Traducción de la fic de nombre homónimo Falsos Heróis escrita por la autora brasilera Scila. Es una trilogía y esta es la primera parte.

Es una fic viejita (2005) y el spoiler es del 5 libro.

Espero que les guste…

Capítulo 8 – Mascaras, preguntas y más pensaderos.

Era una escoba nueva, brillante. Súper costosa, le había dicho su padre. Nott paso días "bravo" con el porque no soltaba el juguete.

No hacía nada más que flotar algunos metros por encima del suelo y temblar un poco pero fue el orgullo de Draco... hasta que se rompió.

Lloró, lloró sin parar. Llevó a su madre a la locura, al punto de llamar a su abuela materna (las dos no se llevaban nada bien) para intentar alegrarlo. Pero nada funcionaba.

El quería esa escoba, sólo esa. No le prestaba atención a los dulces, golosinas ni a los elfos domésticos haciendo malabares o ganándose una surra. Lloraba, gritaba y pateaba los pedazos de madera que fueron lo único que sobro de la pobre escoba.

Por algún motivo sólo lograba recordar esa parte de la historia. Sabía que había más y que envolvía algo bueno sucediendo pero no parecía importante. La tristeza que sintió ese día era lo que realmente importaba, el resto no tenía sentido.

Su vida era una infinita bosta de dragón. Nunca sería feliz de nuevo, no rodeado de dementadores y piedras. ¡No necesitaba malos recuerdos para sentirse peor aún!

Intentando escapar del sentimiento de amargura que lo llenaba, miró a su alrededor, buscando algo con que distraerse. Pero, claro, en una celda medieval no hay mucho que observar.

Las paredes eran hechas de piedra (el arquitecto de Azkaban no era muy creativo), el aire sofocante por la falta de espacio para moverse. La primera (y única) fuente de luz era un pequeño agujero (llamarlo ventana era un elogio exagerado) inalcanzable cerca del techo adonde ni siquiera el ruido del mar lograba llegar. La única cosa que quebraba aquel paisaje gris monotono era la increíble, sorprendente... puerta de madera. Ahora si se podía distraer, su vida de prisionero no sería más un castigo, ¡en realidad era alegría seguida de alegría!

O no.

La madera de la puerta estaba corroída por el tiempo y las mordidas de los ratones. Había una particularmente grande, como una puertita para que la rata pudiera venir e ir como quisiera, lo que hacía que se arrepintiera por no haber aprendido animagia.

Claro, que si fuera un animago tendría una forma grandiosa, como la de un dragón o serpiente, que no cabría por ese hueco, pero eso no venía al caso.

Fuera de su celda había menos oportunidades de entretenimiento saludable. Ninguno de sus vecinos se había mostrado interesado en tener una conversación amigable sobre los viejos tiempos. Y Nott había cumplido su palabra, el padre del carcelero estaba en la celda del lado murmurando incoherencias desde que había llegado. Mientras que el otro vecino, cuya identidad no sabía y no estaba interesado en descubrir, respiraba una o dos veces cada dos horas.

El suelo de piedra helado y la corriente de aire fría que pasaba por el agujero del ratón en la puerta le recordarón el día en que su abuela murió.

Una señora rigída y, para un Draco de seis años, aburrida. Le traía dulces, juguetes y otros regalos que le interesaban por cinco minutos, y después venían los comentarios: "Camina derecho", " Vas a heredar todo esto, limpiate los pies antes de pisar el tapete", "¡No hables con la boca llena!", "Lavate las manos". Y eso sólo empeoraba por el hecho de que su madre siempre le decía: "Respeta a tu abuela, es una víbora de talento irritante y tu padre besa el suelo que pisa, el debilucho. Cuando muera el aire va a volverse más limpio, pero mientras tanto ve aprendiendo a agradar a quien interesa"

En fin, su abuela nunca fue nada más que buenos presentes y comentarios fastidiosos. Pero cuando murió la mansión parecía haber ganado una nueva capa de frialdad. La casa siempre había sido silenciosa, entre tanto, de alguna manera en ese día fue diferente.

