Las risas invadían el lugar mientras Oishi se sonrojaba hasta la raíz. No entendía por que razón su mejor amigo tenía que abrazarlo tan fuerte y gritaba a todo Mundo lo mucho que estimaba a su querido amigo el sub capitán. Los demás no podía menos que burlarse del extremo cariño que Kikumaru le profesaba.

-¡Es como un niño con su mamá!-rió Momoshiro, amigablemente.

-Deja de decir estupideces…-siseó Kaidoh que también se dirigía con ellos a los casilleros después de una corta tarde de entrenamiento.-

-Mira quien lo dice…-susurró en voz inaudible su compañero, mirándolo asesinamente.- ¡Deberías de meterte en tus propios asuntos!-reclamó.

-Ahora no, chicos.-pidió pacientemente Takashi, interponiéndose entre ellos para evitar que el uno saltara contra el otro. Los otros dos se miraron intensamente y después voltearon en otra dirección, dispuestos a ignorarse en paz como el de tercero les había pedido.

-¡Hoi Hoi!-Eiji parecía radiante con su sonrisa de oreja a oreja, mientras caminaba, no, saltaba, a un lado de Syuichiro.- ¡Mañana buscaré a la hermana de Tachibana buchou, nyah!-canturreó, mirando burlonamente a Momoshiro.- ¡Tendré pareja para el baile, nyah¡Tendré pareja para el baile, nyah¡Tendré pareja para el baile, nyah!

-Eiji…-murmuró como advertencia Oishi, mirando de reojo a Takeshi quien hizo una mueva de fastidio. Inui sonrió mientras apuntaba.

-Momoshiro Takeshi…-acomodó sus gafas después de apuntar.- Celoso. Cien por ciento.

-¡No estoy celoso!-chilló avergonzado el de segundo.- ¡Es solo que…!

Todos lo miraron con duda.

-¿Qué?-insistieron, al unísono.

-Que…

-Que…-los demás titulares lo miraron atentamente, Momoshiro se detuvo mientras miraba avergonzado al piso. Todos se pararon también.

Silencio.

-¿Qué Momo?-insistió con voz comprensiva la madre del Seigaku.

-¡Que me tocó con la novia de Echizen!-gimió con frustración.- ¡Imagínense¡Yo robándole la novia a mi compañero de dobles!-lo demás lo miraron decepcionados.- ¿Qué pensará Ryuzaki-chan de mi?

Kaoru levantó una ceja.

-¿Desde cuando te importa lo que piensen?-dijo con voz grave, mirándolo por el rabillo del ojo.

-¡Desde hoy!-rugió, con el rostro rojo.

-Fsssh… baka…

-¡Eres un…!

Momoshiro chocó contra la espalda de Sadaharu quien estaba detenido al igual que Kawamura y Oishi, Eiji detrás del último miró con cierta curiosidad a Ryoma quien aun vestido con el uniforme oscuro de Seigaku.

-Está…

-…sonriendo…

Los ojos dorados de Echizen los enfocaron, con aquella chispa divertida que hizo que los pasara de largo con las manos en los bolsillos dijera un 'Hasta mañana' y saliera del área de las canchas de tenis para buscar la salida de la institución.- Ne, Oishi…-llamó, su amigo hizo un gesto con la cabeza para que el otro supiera que lo escuchaba.- ¿Y ahora que le pasa a o'chibi…?-se preguntó Eiji, extrañado de la actitud del chico.

-No lo sé-respondió sinceramente.

Momoshiro en cambio tenía las pupilas violáceas dilatadas, su expresión de espanto no fue notada por los demás titulares que lo rodeaban.- Creo que…-Takashi dudó un momento.- Parecía satisfecho…

-Cien por ciento-apoyó el señor de los jugos.

El chico fiesta de segundo se adelantó a sus superiores hasta el cuarto por donde había salido el hijo de Nanjiroh, abrió la puerta sin tocar y no se extrañó tanto al ver el esbelto perfil de su compañera de primero, la jovencita tenía el rostro gacho y sus manos apretando fuertemente algo sobre su pecho.

-Ryuzaki-chan…-llamó con cuidado, buscando su mirada, pero ella no se movió. Takeshi percibió el ligero temblor en sus hombros, una de sus grandes manos viajó al pequeño hombro de ella.- Ryuzaki-chan…

Ella levantó la mirada acuosa sin sentir vergüenza de que su amigo viera las mejillas tanto rojas como mojadas y los labios entreabiertos que emitían ligeros hipos.- ¿Qué sucedió… ese baka de Echizen… te… hizo algo?-sus palabras inseguras hicieron que el rostro de Sakuno enrojeciera aun más de lo que ya estaba.

-Lie…

-¿Que pasa aquí?-preguntó preocupado Oishi, entrando también con Kawamura y Kikumaru.- ¿Ryuzaki que haces en el vestidor de hombres?

-¡Gomen nasai, Oishi-sempai!-chilló con una reverencia exagerada. Momoshiro no pudo preguntar más pues la chica salió corriendo con las trenzas al viento.

-Creo… que Echizen la trajo-dijo en voz baja Sadaharu analizando el primer evento con el segundo.

¿Por qué¿Por qué Ryoma-kun hizo eso?

Lograba escuchar sus pasos por los espacios libres de Seigaku.

¿Por qué me besó?

Ryoma-kun…

¿Qué es para mí?

La persona que más quiero, de eso estoy segura.

Pero

¿Qué soy para ti, Ryoma-kun?

No lo entiendo

¿Qué pasa con Ryoma-kun?

Estoy enamorado de ti, Ryuzaki.

-¡Sakuno-chan!-ella se detuvo mientras limpiaba sus ojos y su rostro completo del llanto del que fue víctima, llegaba para posarse a su lado. Ella le sonrió delicadamente y sin muchas ganas.- ¡Te alcancé¡Te alcancé!

-Kintarou-kun…-sus mejillas se sonrosaron suavemente.- Gomen… yo…

Él le sonrió.- Koshimae estaba acelerado ¡Vaya que si!

Mira quien lo dice…

Ninguno de los dijo algo, la jovencita lo miró sin comprender que hacía el chico salvaje ahí.

-¡Sakuno-chan, quiero que vayas conmigo al baile!-afirmó, con la mirada decidida y el rostro animado de siempre. Pero la expresión apenada de ella no cambió, Tooyama alargó la sonrisa y con una de sus manos frías tomó la de la chica, ella enrojeció.- ¡Vamos¡Vamos!

Ella miró los ojos rojizos del joven frente a ella, él no parecía intimidado con nada. Por un momento le recordó a la mirada gatuna de alguien más.

Eran tan parecidos y diferentes a la vez.

Tooyama tan risueño y Echizen tan frío. Pero con la misma decisión y el mismo talento para el juego. ¿De verdad eran diferentes?

-Está bien… Kintarou-kun…

Su sonrisa volvió a crecer.- ¡Gracias Sakuno-chan¡Gracias!

Prince of Tennis

Cuestión de Tiempo

Ladychan

El color cambiaba conforme pasaban los segundos y ella lo había estado analizando por horas, cada relieve extraño y que ella nunca había percibido en el techo de su habitación. La calidez del sol que se filtraba por la ventana a lado, golpeaba su rostro adormecido, sus manos sobre su vientre y el cabello trenzado cayendo suavemente sobre su pecho.

Cerró los ojos, cansada.

Pero los abrió inmediatamente después pues sintió la frialdad que recordaba de una mirada dorada e intensa.

-¡Sakuno¡Sakuno!

-¿Eh?

Se levantó lentamente y bajó las escaleras para encontrar el mismo desorden al que comenzaba a acostumbrarse, un montón de platos que habían tenido comida en la sala y en el comedor, calcetines y playeras regadas por todos lados mientras las maletas estaban supuestamente escondidas en rincones de la casa. Buscó con la mirada a su abuela.

Miraba la tele tranquilamente sin que le importara mucho el revoltijo de cosas a su alrededor. Sakuno la miró extrañada.- ¿Obaa-chan?

-Necesito que vayas por estas cosas…-dijo, sin despegar los ojos de la televisión.- Hay que apresurarnos para mañana-la castaña la miró sin comprender mientras recibía de su distraída familiar la extensa lista de compras.

-¿Mañana, obaa-chan?-interrogó, insegura.

-Si, para la fiesta de Shintenhouji Chuu y Seigaku-dijo sin mayor explicación.

¿Fiesta?

¿Seigaku y Shintenhouji¿Juntos¿En su casa?

Kami-sama librara a la residencia Ryuzaki.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Ryoma-kun

Solo un zumbido inundaba su cabeza y relajaba su mente perturbada, abrió los ojos y un ardor intenso se apoderó de ellos, sin embargo veía perfectamente entre la transparencia del agua: el fondo de la tina y sus propias piernas estiradas a lo largo de ella. Cuando sus pulmones ya no aguantaron más estar sin aire, se irguió y su cabeza salió de la superficie, su cabello oscuro tapó sus ojos y se pegó a su rostro, completamente lacio.

-¡Ah!-Benditas fueran las partículas de oxígeno.

-¿Ryoma-san¿Estás bien?-preguntó desde el otro lado de la puerta la voz de su prima, que no parecía muy preocupada pues estaba comenzando a acostumbrarse a la extraña personalidad del chico.

Los últimos días llenos de exclamaciones misteriosas y todo tipo de gruñidos sin explicación aparente.

-Hai-respondió de manera cortante, escuchó los pasos de la chica alejarse por el pasillo y volvió a suspirar recargando la nuca contra el filo de la tina. Cerró de manera cansada la mirada dorada.

Ryoma-kun…

-¡Hmph!-abrió los párpados violentamente con el pulso acelerado, sí, su corazón estaba latiendo tanto como si hubiera jugado hora tras hora y ahora no pudiera contener su cansancio, el poco aire que había acumulado se le escapó del pecho.

Cosa extraña pues ese día no había entrenado, se dijo. Recordando sin temor el toque de unos labios delicados. Suspiro.

-"Deja de pensar en eso"-se dijo con voz severa pasando una mano con frustración por el húmedo cabello, sintió el frío viajar por su piel en contraste con el agua tibia en la que estaba sumergido.- "Deja de pensar en eso"

No era un "eso". Era un "quien".

Deja de pensar en ella, Echizen.

No era un consejo para sí mismo, era una orden. Una que si no se cumplía, sabía tendría consecuencias graves, como él con los nervios crispados. Por un momento su seriedad se desvaneció en la tranquilidad de su soledad en la tina.

Ahora solo tenía que ser Ryoma.

El mismo que refunfuñó cuando el rostro sonriente de una chica apareció en su mente. El rostro confundido, el rostro sonrojado, el rostro lloroso.

-¡Shounen apresúrate!-la voz chillona de su padre interrumpió sus perturbados pensamientos, miró la puerta asesinamente como si estuviera admirando el rostro moreno de Nanjiroh directamente.- ¡Necesito el baño!

-¡Espera tu turno!-contestó de manera ruda.

-¡Vamos Shounen!-dijo el otro en tono más desesperado, el chico escuchaba como Echizen padre daba saltitos gracias a su ansiedad.- ¡Pareces niñita, sal de una buena vez!

Su hijo frunció el ceño, mientras apretaba los labios indignado.- ¡Cállate y ve al de abajo!-ordenó acomodándose mejor sin estar dispuesto a ceder.- estúpido Oyaji…

-¡Sal chiquillo malcriado o tendré que entrar!-Ryoma cerró los ojos y sonrió de lado, cruzó los brazos detrás de su nuca de manera tranquila sintiéndose seguro tras la puerta.- ¡Muy bien Ryoma, si eso es lo que quieres!

¿Ryoma?

Su estúpido Oyaji nunca lo llamaba Ryoma a secas… a menos que…

-¡Argh!

El estruendo de la puerta abriéndose lo sobresaltó, miró con horror como el mayor de los Echizen entraba corriendo después de haber empujado con su hombro y toda su fuerza la barrera de madera que lo separaba del preciado sanitario.

-¡Sal de aquí!-rugió, sumergiéndose más en el agua disimulando su molestia. El moreno supervisó a su alrededor como si esperara encontrar algún indicio de que su hijo estaba haciendo algo más que tomando un baño.

