Mentira

Capitulo III

"Suplantación"

Por: Jenny Anderson.

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi ella es inmensamente rica, yo no, esto es sin fines de Lucro solo de entretenimiento, este capitulo y los siguientes hacen referencia a una historia previa, llamada Dices que te olvidare, se recomienda leer dicha historia, para poder entender los sucesos relatados aquí, esta historia tiene lugar tres años después de la historia antes mencionada.

Palabras: 5,264

Beta: Sin betear

El gemido salió de sus labios sin que pudiera hacer nada para reprimirlo, y a ese le siguieron otros mas mientras las manos expertas del hombre seguían recorriendo su cuerpo, deteniéndose especialmente en las zonas sensibles, en aquellos lugares que solo él conocía, deleitándose al observar como su esposa lo único que podía hacer era retorcerse ante su contacto. Arquearse contra el ofreciéndose como la hermosa mujer que era, dejándole saber con sus movimientos y sus gemidos lo mucho que estaba disfrutando aquello y él no podía sentirse mas afortunado.

Estaba con su esposa, con el amor de su vida, la única mujer que amaría por el resto de su existencia.

Serena se sentía febril, intrépida y feliz, porque hacia mucho que su esposo no la miraba como lo estaba haciendo en esos momentos. Con deseo, con amor. Y no le importaba realmente lo que había motivado el cambio en él, lo único que a Serena le importaba en esos momentos, era que Darien estaba con ella como venia deseando desde hacia tiempo. Que se sentía linda y sensual en sus brazos por que él la miraba especial y Serena agradeció en silencio en que su esposo aun la deseaba.

—Darien— porque en la intimidad para Serena nunca había sido Endimión, siempre había sido Darien, el amor de su vida él único hombre pare ella.

El mismo que ahora trazaba un húmedo sendero entre la base del cuello y el lóbulo izquierdo, mientras Serena enterraba las uñas en su espalda, y gemía necesitada, lo había necesitado tanto en esos últimos meses, que casi le parecía un sueño tenerlo ahí sobre ella, tocándola con la misma pasión de la primera vez.

Lo amaba tanto y lo necesitaba tanto, que en lo único que podía pensar era en tenerlo dentro de ella, en sentirlo de nuevo como la primera vez. Porque de pronto era como si todos esos años no hubieran existido y esa fuera su primera vez, tal y como ella la recordaba. No los besos fríos y las caricias por compromiso que él le venia regalando los últimos tres años, no simplemente sexo como venia sintiendo en sus últimos encuentros ya hacia muchos meses. En ese momento lo que sentía era amor.

Era Darien, su Darien, él de antes, él de sus recuerdos, tocándola como solo él sabia hacerlo y ella se sentía rebasada por las sensaciones, estaba segura que con nadie se sentiría así, solo él.

— ¡Darien!— grito cuando las manos osadas del hombre se abrieron paso en su interior acariciando y preparándola, aun que realmente ella estaba ya completamente lista para el, lo había estado desde que lo había visto mirándola dormir cuando había regresado de aquel largo viaje, porque había necesitado demasiado ese intimo contacto, esos dedos haciendo maravillas en su interior.

Acariciando, estrujando, pellizcando llevándose la cordura de Serena con ellos, dejándola al borde, cerca muy cerca de su liberación, protesto airadamente cuando los dedos abandonaron su tarea, pero se mordió el labio inferior en anticipación al sentir como su amante se acomodaba sobre ella.

—Eres tan hermosa Serena, tan hermosa— gimió él en su oído y ella sonrió con alegría, porque él no la llamaba princesa, no la llamaba reina, no la llamaba Serenity, porque en ese momento en el que se volvían uno ella estaba completamente conciente de que eran Serena y Darien, solamente eso.

—Te amo— dijo ella cuando él comenzó con las embestidas

Darien la miro a los ojos, las pupilas medianoche oscurecida debido al deseo, la mirada completamente diferente de los últimos meses, el brillo de felicidad y pertenecía, que ella jamás había visto antes en su esposo.