Fue la primera vez que Draco conoció un lado de su padre que sólo despertaría años más tarde.

A Draco le gustaba exhibirse y si había algo que odiaba cuando niño era no tener un público que aplaudiera su nuevo truco, juego o regalo. Cosas de una familia tradicional donde ser hijo único y hombre significaba tener al mundo girando a tu alrededor. Aquel día no fue la excepción.

No recordaba que había sido pero por algún motivo estaba alegre con algo y salió corriendo hacia la mansión, buscando a su madre y padre. Sabía que debía fingir tristeza o respeto por la muerte de la abuela pero siempre se colocaba en primer lugar y los demás de cuartos (después de "yo", "yo" y "yo").

Encontro a su madre en el atrio leyendo un libro mientras canturreaba, y se asustó. Narcisa Malfoy nunca cantaba. Una cosa no combinaba con la otra. Pensó que estaba enferma o loca. El susto fue tan grande que dio dos pasos hacia tras y salió corriendo.

Decepcionado, fue a buscar a su padre en el lugar de siempre: su estudio.

Ah, si. El estudio de Lucius Malfoy. El santuario. No había sitio más sagrado para su padre, era ahí que buscaba refugio o algo parecido. Todo lo que había allí sólo podía ser tocado por el y nadie más que el.

En esa época, Draco aún no lo sabía.

Entró al escritorio que estaba solo. No había nada de especial en ese cuarto, excepto por dos cosas.

Colgado en la pared opuesta a la escribanía había un cuadro. Lo que lo hacía diferente de todos los otros cuadros de la mansión es que estaba vacío. No había nada además del fondo, donde estaban pintados los jardines de la casa.

Pero lo que llamó su atención fue otro objeto.

Encima de la mesa había una mascara de madera que inexplicablemente lo hipnotizo. La observó primero de lejos, con cautela. Un aura negra emanaba de ella.

Se acercó más, colocandose en la punta de los pies y, olvidando que lo había llevado allí, tomo el objeto, mirandolo fijamente.

La expresión de la mascara era aterrorizante mas, al mismo tiempo, familiar. Había algo en ella que lo encantaba. Estaba tan concentrado que no noto la entrada de su padre.

-Suelta eso, Draco. – la voz fría de su padre le ordenó.

Aun en choque por la repentina entrada, no se movió.

-¡Sueltalo!- gritó su padre, perdiendo la compostura.

Como si se hubiera llevado un corrientazo, solto la mascara. El pedazo de madera cayo al suelo, un trozo volando lejos.

El rostro de su padre se contorsionó de rabia.

-¡Mira lo que hiciste!-grito, recogiendo el objeto. -¿Qué haces aquí? ¡Ya te he dicho que no puedes entrar sin mi autorización! ¡Será que no logras comprender ni una única orden!

Asustado por la extraña actitud de su padre, corrió hacia la puerta.

-¡Ven, Draco! ¡Debes aprender a no jugar con las cosas que no debes!- le grito, levantando la mano amenazadoramente.

Su padre nunca le había pegado. Jamás había levantado la mano. Aquello lo horrorizó tanto que salió corriendo sin mirar hacia trás. Escuchó un ruido, como algo grande cayendo al suelo, pero tenía demasiado miedo para volver.

Su madre lo detuvo.

-¿Qué paso, querido? ¿Por qué esa cara asustada?- sonriendo se agacho colocando una mano en la mejilla de su hijo.

-Papá... el... tiene una mascara...- sollozó, sin lograr terminar la frase.

El rostro feliz, algo raro en su madre, se volvio serio y se levantó.

-Quedate aquí, querido. Voy hablar con tu padre.

Apesar de la orden, siguió a su madre. Se aproximo de la puerta del escritorio pero no entro.

-Esto es ridiculo, Lucius. ¡Estas actuando de una manera abominable, asustando a Draco de esa forma! ¿Estas loco?

