Los personajes originales son propiedad de Rumiko Takahashi.
Este es un fanfiction de LOU & PAO CHAN. . . creado sin fines de lucro.
NOTA DE LAS AUTORAS¿Qué hay que decir?. . .de nuevo el giro y narrativa de la trama cae a manos de Ranma. . .ya veremos porqué. jejeje
CAPÍTULO 7
"Akane. . .el orden del caos"
El sonido de la lluvia podía escucharse a través de la ventana de mi habitación con un eco ahogado a causa de las mullidas paredes, que de vez en cuando crujían de manera un poco estremecedora.
Vaya, parecía que realmente no hubiera habido visita alguna desde hace tiempo, y la prueba eran esos apolillados muros. Y podía decir lo mismo del mobiliario, el cual me parecía digno de un museo de antigüedades.
La luz mortecina de una desgastada lámpara de keroseno destellaba tenuemente.
Y ahí estaba yo, sentado frente al escritorio de mi cuarto con un mar de papeles por leer. Tofu me había pedido que revisara algunos archivos (señalando una pila realmente inmensa de carpetas) para que me fuera familiarizando con lo que sería mi trabajo con él.
Manipulación genética, alteración de cadenas de ADN a nivel mitocondrial, bases neutras para regeneración de tejidos… Todo parecía sacado de algún capitulo de "Star Trek" y sin embargo, ahí estaban, los números, los análisis, las fechas de las pruebas… Y como olvidar el tan particular zoológico de la isla. Prueba viviente de que Tofu no estaba loco, o que por lo menos solo lo suficientemente deschavetado como para llegar a donde nadie mas se habría atrevido. De momento no sabía si admirar al hombre… o temerle.
Animales humanizados. . . ¿Con qué propósito?, pensé sumido en un inconcluso mar de ideas, mientras mi vista se pasaba distraídamente entre las líneas escritas en una hoja.
Tofu había mencionado algo acerca de un error. . .pero lo que había visto esta mañana no era un error sino una catástrofe. ¿Qué pensaba hacer?
Algo rascó la puerta de mi habitación.
Tragué en seco, en cuanto el sonido me sacó de mi ensimismamiento. Hubo un momento de silencio, y de nuevo el ruido se repitió.
-Un visitante que a deshoras a mi cuarto quiere entrar –Dije en voz baja, recordando el poema del "Cuervo"- Eso es todo y nada más.
¡¡GRROOOOUUUUUUUUWWWWWLL!!
El aullido que sonó tras mi puerta me recorrió la espalda como un dedo helado. Pase del "Cuervo" a "El sabueso de los Bakersville" en un santiamén. Tome el primer objeto antiperros que encontré (Una pantufla bajo mi cama) Me dirigí resuelto a la puerta y al tomar el picaporte recordé que había dos seres que podían aullar así. Ya menos resuelto, abrí la puerta con precaución.
Shirokuro estaba ahí sentado; con esa mirada suya de "Se renta cabeza hueca para cerebro desesperado".
Miré de un lado a otro. Ni rastros de la chica-perro.
Mi resolución cobró bríos y levanté mi arma dispuesto a ahuyentar al enfadoso animal pero este se dio la vuelta antes de que me moviera, corrió hacía las escaleras que llevaban al piso inferior y después volteó a verme fijamente. Me puse nervioso; los perros solo miran así cuando van a atacar o quieren algo y ninguna de las opciones era de mi agrado. Corrió de nuevo hacía mi y justo cuando le iba a dar con la puerta en las narices se detuvo en seco y regresó a la escalera, bajó dos escalones y volvió a mirarme.
No se necesitaba ser un genio para saber que quería que lo siguiera.
Tampoco se necesitaba ser uno para darse cuenta que de ninguna manera iba a hacerle caso.
-Si tienes hambre ve y sírvete tu solo –Le dije mientras cerraba la puerta- Con tantas cosas raras por aquí, no me sorprendería que pudieras.
Comenzó a chillar. De alguna manera entendí que era algo grave. Un animal por más idiota y desagradable que sea no llora de esa forma por nimiedades. Aun muy renuente salí del cuarto y cerré la puerta.
