Capítulo 10

Deseo

El paisaje boscoso se mostraba mezclado con tonos anaranjados, cafés y unos toques de verde mientras las hojas caídas de los árboles revoloteaban por la velocidad del auto.

- ¿Te das cuenta de que parecemos sacados de alguna película romántica? - preguntó Garwin ante lo que el mayor rió de buena gana.

- Si, parece que el clima quiere proporcionarnos un ambiente romántico.

- Puedo soportar eso… Pero no creas ni por un segundo que te voy a dejar llamarme "bebé" o tonterías por el estilo.

- ¿Así que ahora hay reglas para los apodos?

- Por supuesto: queda prohibido llamarme por cualquier diminutivo o nombres de pastel, mucho menos en tonito meloso.

- Haré lo posible por contenerme - cedió Caleb de buena gana con aquella misma sonrisa divertida

Pronto habían cruzado el puente que los llevaba hasta la región donde se había localizado originalmente la colonia Ipswich y Caleb giró hacia la derecha para internarse en el bosque.

- ¿A dónde me llevas?

- Ya lo verás - estacionó el auto y tomó algo del porta equipajes -. Tendremos que caminar a partir de aquí.

Intrigado, el rubio bajó del auto y siguió al moreno a través de la espesura frondosa de los árboles del bosque en el que se internaban, escuchando el crujir de las hojas secas bajo sus pies. Muy a su pesar el ambiente sí que era de lo más romántico.

Un enorme árbol se erigía frente a ellos y no estaba del todo seguro, pero podría jurar que había estado ahí antes. No fue hasta que se acercó del todo que reconoció el árbol y miró interrogante a su acompañante que acomodaba una frazada sobre las hojas.

Hizo un recorrido circular alrededor de esa imponente creación de la naturaleza hasta encontrar la abertura que había estado buscando. Un agujero de unos veinte centímetros de diámetro con un espacio hueco adentro.

- Aquí fue donde me encontraste, ¿no es cierto?

- Así que lo recuerdas.

- Nunca quise hablar al respecto y doy gracias por que tú no sacaras el tema a la luz - Garwin regresó al lado de su pareja y se acomodó sobre la frazada -. Desde ese día no he vuelto a tenerle miedo a las tormentas.

- Es una interesante confesión, ¿sabes? - aseveró el pelinegro, rodeando al rubio por la cintura.

- Mmm... no lo creo, sólo es un episodio digno de recordar únicamente hoy.

Caleb rió suavemente y besó a Reed en los labios.

- No tienes nada de qué preocuparte, definitivamente ese episodio quiero compartirlo exclusivamente contigo y a tu lado.

- Hablando de momentos cursis...

- Los cuales, apuesto, disfrutas bastante.

- No es que quiera arruinar el momento, pero creo que sería mejor si nos pusiéramos a pensar en el Caduceo...

- ¡Reed! - regañó el mayor.

- ¿Qué? - intentó defenderse el menor.

- Que obviamente sí lo arruinas ¡y mucho! Además ¿de cuándo acá tú propones que pensemos en qué hacer con los problemas que tenemos?

- Bueno, Tyler está ocupado con nuestro querido amigo Pogue, así que él también queda fuera, y tú estás flotando en las nubes... ¡alguien debe ser sensato!

Caleb frunció el ceño, nada convencido por la declaración de Reed. Suspiró y estrechó un poco más su abrazo.

- No deberías tener miedo, Reed.

El rubio sonrió, si pensaba engañar a Caleb, necesitaba más que argumentos absurdos...

- Ok, entendí, no hablaré más de eso por ahora...

El rubio pronto recordó su inesperado ambiente romántico y se acomodó entre los brazos del mayor para apoyar su espalda contra su pecho mirando el entorno de forma casi soñadora. Ni siquiera intentó reprimir el suspiro que pugnaba pos salir aunque este llamó la atención del mayor.

- ¿Qué te pasa?

- No quiero hablar de eso, al menos no ahora – mintió el rubio acomodándose un poco más. Pero sentía una especie de impotencia en su pecho cada vez que se encontraba entre los brazos de ese chico.

"El Caduceo sólo se guarda en los corazones de una historia de amor que le conmueva porque no puede ser." Ahí estaba la voz de Alice de nuevo haciendo eco en su cabeza, como había pasado desde el día en que aquellas palabras habían sido pronunciadas y una especie de terror desconocido se apoderó de él. Porque sabía que ahora que tenía a Caleb a su lado no podría ni querría a nadie más, a menos que…

- ¿Crees en el destino? – fue la pregunta que salió casi inconcientemente de sus labios.

