- ¿Qué dijiste?- preguntó Severus con el semblante desencajado.
- Que estoy embarazada.- repitió con tristeza Hermione encaminándose al dormitorio, pero Snape la detuvo por la muñeca con el escepticismo dibujado en el rostro.
- ¿De mí?- preguntó con los ojos desorbitados y una palidez cetrina similar a la de tiempos pasados, aunque esta vez era resultado de la sorpresa.
- No.
- ¿Qué?- estalló haciendo más presión en la muñeca.
- Es del señor Tenebroso… o no, de Salazar Slytherin ¡Claro que es tuyo!- dijo esforzándose por mantener la compostura y no echarse a llorar como una niña pequeña- "¿Cómo puede preguntar eso?"
Hermione se zafó de la mano y lo miró colérica por unos instantes. Severus continuaba observándola como si acabara de contarle que había volado en pedazos Gringotts. La joven decidió que había sido demasiado para ella en un solo día y siguió su camino hacia la habitación.
- Imbécil...- murmuró Severus recordando las cosas que le había dicho- ¡Hermione¿Por qué no me lo dijiste antes de hacerme todas esas preguntas?- dijo entrando al cuarto detrás de ella y cruzándose de brazos
- ¿Para qué?- preguntó sollozando sentándose en el extremo más lejano de la cama, de espaldas al hombre- ¿Para que me mintieras acerca de tus verdaderos sentimientos?
- ¡Detesto cuando tomas esa actitud!- exclamó enervado acercándose hasta darle la vuelta a la cama y quedar frente a frente a la joven- No me das ni siquiera una oportunidad para…
Ella trataba de seguir sus frases a pesar de los accesos de náuseas que la atormentaban, hasta que no pudo resistirlos más y corrió trastabillando con el mobiliario hasta al baño dejando a Snape con la palabra en la boca.
La cabeza le daba vueltas y el mosaico del baño al estar arrodillada sobre el inodoro se le antojaba cada vez más borrosa y precaria. Un vaso de agua con dos rodajas de limón luchando con unos cubos de hielo por su permanencia en la superficie se materializó ante sus ojos.
- Te ayudará con el mareo.- susurró Severus entregándole la bebida.
- Gracias.- murmuró Hermione.- ¿Crees… crees que sean normales estos mareos tan fuertes?
- No lo sé.- dijo inexpresivo quitándole el recipiente ahora vacío y ayudándola a levantarse.- ¿Te sientes mejor?
- Un poco.- dijo buscando el cepillo de dientes en el lavamanos como excusa para no mirarlo fijamente.
- Estaré afuera- dijo él encaminándose de regreso a la habitación y adivinando por la reacción de Hermione su alivio.
Hermione se lavó los dientes y preparó la bañera. Si existía alguna actividad inútil o banal para evitar la confrontación con su esposo bienvenida fuera. Pensó en exfoliarse el rostro y pintarse las uñas de manos y pies… pero eso era demasiado. Pasó dos horas enteras en el baño y cuando terminó echó un vistazo a su reloj de pulsera y suspiró aliviada, eran más de las once, probablemente Severus se había cansado de esperarla y estaría durmiendo.
Se quedó en una pieza cuando al salir del baño lo encontró mirando por la ventana hacia las oscuras calles de Londres.
- ¿Tratas de postergarlo?- dijo sin mirarla.
- No sé de qué hablas.- dijo despojándose de la toalla y buscando un pijama sencillo en el armario.
- Claro.
- ¿Severus podemos hablarlo mañana?- preguntó cansada y sin esperar respuesta se tumbó en la cama y se arropó hasta el cuello con el edredón.
- ¿Tengo otra opción?- preguntó con una mueca de desagrado saliendo de la habitación. Tomó un abrigo en el perchero del salón principal y salió de la casa hacia los callejones de Chelsea. Esa noche como muchas antes de esos cuatro años Hermione se durmió llorando.
- No puedo hacer esto.- susurró Severus caminando por el oscuro callejón y pasando por alto los pasos a sus espaldas que en otra ocasión habría escuchado en cuestión de segundos.- No quiero… no puedo hacer esto
- Sólo los desequilibrados hablan solos – susurró una voz masculina a sus espaldas.
- ¿Qué haces siguiéndome?- preguntó Severus sin detenerse.
- ¿Siguiéndote?... ¡Qué petulancia tan increíble la tuya!
- Tienes suerte de que no sea luna llena Remus o podría salir a relucir tu otra personalidad.
- Auch, golpe bajo mon ami… es una suerte tratar con personas como yo.- dijo alegremente caminando esta vez a su nivel y colocando una mano fraternal sobre el hombro de Snape.- Hombres que ocultan su verdadera personalidad, lo encuentro heroico.
- No me digas… yo lo encuentro estúpido… se supone que me escondo ¿qué demonios haces aquí?- dijo con fastidio.
- ¡Qué ingrato eres!- exclamó fingiendo estar ofendido.- Yo que venía a preguntar cómo iba todo con tu matrimonio.
- ¿Qué matrimonio?- dijo Severus simulando estar tranquilo.
- Uno con cierta estudiante de Griffindor… de veras si te hubiera visto besándote con Filch por los pasillos de Hogwarts no me habría sorprendido tanto como con esto.
