Ok… me he demorado meses en actualizar, así acepto intentos de homicidio tomatazos y críticas malísimas si lo desean, aquí se termina este fic… espero que disfruten el último capi, por si acaso, será un final un tanto inconcluso, pero no triste n.n aun que quedaran con dudas acerca de algunos personajes claro pero es inevitable n.n

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Granos de arena sobre una hoja

Capítulo 13: Un destino incierto… un final…

Se sentían en el cielo, aún cuando se separaron, y el rubor cubría las mejillas de la joven, mientras que el, esbozaba una sonrisa de dicha, jamás vista en su rostro, el solo hecho de tenerse cerca, era motivo de felicidad, pero hay un par de dichos que debían recordar : "no todo es color de rosa"; "después de la calma, viene la tempestad"; "solo la ilusión trae desilusión"… eran frases que se habían borrado completamente de sus mentes, pero cuando menos se recuerdan, es cuando más se requieren.

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Ya atardecía, y el genio Hyuga, volvía a su "casa", si se podía llamar así…

Igual que en la mañana, no deseaba ver a nadie, solo siguió el camino hacia su pieza, con la mirada fija en el suelo. Al entrar en su habitación, cerró la puerta sin voltear, y se apoyó en ella, cerrando los ojos con rabia, pero más que nada, impotencia, eso era lo que sentía exactamente, impotencia.

-Neji…- escuchó una voz frente suyo, levanto lentamente el rostro, empezando a visualizar el cuerpo de su tío, Hiashi- tu sabes donde fue Hinata, ¿verdad?- preguntó sentado en la cama del castaño, con voz fría y determinante- respóndeme, y no mientas…

-¿Y por que debería saberlo?- respondió con otra pregunta, desafiante, mirando lo más normal que pudo.

-No sé… a lo mejor por que tu y ese Usumaki, fueron los que llegaron con Hinata… o por los rumores… quién sabe…- dijo con una notable ironía, insoportable a los oídos del Hyuga menor.

-Ya… y si supiera… ¿Qué?- preguntó tratando de no cambiar su actitud orgullosa.

-Pues, sería mejor que me lo digieras…- dijo con una mirada que habría petrificado a cualquiera, (N/a: me refiero a esas miradas asesinas, que te dicen: si no haces lo que te digo, morirás…) el chico sintió un nudo en la garganta, no tenía salida, parecía tan obvio, durante un tiempo, había decidido, pelear con el destino, pero ahora todo parecía contradecirlo.

-Es cierto, ella se fue por su propia voluntad…- comenzó a decir bajando la mirada- se fue… a la aldea oculta de la Arena…- mientras decía esto, pensaba en las razones por las que la chica peliazulada se había ido, recordando al mismo tiempo, lo que vio mientras estaba como "espía".

-Así me gusta…- dijo Hiashi sonriendo maliciosamente- sabes perfectamente lo que te conviene, Neji…- dicho esto, se paró, mientras que el chico se apartaba de la pasada, así pudiendo salir el jefe Hyuga.

Apenas la puerta se cerró nuevamente, el chico, cerró sus manos, con fuerza y rabia, maldiciendo para sus adentros, por tener que hacer lo que le decían, él era dueño de su vida, pero de todas maneras, eso no era lo que parecía.

Caminó EN dirección a su cama, y se dejó caer en ella, cerrando los ojos.

Se despertó pero no estaba en su pieza, si no en un espacio completamente blanco, donde no se distinguía ni techo, ni suelo, pero aun así, estaba parado. Miró a su alrededor, buscando algo, pero no sabía qué. De un momento a otro, una fila de imágenes apareció en frente. Como una cinta de video, parecía que tuviera una pantalla gigante frente a sus ojos, que abarcaba hasta quién sabe donde pues no logro encontrarle el fin, ni siquiera con su Byakugan.

Lo único que hizo, fue observar el video que pasaba en cámara rápida frente a sus ojos. Pero aun así, era como si lo viera de manera normal, y no con la rapidez que se mostraba, cuando el video hubo acabado, el chico calló al "suelo", a causa de una fuerte punzada que había sentido en su abdomen.