- ¿A qué viene esa pregunta? – inquirió Danvers sin perder su sonrisa

- Yo pregunté primero – objetó el menor con el mismo tono juguetón que ya había usado antes.

Caleb levantó la vista hacia los árboles que les cubrían del sol, sabía lo que podría decir para responderle a Reed... pero ¿sería lo mejor?

- Te encontré por primera vez aquí hace tiempo, te cuidé y después nos volvimos a encontrar sin que pensásemos que fuera posible, y han sucedido tantas cosas hasta que llegamos a este punto. ¿Tú crees que todo es coincidencia? A decir verdad, yo digo que es y era inevitable, pero eso no es destino.

- Eso no responde mi pregunta...

Caleb respiró profundamente, sin pensar realmente. Sólo tenía que hablar con la verdad, ¿o no?

- Sí, creo en ello.

- ¿Por qué?

Inconscientemente, Caleb esbozó una sonrisa divertida. Con aquellos porqués, se le asemejaba la voz infantil de su amante hacía ya varios años...

- Porque el destino es una cosa necesaria y que tiene que suceder tarde o temprano. Lo inevitable, en cambio, sucede porque sucede.

- Me asombra tu elocuencia - bromeó el rubio -. Entonces al final sí crees en ello...

- Así es.

- Si fuéramos los guardianes del Caduceo... ¿creerías en aquella profecía?

- No, la profecía no es una sentencia del destino ni algo inevitable.

Reed se sintió aliviado por la respuesta tan segura que su pareja le había dado y al mismo tiempo se sintió muy tonto. ¿Por qué temer de algo como eso? Él nunca había sido tan miedoso en ese aspecto... Aunque, si lo pensaba bien, nunca antes había sentido algo siquiera similar a lo que sentía por Caleb

-:-x-:-

- Tyler, por favor, no me hagas esto… - suplicó el mayor aferrándose casi inconscientemente con las uñas a la pared.

- No seas exagerado, Pogue…

- No estoy exagerado… ¿Cómo puedes tan siquiera tocarlo?

- Eres todo un Drama Boy, ¿lo sabías? – le dijo en tono divertido el ojiazul sosteniendo algo entre sus brazos que se había convertido en la nueva pesadilla de Parry

Precisamente el día anterior Tyler se había enamorado irremediablemente de lo que debía ser el animal más terrorífico que había existido sobre la faz de la tierra depuse de haberlo encontrado "Indefenso" en la calle.

"Como si semejante cosa pudiera ser indefensa…," pensaba Pogue.

Mientras tanto Tyler decidió que ya había hecho sufrir lo suficiente a su novio por lo que depositó al pequeño animal sobre su cama. Había sido toda una sorpresa descubrir que Pogue Parry, el chico malo de los nobles herederos tenía un talón de Aquiles, después de todo, que resultó ser un incontenible terror hacia los felinos, sin importar raza, color o pelaje.

Aquel gatito indefenso a acurrucado contra una pared había despertado su vena sensible por lo que el ojiazul no vio ningún problema en levantarlo de la acera hasta que notó como los ojos de su novio se habían fijado en el dulce animalito con terror.

- ¿Cuánto tiempo más pasará tu nuevo compañero de cuarto en tu casa?

- Hasta que se recupere, el pobre está desnutrido

- No me gusta la idea – aclaró el ojimiel mientras se mantenía estratégicamente lo más alejado posible de aquel engendro del demonio y veía a su novio acomodarse una suéter de un azul marino que no hacía más que intensificar el color de sus ojos.

- Puedo darme cuenta de eso

Tyler sostuvo al gatito de nuevo entre sus brazos y le hizo algunos mimos que despertaron la simpatía del animal.

- Necesita un nombre.

- Oh, vamos, Tyler, esa cosa vendrá si hay comida cerca o algo así... no necesitas darle tantas atenciones.

Tyler hizo caso omiso a los comentarios de su novio y continuó regalándole mimos al pequeño.

- Según sé, los gatos necesitan de un nombre corto al que puedan responder por el sonido peculiar de este - pensó en voz alta el ojiazul -. Creo que estaría bien Ed...

- ¿Edward?

- Siempre me ha gustado ese nombre - explicó -. Y Ed es un apelativo al que puede responder sin grandes percances... ¿Te gusta el nombre de Ed?

El minino maulló como asintiendo y se acurrucó mejor en los brazos de su nuevo dueño.

- Pero antes de presentárselo a mamá, debo bañarlo. Cuídalo, ya regreso.

Pogue estuvo por replicar, sin embargo, Tyler ya había salido por la puerta antes. Suspiró pesadamente y miró al gatito que lo miraba desde la cama.

- ¿Qué me ves?

