Capitulo 17

Kagome no se lo podía creer.

— ¿Entraste a mí habitación anoche? — sus ojos grandes como platos lo miraban perpleja.

— Em... si...

Oh, genial, pensó Kagome, comenzando a sentir que la temperatura de su cuerpo comenzaba a ascender muy rápido para su conformidad. Quizás cómo la haya encontrado cuando hubo entrado... una serie de imágenes de ella con su cabello revuelto y un hilo de saliva corriéndosele por la boca hacia la almohada hicieron que deseara con todas sus fuerzas ser tragada por la tierra.

Pero qué vergüenza sentía en ese momento...

Sus ojos rehuían los de Inuyasha, y él se preguntaba si le había molestado que hubiese entrado a su cuarto sin su permiso. Le preguntó si estaba molesta, y ella meneó la cabeza, sus ojos todavía fijos en el piso.

¡Bah, mujeres...! Quién las entendía... y como por encanto, apareció Kaede en el marco de la puerta; su bolso en una mano y el ceño totalmente fruncido.

— ¿Aquí todavía? Y yo que pensaba que ya se habían ido al pueblo... — se acercó a Inuyasha y su mirada se posó en una Kagome completamente aturdida.

— Dios santo, qué rayos le hiciste a la pobre ahora — demandó Kaede con voz sofocada.

— ¿Qué¡Yo no le he hecho nada!

— A claro... y yo soy Miss Universo... —su tono burlón hicieron que Kagome levantara la mirada y la mirara con una media sonrisa.

— Ah... ¿ves que te vez muchísimo más linda con una sonrisa? Te apuesto a que no sabías que a los hombres, aparte de atraparlos con comida, se les atrapa con sonrisas. Y creo que la tuya ya ha hecho efecto — y dicho esto le guiñó un ojo. Salió apresurada de la habitación, y al momento reapareció con un canasto hecho de paja.

— Casi se me olvidaba. Como ustedes van al pueblo, dense una vuelta por el mercado ¿Quieren? Aquí está la lista de las cosas que hacen falta en la casa — le entregó un papel lleno de nombres de vegetales y frutas a Kagome y se disculpó con la excusa de que la necesitaban en la cocina.

Ambos se miraron un momento, e Inuyasha se levantó de la mesa y le dedicó una galante sonrisa.

— ¿Nos vamos entonces?

— S-si...

Se levantó algo tambaleante de la mesa y vaciló un poco al ver a Inuyasha ofrecerle su brazo, pero decidió tomarlo y olvidarse de los últimos acontecimientos. Total, ya había visto lo peor de ella anoche.

Pero lo que no sabía es que Inuyasha no había visto nada que le ridiculizara, por el contrario, se había maravillado como nunca al verla dormir tan angelicalmente...

Comenzaron a caminar por el extenso corredor hasta llegar a la entrada de la casa. Seguidamente, salieron al jardín y después de cierto tiempo llegaron al pueblo. Kagome vio que era un pueblo muy pequeñito, pero que albergaba a mucha gente.

—Vamos, oí que había una feria cerca, de seguro te va a gustar— la tomó del brazo y ambos corrieron hasta un puesto de dulces cercano. Un hombre de avanzada edad les preguntó qué querían comprar, e Inuyasha le dijo que comprarían dos algodones de azúcar. El hombre asintió y se los tendió. Inuyasha le pagó y ambos comenzaron a recorrer la feria.

En todos lados había un montón de gente desesperada tratando de subirse a los juegos, y al pasar por uno de esos grupos, a Kagome sin querer le pisaron el pie.

— ¡Ay! — exclamó Kagome.

— ¿Estás bien? — preguntó, preocupado, viendo cómo Kagome trataba de sobarse su adolorido pie.

— No te preocupes, sobreviviré — y como pudo, le dedicó una sonrisa de entre las muecas de dolor. Inuyasha le devolvió la sonrisa y se fijó en el algodón caído en el suelo.

— ¡Oh! Debí haberlo tirado cuando esa señora me pisó… — y como si la hubieran invocado, Kikyo apareció detrás de Inuyasha, abrazándolo y pegándose a su brazo como pegamento.

— ¡Ay querido, pero qué coincidencia más grata! — su tono meloso hizo a Kagome revolvérsele el estómago. Pero qué descarada... pensó con un dejo de fastidio.

— Jamás habría soñado con encontrarte un día por estos lugares... — su brazo, que antes estaba cerrado en el brazo de Inuyasha, ahora estaba trepando por su torso y por lo que parecía, le estaba abriendo la camisa...