Sus reflejos estaban lentos, por lo que solamente una de sus manos se apoyó en el "piso" deteniendo un posible golpe, mientras que la otra, sujetaba el lugar, donde se había iniciado el dolor.

Y es que lo que había visto, era su vida, como una verdadera cinta de video en cámara rápida frente a sus blancos ojos.

Abrió los ojos, preso del pánico, envuelto en sudor frío, con la respiración agitada, su cabeza daba vueltas, todo había sido un mal sueño, era como si hubiese revivido, cada momento de su vida, y de alguna manera, se habían recalcado los más malos momentos, dejándolo realmente descolocado…

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Se encontraban sentados en la arena, sin decir palabra alguna. El viento revolvía los cabellos del la joven, cubriéndole un poco la vista, a lo que ella respondía con un movimiento de cabeza tratando de apartar el pelo de su vista, causando una risilla por parte del pelirrojo.

No sabían cuanto tiempo habían permanecido allí. Pero no importaba, al menos a ellos no les importaba.

-Gaara-kun, es mejor dirigirnos a tu casa…- dijo la joven, pensando que los hermanos del ojiverde, estarían sospechando algo, de todas maneras, ellos no habían nacido ayer como para ser tan tonos.

-Si… de acuerdo…- respondió el pelirrojo con su voz ronca de siempre, entendiendo lo que la ojiblanco le quería decir. Se pararon ambos, desapareciendo en un remolino de arena, esta vez, suave y cálida arena…

En unos segundos, quizás solo uno, estaban en el cuarto del pelirrojo, mirándose con ternura, ella más que él, pues aun estaba confundido, y sus dos mitades peleaban en su interior.

De un momento a otro, llamaron a la puerta.

-Pasa, Temari…- daba por obvio que era su hermana, y claro, la presencia la delataba.

-Gaara…- dijo la chica de coletas mientras abría la puerta con lentitud- yo…

El chico volteó mirando fríamente a su hermana, pero aun así, con un extraño brillo es sus ojos aguamarina, que lo hacían delatar la felicidad que se expandía en su interior.

-Mandaron a buscar por ti…- dijo la chica rubia entrando con pasos lentos a la pieza- del consejo… creo que tienes una misión, en el norte…

La chica de azules cabellos, tomó la mano del pelirrojo inconscientemente, apretándola con fuerza, un miedo recorría su sangre, no quería alejarse el pelirrojo, no había pasado ni un día y ya tenían que separarse, le parecía tan infinitamente injusto. Sus pupilas se dilataron, quedando como un pequeño circulo blanco, que parecía tiritar al compás de la respiración de la chica, sus labios entreabiertos, dejaban escapar un frío aire que recorría su interior. De repente, los colores comenzaron a opacarse para la ojiblanco, hasta volverse plomos, y luego completamente negros.

-Hi… ¿Hinata?- la ninja de los vientos, miraba la expresión en el rostro de la chica, parada, o más bien, petrificada al lado de su hermano, quien, al ver el asombro en el rostro de la rubia, volteó el rostro para ver a la peliazulada, sus ojos habían perdido cualquier seña de brillo, sus cabellos parecían haber oscurecido, recalcando la palidez de su rostro.

El ojiverde, volteó por completo, sin importarle que estuviera su hermana mayor presente, puso una de sus manos en la mejilla del a chica. Perecía hielo, helada sin rastro de… no quería decir esa palabra, sonaba tan dura para él… pero… estaba tan fría… tan quieta… que no daba seña de vida…

Los ojos del ninja de la arena, vidriosos, observaban la figura frente así, dejo caer su mano, inerte. Y abrazó a la chica, que aun estaba perdida, en un espacio lejano, negro, y cálido.

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En el hospital de la aldea de la arena, las paredes blancas y extensas parecían infinitas a los verdes ojos del ninja de la arena.

En una cama, centrada en una sala blanca como el resto del hospital descansaba el cuerpo inerte de la ninja de konoha, que era atendida por tres medic ninja, parecía que su mente se hubiese cerrado por completo, para descansar aun que fuese un momento, lejos, como en otra dimensión, donde pudiera estar cerca del pelirrojo, sin que nadie los separara, si tener sufrir más, era irreal, solo un sueño, pero en la mente inconciente de la peliazulada, era todo verdad, y por eso se aferraba a ese sueño como a una tabla de salvación en medio de un mar profundo, debido a esto no respondía a ninguno de los intentos de las medic nin, por traerla nuevamente al mundo real.