El gato maulló y se puso en cuatro patas, caminando sobre las sábanas mientras parecía acercarse a él.

- ¡Quédate donde estás o no respondo!

El felino maulló de nueva cuenta y continuó su parsimonioso andar, sin perder de vista al castaño que se apretujaba más y más contra la pared.

- Te lo advierto, engendro del infierno, acércate más y ni Tyler podrá salvarte... ¡¡AH!! ¡¡TYLER, TU GATO SE BURLÓ DE MI!!

Gritó cuando "vio" lo que parecía ser una burla gatuna en los ojos del dichoso animal.

Manteniendo su espalda completamente adherida a la pared y en una maniobra estratégica el pelilargo consiguió llegar hasta la puerta de la habitación por la cual estaba a punto de huir despavorido si el felino se aproximaba un paso más.

Como si el pequeño hubiera leído su mente dio un par de vueltas sobre la cama antes de recostarse cómodamente en el cobertor y Pogue consiguió relajarse un poco.

- Deja de ser tan escandaloso – le recriminó el menor antes de tomar al gato acurrucado que ni siquiera se quejó cunado lo levantaron.

- Es fácil para ti decirlo. A ti no te dejaron encerrado por cinco minutos en una habitación a merced de un animal.

Esa vez Tyler no pudo reprimir una dulce carcajada que escapó de sus labios como notas musicales.

- Difícilmente fue un minuto –consiguió decir una vez

Con un talento natural, el ojiazul se aproximó hasta la tina donde había dispuesto una generosa cantidad de agua tibia para conseguir asear al felino.

- ¿Puedes pasarme eso? – indicó una vez que sumergió al felino en el agua a lo que éste ni siquiera se quejó. Pogue alcanzó la botella plástica sobre el fregadero.

- ¿Shampoo especial para el cuidado de felinos? ¿De dónde sacaste esto?

- Lo compré en la mañana.

- Decididamente, le das demasiadas atenciones a esa fiera…

Tyler rodó los ojos y continuó aseando al minino. Un poco incómodo por la mirada acusadora que el castaño todavía le lanzaba al gato y también porque él mismo luchaba contra las ganas de echarse a reír por la cara de su novio, así que no tuvo más remedio que concentrarse en su tarea de despulgar al animalito. Uno de éstos días, cuando Pogue no estuviese tan alterado, le haría un poco de burla por lo sucedido.

- ¿Qué más esperas? Te he dicho todo lo que sé.

- Tu información no es suficiente. Has estado cerca de ellos una buena temporada y no pareces hacer ningún progreso – Chase elevó su mano en dirección al joven sentado frente a él, lo que hizo que se sobresaltara.

Derek no era ningún tonto, sabía muy bien que Chase era una persona increíblemente volátil y, así como podía llegar a aparentar algo muy similar al afecto, en unos segundos la ira podía consumirlo. Pero, más importante, sabía de su poder y lo sencillo que sería utilizarlo para dañarlo.

- ¡Espera! ¡Puede haber algo!

- ¿Así que te he refrescado la memoria, eh? – susurró Collins un tanto divertido.

- Es Sims, Tyler – un destello rojizo pareció inundar los ojos de su amo en el momento que el nombre de uno de sus enemigos fue pronunciado, por lo que se apresuró a continuar -: El otro día, cuando estuve platicando con él… Parecía que estuviera interesado en Parry.

- ¿Parry? – preguntó con un deje de incredulidad que se convirtió en una sonrisa -. ¿Sims y Parry?

- Es lo que parecía – se defendió Derek todavía algo atemorizado por la mano de Chase que seguía elevada en su dirección -. Puedo investigar más y…

- Hazlo. Cualquier arma que pueda ser utilizada contra ellos servirá.

Derek asintió, y antes de que Chase pudiera cambiar de opinión, se marchó rápidamente de ahí. No había logrado saber de quién estaba enamorado Caleb, y tampoco había podido acercarse mucho a los hijos de Ipswich. Pero si quería seguir vivo, debía hacer algo y pronto.

- O de lo contrario, Chase me matará...

Entonces, recordó la conveniente tarea que tenía de la clase que compartía con Caleb. Subió a su auto y se marchó en dirección a la casa de los Danvers. Ya no podía seguir jugando ni un sólo momento más.

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Reed no recordaba a ciencia cierta cuánto tiempo habían pasado de ése modo. Seguramente más tarde su espalda le recordaría la mala postura en la que estaba, pero se encontraba tan embobado viendo a Caleb dormir, que lo demás era totalmente insignificante. Estaba feliz, y muy decidido a no dejar que Chase lo arruinara todo. Sabía que tenía que encontrar la forma de ver quiénes eran los nuevos guardianes del Caduceo, y en caso de que resultaran ser Caleb y él, no le importaba si tenía que dejar sus poderes a un lado, pero no iba a dejar que nada los separase... ni siquiera la magia.

