Cuando yo era niño, hablaba como un niño, pensaba como un niño, razonaba como un niño. Pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño.

Ahora, vemos sólo un reflejo confuso, como en un espejo; después, veremos cara a cara. Ahora conozco todo en parte; Más entonces conoceré plenamente, como soy conocido.

- (1 Cor, 13:11; 13:12)

IX-

.- Estamos perdiendo el tiempo aquí.- Gritó con fastidio Raph, dándole una patada a una caja metálica tirada entre los escombros.

.- Raph ¿podrías ser más cuidadoso? Hasta donde sabemos, eso que pateaste podría haber sido una bomba o...

.- Admítelo Donatello, si estas cosas no estallaron con la explosión...

.- Ok, ok, sólo dame unos segundos más.- Suspiró Don, renunciando a la idea de razonar con Raph. Se volvió a su alrededor sintiéndose descorazonado. Todo lo que había quedado de su amado laboratorio ahora estaba reducido a un montón de chatarra.- Oh, no puedo creerlo...- Dijo para sí.- Meses de trabajo...

Pero sólo él parecía entender la tristeza del esfuerzo perdido, de los datos irrecuperables, de... Suspiró resignado. Mejor se dejaba de llorar de una vez, porque estaba seguro de que no iba a lograr conmover a nadie de todas formas. Dio media vuelta y fue a sentarse cerca de Leo, quien examinaba un trozo de metal con sumo cuidado, sentado en una pila de escombros.

.- ¿Sabes? Raph puede tener razón en algo.- Le dijo Leo apenas lo vio a su lado. Don se volvió a verlo desanimado mientras su hermano apartaba los ojos de la cosa metálica.- Podría estar examinando estas cosas por horas y aún así no podría diferenciar un trozo de basura de una bomba nuclear...- Le dijo sonriendo. Don se frotó la cabeza.

.- Supongo...

Leo se le quedó mirando un segundo, pensativo.

.- ¿No hiciste un respaldo de toda la información que tenías aquí?.- Preguntó, mirando a su alrededor.

.- Por supuesto que sí.- Respondió Don al instante.

.- Oh. Bien.

.- El disco duro debe estar rostizado por ahí en alguna parte.

.- Oh. Mal.

Don suspiró y se inclinó hacia delante, escondiendo la cara entre las rodillas. Leo lo miró con simpatía.

.- De verdad lo siento.- Le dijo, dándole una palmada en el hombro. Don alzó una ceja.

.- Eso sonó extrañamente poco sincero de tú parte.

Leo frunció los labios y se volvió a mirar el cielo, estirando la espalda y los brazos, aprovechando la oportunidad para desperezarse al sol.

.- Puede ser.- Dijo.- No lo siento tanto realmente.

Don sonrió, inclinándose hacia atrás y apoyándose en los brazos, volviéndose también a contemplar el cielo soleado.

.- Nunca te gustó la maldita cosa. Supongo que ahora tendré que reconocer que tenías razón.

Leonardo suspiró.

.- Donnie, hermano...- Se volvió a mirarlo y le habló con toda seriedad.- Yo siempre tengo razón.- Donatello lo miró un segundo y luego desvió la mirada con una sonrisa.- De todas formas.- Siguió, Leo.- Nunca podría haber anticipado que la computadora se volvería loca y que fuera a pasar todo esto, sólo no me gustaba la forma en que te absorbía por completo.

.- ¿No se te ocurrió pensar que me gusta ser absorbido?

Leonardo se le quedó mirando con atención por un rato, luego asintió.

.- Si. Entiendo lo que dices. De todas formas… Sé cuando estás metido en medio de algo, usualmente sólo nos hacemos a un lado, pero esta vez era diferente. Creo que estabas perdiendo el control… irte así, sin decir nada...- Leo se incorporó hacia delante mientras hablaba, lanzando un trozo de escombro que distraídamente había recogido con la mano.- Nos preocupamos, Don. Mucho.

Don suspiró, incorporándose también hacia delante, apoyando los brazos en sus rodillas.

