Los personajes de esta historia no me pertenecen.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas y punto, comprendo perfectamente esa postura.
Capítulo 1. Sin corazónEl sol se filtró entre las cortinas, era apenas unos destellos en la penumbra del dormitorio pero bastó para que el hombre conocido como Máscara de Muerte abriera los ojos, molesto por la luz. Generalmente dedicaría la mañana a entrenar, unos ejercicios básicos de flexiones y combate o quizá un viaje al Yomutsu, el agujero negro de la muerte, primer círculo del infierno.
Hoy no, y desde luego pasaría mucho tiempo hasta que volviera a usar su poder de Ondas Infernales. No después de la guerra contra Hades y el enfrentamiento con el terrible Radamanthys, juez de Hades.
Ese recuerdo le torturaba, se estremeció. Lo que hizo que su compañero de cama se revolviese y se pegara a su espalda, sintiendo así la sedosa piel contra la suya, haciéndole cosquillas con sus ensortijados cabellos.
Máscara de Muerte se apartó lentamente y se sentó al borde de la cama, tenía que ducharse y vestirse. Hoy tenía lugar la primera reunión de los caballeros dorados tras la victoria sobre Hades y sus espectros, la primera reunión tras la resurrección verdadera de los caballeros. Hades había sido derrotado, Atenea había triunfado y por ello había impuesto sus condiciones de rendición a la deidad de la muerte y el abismo. Todos los caballeros que habían caido en la batalla contra Hades habían sido resucitados, Hades había sido desterrado en su reino, jurando que ni él ni sus espectros volverían a abandonar el infierno.
La Guerra Divina había terminado.
- ¿Irás a la reunión?
Miró por encima del hombro a Afrodita, caballero de Piscis. El hermoso varón hacia honor a su nombre con una belleza sobrenatural, no en vano se le consideraba el caballero mas hermoso del Santuario y el vanidoso Afrodita hubiese matado a quien dijera lo contrario.
- Naturalmente¿por qué no?
Afrodita se acomodó para mirarle con un desto lánguido, como un gato de angora.
- ¿Por qué no? Es obvio que deberías estar preocupado.
Máscara ni se inmutó y Afrodita se incorporó escandalizado.
- ¡Máscara! Somos los traidores, no creas que habrán olvidado nuestra participación en la batalla de las doce casas.
El caballero de Cancer se levantó y recogió su ropa sin mayor preocupación, lo que enojó a Afrodita. Si había algo que este detestaba era ser ignorado.
- ¡No lo habrán olvidado Máscara, y eso unido a nuestra asociación con Hades para regresar de la muerte y cortar la cabeza de Atenea...¡La reunión de hoy muy bien podría ser nuestro juicio!
- No seas absurdo.- Máscara recogió su camiseta.- Hemos resucitado y recuperado nuestras armaduras de oro, no pueden hacer nada.
- Pero...
- Si Atenea nos quisiera muertos no habríamos resucitado, al final nos sacrificamos con todos los demás para abrir el Muro de los lamentos de Hades, con eso basta.
Afrodita frunció el ceño con desconfianza y tiró de una cuerda que abrió las cortinas y llenó de luz el dormitorio de la casa de Piscis, la doceava. Era una mañana preciosa y lo era mas aún en el precioso jardín de rosas, unas flores tan hermosas y peligrosas como el mismo caballero que las usaba como un arma mortal.
- Aun así, podrían destituirnos y desterrarnos. Nadie está contento con nuestras acciones pasadas, eso seguro¿quién sabe que..?
- Tus quejas empiezan a aburrirme.
Afrodita mostró su indignación con un mohín y tanto estilo que cualquier otro se hubiera deshecho en disculpas ante los rosados labios de morritos. Pero Máscara era inmune a las tretas de su amante, le ignoró y entró al cuarto de baño para ducharse y adecentarse un poco.