- ¿Cómo lo supiste?
- Soy tu mejor amigo, no puedes ocultarme esas cosas.- dijo sonriendo aún más.
- No eres mi mejor amigo, ni siquiera eres mi amigo.- escupió Severus
- Soy el único que sabe que eres inocente- explicó con naturalidad.- Eso me hace tu amigo ¿no?
- Genial, llámame cuando acepten licántropos en el cargo de Ministro de magia y puedas absolverme de mis crímenes.- dijo con sarcasmo.
- Tu esposa debe ser un ángel.- dijo suspirando mientras seguían caminando hasta perderse en la oscuridad de la noche.
- Buenos días.- dijo Severus observando como Hermione salía del baño tambaleándose.
- Son náuseas matutinas.- explicó sentándose a su lado en la cama.- Desearía estar muerta, esto es horrible.
- Lo comprendo.- dijo levantándose y caminando hacia el estudio.
- Por lo general duran hasta el cuarto mes, gracias por preguntar.- susurró para sí misma comenzando a llorar en silencio.
- Deja ya eso.- susurró Hermione arrebatándole un libro de las manos a Severus con una sonrisa en los labios.- Vamos a dormir, es tarde.
- No puedo, tengo que preparar dos exámenes para mañana.
- Ven- persistió Hermione tomando su mano y colocándola sobre su vientre. Tal vez si lo acercaba más al bebe cambiaría ese semblante adusto.
- No puedo.- dijo soltándose y tomando el libro.- No tengo sueño y tengo mucho trabajo que hacer.
- No quiero dormir sola Severus.- explicó haciendo un mohín.
- Hermione entiendo que por tu estado te comportes así, pero no puedo hacer nada para sosegar tus cambios hormonales. Estoy ocupado en este momento ¿Entiendes?, deja de comportarte como una niñita inmadura y egoísta.
- Lo siento.- susurró abandonando el estudio. Cuando estuvo lo suficientemente lejos del salón se sintió tan triste y sola que pasó dos horas acariciando su vientre, llorando y hablando con la criatura.- Sólo tienes cuatro meses, creo que aún no puedes escucharme pero es agradable tener alguien con quien hablar bebé.
Esa noche escondido entre las sombras como la primera que estuvieron juntos, Severus escuchó el llanto de su esposa y comenzó a despreciarse una vez más después de todos esos años.
- Tienen una hora para responder el examen.- dijo Severus sentándose pesadamente en detrás del escritorio.- Les aconsejo que le dediquen diez minutos a cada respuesta y los diez que sobren a verificar su ortografía y las cosas más superficiales. ¿No hay preguntas?- preguntó suprimiendo un bostezo.- Perfecto, no habrán preguntas durante el examen.- dijo colocando sus brazos en forma de almohada sobre la mesa y durmiéndose sobre ellos, dejando a toda la clase pasmada.
- No mamá, estoy bien en serio…- mintió Hermione jugando con el cable del teléfono.- Sí, tengo buen apetito… a cada instante como ensaladas y eso- continuó mintiendo- No, nada de dulces, no son buenos para el bebé ni para mi dentadura… sí, mi esposo me hace feliz y no estoy considerando divorciarme mamá… de acuerdo la semana que viene, adiós.
Colgó sintiéndose muy cansada de repente¿era normal sentirse de esa manera tan horrible todos los días? Esa falta de aire… ahora se hacía más aguda y todo se hacía tan borroso, todo se tambaleaba… la oscuridad, la succionaba la oscuridad, el aire se evaporaba de sus pulmones tan velozmente… no quiero perderte bebé.
Severus hizo malabares con las llaves de la casa, el maletín con los exámenes y un ramo de lilas que había decidido llevarle a Hermione como compensación por actuar cómo un idiota las últimas semanas. Abrió la puerta después de todos los pormenores y arrojó el maletín con fastidio sobre una mesa en la entrada.
- ¿Herms?- susurró buscándola superficialmente por todas las habitaciones. La casa estaba demasiado silenciosa pensó sintiéndose incómodo.- ¿Hermione?
Subió las escaleras rápidamente aumentando con cada peldaño su inquietud. La encontró tirada en el pasillo con todo el cabello sobre el rostro y respirando con una dificultad imposible.
- Su esposa sufre de anemia.- dijo el mismo doctor regordete que le había dado la noticia de la gestación a Hermione.- Es preciso que sus niveles de hemoglobina se eleven, de otra forma tendremos que realizar una transfusión.
- ¿Es tan grave?- preguntó Severus impaciente. Necesitaba verla desesperadamente, se apoderaba de él un deseo vehemente de tomarla entre sus brazos y protegerla.
- Cálmese un poco amigo.- dijo el doctor dándole unas palmadas en la espalda y guiándolo hasta la habitación donde se encontraba la joven.- Es necesario que se alimente de cosas ricas en hierro y que tome muchos cítricos, pero más que nada necesito que la bese, que la abrace, hágala sentir amada… el afecto es una cosa primordial cuando se está esperando un bebé.
- Lo entiendo.- dijo Severus sonriéndole con tristeza al doctor.
