Todos los personajes de esta historia pertenecen a J. K. Rowling, pero de Melissa Moon sólo le pertenece el apellido; todo lo concerniente a ella, incluido su nombre, es fruto de mi invención. Dedico el título de esta historia a mis amigas Darkpriestessofsheks y Nimue-Tarrazo, a mi prima Krissel Majere, y a todos los fans de Memorias de Idhún (el concepto de las serpientes aladas, también llamadas sheks, pertenece a Laura Gallego García, la autora de esta trilogía que os recomiendo a todos que leáis). Si sois muy fanáticos de los personajes de Slytherin disculpadme por la lengua viperina del protagonista.

Diario de una Serpiente con Alas

Capítulo 1.

Viernes, 1 de septiembre

Querido diario:

Aunque te haya recibido como regalo hace ya mucho tiempo (en mi cumpleaños, el 7 de julio), he decidido estrenarte hoy porque es un día especial. Hoy empiezo mi sexto curso en Hogwarts.

¿Que quién soy? Ah, sí, he olvidado presentarme. Me llamo Theodore Leonard Preston Nott, pero personalmente no me gusta nada recitar mi nombre completo. ¡Ni que fuera mi epitafio! Así que prefiero que lo dejemos en Theo o como mucho en Nott. Tengo 16 años, mido 1'75 m de altura, tengo la piel bastante pálida, el pelo castaño y los ojos azules (de algún modo siempre termino con el flequillo tapándome el ojo derecho¡no hay manera!) y nací el 7 de julio de 1980 (por lo tanto soy Cáncer). Pertenezco a la casa Slytherin, y eso no me gusta nada.

¿Cómo? No, no me he vuelto loco ni he comido ni bebido nada en mal estado. ¡Ah, y tampoco he consumido ninguna sustancia rara! Simplemente he dicho la pura verdad: no me gusta ser un Slytherin. ¿Por qué? Muy bien, aquí están mis razones.

Uno: la Sala Común y las habitaciones tienen una decoración simplemente HORROROSA. La sala parece una prolongación de la clase de Pociones (¡puaj!), y las habitaciones son una funeraria. ¿A quién le gustan los doseles y la ropa de cama negra? He oído decir que las Salas y habitaciones de las otras Casas son mucho más bonitas y acogedoras. ¿No podríamos copiarles el estilo?

Dos: el jefe de nuestra casa es un ser humano disfrazado de cuervo (¿o es al revés?) llamado Severus Snape. Precisamente es el que nos da Pociones, y es la persona con el aspecto más desagradable que he visto en mi vida. Pelo negro, grasiento y largo; piel descolorida de la textura de un pergamino, ojos negros mate y una nariz aguileña enorme. Para rematar la faena tiene un carácter insoportable y siempre viste de negro. En resumen, combina a la perfección con la decoración de la clase. Naturalmente, con esa forma de ser no sonríe nunca. Bueno, casi nunca: le he visto sonreír un par de veces, y el efecto no es precisamente placentero…

Tres: mis compañeros de casa son un asco. El peor de todos es Draco Malfoy, un enano de pelo rubio platino y ojos grises (parece un vampiro) con el que mi padre se ha empeñado que me junte desde que yo era un niño pequeño. Normal, como es el nene de uno de los peces gordos del Ministerio de Magia británico… Y yo hago caso a mi padre, pero sólo para que deje de darme la vara. Tengo una suerte tremenda de haber nacido varón: si hubiera sido chica seguro que me obliga a casarme con él. Pero si Draco ha sido siempre insoportable, el año pasado las cosas se pusieron aún peor: lo nombraron prefecto, y ha ido por los pasillos del colegio presumiendo de su insignia y abusando de su autoridad. Yo le diría que se pasa de la raya, pero es que siempre está escudado por dos chicos el doble de altos que él que más bien parecen dos gorilas por lo enormes y musculosos que son: Vincent Crabbe y Gregory Goyle. Ni que decir tiene que como siempre se cumple el viejo tópico con ellos: todo lo que tienen de músculos les falta de cerebro. Pero que nadie se crea que las chicas se libran de mis críticas: ahí tenemos a Pansy Parkinson, prefecta de Slytherin y la novia de Draco (Dios los cría y ellos se juntan), estúpida a más no poder y con una cara de perro que no puede con ella. Siempre anda persiguiéndome, pero no para ligar conmigo (¡eso ya sería el colmo de la desgracia!), sino para meterme por los ojos a su mejor amiga: Millicent Bulstrode. Si Pansy parece un perro, Millicent es la hermana gemela de un rinoceronte… ¡QUÉ HORROR! Pero ojo, que nadie piense que el hecho de que odie a muerte la casa Slytherin y a todos sus especimenes significa que me caigan bien las personas a las que los Slytherin odian: es decir, los Gryffindor y sobre todo Harry Potter. No tengo nada en su contra ni en contra de sus amigos porque no me han hecho nada, pero simplemente no me resultan simpáticos.