—Te amo— respondió él, sus ojos brillando fieramente correspondiendo el sentimiento en los ojos de ella

X – X – X

Seiya era un ser pasional, no podía ser frió y calmado como lo era Yaten o racional y pragmático como lo era Taiki, Seiya se dejaba llevar por sus impulsos, por sus deseos, por eso no había podido evitar la mirada llena de desdén y furia hacia él que ostentosamente portaba el titulo de Rey.

Y no podían culparlo por odiarlo, le había jodido la vida a demasiadas personas y encima lo premiaban, se quedaba con la chica, con el reino y con la vida de fantasía a la que había estado destinada desde siempre, mientras otros simplemente tenían que ver desde la barrera como él hombre mas ruin del universo se quedaba con la mujer mas buena. Definitivamente la vida no tenía absolutamente nada de justa

—No puedes verlo así— lo había reprendido Yaten

Seiya había clavado su mirada en la del hombre, sin poderse creer lo que le estaba diciendo ¿Qué no podía verlo así? ¿Cómo esperaba entonces que lo mirara? ¿Qué le agradeciera por joderle la vida y la de su bombón? ¿Qué le hiciera reverencias cada vez que lo mirara?

—No puedo evitarlo— dijo duramente, porque acababa de darse cuenta de las verdaderas implicaciones de ser parte de la guardia real, todas esas cosas que no había tenido en cuenta mientras trazaban aquel osado plan

—Lo sé— le contesto Yaten – pero si sigues mirándolo como hoy será sospechoso—

Seiya lanzo un suspiro de resignación, por que Yaten tenía razón. Había visto como miraban a la al rey, a la reina y a las sailors, los miembros de la guardia, con devoción absoluta, y eso era lo que el tenia que aparentar si quería dejar de ser guardián de la puerta, para ser guardián de la Reina.

Y poder estar cerca de Serena. Simplemente para esperar el momento en que pudieran estar juntos, por que sabia que pasaría, ella se lo había dicho y el creía ciegamente en las palabras de la que ahora era la soberana de la tierra.

—Intentare no mirarlo como lo hice hoy—

Yaten negó con la cabeza

—Tienes que hacerlo, no intentarlo—

Seiya sonrió de medio lado, ojala fuera tan fácil y sin embargo no había otra opción, esta vez no tenia permitido cometer errores, porque si lo hacia entonces si perdería a Serena para siempre.

X – X – X

Había muchas cosas que las Sailor habían dado por perdidas en cuanto se habían enterado de Tokio de cristal, cosas que no habían hablado con Serena, pero que todas ellas habían asimilado con el paso de los años. Con el paso de las batallas y conforme la realidad se fue abriendo paso frente a sus ojos.

Al igual que Serena, ellas no tendrían una vida normal de nuevo, no tendrían preocupaciones banales como el tipo de Shampoo o la mejor ropa para una fiesta, todo porque eran guardianas de Tokio de cristal y esa era una profesión que se desempeñaba a tiempo completo. Y por supuesto no había sido algo que hubieran entendido a la primera ni de la misma forma pero todas ellas lo habían comprendido aun que nunca hubieran hablado de ello. Eran esa clase de cosas que se aprenden sobre el camino, y que se entienden de pronto, sin que nada aparentemente importante sucediera.

No habían renunciado del todo a sus sueños, porque guardaban la esperanza de poder llevarlos a cabo algún día, pero si habían renunciado a la vida como mujeres, habían dado por sentado que el amor para ellas no era algo que tendrían. No porque no quisieran o por que faltaran oportunidades de conocer a la persona correcta, si no por lo que eran y lo que tenían que hacer no habría tampoco niños correteando por ahí, porque lo único que debía de importarles era la tierra y la seguridad de la gente que en ella habitaba. Porque aun cuando se enamoraran ¿Cómo podían arrastrar a alguien a esa vida?