- ¡Y cambie usted esa cara muchacho, que va a ser padre!- dijo dándole una palmada tan fuerte que lo hizo trastabillar en el pasillo de obstetricia.
-Bien, hemos llegado.- dijo el doctor abriendo la puerta de la habitación.- Pase y yo vendré más tarde a examinarla personalmente.
- Gracias.- susurró Severus entrando con agobio. Ella estaba conectada a una botella de suero y a un extraño aparato que registraba dos sonidos intermitentes.
- "Son sus corazones"- pensó observando como el pecho de la joven se alzaba con cada respiración. Estaba dormida apaciblemente.- "Son los corazones de lo único valioso que he tenido en mi vida".- Tomó su mano derecha y miró con tristeza la izquierda, conectada a un cable grotesco que no cejaba de hacer ruido cada vez que una gota de suero se precipitaba hasta el mismo. – Perdóname… perdóname.- susurró llorando por primera vez desde que tenía nueve años y ahogando sus lágrimas en el dorso de la mano femenina.
- ¿Severus?- susurró Hermione despertando con dificultad.- ¿Qué te sucede?
- No odio a nuestro hijo.- dijo sollozando y abrazando el vientre de la joven.- Me odio a mí por no poder ser un buen padre, jamás podré serlo… si ni siquiera tuve yo uno bueno.
- Severus.- susurró llorando a su vez Hermione.- ¿Por eso has estado así estos meses?
- A duras penas puedo ser un esposo común… no quiero que mi hijo tenga por padre a un vulgar asesino… a una basura.
- No digas eso… eres un buen hombre.- susurró Hermione acariciando sus cabellos.- Y yo no quiero estar con nadie más que no seas tú.
- Perdóname.- susurró mientras continuaba llorando hasta que los dos exhaustos por las emociones se rindieron y cayeron dormidos.
- ¿No va a examinarla doctor?- preguntó una quisquillosa enfermera escandalizada por la postura de la pareja.
- ¿Y arruinar este momento tan precioso?- dijo observando cómo Severus dormitaba sentado en la silla del acompañante sobre el vientre de la mujer mientras Hermione se aferraba a sus cabellos y pernoctaba también apaciblemente.
- Esa presión puede hacerle daño al feto.- dijo mirando con desprecio la escena.
- ¿Sabes Mary? sería bueno que tuvieras una cita algún día
- ¿Qué ha dicho?
La enfermera salió mirándolo con odio, pero el doctor se limitó a sonreír y a quedarse observando a la pareja por largo rato.
- No quiero.- susurró apartando el rostro de la cucharilla llena de gelatina de frambuesa.- Sabe horrible.
- Sólo te queda un día aquí.- dijo Severus insistiendo.- ¿Quieres que el bebé nazca débil?
- No.- susurró Hermione abriendo la boca con fastidio y comiendo el bocado mientras cerraba los ojos con fuerza.
- Dos más.
- Una más.
- Dos más.
- Sabe espantoso.- dijo Hermione comiendo los dos últimos con rapidez.
- Sabe mejor que la poción multijugos que tomaste en el segundo año.- señaló con sorna retirando la bandeja de comida.
- Oye…¿Puedo hablar contigo de algo importante?- preguntó jugando con nerviosismo con la tela de la cobija.
- ¿Qué sucede?
- Ronald me escribió… a casa de mis padres hace unos meses.- dijo sin mirarlo a los ojos.
- ¿Cuántos meses?- dijo Severus incómodo ¿Por qué Weasley le escribía a su esposa?
- Tres… ¿debería contestarle?
- No.- dijo lacónicamente sintiendo la llamita de los celos comenzar a quemarse en su interior.
- ¿Estas molesto?- preguntó acariciando su rostro.
- Sí.- dijo sinceramente tomando la mano de la mujer y colocándola posesivamente sobre sus labios.
- ¿Y celoso?- sonrió Hermione
- También… ¿contenta?
- Mucho ∩.∩
- ¿Que estás leyendo?- preguntó Hermione virándose con un poco de dificultad en la cama para mirar a su esposo vestido únicamente con un pantalón de algodón verde oscuro que acostumbraba a utilizar como pijama.
- Algo que un muggle considera "Química compleja".- dijo burlonamente pasando las páginas como un tebeo de caricaturas.- Creo que esto no llega ni al primer nivel de Pociones…
- Déjalo ya.- dijo quitándole el libro de las manos y arrojándolo fuera de la cama.
- Lo dejo entonces.- dijo sonriente.- Vamos a dormir.
- Hermione… ¿Por qué estás llorando?- preguntó Snape acariciando su rostro con nerviosismo.- ¿Te duele algo?
- No soy bonita.
- ¿Qué?- exclamó atónito mirando el reloj de la habitación que marcaba las tres de la madrugada.
- Me veo horrible… parezco un globo.- dijo ahogando sus quejidos en la almohada.
- No digas tonterías… te ves hermosa.- dijo atrayéndola hacia su cuerpo.- Eres tan bella y te ves tan sexy cuando me miras así…
- ¿No te molesta que ya casi nunca lo hagamos?
- Sólo un poco.- dijo cerrando los ojos y acariciando sus rizos castaños.
