1-. DESTRÁS DE LA TIENDA DE PESCADO.

Abrió los ojos debido a la intensa luz que se colaba por la ventana redonda. Parpadeó varias veces para acostumbrar sus ojos a la luz y, algo aturdido, miró a su alrededor. No sabía dónde estaba ni qué hacía allí. De golpe se dio cuenta de que estaba en la cocina del barco. Se miró y tenía una manta azul celeste sobre el cuerpo, desde los pies hasta los hombros. La apartó y se sentó. Estaba sobre el suelo directamente.

Hizo memoria pero no logró recordar nada de lo que había echo la noche anterior. Le dolía la cabeza y se notada el cuerpo cansado. Miró la cocina. Se giró levemente para ver lo que había detrás de él, para ver si alguna cosa lo podía facilitar información. Entre dos mantas, tumbada en el suelo, encontró con la mirada una figura larga. Se frotó los ojos para intentar comprender lo que estaba viendo. Robin estaba dormida, envuelta en dos mantas, a unos dos metros de él.

Sin querer Zoro se sonrojó al instante, imaginando mil posibilidades. No quería que ninguna de las cosas que imaginaba fuera la verdadera. No dejaba de mirarla. Tenía una extraña sonrisa en la cara y las manos bajo su rostro, entre éste y la almohada.

Robin abrió los ojos al sentirse observada, y sobresaltada, se destapó. Se dio cuenta de qué pasaba y sonrió de nuevo al espadachín que se sonrojó.

- Buenos días, Zoro- saludó la morena, levantándose del suelo. Al ver que el peliverde no contestaba se acercó a la puerta y, dejando la manta doblada en el suelo, dijo:-. Si me voy a mi habitación enseguida Nami no se dará cuenta de que he pasado la noche fuera.

Robin salió de la cocina con la sonrisa grabada. Le había encantado la cara de pánico y los nervios de Zoro. Había empezado su plan, y muy bien empezado.

Llegó a su habitación y Nami aun no había despertado. Se metió en la cama, tras quitarse los pantalones y cerró los ojos. Imaginó, hasta que la pelirroja despertó, lo que estaría pasando por la cabeza del espadachín.

Todos se levantaron y entraron en la cocina, encontrando a Zoro sentado en la mesa, con una manta en la mano. Sanji entró el primero y empezó a cocinar sin casi saludar al peliverde. Éste ni movió la cabeza. No entendía qué pasaba y tenía que averiguarlo como fuera para dejar de comerse la cabeza. En cuanto hubieran desayunado abordaría a Robin y aclararía el asunto.

Las últimas en entrar fueron las chicas. Entraron tras Luffy y Ussop, que se pusieron a apremiar a Sanji, el cual no dejó de refunfuñar. Chopper se sentó al lado de Zoro y empezó a preguntarle qué le pasaba. Zoro solo gruñó y se sentó bien. Cuando alzó al cabeza encontró la cara de Robin que, estratégicamente, se había sentado frente a él. Volvió a sonrojarse a causa de la mirada de Robin, que estaba clavada en él. La morena lo miraba sin disimular.

- Vamos, Zoro- empezó Robin, mientras jugueteaba con su pelo y no dejaba de mirar fijamente a Zoro-. Cuéntale a Chopper lo que te pasa.

- No me pasa nada…- gruñó el espadachín. Tenía la mirada fija en sus manos, bajo la mesa para no ver como Robin le miraba, pero sentía su cara arder por la mirada de la morena clavada en ella- Dejadme en paz…

- Pero no parece que estés bien, Zoro- sentenció el doctor, poniéndose de pie en el banco para encontrarse con la cara del peliverde de frente-. ¿Te encuentras mal?

- ¡No!- dijo exaltado Zoro. Miró a Chopper a los ojos, intentando decirle con la mirada que cerrara la boca.