¡Ningún hombre normal se tardaba tanto tiempo en un simple baño!

-¡Hora hora, Ryoma-chan!-sonrió de oreja a oreja mientras el jovencito miraba hacia otro sitio con obstinación, dispuesto a ignorar olímpicamente al hombre que le había dado vida, el nivel del agua le cubría hasta algo debajo de los ojos.- ¿¡Estás sonrojado!?

Nah, era por la temperatura del agua… Estúpido Oyaji… ¡Por supuesto que lo estaba!... La puerta del baño abierta, su padre de mirón y él ahí, al descubierto sin poder defenderse.

Una mirada asesina fue lo que le dedicó antes de poder sacar la cabeza del agua.

-Lárgate…-gruñó entre dientes, pero antes de que pudiera escuchar una respuesta o agregar algo más, una enorme tela había cubierto su cabeza y se mojaba con el agua perfumada y llena de burbujas.- ¡Hmph!

-¡Hora hora¡Sal de aquí, Shounen!

-¡Oyaji!

-¿Tía¿Qué estás haciendo?-Nanako miraba con curiosidad como la silenciosa Rinko guardaba un montón de revistas viejas en cajas de cartón, todas llenas de imágenes de mujeres semidesnudas posando en paisajes exóticos.

La esposa de Nanjiroh sonrió serenamente.-Preparando esto para Ryoma-kun-dijo como si fuera lo más normal del Mundo.- Estoy segura de que tu primo querrá tirarlas por mí.

La de cabello oscuro dio un salto cuando escuchó la puerta azotarse de nuevo seguida de un golpe seco, Rinko sin alterarse continuó con lo que hacía mientras ella se asomaba por el pasillo para encontrar al pequeño Echizen empapado y con una toalla rodeando su cintura, sentado a mitad del camino, con el rostro rojo y mirando con furia a la puerta por la que había sido lanzado.

-¡¡Mada mada da ne!!-escuchó que gritaba su tío, a todo pulmón y entre carcajadas.

Nanrijoh había ganado.

-O-oyaji…-refunfuñó, dispuesto a levantarse y pelear por su tiempo en la bañera.

-¿Ryoma-kun?-Nanako parpadeó y después sonrió comprensiva cuando su primito le miró avergonzado, abrió la boca y la volvió a cerrar sin haber emitido sonido.

-Estoy bien-gruñó en voz a penas audible. Completamente mudo se dio la vuelta y avanzó con aparente paso tranquilo, aumentó la velocidad mientras alargaba sus pasos hasta que desapareció en la esquina con el atractivo rostro arrebolado en un intento por salvar su dignidad.

Algo divertida la chica regresó a lado de Rinko que tarareaba una canción, quizá demasiado acostumbrada a las boberías de Nanjiroh y al mal humor de Ryoma. El sonido del teléfono hizo que la madre del príncipe se levantara con el mismo semblante: sin apremio.

-¿Quieres que la lleve?-preguntó cortésmente Nanako.- La dejaré cerca de su puerta.

-Oh, muchas gracias darling.-se acercó a una mesita de madera donde reposaba el ruidoso aparato.- Hello?

-E-etto… -Rinko levantó una ceja al escuchar la tierna voz femenina.- ¿S-se encuentra…?-la mujer la interrumpió.

-Of course… ¿Quién lo busca?-la otra persona sintió como la sangre viajaba a su cara y la coloreaba.

-pero…

-¿Quién lo busca?-insistió.

-R-Ryuzaki… Sakuno-respondió con un débil tartamudeo.

-En un momento te comunico-aseguró relajada a pesar de que no estaba acostumbrada a que chicas llamaran a su hijo. Pero sabía que tarde o temprano sucedería… por que su niño ya era un adolescente. ¡Ya quería imaginarlo con su primera novia!

Sakuno esperaba extrañada. ¿Cómo sabría que quería hablar con Ryoma? De nuevo el color viajó a sus mejillas.

-Echizen al habla-su seria voz que con el paso del tiempo se volvía más ronca y sus monosílabos…

Sus mejillas se tiñeron de un agresivo rojo.

Tensión.

Tensión.

-Diga-insistió Ryoma al otro lado, al no escuchar nada.

-R-Ryoma-kun-esa vocecilla infantil. El chico pasó una mano por su cabello húmedo, sin que él lo notara un débil sonrojo se escapó.

-¿Ryuzaki…?

-H-Hai…

Silencio. Silencio.

-¿Qué?-preguntó, mirando de reojo la ropa que estaba listo para ponerse antes de que su madre le anunciara la llamada, sin embargo no sintió frío al seguir en la toalla gracias a que el verano comenzaría pronto.

Un golpe del corazón, iba como un tambor en medio de un desfile. No sabía por que en ese mismo instante sentía frustración por no oírla hablar.

-Mou… o-obaa-chan… ha or-org-a-ga-ni-za-Ryoma interrumpió.

-¿Estás bien?-Sakuno tragó pesado al sentir la agresiva pregunta que no pretendía ser eso.

-H-Hai…-tomó mucho aire.- Etto… o-obaa-chan…-más aire.- ha organizado una fiesta…-pausa, más aire, más valor.- para Shintenhouji Chuu y Seigaku… en casa…

-¿Y?

-E-estás invitado…

-Entiendo-fue su única respuesta

Silencio. Silencio.

¿Qué más debería decirle¿Por qué la había besado?

-Oi Ryuzaki…

-¿Mou?

-¡Sakuno apresúrate!

-T-tengo que colgar, R-Ryoma-kun…-susurró, Echizen asintió sin poder ser visto.

-Adiós.-y colgó sin esperar más.

Sakuno también suspiró.

.-.-.-.-.-.-.-.-.

Iba y venía por el aula, estaba tremendamente nervioso y no había razón. ¡Pero él nunca había invitado a una chica ni a la esquina!

Escribió los mismos garabatos que pudo ver en la pizarra sin comprender ni uno de ellos. Cuando la campana para el descanso sonó no se sintió más tranquilo como debería ser la costumbre.

Momoshiro suspiró.

El camino al aula de su mejor amigo se hizo más larga de lo normal, entre saludos animados y todo tipo de bromas el chico pasó, los de primero que lo conocían lo saludaron con afecto mientras muchos otros y que eran sobre todo chicas, lo admiraron casi con devoción.

Ryoma levantó una ceja pues no se esperaba encontrar el ansioso rostro de su compañero de dobles frente a él cuando abriera la puerta, justo cuando se disponía a ir a la cafetería por algo de comer.

-¿Qué haces aquí?-preguntó aburrido, probablemente lo invitaría a comer algo con tal de conseguir su compañía.

Siguió la mirada de Takeshi hasta la delicada castaña que estaba siendo acosada por su mejor amiga, quien gritaba que su comida era deliciosa.

-Tomo-chan…-rogó en voz baja.

-¡Eres la mejor cocinera que he conocido, Sakuno-chan!

-No digas eso…-susurró sonrojada, escondiendo su rostro levemente con las manos.

-¿Qué quieres?-insistió Echizen, frunciendo el ceño.

-¿Recuerdas que tengo que invitarla?-dijo, sarcástico.

-Olvídalo-sugirió, no muy amable, cerrándole el paso.- Mejor vuelve por donde has venido y búscate otra chica.

Momoshiro parpadeó.- ¡Eres un egoísta!-gimió en voz baja, procurando que nadie los escuchara.- ¡Tú invitaste a Osakada!

Ni siquiera tenía que recordárselo.

-Vete-ordenó, mirando de soslayo en la dirección a donde estaban las chicas.

-Oi oi…

-Vete ya-repitió, amenazante.- No quiero que la invites.

El de cabello negro frunció el ceño.- ¿Desde cuando puedes decidir eso?

-Desde hoy-refunfuñó.- Así que vete.

-Eres un…

-Ahora

Takeshi se dio la vuelta y regresó por el pasillo. Ya que más daba, mientras Echizen estuviera merodeando alrededor de Ryuzaki nadie más podría invitarla. Así que esperaría hasta la fiesta de esa tarde para poder hablar con ella y cumplir con su parte de la competencia.

.-.-.-.-.-.-.-.

Un día más había transcurrido pero cuando la campana en la escuela sonó para dar término a la jornada no sintió la alegría que se suponía debía experimentar, como cada día de la semana a las dos de la tarde. En vez de eso un gran cansancio se apoderaba de ella, y algo dentro le pedía que demorara en llegar a casa, donde sabía el escándalo se desataría, justo como en ese mismo momento, en su salita de estar. A su abuela se le había ocurrido que el Seigaku y el Shitenhouji Chuu tenían que celebrar alguna cosa que todavía no comprendía. Y ahora todos los sempais estaban ahí, bebiendo ponche y conversando con los visitantes.

El último día no se había dedicado a otra cosa que no fuera cocinar dulces y uno que otro bocadillo para aquella reunión a la que no estaba invitada siquiera, pensó que era mejor así, después de todo tenía planeado evitar a toda costa estar frente al chico con la mirada más intensa que había. La misma mirada dorada que la atravesaba diariamente mientras huía de un encuentro con él. Lo sabía, era una cobarde, una cobarde que no quería tener el corazón roto, una cobarde que prefería quedarse con la cabeza llena de dudas. La situación era mejor así, por que él había invitado al baile a su mejor amiga, y a los pocos minutos había ido a buscarla, la había atrapado y la había besado.

Su primer beso.

Sus delgados dedos buscaron inconscientemente sus labios femeninos, no recordaba la sensación que había sido que ese tenista le besara, puesto que la impresión no había permitido que ella captara lo que sucedía, solo recordaba que él se había movido un poco sobre su cuerpo. Buscó con los entristecidos ojos caobas a su alrededor, hasta toparse con el pequeño llavero del oso con raqueta.

Parpadeó repetidas veces cuando el sonido del teléfono la sacó de sus pensamientos. Nadie respondió allá abajo, en lugar de eso una oleada de risas llegó hasta ella, suspiró cansada mientras tomaba el aparato entre sus manos.- Ryuzaki al habla.

-¡Sakuno-chan¡Necesito tu ayuda!-esa chillona voz era la de Tomoka, parecía angustiada. La jovencita de las coletas prestó mayor atención al llamado.

-¿Qué sucede, Tomo-chan?-preguntó preocupada con el mismo sentimiento de culpabilidad que la había embargado durante la semana. Entendía que no había tenido la culpa de que el príncipe en crecimiento se hubiera abalanzado sobre ella, pero no podía evitar sentir como si hubiera traicionado a su amiga.

La única y la mejor que tenía.

Sus ojos se llenaron de lágrimas sin que la de coletas pudiera imaginarse siquiera.- ¿¡Podemos vernos en la plaza!?-cuestionó, parecía bastante alterada. La nieta de la entrenadora limpió lentamente sus mejillas y se le escapó una sonrisita.

-Claro, Tomo-chan…

-¡De verdad que es urgente, amiga¡Sabes que no te molestaría si no fuera realmente necesario¿¡Verdad!?-Sakuno separó un poco el aparato de su oreja pensando que estaba un poco más sorda que antes.

-Si, Tomo-chan…

-¡No me gustaría interrumpirte y más si estás con los del Shitenhouji Chuu¡Ellos merecen la mejor atención en su visita a Tokio pero de verdad necesito verte!-gimoteó, Sakuno suspiró levemente pensando con ironía que Tomoka le había dado el pretexto adecuado para no tener que presentarse en la salita de estar en toda la velada.

-Tranquila Tomo-chan, te veré allá ¿De acuerdo?-inquirió con voz suave.

-¡Entonces te veré ahí en media hora!-exclamó feliz.

-Hai

-¡Te quiero, amiga!-y con eso, finalizó la llamada. La muchacha de trenzas se quedó un momento ahí, escuchando el sonido de colgado como si fuera un descubrimiento, cerró los ojos mientras colocaba el teléfono en su base. Tomoka no merecía lo que estaba sucediendo… Tomoka no tenía por qué enterarse, ni pasar por un mal rato gracias a ella y a Echizen. Sabía que su corazón se rompería si se enteraba.

Mejor callar para siempre.