- ¿Te molesta mucho?- preguntó temiendo su respuesta.
- "¡Sí… estoy desesperado por contacto físico, aquí y ahora contigo… esto es dantesco!"- pensó respirando profundamente.- No… no me interesas solamente por el sexo, yo te amo y eso es lo que de verdad importa.
- O sea que no quieres hacerlo.- expuso la joven respirando con dificultad.
- ¿Tú quieres?
- Sí… ¿podemos hacerlo?… si es muy tarde podemos dejarlo para otro día si lo prefieres.
- No.- explicó con una inmensa sonrisa Snape.- No es tan tarde.
La besó dulcemente en los labios por largo rato acariciando su cuello con el pulgar. Profundizó el beso y sintió la dulzura de su boca bajo la suya.
- Dios santo… ¿desde cuándo no te besaba así?- dijo separándose.
- Tres meses ocho horas y diez minutos.- dijo buscando aliento Hermione.
- Soy un imbécil, un…
-Shh.- susurró Hermione colocando un dedo en su boca.- Sígueme besando por favor
- ¿Es una orden?- preguntó con arrogancia colocándose encima de ella pero sin apoyarse en su cuerpo.
- Es una súplica.- respondió abrazándolo.
- Pero el bebé…
- ¿Qué?
- ¿No le haremos daño?
- No.- respondió besándolo ella y sintiendo cómo él se dejaba caer con desconfianza.- Te lo prometo… no le haremos daño.- dijo repleta de felicidad al pensar que le preocupaba el bebé.
- De todas formas estaría más contento si tú estuvieras arriba.- dijo separándose incómodo y levantándose nervioso.
- De acuerdo.- dijo incorporándose y empujándolo con delicadeza en la cama. Se sentó con cierta dificultad en su abdomen, lo cual no pasó desapercibido por Snape.
- Si no te sientes cómoda no tenemos que hacerlo Hermione.
- Estoy perfectamente.- dijo tratando en vano de inclinarse para besarlo.- Bien.- dijo exhausta y molesta separándose del hombre y cubriéndose con el edredón hasta la cabeza.- No podremos hacerlo.
- Herms…- susurró incorporándose y escuchándola llorar de nuevo.- no llores… sí podremos hacerlo.- dijo halando el edredón
-No, porque estoy gorda.- sollozó halando ella también la cobija.
- Estás embarazada, no gorda.- dijo logrando quitarle de encima la sábana.- Y si estuvieras gorda de verdad tampoco me importaría.- señaló limpiándole las lágrimas con los labios.- Ven.- dijo izándola por la espalda hasta sentarla frente a sí mismo.
La miró sonriendo un rato y volvió a besarla más intensamente. Sintió la seda del camisón femenino bajo el tacto de sus manos y el ritmo de su respiración agitada. Movió sus dedos alrededor de su cintura hasta tocar muy superficialmente su vientre ligeramente abultado. La sentó con cuidado en su regazo mientras continuaba besándola y acariciando su espalda. Empezó a subir delicadamente guiado por el camino de la curvatura hasta sus hombros.
- ¿Desde cuándo no hacemos el amor?
- Tres meses, ocho horas y veinte minutos.- puntualizó Hermione echándole los brazos al cuello y exterminando esa pequeña distancia que separaba sus bocas. Ella separó los labios y sintió como Severus succionaba y jugaba con su lengua.
- Te quiero ahora.- dijo Severus removiendo con un leve movimiento de sus manos las tirillas del camisón y lamiendo sin piedad el cuello de la joven.
- Se…verus.- susurró Hermione prodigándose al placer de sus besos. Sentía como él poco a poco removía la camisola y la desnudaba lentamente. La cadencia de su respiración se hizo más dificultosa y descubrió con satisfacción que la de Snape era cada vez más similar… inminente, ansiosa.
- Que bueno que los bebés escuchan a partir del quinto mes de embarazo.- dijo subiendo por la senda de su abdomen hasta llegar a los senos.- No es bueno que oiga a su madre gritar.- dijo con malicia haciéndola gemir con el contacto.
- No es bueno que… escuche a su padre decir tantas depravaciones.- jadeó echando la cabeza hacia atrás.
- Es porque su madre lo vuelve loco.- dijo besando sus pechos.- Sólo un besito y ya el pobre hombre está en llamas.
- No digas esas cosas.- suplicó dejándose caer de espaldas en la cama.
- Así no puedo besarte.- dijo Severus con fastidio.- levántate ¿o es que ya no lo resistes?
- Por favor… hazlo ya.
- ¿Tan pronto?- preguntó inocentemente.- Si ni siquiera he podido terminar de desvestirte.
- Hazlo ya.- dijo débilmente levantando sus caderas para que Snape le quitara el camisón por completo de una vez por todas.
El hombre aprovechó la oportunidad y se colocó debajo de su cuerpo. Apartó la ropa íntima de la mujer y la deslizó por sus piernas hasta una altura que se le antojó conveniente.
Tomó su sexo y se adentró con miedo en su interior para luego retirarse nervioso. Hermione intuyó su inseguridad y con mucho esfuerzo volvió a sentarse sobre su regazo.