Así que ahora cuando ya se habían resignado a su vida, a su futuro y las pocas probabilidades que tendrían de tener una vida plena como mujeres, ninguna sabia del todo como reaccionar ante la perspectiva de formar un hogar lejos de Tokio de cristal mucho menos lo que esa decisión podía generar. Y era aun más perturbador que dicha perspectiva tuviera tantos tintes políticos y tuviera que ser pensada no con el corazón como debía de ser sino con la cabeza, pensando en los pros y en los contras.

Todas sabían que Serena, no iba a obligar ni a Amy ni a Mina a un matrimonio que ellas no quisieran, su Reina dentro de todo seguía siendo una soñadora y creía que realmente el universo estaba lleno de gente noble y de buenos deseos. Por eso Mina y Amy tenían que ver mas halla de lo que Serena veía y elegir lo que era mejor para su planeta. No para sus vidas si no para las vidas de los millones de personas que habitaban la tierra.

Y eso era justamente lo que tanto dolor de cabeza les estaba generando. Mina siempre había soñado con un príncipe azul que llegaría galopando en su corcel blanco y que la amaría, loca y apasionadamente, que le daría todo lo que ella necesitara y mas, que la trataría como la princesa que siempre se había sentido. Que la colmaría de todas las atenciones y todos los mismos, y que la haría sentir la mujer más bella de toda la galaxia.

Por supuesto jamás pensó que el que llegaría seria efectivamente un príncipe, un príncipe de un reino lejano, al que ella apenas y conocía y quien parecía haber quedado tan impresionado con ella que había viajado por la galaxia, para pedir su mano.

Ella sabia que de alguna manera tendría que sentirse agradecida, tendría que sentirse afortunada, pero no podía. No cuando la decisión tenía que tomarse de aquella manera, no cuando no sabia nada del hombre, y este no se había tomado la molestia de intentar conocerla primero, de entablar una charla cordial. Él hombre era guapo eso no lo negaba, pero ella tampoco era un mueble, no era una cosa que perteneciera al reino y que pudiera pedirse prestada simplemente. No era un artículo más de decoración ni era moneda de cambio.

Amy realmente no sabia que pensar, ella nunca había sido una romántica como sus amigas, se había mantenido en el camino de la lógica, por supuesto había soñado como toda mujer en el hombre ideal, aquel que seria su complemento y que la haría feliz eternamente, durante gran parte de su vida creyó que Richard seria ese hombre, que aparecería algún día en su puerta y le pediría una oportunidad para comenzar lo que no habían podido siendo simples adolescentes, pero él no había aparecido y ahora de pronto se encontraba con que el hombre que decía quererla era un príncipe, uno real, de carne y hueso que portaba una corona y que tenia que pensar en el bien de su planeta y ahí era justamente donde Amy encontraba el mayor pero de todos. Por que para Amy lo lógica estaba siempre antes que cualquier cosa...

Desposarse con una Sailor Terrestre era sin duda alguna una apuesta arriesgada para un príncipe, pero una buena decisión para el planeta en cuestión, después de todo la unión de dos personas uniría 2 reinos y eso era sin duda algo bueno. Y era también la razón por la que todo aquello no le gustaba en lo mas mínimo. La política siempre traía a la larga, problemas y generalmente no permitía que las decisiones fueran tomadas en base a sentimientos.

Minerva era una mujer de acción, y además era ambiciosa; estaba segura de que no quería para sus hijos unas simples guardianas, mucho menos cuando a su muerte una de esas guardianas pasaría al trono de Sizeta como esposa de su Rey. Por otro lado si ella o Mina eran la futura Reina, la tierra y Sizeta pasarían a tener una estrecha relación Sizeta pasaría a ser planeta hermano de la tierra y por lo tanto lo protegería de todos aquellos enemigos que Minerva se había granjeado en sus años como única soberana.