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Pasaron 4 días, y la ojiblanco aun estaba inconciente, o… en coma… sin embargo, durante el transcurso de esos 4 días, habían pasado unas cuantas cosas que la chica no había podido evitar.

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El tiempo corría con la rapidez de un reventar de olas, un mes, un mes recibiendo las mejores atenciones medicas, y no hubo resultado.

Hasta que un día (N/a: igual que como pasa en todas las historias… n.nU) cuando los rayos de sol se filtraban por la ventana, cayendo sobre el blanco rostro de la chica, sus ojos se empezaron a abrir, todo era borroso y confuso.

Cuando pudo ver con más claridad, se dio cuenta, que no estaba donde lo esperaba, reposaba en su cuarto, en su casa… Mientras la desesperación aumentaba de manera descontrolaba, buscaba con la mirada, una y otra vez, a su amado, a su chico de bellos ojos, y roja cabellera. Pero no estaba, no lograba encontrarlo.

Le pareció que un kunai se enterraba en su pecho. Los sollozos aparecieron rápidamente, con ambas manos, apretaba las sabanas que la cubrían, pero sabía que con eso no sacaría nada, con eso no lo haría regresar…

Sus bellos ojos perla se humedecieron más de la cuenta, y la chica los cerró deseando que las lágrimas corrieran por sus mejillas, deseando volver a su mundo interno, donde siempre estaba él, deseando salir corriendo de allí, y completamente confusa, y triste, sin una pizca de sentido común en su interior, se levantó desenfrenada y se dirigió a paso firme hacia la puerta, movió la manija… y nada… la puerta no se movía de su lugar, volvió a intentarlo con más fuerza, luego con rabia… un creciente dolor se expandía por sus entrañas y las lágrimas Caín con rapidez entrecortada por su rostro… estaba encerrada en su cuarto… en su propio cuarto.

Claro… su pare no era tonto, no quería que volviese a escapar, él no dejaría que ella lo burlara otra vez.

-Por qué…- comenzó a decir en un susurro- por qué maldita sea… ¡¡¡POR QUÉ!!!- terminó con un gritó mientras caía desconsolada ente la puerta, quedó arrodillada en el suelo estremeciéndose en sollozos.

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Un chico castaño de ojos claros prácticamente blancos, se alarmó al escuchar lo que había parecido ser un grito… proveniente desde el otra ala de la casa. Esa voz… esa bella vos… sonaba furiosa… no dulce como estaba acostumbrado a oír… pero que más podía esperar. Su prima Hinata se encontraba encerrada en su propio cuarto, después de un mes en coma, cuando la arrancaron del hombre a quien más quería, y todo por que le había tenido que abrir la boca… él solo quería verla feliz, pero había una sola persona que podía hacer eso, un ninja de la arena de cabellos rojos y mirada verde aguamarina penetrante y firme…

-¡¡¡POR QUÉ!!!- volvió a escuchar, saliéndose de sus pensamientos corrió por los pasillos sin saber muy bien que haría a continuación se detuvo frente a la puerta de la habitación de su prima.

-No me pueden hacer esto… ¿solo quieren verme sufrir?... no entiendo… no tiene por qué… maldición… gaara-kun… ¿Dónde estás?... ven por favor gaara-kun… ven…- escucho un susurro tras la puerta… era su prima, se oía tan afligida… no soportaba tener que estar ahí parado sin hacer nada que pudiera ayudarla, Hiashi tenía las llaves, y siempre las llevaba consigo, incluso ahora que había salido a quién sabe donde…

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Bajo las sombras de un árbol, un chico rubio descansaba con los ojos cerrados, no durmiendo… pensando… en ella… en esa chica de cabellos azulados… tan bella… pura como una blanca flor… delicada como la misma seda… se encontraba recostada en su cuarto seguramente… esperaba poder verla otra vez, deseaba con todo su corazón que despertara, y poder abrazarla y decirle lo que realmente sentía… al pensar en eso la culpa lo invadió ¿por qué no le había dicho las cosas a tiempo?... sus ojos se cerraron con mas fuerza, reprimiendo lagrimas que querían salir a la superficie y recorrer las mejillas del rubio.