- Pues tienes la cara roja como un tomate, y estás sudando- siguió el reno, sin entender la mirada de Zoro. Se acercó a él para medirle la temperatura con la mano. Pero Zoro, rápidamente, esquivó a Chopper y se levantó-. ¡No te vayas!

- Me voy- contradijo el peliverde caminando hacia la puerta. Antes de salir lanzó una mirada asesina a Robin, que le respondió con su habitual sonrisa.

Chopper se sentó de nuevo, contrariado. Se rascó la cabeza y miró a Nami y a Robin, que en ese momento recibían su plato de fruta. Vio a Luffy, Ussop y Sanji sentarse también en la mesa. Chopper miró su plato sin ganas y habló:

- Me preocupa… ¿Qué le debe pasar?

- Se debe encontrar mal pero se cree demasiado hombre como para admitirlo- decidió Nami, entre bocado y bocado a una pera-. No te comas la cabeza, Chopper. Ya lo conoces.

- Sí, Chopper- continuó Sanji, bebiendo de su taza de café-. Ya sabemos como es ese estúpido Marimo. Antes de reconocer que está enfermo se vende una espada…

- Pues yo no creo que sea por eso- comentó Robin, haciendo que todos se giraran a mirarla-. No está enfermo.

- ¿Ah, no?- Preguntó Chopper, ahora sin entender tampoco- Parecía enfermo. Tenía la cara colorada y sudaba. Como si estuviera muerto de vergüenza.

- Aquí no había nada que le pudiera hacer avergonzar- dijo Luffy al tragar la cucharada de cereales que tenía en la boca-. Pero tampoco creo que estuviera enfermo. Quizás le pasó algo que no sabemos.

- A mí me da lo mismo- Nami bebió leche tras decir esto y se acomodó-. Si no quiere decirnos lo que le pasa no va a quitarme el sueño, desde luego.

Esto zanjó la conversación sobre Zoro y empezaron a hablar del tiempo y otras banalidades sin importancia. Todos menos Robin, que sonreía pensando en lo que, sin hacer ningún esfuerzo, era capaz de provocar en el peliverde. Y sus sospechas estaban empezando a confirmarse. No cabía duda, su plan funcionaría y haría a Zoro reaccionar.

Terminado el desayuno cada uno se dedicó a sus cosas. Robin, como siempre, se sentó en su tumbona y se puso a pasar las páginas de su libro como si nada, sin leer, esperando a ver si Zoro se atrevía a preguntarle. Chopper buscó al espadachín por todo el barco y lo encontró detrás de los mandarinos, tumbado al sol. Pensó en acercarse a él y seguir insistiendo con su idea de examinarle, pero en el momento en que iba a moverse Zoro se levantó.

Chopper se escondió entre los mandarinos y vio como Zoro pasaba por su lado y se dirigía a la otra parte del barco. Vio, sorprendido, como Zoro se sentaba como si nada en el suelo, al lado de la tumbona de Robin. Desde donde estaba el reno no podía oír lo que decían pero vio a Zoro abrir la boca. Miró y no vio a nadie alrededor. Como mínimo hablaba con alguien, pensó el doctor.

- Robin…- la llamó el peliverde, casi en un susurro, al sentarse a su lado. Robin disimuló e hizo como que se encontraba con Zoro a su lado por sorpresa.

- Dime- contestó ella, cerrando su libro y girando su cuerpo con tal de estar lo más cara a cara posible con Zoro-. Te escucho.

Robin sonrió al notar el nerviosismo del chico, que se frotaba las manos. El peliverde pensó en su cabeza las palabras justas para decir lo que deseaba sin parecer un estúpido. Por fin abrió la boca.

- Bueno, esta mañana… He despertado en la cocina- empezó a explicar, mirando al suelo pero notando la mirada de la chica sobre él-. Y tú también estabas allí, durmiendo.

- Sí, así es…- afirmó Robin. Zoro alzó la vista y miró a Robin a los ojos. Se sintió más cómodo al ver como ella sonreía.