Cambió su uniforme por un atuendo mucho más adecuado, llevó su bolso a su hombro y salió del cuarto, a cada paso el sonido de la fiesta era más intenso. Igual que el golpeteo en su pecho por que sabía que si buscaba detalladamente en cada rincón de la salita encontraría los mismos ojos que la atemorizaban y hacían que sus piernas fallaran.

Bajó el último escalón y en lugar de pasar inadvertida como planeaba, todos los pares de ojos se detuvieron en ella.- ¡Ryuzaki-chan!-fue el saludo de Momoshiro que bebía un poco de alguna cosa. Sakuno sonrió quedamente.- ¡Ve conmigo al baile!

Un silencio general se extendió.

Echizen apretó su vaso con fuerza pero su mirada no se retiró del semblante asombrado de la nieta de su entrenadora.

-¡Oi chico Seigaku!-llamó Kintarou desde algún sitio.- ¡Ella irá conmigo!

¿Ryuzaki con Tooyama?

Momoshiro la miró incrédulo.- ¿Es verdad, Ryuzaki-chan?

Apenada, Sakuno asintió.- Hai… y-yo…

-No debes disculparte por eso, Ryuzaki-chan-sonrió Fuji sentado desde su lugar, Ryoma tomó un trago de su propia bebida, con el ceño fruncido. Pero ella no podía contenerse.

Un silencio incómodo se apoderó de la sala.

-Gomen nasai…-dio una leve reverencia.- N-no quería interrumpir.-fue su excusa. La entrenadora sonrió de oreja a oreja, se notaba a simple vista que ya tenía más de una copa sobre ella.

-¡¿A dónde vas tan tarde, Sakuno?!-su voz normalmente severa sonaba a un escandaloso regaño, la chica miró a su pariente con algo de vergüenza. Había algo… de pronto se sintió escrudiñada, como si fuera expuesta en una caja de cristal lista para ser criticada. Ambos equipos prestaban especial atención a la conversación de las únicas dos mujeres.

-T-Tomo-chan me llamó… n-necesita hablar conmigo…-eso fue suficiente para que sus ojos rondaran automáticamente la habitación, y no se equivocó cuando adivinó a que se debía la sensación de ser observada. Los orbes dorados sobre el filo del vaso la miraban con la misma intensidad que recordaba, tan brillantes como si pretendieran saber lo que pasaba por su mente.

-¡De acuerdo pero no llegues muy tarde!-con ese comentario las risotadas se dispararon de nuevo y cada quien volvió a su conversación como si la jovencita jamás se hubiera pasado por ahí. Sakuno asintió obedientemente y se escabulló entre los jóvenes que le desearon buen paseo, abrió la perilla de la puerta sin mirar al frente, buscaba las llaves entre sus cosas en la bolsa para asegurarse de poder entrar cuando volviera por que presentía que su abuela terminaría inconsciente.

La puerta detrás se cerró.

-¿Mou?-definitivamente ella no había sido.

-Lloraste-era una voz ronca, tan suave y aterciopelada que hizo que el cabello en su nuca se erizara.

-No-respondió.

Giró levemente el rostro, el que se encendió al reconocer a la persona detrás, el chico de la expresión malhumorada, vestido de una manera casual y acorde a la ocasión.- Y además estás huyendo… y aceptaste al estúpido de Tooyama.

-¿R-Ryoma-kun?-miró al frente tratando de buscar alguna respuesta a su comentario pero su mente permaneció en blanco el tiempo suficiente para que Echizen tomara la palabra.

-No es necesario que me evites… bastaría con que me pidieras que no te hable más-dijo rudamente, escondiendo las manos en los bolsillos en un gesto despreocupado.- Pero no creo que sea lo que quieres…

-Y-yo… Ryoma-kun yo no…

-El otro día…

Sakuno interrumpió con un ligero suspiro, el tenista guardó silencio cuando la vio girar con lentitud, la dulce mirada caoba contra el piso, la sonrisa quebradiza.- Creo… que deberíamos olvidar eso, Ryoma-kun…-el pequeño samurai estaba sorprendido de que pudiera decir toda la frase sin tartamudear.

-¿Olvidarlo?

¿Así de fácil¿Así de simple?

-Hai… Tú… invitaste a Tomo-chan… al baile y yo asistiré con Kintarou-kun.-Ryoma frunció el ceño recordando con frustración ese día, y también la estupidez que se le había ocurrido a Sakuno aceptando al salvaje aquel.- Lo del otro día… intentaste hacerme sentir bien en compensación por lo que había escuchado.-el chico apretó los puños impotente cuando vio los ojos marrones llenarse de espesas lágrimas.- Pero… no era necesario… de verdad que no.

-¿De que estás hablando?-¿Ryuzaki creía que la había besado por lástima¿Y el oso no le decía nada?

Echizen pudo notar todas las tonalidades que el Sol de la tarde le brindó a los ojos caobas de la joven, el dorado que inundaba su piel y matizaba su triste expresión… triste y serena a la vez, como si de verdad comprendiera lo que estaba sucediendo en el interior masculino.

¿Qué pasaba por su mente?

Un paso adelante.

-No debes preocuparte por mí, Ryoma-kun-rió falsamente, Ryoma gruñó.- Yo… comprendo que pasaste por un momento de mucha presión y…

Otro paso más.

-…y… Nosotros somos amigos ¿No es verdad, Ryoma-kun?-

Nada más.

Ryoma suspiró.

No eran nada más por que él era un idiota.

-Supongo-dijo, secamente.

Sakuno sonrió.

-Tomo-chan también es mi amiga… y…-miró en otra dirección mientras su sonrisita se acentuaba.- …y no quiero perderla por esto…

¿Esto?

-Entonces…-Ryoma permaneció pensativo, Sakuno lo admiró en silencio. Los destellos de la tarde hacían que su cabello negro lanzara aquel extraño brillo, sus ojos ámbares se volvían como oro fundido y en su pálida piel resaltaba aquel tono marfil.- ¿Todo quedará así?

¿Para que decirle lo que sentía si ella lo rechazaría de todas formas?

Dijera lo que dijera.

-No quiero que nada cambie entre nosotros-murmuró ahogadamente la muchacha, apretando su bolso con las temblorosas manos. Era lógico, Ryoma no quería que malentendiera las cosas… por eso había salido a hablarle, que todo quedara en buenos términos.

Sin compromisos, sin reclamos entre ellos.

-No pasará-contestó simplemente pareciendo a los ojos de la chica, más aliviado-Me tienes de tu lado, Ryuzaki-Ryoma había sonreído de lado, sin embargo ella no pudo interpretar el sentido de sus palabras.

-¿Mou?

Echizen la jaló suavemente para desaparecer la cercanía, él no era un experto en esas cosas pero podía más o menos obedecer a su instinto, el mismo que le decía que debía satisfacer su orgullo masculino, el mismo que le decía que Ryuzaki llenaba un huequecito en algún sitio dentro de él. Sakuno sintió la respiración del chico que quería contra su frente, y después lo único que supo fue que esperaba ansiosamente que los labios de él chocaran contra los de ella en un simple roce. El mismo que ella no había podido saborear antes, cerró los ojos.

¿¡Planeaba besarla de nuevo¿¡Y no lo evitaría!?

Sin embargo nunca llegó, Ryoma la había soltado después de admirar sus párpados cerrados y la rosada boca ligeramente entreabierta, con la misma expresión imposible de interpretar se había girado para regresar a la reunión.

-Fue una tontería…

-¿Eh?-despertó de su trance.

-Aceptar a Tooyama…-Sakuno no comprendía por que decía eso.-Ve con cuidado-había dicho sin mirarla, sin apreciar el rojísimo en sus suaves mejillas.

Sakuno permaneció un momento ahí de pie incluso cuando la puerta fue cerrada después de que Ryoma entró a su casa, apenas procesando lo que había ocurrido. Como si la que quisiera besarlo desesperadamente fuera ella y estuviera esperando a su salida. Sin poder evitarlo volvió a sonreír.

Las cosas debían ser así.

Por el bien de Tomoka, por el bien de Ryoma, por su propio bien y el de su corazón.

Más valía olvidar ahora que llorar más adelante. Aun más.

Suspiro.

Suspiro.

Cuando llegó al centro comercial buscó a su alrededor a su entusiasta amiga y no tardó en encontrarla pues sus gritos inundaban todo el lugar, algunos transeúntes volteaban a verla como si tratara de una verdadera loca, iba y venía de tienda en tienda. Con el rostro levemente sonrojado se acercó hasta ella.- Tomo-chan…

-¡Tardaste mucho, Sakuno-chan!-chilló sujetándola fuerte de uno de sus brazos y arrastrándola con ella.- ¡Necesito tu ayuda!

-Es lo que dijiste cuando llamaste-recordó, algo divertida. Si, Ryoma-kun necesitaba a una chica tan animada como su amiga, no una torpe como ella. Así era mejor o por lo menos, valía la pena convencerse.

-¿Recuerdas que Ryoma-sama me invitó al baile?-claro que lo recordaba, era lo que le atormentaba cada segundo.

-H-hai…

-¡Estarás de acuerdo que debo lucir espectacular¡Él no puede ir con una pareja fea!-Sakuno pensó con ironía que Tomoka era todo menos fea, tenía un cuerpo en desarrollo mucho más formado que el de ella misma y una personalidad extrovertida que le ayudaba a congeniar con la gente. Su amiga sería una mujer en verdad hermosa.

-¿Y… en que puedo ayudarte?-inquirió, sin ir hilando las ideas.

-¡Necesito un vestido¡Vamos Sakuno-chan hace mucho que no vamos de compras juntas y no hay mejor ocasión que ésta!-dijo, chillando de la emoción.- ¡Además tú conoces al príncipe y estoy segura de que tienes una idea de que le gustaría que me pusiera!-Sakuno le miró incrédula.- ¡Sabes que si el príncipe te hubiera invitado a ti, yo te hubiera ayudado a escoger un lindo vestido¡Anda amiga, ayúdame!

Si la hubiera invitado a ella…

-¿Por qué no empezamos por ésta? Parece que hay ropa muy bonita…-señaló un local cerca de donde se encontraban paradas.

Osakada sonrió de oreja a oreja, en un acto reflejo saltó para abrazar a su amiga y estrujar su mejilla contra la de ella.- ¡Eres la mejor, Sakuno-chan!

No pudo evitar sentirse bien, por lo menos le quedaba eso.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Momoshiro estaba realmente sonriente, quizá demasiado. Ryoma suspiró cansado mientras acomodaba el brazo de su mejor amigo sobre sus hombros.- Estás ebrio.-repitió, por enésima vez en la noche.

-¡No ewtoiii!-dijo en un puchero, Echizen rodó los ojos por el cielo, bien, si lo comparaba con Eiji-sempai que había salido siendo arrastrado por Oishi y Kawamura, no lo estaba. Pero si lo comparaba con el poderoso temple de Tezuka al salir de la casa de Ryuzaki, Takeshi parecería un alcohólico.- ¡Soloo bewii algop di ponchi!-el menor suspiró de nuevo considerando milagroso haber entendido una que otra palabra, le hubiera gustado que Kaidoh-sempai los hubiera acompañado para que le hiciera de traductor, pero la víbora se había negado a soportar a un doblemente agresivo Momoshiro.

Se preguntaba por que no habría recomendado a su amigo beber Ponta.

-¡Iwé diwetamewte a cawa a dowiw!-seguía parloteando, Ryoma le dio la razón. Dormir, era lo único que él también quería en ese momento.- ¡Oiie tuu, Esssshiwen!-el chiquillo a penas y pudo distinguir su apellido.- ¿Pawa qui siguiisste a Ryuwawi?

Bien, era probable que su sempai no recordara nada a la mañana siguiente. ¿Por qué no ser sincero y sacarse todo lo de dentro?

-Necesitaba hablar con ella-dijo, mirando al frente.- La besé la semana pasada… y ella me estuvo evitando hasta hoy.-faltaba admitir que quería saber por que había aceptado a Tooyama, pero esa sería una duda que no aclararía.

-¿¡¡¡Esstaii lowooo!!?-el de cabello negro se exaltó tanto que Ryoma tuvo que sostenerlo fuertemente para que no diera contra el piso.- ¡¡Pewo penwé qui no we gussswawa!!-el pequeño se sentía fastidiado de no entender la mitad de lo que decía el otro, pero eso era mejor que hablar con un Momoshiro cuerdo.- Enwowes… ¿es tuu nowia?

