Bueno, he aquí cuatro pequeños drabbles (continuacion de los anteriores) que espero sirvan de disfrute a alguien. Agradecería mucho alguna opinión al respecto, gracias.

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Hanabi

Cuando aquella noche, Kyoraku Shunsui irrumpió en su habitación obligándola a salir de la calidez de su cama, Nanao pensó que su capitán había, finalmente, perdido el juicio por completo.

Sin darle explicaciones, tomó su mano y la arrastró hasta el tejado, sin perder la sonrisa bajo su sombrero de paja cubierto de nieve, y señaló el cielo, ahora oscuro y terriblemente inmenso a sus ojos.

- Mira, Nanao-chan.

Ella, sin replicar, siguió con la mirada la dirección de su dedo, y allí lo vio.

Primero una luz tenue, dorada, que ascendía. Luego, una repentina explosión de luz.

- Feliz navidad, Nanao-chan. – susurró Shunsui, observando el firmamento.

- Nosotros no celebramos la navidad, Kyoraku taicho. – replicó ella.

Él se encogió de hombros y sonrió.

- Nunca es tarde para empezar ¿cierto?

Nanao sonrió involuntariamente, sin apartar la mirada del espectáculo de luces.

- Quizás.

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Ichirin no hana

Ise Nanao tenía un secreto.

Adoraba el invierno. Pero no cualquier cosa del invierno, sino aquellos minutos que la colmaban de una paz difícilmente descriptible.

Cuando las primeras nevadas teñían de blanco el Seireitei, ella se colocaba allí, ni un metro más atrás, ni un metro más lejos, si no justo allí.

En el centro del patio interior que daba acceso a las oficinas, justo en el momento en el que los rayos del sol se filtraban por las ventanas al amanecer, mientras el viento helado hacía bailar las mangas de su kimono y sonrojar sus mejillas.

Ella levantaba la cabeza y cerraba los ojos, tan solo un minuto, sintiendo a la vez el calor del sol y el frío del aire. Allí, en mitad de la nieve, se transformaba en una flor solitaria.

Kyoraku Shunsui tenía un secreto.

Adoraba el invierno. Pero no cualquier cosa del invierno, sino aquellos minutos que le permitían apreciar la belleza en el estado más puro.

Cuando las primeras nevadas teñían de blanco el Seireitei, él se colocaba allí, ni un metro más atrás, ni un metro más lejos, si no justo allí.

Sobre el tejado helado de las oficinas de su división, justo en el momento en el que los rayos del sol se filtraban por las ventanas confluyendo en el patio interior, mientras el viento helado se arremolinaba jugando con la tela de su kimono.

Él bajaba la cabeza y observaba, tan solo un minuto, el gesto de paz absoluta que se dibujaba en aquel rostro tan querido. Allí, en mitad de la nieve, admiraba a su flor solitaria.

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Houki Boshi

El capitán Kyoraku subía al tejado de las oficinas cada noche con un par de botellas de sake y la única compañía de las estrellas. Solía quedarse observando el firmamento, bebiendo, reflexionando sobre todo y nada, arrebujado en su capa de color rosa que tanto atraía la atención de los demás.

Al menos era así, hasta que la veía cruzar en la oscuridad, entonces, soltaba la botella, cerraba los ojos y juntaba las manos, murmurando al principio, dando gritos luego de que el alcohol se le hubiera subido a la cabeza.

Cuando algunas horas más tarde el sake se le había acabado y el alcohol empañaba su vista, haciéndole creer que las luces cruzaban el cielo una y otra vez; su teniente aparecía asomando la cabeza por el alero del tejado, pidiéndole con expresión severa que dejara de dar gritos y que se fuera a la cama.

Él obedecía a regañadientes y se marchaba a trompicones, vigilado de cerca por su teniente, la cual se limitaba a suspirar resignada, preguntándose cuando dejaría su capitán de pedir deseos a las estrellas fugaces.

Y cuando su deseo dejaría de ser "que Nanao-chan y yo tengamos un tórrido romance".

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Life

Nanao no sabía quien había inventado la expresión "descanso eterno", pero podía asegurar que aun habiendo cruzado el umbral de la muerte, aquella expresión no era valida en ningún sentido. De hecho, cada vez que miraba las montañas de informes que se acumulaban en su mesa y pensaba en ello, le parecía una burla, como un mal chiste dirigido hacia su persona.

-¿Aun estás trabajando¡Que responsable y adorable es mi Nanao-chan!

Por otro lado, su capitán no dudaba un instante en aprovechar al máximo la susodicha expresión. Y estaba segura de que descanso debía ser su palabra favorita después de sake.

- Pero deberías tomarte un respiro, Nanao-chan ¡venga, disfrutemos de una buena copa de sake, yo invito!

Ella levantó la mirada y encarnó una ceja.

- ¿Y el trabajo? – le preguntó, haciendo un gesto hacia el papeleo acumulado.

- El trabajo puede esperar¡hay que disfrutar de la vida!

La teniente sonrió en una mueca.

Disfrutar de la vida después de la vida…con él.

- Está bien, taicho, hagamos un descanso. – cedió, provocando que su capitán sonriera exageradamente.

Sí, sin duda era como un mal chiste… pero ella tenía un sentido del humor poco convencional.