Entonces, como un gran letrero, su mente se iluminó con una idea.

- ¡Caleb! - llamó, despertando a su compañero.

- ¿Qué? - preguntó, con tono sonmoliento todavía.

- Creo que ya sé cómo podríamos saber quién tiene el caduceo...

Caleb despertó por completo y se reincorporó.

- ¿Cómo?

- Primero necesitamos a Pogue y a Tyler - declaró.

Caleb frunció el ceño y se abrazó un poco más a él.

- Caleb, párate ahora mismo.

- No quiero - dijo el otro, como niño pequeño. Reed suspiró.

- Anda, es importante. Si estoy en lo cierto, podremos quedarnos así mucho tiempo luego de que derrotemos a Chase...

El moreno no hizo ningún intento por moverse, lo que comenzaba a enfadar al menor, aunque no hizo nada por apartarlo.

- ¡Danvers, escúchame, esto es importante!

- Quiero quedarme así – alegó el moreno que volvió a cerrar los ojos -. Collins puede esperar.

- ¿Acaso estás…? Podemos abrazarnos cuando terminemos con Chase…

- ¿Y por que no hacerlo ahora? No ha vuelto a aparecer desde que acabaste con él y el destino sería un verdadero bastardo si decidiera hacerlo en este momento.

- Déjate de tonterías…

- Carpe Diem – susurró Caleb tomando la barbilla de su novio para sumergirlo en un beso profundo que hizo que en un segundo todas las preocupaciones de Reed se desvanecieran y se dejara abrazar por esa magia que los envolvía cada vez que se besaban.

Había veces en que eso confundía al mismo Caleb que no alcanzaba a entender qué era ese sentimiento de bienestar que llenaba su pecho y se extendía hasta el dedo meñique de su pie derecho, algo que sólo se daba si era el rubio quien estaba cerca.

- Ahora sé cómo callarte – susurró Caleb al separase de aquel beso.

- Cállate – le espetó Reed con una mano sobre su cabello. Dejando el tema de Chase por un segundo "Ya se lo recordaré cuando no se comporte como adolescente empalagoso", pensó - Comienza a hacerse tarde, deberíamos regresar.

- ¿Qué necesito para hacerte entender que no quiero irme? – Caleb acercó sus labios a la oreja del rubio donde colgaba la argolla y le dijo -: Me encanta tenerte entre mis brazos.

- ¿Cuándo te volviste tan sentimental? –preguntó algo extrañado el rubio, aunque no menos alagado.

- Tú tienes la culpa.

Reed rodó los ojos y se deshizo de Caleb al ponerse de pie.

- ¡Oye! - recriminó el mayor, todavía en el suelo.

- Si no te mueves ahora mismo, tendrás que forzarme a hacer algo que no quiero...

- ¿Es eso una sugerencia? - ronroneó el mayor.

Reed, sonrió con malicia: - Será una patada en el trasero si no te paras, ¡ya!

- Qué poco romántico - reprochó Danvers, pero de todas formas terminó poniéndose de pie -. ¿Alguna idea de a dónde deberíamos ir a buscar a Tyler y Pogue?

- Tú lo sabes mejor que nadie - le dijo el rubio, Caleb sonrió -. Me gustaría encontrar a Alice ahí...

- Por el bien de ella, espero que no. ¿Te imaginas cuán traumático podría ser para ella el oír lo que suceda en la habitación de su hijo?

- Oh, sabes mejor que nadie que en nuestras mansiones, sólo quien ocupe determinada habitación, sabe qué ocurre en ella y no más. Alice estará bien.

Los dos subieron al auto de Caleb y éste arrancó.

- ¿Al menos podrías decirme parte de la maravillosa idea que se te ocurrió?

Reed negó: - Todavía tengo que reorganizarlo...

- Después me cobraré esta.

Pero Reed no le hizo caso. Estaba más ocupado pensando rápidamente en cada posibilidad. El Caduceo daba poder, sí, mas nunca nadie les explicó si ese mismo Caduceo podía ser detectado con la fuente de poder que proveía...

- Hola, venimos a ver a Tyler - saludó Caleb al mayordomo de los Sims. Éste hizo una reverencia y los condujo a la sala.

- Enseguida le avisaré al señor Parry y a él que están aquí.

Ellos dos asintieron. Caleb se sentó y Reed se dirigió a los libreros de la sala, buscando un libro.

- ¿Qué buscas?

- ¡Lotería! - dijo Reed, tomando el libro de mitología romana que tantas veces había contemplado cuando niño.