No compartía los temores de Afrodita respecto a la reunión. Su unico miedo no era de este mundo, era regresar al infierno. Siempre había temido el abismo, no la muerte, sino lo que venía después, lo temía porque lo conocía bien y desde niño había sabido que destino aguardaba tras el agujero del Yomutsu, cuando había ido a aquel abismo por primera vez durante su entrenamiento, antes siquiera de tener su armadura. Era lo único que temía, eso y nada más.
Afrodita, pese a su enfado, disfrutó regalándose la vista con el cuerpo desnudo de Máscara andando por su dormitorio hasta desparecer en el lavabo. El caballero de Cancer era viril como pocos, no era ni mucho menos un hombre que destacara por su belleza. Tenía otra cosa, un atractivo puramente masculino en su rudeza.
Aunque su caracter era irremediable, Afrodita no podía hablar con él mas de cinco minutos, era tosco y cortante como pocos, en absoluto refinado. Habían sido aliados por meta, complices de traición y amantes ocasionales. Pero no podían ser mas distintos.
- ¿Entonces no crees que la reunión sea un juicio?
La ducha se apagó y Máscara contestó desde el otro lado de la puerta del baño.
- No, creo mas bien que es una formalidad para con Athenea y la elección oficial del nuevo patriarca.
¡Por supuesto! Afrodita dió una palmada al caer en la cuenta, tras la muerte de Shion, y sin contar la falsa gestión del lado oscuro de Saga, caballero de Geminis, el Santuario había tenido a Dhoku como patriarca provisional, pero ninguno oficial, además ahora que los caballeros habían resucitado... Ahora Atenea debía elegir un Patriarca entre los Caballeros de Oro. El elegido debería ser además sustituible en su cargo de Caballero de Oro por alguno de los Caballeros de Bronce favoritos por Atenea.
¡Sería algo emocionante!
Máscara se secó y dejó que Afrodita se ensimismara en sus conjeturas mientras se vestía y se enfundaba en su armadura de oro.
Era bueno volver a tener su armadura de caballero de Cancer. Había echado de menos su tacto, su aura. Las armaduras espectrales de Hades habían imitado las doradas pero no había sido lo mismo, de ninguna manera, su cosmos no había estado en armonía como lo estaba con su legítima armadura.
Sujetó su casco, o mas bién su corona espinada. Había añorado la plenitud que esa armadura le proporcionaba. Acarició los picos de la diadema y se la puso. Era el siniestro caballero de Cancer una vez más, señor de la cuarta casa.
- Me voy, no llegues tarde al Santuario.
- Con puntualidad britanica.- Canturreó Afrodita.
- Lo que explica que seas sueco.
- ¡Y tú un animal!.- Gritó Afrodita cerrando la puerta del lavabo de un portazo.
Máscara ignoró la ridícula y obviamente exagerada indignación y salió del templo, pernoctar allí tenía una ventaja, era la doceava casa y el Santuario estaba justo colina arriba.
Afrodita llegaría tarde, como siempre, era tan vanidoso que dedicaría por lo menos una hora a adecentar su melena celeste y refrescar su afeminado rostro. Le enervaba, no podía soportar tanta vanalidad. No era personalmente un hombre instrospectivo o filosofico, pero tenía sus límites.
Subió los escalones respirando mejor a medida que el aroma de las rosas iba disipándose.
El Santuario, el templo de Atenea. Saori, avatar de la diosa, estaba allí para elegir patriarca. Máscara, y probablemente todos los demás, sabían ya quién sería el elegido, no era dificil predecir que Dohku era el más indicado.
Las puertas del Santuario estaban abiertas y Máscara entró con paso firme, cabeza alta y sonrisa burlona.
Oyó los susurros, los murmullos, y notó las miradas. Le daba igual, de hecho le producía risa. Ya sabía lo que decían, no le sorprendía.
"¿Cómo se atreve a estar aqui?"