.- Lo sé. Lo siento.- Dijo.- Pero no sé si podría ofrecer más explicación al respecto.- Leo se volvió a mirarlo, ceñudo.- Aún tengo problemas para separar de mis memorias lo que de verdad pasó y lo que fue implantado ahí por la máquina. No sé hasta que punto me dejé llevar por todo esto, actuando de la forma en que lo hice, o fue ella quien influyó en mis motivaciones. De verdad preferiría que fuera esto último.- Dijo al fin con desánimo.

Leo puso una mano en su hombro y está vez sí fue sincero.

.- Déjalo. Todo está bien ahora, por suerte esa maldita cosa decidió autodestruirse y ahorrarnos parte del problema.

.- Sólo lo hizo para matarme.- Siguió Don, ocultando la cara entre las manos, aunque casi al instante volvió a sacarla, mirando a la nada con extrañeza.- Y eso es algo que todavía no me explico.

.- ¿Qué quieres decir?- Preguntó Leo, frunciendo el ceño.

.- Si alguien hubiera pretendido meterse en el sistema de la computadora, de la forma en que ustedes lo hicieron, terminaría bloqueándose, pero sólo eso. Jamás le instalé un sistema defensivo, mucho menos una bomba. Que los haya retenido así y luego explotado… no me lo explico.

.- Eso es algo reconfortante al menos, que lo de lo de los cables no haya sido idea tuya.

.- No. No sé cómo diablos. A menos...- Don se apartó un segundo y su mirada se perdió en el infinito.

.- A menos que qué...

.- Al menos que lo haya hecho ella misma.

Leo arrugó la cara.

.- ¿Es eso posible?

.- No. No debería al menos. Nada de esto debió haber pasado, yo no la programé así.

.- Genial.- Suspiró Leo, frotándose un ojo. Tenía sueño aún, todavía no se recuperaba del desgaste del día anterior.- Sólo me alegra que todo se haya terminado sin que hayamos hecho estallar toda la ciudad en el proceso.

Donatello lo miró con disgusto.

.- Córtala de una vez.- Gruñó.- Ya dije que lo sentía. No vas a hacerme sentir más culpable de lo que me siento.

.- Podría intentarlo.

.- No, no déjalo así.

Leo lo miró un segundo más y luego se puso de pie.

.- Vámonos ya. Terminaremos de limpiar a la noche, si es que no se han dado cuenta de lo que pasó aquí para entonces, ya bastante estamos haciendo aquí a plena luz del día.

Don se puso de pie también, mirando hacia la ciudad.

Habían ido al lugar a rescatar lo que se pudiera y a inspeccionar posibles peligros ni bien había amanecido. Ahora el sol estaba en lo alto, pero ni un alma se había asomado aún por el lugar. Creyeron que con la explosión de la noche anterior alguien vendría, pero hasta el momento no parecía que nadie se hubiera dado cuenta.

Eso fue lo único del sueño de la computadora que no le había gustado que fuera falso, el que continuaran siendo un misterio para el mundo.

.- Sería genial no tener que preocuparnos por que alguien nos viera.- Comentó distraído. Leo lo miró extrañado.

.- ¿Por qué piensas en eso ahora?- Preguntó. Don se encogió de hombros.

.- Era parte de la ilusión de la computadora. El ser conocido y reconocido. Fue una parte agradable. Tantas posibilidades, tantas oportunidades… libertad, de alguna forma. Fue agradable.

Leo lo miró y luego se volvió hacia la ciudad.

.- Algún día será así.-Concluyó al fin.- Tal vez. Cuando el momento sea adecuado.

Don no respondió, ninguno de los dos dijo nada más al respecto, se quedaron callados, cada uno con sus pensamientos. Si, en verdad era una lástima, pensó Leo, pero eso nunca lo había molestado demasiado antes, pensaba que incluso si tuviera la libertad de moverse por el mundo, seguiría prefiriendo las sombras. Lo que de verdad le molestaba era que a Donatello le molestara o a que a Miguel o a que a Raph les molestara el obligado confinamiento en el que vivían. Le molestaba no poder hacer algo al respecto, aparte de tratar de apaciguarlos o tener fe en que algún día todo cambiaría. Le molestaba especialmente en el caso de Don; él no era de los que van y sueltan a quemarropa su estado de ánimo. De verdad le habría gustado tener algo más sólido que decir, algo más certero, pero eso era todo lo que tenía por ahora.

Le dio la espalda a Don y comenzó a caminar en dirección contraria.