-¡Sal, Narcisa, antes que pierda el control definitivamente!

-No saldré, le debes una explicación a tu hijo.

-¿Explicarle qué, exactamente? ¿Esto?- le grito, mostrandole la mascara. Después apuntó el cuadro vacío. -¿Eso?

-Es sólo una mascara. Y es sólo un cuadro. Eres tu el que los vuelve un simbolo de tus errores. –comento como si hablara del tiempo. –Si te incomodan tanto, botalos.

-¿Botarlos? – se rió amargo. -¿Botarlos? Todo es tan simple para la heredera de los Black.

-Estas fuera de control.- lo critico, lanzandole una mirada reprobadora. No había nada peor, para ella, que la falta de control. –No voy a gastar mi tiempo contigo en este estado. Controlate y después disculpate con tu hijo y heredero, Lucius.

Irritada, Narcisa cerró la puerta del escritorio detrás suyo. Cuando vió a Draco abrió una sonrisa forzada.

-No te preocupes, querido. Tu padre era muy unido a tu abuela. La muerte de ella lo dejo así. Ven, vamos a la cocina los criados acaban de hacer una bandeja de tus dulces favoritos.

Tardó algunos días antes de que la casa volviera a una cierta normalidad. Su padre no le hablaba, demasiado orgulloso para admitir que había perdido el control, prefiriendo dejar que el asunto muriera. Y ambos, esposa e hijo, dejaron que eso sucediera.

El cuadro vacío fue retirado del escritorio y colocado lejos de la vista de todos en el sotano de la casa. En su lugar colocaron un cuadro de Lucius cuando era joven. Mucho tiempo después Draco descubrio que el cuadro que habían retirado era de su abuela y algunas cosas tuvieron más sentido.

Sobre la mascara...

La mascara le recordaba a su padre sus errores y la decepción que era para su madre, ahora representaba lo mismo para Draco. Sus errores y a su padre.

Y siempre que recordaba a su padre las cosas no terminaban bien.

¿Qué tenía que hacer un hombre para conseguir un cobertor?

Los trapos grises que los aurores le habían dado eran peores que la chaqueta de bolsillos rotos. Había cambiado el calor asesino de Egipto por el frío acusador de Azkaban.

Trago en seco, queriendo de nuevo espantar los pensamientos que le recordaran ese asunto.

Se sentía cada vez más débil y cansado.

¿Quién sabe si dormía talvez parará de pensar estupideces?

-¿Qué desea?

-Interrogar a los prisioneros.

-Esa parte la entendí, Weasley. Lo que me interesa es exactamente para que quiere hacer algo así.

-Inspección. Ordenes de revisar si estan siendo bien tratados. Usted sabe... todo el protocolo y leyes que fueron aprobadas contra los malos tratos... necesito comprobar que esten siendo cumplidas.

-¿Y los papeles oficiales? Me gustaría verlos.

Impaciente, Ginny retiro un sobre del bolso y se lo entrego a Nott. La cara de insatisfacción que puso mostro que Quim, de nuevo, había hecho un buen trabajo.

-Esta bien- gruño, Nott. –Pero le aviso que no me gusta nada esto. Es muy arriesgado y sospechoso. Mi opinión no va a cambiar.

-No estoy aquí para impedir que el sol nazca. Crea lo que quiera, Nott. ¿Me puede indicar donde es la celda de Rodolphus Lestrange?

-¿Lestrange? No conseguirá ni una palabra coherente del infeliz.

-No necesito palabras coherentes. Si no tiene condiciones de ser interrogado verificaré que no tenga heridas, que no este pasando hambre... y cosas así.

-Lo se, Weasley. Ya pase por otras inspecciones.- después bajo su voz. –Se muy bien que esa no es su función aquí.

-¿Que dice?- fingio no escucharlo.

-Nada. Perks, acompañe a la señorita Weasley.