- ¿Reed? ¿Caleb? - los llamó un empapado Tyler, seguido de un Pogue con el ceño bien fruncido -. ¿Pasa algo?

- Creo que sé cómo podemos encontrar el Caduceo - dijo Reed, sin verlos, mientras hojeaba el libro entre sus manos hasta que dio con la página correcta -. Evelyn me dio una pista esta mañana, creo que la respuesta está aquí.

Sobre la mesa de centro, colocó el libro y señaló la ilustración donde aparecía Hermes, las dos serpientes entrelazada y el cetro en medio, al parecer, para separarlas.

- Evelyn dijo: Romeo y Julieta y Hermes; es decir, amor, mensaje y poder.

- No entiendo - dijo Pogue, acercándose a ellos -. ¿Qué tiene que ver eso con la ilustración?

- Generalmente, se asocia que el poder está representado por el cetro. Pero si analizas otra posibilidad, no es el cetro lo que separa a las serpientes - dijo Reed, algo exasperado -. El poder es lo que surge entre esas dos serpientes.

- Bien, eso ya lo entendí - dijo Tyler -. Pero ¿qué haremos con eso?

Caleb se puso serio y se acercó a su novio, revisando la imagen para luego mirarlo.

- Quieres decir que...

- Si queremos saber quiénes son los que tienen el Caduceo, tenemos que explotar nuestro poder para hacerlo surgir, pero no es de la forma en que lo hemos estado haciendo hasta ahora - explicó antes de que Tyler o Pogue pudieran decir algo -. El Caduceo de los Ipswich nos brinda mucho poder, pero necesita alimentarse de algo.

- Amor - dijo Tyler, Reed asintió.

- Y ¿qué hay del mensajero? - inquirió Pogue.

- El mensajero son las advertencias - declaró Reed -. El hecho de que envejezcamos y que Chase mismo lo hiciera tan pronto, no se debía sólo a que usaramos excesivamente la magia, sino a que el Caduceo estaba cambiando de manos y eso provocó que nosotros cayeramos con él.

- Pero entonces, ¿a qué te refieres con explotar el poder de modo distinto? - preguntó Caleb.

- Las serpientes parecen estar apareándose, ¿no? - Caleb asintió -. Pues eso es lo diferente de la historia. Romeo y Julieta vivían en una disputa de familias. Es decir, metafóricamente, eran dos corrientes de energías diferentes.

- Si no es usar el poder hasta elevarlo a lo más que se pueda... ¿te refieres a...? - dijo Pogue, sintiéndose incapaz de terminar la frase.

- Justamente - le dijo Reed, suspirando -. Tenemos que pelear entre nosotros.

- No lo haré – declaró Pogue.

- Es la única forma de encontrar el Caduceo – dijo Reed un tanto molesto.

- Me importa un bledo el Caduceo - espetó el pelilargo -. ¿Por qué no simplemente lo dejamos oculto? Así Chase nunca pondrá sus manos sobre él y asunto resuelto.

- No es tan fácil como eso – alegó Tyler -. Chase podría arreglárselas para enviarnos a los cuatro a la tumba con el secreto o, peor aún, enterarse de lo que sabernos y usar a uno de nosotros como rehenes hasta que lo encontremos. Es mejor hacerlo bajo nuestros términos y asegurarnos de tener ese poder de nuestro lado para acabar con él de una vez.

- No estás siendo razonable…

- Al contrario, Caleb, parece que soy el más sensato de los tres, pero ustedes parecen estar listos para enfundarse en armaduras y subir a sus caballos sin pensarlo. No tenemos más que una suposición de Reed con las pistas que le dio Evelyn.

- ¿Y eso no es suficiente? Tal vez tú tengas una mejor idea – sugirió el rubio.

- Claro que la tengo, deberíamos ir a hablar con Mary Anne o Alice.

- Las dos nos dirán lo mismo. "Juramos mantener silencio". Si queremos resolver este asunto debemos hacernos cargo…

- ¿De que? ¿Hacernos estallar en pedazos?

- No seas exagerado, Pogue – dijo Tyler.

- Mantente fuera de esto. No voy a permitir que te hagan daño, mucho menos si tendré que ser yo quien lo haga.

- Eres un idiota, ¿lo sabías? Si pensaras en algo más que en protegerle, podrías darte cuenta de que el Caduceo puede ser la llave para destruir a Chase.

- Si tanto te importa destruirlo creo que no estás tan enamorado como para ser el guardián – sugirió Parry, a esas alturas estaba tan enfadado que no pensó dos veces en lo que decía.

- No le hables de esa forma – lo defendió Caleb.