"¿Cómo osa dar la cara de este modo?"
"Otros lo dimos todo, es injusto que él esté entre nosotros."
Injusto. Máscara sonrió aun mas ampliamente, por supuesto que era injusto, había resucitado y recuperado su cargo junto a heroes y mártires.
Injusto. ¡Necios! No había justicia, lo sabía desde hacía años, la justicia era un concepto irreal. El más fuerte, el más poderoso decidía que era justo y qué no, por eso el mas fuerte tomaba las decisiones e imponía el orden.
La mayoría de los caballeros de oro ya estaban allí, aguardando en el pasillo central de la columnata de entrada, hasta que Athenea anunciase el comienzo de la reunión.
Milo de Scorpio y Camus de Acuario llegaron unos minutos después de él, juntos, como era habitual en la pareja.
Aldebarán de Tauro, Aiola de Leo y Shura de Capricornio ya estaban allí, tres caballeros conocidos por su lealtad, coraje y determinación. Por supuesto los dos primeros le dedicaron una intensa mirada de desconfianza teñida de odio a la que Máscara respondió con una cínica sonrisa.
Shura, no participó de la mirada, de hecho el caballero de Capricornio había sido un traidor al santuario... pero en última instancia al enfrentarse a Shiryu había renegado de su alianza y sacrificado su vida para salvar la del caballero del dragón. Eso, y su demostrada falsa alianza con Hades para advertir a Atenea le habían redimido.
Cerca del trono vacio del patriarca conversaban Dohku de Libra, milagrosamente rejuvenecido, Shaka de Virgo y Mü de Aries.
Mü. Máscara apretó los puños. El caballero de Aries le irritaba profundamente con su sola presencia. Que un hombre tan poderoso fuese un pacifista le enervaba, tanto poder... uno de los caballeros mas poderosos del Santuario y sin embargo tan sereno y pasivo. Le odiaba por ello, y siempre le había quemado en el orgullo el temor que sentía por el poder que transmitia en su sereno cosmos.
Lo cual le recordaba su derrota a sus manos. Máscara bajó la mirada hacia sus pies sintiendo el pinchazo de su orgullo herido.
En ese momento llegó el aroma de las rosas. Afrodita había logrado no tardar demasiado por una vez. La vanidad podía más que el temor o la precaución y el caballero entraba en el Santuario engalanado y con su deslumbrante belleza rodeada de pétalos carmesies al viento.
Máscara se permitió otra sonrisa por la reacción de los caballeros de oro. Con la unica excepción de los tres ascetas, Shaka, Dohku y Mü, los dorados apenas si podían ocultar su evidente fascinación y no escaso deseo. Afrodita no había perdido talento como embaucador.
El caballero de Piscis andó con la gracia de una diva hasta Máscara.
- ¿Me he perdido algo?
- En absoluto.
Afrodita asintió y rápidamente se procuró compañías menos comprometedoras, si quería recuperar su cómodo estatus entre los caballeros debía frecuentar a alguien menos siniestro que Máscara y su leyenda negra pero al mismo tiempo receptivo.
Como Shura de Capricornio, por ejemplo.
Máscara observó con curiosidad el acercamiento de Afrodita al caballero de Capricornio.
Shura le agradaba, era un caballero fuerte y comedido, un guerrero de la vieja escuela, incluso habían compartido, durante mucho tiempo, su concepto de la justicia como legítima solo por el poder. No obstante su uso de la fuerza era con diferencia mucho mas comedido que el de Máscara.
Pese a esa similitud nunca se habían tratado demasido, aunque claro, Máscara apenas trataba con nadie. Shura era una persona callada, era leal, pero no hacia preguntas. El caballero de Capricornio era un soldado. Máscara respetaba eso.