.- Ok, vámonos de una vez... ¡Miguel, deja de jugar con eso!.- Gritó a las espaldas de Don, justo cuando Miguel se preparaba a ponerle cabeza a un hombre de escombros que había estado construyendo.

El grito de Leo sacó a Don de su ensimismamiento. Se volvió a ver lo que hacía Miguel y lanzó una risotada al ver su hombre de desechos. De lejos se veía casi real…

De pronto esa idea detonó varias más en cadena.

.- Espera un segundo.- Atajó a Leo cuando se alejaba más. Éste se dio la vuelta hacia él. Detrás de Leo, Raph destruía el hombre metálico de Miguel y éste juraba venganza.- Hay algo que tengo que aclarar primero.- Dijo, haciendo que Leo lo mirara expectante. Don se volvió a mirar alrededor.- La computadora… Tú no crees que realmente estaba viva ¿no? es decir, no crees que Madre haya, de hecho, muerto...- Leo se le quedó mirando un segundo, luego bajó la vista al piso, pensando en la idea. Don volvió a hablar.- Es decir, estaríamos hablando de inteligencia artificial y yo sólo cree un programa de ingeniería que debía instalar, analizar e implementar, sólo eso, nada más.

.- ¿Qué te hace pensar que tú lo hiciste?.- Preguntó Leo, moviendo distraído unos escombros a sus pies.- Qué eso era... artificial.

Don se volvió a verlo extrañado.

.- Quieres decir que pudo haberse creado una forma de vida, en mi computadora, vida real, vida genuina ¿espontáneamente? No, no, no, eso es imposible...

.- ¿Si? Nosotros sabemos bastante de cosas imposibles que, sin embargo, son.

.- Ok, ok... entiendo el punto...- Don se frotó la barbilla, pensó por un segundo y luego se volvió a Leo entusiasmado.- Ok, entiendo tu idea, razonemos en un escenario donde todo es posible.

.- Don...- Intentó retenerlo Leo, frotándose la frente con aire cansado, pero la mente de Don ya estaba en funcionamiento.

.- Entonces dices que había una conciencia real ahí, pensamientos, emociones…

.- Sólo te dije lo que me había parecido.- Le interrumpió.- No me estarás pidiendo a mi que explique qué fue lo que sucedió ¿verdad?

.- Pero tú estuviste ahí ¿no? De todos, tal vez seas el único que pueda explicarlo.

Leo respiró profundo y botó el aire.

.- Don, de verdad, preferiría no seguir quemando mis neuronas con esto, ya tuve suficiente.

.- ¿Cómo era?- Volvió a preguntar Don, como si no le estuviera escuchando.- ¿Cómo era, qué sentiste? Sé que me dijiste que parecía una conciencia, pero…

Leo alzó ambas palmas, pidiéndole silencio.

.- Ok, ok. Dame un segundo.- Dijo y luego pensó un poco.- Sé cómo es una conciencia, sé como se siente una conciencia. Pero eso...

.- ¿Qué?- Insistió Don, impaciente.

.- Era extraña... muy extraña...

.- ¿En qué sentido?

.- No lo sé, Don, es muy difícil de explicar, era como… como pensamientos de máquina... no lo sé...

.- ¿Cómo es eso?

.- Don…- Leo se frotó la frente, cansado.

.- Por favor, tengo que entender esto...

.- Imagina...- Comenzó de nuevo Leo, tomando otra bocanada grande de aire.- Imagina millones de datos a la vez, millones, incontables datos, todos a la vez, en un solo momento, en un solo instante, millones de luces, millones de colores, millones de voces que no se comprenden, todos pasando al mismo tiempo... todos... en un universo de cables, de uniones, de... No puedes siquiera tratar de comprenderlo, no puedes siquiera intentarlo, porque entonces tú cerebro siente que va a estallar y tienes que cerrarlo y dejar de tratar de entender porque si no se mete dentro tuyo y entonces...- Leo paró un segundo para tomar aire, sacudiendo la cabeza. Se dio cuenta que Don lo estaba mirando atónito. Tomó aire y lo dejó ir, esperando volver a la calma mientras Don alzaba las cejas, esperando por más.