- Y no consigo recordar lo que pasó anoche…- siguió el peliverde, ahora mirando a la chica fijamente, ya sin vergüenza-. Y como tú estabas ahí, conmigo, pensé que podrías explicarme qué pasó.

- ¿Eso era lo que te pasaba?

- Sí. Uno no se despierta en el suelo de una cocina con una mujer todos los días- dijo Zoro, ahora riéndose de él mismo-. Y menos sin recordar porqué estás ahí.

- No- negó ella, preparando las palabras que tenía para decir. Pero calló. Prefería que él volviera a preguntar.

- Y bueno… - empezó de nuevo Zoro, poniéndose nervioso, pero esta vez sin apartar la vista del rostro de Robin- ¿Qué pasó?. ¿Por qué me he despertado en el suelo de la cocina?

- Ayer cuando nos pusimos a cenar de aquella manera y Sanji sacó la bebida todos nos pasamos un poco- comenzó la arqueóloga, sonriendo-. Todos nos pasamos pero tú más…

- ¡Eso ya lo sé!- Exclamó Zoro, molesto por aquél reproche indirecto- ¡De eso me acuerdo!

- Esta bien… ¿Hasta donde recuerdas?

- Recuerdo que Sanji sacó aquél vino tan bueno- dijo él, haciendo memoria por recordar. Miraba a Robin a los ojos directamente, intentando causar en la morena de esa manera el efecto que la mirada felina de ella lograba provocar en el peliverde-. Empecé a beber y me pasé. Luego recuerdo que Nami me gritaba por algo y…

- Nami te gritaba porque no le habías dejado vino…- explicó Robin, sabiendo que eso sorprendería a Zoro.

- Ah… También recuerdo a Ussop y Sanji bailando- siguió él-. Supongo que sería por el vino.

- Sin duda era por el vino- puntualizó ella.

- Bueno… Recuerdo que de repente no había casi nadie y estabas tú, leyendo en la mesa de la cocina. Y ahí no me acuerdo de nada más…

Robin suspiró, como preparándose para empezar a narrar la parte que ella quería contar. Zoro la miraba expectante, con los ojos muy abiertos, ansioso por saber la verdad y quitarse un peso de encima. Chopper seguía espiando desde los mandarinos. Fue descubierto por Nami, que iba a gritarle ya por espiar cuando el reno hizo el gesto de silencio con un dedo en su boca. Señaló a los otros dos, que seguían hablando sin darse cuenta de nada y Nami calló para ver mejor la escena.

- Veo que te perdiste la parte importante- dijo Robin, muy relajada.

- ¿La parte importante?- Preguntó Zoro, aterrorizado.

- Pero si no la recuerdas no creo que yo deba contártela…- Robin sabía que él estaba deseando saber lo que pasó, porque estaba preocupado por lo que había podido hacer en su estado.

- ¡Robin, cuéntamelo!

Nami y Chopper se sobresaltaron al oír eso. Zoro había sido tan poco discreto al decir eso que la pareja de espías la habían oído.

- Es que sé que no te va a gustar escucharlo- mintió Robin, jugueteando con un mechón de pelo.

- Claro que quiero oírlo- afirmó él, empezando a ponerse nervioso-. No debe ser tan malo… A no ser… ¡Qué te aprovecharas de mí!- Gritó Zoro. Nami y Chopper oyeron el último trozo y empezaron a imaginarse de todo.

- ¿Cómo quieres que me aprovechara de ti?- Preguntó Robin, haciéndose la ofendida. Luego cambió su expresión de molestia por una sonrisa- Fuiste tú el que intentaste aprovecharte de la situación…

- ¿Pero qué dices?- Preguntó Zoro, alucinando. No podía creerse lo que acababa de oír- ¿Eso es cierto?

- En cierto modo, sí- contestó ella sin dejar de sonreír para quitarle peso al asunto.

Zoro se llevó las manos a la cara y respiró hondo. Robin tenía razón: no le estaba gustando escucharlo.

- ¿Qué… Qué hice?