- No tengas miedo de lastimarnos.- susurró abrazándolo.- El sexo durante el embarazo ayuda a los músculos para el parto y es más espontáneo, además…
- ¿Dónde has escuchado eso?- la interrumpió separándose para mirarla con el entrecejo fruncido.
- Lo he leído en un libro.- explicó sonriendo.
- Perdona… es que no quiero lastimar al bebé, tengo mucho miedo de ser padre ¿sabes?- murmuró posando su frente en la de Hermione que sorprendida y encantada por su ternura y sinceridad lo abrazó más estrechamente.
- Por favor hazlo ya.- repitió dejándose caer completamente en sus brazos. Él volvió a intentarlo con sumo cuidado echando la espalda hacia atrás para sostenerla mejor. Se movió con delicadeza hasta escuchar los leves gemidos de la mujer.
- ¿Te gusta?- preguntó mirándola con los ojos entrecerrados.- ¿Te hago daño?
- Te extrañé tanto Severus.- fue su única contestación mientras seguía la parsimonia de los movimientos. Él aumentó un poco el movimiento escuchando con el renovado placer de antaño cómo los quejidos de Hermione se hacían más fuertes, más urgentes. La sintió apoyar las rodillas en el colchón alrededor de sus piernas y se abandonó por completo esta vez.
- Te amo.- susurró jadeando.- te amo.- continuó besándola profundamente en la boca hasta sentirla agitarse frenéticamente en sus brazos y percibir como su propio cuerpo estallaba en pedazos.
- Te amo.- dijo Hermione separándose exhausta y durmiéndose inmediatamente en sus brazos. Severus se apartó un poco de ella y la depositó con suavidad en los almohadones de la cama. Se tendió a su lado apoyándose en su codo y mirándola por largo rato. Observó sus senos, ahora un poco más grandes y como las sombras de la noche jugaban con el tono de su piel.
- Creo que te debo una disculpa ¿verdad?- susurró acariciando el vientre de Hermione y apoyando con dulzura su cabeza en el mismo para escuchar su interior.- Tal vez podamos hablar un rato ahora que mamá se durmió… te prometo que trataré de ser un buen padre para ti y no le daré tantos dolores de cabeza a tu mami… Vamos a hacerla feliz.- culminó besando delicadamente la piel del abdomen y durmiéndose abrazado al mismo. Esa noche un nuevo sentimiento comenzó a latir en el corazón de aquel hombre que en el pasado había sido tan infeliz y que ahora se encontraba confundido ante tanta dicha.
- Buenos días.- saludó Hermione desperezándose y bostezando alegre.
- Buenos días preciosa.- dijo Severus besando el vientre de ocho meses de su esposa.
- ¿Han dormido bien allá abajo? - preguntó divertida Hermione. Desde esa noche que habían estado juntos Severus dormía abrazado a su abdomen.
- Siempre dormimos bien, creo que es por la buena compañía.- dijo acomodándose mejor para besarla en la boca.
- Deja ya de patear.- susurró Hermione fingiendo divertida un puchero que rápidamente se transformó en una amplia sonrisa al deleitarse con la mirada lasciva de su esposo.
- Anoche lo sentí moverse.- susurró Severus acunándose en el pecho de Hermione aunque sin apoyarse completamente en ella.
- Patea mucho cuando estás cerca.- dijo Hermione acariciándolo.- Cuando te vas a trabajar se entristece mucho el pobre.
- Suerte que es domingo.- dijo divertido.- ¿Quieres desayunar fuera?
- Sí, sería estupendo.- susurró levantándose pesadamente y arqueando la espalda dolorosamente.- Auch… voy a explotar.
- Nada de eso, hoy tienes revisión.
- No hay señales de Harry ni de Voldemort aún… es como sí se los hubiese tragado la tierra.- dijo Hermione mirando un plato de ensalada de frutas con tristeza.
- Todo va a estar bien Hermione.- susurró Snape acariciando sus manos.- la información que te di es la única que…- se detuvo mirando absorto a un hombre de cabellos castaños claros caminando de la mano de una mujer de cabello rosa y una inmensa panza de embarazada.- "Maldición". Remus aprovechó un momento de distracción de Tonks y saludó a Severus a lo lejos muy alegremente.
- ¿Qué…Qué pasa?- preguntó Hermione mirándolo confusa.- ¿Te ocurre algo?
- Em… no nada.- dijo tomando su café inexpresivo.- Potter debe estar bien Hermione, no te preocupes, no es bueno para ustedes.
- Ya lo sé.- dijo acariciándose la barriga y sintiendo otra patada del bebé.
- Está usted radiante muchacha.- dijo complacido el rechoncho obstetra mientras observaba como Severus ayudaba a Hermione a bajarse de la camilla.- ¿Ha visto usted el tamaño de esos pulmones?… magnífico
- ¿Todo está bien?- preguntó Severus como en cada ocasión que asistían a una consulta.
- Todo está perfectamente, en unas dos o tres semanas tendrá usted a ese o a esa pequeña en las manos. A menos que quieran que les informe del sexo de la criatura ahora.
- Nos gustan las sorpresas.- señaló Hermione mirando a Snape con dulzura.- ¿Vamos ya?