Así pues ella y Mina eran simples monedas de cambio en aquella transacción y le asqueaba el simple pensamiento, sin embargo sabia que así era como se manejaba la política, estaban atadas de pies y manos en su condición de guardianas de la tierra. Porque hacia mucho que sus vidas habían dejado de importar individualmente para convertirse en útiles de manera colectiva, por mucho que el pensamiento, fuera desagradable y molesto.

—Es obvio que no pueden rechazarlos— dijo Haruka, la única que había estado presente en el encuentro entre Minerva y Serena, quien les había informado como estaban las cosas.

Seguramente Serena no tardaría en mandarlas llamar para informarles de todo, pero Haruka al ver que Serena estaba en compañía del Rey había decido informarles la razón por la que los soberanos de Sizeta se encontraban de visita en el palacio. Ella también estaba impactada con la noticia, no porque no creyera a las chicas merecedoras del cariño de un príncipe. Más bien por lo que aquello significaba negarse seria afectar las relaciones diplomáticas entre ambos reinos, Sizeta era un país bélico por naturaleza, talvez no tan poderoso y la tierra seguramente ganaría sin demasiados contratiempos pero ¿Cuál seria el precio? ¿Cuántas bajas tendrían? ¿Cómo afectaría aquello al ambiente político? Pero sobre todo y mas importante ¿Qué haría sin en vez de ser Mina y Amy fueran ella y Michiru?

— ¿Por qué no?— pregunto energética Rei, no era que no tuviera en mente todas las razones que había por lo que la negativa de sus amigas podía generar, era simplemente que no se podía creer que realmente no tuvieran oportunidad de tomar sus propias decisiones.

Siempre había soñado con su príncipe azul con su propio cuento de hadas y su felices para siempre, aun ahora siendo una guardiana había esperado que cuando el reino fuera lo suficientemente sólido ellas podrían tener una vida tranquila y normal como la de cualquier persona, la perspectiva de tener que sacrificarse como mujeres la aterraba.

— ¿Aparte de lo obvio quieres decir?— Dijo Lita tomando asiento junto a Hotaru, no había querido ser tan dura con la pregunta, pero tampoco había podido evitarla

— Esto es tan humillante— murmuro Mina comenzando a caminar por la estancia — ¿Qué piensan que por que son unos príncipes caeremos a sus pies?— la rubia estaba realmente molesta – no soy un mueble— declaro deteniéndose y golpeando el tacón de su bota en el suelo con fuerza

— Lo sabemos— dijo Hotaru –Pero las implicaciones políticas del rechazo podrían ser severas—

Mina cerro los ojos, Eternal Sailor Venus, esa era simplemente para aquel príncipe, no sabia su nombre y ya estaba haciéndola sufrir ante la simple perspectiva. No era justo, ese no podía ser su destino.

—La reina no las obligara, pero ustedes saben cual es su obligación ¿Cierto?— pregunto Muchiru ella también estaba impactada por la noticia, sin embargo sabia como las otras que había cosas de las que no se podía escapar por mucho que se quisiera y esa era una de esas cosas.

—Es injusto— dijo Amy poniéndose en pie – ¡NO SABEMOS NADA DE ELLOS!— sentía la opresión en el pecho al recordar el extraño sueño que había tenido, y que sin duda había sido una advertencia ante lo que estaba pasando

Una cosa era sacrificar hasta cierto punto su felicidad, posponer sus planes y otra era renunciar a la felicidad, entregarse a un matrimonio simplemente porque era lo que se esperaba de ellas, jadeo un momento al imaginar que ese mismo pensamiento, pudo haber trastornado a Serena en algún momento durante su noviazgo con Darien, pero desecho la idea por absurda, las circunstancias de Serena, nada tenían que ver con las que Mina y ella estaban pasando en esos momentos. Serena había sido una mujer afortunada, se había casado con su príncipe y había asegurado su feliz para siempre.