Pogue permaneció en silencio. Pensó que tal vez Caleb se daría cuenta de la ridícula sugerencia que acababa de hacer Reed. Pero no, Caleb tenía aquella expresión de firme determinación en su rostro que sólo ocupaba cuando estaba seguro de lo que hacía. Miró a los otros dos esperando que entraran en razón más sus rostros se mostraban similares a los del mayor, ni siquiera Tyler pareció ablandar la mirada.

- No lo haré – repitió Parry -. No pienso hacerlo y no pueden obligarme.

Pogue comenzó a caminar hasta la puerta y luego de unos segundos escucharon la puerta azotarse con fuerza.

- Creo que eso no salió del todo bien – comentó Tyler.

- Deberías de hablarle – sugirió Caleb mientras un todavía enfadado rubio murmuraba algo de ir por un vaso de agua -. No podremos hacer esto sin él.

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- De verdad lamento importunarla.

- No deberías preocuparte – dijo Evelyn sirviendo un poco de té de la bandeja que Rally acababa de traer -. ¿Puedo ofrecerte algo más?

- No se moleste, señora Danvers. Es usted muy gentil.

Evelyn sonrió dulcemente. Pensando por una fracción de segundo que ese no solía ser su comportamiento con visitas, mucho menos cuando no los conocía, mas ese chico parecía emanar un encanto cada vez que regalaba una sonrisa, además de ser tremendamente educado y cordial.

- Entonces ¿estás estudiando arquitectura, Derek?

- Así es – respondió el muchacho dejando vero otra sonrisa arrolladora -, y debo decirle, señora Danvers…

- Por favor, llámame Evelyn.

Callahad sonrió con sus labios contra la taza de té. A pesar de que sus poderes no eran nada que envidiar de los hijos de Ipswich, ni siquiera antes de ascender, ese hechizo que estaba usando ya había mostrado su efectividad en muchas otras ocasiones. El hechizo de "encanto", como lo llamaba Chase, podía hacerlo agradar a cualquier persona sin siquiera dirigirle la palabra, aunque parecía afectar más conforme a la edad de esta. Lo había utilizado brevemente con el mismo Tyler y había hecho maravillas, aun así era un poder tan sutil que era casi imposible que alguno de los herederos se diera cuenta de lo que hacía.

- Evelyn – corrigió el joven -, que su hijo es especialmente bueno, el mejor de la clase por mucho.

- Eres muy amable, Derek. Pero, ahora que mencionas a Caleb, él mencionó algo sobre pasar todo el día afuera…

- Con su enamorada, supongo…

- ¿Qué te hace pensar eso? – preguntó un poco a la defensiva. Derek aumentó un poco su hechizo para que la sonrisa de la señora Dances se volviera a instalar en su rostro.

- Nada en especial… Es sólo que… Últimamente lo he notado muy distraído, con una sonrisa casi tatuada en su rostro y yo asumí que…

- Oh, entiendo - dijo Evelyn -. Yo también lo he visto así, honestamente ¿qué madre no se sentiría feliz de ver a su hijo sonriendo de forma tan abierta?

- Sí, eso creo - respondió Derek, dejando la taza sobre la mesa -. No me sorprende entonces que tenga ya a alguien a su lado, digo, muchas chicas de la escuela se pelean por él y...

- Oh, querido, pero ¿quién hablaba de una chica? - dijo Evelyn.

Derek se acercó a Evelyn, sin dejar de sonreír; sólo un poco más y lo sabría...

- ¡Mamá! - dijo la voz de Caleb de pronto, mientras dejaba las llaves sobre una de las mesitas del vestíbulo -. Tenemos que hablar seriamente con...

Caleb calló al ver a Derek sentado, junto a su madre.

- Caleb, no entiendo por qué no esp...

Reed se extrañó ante el silencio del mayor y giró su vista hacia donde éste la tenía. Frunció el ceño. Ya había visto a ese chico antes, pero no sabía a ciencia cierta de dónde...

- Derek, qué gusto verte - le saludó Caleb -. ¿A qué debo tu visita? - le preguntó con una sonrisa.

Callahad disminuyó de poco en poco el nivel del hechizo, sólo lo suficiente para poder sacar información sin ser descubierto. Con Reed ahí, tal vez todo sería más fácil.

- Tenemos una tarea de estructuras, ¿recuerdas? - preguntó, poniéndose de pie -. Venía para proponerte que la hiciéramos juntos, en realidad yo no tengo ni la más remota idea de qué hacer.

- Ah, claro - dijo Caleb, no pudiendo evitar corresponder a la sonrisa que Derek le ofrecía; pero ante el carraspeo de Reed, se apresuró a enmendar el pequeño error -. Por cierto, te presento a Reed; Reed, él es Derek, un compañero de la facultad.