Bueno, sí hay un posible motivo para que Potter me caiga mal, y es que tuvo la oportunidad de ir a Slytherin y la rechazó. No es que yo quisiera ser su amigo entonces, pero Draco sí quería y él rechazó su amistad, y probablemente si hubiera aceptado Draco, los demás y mi padre hoy no estarían molestándome tanto. O quizás mi padre sí me seguiría dando la lata, pero para que me hiciera amigo de Potter.

A estas alturas te estarás preguntando si hay algo que me guste de Slytherin¿no? Pues sí, pero solamente una cosa: el escudo. Las serpientes son unos animales muy bonitos y bastante inteligentes, pero personalmente si yo fuera una no me gustaría ir por la vida arrastrándome sobre la barriga. No, a mí me gustaría ser una serpiente con alas para poder llegar a lo más alto de las montañas y volar con las águilas… Y hablando de volar y de águilas, paso a nombrar otras dos cosas que me gustan: el quidditch (en eso coincido con la mayor parte de los Slytherin, es un deporte estupendo)… y una chica de Ravenclaw.

Sí, tengo mi corazoncito: se llama Melissa Moon, y como he dicho es de Ravenclaw. 1'65 m de altura (más o menos), pelo castaño claro y ojos color miel. Nunca pensé que diría esto en mi vida, pero lo diré: la AMO. Nunca he tenido oportunidad de hablar con ella, pero es absolutamente dulce y encantadora, siempre alegre y sonriendo. Sé todo esto de tanto observarla con sus amigas Sally-Anne Perks (de Hufflepuff) y Melinda Warren y sobre todo con su prima Mandy Brocklehurst, a la que se parece un montón. Cuando van todas por el pasillo charlando y riendo parecen un coro de ángeles que caminan entre las nubes. Pero yo, por supuesto, sólo le presto atención a ella… ¡Demonios, qué cursi me he puesto! Esto no es propio de mí. En fin, paso a hablar un poquito más de ella y sobre todo de cómo la conocí. Y para que quede más bonito, en primera persona y presente. Como si todo estuviera pasando ahora mismo.

"Estoy nervioso como un flan. Después de años esperando este momento, no puedo creerme aún que ya lo esté viviendo¡mi primer día en Hogwarts! Estamos en las mazmorras traseras, esperando a que podamos entrar, y estoy exultante de emoción. Sé de sobra que las asignaturas serán muy complicadas, pero no me importa: seré capaz de aprobarlas todas, estoy totalmente seguro de ello. Todos charlan animadamente, contagiados del ambiente e igual de nerviosos que yo. Entonces una suave vocecita habla a mi lado.

-¿Qué, con ganas de empezar?

Yo giro la cabeza a mi derecha y me encuentro a una niña de pelo castaño claro, tan ondulado que casi se riza, y unos ojos dorados que hacen que me sienta incapaz de esconder nada. Los nervios desaparecen tan rápida como misteriosamente, y me invade la curiosa sensación de que el mundo se ha vuelto completamente negro y de que esa chica es la única luz que brilla. No sé cómo se llama esto que de pronto se me ha metido en el cuerpo, pero me gusta. Y mucho.

-Sí, mucho.

-Yo también. ¿A qué casa crees que irás? –antes de que diga Slytherin, ella sigue hablando-. Yo tal vez iré a Ravenclaw, como mi padre. Mi madre es muggle, y no ha pisado Hogwarts en su vida.

-Ah, bien –no me salen más que esos dos monosílabos debido a una repentina timidez que jamás he sentido antes-. ¿Cómo… cómo te llamas?

-Melissa Moon. ¿Y tú?