—Mas injusto seria preparar una guerra que esta en nuestras manos detener— les dijo Setzuna quien no se había movido de su lugar y se mostraba completamente impasible, como si la noticia realmente no la sorprendiera.

Las otras se miraron un momento entre si, ninguna tenia como debatir ese argumento, después de todo eran las guardianas de Tokio de Cristal era su obligación defender esa tierra, mantener la paz, era lógico que si estaba en sus manos detener una guerra antes de iniciar, debían de hacerlo.

Aun que doliera en el alma.

X – X – X

En la tierra el tiempo paso sin hacer estragos en sus habitantes, mientras estos se encontraban protegidos por el hielo del cristal de plata. En el universo, el tiempo había seguido su curso, el ciclo de la vida se había mantenido inalterable, estrellas habían nacido, estrellas habían muerto y otras más estaban por morir.

La ahora reina del planeta de las flores de fuego, se encontraba postrada en cama, rodeada de sus guardianas y de su hija, la nueva princesa y futura gobernante del planeta, tenía solo una ultima petición antes de partir y dejar de brillar en la galaxia. Volver a ver a las estrellas que había enviado en una misión a la tierra y que no habían regresado. Si es que dichas estrellas aun continuaban con vida.

Hacia mucho que no era capaz de sentirlas, no con la misma fuerza de antaño. No sabia que había pasado en la tierra, ni la razón por la que no habían regresado con ella. Entendía que Healer tardara en regresar, incluso que se perdieran su enlace y su coronación al fin como reina, no entendía porqué el mutismo se había existido durante tampoco tiempo. Yaten no podía seguir dolido con ella, habían pasado muchos años y estaba segura que el amor que su guardiana decía sentir se había disuelto a lo largo de los años.

Entendía que la tierra había pasado por un momento difícil, toda la galaxia lo sabia, y toda la galaxia sabia también que sus majestades, Endimión y Serenity estaban llevando a la tierra aun momento de bonanza envidiado por otros reinos. Siendo que la tierra atravesaba por ese periodo de paz, no entendía por que sus estrellas no habían regresado a su lado. No entendía como aquellas tres estrellas a la que ella había amado con todo su corazón la habían dejado abandonada.

Ahora estaba ahí, en el lecho sonriéndole a su hija, quien saldría junto con tres de sus guardianas rumbo a la tierra, para cumplir la ultima voluntad de su madre moribunda, esperaba realmente ser capaz de soportar lo suficiente como para ver a su hija regresar de aquel planeta y sobre todo de ver por ultima vez a sus estrellas.

Si es que estas aun estaban con vida.

X – X – X

Su madre no entendía la razón por la que él no mostraba el mismo entusiasmo que sus hermanos por el palacio, mucho menos entendía el que no hubiera querido ir con ellos a solicitar un puesto en la guardia real. El mayor honor que podía recibirse.

Siempre había sentido angustia al observar el castillo que gobernada el paisaje, estaba agradecido por supuesto; aun que no estaba seguro de que una monarquía fuera mejor que una democracia, sin embargo en el tiempo que la neo reina había estado en el trono las cosas para la tierra pintaban realmente bien.

Las fronteras se habían desvanecido, la gente era libre de recorrer el planeta de oriente a occidente sin ningún tipo de temor, la delincuencia había sido completamente extirpada de la sociedad y solo quedaban seres humanos trabajando hombro a hombro para hacer de ese nuevo gobierno, el mejor.

Taiki estaba orgulloso de pertenecer a la generación del cambio, era un investigador ecológico y estaba realmente agradecido por su carrera, y por su trabajo. Si lo hacia bien talvez en algunos años podría estar frente a frente con la reina. Mientras se encontraba en el centro de investigación de la universidad de Tokio. Esperando que su colega y amigo Armando llegara con el café vespertino.

Estaba realmente extrañado ante la tardanza de su siempre puntual amigo. Pero tampoco se preocupaba mucho, Armando sabia cuidarse solo.