- Oh, así que tú eres Reed. Caleb no habla a menudo, como sabrás, pero de vez en cuando menciona a sus mejores amigos - le dijo Derek, guiñándole un ojo.

- Sí, bueno, yo nunca oí hablar de ti antes - dijo el rubio, mordazmente.

Derek parpadeó, perplejo, e hizo caso omiso a ello. ¿Era su imaginación o el rubio no parecía caer en el hechizo?

- Ehm... ¿para cuándo es el trabajo, Derek? - se apresuró a interrumpir Caleb.

- Para pasado mañana - dijo Derek, todavía algo desconcertado.

- Mira, en este momento tengo algo que resolver. ¿Te parece si paso por la noche a tu casa? O bien, mañana podríamos reunirnos en la biblioteca.

Derek presionó un poco más su hechizo, esto no podía esperar más.

- Ah, pero esa tarea es complicada ahora que lo pienso - se dijo Caleb, confundiendo a Reed con su respuesta.

- En ese caso, ¿por qué no van a la biblioteca ahora mismo? - sugirió Evelyn -. Y Reed, cariño, tú te quedas conmigo a conversar un rato mientras ellos dos trabajan.

Reed frunció el ceño. Evelyn no se entrometía en ninguna clase de conversación si no era necesario, y mucho menos intercedería cuando sabía que si ellos dos habían llegado, era por algo importante. Sin embargo, se limitó a guardar silencio. Tal vez no vendría mal que fuera así.

- De acuerdo - cedió.

- En ese caso, no tardaremos mucho - dijo Caleb -. ¿Traes tus cosas, Derek?

- Sí, iré por ellas. Están en mi auto.

El chico salió, no sin antes dedicarle una sonrisa a Evelyn, quien correspondió gustosa a ella. Reed se dio cuenta de que incluso Caleb había sonreído tontamente...

- Ejem - carraspeó, llamando la atención de los otros dos -. Caleb, quita esa sonrisa estúpida. No te queda sonreír así. Evelyn, ¿está bien si vamos al jardín?

Evelyn asintió, sintiéndose algo confundida. "Debe ser la edad", se dijo. Y antes de que Caleb pudiera decir algo más, ellos dos desaparecieron por la puerta que conectaba a los jardines.

- Listo - dijo Derek, con su maletín en el brazo.

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Tyler supo, desde el momento en que Pogue salió por la puerta, que debía haber salido a vagar con su motocicleta hasta que su enojo se pasara. Por lo que decidió dirigir su camioneta hasta la mansión de los Parry para saber qué diantres había pasado en su casa hacía casi una hora.

Aceleró un poco hasta llegar a la reja que abrió fácilmente usando su poder.

La casa de la familia Parry era una de las mansiones peculiares de la zona. Comprendía casi una hectárea de bosque en la parte posterior, como si fuera un inmenso jardín trasero, y era más ancha que alta –tenía escasos tres pisos-.

Se sorprendió de ver la moto de Pogue frente a la casa, aunque eso le ayudó a darse cuenta de algo… Pogue le había mencionado alguna vez que el nunca podía concentrarse lo suficiente para manejar cuando tenía la cabeza muy llena.

- Así que no es enojo – razonó el pelinegro mientras apagaba el motor de la Hummer -. Entonces, ¿qué puede ser?

Se apresuró hasta la puerta donde encontró a Lucy, el pastor alemán que tanto adoraba Pogue y que pareció gruñirle un poco antes de corroborar que era Tyler.

"Debe ser que sigo oliendo a gato", pensó Tyler antes de buscar a Maggie, el ama de llaves que no tardó en aparecerse.

- ¿Puedo ayudarte, Tyler?

El menor de los herederos sonrió, ella solía ser un poco menos formal que las otras amas de llaves o su propio mayordomo y siempre le había agradado.

- Buenas tardes, Maggie. ¿Está Pogue?

- Está en la cancha, pero dijo que no quería ver a nadie…

- Oh, vamos, Maggie. Necesito hablar con él, ¿por favor? – preguntó con la cara más inocente que pudo.

- Está bien – concedió ella luego de un suspiro -. Pero si pregunta, no nos vimos, ¿de acuerdo?

- Gracias.

Tyler comenzó a caminar en dirección la cancha. Ahí era donde Pogue y su padre solían pasar tiempo juntos practicando lo único que el pelilargo parecía tener en común con su padre, el tennis.

Pogue ya se había cambiado y lucía una camisa negra sin mangas junto con unos shorts blancos que solía ocupar para entrenar. En el lado opuesto una máquina lanzaba las pelotas que Parry devolvía con increíble fuerza. Tyler se dio cuenta de la situación y maldijo a Reed y Caleb por dejarlo solo para encargarse de la fierecilla que en esos momentos era su novio.