Kagome, al notar esto, sintió que la sangre se agolpaba en sus mejillas, y que una fuerte ola de ira surgía dentro de ella. ¡Pero qué se creía ésta...! Sus pensamientos habrían ido mucho más lejos, pero la voz implacable de Inuyasha captó toda su atención.

—Supongo que no viste a la señorita Kagome, Kikyo— ésta se volvió hacia ella y le dedicó una mueca llena de odio. Sus ojos la escudriñaron lentamente, recorriéndola de arriba hacia abajo, como si la estuviera estudiando lentamente...

— Oh, pero qué despistada soy... — hizo una mueca que parecía semejar un "saludo" y se aferró aún más fuerte a Inuyasha. A esto, Kagome respondió lo más educadamente posible; le dedicó una sonrisa amigable y una inclinación de cabeza.

—Bueno Kikyo, si nos disculpas, tenemos algunas cosas que hacer y eso no te incluye a ti, precisamente

Se zafó como pudo del abrazo efusivo de su amante y tomó suavemente el brazo de Kagome, guiándola lejos de esa víbora. Cuando estuvieron más o menos lejos de Kikyo, Inuyasha le pidió disculpas por aquella escena momentos antes. A esto Kagome respondió que no debía disculparse, que no había pasado nada.

Así que siguieron recorriendo la feria, hasta que Inuyasha divisó un carrito lleno de flores y se le ocurrió una maravillosa idea.

Le dijo a Kagome que lo esperara un momento, ya que le tenía una sorpresa. Kagome, confusa, asintió, y se quedó mirando cómo un montón de niños y niñas se peleaban por subir a un carrusel.

Cuando Inuyasha llegó hasta el carrito de flores, le preguntó al vendedor que si tenía rosas rojas para vender y éste le dedicó una radiante sonrisa, en la cual, Inuyasha pudo notar que la mayoría de los dientes de aquel anciano ya no estaban en el lugar donde debían estar.

— ¿Rosas para su enamorada, eh?

— ¿Enamorada? Oh no señor, ella no es mi enamorada. Ella es...

Hmm... buena pregunta. ¿Qué era Kagome para él?

Desde el momento en que la había visto semidesnuda en el vagón de aquel tren sintió que una ola de ternura y de emoción le asaltaba el corazón...y que un fuego abrasador lo envolvía cada segundo.

Claro, junto con algunas otras partes más que no mencionaría para no destruir la ilusión de aquel momento.

—Bueno, enamorada o no, le tengo las más frescas y hermosas rosas que usted jamás haya visto. Recién cortadas del jardín de mi esposa.

El anciano tomó un ramo de rosas de una cubeta llena de agua y se las tendió a Inuyasha, diciéndole que una rosa roja, para una mujer tan bella, era todo lo que se necesitaba para deslumbrarla y formar parte de su corazón. Tomó una cinta del mismo color de las rosas y las dispuso de una manera tan bella, que Inuyasha se sorprendido de lo bello que quedó el ramillete de flores.

Giró su cabeza hacia donde estaba Kagome, todavía absorta en el movimiento del carrusel, y sintió que una paz tremenda llenaba su trise y solitario corazón...y en el momento en que amargos recuerdos de sus pasadas relaciones surgieron a su mente, las hizo volver al olvido. Y se dijo que no necesitaba de las mujeres para poder gozar de la vida.

Pero en el momento en que apareció el recuerdo de Kagome en su cama, durmiendo como un ángel, ya no quedó en su mente rastro de aquellas palabras que recién había dicho y estaba antes tan seguro.

El anciano le tendió el ramo de flores y le deseo suerte en su relación, a lo que Inuyasha no respondió, encaminándose a donde estaba parada Kagome.

Le tocó suavemente el brazo, ocasionando que Kagome se diera la vuelta y con ello, Inuyasha pudiera oler el delicioso aroma de su cabello azabache. Volvió a la realidad como pudo, y de lo que se podía decir nervioso, le entregó el ramillete de rosas rojas que había comprado para ella.

Kagome, al ver tan lindas rosas, se le iluminó el rostro, y le dedicó la más bonita sonrisa que Inuyasha jamás hubiese visto en su vida. Acercó las rosas para sentir su olor tan característico, y de la emoción, no se dio cuenta hasta que fue muy tarde.

Estaba abrazando a Inuyasha y él le estaba correspondiendo.

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Cuando se percató de la situación en que se encontraba solo pudo abrir los ojos con horror y alejarse de Inuyasha lo más rápido posible.

¡¿Cómo rayos pudo haber hecho tal barbaridad?!