- Pues…- empezó la morena, ordenando en su cabeza los hechos en el orden correspondiente- Primero se fueron todos a la cama y tú te negaste a irte. Decías que querías beber más. Los demás se fueron y me dejaron a mí el marrón- siguió Robin, viendo las reacciones en la cara del chico-. Entonces empezaste a tambalearte y a hablar con dificultad.

- ¿Hablar con dificultad? Debía ir muy pasado…-admitió Zoro. Robin asintió y continuó:

- Entonces me dijiste que te encontrabas mal y… Te pusiste a decir tonterías.

- ¿Tonterías?- Zoro temía la respuesta pero se decidió a preguntar- ¿Qué te dije?

- No sé si quieres saberlo… Mejor no te lo digo…

- ¡Dímelo! No te hagas de rogar- se quejó él, sintiendo su corazón a mil por hora.

- Me dijiste…- empezó Robin, con miedo. En sus pensamientos era más fácil decirle aquello- Me dijiste…

- ¿¡Qué te dije!?

- ¡Que me querías!- soltó por fin la morena, ahora con expresión seria- Y…

Zoro se sintió paralizado. No podía creer lo que acababa de oír. " ¡Se lo he dicho!. ¿Pero cómo se me ocurre soltarlo? No bebo más…", pensaba él en esos momentos de incertidumbre. Robin lo miraba fijamente, seria, esperando una reacción.

- ¿Y…?- Preguntó Zoro al fin, pensando que no podía ser peor que haberle dicho que la quería. Alzó al cabeza para mirar a la morena.

- Y me besaste…- dijo Robin, ya más segura de si misma.

- ¿Te besé?- Preguntó él, más para si mismo que para ella. Se frotó los ojos y los apretó con fuerza. Le había dado un beso- Solo me faltaba eso…

- Y ya sabes lo que dice el refrán…- empezó Robin, dejando su libro en el suelo y levantándose- Los niños y los borrachos nunca mienten.

Y dicho esto la morena empezó a caminar hacía la cocina, sin girarse, dejando a Zoro alucinando, sin creerse lo que acababa de oír.

Chopper y Nami salieron de su escondite sin poder aguantar más y corrieron tras Robin. Antes de entrar en la cocina la abordaron.

- Robin…

- ¿Qué ocurre, Nami?- Preguntó ella dándose la vuelta. La expresión de su cara no era la habitual en ella. Se sentía un poco culpable por lo que acababa de hacer.

- ¿Qué narices le pasaba a Zoro?- Inquirió la pelirroja, siguiendo a Robin al interior de la cocina.

- No lo sé- respondió Robin, serenamente. Se sentó en la mesa de la cocina y Nami se sentó a su lado seguida de Chopper. Sanji al oír el tema de la conversación decidió meterse en ella.

- ¿Ya sabéis que le pasaba al Cabeza de lechuga?- Preguntó el cocinero.

- Robin si lo sabe…- aventuró el reno, sonriente.

- No, no lo sé- repitió la morena-. Si queréis saberlo preguntádselo a él.

- ¿Y Robin porqué debería saberlo?- Se quejó Sanji, poniendo cara de enfadado.

- Por que Robin y Zoro estuvieron un buen rato hablando fuera- explicó Chopper, mirando a Robin extrañado.

- ¿A qué viene que hablaras con el Marimo?- Preguntó Sanji, enfadado.

- A nada viene…- dijo Robin, molesta por tanta pregunta- Como si yo no pudiera hacer lo que quisiera.

- Pero te debe haber dicho que le pasaba…- insistió Chopper.

En ese momento Luffy entró corriendo en la cocina.

- ¡Tierra!- Gritó a todo pulmón el capitán- ¡Tierra!

Todos se levantaron de sus asientos y salieron aprisa para fuera. Zoro se unió a ellos disimulando su sorpresa y su preocupación. Miró a Robin mientras se acercaba y vio como ella estaba serena y tranquila. Ella se dio cuenta de que él la miraba y le sonrió muy ampliamente sin que nadie lo advirtiera. Eso tranquilizó al espadachín un poco.