Una joven palida y con profundas ojeras debajo de los ojos se acerco. Ginny estaba acostumbrada con esa apariencia, todos en Azkaban, principalmente los que llevaban muhos años trabajando allí, tenían ese aire de enfermos. No había peor trabajo en el mundo que aquel. Aun con todos los hechizos de alegría, los efectos de las criaturas acababan por dominar a todas las personas.

La celda de Rodolphus no era diferente de ninguna otra de la prisión. El ocupante tan loco como el resto. Y, como mandaba el reglamento, los dementadores vigilando la puerta.

-No es violento- le informo en una voz seca Perks. –Pero le gusta oler el cabello... E imaginar que todas las mujeres que ve son su esposa. Nuestra suerte es que perdio la vista. Entonces no logra acercarse mucho.

-¿Esta ciego? ¿Como?

-¿No te contaron?

-No.

-Mejor así... no te gustaría saberlo.- le dijo la chica indicandole que la historia no era nada bonita.

Infelizmente Ginny tenía que mantener el disfraz de inspectora y era parte de su "trabajo" saber algo así.

-Quiero, Cuentame.

-¿Segura?- le pregunto, Ginny afirmo con la cabeza. –Se los arranco.

Abrió los ojos, sorprendida.

-Nadie creyo que fuera capaz. Ahora lo mantienen esposado.- le conto mientras abria la puerta. –Cualquier cosa estoy aquí afuera.

Probablemente los dementadores eran los que la estaban asustando. No había ninguna relación con el hecho de que estaba entrando en la celda de un asesino loco y que la puerta estaba siendo cerrada detrás suyo. Imaginese.

Encontro un hombre delgado y sucio que estaba agachado en el lado más oscuro y húmedo de la celda. Murmuraba algo mientras balanceaba el cuerpo de adelante hacia trás. Había un muy mal olor y Ginny prefirio no intentar descubrir el origen.

-¿Rodolphus Lestrange?

No hubo ningún cambio. Se acerco unos centimetros.

-Bella, Bella, Bella, Bella...

"Por lo menos se acuerda de ella. Quien sabe si eso me puede ayudar de alguna manera"

-¿Rodolphus?

Esa vez levanto el rostro, buscando quien lo llamaba. Una venda negra cubría sus ojos y sus manos estaban atadas con cuerdas plateadas.

-¿Dónde esta Bellatrix Lestrange, Rodolphus? ¿Dónde la vio por última vez?

-Bella...

-Si, Bella. ¿Dónde esta?

-Espere por ti. Falle, Bella. Ellos me encontraron. Nunca llegaste... No... no, no.

-¿Adonde?

Por algún tiempo el prisionero sólo repitió el apellido de Bellatrix pero Ginny no perdió el ánimo.

-¿Quiere a Bella de vuelta? ¿Quiere que se quede con usted?

La única señal de que había comprendido fue cuando el Mortífago giro rostro en dirección de Ginny.

-¿Quiere? Digame donde cree que esta.

-¿Tus cabellos aun huelen a rosas, Bella? Perdoname, falle. Ellos ganaron... pero aquí... aquí no me van a encontrar.- murmuro, apuntando con el esqueletico dedo su cabeza. –Voy a resistir a los dementadores... como me enseñaste. Como la primera vez. Eso. Y después huir...

-¿Huir a donde?

-Lejos. Muy lejos, Bella.- de repente solto un gemido de agonia. –Me atraparon... nunca llegaste. Ah, Bella... te falle. ¡Y me miras así! ¡No me odies! ¡Odias a los débiles! ¡Lo siento, Bella! ¡Querida, no me odies! ¡No soporto que me mires así! ¡No logro seguir verte odiandome! ¡Para! ¡No lo hagas! ¡Para!

Con un grito se levanto rápidamente, yendo hacia Ginny. Reaccionando instantaneamente, ella se alejo y golpeo la puerta. No le importaba que tuviera las manos atadas, no se quedaría averiguando lo que podía hacer aun preso de esa manera.

¡Perks, sacame de aquí!

La puerta se abrio y ella salio corriendo, jadeante.

-¡Dijiste que no era violento!- le reclamo, aun perturbada.