Despego su vista de sus notas y la clavo en la ventana, observando el castillo que se podía ver desde cualquier ventana de Tokio de cristal, apretó los labios he hizo una mueca de disgusto, no entendía por que razón el castillo no le gustaba, le producía angustia, miedo y dolor. Lo que era absurdo teniendo en cuenta que el jamás había pisado aquel lugar y no solo eso si no que se viera por donde se viera el castillo resplandecía como si se tratara de un enorme diamante.

Pero a el no le traía tranquilidad como le sucedía a las otras personas, le hacia sentir repulsión, era como si algo dentro de el lo alejara lo mas posible de aquel lugar, como si dentro hubiera algo que fuera capaz de destruirlo.

Como si la peor cosa que existiera en el mundo estuviera esperándolo.

X – X – X

La cabeza de Serena descansaba en el pecho de Darien, mientras ella sonreía feliz. Había echado de menos la tranquilidad que ahora compartía con su esposo, quien se entretenía trazando círculos en la piel expuesta de su hombro derecho.

Estaba segura que lo había pasado entre ellos en esos momentos, daba punto final a aquella mala racha en la que se habían visto envueltos luego de la coronación y que ahora si, viviría su cuento de hadas. Suspiro ruidosamente al recordarse que tenía asuntos que atender y que no podía quedarse enredada en el cuerpo de su amante.

Tenia que hablar con sus amigas e informarles la razón por la que Minerva estaba en el castillo, se mordió el labio inferior sin estar segura de lo que tenía que hacer. Minerva y sus hijos, le habían jurado que ambos chicos estaban interesados en sus amigas, que no habían dejado de pensar en ellas ni un solo segundo desde que las hubieran visto y que nada les haría más felices que compartir sus vidas con ellas y Serena les creía.

Ella misma había quedado prendada de su príncipe luego de verlo una sola vez llegando en su rescate, además estaba realmente ilusionada ante la perspectiva de una boda, de ver a dos de sus mejores amigas compartiendo la maravillosa experiencia del matrimonio. Pero tenía miedo de equivocarse. Contrariamente a lo que siempre había creído, el sentimiento que mas la embargaba desde que fuera coronada, era el miedo. Le aterraba equivocarse, no era su vida la única que se vería afectada, era la vida de su gente.

Ser una reina no era tan divertido como ella había imaginado siendo una adolescente

— ¿Te preocupa algo?— le pregunto Darien quien estaba atento a su rostro

Serena levanto la cabeza para clavar sus ojos, en los media noche de su esposo, frunció el entrecejo un momento ante la absurda idea de que los ojos de Darien se notaban más claros que nunca, pero desecho la idea al instante, en cuanto observo la preocupación en esas mismas pupilas.

—Sizeta— murmuro ella simplemente, porque todas sus preocupaciones podían sintetizarse en esa simple palabra

Darien le dio un beso en la cabeza

—Minerva es una mujer difícil, pero no creo que se atreva a declararnos la guerra, su planeta saldría perdiendo, y ella no esta dispuesta a dejar el trono—

—No, no es eso— dijo ella – Ha venido para pedir la mano de Mina y Amy, para sus hijos—

Serena observo como Darien fruncía los labios, en un gesto de desaprobación

— ¿De Venus y Mercurio?— pregunto de nuevo

Serena asintió con lentitud

—Eso si que es muy extraño. ¿Qué piensas hacer?—

—Tengo que hablar con ellas— dijo ella para después morderse el labio inferior— no se lo que dirán, creo que ellas apenas y recuerdan a los príncipes y no quiero ni pensar en lo que Minerva puede pensar si me niego a su petición—

No era tan ingenua como sus amigas creía, además con el tiempo que llevaba en la política se daba cuenta que todo era pantallas e hipocresías, no le gustaba el ambiente, pero no podía hacer mas que moverse en ese circulo, ya no era solo su vida y sus decisiones no la afectaban solo a ella, afectaban a Darien y al planeta entero. ¿No se suponía que cuando se fundara Tokio de cristal todo seria felicidad? Al parecer a ella le habían vendido la historia con mentiras, porque ahora entendía lo que significaba realmente estar frente a un planeta, el tener que tomar decisiones que no se querían pero que eran inevitables. El tener a veces que sacrificar algunas cosas para ganar otras.