- ¡Menuda isla!- Exclamó Nami, sorprendida por haber llegado tan pronto a otra isla. Los demás seguían admirando la isla y hablando entre ellos.

- Bien, así podré reponer la bodega- dijo Sanji frotándose las manos-. Que ayer le distéis un buen viaje.

El inoportuno comentario hizo que Robin y Zoro se miraran casi a la vez. Cuando sus miradas se cruzaron Zoro bajó la cabeza instintivamente, comprendiendo que Robin también había relacionado aquél comentario con lo ocurrido la noche anterior.

- Y que lo digas, Sanji- rió Nami-. Entre todos nos bebimos lo que había. Pero lo disfrutamos mucho…

- ¡Y tanto!- Exclamó Robin, dejando de mirar al espadachín- Lo pasamos bien anoche.

- ¿Y quién va a quedarse en el barco?- Preguntó Luffy cambiando de tema, para aliviar, sin saberlo, la tensión en Zoro- No podemos bajar todos.

- Yo me quedaré- dijo Chopper, saltando y aguantando su peso en la baranda, mientras Sanji comenzaba a bajar-. Tengo que hacer cosas aquí. Ya casi no tengo Rumble Balls…

- Muy bien, Chopper- gritó Nami llegando a bajo de la escalera.

Cuando Ussop empezó a bajar tras Luffy, Robin vio que Chopper ya se había perdido tras la puerta de la cocina. Se paró frente a la escalera y se giró.

- ¿Dónde vas a ir, Zoro?- Preguntó ella, en voz baja, mientras el viento removía sus cabellos. Zoro se quedó sorprendido ante tal pregunta y tardó en contestar.

- No lo sé. Daré una vuelta por ahí…

- Vigila con los bares, Espadachín- aconsejó ella, empezando a bajar dándose cuenta de que Sanji les gritaba algo desde abajo.

Zoro frunció el ceño y miró, tranquilamente, como Robin bajaba las escaleras lentamente. Su mirada se paró en el trasero de la chica, que cambiaba de forma cada vez que ésta bajaba un escalón. Zoro se ruborizó y empezó a bajar las escaleras al sorprenderse a si mismo mirando a Robin de esa manera. Pensó que lo que ella le había dicho antes en cubierta le había afectado demasiado.

Mientras bajaba las escaleras la cabeza del peliverde empezó a rondar y a ordenar sus ideas. "Mientras hablábamos del tema ella sonreía. No se la veía molesta por lo que hice ni nada así", pensaba. "Si hubiera estado enfadada lo hubiera notado… ¿Y si ella también…? Me dijo que los borrachos y los niños no mienten… Eso quiere decir que sabe que no es mentira, y no voy a poder hacerle creer lo contrario… ¿O sí?", se decía a si mismo. Cuando se hubo dado cuenta ya estaba abajo, con los demás mirándole de forma rara.

Cada uno se fue a sus cosas. Nami y Robin fueron a buscar gangas en ropa, Sanji a comprar la comida y la bebida. Ussop se fue a mirar pólvora y armas. Luffy y Zoro dieron una vuelta por allí.

- Oye, Zoro- le llamó la atención el capitán.

- ¿Qué quieres?

- ¿Qué te pasaba esta mañana?- Preguntó el capitán, sabiendo que a él no podía mentirle. Zoro bajó la mirada y carraspeó.

- Nada, Luffy- mintió el peliverde, siendo muy costoso para él-. Tan solo estaba confundido. Anoche bebí demasiado.

- Lo sé- admitió Luffy, sonriendo mientras caminaba al lado de su espadachín-. Menos mal que Robin se quedó contigo. Si no no hubiera dormido.

- ¿Menos mal?- Repitió Zoro- ¿Por qué se quedó Robin?