Ryoma negó.- No quiere involucrarse conmigo por que invité a su amiga… Osakada…

Takeshi parpadeó.- ¡Ann-wan no quewá saber di mii!-lloriqueó, el de primero levantó una ceja al ver las lágrimas sinceras de su mejor amigo.- ¡Ryuwawi mi rrrchawóoo y ac-ace-p-tó a ese niñio raru!-el hijo de Nanjioh suspiró.

-¿Y por qué no invitas a la hermana de Tachibana?-cuestionó como si fuera lo más lógico del Mundo.

-Pow quiii… mee towó Ryuwawi…-sollozó.

-Ignora la estúpida competencia-pidió ya sin paciencia.- Sólo invítala.

Hablaba por experiencia. Una muy cruenta experiencia.

Eso fue suficiente para que los ojos violáceos comenzaran a arder de emoción. Si, la invitaría.

-¡Argh!-Ryoma que se encontraba cansado tuvo que emprender la carrera detrás de un tambaleante Momoshiro. ¿Y ahora a donde iba?- ¡Momo-sempai!- llamó¿Por qué nunca podía permanecer con la boca cerrada?- Demonios…

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Sakuno estaba sonrojada mientras sus ojos brillaban con auténtica admiración, su amiga posaba frente a ella cualquier clase de traje y todos lucían igual de bonitos en su figura esbelta.- ¡Pero tienes que escoger uno, Sakuno-chan!-reclamó Osakada cuando escuchó el halago de la otra.

¿Y como quería que escogiera si todos le quedaban bien?

Sintió una punzada de algo en su pecho.

Envidia.

-¿Por qué no vamos a otra tienda?-inquirió con una sonrisa, levantándose y tomando su bolso en el acto.- Creo que debe haber alguno que te quede mejor…

-¡Ok!

Ambas salieron, Tomoka a carcajada abierta mientras Sakuno la escuchaba pacientemente, la siguiente tienda fue igual a la anterior, no había ni un solo vestido que no le quedara a la de coletas. La que continuó era mucho más grande, así que la chica de trenzas se sentó a pesar de que la vendedora les recomendó regresar al día siguiente pues la hora de cerrar llegaría pronto.

Entonces salió con aquel vestido de intenso rojo, tan pegado a su cuerpo que a Ryuzaki le pareció estar viendo a una joven mucho mayor, Osakada realmente parecía alguien diferente. Alguien atractiva.- Creo… ¡Creo que es perfecto!-sonrió la castaña, la sonrisa de la hermana de los gemelos incrementó.

-¡Yo también pensé lo mismo!-chilló.- ¡Me lo llevaré, definitivamente!

Sakuno se levantó del banquito en el que esperaba, sus ojos viajaron en busca de algo que llamara su atención hasta que finalmente se toparon con aquel reflejo rosado de los focos contra la tela, que caía suavemente como si fuera una nube sobre las formas del maniquí, tan sedosa y volátil.

-Creo… que se te vería lindísimo-Sakuno se sobresaltó al escuchar la suave voz en su oído, miró a Tomoka con algo de duda como si no pudiera creer lo que escuchaba.

-Y-yo...

-Le gustarás muchísimo a Kin-chan-le recordó.

-Yo… no creo que…

-¡Aun así te verás preciosa, amiga!-gimió, con el vestido rojo entre sus brazos.- ¡Llévatelo no puedes desaprovechar esta oportunidad!-con un gesto de alegría llamó a la señorita que les atendía.- ¡Quiero ese vestido!-más tardó Tomoka en sentarse que Sakuno en estar encerrada en uno de los vestidores a la fuerza y con el vestido en un gancho.

Los ojos de Osakada se abrieron de par en par mientras el rostro rojo de su amiga combinaba con su muda expresión de vergüenza.

-¡Perfecto!

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Ryoma miró con horror como Momoshiro saltaba una bardita y luego tocaba desesperadamente la puerta, quizá eso no lo aterrorizó tanto como ver quien abría la puerta mientras su mejor amigo se abalanzaba violentamente contra esa persona. Intentó correr aun más rápido para detenerlo.

El menor de los Echizen no pudo disimular su expresión de sorpresa al ver como el torpe de su sempai besaba desesperadamente a la hermana de Tachibana-buchou… milagrosamente el hermano de Ann estaba fuera con sus amigos mientras ella se había quedado a estudiar un poco de cálculo.

-¡Momo-sempai!-llamó a su ebrio amigo, pero eso no fue suficiente, tuvo que estirar sus brazos y manos para jalarlo, el mayor cayó de espaldas profundamente dormido.

Ann con el rostro rojo miró a Momoshiro dormir en el suelo, con el furioso sonrojo producido por el alcohol. Después sus ojos azules se desviaron a Echizen quien le lanzaba una reprochadora mirada al de segundo.

-P-pero que…

-No pude detenerlo antes-respondió a manera de disculpa.- Él quiere invitarte al baile de graduación en Seigaku antes de que alguien más lo haga…-metió las manos en los bolsillos, su rostro había adquirido una expresión más relajada que antes al ver que la rubia no había golpeado al de ojos violáceos.

-¿Tenía que emborracharse para pedírmelo?-preguntó, levantando una ceja.

-No es muy valiente que digamos-mintió.

Tachibana pareció de acuerdo.-Dile a tu amigo… que la próxima vez que quiera invitar a una chica a salir, lo haga consciente.-se cruzó de brazos, Ryoma asintió obediente.- Y dile también que iré con él… -le dio un guiño cómplice al cual el niño hizo solo una mueca.- No queremos que se ponga así durante la graduación de tus sempais… ¿cierto?

-Supongo que no-dijo, encogiéndose en hombros.

-Tadaima…

Ryoma parpadeó.- Ugh…

Ann se mordió un labio.- Oh-oh…

-¿Ann?-Kippei parecía extrañado de ver a su hermana ahí parada tan tarde, después reparó en la figura a su lado, una serio muchachito que en las últimas semanas había superado levemente la estatura de la chica.- ¿Echizen?-y después se dio cuenta del pedazo de carne sobre el suelo.- ¿Ese es Momoshiro?

Ryoma y Ann se miraron.

Por la mente de Ryoma pasó un pensamiento extraño. Eso del amor era un poco complicado para él, quizá lo mejor seria tomarle la palabra a Ryuzaki y olvidar todo el asunto de los sentimientos absurdos que solo te hacen perder el tiempo, estaba seguro que si se lo proponía no se volvería a enamorar en un largo tiempo. Por lo menos no durante los próximos veinte años.

Eso le aseguraría no caerse de ebrio.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Era tarde por la mañana y estaba dispuesto a disfrutar de ese tiempo libre puesto que entre tareas y deberes estúpidos llegaría la noche de fiesta y de supuesto disfrute y él quería tener todo completamente terminado para entonces. La graduación. Se escondió debajo de las cobijas con Karupin sobre su espalda maullando por algo de alimento pero su amo lo ignoró por primera vez.

Los sempais se irían… finalmente. Seishun Gauken Junior High jamás sería lo mismo sin ellos, sobre todo el flamante equipo de tenis. Ahora esperaba impaciente poder pasar al Seishun Gakuen High School para volver a integrar el equipo que esa noche desaparecería. Si bien la salida de algún integrante –como Fuji-sempai- no le desagradaba del todo –dejaría de fastidiarlo con el asunto de Ryuzaki-, no le parecía la misma buena idea que el buchou saliera de sus vidas, así de fácil.

-¡Eh Ryoma-chan baja un momento!-esa era la molesta voz del supuesto monje desde la planta baja. No podía creer que su padre tuviera la falsa ilusión de que él, el príncipe del tenis, le haría caso.- ¡Ryoma-chan!

Ignorándolo como era costumbre dio una vuelta en la cama, Karupin se quejó.

Pero la luz del día lo deslumbró cuando alguien retiró las cobijas para dejarlo al descubierto con el pijama azul que llevaba, parpadeó un poco adormilado.- ¡Se nota que te alegra el Domingo, shounen!-se burló.- ¡Vamos que necesitas un traje!

-¿Qué haces aquí?-preguntó como si su padre fuera un intruso.- Ya tengo uno…

-¡¿Ese tan feo?!-hizo una mueca divertida.- ¡Pero ya no te ha de quedar¡Deberías estar feliz de que tu madre quiera que te compremos uno!

-¿Debería estarlo?-cuestionó dudosamente, sentándose en el colchón con las piernas cruzadas. Nanjiroh lo miró interrogante.

-Luces diferente, shounen-murmuró, el príncipe prefirió no responder inmediatamente.

-No me siento diferente-fue lo único que atinó a decir, levantándose. El mayor de los Echizen se quedó sin palabras por un momento. Ese definitivamente ya no era su hijo Ryoma… ¡Era un muchacho¡Un verdadero muchacho¡Tenía una espalda ancha, unas piernas largas y ejercitadas y un rostro más afilado que extrañamente le recordaba a si misma algunos años atrás¡Ryoma pretendía los catorce o quince años que aún no cumplía!

-Oi shounen… estás más alto-aseguró sin estar seguro de querer mencionar todos los cambios que encontraba en el supuesto niño.

-Me mandaron una dieta con leche-explicó de manera seca, buscando alguna prenda debajo de su cama para cambiarse la parte superior de la ropa para dormir.- Supongo que surtió efecto…

Y que efecto, pensó con ironía Nanjiroh.

-Supongo que fue ese extraño amigo tuyo ¿Sataparu?-el más alto de los dos miraba con interés a su alrededor sintiéndose un poco extraño en ese ambiente de pronto tan juvenil. Los posters de tenistas, el mini componente y la cama destendida, los cuadernos revueltos y toda la ropa sucia tirada en el suelo. Típico de un adolescente.

-Inui-sempai…-asintió encontrando una playera.

El padre miró extrañado como el otro salía del cuarto, bajaba las escaleras y luego buscaba algo de desayudar sin mirar al ruidoso hombre.-¡Quiero que llegue la gran noche!-Ryoma solo buscó una tostada.

-¿De que noche hablas, oyaji?-inquirió el más bajo a Nanjiroh quien sonrió de oreja a oreja.

-¡Será tu primer baile!-sentenció emocionado.- ¡Y me imagino que habrás invitado a Ryuzaki-chan!

El menor de los tres lo ignoró mientras comía, el moreno estuvo dispuesto a responder por él.-Es lo más cercano que tienes a una novia, shounen-dijo, susurrando la última palabra para que Ryoma no saltara de su sitio a mirarlo amenazadoramente. El chiquillo solo lanzó un gruñido.

-¿Novia?-Ryoma lo miró asesino.- Claro que no.

-¿No dije casi?-rió Echizen padre.

-Cállate-el príncipe deseó salir de ahí tan pronto como le fuera posible, pero su estúpido oyaji lo tenían atrapado en la cocina.

- ¡¿Ya le diste el primer beso o estás esperando a tu cita de mañana?!

Hubiera sido bueno confesar que la había… besado pero siempre objetando que ella lo había besado primero. Si es que a eso se le podía llamar beso… Ahora que lo pensaba ¿Qué había pensado Ryuzaki de eso? Nunca le reclamó, ni tampoco se lo recordó en la fiesta en su casa cuando la había seguido. Debía admitir que no se había atrevido a repetirlo y no era que no le gustara la idea… pero ella había explicado muy bien su posición.

Ella estaba viendo por Osakada y no estaba pensando ni en ella, y ni lejanamente en él. ¿Qué debía hacer entonces?

-¿Qué le pasará?-se preguntaba Nanjiroh, lo miró como si fuera un bicho raro que miraba a la nada específicamente. -Ya sabía que mi hijo era un poco raro…

Se levantó sin decir ni una sola palabra. Ryuzaki tenía la culpa de todo lo que estaba sucediendo ¡Ella simplemente lo había rechazado sin que él hubiera podido decir alguna palabra¡Rechazado sin haberse declarado siquiera!

Azotó la puerta de la habitación y regresó a su refugio entre las cobijas.

-¿Qué tan lejos has llegado con ella?-de nuevo la voz de Echizen, que no sonaba tan divertida como antes.

