuerda- repuso.
-¿Por qué dices eso?
-Porque me abrazó y estuvo hablando conmigo como si fuera normal- explicó tratando de ocultar la sonrisa que le producía recordar ese momento.
Sirius saltó irritado en su lugar y para evitar seguir pateando las tazas, las corrió un poco.
-Mira, Remus, aunque te cueste entenderlo; eres una persona normal, pero que desde anoche se comporta como un adolescente inseguro de sí mismo.
A pesar de querer golpearlo por tener razón, se contuvo y entró en la habitación y se arrojó en la cama sin desvestirse.
Sirius rodó los ojos y entró tras él.
-Vete, quiero dormir- gruño, con la cara oculta bajo la almohada.
-No me voy a ir hasta que me digas algo.
-¡Pero si no paso nada!
-Oh, eso explica tu malhumor.
-(Hasta que lo entiendes), pero eso no explica nada. Estoy de malhumor porque estoy cansado y por tu culpa.
-¿Mi culpa? ¿Por qué mi culpa?
-Porque tú me metiste en esto, hiciste que creyera que algo podría concretarse...
-Y puede, Remus. ¿Qué importa que si tiene novio?
-Tienes razón- contestó irónico, pero Sirius no se dio cuenta del tono que usó-, eso no importa, pero que hay de invitarla a salir a un paseo bajo la luna llena...
-Dile que lleve un frasco anti-pulgas.
-No bromeo.
-Yo tampoco-sonrió.
Si las miradas matasen, era como la quinta vez que Sirius habría muerto fulminado.
-Estás demasiado ciego, Remus. Debiste ver la carita de ilusión que puso después de que se desatoró.
-Y tú ves cosas donde no las hay. Vete- demandó-, quiero dormir. Voy a dormir.
-¿Cómo sabes que tiene novio?- preguntó recordando de golpe-¿Lo llevó a la guardia?
-No seas tarado, trabaja en el departamento de Misterios y es atractivo, tiene dinero, salud y trabajo.
-¿Y?
-Y yo no tengo nada de eso... Ah, y además tenía una hermana bonita.
-¿Encima eso?... ¿Muy bonita?- se interesó, luego cayó en la cuenta de algo-: ¿Qué hacías mirándola?
-Este... yo... ¡Ya! ¡Vete! ¡Tengo que dormir! Vete, vete, vete-exclamó incorporándose y empujándolo suavemente hacia la puerta
-Pero...
-¡Te vas!- de un empujón, bastante brusco, finalmente lo echó hacia fuera y le cerró la puerta en la cara.
Sirius se ofendió y perjuró en voz alta divirtiendo a los gemelos y escandalizando a Molly que pasaban por allí para concluir con la batalla, por lo menos, con ese piso.
Lupin se desplomó suavemente en la cama e intentó conciliar el sueño. Una sucesión de colores comenzaron a revolotear en su mente, entre los que se destacaban el rojo y le negro, mientras Morfeo lo hacía partícipe de su cacería. Tal vez tuviera que ver con la cercanía de la luna, (o tal vez no, ya que para esa fecha faltaban nueve días, todavía) pero aún semidormido, percibía un suave aroma a chicle.
Unos violentos golpes lo hicieron despertar en el exacto momento en que Nymphadora se corporizaba completamente en sus sueños.
-Pase- masculló sin molestarse siquiera en levantar la cabeza hacia la puerta.
Un malhumorado Sirius asomó medio cuerpo por la puerta entreabierta.
-¿Quién va a entregar los informes?
-¿Qué informes!
-Los que dijo Dumbledore que había que hacer después de cada guardia.
Remus tomó aire y pensó profundamente, somnoliento se levantó y se sentó en la mesa que había junto a la ventana, que recibía perfectamente la luz del sol, que se colaba entre las mohosas cortinas.
-¿Pergamino, tinta y pluma?- pidió.
-En los cajones- respondió el otro antes de desaparecer escaleras abajo.
Abrió el primero de los cuatro cajones del escritorio y encontró lo que buscaba. Tomó la pluma y desenrolló el pergamino. Mojó la pluma en el tintero y se dispuso a escribir un informe de la guardia, detallado pero conciso.
Pasó media hora y finalmente Morfeo lo atrapó. Y se rindió ante él, cayendo dormido con la cabeza sobre el escritorio y con los brazos cubriendo el informe. El que hubiera querido saber que había pasado y hubiera pedido el informe, no habría podido leer más que tachones y si por casualidad los descifrara, no leería más que, dulce sabor a chicle de frutilla
N/a: millones de disculpas, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, pendón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, perdón... me re atrasé, perdón, no tengo excusa... salvo que empezaron las clases, pero no significa nada... (snif, snif) perdón, espero que les haya gustado y perdón... prometo no tardar tanto en actualizar la próxima... Gracias por leer y por sus rewiews! Y por su paciencia!