Remus

Zigzagueo a través de los nombres antiguos, intentando concentrarme en alguno... pero siento tu mirada y es imposible. Ya no sé qué esperar de ti.

Xantas, hijo de Gangor, sigo traduciendo sin prestar atención.

Wormtail y Prongs están en lo suyo, pero tú me miras, puedo sentirlo. Vuelvo a pensar que si no huyera de tus ojos tal vez me dirían lo que quiero oír. Una vez estuve casi seguro... pero luego desapareciste. Te alejaste de mí, y ahora pienso que tal vez fue por culpa de esas miradas... ésas que intento que no descubras.

Sin levantar la vista del pergamino, siento tu cuerpo levantarse del sillón y avanzar hacia mí. Repaso las letras con los ojos, pero soy incapaz de descifrar alguna... y sé que tiemblo, por más que intente controlarlo.

Quiero levantar la vista y encontrar tus ojos... de verdad quiero. Pero tengo miedo de revelar mucho más de lo que puedas reflejar. O soportar.

Ñoño, me regaña esa maldita voz interna (hace semanas que no me deja en paz), pórtate como un Gryffindor y asume las consecuencias. No puedo ni respirar, pero levanto la vista y enfrento tus ojos grises, con todo el valor que soy capaz de acopiar.

Moony, dices dulcemente... y entonces lo veo. Las miradas furtivas y las noches en vela, el miedo al rechazo, la necesidad ilógica de arriesgarlo todo, los años de maduración de un sentimiento demasiado grande para ser comprendido, la negación, la aceptación... todo lo que mis ojos pretendían ocultarte está escrito en los tuyos. Kilómetros me separan de pronto de tus labios... toda distancia es demasiado grande. Junto mis labios y los tuyos, sin pensarlo, y el mundo deja de existir. Imagino por un segundo las caras de Prongs y Wormtail, y el resto de la Sala Común... pero es sólo el instante que demoro en cerrar los ojos y dejar que tu calor me invada por completo.

Hueles a lluvia y bosque, a brisa fresca... a vida, a electricidad en el aire... me llenas de energía. Gimes contra mis labios y respondo gruñendo despacio, profundizando el beso, mientras mis ojos se vuelven amarillos (y es que, Sirius... el Lobo también estaba esperando esto). Fuerte, profundo... necesito reclamarte. Eres mío, dice mi lengua en tu boca, mis manos en tu cabello... y todo tu cuerpo responde. Despacio, tras un tiempo indefinible, nos separamos sin dejar de mirarnos. Cuánto tiempo espere para sentirte como ahora te siento... para ver en tus ojos lo que ahora veo.

Bueno... ya iba siendo hora, dice Prongs con calma, mientras el resto de la Torre nos mira con la boca abierta.

Ambos concordamos.