-El sólo quería tocarte el cabello, te avise. ¿Lograste lo que querías?

-Si- mintio. –Estoy satisfecha con lo que vi.

-¿Quien sigue? Mis ordenes son acompañarte el resto del día.

-¿En que condiciones esta Rabastan?

-¿El hermano de Lestrange? Creo que mejores.

-¿Será que puede responder alguna pregunta?

-Lo dudo.

-¿Alguno logra mantener una conversación normal?- suspiro.

Sabia que sería así pero hasta antes de ese encuentro con Rodolphus tenía la esperanza de que los locos murmuraran informaciones extrañas... pero útiles.

-Creo que el único capaz es el prisionero que acabo de llegar.

"Sólo puedes estar jugando..."

-No me digas.- suspiro de nuevo. –Draco Malfoy.

-Si, ¿Quieres hablar con el?

-No si lo puedo evitar. Muestrame la celda de Rabastan.

Ginny no le pediría ayuda a Malfoy nunca. "Nunca" en realidad quería decir "sólo cuando este completamente desesperada"

Lo que no estaba muy lejos.

-¡No puedes ir solo, Harry!

-¡No nos vas a dejar atrás! ¡Vamos contigo!

-¡No! ¡No lo entienden! ¡Sólo yo puedo matar a Voldemort! ¡Nadie más! ¡Si ustedes van... no los puedo perder! ¡Vuelvan y avísenle a la Orden! Si no vuelvo... deben estar listos...

-¡No, Harry! ¡Debe haber otra manera!

-¡Por favor! ¡Antes de que sea tarde, vayan!

Draco observo mientras Potter salía corriendo, dejando a los otros dos atrás. Granger sollozaba y Weasley la abrazaba (intentando callarla probablemente)

Espero hasta que los dos salieran corriendo en la dirección contraria a la de Potter para salir de las sombras. Camino entre los escombros regados en el suelo. Despacio. Encontró un cuerpo tirado debajo de una columna caída.

Era imposible no reconocer el cabello rubio blanquecino, no había dudas.

Se agacho, aproximándose al rostro pálido de su padre.

No respiraba.

Su mascara, quebrada en dos, yacía a su lado.

No había ninguna expresión en el rostro. El escarnio y aire superior habían desaparecido.

¿Qué sería de el? No había más nada.

Draco se levanto, cerrando el puño intentando controlar la rabia y el desespero que lo consumían.

Se retiro la mascara y la arrojo al suelo violentamente.

Estaba cansado de perder.

Volvió a las sombras y en ellas busco refugio.

Draco se despertó con los puños cerrados y los ojos lagrimando por la fuerza con la que los cerraba.

Dormir en Azkaban... pésima idea. La peor de todas en la historia de ideas idiotas.

Golpeo la pared con la mano y ignoro el dolor del impacto. Se encogió en una esquina de la celda, intentando calentarse. Despacio sus ojos empezaron a cerrarse sucumbiendo al cansancio.

-¡Draco! ¡Muévete!

Giro el rostro en dirección a la voz, asustado, pero no había nadie en la celda.

-¿Qué esperas? ¡Ven!

Miro nuevamente y obtuvo el mismo resultado. Era algún tipo de delirio porque el dueño de la voz no podía estar ahí.

Ya había escuchado esas palabras antes. Sabía que estaba solo en la celda, la voz era sólo un truco de los dementadores y no caería en el, no estaba tan loco... Aun

-¡Ponte la mascara y ven, Draco!

"No voy a responder. No es el. No hay nadie aquí"

-¡Anda! ¡Se acercan!- grito la voz de su padre cada vez más cercana.

¡No era real!

Estaba confundido. Perdido... todo le parecía falso...

-¡Draco! ¡Muevete! ¿Qué esperas? ¡Ven! ¡Se acercan!

No podía... simplemente no podía. Estaba parado, cobarde y inútil. No podía, no después de lo que había pasado... la rabia aun estaba ahí.