- Me gustaría preguntarle algunas cosas al doctor antes de irnos.
- Te esperaré afuera.- dijo besándolo fugazmente en la mejilla.
- ¡Claro que no muchacho, no hay ningún problema en ese sentido, es inclusive beneficioso!
- Muchas gracias.- dijo Severus estrechando la mano del hombre con una media sonrisa dibujada en el rostro.
- Los veré la próxima semana.
- Suéltala ya.- dijo Hermione ajustándose la bufanda vinotinto y dorada en el asiento de copiloto.
- ¿Qué cosa?- preguntó inocente Severus.
- ¿Qué estabas hablando con el doctor?
- Algunas cosas triviales.- dijo encendiendo los parabrisas del auto.
- ¿Qué cosas?- inquirió mirándolo con el ceño fruncido.
- No es muy cortés ser tan curioso.- señaló pellizcándole con suavidad la nariz enrojecida por el frío.
- Tú siempre dices que la cortesía es un mal innecesario.
- Eso era antes de ser padre… ahora la cortesía es un mal necesario.- dijo manejando con cuidado por las calles repletas de nieve a punto de derretirse. El invierno estaba finalizando y ya comenzaba a palparse la calidez de la primavera.
- Severus… ¿De qué hablaban?- dijo mirándolo fijamente y con una expresión que había aprendido a imitar con perfección de su esposo.
- Quería saber si puedo llevarte a la cama estas dos semanas.- explicó con naturalidad.
- Depravado.- susurró Hermione mirando de nuevo el camino con las mejillas ahora de una tonalidad rosa.
- ¿Eso es rubor?- preguntó divertido.
- Está haciendo frío.- dijo aparentando confianza. Cerró los ojos y se recostó en el espaldar.
- Severus son las tres de la mañana.- murmuró Hermione estrujándose los ojos y mirando cómo su esposo observaba embelezado un resplandor verde a través de la ventana.- ¿Qué sucede?- preguntó nerviosa temiendo lo peor al observar cómo se sostenía el brazo izquierdo y lo apretaba con fuerza. Se levantó y se cubrió la boca con ambas manos al descubrir la marca tenebrosa moldeada a través de las espesas nubes en el fosco cielo londinense.
- No te acerques.- murmuró Severus presintiendo sus movimientos sin virarse.- Aléjate de mí.
- Severus no.- murmuró llorando y acercándose hasta el hombre.
- Por favor aléjate de mí.- suplicó sintiendo cómo la marca le quemaba el brazo.- Aléjate.
Hermione se acercó más y se abrazó a su espalda sollozando.
- ¡Granger, apártate de mí maldita sea!- exclamó apartándose del abrazo y girándose para mirarla impaciente. Obedeciendo un impulso ella se acercó más hasta sentir su respiración agitada en el rostro.
- Jamás me apartaré de ti.- susurró llorando con más frenesí y tomando el brazo siniestro con delicadeza.- Tú eres mío ahora, no de esa secta estúpida.
- No quiero hacerte daño, por favor apártate de mí.- pidió cerrando los puños con fuerza y apartándose de ella.
- Tú serías incapaz de hacerme daño, por favor quítate de esa ventana.- suplicó abrazándose a su cuerpo.
- ¿Cómo lo sabes?- preguntó mirando conmocionado la marca.- ¿Cómo sabes que no sería capaz de lastimarte ahora mismo?
- ¡Porque tú me amas… por favor despierta y apártate de esa maldita ventana! - suplicó golpeando con los puños su pecho.- ¡Retírate de la ventana por favor Severus!
- Esto sólo recuerda la basura que soy, Hermione…
- Yo…yo ya no puedo más.- murmuró abandonando el abrazo y dejándose caer al suelo llorando lastimeramente.- Yo… no puedo hacer nada más.
- ¡No eres tú la que tiene que hacer algo!- exclamó perdiendo los estribos y arrodillándose frente a ella.- ¿No lo entiendes?- preguntó tomándola por los hombros y zarandeándola levemente.
- ¿Y tú no entiendes que ya me enamoré de ti?- preguntó molesta.- ¿No entiendes que para mi no significa nada tu pasado?
- Hermione… me quema.- susurró dejándose caer en los brazos de la mujer y apretándose el tatuaje con más fuerza.- Está matándome…
- No te dejaré solo.- murmuró acariciando su cabello y sintiendo como el ritmo de su respiración se serenaba cada vez más.
- ¿Cómo estás tan segura?- preguntó olvidándose de la herida por breves instantes al percibir la fragancia que emanaba del cuerpo de su mujer.
-Amicule, deliciae¿num is sum qui mentiar tibi?- susurró Hermione besando sus cabellos.-Amor, Delicia¿Crees que te mentiría?
- Maldito latín.- farfulló levantándose y cerrando la ventana enérgicamente. Alzó a la joven en brazos y la depositó en la cama.
- Gracias.- susurró Hermione mirándolo con infinito amor.
- Amorea mortuus sum- susurró besándola con pasión resistiendo el dolor del brazo.- Estoy muerto de amor.
- Severus.- murmuró Hermione desnuda entre los brazos de su esposo.
- Dime
- Te amo.