No pudo evitarlo, des traviesas lagrimas se escaparon de sus bellos ojos azules, y cayeron al pasto, descendiendo por sus hojas hasta ser absorbidas por la tierra. Más lagrimas brotaron de los ojos del chico, que aún mantenía cerrados… su expresión sería no había cambiado, y ya no cerraba los ojos con fuerza, después de todo, a lo mejor, sería bueno llorar, quizás se aliviaba un poco… o al menos eso esperaba él.

-¿Te sientes bien?- preguntó una chica en cuclillas frente a él, tenía cabello violeta un poco más debajo de los hombros, ojos oscuros con un extraño brillo y piel pálida y tersa como la del rubio, vestía de manera sencilla, unos pantalones negros que le llegaban un poco más arriba que los tobillos (N/a: así como pescadores o capri) una polera sin manga celeste pálido, se ajustaba a su cuerpo como si fuera su segunda piel con un cuello redondo que llegaba cubría justo la entrada de sus senos. A, cierto, llevaba también unas chalas, sandalias o como se llamen esas cosas xD.

El rubio abrió los ojos anonadado, observando a esa chica, se paró con rapidez mientras ella imitaba su gesto, ambos cayeron en cuenta de que eran del mismo porte y de la misma edad.

-Tu… tu quién… quien eres…- preguntó el rubio olvidándose de sus mojados ojos. La chica de acercó levantando una mano hacia el rostro del ojiazul, provocando aún más asombro en este, y también algo de ganas de acercarse él también… Con su fina y delicada mano secó las lágrimas que permanecían inmóviles en los ojos del chico, que si no fuera por su habitual extroversión habría arrancado.

-Anami… me llamo Anami… no tengo aldea… soy… digo… era la ayudante de un ladrón…- su mirada se volvió sombría y la bajo al suelo- mis padres me abandonaron y el me recogió… o al menos eso me decía… terminó por… por abusar de mí… así que… escapé y llegué a este lugar…

Naruto la miró, se quedó encandilado por esa bella vos, y por sus ojos… tan profundos… una brisa agitó el cabello de la chica llevándolo hacia la cara del rubio.

-¿Vienes a mi casa?- se decidió a preguntar el rubio, esa chica se veía ten débil y abatida, y él con su naturaleza de bueno la invito a su casa a pasar el rato para conocerla mejor y por supuesto, ayudarla como pudiese.

-Yo…- ahora era ella la asombrada… le extraño que alguien quisiera recibir a la "ayudante de un ladrón" en su casa, al fin sonrió y asintió. El rubio alegre como siempre le tomó la mano y la guió entre saltos y risas a su casa… que pronto se transformaría en un hogar…

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En la mansión Huyuga una chica se hallaba con sus habituales vestimentas fuera de su cuarto, su padre había llegado y hora esta en su habitación mientras ella salía al jardín… otra vez comenzó a llorar… no lo soportaba más… sintió deseos de desaparecer… hasta que sintió una presencia tras de sí…

-Hinata-sama, me permite…- el castaño fue interrumpido por los brazos de la chica que lo abrazaban con fuerza estremeciéndose al compás de los sollozos ahogados de la peliazulada…- Hinata sama…- las manos del chico se posaron sobre la espalda de su prima comprendiendo al fin, que el podía hacer algo por ella, que el podía lograr que ella fuese feliz de nuevo, que podía ayudarla… a escapar…

La tomó suavemente por los hombros apartándola de sí, observó sus blancos ojos cubiertos por una capa de finas gotas que luchaban por salir.