-¡Ponte la mascara y ven, Draco!

Miro el objeto, luego a su padre. Aun dolía, aun sentía...

-¡Pontela, Draco!

Se la coloco.

-¡Basta! ¡Dejenme en paz! ¡Malditos!

Respiro hondo, intantando calmarse.

Pensamientos felices...

Chocolate... los dulces de su madre... jugar Quidditch en un día caluroso... preparar una poción... Slytheron... Poner de cabeza al elfo idiota... Vencer Potter...

Crucio... Estupefaca... Crucio... Desviar... Estupefaca...

Estaban perdidos... no lo lograrían. Potter llegaría al Lord de las Tinieblas...

Paro. ¿Por qué hacia eso? ¿Valía la pena morir?

Miro a su alrededor, notando que sus compañeros estaban cada vez más acorralados. De repente su padre lo miro y por algunos segundos sostuvieron la mirada.

En aquellos segundos busco tener de nuevo lo que había perdido... pero su padre no se lo devolvío, escogio desviar la mirada.

Fue entonces cuando Draco tomo su decisión.

Se alejaría de la lucha. No le quedaba nada allí.

Una explosión hizo que perdiera el equilibrio y se golpeara la cabeza contra una helada pared. Escucho, a lo lejos, a su padre gritar primero de rabia luego de agonia y supo que todo estaba acabado para los dos.

Se coloco las manos en la cabeza, intentando parar los recuerdos. Pero no tendría misericordia.

Era con mucho pesar que se preparaba para entrar a la celda de Draco Malfoy. También con el orgullo herido y extrama mala voluntad se preparaba para intentar extraer alguna gota de información del ex-mortífago.

La visita a la celda de Rabastan, que apesar de estar considerablemente más limpio que el hermano, se mostró más inútil aun. Era tan egocentrico que no dio ni una señal de recordar a la cuñada o a Voldemort.

Habían pasado exactamente tres días desde la visita a Rodolphus, buscando alguna pista de Bellatrix, cualquier cosa que pudiera ayudarla sería bienvenida, en todos esos días visito cada prisionero mortífago preso, hasta el momento, sin resultados.

Avery intentaba escalar las paredes de Azkaban con un miedo terrible de una cobra invisibe, Antonin Dolohov sólo se rió cuando Ginny le preguntó por Bellatrix y después intento arrojarla al suelo, Goyle estaba completamente mudo y extrañamente delgado y, así como el resto, igualmente incomunicable.

Y ahora solamente le quedaba el detestable Malfoy. Lo que aumentaba aun más su desespero. Fallar ahí significaba el fin de sus días en la Orden.

Tenía que apurarse o Quim decidiría terminar la misión. Además, entre más tiempo Malfoy pasaba en Azkaban menos chances tendría de que fuera capaz de responder sus preguntas.

Lo encontro dormido y murmurando.

Respirando hondo, Ginny tomo valor para despertarlo. Le toco fuertemente el hombro y rápidamente se alejo de nuevo.

Una señal de que los dementadores hacian efecto fue la manera como despertó, parecía que alguna cosa estuviera a punto de atacarlo. Un animal encorralado.

-Malfoy... voy a ser corta y breve. Digame todo lo que sabe sobre Bellatrix.

Al prinicipio la miro como si no estuviera allí. Tenía un aire desconfiado y espero a que ella repitiera lo que digo antes de responder, talvez intentando confirmar que era real.

-¿Qué hace aquí, Weasel? Creí que me había librado de usted de una vez por todas.

-Acorte mi estadia aquí. Digame lo que sabe de Bellatrix.

-Escuche la primera vez, estoy loco, no sordo.

-Entonces responda.

Hubo un breve silencio en el que Malfoy se acomodo, intentando de manera precaria parecer digno, mas si su apariencia en Egipto era mala ahora estaba diez veces peor. Cuatro días allí fueron suficientes para adicionarle uno o dos años más a su rostro.

-¿Por qué quiere saber sobre mi tía? Potter y usted parecen demasiado interesados en ella.