- ¿Pogue? – le llamó algo dudoso

El aludido giró su vista hasta la entrada de la cancha donde estaba Tyler. Parecía más sorprendido que enfadado.

- ¿Tyler? – una pelota lo golpeó fuertemente en el brazo por aquellos segundos de desconcentración -. ¡Mierda!

La máquina se apagó luego de un destello de fuego de los ojos del pelilargo que casi corrió para encontrarse con Tyler. No obstante, una vez frente a él, no supo que decir.

- Vamos a mi habitación – sugirió el mayor.

El cuarto de Pogue se ubicaba en el segundo piso, casi al final de un pasillo inmensamente largo. Ahí todo parecía encontrarse en el más absoluto desorden y uno tenía que entrar con cuidado para no pisar algo en el camino. Mas Pogue no le dio mucha importancia y se acercó al clóset abierto para sacar algo de ropa.

- Voy a ducharme, no me tardo – aseguró mientras entraba a su cuarto de baño.

Tyler no dijo nada y se sentó en la cama (Donde descansaba un gran montón de ropa) y esperó pacientemente mientras miraba con la curiosidad digna de un niño todo aquel desastre.

En el piso podían encontrarse mucha ropa, algunos CD's, revistas y zapatos; aunque algo destacaba por el claro orden en el que había sido acomodado. Una estantería donde descansaban los libros que la señora Parry le compraba muy frecuentemente a su hijo único y de los que Pogue se había enamorado durante sus tiempos en Spencer.

Recordó la primera vez que puso un pie en esa habitación y cómo Pogue decía que se negaba a que Maggie arreglara porque luego de que lo hiciera no podía encontrar nada.

Su risa dulce e infantil llenó al habitación cuando recordaba las muchas veces que Pogue se quejaba de no encontrar nada en su cuarto, así fuera ordenado o no.

- ¿Qué es tan gracioso? – preguntó Pogue que sólo vestía unos boxers y se vestía mientras su cabello largo goteaba por, lo que debía ser, el baño más corto de la historia.

- Eso fue rápido.

- Si, bueno, tenía que hablar contigo – Pogue se acomodó unos pantalones negros y se acercó a Tyler -. Siento lo que pasó, sé que no debí hablarte así…

- Ni a mí ni a Reed – completó el más joven.

- Tienes razón, actué como un idiota. Pero…

Tyler se acercó un poco más y le robó un beso. Uno corto y lleno de ternura que no fue más que un roce de sus labios. Luego apoyó su mano derecha contra la mejilla del pelilargo.

- No tienes por qué tener miedo.

Y aunque esas palabras no fueron las que Pogue siempre idealizaba, fueron más que suficientes para calmarlo.

-:-

- Reed, querido, no creo que este asunto no sea de mi incumbencia, así que podrías decirme ¿por qué estás tan ansioso?

Reed la miró apenas unos segundos y devolvió su vista a la taza con chocolate caliente que la misma Evelyn le había preparado.

- No me gusta Derek - confesó, ante la mirada sorprendida de su "suegra" -. Y estoy enojado, porque no soy una maldita chica para comportarme así.

- Entonces ¿sólo es por celos?

Reed negó: - Hay algo en su forma de sonreír, como cuando una persona sabe que alguien es falso. Yo he estado rodeado de muchos patanes idénticos, sé que no me equivoco con él.

- De ser así, no veo por qué te comparas con una muchacha - respondió la pelinegra, calmadamente -. Y no todas son o fuimos así.

Reed, al entender, abrió los ojos: ¡Se sentía tan apenado! ¿Cómo pudo olvidar que Evelyn era, de hecho, una mujer?

- Y-yo no...

- Descuida, cariño, entiendo perfectamente esto. Yo sé que no es fácil, así que mejor cambiemos el tema...

- Evelyn, ¿qué fue lo que hablabas con Derek antes de que llegáramos? - le interrumpió, con un tono respetuoso.

Evelyn parpadeó, sintiéndose confundida. Por alguna razón, sentía que su cabeza le pesaba y los recuerdos eran difusos. Lo que siempre recordaba, era la sonrisa encantadora de Derek, y unas cuantas palabras... pero era extraño, porque se sentía como si toda su atención siempre hubiera estado enfocada en la sonrisa del chico y no en sus palabras...

- Creo que era acerca de la vida amorosa de Caleb.

Y esto, fue lo que menos le agradó a Reed.

Continuará…

¿Entendieron cuál fue el deseo?

n.n

¡Saludos a todos!