¿Tenía que responder eso? No era que le molestara pensar que aun no tenía nada con Ryuzaki, era algo como humillante. Él, el príncipe del tenis, rechazado. Además ¿Por qué tenía que responder?

-Nada.-dijo casi mecánicamente, mirando el sucio color de la pared frente a sus ojos dorados. Karupin se enroscó entre sus pies sobre la tela gruesa.

-No pareces muy feliz con eso…

-Hmmpph…

-¿Son novios?

-No.

-Pero por lo que veo, la quieres.

Él no lo llamaría, querer, querer. Sino que…

-No te importa.

-¿Deseo?

-¡No!

-Vamos shounen, solo es cuestión de sincerarse-se sentó en la orilla de la cama.- Debe haber algún punto importante por el que aun no hayas avanzado con tu relación.

¿Cuál relación?

¿Y desde cuando a su padre le importaba?

-¡Vamos no puedes quedarte aquí en tu cuarto deprimido!-reclamó, moviendo un poco el cuerpo de su hijo pero este no respondió.- Vaya… sigues siendo solo un mocoso inmaduro… en eso no has cambiado nada-sonrió.- Quizá seas el mejor en las canchas de tenis pero solo hay que verte en este momento para no reconocerte.-Ryoma se levantó violentamente con aquella mirada llena de advertencias, sin embargo no intimidó a Nanjiroh.- Eres un poco lento, chico.

-¿Qué quieres decir?-preguntó entre dientes, amenazante.

-¿Se han besado?

Si a eso se le puede llamar beso…

-Si-

-¿Y ella que ha dicho?-insistió.

-Nada-

-¿Y tú…?

¿Qué no era claro?

-No-

Echizen padre sonrió mientras pasaba una mano por su cabello oscuro.- Shounen al fin y al cabo… ¿Has pensado alguna vez que ella… no entiende nada de nada?-el chico lo miró con algo de duda.- Digo, tú no eres la persona más comunicativa…

-¿De que hablas?-el pequeño Echizen parpadeó repetidas veces.

-Hay… ciertas chicas…-Ryoma pensó con ironía que su estúpido oyaji debía saberlo mejor que nadie, eso de las… chicas-que necesitan más que acciones para interpretar…

-Eso no tiene lógica.-razonó. Ella lo había besado primero, tenía que tener algún significado… ¿o era pura coincidencia¿Ese beso había sido accidental?

Ciertamente, Echizen.

-"Demonios…"-Nanjiroh sonrió al ver que algo daba clic en su cabeza.- ¿Y¿Qué hay si una… chica… que no entiende algo?

-No hay cosa más directa que las palabras… si una chica es distraída…

Ryoma levantó una ceja. Si, se había fijado en la más distraída y torpe de todas.

-…Si no has hablado con ella es probable que no tenga ni la más mínima idea de lo que sientes…-dijo orgulloso de todas sus experiencias.

-¿Estás seguro?-preguntó.

Nanjiroh lo miró fastidiado.- Por supuesto que lo estoy.

Hablar con Ryuzaki… ¿Eso cambiaría las cosas?

-¿Y si le das un regalo?-intentó.

-Mucho menos probable que un beso-

-¿Y si son ambos?

Casi no podía creer lo que estaba escuchando.-¿Al mismo tiempo?-se burló, como si no fuera posible.

-Supongamos…-intentó.

El supuesto monje abrió la boca y la volvió a cerrar, Ryoma se quedó en silencio esperando la respuesta.

-¿Qué demonios has estado haciendo, shounen?

.-.-.-.-.-.-.-.-.

-Queremos disculparnos por todas las molestias…-decía Shiraishi a la entrenadora que tan solo se cruzó de brazos.

-Pero… ¿Qué hay con la graduación?-preguntó.

-Tendrá que disculparnos con el Seigaku…-dijo, apenado.- Pero de verdad es urgente regresar a Osaka…

-¡No es justo¡No es justo!-refunfuñaba indignado Kintarou.

El capitán se acercó.- ¿Kin-chan?-inquirió, pero su compañero siguió mirando las imágenes dentro del aparato.- ¿Qué te pasa?

-¡Nada, nada!-respondió, haciendo una mueca de molestia.

-No parece como si no te pasara nada.-insistió el otro.

Tooyama se sentó sin despegar sus ojos de la caja televisiva.- Quiero ir con Sakuno-chan al baile… pero tú quieres regresar a Osaka esta misma noche.-explicó, sin parecer muy alterado.- Debería quedarme, Kuran-chan-el chico de cabello grisáceo parpadeó sin saber que decir.

-No puedes quedarte.-murmuró.

-¡Pero realmente quiero ir con ella!-gimió, desesperado.

-Ni siquiera tienes un traje-afirmó Shiraishi, levantando una ceja.

-¡Puedo comprar uno!-intentó.

-Tenemos que volver-dijo, sentándose a su lado, ignorando sus ojos lastimeros.- Tienes que verle el lado perjudicial… el Seigaku Tennis Club se iría sobre ti si ve que sales con una de sus chicas. ¿No lo notaste?

-¡Pero Koshimae no es nada de ella!-objetó.

Sumire sonrió desde la cocina escuchando las quejas de Kintarou, pero el capitán del Shitenhouji Chuu tenía algo de razón. Si alguno de los chicos veía llegar a su nieta del brazo del chico salvaje lo más probable era que se la arrebataran en ese mismo momento por órdenes más o menos directas de Echizen Ryoma. Era defensa de territorio masculino. Y eso lo había aprendido gracias a Nanjiroh quien siempre estaba lloriqueando sobre las chicas que habían corrido con otros muchachos pues él siempre estaba ocupado practicando.

Sería el colmo si al hijo le pasara igual.

Se asomó al escuchar lo livianos pasos que bajaban los escalones. Su boca se abrió sin poder emitir ningún sonido. Ahí frente a sus ojos, estaba la misma chiquilla atolondrada que era su nieta.

Sakuno Ryuzaki.

-¡Que linda¡Que linda!

-Kintarou-kun… ¿Es verdad?-ella parecía preocupada por lo que había escuchado mientras bajaba los escalones.- ¿Te irás a Osaka?

Tooyama se mordió un labio.- ¡De verdad que no quiero!-chilló y miró con reproche a su superior.- ¡No debes preocuparte, Sakuno-chan¡Seguramente encontrarás con quien ir!

Sakuno parpadeó.

Como si fuera tan fácil.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Ryoma gruñó mientras miraba por la ventana, su mano ayudaba a sostener su cabeza que de pronto le parecía muy pesada. Nanjiroh lo miró de reojo mientras manejaba, de pronto su hijo ya no parecía el mismo tenista cabezota, el mismo que le había insistido horas antes un pequeño partido.

-No sé que le pasa hoy… pero parece que tiene energía de más-le había dicho el moreno a si mismo, sentándose en el filo del piso de la casa.

-Eso que ves ahí no es sudor-comentó Rinko sentándose a su lado mientras pensativa examinaba a Ryoma. Su cabeza miró el cielo nublado, la lluvia amenazaba con empapar a quien se atreviera a salir del calor del hogar.

El hombre permaneció silencioso, asintiendo.

-¿Qué no lo ves, cariño?-preguntó apoyando su cabeza sobre el hombro masculino.- nuestro hijo… -cerró los ojos- está atrapado.

-¿A que te refieres específicamente?-levantó el rostro para observar con detenimiento el semblante de su esposo, y lo que vio la hizo sonreír. ¿Cuántas veces se podía tener el placer de ver en los ojos de Nanjiroh Echizen, aquel brillo de orgullo que desprendían sus ojos ámbares? Muy pocas, se respondió.

Por que su marido comprendía lo que sucedía con el chico… ¿Quería que ella se lo confirmara?

Ese era el mismo momento en que Ryoma respiraba limpiando la humedad de su frente con su brazo blanco. No fue necesario buscar a su estúpido oyaji con una mirada, él ya estaba preparado para saltar a la cancha.

-Estarás emocionado por lo de hoy-dijo burlonamente el monje.- Finalmente, lo harás.

-No-fue la enérgica respuesta de su hijo menor.

The sky is crying in despair –solitude-

The words resounding in my hazy consciousness

Violently

Tear up my heart

Pok

Pok

-¡Shounen!-llamó, Ryoma solo se dedicó a observar la pelota amarilla entre las gotas de agua que caían de las nubes. Sin embargo, Echizen sabía que el chico lo escuchaba.- ¡Hay algo importante que debes saber!

Pok

Pok

-¿Qué sería?-preguntó seriamente, subiendo a la red.

Pok Pok

-¡Si eres un hombre, lo dirás!-fue su única frase. La pelota pasó rozando su cabello oscuro, el cual se comenzaba a pegar a sus mejillas, la playera deportiva comenzó a transparentarse mientras los pantaloncillos aumentaban su peso. Perdió fuerza en el agarre de la raqueta escarlata, y gorra que muchas otras veces le había protegido, estaba igual de mojada que todo él.

-Mada mada da ne, shounen.

Ryoma frunció el ceño mirando de reojo a su padre al volante.

-¡Achisttt!

-Creo que te resfriarás, darling-escuchó que decía su madre desde la parte trasera de la camioneta, el pequeño príncipe la miró por el retrovisor.

-No me pasará nada-murmuró.

Nanjiroh reconoció el edifico que le había brindado tenis durante su juventud, ahora adornado con todo tipo de guirnaldas y listones y un enorme letrero que señalaba a la generación graduada. Suponía –correctamente- que para su hijo sería difícil decirle adiós a los sempais… pero quedaba algo aún más importante que eso.

Quedaba que Ryoma quisieran seguir con el legado de los Echizen.

-Aquí me bajo-anunció haciendo que el pervertido hombre se detuviera frente a la puerta principal por donde arribaban todos sus demás compañeros de diferentes grados, todos miraron con especial interés al popular titular del club de tenis. El novato. El príncipe del tenis.

El de mirada gatuna no miró hacia atrás ni se despidió, sabía que en cuento sacara el móvil y marcara el número de casa, el estúpido oyaji estaría ahí para recogerlo así que no había necesidad de una hora.

-¿Quieres apostar?-sonrió traviesamente el mayor de los Echizen.

-Claro que si-aseguró Rinko.

Todo el lugar estaba lleno de color azul, emblemático de Seigaku, había alguna que otra mesa con ponche y bocadillos para los alumnos y el resto del lugar, que era lo que recordaba el gimnasio, estaba siendo utilizado de pista, al final un gran escenario donde los músicos ya hacían de las suyas.

-¡Pero si es o'chibi!-ese chillido lo reconocía a la perfección, no se quejó cuando sintió los brazos de su sempai pelirrojo enrollarlo en un cariñoso abrazo.- ¡Que elegante es!

Echizen lo miró con algo de duda, él venía como lo esperaba. El mismo saco verde limón, con el pantalón blanco y la corbata azul que recordaba del crucero donde había vuelto a ver a su hermano, Ryoga. El mismo parche en su mejilla y el mismo curveado cabello con los chispeantes ojos azules.

-Deja de molestarlo, Eiji-suplicó en voz baja Oishi, el sub capitán estaba seguro de que el novato no estaba dispuesto a soportar muchas bromas esa noche. Ya de por si consideraba un milagro que el niño estuviera ahí por su propio pie. Se sonrojó al sentirse examinado con detenimiento por el menor.

-¡Oishi-sempai!-un montón de niñas se acercaron para admirarlo con detenimiento.- ¡Q-queremos felicitarlo por… su graduación!

Syuichiro les regaló una respetuosa reverencia en agradecimiento, que en combinación con el smoking azulado y el moño rojo que llevaba, lo hacía ver como un príncipe frente a las niñas vestidas de princesa. Ella sonrojadas, se retiraron.

-Parece que es una gran pérdida para Seigaku-observó Ryoma, levantando una ceja.

-¡Echizen!-se quejó.

-¡Achisttt!

-Parece que te resfriarás, nyah.-el pequeño hizo una mueca.

-Creo que Echizen-kun tiene mucha razón-Ryoma, Kikumaru y Oishi voltearon a ver a Kawamura quien llegaba con su traje castaño y la corbata anaranjada a juego, su sonrisa no parecía tan feliz como la de Eiji pero Syuichiro entendía a que se debía.

