Capitulo 10 Decisión x Pelea x Nacimiento parte II.
Kurogane esquivo un ataque del látigo de Ran, sabia perfectamente que no podía darse el lujo de ser herido con ese látigo, pues la habilidad de la mujer era el veneno.
-¡Quédate quieto¡ -le grito al momento que su látigo dio de lleno en un árbol, partiéndolo en dos.
-Botón de rosa, onegai detente, no quiero pelear contigo –mientras solo se dedicaba a esquivar los ataques.
-¡Entonces muere como la rata traicionera que eres!
Los ojos de Kurogane tomaron nuevamente el color de la sangre, no quería matar a la única persona que por muchos años había sido su única amiga, la única que nunca lo trato como una basura, pero no tenia alternativa, ahora que estaba con la persona que siempre amo, que tenia una razón por la cual segur viviendo no se daría por vencido.
El rubio coloco sus manos frente a su cuerpo, como si estuviera utilizando una espada, al ver esto, la peliazul dio salto atrás, alejándose del rubio y adoptando pose de defensa, estaba nerviosa, pues ella mejor que nadie conocía las habilidades del ex ladrón en batalla.
-Botón de rosa… -la llamo con tono melancólico –Onegai… No quiero matarte.
-¡Callate! –le grito enfurecida –Yo jure que te mataría y nunca falto a ningún juramente –la peliazul estaba furiosa y eso se podía comprobar por el nen que se removía violentamente a su alrededor –Sin nombre… ¿Por qué tuviste que matarlos? ¡¿Por qué tuviste que irte con es?! –le grito con lagrimas en los ojos.
-Ran… -el Kuruta estaba confundido, ¿Qué era lo que le pasaba?
-Ya es suficiente Sin nombre, no quieras retrasar tu muerte.
El aludido la miro con una mezcla de tristeza y melancolía, al tiempo en el que en sus manos se formaba una espada de luz.
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Mientras tanto, Kurapika daba vueltas por toda la sala, estaba sumamente preocupado, sus ojos están enrojecidos a causa de las lagrimas y la impotencia embargaba su corazón.
-Kurapika, tranquilízate por favor –le pidió Leorio mirándolo con preocupación, se sentía culpable del sufrimiento que su amado tenia en ese momento –Debes calmarte o le ara daño al bebe.
Kurapika se detuvo, miro su abultado vientre abrazándolo con cariño y ternura maternal, sintió una pequeña pinzada de dolor pero no le dio importancia ya con anterioridad las había sentido, eran simples contracciones que su cuerpo realizaba para la hora del parto cosa que aun tardaría un tiempo mas, el ruido de la puerta abriéndose lo saco de sus pensamientos.
-Yami… -levanto la vista esperanzado, pero no era su amado quien entraba por la puerta sino Gon y Killua.
-Kurapika, ¿Qué sucede? –pregunto el pelinegro mirando con preocupación a su amigo.
-Yami… -murmuro antes de perder el conocimiento.
-¡Kurapika! –gritaron los tres cazadores
-Tiene fiebre –menciono Leorio –Rápido, ayúdenme a llevarlo a su habitación.
-Hai –respondieron ambos pequeños.
A los pocos minutos el de lentes se dio cuenta que el rubio había entrado en labor de parto.
-Rapido, vayan por Yami –les pidio a sus amigos.
-Pero ¿donde esta?
-En el bosque…
-Vamos Gon yo se donde pueda estar.
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La peliazul esquivo el golpe del rubio, ambos respiraban con dificultad, estaban cansados y casi en sus limites.
-Ran… Esto es… Una locura… Onegai… Reacciona… Yo… No quiero… Tener que… Matarte.
-Cállate… Bastardo… Yo… No sere… Quien muera…. Este día… Si alguien… Va a morir hoy… ¡SERAS TU!
Nuevamente los dos contendientes iniciaron su pelea, ninguno de los dos se daría el lujo de perder, ambos tenían cosas por que vivir, Kurogane, a Kurapika, al hijo de ambos y por que no decirlo a Leorio, Gon y Killua, Ran a la banda de ladrones, la única familia que había conocido, de pronto el grito de la peliazul se hizo escuchar, ya que el Kuruta la había atravesado con su arma.
-¡Yami! –se escucho a la distancia, el aludido bajo la guardia distraido por el llamado, momento que la peliazul aprovecho, si iba morir se lo llevaría con ella al infierno.
El látigo se movió cual cobra, hiriendo al ojiazul en el hombro inyectando todo su veneno.
-Creo… Que este… Será nuestro… Fin… -le sonrío victoriosa, pues sabia perfectamente que el rubio moriría en una lenta agonía.
Kurogane se separo de ella, mirándola con tristeza mientras esta caia de espaldas en un charco de su sangre.
-Botón de rosa –el rubio se dejo caer de rodillas, su visión comenzaba a ser borrosa.
-¡Yami! –los chicos habían logrado dar con el mayor, pero lo vieron los preocupo.
-Yami, ¿Estas bien? –le pregunto Gon colocándose frente a el.
-Kurapika… -murmuro el aludido –Gomen ne… -dijo antes de caer en los brazos del pelinegro.
-Ahí no, otro mas –se quejo el albino.
-Rapido Killua hay que llevarlo con Leorio –le dijo el pelinegro a su amigo.
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Mientras tanto, Kurapika estaba apunto de dar a luz, pero lo que ninguno de ellos se imaginaba que el precio de esa nueva vida seria otra.
Continuara…
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Próximo capitulo el final!!