Ginny analizo si debía o no responder. Concluyo que no había problema en decirle la verdad. Al final, no podría hacer ningún daño preso en Azkaban..

-Queremos atraparla. Esta matando aurores y sólo sabemos que se esconde en Inglaterra, de resto estamos en oscuras.

Malfoy pareció genuinamente sorprendido cuando noto su sinceridad, sin embargo obviamente no tenía la intención de disminuir su desconfianza o antipatia.

-¿No pueden encontrarla?- abrio un sonriso satisfecho.

Se controlo para no responderle con un lindo comentario sarcastico, no estaba allí para intercambiar insultos y resistiría la provocación de Malfoy que era sólo para desviarla del asunto.

Era difícil controlarse porque odiaba dejar que tuviera la última palabra pero intento mantener en mente que tendría su victoria apenas lograra que le contará todo lo que sabía sobre Bellatrix.

-Si tiene algo que decir, hagalo.

-¿Qué gano con eso?

"No golpeo su cabeza contra la pared"

-¿Qué quiere?- le dijo, en lugar de eso, entre dientes.

La simple idea de que tuviera algún tipo de ventaja hizo con que la sombra de Azkaban desapareciera del rostro de Malfoy inmediatamente y fuera cambiada por la tipica sonrisita arrogante.

-Quiero salir de aquí, claro.

Ginny solto una carcajada sincera. No existía ni una remota chance de eso suceder.

-Soy una auror, no una hada madrina, Malfoy. Sea realista.

-Entonces no puedo ayudarla. Si quieren encontrar a Bellatrix tienen que soltarme. Soy el único que la conozco que no esta completamente loco.

-Intente ser más astuto. Esta es su única oportunidad de conseguir algo aquí adentro. Podemos encontrar a Bellatrix sin usted, va a ser más lento, es verdad... pero eventualmente la atraparemos. Y se va a quedar con las manos vacías.

-Talvez. Pero apuesto que no. Tienen que estar muy desesperados para llegar a Azkaban. Debe ser muy triste ser incompetente.

-Creo que es mejor que piense bien antes de decir tonterías, Malfoy. Quien esta pudriendose en una celda, quien perdio la guerra, quien huyo como una rata, no soy yo.

La sonrisa desaparecio lentamente, trayendolo de vuelta a la realidad.

-Si es lo que piensa creo que es la hora de irse.- le ofrecio, señalandole la puerta.

Ginny estaba comenzando a frustrarse. Era imposible cumplir esa exigencia ridicula y la actitud arrogante de el no le permitia tener algún avance en su misión. Mentir era su única alternativa, de nuevo. Tendría que convencer a Malfoy de que no lo necesitaba, dejarlo reflexionar sobre todo un poco más y después volver a recojer su premio.

-Era sólo eso. Cuando capture a Bellatrix voy a hacer enfasis en que se entere.

-Voy a esperar sentado.- después abrio una sonrisa ironica. –No que tenga muchas opciones. Una lastima que sea del grupo de los 'buenos' . Yo ya habría usado el Imperius y obtenido todo lo que quisiera de la mente de cada uno de ellos. Para que vea que lado es más inteligente.

El comentario era un intento débil de mostrar superioridad pero terminó siendo algo triste.

-Realmente- respondió, Ginny.- Puedo claramente ver cual.

Cerro la puerta trás suyo y luego de eso fue como si algo estallase en su mente.

Lo que Malfoy le dijo la hizo recordar de algo: todo lo que necesitaba estaba encerrado en la mente de los mortífagos, era sólo cuestión de entrar allí. Y no había un mejor modo para eso que usando una pensadero.

El hecho es que Azkaban tenía su propia biblioteca llena de ellas, usadas para guardar los peores recuerdos de los prisioneros. Con suerte talvez alguna estuviera relacionada con Bellatrix. Por alguna razón, no dudaba que lo estuvieran.

Era una medida un poco desesperada pero era mejor que lidiar con Draco Malfoy.