-Todo estará bien, Taka-san-sonrió la madre de Seigaku.- La Seishun Gauken High School es aun mejor que la Junior High-aseguró.

El príncipe entendía por que, tendrían tenis a otro nivel.

-¿Y sus parejas, nyah?-preguntó, impaciente por ver a las chicas en aquellos apretados y espléndidos trajes que acostumbraban para las ocasiones especiales.

-Más allá-señaló Takashi con una sonrisa tímida. Oishi asintió.- La de blanco es la de Oishi y la mía es la de azul…

-¡Pero que lindas, nyah!-gimoteó.

-Oi¿Qué sucedió con la hermana de Tachibana?-Ryoma fingía no escuchar con mucho interés.

-¡Momo la invitó antes que yo, el muy tramposo!-lloriqueó.- ¡Soy el único que no tiene pareja, nyah!-bien, no se alegraba por que su sempai no tuviera pareja, pero alguna cosa buena debía resultar después de que Kippei casi los sacara a patadas de su casa.

Decir que estaba molesto era poco.

-Llegaron temprano-todos saludaron tranquilamente a Fuji que permanecía apuesto con el traje crema que vestía, y la corbata blanca y grande que protegía su cuello expuesto, con su enigmática sonrisa parecía mucho más intelectual de lo que ya era. Ryoma lo miró con algo de fastidio. Solo faltaba que ella prefiriera irse con él por su cara bonita.

Basta de pensar en ella. Da el tema por muerto.

-Creo que todos tenemos un cien por ciento de posibilidades de disfrutar esta noche-un saludo general para Inui, quien con el traje a rayas café miraba todo a su alrededor y tomaba nota de ello en su libretita verde.- Es necesario tener documentación sobre este día… puede servir de recuerdo.

-¡Nyah!-todos miraron al minino extrañado.- ¡Miren allá!

Con las mejillas levemente coloradas, Kaidoh entraba con una chica tomada de su brazo, el traje completamente negro combinaba a la perfección con la corbata a rayas y el pañuelo sobre su cabeza. La chica le había insistido en susurros angustiantes que se lo quitara, pero con un siseo Kaoru rechazó la idea.

La chica sin ganas de discutir y de lograr que su pareja no atemorizara a la mitad de los asistentes, no insistió más.

-¡Hey chicos!-todos sintieron las mejillas arder cuando con un gesto animado Ann Tachibana levantaba el brazo y lo agitaba a manera de saludo, a lo lejos. A su lado Takeshi sonría nerviosamente al resto del equipo.

-¡Traidor, nyah!-señaló Kikumaru cuando se acercaron más. El vestido negro, sumamente suelto de los costados y que llegaba por arriba de sus rodillas solo empalidecía más la ya blanca piel de la jovencita, sus ojos azules adornados con colores oscuros en los párpados y los labios rojos como fresas, su peinado no varió sin embargo ella lucía preciosa. Digna representante del Fudomine Chuu.- ¡Ann-chan, que bonita, nyah!-¿Qué más quedaba por decir?

Momoshiro lo miró algo culpable. Ryoma rió entre dientes. Su amigo ni siquiera recordaba haberla invitado.

-Te acompaño a tu casa, no me queda tan lejos-había dicho unos días antes, llevando la bicicleta con él mientras caminaba a su lado.

-Ne, Momoshiro-kun-llamó con suave voz, Tachibana.- ¿A que hora pasarás por mí?

El chico parpadeó sin comprender.- ¿Pasar por ti?-la niña asintió entusiasta.- ¿Saldremos… a algún lado?-preguntó, con evidente temor a que la jovencita saltara sobre él por olvidar alguna cita. Y no la culparía. Pero en lugar de eso, ella rió, fresca como siempre.

-Para el baile en Seigaku-dijo, levantando un dedo índice.-Recuerda que fuiste a mi casa para invitarme personalmente…

-¿A-a-a-a…?-por que de pronto sentía mucho calor, sus ojos purpúreos se dilataron.- ¿A-a-a-a-a… t-t-tu ca-sa¿C-con T-Tachiba-na-bu-bu-bucho-u?

-Él llegó poco después-aseguró.- Echizen-kun tuvo que ayudarte a salir… cuando onii-chan se ofreció a darte una mano…-Momoshiro pensó con espanto en la noche de la reunión en casa de Ryuzaki. Su madre y sus hermanas habían mencionado en la mañana algo de un olor a borracho desde su recamara pero él no les había prestado atención por el fuerte dolor de cabeza que lo atormentaba.

-Y… aceptaste-terminó por decir.

-Algo así… a menos…-lo miró con la inocente mirada azulina.- …que te hayas arrepentido…

El de excéntrica cabellera negra se apresuró a responder.- ¡No, no por supuesto que no¡Sería un placer, hermana de Tachibana!

-Soy Ann, recuérdalo-pidió, con voz seria. El de segundo sonrió.

-Lo sé perfectamente…

-Entonces… ¿a las 7 estará bien?

-¡Por supuesto!

Momoshiro suspiró mientras miraba por el rabillo del ojo a su acompañante quien conversaba animadamente con Fuji.- Tuviste suerte de que Tachibana no te matara-escuchó al otro lado la voz ronca de Ryoma.

-¿Estás enfermo?-preguntó curioso su amigo.

-Me mojé-fue su respuesta.

-¿Alguien ha visto al buchou, nyah?-Kikumaru parecía impaciente por ver con quien llegaba Kunimitsu, al igual que los demás se preguntaban cuando fue que invitó a una chica a salir y como lo había logrado… aunque era claro que nadie podría rechazar al famoso capitán del equipo de tenis, Tezuka.

-¡Hola a todos!-fue el saludo general que había dado Horio quien se tomaba de la mano con una jovencita de la misma edad y cara bonita, Ryoma había imaginado por un momento que quizá la niña también tuviera una sola ceja al atreverse a invitar a alguien como su compañero.- ¡Les presento a Mami-chan!

-¿Mh?-Oishi buscó cerca de su figura.- ¿Dónde están Kachiro-kun y Katsuo-kun?

-Supongo que llegarán más tarde-respondió el chico con dos años de experiencia en el tenis.

-¡Hasta ellos tienen pareja, nyah!-siguió lamentándose Eiji.

-Vamos… siempre hay con quien bailar-intentó consolar Syusuke, sus ojos se abrieron parcialmente para mostrar el vivo azul que encerraba un mundo de misterio.- Yo tampoco tengo pareja…-susurró en voz baja.

Kikumaru abrió los ojos como platos.- ¡Con Fujiko no, nyaaaah!

-Jeje…

-Hay un ochenta y cinco por ciento de posibilidad de que él no se refiera a bailar contigo-murmuró Sadaharu, algo dudoso.

-¡Woah!

El de primero miró con interés a su mejor amigo.- ¿Qué pasa?

-¡Tu pareja!

Horio miró fingiendo no prestar atención a la impresionante figura que se acercaba con un paso coqueto, ciertamente irreconocible, con la tela de un fogoso rojo pegada a las curvas del joven cuerpo, y el cabello rojizo cayendo en dos flojas coletas, los labios pintados en la misma tonalidad y el lunar en su mejilla, Osakada se acercaba sin hacer escándalos.

Como si fuera una persona normal.

Quizá lo había deslumbrado por un momento… y no era para menos con ese atuendo tan provocativo en una niña de trece años. Donde mostraba más de lo debido para gusto de Ryoma, y no era que esa chica le gustase… ninguna chica debería mostrar más de lo necesario.

¿Y a él desde cuando le importaba si las chicas llevaban faldas cortas o largas?

Malditas hormonas…

-¡RYOOOOOOMA-SAAAAAAAAAMA!

Ya se había tardado.

Tomoka abrazado con fervor el brazo de su silenciosa pareja quien no le regresó el saludo. El príncipe miró con algo de frustración como los labios de la escandalosa chica habían quedado pintados en su traje blanco.

-Rayos…-murmuró, malhumorado.

-¿Por qué no vamos a bailar?-ofreció Osakada, jalándole pero Ryoma se resistió. La respuesta era que prefería pasar un buen rato rodeado de su equipo que estar en medio de una pista, siendo observado por todos y bailando con una chica. Si, esa chica.

-No quiero-dijo, dándole la espalda. Tomoka lo miró con los ojos y la boca abierta.

-¡Pero príncipe…!

Kikumaru la miró con algo de pena.- ¡Vamos Osakada-chan!-fue lo único que pudo decir, saltando de su círculo de amigos con una enorme sonrisa, sin ver el suceso como algo extraño. Eran un chico y una chica, y eso era lo que contaba.

-¡Gracias, Kikumaru-sempai!-chilló, emocionada.

Ryoma se cruzó de brazos mientras miraba como Eiji y Tomoka daban saltos por todos lados ante la estruendosa música a la que él no le veía sentido bailar, era más como para ensordecer a los que estaban de pie tratando de entablar una conversación. Sus ojos dorados se desviaron a un serio Horio quien intentaba poner atención en la conversación de los titulares mientras su pareja miraba con ansias la pista, deseosa de bailar.

-Si querías, debiste invitarla-murmuró Ryoma mientras miraba al frente, por un momento Horio pensó que no le hablaba a él.

-Claro que no…

Satoshi tragó pesado cuando los gatunos ojos de Echizen se posaron sobre él.- No soy la celestina de nadie.-refunfuñó. Bien, él no insistiría, volvió a la conversación de sus sempais dejando al chico uniceja meditando, después sonrió de oreja a oreja. Eso quería decir que al novato titular… de verdad no le importaría. ¿Cierto?

Las mismas dos chicas de azul y blanco llegaron hasta donde estaba el círculo de hombres.- Oi, los buscan-sonrió Momoshiro, haciéndose a un lado. Con el rostro rojo Oishi y Kawamura salieron a bailar.

-Momoshiro-kun… vamos nosotros también-pidió con una mirada suplicante que Takeshi no estaba dispuesto a resistir.

Tenía de pareja a una de las chicas más lindas –no solo en Seigaku, sino que era de Fudomine Chuu-, y ella quería bailar con él. Momoshiro sonrió para si.- ¡Lucky!

-¿Eso es un si?-cuestionó Tachibana, haciendo una mueca de impaciencia.

-¡Hai!

Echizen admiró silencioso como Inui lanzaba movimientos tiesos mientras su pareja reía amablemente. Oishi estaba tan rojo que pensaba que la cabeza le explotaría, ya ni hablar de Kawamura, Kaidoh estaba en una esquina solitaria con la misma niña de antes en completo silencio con aparente temor de alejarse de él por represarías en su contra por parte del muchacho.

Fuji estaba cerca de una mesa con un vaso de ponche entre las manos y por lo que pudo percibir estaba masticando algo silenciosamente. Un bocadillo tras otro fue devorado por el prodigio del tenis.

Horio avanzó hasta donde Osakada y Kikumaru bailaban enérgicamente, el de primero tocó el hombro masculino para pedir el baile. La chica lo miró sonrojada sin estar segura de que hacer, si gritarle o permitirle posarse frente a ella.

-¡Terminó mi turno, nyah!-se lamentó, retirándose sin que se le insistiera mucho. Por lo menos Mami-chan quedaba ya disponible.

Todos parecían…

Felices…

-Aun no llega-había dicho la severa voz a su lado, a pesar de eso Ryoma no se inmutó, siguió inspeccionando.

-No buscaba a alguien, buchou-dijo, firme.

-A partir de esta noche… podrás ser el nuevo pilar de Seigaku.-Echizen lo miró de reojo y asintió. Tezuka con los brazos cruzados admiraba el mismo paraje que él, todos riendo mientras disfrutaban de la música electrónica.

-Ese era el acuerdo-murmuró.

-No hay tiempo para distracciones-siguió, su voz se volvía más seria con cada palabra.- El pilar es la base… la base no puede flaquear, ni dudar.-Ryoma encontró eso bastante lógico.- Por eso hay un solo pilar…

Sin encontrarle ya sentido, el príncipe lo miró.- ¿Qué quieres decir, buchou?

El castaño miró al frente e hizo un movimiento suave que le indicaba que mirara al frente. Obedeció.