Con movimientos temblorosos fijó la vista hacia donde estaba Inuyasha. Él no parecía turbado ni nada. Su semblante estaba tranquilo... ¿y porqué no? Hasta se podría decir que estaba contento.

En cambio Kagome, se encontraba roja a más no poder, y eso, a Inuyasha le causó risa, por lo que comenzó a reírse con tantas ganas que Kagome terminó por unírsele.

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Ya se acercaba la noche cuando ambos regresaron a la casa de Inuyasha, ambos agotados del largo día que disfrutaron juntos.

Se habían subido a casi todos los juegos que había en la feria y en uno, debido a que a Kagome el vestido se le levantó por el viento, un grupo de muchachos comenzaron a hacer sus bromitas tontas, haciendo que a Inuyasha se le hirviera la sangre y les diera una paliza de la cual estaba seguro iban a recordar por mucho tiempo.

Compraron algunos recuerdos para Kaede y Souta, y al pasar por el mercado se acordaron de la lista de alimentos que les fueron encargados en la mañana. Compraron lo necesario y fueron de vuelta a la casa.

— Qué tranquilo es este lugar... — murmuró Kagome, al sentirse tan bien en el frescor de la noche junto con Inuyasha

— ¿Te gusta?

— Me fascina... es una de las tantas cosas bonitas que me ha pasado en la vida

Al decir esto, Inuyasha notó que Kagome bajaba la vista, y que un manto de sombras y tristeza se posaban sobre sus hermosos ojos y rostro. Deseó con todas sus fuerzas que el motivo de su cambio de ánimo desapareciese, así que se le ocurrió una gran idea para que Kagome volviera a ser la misma de antes.

La tomó inesperadamente de la mano, ocasionando que Kagome casi cayera de bruces al suelo. Comenzaron a correr por entre los matorrales, hasta que Inuyasha paró en seco, haciendo que Kagome chocara con él, cayendo los dos al suelo.

— ¿Estás bien? — preguntó Inuyasha, tratando de levantarse

— Sí, eso creo...

Pero Inuyasha no quedó muy seguro con esta respuesta, y al ayudar a Kagome a levantarse notó que ésta se sobaba el hombro derecho, justo donde se encontraba la herida que ayer en la noche había limpiado.

— Déjame ver — ordenó Inuyasha, y al bajar un poco el vestido de Kagome, pudo observar que efectivamente no estaba bien como ella le había dicho momentos antes.

La herida se había abierto, seguramente por la caída.

Tomó a Kagome en brazos y la dejó suavemente sobre una de las tantas banquillas que adornaban su jardín. Le dijo que esperara aquí un momento mientras él entraba a la casa y buscaba un botiquín.

Cuando volvió, vio a Kagome acurrucada a un lado de la banquilla, observando la infinidad de estrellas que alumbraban el cielo de verano.

Se acercó a ella y comienzó a vendar la herida, no sin antes haber limpiado la herida con un poco de alcohol y una crema que Kagome no supo distinguir de entre la oscuridad de aquella noche.

Cuando Inuyasha terminó de vendarla, guardó todas sus cosas en su botiquín y se sentó junto a Kagome para admirar el bello panorama de la noche.

Después de algunos momentos, oyó a Kagome estornudar y la vio acurrucarse aun más en su rincón de la banca.

—Deberíamos volver adentro... te podrías resfriar — aventuró Inuyasha con tono suave

A esto Kagome respondió negando con la cabeza, dejando en claro a Inuyasha que no deseaba irse. Por lo que Inuyasha le dedicó una suave sonrisa y le dijo a Kagome que se acercara donde él.

Ella vaciló un poco, pero luego accedió. Inuyasha la acurrucó entre sus brazos, quitándose la chaqueta para abrigar a Kagome, que en esos momentos, sintió que jamás en su vida, se había sentido tan feliz y querida como en aquel momento.

Y con esos dulces pensamientos, se acurrucó un poco más en la banquilla, sintiendo el exquisito aroma de Inuyasha inundar sus sentidos y sus fuertes y musculosos brazos cerrarse en su pequeño cuerpo, para dar rienda suelta al mundo de los sueños.


Hola a todos!!

Como ya se habran dado cuenta, he vuelto y con un nuevo cap para ustedes. Espero les guste mucho y que sigan atentos a esta hisotria tan linda y que disfruten de estos momentos tan motivadores o sentimentales, si quieren llamarlo xD que son tan lindos en estas historias... Asi que los dejo para que sigan leyendo mas y mas y quw juntos terminemos esta maravillosas historia.

Chau y besos para todos!

P.D: REVIEW!!