.- ¿Y? ¿Qué más?- Insistió. Leo volvió a pensar, tratando de recordar de entre todas las cosas confusas que pudo percibir, alguna que pudiera describir más concretamente.

.- Había algo si que...

.- ¿Qué?

Leo lanzó un bufido algo fastidiado, Don estaba a punto de lograr colmarle los nervios.

.- Sus pensamientos… eran confusos, difíciles de captar, sólo podía obtener fragmentos de ellos. Sin embargo, dentro de ese enjambre, había una idea fija que se repetía constantemente...

.- ¿Qué cosa?

Leo entrecerró los ojos, concentrándose.

.- "Yo soy. Él me enseñó."

Don se le quedó mirando con los ojos de par en par y la boca abierta.

.- ¿Tiene algún sentido para ti?- Preguntó Leo. Don sacudió la cabeza.

.- Estaba por preguntarte lo mismo.

Leo se encogió de hombros.

.- Genial.

.- Dios... – Susurró Don, apartándose de él, comenzando a sumergirse en sus pensamientos.

¿Y si era verdad? Le costaba demasiado aceptar una conclusión que no podía explicar. Sus ojos vagaron por el desastre a su alrededor, a lo lejos, Miguel estaba usando unos trozos de placas de metal de escudo, con algo en la cabeza como casco, al parecer la cabeza de su hombre de escombros, y atacaba a Raph con un tubo largo como lanza. Raph estaba rojo de furia y trataba de atraparlo inútilmente.

.- Y si es verdad.- Volvió a hablar Don.- Si en verdad había una conciencia ahí dentro, dándose vueltas como un fantasma, pensante, conciente de su propia existencia y, sin embargo, se eliminó a sí misma ¿Sólo para matarme?- Preguntó. Leo suspiró e inclinó la cabeza hacia atrás, recibiendo los agradables rayos del sol. Aún teniendo que soportar que Don siguiera dándole vueltas a la cuestión, no podía dejar pasar un día tan soleado como ese y la posibilidad de estar afuera para poder recibir ese calor. Era lo único por lo que dejaría las sombras si algún día llegaba la oportunidad.

.- Había tanta tristeza ahí, Don.- Dijo y su voz sonó triste también.- Y soledad. Tú la oíste, no quería que te fueras, tal vez creyó haber encontrado una forma de que no te fueras nunca de su lado...

.- ¿Eso fue lo que te dijo?

.- Eso fue lo que sentí allá adentro. Es todo lo que sé.

Don se le quedó mirando largamente, pensativo.

.- ¿Qué tan seguro estás de todo lo que me estás diciendo?

Leo relajó los hombros y suspiró, frotándose los ojos.

.- No puedo creerlo.- Murmuró para sí y luego se volvió a Don.- Estoy casi seguro de todo esto, sólo casi. Es difícil tener algo absolutamente claro cuando hablas de la conciencia de alguien más... o de algo más...- Siguió, pero se dio cuenta que Don ya no le estaba prestando mucha atención.

"Casi", pensó Don. Eso no era suficiente para llegar a una conclusión. Leo suspiró una vez más.

.- Algo había dentro de esa máquina. – Dijo y Don se volvió a verlo con atención.- No sé lo que era, pero lo que fuera, tenía miedo, frío, se sentía confundido y solo. Para mí, eso es prueba suficiente de que había algo vivo ahí. En cuanto a su naturaleza, eso te lo dejó a ti.

Leo sonrió y luego fue de vuelta hacia los demás, para reunirlos, deteniendo a Miguel y a Raph justo en el momento en que empezaban a arrojarse enormes trozos de metal contra la cabeza del otro.

Don se quedó un segundo más, con el ceño fruncido. No, algo no estaba bien, algo no calzaba, la explicación estaba lejos de estar completa. Miedo, confusión, soledad... ¿De dónde había salido todo eso? Él no lo había programado y si él no lo había puesto ahí ¿De dónde lo sacó? Y ya que estaba ¿De dónde había sacado esa bomba y energía extra? ¿Y de donde había sacado esa voz que había escuchado segundos antes de que se hiciera pedazos?

Siguió caminando sin fijarse por donde iba. Tenía que pensar. Los humanos están hechos para cambiar, para evolucionar, adaptarse. Una computadora no, una computadora depende de su programador para cambiar, incluso un cambio espontáneo tendría que estar programado de antemano. Alguien debía enseñarle.