De pronto le pareció que estaba más esbelta con el cabello adornando el contorno de su rostro blanco, ligeramente sonrosada por la vergüenza de haber llegado tarde, el cabello marrón caía suavemente sobre sus hombros en las delicadas ondas que se rizaban en las puntas que brillaban doradas con las luces del lugar. Los ojos caobas desprendían un resplandor rojizo tan hipnotizante que pudo distinguirlo de lejos, tímido. Las pestañas estaban más oscuras y más rizadas de lo normal, sus labios parecían más tersos junto con la expresión de ligera sorpresa al ver tanta gente reunida en el gimnasio.

Ryoma frunció el ceño al ver un ligero temblor mientras avanzaba entre la gente, sus hombros blancos y de cremosa piel estaban al descubierto, los tirantes ayudaban a sostener el vestido rosa. El mismo que con un detalle azul bajo su abultado pecho acentuaba su estrechísima cintura, después caía volátil a pesar del montón de capas de tela que lo conformaban y que lo hacían más como un bombón cubriendo apenas sobre las rodillas, sus pies eran protegidos por unas delicadas zapatillas, las mismas con las que esquivó los pisotones de los demás.

-¡Mou!

-Echizen-el chico se detuvo después de dar los primeros dos pasos hacia ella, dispuesto a atravesar la pista.- Es tiempo de escoger.

Ryuzaki. Capitán. Ryuzaki. Capitán.

-¿Tengo que escoger?-preguntó, algo cansado.

Kunimitsu movió la cabeza afirmativamente.

Ryoma suspiró.

-Hmph-cerró los ojos, un poco molesto.- Supongo que ya escogí…

Tezuka asintió.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Todos se movían al compás de la música con pasos que ella jamás había visto, daban saltos y volteretas, una que otra vez distinguió a alguno de los sempais siendo parte de todo ese alboroto. Su mirada caoba dio con la figura rojiza que bailaba junto a un chico.

-"Pero… ¿Qué sucede?"-se preguntó, ella no encontraba explicación a que Tomoka estuviera bailando con Horio, por que su amiga era pareja de Ryoma.

-¡Mou!-alguien tenía dos pies izquierdos.

-Cuidado-murmuraron cerca de su oído pero ella podía saber quien era. La voz suave y despreocupada de antes. Sintió un cálido contacto sobre sus hombros fríos y no le importó ser arrastrada entre el tumulto hasta estar de nuevo en el exterior donde la llovizna que le había dado la bienvenida la empapaba, otra vez.

-Ryoma-kun…-suspiró ella mirándolo desde su altura, con el traje blanco y la corbata amarilla, sus ojos dorados examinaban a su alrededor aparentemente aburridos, el príncipe con los brazos cruzados y con aquella pose tan creída.- V-vi a Tomo-chan… y…

-Va bien con Horio-respondió de manera cortante.

De pronto a la cabeza de Ryoma saltaron todas las voces de los titulares.

¡Si no le dices, nunca lo sabrá!

-Mou… -Ryuzaki jugó con sus dedos sin saber que decirle. En todo ese tiempo no habían hablado y era como si de pronto perdiera la práctica y se le dificultara decir cualquier tontería como creía ella, era su costumbre. Su mirada viajó a unos charcos cercanos donde se reflejaban las luces del interior desde las ventanas.- E-etto… yo…

Una tibieza arrolladora la envolvió, miró con cierta duda a quien desprendía ese calor, no eran unos brazos protectores pero la tela blanca del saco de Ryoma cubría de la misma forma efectiva de la brisa helada.- A este paso enfermarás.-dijo, como explicación.

Algo de nuevo en su cabeza. Una voz que identificaba como la de Nanjiroh.

¡Si no le dices, nunca lo sabrá!

Nearly unable to breathe

This worn out body

The drops of my turn away feelings

Fell onto the palm of my hand

Pasó una mano por su cabello oscuro, ya húmedo. Sin saber como empezar o que decir, aclaró su garganta. Que difícil.

Sakuno percibió que él parecía nervioso, una sonrisa lastimera cruzó por sus labios. Él aun se sentía mal por todo lo que había sucedido y lo comprendía por que ella había sufrido la culpabilidad de dos besos no planeados, aunque no lo había encerrado ni tampoco lo había acorralado contra la pared.

-La música se detuvo-comentó en voz baja, algún maestro estaba dando algunos anuncios. Los nuevos capitanes de los equipos deportivos, de pronto todo el lugar estalló en aplausos.

Ryoma suspiró.

-Tendrás que esperarme un poco más-le dijo, mirando hacia otro sitio.- Aun tengo una responsabilidad con Seigaku y con Tezuka-buchou…

-¿Una responsabilidad?-Ryuzaki lo miró sin comprender.- ¿Esperarte? Ryoma-kun… yo…

Ser capitán. Ser el pilar.

¡Si no le dices, nunca lo sabrá!

Ah, the endless World

I am always wandering through.

But now, just for a little while,

I want to stop time

and be drenched in this rain.

-¡Ryoma-kun, por favor!-suplicó con los ojos llorosos, el chico pensaba irse sin que ella pudiera comprender y Sakuno no estaba segura de si lograría quedarse con la duda. Acortó un poco la distancia, pasos que Ryoma había recorrido para entrar e ir por su título. Echizen giró levemente para encontrar el bonito rostro, lleno de aflicción.- E-es que… yo no lo entiendo… y-yo… -su voz se quebró, logrando que él la mirara de frente.

-No me desagradas-fue lo que dijo, ocultando sus manos en los bolsillos del pantalón de vestir.

-¿Eh?

Ryoma agachó el rostro, la oscuridad ayudaba a ocultar el fuerte rojo de sus mejillas, cerró los ojos y respiró. Sakuno pensó por un instante que el trataba de disculparse de nuevo, se apresuró a tocar su hombro pero él no levantó la mirada que ella tanto quería.

-Enamorado.-su voz apenas audible.- ¡Achissst!

-¿Mou?-ella parpadeó creyéndose más torpe por no haber escuchado en medio de su estornudo.- ¿Dijiste algo, Ryoma-kun?

Echizen se maldijo mentalmente.

¿Qué otra chica hubiera podido lograr que él lo repitiera?

-Enamorado…

Sakuno quiso golpearse mentalmente. ¿Qué había dicho?

-Ryoma-kun… yo no te escuché.

Si, esa chica era capaz.

Fue entonces cuando levantó el rostro encontrándose directamente con los ojos caobas que en ese momento estaban abiertos de par en par ante la sorpresa de su cercanía.

-Estoy enamorado de ti-terminó.

Lo había dicho. Punto.

-¿Q-q-q-qué?-Sakuno lo miró como si hubiera visto a un fantasma, retrocedió esperando así poder analizar mejor las palabras del tenista y buscar su verdadero significado. Pero no había otro significado.

The boy I saw crying in that dream

I had once clasped

his frozen hands together,

As if he was praying

-P-pe-pero yo… y T-Tomo-chan…

-No puedo creer que creas que me gusta-dijo, algo ofendido.

-Pero ella es la presidenta de tu club de fans…

-¿Y que con eso?

-¡Mou!

-¿Me esperarás?

-T-Tomo-chan----

Ryoma la miró amenazante pero a diferencia de otras veces, ella no sintió temor. Sus ojos no reflejaban la molestia que si dedicaba a otras personas.- ¿Podrías dejar de pensar en ella por un momento?-inquirió, cansado de oírla renegar.- No es necesario que desconfíes tanto de mí…

-¡Ryoma-kun yo no-----!-chilló con angustia pero fue interrumpida por la calidez de los labios que la invadieron. El toque fugaz que ella esperaba antes y que ahora no se imaginaba, quedó petrificada siendo observada por la penetrante mirada dorada.

-¿Me esperarás?-repitió.- Cuando ya no sea el capitán…

Ryuzaki apretó los labios en una mueca que Echizen no podía interpretar ¡Pues muy bien si esa iba a ser su respuesta por que él no tenía por que…----!

-Lo haré.

Era la primera vez que Ryoma veía en aquellos orbes la decisión brillar, no había timidez, no había vergüenza. Solo afirmación y seguridad. Entonces se dio la vuelta dispuesto a entrar como el novato titular y salir como el novato capitán.

Tezuka Kunimitsu llevaba del brazo a la misma chica que reconoció como la prima que aseguraba no tener planes para esa noche. Nanako sonreía gentilmente a todas las personas, Sakuno admiró su templanza en silencio mientras seguía a Ryoma entre la gente. El novato buscaba la manera de avanzar hasta el escenario, Sakuno decidió no seguirlo más, sonrió.

-¡Sakuno-chan!-Tomoka parecía encantada mientras Horio sudaba todo un mar.- ¡No te vi llegar¡Estás tan mojada!

-Voy entrando-respondió tranquilamente.

-¡Ryuzaki-chan!

-¿Momo-sempai?-Ann también se acercaba tomada del brazo de su pareja, se saludaron alegremente mientras los demás sempais se acercaban sin ninguna de las féminas quienes les acompañaban antes.

-Este es un gran momento para el Seigaku-sonrió Oishi siendo abrazado fuertemente por Eiji quien estaba al borde de las lágrimas.

Kawamura e Inui intercambiaban palabras rápidamente. Kaidoh también se había acercado sin su asustada compañera.

El silencio se apoderó de toda la gente. Del otro lado del escenario subió por las escaleras Sumire con un vestido de gala. Las bocas de los titulares y el club de tenis casi llegaban hasta el suelo, sus ojos como platos. La mujer con el traje ajustado y el escote apretado.

-¡Es un placer estar con ustedes!-saludó, todos rieron.- ¡Es para mí una gran tristeza ver que mis titulares se marchan!-Oishi sonrió ligeramente mirando de reojo a sus compañeros, ellos también parecían estar de acuerdo con la idea. Fuji bajó el rostro sin que su sonrisa se desvaneciera.

-Tezuka… -miró al joven de anteojos quien le miraba con su seriedad habitual.- …ha sido el mejor capitán que mi equipo ha tenido… nos llevaste al nacional, chico.-sonrió.- Es tiempo de nombrar a nuestro nuevo capitán de tenis.

Ryoma se acomodaba el saco mientras enfocaba las escalerillas que lo subían al escenario.

Escogiste lo mejor, Echizen.

Cerró los ojos.

-Momoshiro Takeshi.

Silencio.

¿Qué?

Las luces del escenario salieron de ahí para enfocar al asombrado muchacho, el mismo que tenía la boca abierta y las pupilas dilatadas, Ann miró a su alrededor y admiró divertida el semblante asombrado. Syusuke sonrió dando una palmada en la espalda del de segundo, Kaidoh estaba simplemente sin palabras.- Vamos… Momoshiro-kun…-llamó pacientemente Tachibana, meneándolo un poco.

¿Momoshiro¿Capitán?

¿Qué no se suponía que él sería el pilar de Seigaku?

De pronto el sonido de los aplausos y los gritos de emoción estalló en el gimnasio, Momoshiro sonrojado como estaba avanzó entre las palmadas de felicitación de todos, empujones y risas. Kunimitsu lo ayudó a subir al igual que Ryuzaki.

Imposible.

-¿Ah?- Ryuzaki miró con curiosidad como el príncipe desaparecía entre la muchedumbre, con aquella expresión seria, el ceño fruncido, los labios apretados y la mirada dorada y gatuna al frente.

Siempre al frente.

Por un momento pensó que había sido la única en observar la escena, pero no tardó en percatarse de que su abuela, el resto del equipo y Tezuka por un momento también miraron la retirada del muchacho.

Momoshiro con el rostro rojo sonrió al resto del colegio.- Yo… no sé que decir…

Fuji ensanchó su sonrisa pensando que no era nada nuevo. Sadaharu pasaba con algo de desesperación las hojas de su libreta, leyendo y releyendo la información recolectada, después de un segundo de resignación acomodó sus gafas y volvió a revisar. Kaidoh tan solo siseó, mirando con resentimiento a su compañero de grado.

-¿O'chibi estará bien?-preguntó preocupado Eiji, su mirada azulina se dirigió al sub capitán quien continuaba con los ojos en la dirección por la que Echizen había desaparecido.