—Tengo una idea— murmuro el hombre besándola en la nariz – puedes planteársela tanto a las chicas como a Minerva y sus hijos

Serena lo miro fijamente, expectante como muchas veces antes, esperando por sus palabras. Confiando en que SU Darien había encontrado la solución precisa al complicado problema que se les había presentado. Que llegaba a su rescate como siempre había sido, como si esos malos momentos vividos en el pasado en su matrimonio se hubieran desvanecido por arte de magia.

—Acepta la unión, pero pon como condición un compromiso largo, de un año por lo menos. En ese tiempo si ellos no son lo suficientemente buenos para las chicas, ya veremos que hacer—

Serena asintió ante sus palabras, pensando en aquella solución. No era que le gustara la idea de tener que hacer que sus amigas unieran su vida a aquellos chicos, era la idea de estar dejando atrás la felicidad de sus amigas. Eso no era justo, no porque ella tenía su felicidad, al hombre de su vida a su lado. ¿Cómo podía pedirle a sus amigas que renunciaran a eso?, la idea de Darien era buena, un año. 365 días para encontrar una manera de que sus amigas encontraran lo que realmente las haría felices.

—Primero tengo que hablar con ellas— dijo cerrando los ojos

— ¿Qué es lo que te preocupa de verdad Serena?— le pregunto él que conocía todos y cada uno de sus gestos a la perfección

—No lo se, siento como si algo muy malo estuviera a punto de suceder— se sentía infantil por decir aquello cuando se encontraba en los brazos de su esposo

Pero no podía negar que era eso justamente lo que sentía en aquello momentos, una opresión en el pecho, un miedo injustificado ¿Por qué la asaltaban esos pensamientos cuando estaba con Darien? ¿Por qué ahora que las cosas entre ellos se estaban solucionando?

—No seas tonta— le dijo el atrayéndola hacia su cuerpo aun mas si era posible – no pasa nada, ya veras como todo saldrá bien. Nada malo puede pasarnos mientras sigamos juntos— y le sonrió una sonrisa amplia y brillante destinada solo a ella.

Serena sintió que los ojos se le llenaban de lagrimas, y que la felicidad no le cabía en el pecho, había recuperado a su Darien y si el decía que todo estaba bien, entonces todo estaría bien. Darien nunca le había mentido.

X – X – X

Anthua era el futuro gobernante de Sizeta, era el hijo mayor de la soberana Minerva y el Rey Charles, poseía unos expresivos ojos azules que en esos momentos estaban fijos en el paisaje que se podía ver desde la ventana de la habitación que su majestad Serenity había dispuesto para si.

No le gustaba la tierra, nunca le había gustado, no le gustaba la manera pasiva en que los reyes llevaban a cabo sus mandatos, la tierra era un lugar de oportunidades, y Anthua lo sabia, había lugar suficiente como para poder hacer siembras y alimentar así a toda la gente pero no solo eso, había suficientes personas como para que la tierra tuviera el mejor ejercito de la historia. Pero tanto Endimión como Serenity parecían incapaz de notar ese potencial, la tierra podía invadir la vía láctea, podía tener a los otros planetas a sus pies y no lo hacían.

El definitivamente no lo entendía, como tampoco entendía el que Tokio de Cristal se rigiera por leyes absurdas, posiblemente lo que menos comprendía de todo eso, era el discurso de la Neo Reina, justificar sus actos en nombre del amor que supuestamente sentía por su tierra y por todas y cada una de las personas que la habitaban.