Abrió los ojos, quedándose inmóvil. "¿Qué le enseñaste Don?" Se preguntó a sí mismo. "Nada" se contestó. Nada de eso estaba en su programación, ya lo había dicho, sólo instalar, analizar e implementar como función propia. Eso era lo único que podía hacer por sí sola.

"Yo soy. Él me enseñó" ¿Qué significaba eso? ¿Y el miedo?... el miedo y todo lo demás, emociones humanas, sentimientos humanos. Ella no podía tenerlos. Pero él sí. Él sí tenía todo eso, a pesar de no ser él mismo exactamente humano. ¿Cómo llegaron ahí? Don sintió un escalofrío en el cuerpo... ahogó una exclamación.

El casco.

¡El casco!

.- Por supuesto.- Dijo en voz alta a la nada.- La conexión.

Su cerebro convertido en una señal directo a la computadora. La computadora, creada para instalar, analizar e implementar cualquier programa ingresado a su base de datos, sin ayuda, por sí sola. Eso era todo lo que le había enseñado y era todo lo que podía hacer y había sido más que suficiente cuando él le mandó un cerebro humano, su propia conciencia, gracias al casco: un completo programa de emociones humanas, listo para usar ¿Qué es lo que esperaba que hiciera con eso? Pues lo único que ella sabía hacer: instalar, analizar e implementar como función propia.

"Yo soy. Él me enseñó".

.- Si. Yo le enseñé.- Se dijo.- A sentir miedo, soledad, amor, a estar completamente confundida.

¿Debía sentirse responsable? Suspiró ¿Era eso? ¿Esa era la respuesta? A lo lejos, Miguel y Raph habían dejado por fin de pelear para unir fuerzas y derribar a Leo entre los dos. Dejó que su mente divagara en otras cosas por un instante.

Al principio pensó que podía llegar a extrañar la fantasía de Madre, la peor parte había sido despertar de un sueño en donde podía ser quién realmente quería ser, donde podía elegir la vida que quería llevar, sólo para descubrir que todo seguía igual. Y la mejor parte era que todo seguía igual. Tenía a sus hermanos y jamás se había sentido más feliz que cuando descubrió que todo había sido sólo un sueño. Jamás quería volver a sentirse así de solo en su vida. Ella lo estaba... o temía estarlo... Gracias a él.

Miró alrededor, de vuelta a los fragmentos esparcidos por doquier. Si Leo tenía razón, acababa de presenciar un verdadero milagro, justo frente a sus ojos, destruido al fin por la simple confusión de estar vivo.

.- Habrá que tener más cuidado con lo próximo que salga de mi laboratorio.- Suspiró con resignación, yendo a reunirse con los demás.

Estaba poniéndose en movimiento cuando su teléfono comenzó a sonar. Levantó la mirada esperando descubrir quien era el gracioso que estaba haciéndolo sonar, pero se encontró a los otros con la misma mirada extrañada mientras sostenían sus propios celulares. También sonaban.

Se volvieron a mirarlo sin entender, Don tomó su celular y se quedó mirándolo mientras sonaba. Nada en el identificador de llamada.

Escuchó un segundo a su alrededor, se volvió hacía la ciudad, hacia los rascacielos. Era sólo un rumor, pero la disonancia entre ellos lo hacía perfectamente audible en algunas partes. Teléfonos sonando.

Ruidos de teléfonos, sonando al mismo tiempo, por todas partes, allá en la ciudad ¿Todos juntos? ¿Era eso posible? Comenzó a caminar hacia delante, sin mirar realmente adonde iba. Por la esquina del ojo vio a los muchachos acercarse a él, Leo movía la boca pero realmente no estaba escuchando lo que decía, estaba demasiado metido en sus pensamientos.

Había encerrado a la computadora en una sola terminal. Desde donde estaba no podía tener acceso al resto del hardware en el laboratorio, estaba atrapada. Pero... ¿Era posible que hubiera sido tan tonto? ¿Tan descuidado?

Leo ya estaba encima de él, seguía hablando, pero Don seguía pensando sin prestar atención. De pronto los teléfonos dejaron de sonar, en todas partes, al mismo tiempo. Pareció como si un enorme silencio hubiera caído sobre todo el planeta.

