Prólogo:

Lo más aburrido de los veranos, era soportar a sus hermanas, a su madre y a su tía diciéndole todo el rato lo que debía hacer.

Que si una dama de la alta sociedad debía andar bien vestida… si debía comportarse de manera más refinada…

Ella era la pequeña de la casa, y se lo consentían todo.

Se sentó en la cama, mientras el sol entraba a raudales por la ventana.

Su reflejo en el espejo del armario le devolvió una mirada verde azulada. Desde aquella distancia no se apreciaban las motitas acastañadas que tenía.

El pelo lo tenía hecho un desastre, parecía un amasijo de paja en lugar de las dulces ondas doradas que tenía normalmente.

Nathaly Black saltó de la cama y se plantó ante su armario.

Sacó el vaquero deshilachado que le había regalado su hermana Andrómeda, y se puso una camiseta verde sin mangas.

Se contempló el pelo con disgusto, y lo peinó a conciencia, dejando que sus ondas llegasen a su cintura.

Estaba lista para bajar a comer.

Ya estaban toda la familia sentada a la mesa; incluido "él".

Su fuente de inspiración, el portador del valor que necesitaba para actuar como lo hacía; Sirius Black.

Nathaly pasó con rapidez por delante del tapiz de la familia.

Habían borrado a su hermana mayor (y favorita), Andrómeda, por casarse con un mago hijo de muggles, llamado Ted Tonks.

Sirius la vio llegar y esbozó una sonrisa.

Su prima pequeña, toda una Slytherin, compartía sus ideales sobre la limpieza de sangre y el odio a los muggles; gilipolleces.

Su presencia era como un rayo de luz en aquella lúgubre mansión, y hablar con ella un remanso de paz.

Como a menudo decía Sirius, la única persona normal en aquella casa de locos.

-Nathaly, querida, no deberías vestirte así-dijo su tía Walburga- Una dama debe encontrar marido, y a este paso… se nos complicará…

Sirius puso los ojos en blanco.

-Si, a tus hermanas les hemos conseguido muy buenos partidos-dijo su madre, Druella de Black.-Rodolphus Lestrange se casará con tu hermana Bellatrix, y Lucius Malfoy se casará con Narcisa.

-¿Y no debería elegir yo?-preguntó la chica con su más dulce sonrisa.

Su primo Sirius sonrió.

-Es demasiado joven para casarla, sólo tiene catorce años-comentó.

-Pero si no la casáis ahora nadie la querrá; tiene un carácter del demonio-dijo Regulus.

Nathaly lo miró a los ojos, negros, con una sonrisa burlona.

-Que no quiera tener nada contigo no quiere decir que no sepa elegir-dijo; había perdido la cuenta de las veces que Regulus, de su edad, había intentado tener con ella algo más que palabras-E insito. YO debería escoger a quien quiero como esposo.

-Ay, no, hijita-dijo su madre con afectación-corremos el riesgo de que pase como con Andrómeda-añadió con desprecio.

-Si, casarse con un sangre mancillada no está bien-dijo Narcisa.

-No, la verdad es que… esa no sabe elegir-puntualizó Bellatrix- A mi me daría asco…

-Pues resulta, Bella, que tu hermana ha escogido bien; al menos ha escogido-dijo Sirius cansado-Además, yo elegiría mil veces a tu hermana antes que a cualquiera de vosotras dos, niñatas prejuiciosas y estiradas.

-Sirius Orion Black, te ordeno que dejes de hablarles así a tus primas-dijo su padre, Orion Black.

-¿Por qué? ¿Por qué digo la verdad? Porque esta familia-casi escupió la palabra- es una mierda, y vuestras creencias apestan. Porque sois negados, racistas y clasistas.

-¡¡¡CÁLLATE!!!-rugió su madre.

-No madre, ¿sabes que te digo?-tomó aire.-Me dais asco. Odiáis a los muggles porque son diferentes, odiáis a todos los que consideráis inferiores por nimiedades como la sangre o la procedencia. Me dais asco, queriendo casar a una niña de catorce años para que no mancille su sangre;-se puso en pie mientras sus ojos azules brillaban de furia-Me dais asco A-S-C-O –se dio la vuelta para salir de allí.

-Detente ahora mismo o te hago pedazos-gruñó su madre apuntándolo con la varita.

Nathaly soltó un respingo.

Había mirado embobada a Sirius mientras soltaba su discurso, pero sabía que ahora corría peligro.