Si Afrodita conseguía ganarselo tanto mejor para él, así lograría librarse de la constante chachara del adonis. Afrodita era un animal social, no podía vivir sin charlar o cotillear con alguien. Cuando se aburría y bajaba hasta la Casa de Cancer le atormentaba con su conversación. Afrodita parecía disfrutar irritándole con las confianzas que se tomaba.
Y ahora su víctima elegida parecía particularmente incómoda, no era de extrañar, Shura incluso miró hacia él con nerviosismo, parecía avergonzado, Máscara respondió con un encogimiento de hombros, Afrodita era realmente eficaz produciendo esa sensación.
- Máscara de Muerte.
Máscara desvió su atención de Shura para mirar al caballero de Libra, este se había aproximado hacia él.
Máscara se tensó, incómodo. Dohku, había recuperado su juventud y todo el poder de un caballero veterano que había sobrevivido a la primera guerra contra Hades, en nada recordaba al decrepito anciano que Máscara había sido enviado a asesinar por orden del falso patriarca. Claro que entonces nadie sabía que el viejo caballero había obtenido de la Diosa el don de el Mesophetamenos, el Letargo de los Dioses, preservando su vida y ocultando su juventud en letargo.
Reencontrarse con un hombre al que había pretendido asesinar no era cómodo, nada cómodo. Sobre todo siendo consciente, como con Mü, de que era superado en poder.
- ¿Qué pasa?
Pese al tono cortante de la pregunta, Dohku no dió muestra alguna de ofensa.
- ¿Sabes si Saga se retrasará mucho mas?
- No lo sé¿por qué debería?
Dohku alzó las manos con gesto pacificador.
- Tan solo preguntaba.
Había un toque paternalista en su voz, de paciencia exagerada, si había algo que Máscara odiase era el paternalismo, y Dohku siempre se había dirigido a él de ese modo. Máscara entendía el desprecio, el respeto, el miedo, el odio... todo lo demás o bien le confundía o bien le enojaba.
- Iré a buscar a Saga.- Ofreció Mú tras Dohku.
- Ya iré yo.- Gruñó Máscara.
No era por hacer un favor a nadie, solo quería salir de allí y alejarse de todos ellos.
Con un aura de hostilidad casi tangible, Máscara salió dando zancadas, agobiado. Traería a Saga y se aguantaría hasta que terminase la maldita reunión, después regresaría a su Casa, y si Afrodita estaba dispuesto quizá volvería a acostarse con él.
Algunos respiraron aliviados cuando se disipó la tensión impuesta por la presencia del caballero de Cancer.
Dohku siguió con la mirada al sanguinario caballero hasta que le perdió de vista escaleras abajo. Máscara de Muerte, caballero de oro de Cancer, protector de la Cuarta casa.
Era caballero de Libra desde hacía mas de doscientos cincuenta años, había conocido a todos los anteriores caballeros de Cancer. Todos ellos se parecían demasiado, era una linea de guerreros que se asemejaban en algo que más que la armadura que habían obtenido.
Pocos, muy pocos comprendían el auténtico peso de la armadura de Cancer.
Dohku lo conocía. Rahab, caballero de Cancer de la primera guerra contra Hades, se lo había mostrado. Rahab, cruel, agresivo, el cínico, sobervio y perverso caballero que llevaba el nombre del angel del apocalipsis con orgullo y una sonrisa sádica.
Rahab, Hasmad, Simikiel y Eistibus, los cuatro anteriores a Máscara de Muerte, todos ellos se parecían de un modo estremecedor. Tanto que le dolía.
- Iré tras él.- Murmuró Mü, malinterpretando el gesto preocupado de Dohku.
El caballero de Aries salió tras Máscara, pero sin alertar de su presencia al otro, solo quería ser precavido.
Dohku suspiró y regresó junto a Shaka, el caballero de Virgo era una compañía serena y apacible, le recordaba a Shion, su antiguo y difunto amigo, el último patriarca.