- También te amo.- dijo besando su frente
- Severus
- ¿Qué pasa?- preguntó divertido. Así eran todas las noches desde el séptimo mes.
- Creo que rompí fuente.
- ¿Te duele mucho?- preguntó nervioso manejando lo más aprisa que podía hasta el hospital.
- No ¿Cómo crees?- dijo con sarcasmo respirando profundamente.- ¡Ay! Sólo cuando me río
- Sí… es un bonito momento para esas bromas.- dijo con sarcasmo.-Falta poco para llegar, lo prometo.- indicó acelerando aún más.
- Tiene que esperar un momento, ya viene el doctor no se preocupe.- dijo tranquilamente una enfermera ya entrada en años.
- ¿Hay algo que pueda hacer por ti?- preguntó Severus acariciando su frente y observándola llorar por el dolor.
- ¿Puedes tener al bebé por mi?- preguntó divertida limpiándose las lágrimas.
- Puedes insultarme si quieres mientras dura el parto.- ofreció con las mejores intenciones.
- Severus… por Dios… ¡Auch!- gritó apretando la mano que su esposo le ofrecía.- ¿Dónde demonios se ha metido ese remedo de doctor?
- ¡Aquí estoy!- exclamó alegremente entrando a la habitación.- Ya se siente el calor del parto primerizo.
- Por piedad, llevamos siete horas aquí.- suplicó Hermione cerrando los ojos con fuerza al recibir otra contracción.- Estoy empezando a odiar a todo el prójimo.
- Pero tiene usted una buena dilatación… dos centímetros por hora. En media hora más o menos tal vez…
- ¡Sáquelo ya!- dijo apretando los dientes y mirando con apetitos homicidas al pobre doctor.
- Volveré en media hora.- dijo el hombre dándole unas palmaditas a Severus en la espalda que a su vez miraba atónito a Hermione exclamar improperios.- Iré por un café.
- ¡Lo mataré, lo mataré!- siseó la joven mientras miraba al doctor alejarse.
-¿Cuánto falta?
- Diez minutos
- ¿Y ahora?
- Nueve con cincuenta y ocho.
- ¿Y ahora?
-Disculpen.- tocó un camillero la puerta entreabierta.- Tengo que llevarla a la sala de partos.
- Usted… es un ángel.- susurró Hermione mientras el hombre y un chico más joven la pasaban a una camilla ligera.- ¿Te has fijado qué apuestos son?- susurró mirando aliviada a Snape.
- Si cariño, estoy en llamas de sólo mirarlos.- dijo siguiéndole la corriente y haciendo que los dos hombres se rieran divertidos hasta la sala de partos.
- Ahora empuje cuando le diga chiquilla.- dijo el doctor vestido con una bata quirúrgica. Una enfermera le limpiaba cuidadosamente la frente llena de sudor a Hermione y Severus le susurraba palabras dulces en el oído.
- Duele.- murmuró Hermione mirando suplicante a Severus.
- Yo estoy aquí.- dijo besando su frente.- Estoy contigo mi amor.
- Ahora puje.- ordenó el doctor
- Vamos pequeña eres una Griffindor ¿o no?- la retó esperando su reacción.
- ¡Y tú un Slytherin pero no hablas parsel!- exclamó pujando con fuerza.
- ¿De qué hablan estos dos?...Eso es así, una más… perfecto ya veo la cabeza.
- ¿Cómo que la cabeza?- preguntó Hermione sintiéndose desfallecer.- ¿No ha salido ya la mitad del cuerpo?
- Ya va a salir preciosa…- susurró Severus mirándola nervioso.
- Ya casi… eso es continúe pujando.
- Duele… duele.- susurró pujando con fuerza y apretando la mano de Snape poderosamente. El llanto de un bebé la hizo reaccionar y sonreír ampliamente.
- ¡Felicidades tienen ustedes una preciosa niña!- dijo colocando a un pequeño bulto en los brazos de una cansada Hermione.
- Hola preciosa.- saludó Hermione envolviéndola con su piel y meciéndola para que dejara de llorar.- Bienvenida a este mundo… Severus tómala.
- Yo no… no sé cargar bebés.- susurró avergonzado mirando la escena hipnotizado, nunca había visto algo tan bello en toda su vida.
- Ven.- invitó Hermione entregándole a la bebé con delicadeza.- Mira cómo ha dejado de llorar.
- Em… hola.- saludó Severus sintiendo cómo los ojos se le llenaban de lágrimas.- Tú eres la que escuchaba del otro lado ¿eh?
- Y la que me pateaba tan fuerte.- sonrió Hermione mirándolo con ternura… jamás imaginó que una persona pudiera ser tan feliz cómo lo era ella ahora.
- La próxima semana hay examen.- dijo Snape complacido con las caras de terror de sus estudiantes.- Y estará increíblemente horrible así que les recomiendo encarecidamente que lean a fondo los tres capítulos de la guía y…- se interrumpió al ver el reloj del salón con los ojos entrecerrados.- ¿Qué estaba diciendo?
- El examen.- recordó un estudiante de gafas gruesas divertido por la escena.
- Ahh sí el examen… no estará tan difícil la verdad.- dijo recogiendo sus cosas con prisa y encaminándose a la salida.- Nos vemos la próxima semana.