-Que no sea un hueso que no puedas desenterrar –Murmuré entre dientes- Porque entonces va a haber un habitante menos en esta isla.
Bajamos las escaleras, Shirokuro delante de mí. La planta baja estaba en semipenumbra así que solo alcancé a distinguir un bulto en la entrada. Mi primer pensamiento fue que el estúpido animal había matado algo y que quería presumirme su trofeo. Busqué a tientas el interruptor que estaba en la base de la escalera.
Cuando encendí la luz y vi lo que era, sentí un curioso vuelco en el estomago.
Akane estaba hecha un ovillo en el suelo, se sujetaba uno de sus. . . ¿Pies?… ¿Patas?… Bueno, me entienden. Estaba empapada y llena de lodo y raspones. Había una oscura y goteante mancha de sangre en su costado y eso me hizo acercarme a ella muy preocupado.
-¿Estas bien? –Genial. La chica estaba grave y yo haciendo preguntas estúpidas.
Ella abrió los ojos y me miró. Ya no estaba esa actitud retadora y agresiva tan común en ella. Ahora tenía miedo y era obvio que estaba muy lastimada.
Mi primer impulso fue ir a despertar al doctor pero me detuve. No podía dejarla así nada mas, no tenía idea de que tan graves eran sus heridas. El consultorio estaba más cerca que el dormitorio de Tofu, así que tomé una decisión.
-¿Qué estás haciendo? –Protestó ella débilmente cuando la levante en mis brazos. Curioso. Para ser una persona que pateó tan fuerte a una pantera resultaba ser muy ligera.
-Te llevo al consultorio –Le contesté— Hay que revisarte.
-Pero… Pero no me cargues –Dijo ella mientras bajaba la cabeza y se sonrojaba.
-¿Porqué?
--Es que estoy hecha un asco… Y te voy a ensuciar.
El primer comentario de una chica normal que me hacía. Algo en eso me hizo sentir mas tranquilo.
--Eso no es importante. Primero tenemos que limpiar esas cortadas… Por cierto ¿Qué te paso?
Emitió un corto y bajo gruñido.
--Me caí ––Fue la corta y firme respuesta de ella.
Definitivamente estaba mintiendo. Pero no iba a preguntarle mas, no era de mi incumbencia. Llegamos al consultorio. Abrí la puerta con la cadera y encendí la luz con un codo. Puse a Akane en la mesa de revisión y después me puse a revisar los anaqueles, encontré todo el botiquín de emergencias. Lo puse aun lado de ella y después comencé a buscar una bata para que se cambiara.
--Necesitas quitarte esa ropa tan mojada ––Dije mientras seguía buscando alguna de esas batas de hospital que le había visto al doctor—Te puedes enfermar…
Las palabras "moquillo" y "parvovirus" surgieron involuntarias en mi cabeza pero logré mantener la boca cerrada. No había batas por ningún lado. Esperando que no se fuera a resfriar tomé el frasco de desinfectante y me di la vuelta para curarla.
Ella estaba totalmente desnuda.
Estaba sentada con la espalda muy recta y los restos de su gi en las piernas… Y desnuda.
-¿Lo harás mientras estoy sentada o quieres que me acueste?
Creo que en ese momento aplasté el desinfectante y este lanzó un chorro al techo. Ella se estaba refiriendo a la curación pero honestamente era lo último que pasaba por mi cabeza.
¿Mencione que estaba desnuda?
Es curioso como podemos ver a una persona y no notarla hasta que la vemos… Pues así… Desnuda.
Porque ella estaba ahí, en la mesa, desnuda.
Si ya se que estoy poniendo muy repetitivo pero tienen que entender. Ella estaba sin nada de ropa encima y no parecía en lo absoluto turbada. Era yo el que tenía problemas para mantener la sangre fría.
Tenía un cuerpo menudo y firme. Se podía ver como tensaba los músculos bajo la piel. Que por cierto era de un tono bronceado y de apariencia delicada. Incluso el vello que salía de sus extremidades se veía suave. Sus pechos eran pequeños pero bien delineados y…
-¿Ranma?