-Neji-onisan yo… yo lo siento…

-Hinata-sama, soy yo el que lo siente… pero se que puedo redimirme… si usted qui8ere volver, a la aldea de la arena… yo puedo ayudarla-dijo el chico aun sin creer lo que estaba a punto de hacer…

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Saltaban con rapidez de árbol, el chico no se convencía de lo que hacía y ella no dejaba de sonreír…

-Neji onisan… que te dirán… que dirán cuando vuelvas…- a él le costó oír esa palabra, al fin comprendía que todo ese amor que sentía por ella era amor fraternal, sus hormonas pre-adolecentes lo habían confundido, sin embargo, la quería como a una hermana, y le dolía pensar que ya no la tendría más cerca, ya no podría recuperar el tiempo perdido, pero al menos ella sería feliz, esa sería su recompensan, saber que ella sería feliz…

-No lo se Hinata-sama… pero eso no importa ahora, apúrese para llegar más pronto...- la chica sonrió con los ojos llenos de lagrimas, su primo estaba haciendo algo increíble por ella, de verdad lo quería mucho, aumentó la velocidad llena de renovadas energías, tanto así que el castaño se quedó atrás y tuvo que hacer un esfuerzo por mantener su ritmo.

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Ya había pasado la media noche, dos chicos de konoha se encontraban frente a las puertas de lo que parecía ser una gran casa, prácticamente del porte de la mansión Huyuga.

-Hinata-sama, está segura que es aquí…- ella asintió seriamente, y golpeó la puerta… que se comenzó a abrir con lentitud, una chica de cuatro coletas los miró sorprendida y esbozó una sonrisa afligida a la chica.

-Hinata…

Temari-san… perdón por llegar a esta hora pero yo… desperté hoy… y bueno… yo…- los ojos de la peliazulada se opacaron y se volvieron vidriosos con rapidez. La chica rubia los invitó a pasar comprendiendo el motivo de su llegada, aun que aun no entendía por qué estaba alelí ese chico castaño al parecer pariente de Hinata.

La charla no tardó en comenzar, las primeras palabras las emitió Temari, con un dejo de tristeza en su voz.

-Hinata… han pasado muchas cosas en tu ausencia… Gaara fue enviado a una misión… y… no ha vuelto… se supone que tenía que entregar un pergamino con un tratado importantísimo para dos aldeas, sin embargo… el pergamino aún no llega a manos de la aldea y los habitantes de ella aseguran que el no ha estado ahí… Gaara ha… desaparecido Hinata…-Las palabras golpearon a la chica como una espada, sus ojos ya no tenían lagrimas, tiritaban, y no se movía…

-Hinata-sama...- dijo neji preocupado por su prima… quién con un determinado movimiento se paró…

-Yo… yo no volveré a Konoha Neji-onisan… y tampoco me quedaré aquí en la aldea de la arena… yo iré a buscar a gaara…

-Hinata, eso es una locura, ya lo han buscado pro todas las aldeas y no hay rastro de el…

-Temari-san, por lo que yo sé nadie tenía mucha simpatía con tu hermano… y han querido eliminarlo un par de veces… ¿crees realmente que lo han buscado?- la pregunta azotó a Temari que abrió los ojos notablemente…

-Neji-onisan… vuelve a Konoha… inventa cualquier cosa, peor no te delates… no quiero que nada te pase por mi culpa, yo estaré bien, si regreso no seré feliz…

-No volveré a fallarle Hinata-sama…- Sonrió con angustia y se dispuso a salir de la casa, Hinata lo siguió dejando a una confundida temari dentro.

Cuando estuvieron fuera, se abrazaron y sin decir más, el castaño se alejó con rapidez.

-Hinata…-dijo temari a sus espaldas- ve si lo deseas… pero por favor vuelve, y vuele con él…- lagrimas cayeron por las mejillas de temari.

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Casi dos años habían pasado, una chica de cabello azulados que caían sueltos sobre sus hombros llegando hasta sus senos, caminaba con lentos pasos con los ojos mojados de lágrimas u una sonrisa nerviosa, observaba una figura, de un chico, se distinguían rojos cabellos y verdes y brillantes ojos, comenzó a aumentar su paso… terminó corriendo y vio que el chico esbozaba una sonrisa diciendo:

-Hinata…

Fin del capítulo y el fic

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No se a ustedes pero a mi me gustó el final, me esforcé harto por hacerlo por que mis neuronas en las vacaciones se poner medias lentas de tanto relajo xD ya espero sus review, y les agradezco a todas las que se dieron el tiempo de leer este fic, y bueno eso, supongo que seguiré escribiendo historias, peor inventadas totalmente por mi. Si quieren saber si las publico les dejo mi msn: camigaara. un beso grande y que estén todas bien!!!