-No lo sé-fue su respuesta.

-Una buena compañía…-Fuji miró a Sakuno, quien lo escuchaba desde su posición a pesar del alboroto general en el que se encontraba sumergido el gimnasio.- …no le haría daño en estos momentos, Ryuzaki-chan.

-¿Mou?

-¡Vamos que también hay que alegrarnos por Momo!-pidió Takashi con un nudo en la garganta.- ¡Somos Seigaku y si no lo apoyamos estoy seguro de que no querrá ser el capitán por más de dos minutos!-todos lo miraron extrañados pues no había ninguna raqueta cerca, él se sonrojó.

-Taka-san tiene razón-Syuichiro miró al frente con una sonrisa donde Takeshi intentaba dar un discurso improvisado.

-¡Hoi Hoi!-Kikumaru levantó sus brazos, saludando al de ojos violaceos de lejos.- ¡Eso es Momo¡Así se hace, nyah!

Syusuke miró a Kunimitsu.

De pronto los ojos del antiguo capitán de Seigaku, también lo encontraron. Fuji asintió.- Está hecho, Tezuka.

El de gafas asintió.

-No esperaba esto…-escuchó que decía Oishi, con serenidad.

-Creo que Tezuka comprendió antes lo que ha Echizen le llevó tanto tiempo.-dijo Fuji cruzándose de brazos.- Y él sabe mejor que nadie lo que significa ser un capitán.

Oishi asintió.- Todo o nada.

-Será cuestión de tiempo para que Echizen sea el capitán.-exclamó de manera despreocupada.- con o sin Ryuzaki a su lado.

-Estoy seguro de que Echizen-kun lo entenderá.

-.-.-.-.-.--.-.-.

¡No lo entendía¡Él sería el pilar de Seigaku!

¡Él!

No se trataba de una competencia entre Momoshiro y el príncipe del tenis. No. Por que para el príncipe no había nadie mejor para sostener la seguramente frágil estructura del Seigaku. Y ahora el ex capitán había depositado en alguien más las responsabilidades que le correspondían a él. Lo que tanto había estado esperado.

Por lo que renunció a la niña que estaba corriendo para alcanzarlo con su saco en los hombros.

¿Corriendo hacia él?

Si, con el cabello cayendo pesado sobre sus hombros y su espalda, algo revuelto en su carrera. Estaba algo pálida pero hermosa.- ¿Qué haces aquí?-preguntó con rudeza, volteándose y caminando en dirección a la salida de la institución. Sakuno gimió.

-Ryoma-kun… detente…

Pero él no contestó. Siguió con sus pasos agigantados.

-Por favor…

La calle estaba desierta y tan mojada como lo estaba el terreno del Seishun Gakuen. Sakuno pensó por un momento que estaba dormida, donde la oscuridad reinaba completamente sin que pudiera ya distinguir la figura de la persona a la que seguía. Gimió con frustración ante el recuerdo de la casa de los espejos donde también se había extraviado. Era una oscuridad helada y tan desolada, que pensó dar la vuelta y regresar corriendo a la calidez con la que se celebraba a Momoshiro.

-"Ryoma-kun…"

-¡Kya!

Un jalón, sintió el desequilibrio y buscó soporte con sus manos, lo encontró en el pecho fuerte y plano de alguien.- Te llevo a tu casa.- era su voz, tremendamente varonil.

No sabía si ella estaba dispuesta a regresar a su hogar, pero no encontraba otra cosa que decir. Había comprado el vestido para nada.

-Hai…-dijo, resignada.

A pesar de que no veía nada sintió el agarre fuertísimo de la mano de Ryoma en su hombro, presión que la controlaba y le ayudaba a girar en las esquinas y a evitar caídas que seguramente de estar sola, la hubieran herido. Sin darse cuenta de cuanto tiempo llevaba caminando, distinguió su casa, buscó con algo de torpeza las llaves, sus dedos comenzaban a entumirse.

-¿Q-Quieres pasar… Ryoma-kun…?

Bien, no regresaría al baile. Definitivamente no. ¿Por qué no estar un momento bajo la cálida atención y cuidado de esa jovencita? La misma que podía neutralizar casi cualquier palabra venenosa que deseaba pronunciar en contra de su mejor amigo.

Lo que fuera, deseaba detenerlas.

Quizá Momoshiro merecía más el puesto que él.

-Hai-fue su respuesta.

Su mano temblorosa buscó insertar la llave en el picaporte, los dedos masculinos de Ryoma le guiaron por un momento cuando ella no pudo abrir la puerta.- A-arigatou….

-Por nada-susurró, con la intensa mirada sobre su nuca.

Las luces se encendieron después de que Sakuno las buscó a ciegas, la casa parecía más ordenada que la última vez que Ryoma había estado ahí.

-¡Siéntate por favor¡Haré un poco de té y hay pastel de chocolate!-dejó sus cosas en un rincón, el saco de Ryoma dio en el perchero. El muchacho miró con algo de curiosidad el vestido que caía sobre cada curva de la joven mujer, había perdido su vuelo y ahora parecía fina tela empapada.

-Déjalo. No quiero nada-dijo, tirándose en uno de los sillones. Lo fuera que había al otro lado de la ventana más cercana, fue su nuevo objetivo.

Pervertido, se dijo.

Pero él tampoco tenía la culpa si se daba cuenta de formas que nunca antes había percibido en ella. La castaña lo miró con algo de preocupación sin embargo obedeció, buscó refugio fuera de la vista de Echizen, al otro lado del sillón en el que él se encontraba. Ryoma tomó mucho aire.

Paciencia.

Buena voluntad.

El mismo aire que tenía impregnado el dulce aroma que la chica estaba usando para esa noche. Argh, que misteriosas eran las mujeres. Por que hacen que te olvides de la decepción de haber sido echado a un lado, del lugar donde estas parado y solo quieres sentir un momento la tersa piel, húmeda y cálida bajo tus dedos. Por un momento comprendió lo que su padre miraba en tanta revistas, la feminidad. La misma que aquella jovencita desprendía mientras trataba de acomodar su cabello, mientras estornudaba graciosamente y se arrinconaba en su asiento en busca de calor.

Con la mente en blanco y sus movimientos naturalmente audaces se acercó un poco, Sakuno brincó ligeramente mientras en su rostro se marcaba una expresión de sorpresa. Las mejillas llenas de sonrojo.- ¿R-Ryoma-kun…?

-¿Qué?-miraba cada milímetro de la piel lisa de sus labios rojizos.

-T-Tú…-el color viajó hasta la punta de sus ondulados cabellos.

¿Cómo decirle que estaba feliz por Momo-sempai pero también estaba triste por él?

-Estás mojada.-interrumpió, mirando ahora su cabello.

Sakuno rió, olvidando por un momento lo que diría.- Tú también, Ryoma-kun.

Los largos dedos de Echizen buscaron las hebras castañas, las mismas que se enredaron entre ellos. El brillo dorado de los ojos gatunos volvió a la nerviosa sonrisa de ella.- Ryoma-kun…-intentó de nuevo.

-¿Qué?-inquirió, haciendo una mueca de fastidio.

-Etto… y-yo…

-¿Qué?-insistió.

-Mou, yo….-rió tontamente mientras rascaba su nuca.- s-si qui-quieres pue-des b-b-be…

-¿be…?

Cara roja.

Ryoma levantó una ceja.

-Be-bes-bes-besa

Ryoma parpadeó.

-¿Besarte?-terminó él.

-¡Hai!-asintió, encogiéndose más. Permitió que sus párpados bajaran.

-Rara-escuchó que le decía.

-¿Eh?

-Eres rara, Ryuzaki-continuó.

Pero, antes de que pudiera abrir los ojos caobas, sintió el calido aliento del chico sobre sus labios. Y entonces, ahí estaba, aquel calorcito sobre sus labios, una presión suave y temblorosa que la había paralizado. Sintió deseos de pararse de un brinco cuando sintió uno de sus fríos brazos atravesar por su estómago aplastando la fría tela de su vestido contra la piel.

Echizen se retiró un poco, mirándola con cierta indagación.- ¿Habías besado antes?

Apenada por su respuesta, negó.- R-Ryo---

-Eres la primera-aseguró, interrumpiéndola. Adivinando la pregunta.- Supongo que no lo hago tan mal.

Sabiendo que había muy pocas cosas en las que no solía sobresalir. Como cocinar. Besar no podía ser un problema.

-Etto…

¿Cómo podía saberlo?

No importaba si lo hacía mal, para ella ese momento lo era todo. Él sonrió.

-Mada mada da ne…

-¿Mou?

Otro cálido roce que le quitó el aliento el tiempo suficiente para pensar que estaba soñando. Pero no, cuando abrió los ojos encontró la misma mirada de antes, la misma que le hablaba silenciosamente y ella no sabía escuchar. Por un momento creyó ver un brillo misterioso. Un brillo delatador, pero supuso que había sido su imaginación.

Un poco más fue suficiente para que Sakuno sintiera algo del peso del muchacho sobre si misma, Ryoma se acomodó tratando de no perturbarla, ella se movió cómodamente entre sus brazos mientras él la estrechaba con algo de brusquedad que no le molestó.

Una mujer, con él. Ahí, acariciando con suavidad una de sus mejillas, casi por instinto. Ryoma buscó con torpeza su boca, sin esperarse que ella fuera a recibirlo con la misma calidez de antes. Se retiró un poco al sentirla tensarse.

-Yo…-él paró.

Los dedos blancos de Ryoma tocaron la espalda al descubierto de la chica, la cual se irguió un poco, tratando de alejar la sensación de ansiedad que viajó por sus nervios, por su columna, hasta estallar en su cabeza. Su piel femenina estaba tan fría y sus dedos eran tan cálidos.

-Es muy escotado-atinó a decir, justificando el toque, ella asintió apenada.

Suspiro.

La chiquilla sintió como de nuevo se relajaba mientras él miraba entretenido las puntas de su fleco, aparentemente aburrido y cansado de regalar besos. Sakuno sonrió para si sintiendo como la felicidad brincaba en su pecho, sin detenerse, como su estómago se revolvía y a pesar del nerviosismo era capaz de seguir ahí, sentada a su lado, sin temor a que él le mirara de manera reprochadora. Eso había terminado.

Por que él, la quería.

Sonrojo.

Sonrojo.

Sus ojos caobas enfocaron a la mano varonil que estaba sobre la tela de su vestido, amoldándose a la forma curva de su pecho. Ryoma miraba con atención también, como analizando donde se encontraba su mano.

Era tan suave…

Algo viajó por su columna vertebral.

Él apretó.

Ella saltó.

Podía sentirlo, como el corazón de Ryuzaki tamborileaba a un ritmo acelerado. Algo explotó en su estómago y comenzaba a calentarle el pecho.

-¡M-Mou!

Rojo.

Rojo.

Ryoma levantó una ceja, ignorando su propia reacción.- ¿Duele?

Más rojo.

Más rojo.

Cerró los ojos con fuerza.

-¿Mou?

El príncipe rió entre dientes.

-Una chica. Que cosa tan interesante.-dijo tranquilamente como si a penas descubriera que ella era una chica, sonrió arrogantemente al notar la vergüenza de Sakuno mientras palpaba.

Ella no habló. Ryoma lo notó.

Su mano se resbaló por su cintura, abrazándola con cierto recelo. El débil sonrojo apareció en sus mejillas. Pero no, no se sentía avergonzado.- Hmph… -murmuró.

Sonrió al sentir los diferentes y cortos besos que Sakuno otorgó a sus labios rectos, su frágil mano volvió a su mejilla tibia. Él no pudo hace otra cosa más que estrecharle.

-R-Ryoma-kun…

-¿Mh?

-Te quiero.

-Está bien.-murmuró, frunciendo ligeramente el ceño. Un ligero bostezo se escapó.- Supongo…

Sakuno sonrió al sentir los dedos de Ryoma, entrelazarse con los suyos.

-Ni una palabra a los sempais… ya se los diremos después.

-Ni una sola.

.-.-.-.-.-.-.-.-. Solo el tiempo decidiría... si ellos debían estar juntos.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

.-.-.-.-.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Si quieren que esta autora no caiga en depresión posfic, tienen que dejar review

Notas en profile.