La voz de ella me hizo dar un brinco.
-¿Siii?
--Te está sangrando la nariz ––Me señaló— ¿Te sientes bien?
Me limpié mientras pensaba que en algún lugar del infierno me estaban reservando un asiento.
-Bien… Estoy bien. ––Acerqué un banco y después puse un poco de alcohol en una gasa— Voy a limpiar la sangre seca.
Ella asintió un poco asustada y cerró los ojos, yo no pude evitar el darle una segunda mirada a sus pechos (Un paso más cerca del infierno Dios mío) Noté entonces una pálida pero marcada cicatriz cerca de su pecho izquierdo, y unos cuantos centímetros más abajo otra, que iba desde el esternón en diagonal; la clase de marca que deja una operación a corazón abierto.
Traté de concentrarme en limpiar la herida de su costado pero me estaba costando trabajo. La única vez que había trabajado con un cuerpo desnudo había sido en la clase de anatomía de la universidad y honestamente el cadáver de un vagabundo no se podía comparar con el de la chica que tenía en ese momento frente a mí.
Una chica extraña… Pero linda… Y desnuda.
-Me duele un poco… -Se quejó ella— Pero no mucho… Mmmmmmhh…
Aquello último fue una especie de quejido gemido que me erizó los cabellos de la nuca, después dio una risita cuando le toque accidentalmente una costilla. Después dio un largo y voluptuoso suspiro y se pasó la lengua por los labios mientras repetía el ruido original.
Ahora era una chica extraña, linda, desnuda y que estaba haciendo ruidos raros… Y yo era un idiota a dos pasos de que Satanás lo arrastara a los más profundos infiernos.
-¿Seguro que ese sangrado es normal? –Ella me miraba con sus enormes ojos castaños con una curiosidad casi infantil… O canina.
-No pasa nada… De veras ––Tenía un pulso como para ser medido en escala Richter pero logré poner el hilo en la aguja. La herida de Akane iba a necesitar sutura. — Vas a sentir un piquetito ––Dije mientras ponía mi mano en su cadera. Ella volvió a gemir y yo definitivamente quería salir corriendo—- ¿Te estoy lastimando?
-No… Es solo… --Se sonrojó mucho. Lo ultimo que quería que ella hiciera- Es solo que tus manos se sienten raras… Pero bien.
Tal vez debería saltar por la ventana y ver si podía llegar nadando al continente americano en tiempo record.
Por Kamisama, nunca en mi vida había sentido la sangre tan caliente, y en este momento podría asegurar que estaba casi a la misma temperatura que la lava ardiente de un volcán.
Y la discreta pero fija mirada de Akane no ayudaba en nada.
Al menos había dejado de emitir esos ruidos incómodamente inoportunos.
Afortunadamente la herida no era muy extensa (ahora que lo recuerdo, no creo que fuese mayor a tres dedos de mi mano) y por lo que sólo bastó con tres puntadas de sutura. . .y menos mal.
Saqué las diminutas pinzas del botiquín para cortar el sobrante, dejando mi otra mano firmemente en su cadera. Me pareció sentir que su respiración se aceleraba extrañamente, volvía a un ritmo normal y de nuevo se aceleraba, acompañado de un suspiro tenue.
Cielos¿estaba jadeando?
Ranma, eres todo un genio, brillante deducción. . . ¡ella es una chica mitad perro¿qué otro sonido esperabas que hiciese?, pensé.
Alcé la vista nerviosamente y tratando de no fijarme de nuevo en su anatomía (o al menos no fijarme de una manera tan indiscreta). Ahora su mirada no estaba clavada en mí, sino en algún punto perdido en medio de la habitación, con la boca entreabierta y parte de su sonrosada lengua asomándose por entre la comisura de sus labios.