.- Donatello ¿no me escuchas? Te pregunté si tenías idea de qué acaba de pasar aquí...- Escuchó la voz de Leo a su lado. Se volvió a él con expresión de pánico.

La conexión de la computadora con la red. Tan simple como eso. Tan obvio.

Y ni siquiera había pensado en eso. Estúpido, estúpido, estúpido... Nunca interrumpió la conexión de la computadora con la red. Se había preocupado de que no pudiera llegar a los tanques con la sustancia, tratado de cerrarle todas las puertas, pero había dejado una abierta, quizás la más grande. Se cubrió la boca con la mano, Leo lo miraba sin entender, pero pasó por su lado sin verlo, con la vista fija en la ciudad adelante. "¿Cuál es el primer instinto de todo ser vivo?" había preguntado ella "Auto conservación" respondió él.

Y nunca pensó en la posibilidad de que se descargara a sí misma en la red, la red, que cruzaba todo el planeta, que conectaba millones de datos, millones de señales, todo, de una forma u otra, conectado entre sí, desde donde podían alcanzarse millones de líneas de comunicación. Como las líneas telefónicas, por ejemplo. Si alguien pudiera llegar al centro mismo de la red, si eso fuera posible, si alguien pudiera...

Podría llegar a todas. Tocarlas todas. Tocar todo. ¿Qué sería capaz de hacer un ser pensante, inteligente, con un poder así?

.- ¡Don!- Gritó Leo casi en su oído.- ¿Qué pasa? ¿Qué fue todo eso?

Don se volvió por fin a mirarlo, encogiéndose de hombros.

.- No lo sé. No puedo saberlo con seguridad. No aún...- Contestó vagamente, todavía mirando hacia la ciudad. Mejor no adelantar conclusiones aún, en verdad no sabía qué podía significar todo eso.

.- Lo sabrás.- Dijo Leo a sus espaldas. Don lo escuchó hablar y se extrañó. Era la voz de Leo, pero sonaba distinta. Abrió los ojos par en par.- Yo soy. Yo siento.- Dijo una vez más y luego guardó silencio.

.- ¿Qué? - Le preguntó, dándose vuelta hacia él bruscamente.- ¿Qué dijiste?

Leo no atinó a responder de inmediato, mirándolo, extrañado.

.- Nada, no he dicho nada...- Dijo al fin, vacilante.

Don lo tomó por los hombros y lo acercó a él.

.- No, tú... fue tú voz... tú dijiste... - Comenzó Don, pero de pronto se calló.

Miró a Leo. De verdad estaba confundido, no sabía de qué le estaba hablando. Se apartó de él.

.- Dios...- Murmuró.

.- ¿Qué es? ¿Qué pasa?.- Preguntó Leo, ya poniéndose nervioso con su comportamiento.

Don pensó que si todo lo que ingresaba a su base de datos era asimilado como función propia y Leo se había metido ahí, entonces...

Leo, que podía meterse en una conciencia, sin necesidad de un casco, sin necesidad de conexión física. Se volvió a mirarlo otra vez. Abrió los ojos, fascinado.

.- Si, yo le enseñé.- Comenzó, asintiendo.-. Y ahora tú también.

Leonardo se le quedó mirando, sin entender una palabra. Sacudió la cabeza.

.- Habla claro, no estoy entendiendo nada...

Don sonrió, dándole la espalda, la vista de vuelta a la ciudad.

.- No importa. Por ahora es sólo un mal presentimiento. Por ahora...

Leo esperó a que dijera algo más, pero Don volvió a sumergirse en sus pensamientos.

FIN.

Fin, finalísimo...

Si, quedó abierto, pero por el momento no parece que vaya a pasar nada malo...

Toda la historia está inspirada en El hombre del Jardín, Hal 9000, la computadora de Odisea en el Espacio, La Bestia, la computadora de X de Clamp, la película, y en el "fantasma" de Ghost in the Shell y en Avalón, las dos de Mamoru Oshii, y un montón de otras cosas más...

Gracias a Rinita Inverse por la asesoría técnica.

Gracias por sus reviews y por darse la tarea de leer este cuento, y encima comentarlo... eso es algo.