Se le llenaron los ojos de lágrimas.

-¿Qué vas a hacer, madre? ¿Atacarme por la espalda? ¿Alguna jugada Slytherin?—dijo parándose, sin volverse.

-Te dije que te callases-gruñó Walburga.

Alzó la varita como si fuese un puñal, y la blandió en el aire.

Sonaba como si restallasen un látigo en la espalda de Sirius, una y otra vez.

De los labios del moreno no salió ni un quejido, a pesar de que su musculosa espalda empezaba a sangrar.

Todos observaban impasibles. Todos excepto Nathaly.

Lloraba a lágrima viva.

-Para ya… por favor… tía…-suplicó.

La mujer no parecía oírla; pero Orion la escucho y obligo a su esposa a sentarse.

Lentamente, Sirius se volvió.

No había dolor en sus ojos, sólo desprecio y frialdad.

Durante una fracción de segundo su vista se posó en Nathaly.

No podía dejarla sola allí.

Pero debía hacerlo. Ella era fuerte… sabría huir.

-Hasta nunca-masculló caminando hacia la puerta.

-Si sales de esta casa… quedas desheredado-dijo su padre.

El chico se volvió con una cínica sonrisa en el rostro.

-Adiós, papá.

Nathaly lo vio salir y sintió que una parte de su alma; la parte fuerte, se iba con él.

No volvería a ver sus ojos azules, su pícara sonrisa.

Una sensación de vacío se apoderó de su estómago.

No entendía por qué sentía que sin Sirius, la vida en aquella casa carecía de sentido.

No entendía porqué necesitaba un abrazo suyo.

Pero ella no era como los demás Black's ella era de ideales fuertes, como Sirius y su hermana Andrómeda, y en honor a ellos, la rebelión estaba a punto de estallar.

Sirius caminaba por la calle con una imagen en la cabeza. Los ojos de Nathaly anegados en lágrimas.

No entendía por qué se sentía vacío y perdido sin ella.

Aquella noche era especial.

Iban a borrar a Sirius del tapiz.

Supuestamente había que vestirse de etiqueta; pero Nathaly bajó en chándal y se acomodó en una butaca, al lado de su tío Alphard.

-Tío… ¿por qué lo hacen?

-Porque piensan que nuestra sangre es más importante que la de nadie… y los que no están de acuerdo… pues… los borran…

-¿Y por qué no haces nada por impedirlo?-preguntó ella en voz baja.

-Porque ya soy muy mayor… y tu padre y tu tía no me escucharían nunca… yo cuando era joven pensaba como Sirius… pero nos educaron así… y aprendí a callarme.

-Yo no me callaré… aunque me cueste la vida… Sirius no se merecía lo que le hicieron.

-La verdad es que no.

Llegaron todos los demás y miraron a la chica con resignación.

-¿Piensas encontrar marido alguna vez?-preguntó su hermana Bellatrix burlona.

Ella le dedicó una sonrisa irónica y burlona.

Se levantó y con las manos en las caderas, se plató delante del tapiz.

-¿Por qué vais a borrar a Sirius?

-Estuviste en la comida-dijo Narcisa en tono acusatorio.

-Así que vais a borrarlo por decir la verdad.

Todos la miraron sorprendidos, pero ella no quería callarse. Si no estaba con Sirius todo le daba igual.

-Tiene razón. Esta familia es una mierda y todos vosotros unos asquerosos con prejuicios. Os creéis mejore que nadie y sois patéticos.

-Tu primo te metió ideas raras en la cabeza- dijo su abuelo Pollux desde un sillón.

-No fue Sirius. Es la verdad-respondió ella con fiereza.

Cygnus Black, su padre, no perdió el tiempo con la varita.

Descolgó un látigo del escudo de armas y azotó a Nathaly en la espalda, con todas sus fuerzas.

La muchacha emitió un débil gemido de dolor y cayó al suelo inconsciente.

La noche se cernía sobre él cuando llegó a la vieja casa.

Llamó al timbre y esperó.

Le dolía la espalda, y estaba preocupado por Nathaly. Sabía muy bien que ella era una cabecita loca; y por defenderlo… seguro que se metía en líos.

Le abrieron la puerta y se encontró cara a cara con un chico alto, de ojos castaños y alborotado pelo negro.

-Sirius… ¿Qué haces aquí?

-Me he escapado… ¿Puedo quedarme?

-Claro… pasa y me lo cuentas…