Vaya. . .otra cabeza en renta para cerebro desesperado, murmuré para mí mismo, recordando que ésa era la misma expresión del bobo de Shirokuro. De hecho, si no fuese por los rasgos humanos de su rostro y ciertas diferencias obvias en su fisiología, juraría que podía ser una versión monocromática de Shirokuro, solo que en tonalidad negro-azul.
--¿Dijiste algo?
La pregunta casi me hizo dejar caer las pinzas al suelo.
--No. ...yo no dije nada –musité tratando de sujetar con firmeza las pinzas y cortar la insignificante hebra que sobresalía de su tibia piel, pero mi pulso parecía el de un anciano con mal de Parkinson, casi sentía que podía escribir un mensaje en código Morse sobre la metálica mesa de revisión. .
--Creí que habías dicho algo. . . –sonrió ligeramente y posó una mano detrás de su nuca—je je. . .es que a veces suelo perder la concentración, no puedo evitarlo.
Y volvió a sonrojarse.
Le devolví la sonrisa. No sé por qué, pero me sentía un poco más tranquilo, por lo menos la tormenta ya había pasado.
Quité el sobrante de hilo quirúrgico y pasé un hisopo impregnado de desinfectante sobre la tenue y rojiza línea que había quedado en lugar de aquella abertura sanguinolenta, para después cubrirlo con un trozo de gasa.
Mi atención se centró en su pierna derecha. La sujeté con cuidado, flexionando suavemente.
¿Qué hacer ahora?, si aquello era una extraña fusión entre una pierna humana. . .y una zarpa canina. Y yo no tenía ni el más mínimo conocimiento de zoología o veterinaria.
--¿Te duele cuando hago esto? –dije, enfocándome en sacar un típico diagnóstico por medio de pregunta-respuesta.
--No.
Comencé a palpar con las yemas de los dedos los músculos de su ¿pantorrilla¿Corvejón? (aun no encuentro un término adecuado, en serio), sintiéndolos un poco inflamados.
--Auuu
Sonreí un poco aliviado.
-- Esta bien, no hay fracturas. Parece que te lastimaste un ligamento, nada más. –dije.
Tomé una venda y la pasé sobre el lado hinchado, presionando levemente. Ésta dio tres vueltas, la corté y sellé con cinta médica.
Me levanté dispuesto a guardar todo lo que había desparramado "accidentalmente" sobre la mesa de vuelta al botiquín. Bien, por lo menos aun recordaba mis primeras lecciones de primeros auxilios.
Todo iba bien a excepción de un insignificante detalle. . .
--. . .hace un poco de frío –Akane gimió en tono bajo. — ¿Ya terminaste?
Estúpidamente me di la vuelta a punto de responder cuando de nuevo me quedé estancado en las sinuosas formas de su cuerpo. . .¡y para colmo estaba con la espalda arqueada hacia adelante, haciendo que un par de "cosas" destacaran sobre todo!
--¿Ranma?
--Haa. . . ¡Hai! Dame un momento.
La bata. . .¡mierda, había olvidado sacar la condenada bata!
Miré de reojo. Nada, ni siquiera alguna colgada en el perchero que había cerca del rincón.
Con la mente demasiado atiborrada de ideas y aun con un pulso tembloroso hice lo primero que se me ocurrió. Me quité mi bata, sacudiendo el escaso barro impregnado por las ropas de ella.
--Toma. . .puedes ponerte esto –le di la bata.
Se quedó mirando confundida la prenda. . .y luego a mí.
Yo me di la vuelta, dejándole un poco de intimidad (y porque no quería salir corriendo por la ventana).
Por favor no pidas que yo te la ponga. . .no ahora. . No.
-ya –dijo con un tono tranquilo. Por lo menos ya tenía algo encima.
Se bajó de la mesa lentamente, tratando de no apoyar excesivamente fuerte la pierna vendada. Yo me acerqué un poco, dispuesto a tomarla de los brazos en caso de que perdiera el equilibrio.
Hubo un breve silencio, cinco o seis segundos tal vez, en los que me perdí en un rostro de suaves facciones que trataban de disimular una sonrisa. Unos ojos castaños, casi color miel, y aparentemente dóciles.