-Soy…

-¡Theodore Nott¿Se puede saber qué demonios haces hablando con esa cosa? –la petarda de Pansy Parkinson entra en acción-. Y tú –añade dirigiéndose a Melissa-¿cómo te atreves a hablar con él? No vuelvas a dirigirle la palabra en tu vida ni a él ni a ningún futuro Slytherin, repugnante mestiza.

Voy a abrir la boca para defenderla, pero Melissa se defiende sola.

-¡Sí, mestiza y a mucha honra! No ofende quien quiere sino quien puede, y ni tú ni las palabras que diga tu bocaza no me afectan en absoluto.

-¿Qué has dicho? –Pansy se arremanga para soltarle una bofetada e iniciar una pelea, pero en ese instante aparece McGonagall (¡gracias a Dios!) y nos anuncia que podemos pasar.

Entramos en el Gran Comedor, y no puedo dejar de mirar a todas partes y pensar para mis adentros que todo es exactamente tal como lo había imaginado. Los nervios reaparecen, y más fuertes que nunca; el corazón late con tanta fuerza que no sé cuándo empieza un latido y acaba otro, suena como un susurro. Una mano se entrelaza con la mía, y la mirada de Melissa se vuelve a posar sobre mis ojos.

-Tranquilo, verás cómo todo sale bien.

Me sonríe, y vuelvo a sentir otra vez la sensación de que todo está oscuro (a pesar de la enorme cantidad de velas que flotan en el techo) y que ella es la luz de la aurora que brilla en el horizonte. ¿Por qué no quiero soltarle la mano?

Nos colocamos delante del Sombrero Seleccionador, que nos suelta una cantinela que en otras circunstancias me hubiera parecido un rollazo mortal, pero que encuentro muy graciosa. A lo mejor tiene que ver con el hecho de que Melissa se ríe por lo bajinis de la canción…

La profesora nos llama a todos por turnos (siempre primero el apellido y después el nombre de pila) y todos se ponen el Sombrero, que grita los nombres de las Casas según le parece. Draco, Vincent y Gregory van (no es necesario hacer apuestas) a Slytherin, igual que Morag McDougal, otro compañero mío.

Mi turno se acerca, pero antes que yo va Melissa, y cuando McGonagall la llama ella camina grácilmente (parece flotar en el aire, qué pensamiento tan raro) y McGonagall le coloca el Sombrero. Tras unos segundos de meditación, éste grita¡RAVENCLAW!

Los aplausos llenan el Gran Comedor, pero yo me lleno de una preocupación enorme que me sorprende: no estaremos juntos porque no le ha tocado Slytherin. A menos, naturalmente, que quien se vaya a Ravenclaw sea yo.

Mi nombre es el inmediatamente posterior al de Melissa, y cuando McGonagall lo pronuncia yo voy con los puños apretados, rezando con todas mis fuerzas para ir a Ravenclaw. Nervioso hasta el infinito, me siento en el taburete y la profesora deja caer suavemente el Sombrero sobre mí. Mis rezos se convierten en gritos mentales, por llamarlos de alguna manera, pero el Sombrero se pasa mis rezos y mis gritos por el forro¡SLYTHERIN!

Con una sonrisa tan falsa como un galeón de madera, y conteniendo unas lágrimas que no entiendo por qué quieren salir, voy hacia la mesa de Slytherin y Draco me hace sentarme a su lado con los demás, pero yo no escucho su conversación con los demás ni su indignación al ver que Potter no quiere ir a Slytherin y que el Sombrero lo manda a Gryffindor. Mis ojos son sólo para Melissa Moon, que ahora charla alegremente con su prima y sus amigas, al parecer sin acordarse del chico al que hace apenas un rato le ha cogido la mano…"

En fin, diario, ya conoces al que a partir de ahora será tu nuevo dueño y señor: un rebelde de los pies a la cabeza, pero un rebelde en secreto. Y ahora que me doy cuenta, he hablado sin parar de mí mismo y no he escrito nada sobre este día. En fin, para resumir diré que la inauguración ha sido como cualquier otra, exceptuando un hecho increíble: El nuevo profesor del curso, Horace Slughorn, no nos dará Defensa Contra las Artes Oscuras, sino Pociones. Es decir¡Snape ha conseguido el puesto que siempre ha querido! Se avecina una desgracia…

Buenas noches y hasta mañana,

Theo

P.D.: Tengo que asegurarme de esconderte en un lugar seguro. ¡Como Draco o Pansy o quien sea de Slytherin lea todo esto me matarán, y no exagero en absoluto!