Pronto comenzaría la reunión, Atenea nombraría un nuevo patriarca... y quien sabía que cambios tendrían lugar en el Santuario. Dohku suspiró, sospechaba que algunos caballeros tendrían mucho que decir a la señorita Saori sobre ciertas traiciones.
- Sabes que Atenea te elegirá como nuevo patriarca¿no es así?.
Dohku se encogió de hombros, aunque Shaka tenía los ojos cerrados no dudaba de que percibía cuanto le rodeaba.
- Podrías ser tú, Shaka, de hecho pensaba proponerte.
- No tengo ningún discípulo que pueda ocupar mi puesto como caballero de Virgo, pero tú tienes uno que si podría ser caballero de Libra.
- Shiryu...- Murmuró Dohku.
- El caballero del Dragón ha derrotado a muchos adversarios, lo ha hecho con sentido del sacrificio y lealtad innegables a la par que con sensibilidad y sabiduría.
- Siempre ha sido un alumno digno.- Coincidió Dohku no sin cierto orgullo.- Pero no estoy seguro de que...
- Derrotó a Shura casi a costa de su propia vida.- Recordó Shaka.- Y también a Máscara de Muerte en el mismísimo Yomutsu.
Dohku no tuvo mas remedio que coincidir, si, probablemente Shiryu sería convocado como nuevo caballero de Libra, por un lado le enorgullecía como pocas cosas podían, por otro... Máscara de Muerte ya era problematico sin tener al hombre que le dió muerte en la séptima casa.
Solo la diosa sabía que ocurriría en la turbulenta reconstrucción del mundo de los caballeros de Atenea.
Máscara agradeció el paseo, sobre todo acercarse a su casa para pasar a la tercera, la de Geminis. Para muchos su casa olía a muerte, a sangre, pero a él le olía a hogar, no le era agradable ni desagradable, sencillamente le hacía sentir en su terreno, le hacía sentir poderoso. Aunque ultimamente sus trofeos, los rostros humanos lapidados, no le traían tanta satisfacción y regocijo. No le sabían a nada.
Apartó esos pensamientos, no tenía interes en preocuparse por tales nimiedades, no importaban en absoluto. Descendió a la casa de Géminis y nada más poner un pie dentro de la tercera casa notó algo extraño y perturbador. El cosmos de Saga... era terriblemente debil.
Saga era un caballero de Oro, uno extraordinariamente poderoso. Había dado muerte al patriarca Shion, había ocupado su puesto durante años sin despertar sospechas mas que en Mü y Dhoko... había sometido a quien se le había opuesto y caballeros como Aiola habían estado dominados mentalmente por su poder. Ese cosmos no era normal.
Aceleró el paso siguiendo la debil presencia del cosmos de Saga hasta que llegó a las camaras centrales, las privadas, abrió la puerta de una patada y antes de darse cuenta corría hasta el dormitorio del caballero gemelo.
- ¡Saga!
Encontró un espectáculo lamentable. Saga, el poderoso Saga, desmadejado sobre su lecho como una muñeca rota, su larga melena enredada y sucia, sus ojos nublados, opacos y muertos, tenía el aspecto de un hombre sin espíritu, una cáscara descuidada y rechazada. Solo por su respiración se sabía que estaba vivo.
- ¡Saga!.- Máscara repitió, incapaz de creer lo que veía.
No obtuvo respuesta, Saga ni siquiera se movió, manteniendo la mirada perdida en el techo.
Esto no era fruto de un ataque, era imposible, no había enemigo alguno en todo el Santuario y la ultima amenaza había sido atajada. No... para tener ese aspecto macilento Saga habría permanecido así dias...
- ¿Que te ha pasado?
La falta de reacción le enfureció, Máscara se acercó al borde de la cama y cogió a Saga por el cuello de la maltrecha camiseta, incorporándole a la fuerza.
- ¡Reacciona Saga¿Que diablos te ocurre?