- No lo sé- admitió Luffy, levantando una ceja-. Los demás no estaban y vi que tú y Robin hablabais. Así que me fui a la cama porque Robin me aseguró varias veces que cuidaría de ti.

- Y parece que sí que cuidó de mí…- susurró Zoro, sonriendo al recordar a Robin durmiendo en el suelo de la cocina-. Luffy, yo no puedo acordarme de lo que pasó anoche. Pero esta mañana desperté en el suelo de la cocina y… Y Robin estaba allí durmiendo también…

- Lo sé. Robin me lo contó- Luffy se paró y se sentó en un banco-. Me contó lo que pasó anoche.

- ¿Qué te contó?

- Que te pusiste raro, que hablabas mal y te tambaleabas- explicó Luffy, mientras Zoro se sentaba también, con expresión preocupada-. Me dijo que te hizo dormir y se quedó allí contigo por si te pasaba algo.

- Ah… Bueno, Robin y yo también hemos hablado del tema- reconoció Zoro. Pensó que su capitán sería la única persona a la que contaría algo así-. Me contó la parte que yo no era capaz de recordar.

Luffy sonrió ampliamente, viendo como Zoro también esbozaba una sonrisa. Se levantaron y siguieron caminando. A lo lejos vieron a Robin, que caminaba con una bolsa en la mano, seguida de Nami, que iba contando billetes con las dos manos.

- ¡Chicas!- Exclamó Luffy al verlas, y corrió hacia ellas.

- ¡Hola, Luffy!- Saludó Robin, dándose cuenta de la presencia de los dos chicos. Cuando Luffy llegó frente a ellas Nami dejó de contar y saludó también. Zoro llegó unos segundos después. Aparentemente estaba normal y tranquilo.

- Hemos encontrado un Hostal estupendo en este pueblo- informó Nami a los dos chicos, sonriendo-. Esta noche la pasaremos ahí.

- ¿Todos?- Preguntó el espadachín, pensando que quizás él se podría quedar en el barco.

- No- contestó Nami, guardando su dinero en el bolsillo-. Robin se quedará a pasar la noche en el barco para vigilarlo.

- ¿Robin?- Preguntó Zoro, en voz baja- Iba a ofrecerme a quedarme yo, pero bueno.

- Yo puedo quedarme, espadachín- le contestó ella sonriente. Luffy se acercó a Nami sigilosamente para preguntarle cuánto dinero llevaba Sanji para la comida-. No es molestia.

Robin clavó sus azules ojos en los de zoro, sin pestañear. Él hizo lo mismo, esta vez sin acobardarse. Zoro caminó decidido hacia Robin, sin dejar de mirarla a los ojos, aprovechando que Luffy y Nami se habían puesto a discutir cuanto dinero iría destinado a comida.

- Te espero en media hora a la entrada del bosque- susurró el peliverde a Robin, dejándola sorprendidísima-. Tras la tienda de pescado.

Robin abrió los ojos de par en par y se llevó una mano a la boca. No podía creerse aquello. "Por fin ha reaccionado… ¿Me acaba de decir que me espera en la entrada del bosque? No puedo creérmelo…", pensaba Robin, mientras notaba cono Zoro pasaba tras ella y se acercaba a Luffy.


HOLA!!! Cuelgo este fanfic que llevo tiempon escribiendo, que personalmente a mi me encanta, es el fanfic de los 5 k estoy escribiendo que más me gusta... Me resulta muy fácil escribirlo... En cuanto a lo del Lemmon es facil saltárselo pk he intentado aislarlo, es decir, poner caps enteros con lemmon para k te los puedas saltar y si sigues leyendo el otro cap no te pierdas nada importante... Igualmente ya avisaré antes de que haya lemmon, por si acaso, pk considero k el resto de la historia vale la pena!

Espero que os guste y dejeis muchos Reviews para animarme a seguir escribiendo!! Besitos!!!

(Los personages y los lugares son propiedad de Eiichiro Oda y Toei Animation. Las paranoias me pertenecen a mí)