- La paternidad es cosa seria.- dijo un chico rubio al estudiante de los anteojos.
- Ni lo digas.
- ¡Papi!- gritó una niña pequeña de cabello rizado y color ébano. Corrió con fuerza hasta donde se encontraba el hombre y se abalanzó sobre él.
- ¡Hola preciosa!- exclamó el hombre abrazándola con fuerza.- ¿Qué tal la escuela?
- Me caí.- dijo con tristeza señalando en su codo una bandita de caritas felices.
- ¿Y por qué te caíste?- preguntó frunciendo el ceño y mirando en dirección a una sonrojada maestra que apartó la vista rápidamente.
- Tropecé.- explicó viendo entretenida la corbata verde con líneas grises del hombre.
- Que horrible corbata.- susurró una mujer de brazos cruzados mirando la escena divertida.
- Debo decir lo mismo de esa bufanda…- dijo bajando a la niña un instante y acercándose a su esposa con malicia.- No te favorece para nada.
- Eso no lo dijo esta mañana en la sala de profesores.- susurró en su oído con astucia.- Profesor…
- Eso es porque no la había visto cuidadosamente.- respondió a su vez haciéndola estremecer.- Granger…
- Hay niños presentes.- dijo riendo y tomando la mano de la niña que los miraba extrañada.- ¿Vamos por un helado?
-¡Sí!- exclamó la niña.
- Adelántense yo tengo que hablar con la profesora un momento.
- Cariño cuida tus modales.- dijo Hermione.- Y cariño… dámela.- dijo extendiendo la mano.
- ¿Qué cosa?- preguntó Severus inocente.
- La vara.- dijo mirándolo fijamente.- dámela.
- Está bien… está bien. Iba a usar Obliviate de todas formas aguafiestas.
- ¿Mami qué es un obliviate?- murmuró la niña extrañada viendo alejarse a su padre.
- Pues…una de esas cosas químicas con las que trabaja tu padre Eileen.- dijo acariciando sus cabellos.- ¿De qué sabor quieres tu helado?
- ¡De fresa!- exclamó olvidando por completo la extraña palabra.
- De fresa será entonces.- dijo Hermione sonriendo.
- ¿Y qué mas hiciste hoy?- preguntó Hermione caminando de la mano de Severus que miraba sonriente cómo la pequeña se comía la nieve de fresa.
- Un mago apareció un conejito.- dijo con una enorme sonrisa.- Pero yo le dije a la señorita Maggie que mi papi podía hacer volar cosas y que aparece pájaros sin usar sombrero.
- ¿Conque tu padre hace todo eso?- preguntó Hermione apretando el brazo de Severus.- ¿Y qué mas hace cariño?
- Mira Eileen, allá están los patos que tanto te gustan.- interrumpió Snape señalando un estanque lleno de gansos.
- ¡Miren hay patitos!- gritó Eileen adelantándose a la pareja.
- Pero que bonito.- susurró Hermione viendo a su hija correr.- Wingardium leviosa, avifors… quisiera saber qué más le has mostrado.
- Sólo son hechizos básicos.
- Para ti la aparición es básica y también los patronus.- dijo soltándose.
- Estás molesta.
- No
- No te molestes conmigo por unas cuantas tazas que levitan y unos cuantos pajaritos.- dijo atrayéndola por la cintura.- Me encanta estar así, me recuerda la primera vez que te besé.
- También recuerdo eso.- dijo riendo y sintiendo los labios de Severus en la parte trasera de la nuca.- No es excusa para perdonarte.
- ¿Qué tengo qué hacer para que me perdones?
Hermione se viró complacida y le echó los brazos al cuello.
- Decir que Griffindor es la mejor casa de Hogwarts
- Estarás molesta conmigo para siempre.- dijo atrapando sus labios con los suyos posesivamente.
- Severus.- llamó Hermione muy quedo.- Severus.
- Son las dos de la mañana.- murmuró atrayéndola más hacia su pecho desnudo.
- Ya lo sé.- dijo llenándose de su calor.
- ¿Qué pasa… quieres que lo repitamos?- preguntó cubriéndose los ojos con una mano para evitar la luz de la luna.- No podremos levantarnos mañana
- Algo… tengo que decirte algo.
- ¿A las dos de la mañana?
- Aja.- dijo sumergiéndose más en la cobija.- Esas rosas que están en el estudio, hoy las olí.
- De acuerdo… no entiendo el punto de esto
- Hoy las olí y… sentí náuseas… como la primera vez.
- ¿La primera vez de qué?- dijo apartando la mano de su rostro y mirándola. Lucía nerviosa.
- Creo que estoy embarazada.- dijo mirándolo expectante.
- ¿Qué?- preguntó atónito
- Estoy… creo que estoy embarazada de nuevo.- dijo mordiéndose el labio. Hubiese esperado cualquier reacción excepto…
- Te amo.- murmuró colocándose sobre ella con una enorme sonrisa y besándola eufórico.- Hermione Granger, eres un ángel que ha venido a indultarme en todos los sentidos.
- Te adoro… profesor.
- Empieza el juego Granger.