Saga alzó el rostro, al menos no estaba completamente ausente. Saga salió de su extraño trance, aunque tampoco mejoró mucho, su voz era un mustio murmullo.
- Máscara...
- Si, soy yo¿que te pasa? Eres él unico que falta para la reunión del Santuario¿que demonios haces aqui tirado?
El caballero de Géminis bajó la vista con un gesto de profunda vergüenza y dejó los brazos laxos, sujeto solo por las manos del otro caballero.
- Nada... no hago nada... no debería estar aqui...
- ¿Qué?
- Debería estar muerto... no soy digno... no merezco... no merezco nada...
Máscara no daba credito a sus oidos... Saga, el poderoso Saga, reducido a aquel montón de escoria presa de una depresión por la culpabilidad. Sintió nauseas, la bilis amarga al final de la garganta, repugnancia, aquel no era el hombre que se había alzado para gobernar el Santuario, el usurpador que había dado muerte a Shion y desafiado a los mismísimos dioses, el Saga imperial y seguro al cual Máscara de Muerte había jurado lealtad. Saga había sido imponente y no... no aquel deshecho.
- Repugnante...- Máscara soltó a Saga dejandole caer en la cama.- ¿En esto te has convertido tras resucitar¿En este deshecho del hombre que eras?
- No espero que tú lo comprendas.- Saga se volvió y se puso de costado, dandole la espalda.- El hombre que yo era... era un asesino, un traidor... soy una vergüenza...
- Ya lo creo que eres una vergüenza, pero no por los motivos que piensas.
Saga se volvió de nuevo para mirar al caballero de Cancer con extrañeza.
- Mírate.- Máscara practicamente escupió la palabra.- Tirado en la cama esperando la muerte como un cobarde, ni siquiera te atreverías a salir de tu Casa, es lo mas patético que he visto jamas.
- Es lo que merezco.- Replicó Saga sin fuerzas.- No soy digno de mi armadura... ni de pisar este lugar... ni de vivir...
- No digas estupideces, eres el caballero de Géminis.
- Soy un asesino, un mentiroso, un traidor... no debería estar vivo...
Máscara no pudo soportarlo más, obligó a Saga a incorporarse de nuevo y le propinó un puñetazo que dejó a Saga alarmado y con un pómulo contusionado que sin duda se inflamaría, Máscara era habil en lucha cuerpo a cuerpo, mucho.
- ¡Imbecil! No me cuentes historias, para todos nosotros es obvio que no eras responsable de tus actos.
- Pero...
- ¡Pero nada!.- Máscara no cabía en si de rabia.- Fuiste dominado, llámalo tu lado oscuro o el espíritu de Ares, poco importa.
- Fue mi responsabilidad de todos modos... debí ser fuerte, pero me dejé llevar por la locura de mi oscuridad interior... soy un monstruo.
- Oh, por favor, eso es el pasado, ya superaste tu "oscuridad".- Aunque el desprecio de Máscara por el concepto de un lado oscuro era palpable.
Saga miró perplejo a Máscara, le confundía su enfado pero más aun que el caballero tratara de... animarle, a su muy especial manera, claro. Era realmente extraño que Máscara mostrase el mas mínimo indicio de preocupación por cualquiera que no fuese él mismo.
- Aun así, lo que hice no tiene disculpa que valga.
- ¡Estupideces¿Disculpa? Yo digo que no tienes porque disculparte ante nadie.
- ¡Máscara de Muerte!.- Esta vez Saga si reaccionó, se incorporó con gesto acusador.- ¿Cómo puedes decir eso¡Incluso tú deberías estar arrepentido!
- ¡Jamás!.- Máscara encaró al caballero de Géminis.- ¡Yo digo que hicimos lo que juzgamos justo¡Yo afirmo que actuamos de acuerdo a nuestra naturaleza y que de haber tenido éxito en nuestra treta Saori hubiese merecido su destino!