Anthua no creía en el amor, para el aquello era una simple excusa de los débiles para justificar su mediocridad, una simple palabra tras la que excusar los actos inclusive los mas ruines, el no quería unir su vida por que estuviera enamorado de eternal sailor Venus, lo quería hacer por que era una estrategia que sus enemigos no esperarían, porque teniendo el respaldo de la tierra, su planeta seguramente ganaría el respeto que merecía, el respeto que había perdido tras la muerta de su padre.

Había sido aleccionado por su madre por supuesto, sobre la manera de hablar de moverse de todas las cosas que tenía que decirle a Venus de lo que debía decir a la reina. Pero era difícil hablar de algo en lo que no creía, que no sentía.

Era estúpido en la realeza hablar de amor, en la realeza solo había contratos que garantizaban la bonanza de un reino y otro, le parecía increíble que los reyes de la tierra creyeran lo contrario. Y eso era justamente la mayor debilidad de la pareja.

X – X – X

Cuando aquella oportunidad se había abierto ante sus ojos, no espero que doliera tanto ni mucho menos que lo dejara tan agotado. Sentía que su cabeza se partía en dos, pero si ese era el precio que debía pagar para recuperar su libertar, lo pagaba con gusto.

Movió su cuerpo y no pudo evitar el gemido de dolor que salió de su garganta al darse cuenta que todos los músculos le dolían horriblemente, todo su cuerpo punzaba ante el dolor, y sin embargo, no podía dejar de sonreír.

¡Era libre!

Al fin se había librado se todo eso, podía vivir su vida, ojala pudiera estar libre también de los recuerdos, pero al parecer el cristal de plata había hecho un excelente trabajo en su mente, por qué desde que había despertado su mente era capaz de recordar todo.

Como en ese momento, en que había utilizado todo su poder, en que había incluso utilizado más de lo que siempre creyó que poseía, y sin embrago, seguir recordando todo, todo lo que ese chico sabia, y al mismo tiempo todo lo que el sabía. Aparentemente los recuerdos jamás lo dejarían descansar.

— Debiste de haberme llamado — escucho la voz desde la puerta de la habitación

Cerro los ojos un momento, aun se perdía entre los recuerdos de uno y otro —

— No quería preocuparte — dijo con voz cansada

— No solo eres mi colega Armando, eres mi amigo — dijo aquella voz que le era ampliamente conocida, una voz que no podía evitar detestar.

— En verdad Taiki no debes preocuparte, es un simple resfriado — contesto

— En el tiempo que llevamos trabajando juntos, nunca te habías enfermado, así que no me pidas que no me preocupe — le dijo mirándolo y frunciendo el ceño — te ves diferente — dijo al fin

— Es la gripe — contesto el pelinegro

— Es tu mirada es diferente —

— Debe ser la fiebre — agrego rápidamente, gimiendo cuando intento incorporarse

Taiki se apresuro a acercarse, dejando que lo que pensaba decir muriera apocado por la preocupación por su amigo, era mas que su amigo, era técnicamente su hermano, pasaba mas tiempo con el que con Yaten y Seiya. Y sin embargo cuando toco el brazo para ayudarlo a incorporarse sintió algo recorriendo su columna.

La misma sensación que tenía cada que miraba el palacio

Es la preocupación, solo eso pensó no del todo convencido.

Notas de la autora

No tengo perdón lo sé, no tengo justificación también lo sé. He escrito esto con todo mi cariño para continuar con el armado de la historia, estoy segura de que muchas ya saben por donde va la cosa, no planeo dejar esta historia, planeo continuarla hasta el fin y se que es una tontería esperar que ustedes continúen al pendiente ante mi ritmo de actualización, voy a intentar hacerlo mas rápido de verdad.

Espero que les gustara y aun cuando se que es mucho pedir también espero, sus comentarios.

Una enorme disculpa de verdad.