- ¡¿Cómo¡Jamás te hubiese imaginado tan profundamente descarriado, Máscara!
- Si Saori no hubiera sobrevivido a la traición, si no hubiese sido lo suficientemente fuerte como para derrotarnos yo pienso... no¡yo afirmo que no hubiese sido digna de ser el avatar de Atenea ni capaz de responder a los desafios de Asgard, Poseidón y Hades!
Saga acalló a Máscara con un sobervio puñetazo en el vientre, y de no haber llevado su armadura sin duda el caballero de Cancer habría sentido un buen golpe. Pero no solo llevaba su armadura sino que Saga estaba debilitado, de modo que Máscara se quedó de pie, sin esgrimir siquiera un gesto de dolor.
- ¡Cállate¡Lo que hicimos fue horrendo y no somos dignos del perdón de Atenea!
- Estamos vivos y somos caballeros de oro, el resto me da igual. Si tu consideras que aun precisas ser perdonado por Saori levantate y afrontala en el Santuario, no te escondas aquí como una rata cobarde.
No tenía que decir más ni pensaba seguir contemplando al miserable que se avergonzaba de haber admirado en el pasado. Pero el hombre frente al cual se había inclinado para jurar lealtad ya no existía, el Saga oscuro había sido derrotado por la luz.
Era extraño, pero de pronto se sentía solo, y vacio.
Aun no había salido de las estancias privadas de Saga cuando vió a Mü frente a él. ¡El caballero de Aries le había seguido y espiado!. Máscara exhibió un gesto feroz y alzó el mentón con orgullo.
- ¿Qué haces aquí¿Tienes algo que decirme?
- ¿Realmente crees cuanto le has dicho a Saga?
- Por supuesto, y no me retracto.
- Entonces piensas que si la señorita Saoria hubiese muerto hubiese sido justo, que hacias lo correcto apoyando al falso patriarca.
- Eso he dicho¿es que no se oía bien tras la puerta?.- Espetó Máscara.
Mü frunció el ceño, ni siquiera su calmado temperamento podía mantenerse ante el descaro del caballero de Cancer, un hombre cruel, malvado y sin el mas mínimo atisbo de arrepentimiento, al parecer su sacrificio en el Muro de los Lamentos no había sido un intento de redención en absoluto si realmente no tenía remordimientos. ¡Ni siquiera consideraba que debería sentir remordimientos!
- Máscara, que hayas llegado a caballero de oro es algo que escapa a mi entendimiento.
- No lo sabes todo, Mü.
Sin mas que decirse, Máscara de Muerte pasó de largo abandonando el templo de Geminis para regresar al Santuario.
Mü no le siguió, esperó hasta que finalmente Saga salió de sus estancias, vestido con su armadura de oro y el largo cabello aun húmedo después de darse una ducha. El caballero gemelo se sorprendió al ver al caballero de Aries.
- ¿Mü?
- Nos tenías preocupados con tu tardanza. Pongamonos en marcha.
Ambos caballeros salieron andando, por encima de ellos, subiendo las escaleras por delante, veían al caballero de Cancer, Máscara no les miró ni una sola vez. Caminaba con la vista al frente y pisadas firmes. Como si nunca hubiese muerto traicionando a Atenea, como si apenas le importara haber sido un espectro de Hades... sin cargo de conciencia, sin remordimientos, y sin embargo orgulloso portador de una armadura de oro bendecida por Atenea.
Realmente Mü debía admitirlo, no lo sabía todo.
Nota de la autora: Aqui está mi fanfic de caballeros del zodiaco, con Máscara de Muerte como personaje central. Me encanta, es tan malo malísimo, y sin embargo caballero de oro durante años de crueldad, todo un enigma.
Con Shura de Capricornio he tenido un lio porque en el manga es malo (traidor como Máscara) pero en la serie animada es bueno (un engañado como los demás) así que al final le he tratado como un intermedio.