¿Era esa la misma "chica" que me había lanzado por los aires hace un par de días y me había hecho tragarme literalmente una taza de té ayer?
Lo era, en efecto. Sólo que parecía que su lado brusco se había tomado unas vacaciones con gastos pagados durante este momento.
Su sonrisa se amplió, y se acercó un poco más hacia mí. Su rostro se detuvo entre mi cuello y mi hombro.
La sangre volvía a hervirme. . .y esta vez creo que ella se dio cuenta de eso.
Sniiiiiiiiiiiiff. . . .sniiiiiiiiiiiiif
Exactamente ese sonido hizo que perdiera todo contacto con mis terminaciones nerviosas. La piel se me petrificó al sentir que su nariz aspiraba profundamente el cuello de mi camisa.
Levantó la cara, y esta vez su nariz rosó la mía.
Un leve rubor le cubrió el semblante.
--Gracias. . .—jadeó. Bajó la vista, cuando "alguien" tiraba de la bata que llevaba puesta.
Shirokuro le gruñó, sujetando uno de los bordes de la prenda.
Se dio la vuelta, echando a andar a paso lento detrás del perro. Y la puerta se cerró, dejándome sólo, petrificado y con un ritmo cardiaco digno de un paciente con taquicardia.
--. . .creo. . .que me iré a tomar. . .un baño con agua helada. . .muy, muy helada. . .
--¿consulta a media noche? –Tofú arqueó las cejas con un poco discreto tono de interés, abriendo de par en par una de las ventanas de la sala.
Su pregunta hiso que casi se me atascara parte del arroz de mi plato.
Aquella mañana me sentía no cansado, sino tan exhausto como si me hubiera puesto a correr un maratón por toda la isla. Los párpados me pesaban, la espalda aun me crujía como si alguien hubiese bailado danza irlandesa
sobre ella.
Y eso sin mencionar que el hecho de bostezar se había convertido en un tic repetitivo.
--. . .pues. . .sí. . .—dije tratando de no atragantarme con un desayuno que empujaba a regañadientes por mi garganta
La mente aun iba y venía con esa imagen (demasiado impactante) de la noche anterior. . .a mitad de la noche, yo con el cuerpo totalmente temblando (y no era por el frio). . .y frente a mi estaba esa chica (si, ésa misma, de ojos castaños, cabello corto negro-azulado y de actitud canina). . .sentada sobre la mesa de revisión del doctor, pidiéndome que le curara una herida tan grande y sanguinolenta como ésas que se ven en las películas de terror.
. . .y yo como buen médico no iba a negar mis servicios. . .ni siquiera porque. .
. . .porque esa herida estaba cerca de una parte muy pero muy. . . ¿vulnerable¿Muy obvia tratándose de anatomía femenina?
¿O será porque la chica estaba frente a mi con el torso completamente "al natural" y con una disposición de ingenuidad típica de un cachorro en su primer visita al veterinario? (y eso no era común en una chica NORMAL. . .por Dios, en Tokio ninguna chica decente se quitaría la ropa como si nada pasase)
¡Rayos¡¿Por qué no puedo quitarme esa imagen de mi cabeza?!
--Bueno, sería interesante ver esos puntos de sutura. Tal vez sea necesario retirarlos hoy ¿Te importaría ayudarme, muchacho?
--AGHDDDDFDSS
--¿Ranma? –la interrogante de Tofu parecía oírse a metros de distancia, cuando sentía que un géiser de arroz se interponía en mis cuerdas vocales.
--cuñado, creo que se está ahogando –Nabiki murmuró desde alguna parte de la habitación.
--AAAGGHHHHFDDSS
--. . .oh, ya me parecía muy extraño que su rostro se pusiese de esa tonalidad azul.
--¡Yo ayudo!
¡PAAAFFF!
Una mano me golpeó en la espalda tan fuerte que sentí que mis pulmones saldrían disparados junto con ése cúmulo de arroz atascado. Tosí un par de veces tratando de que se me aclarara la garganta. Levanté la vista encontrándome con el rostro de Tofu completamente cubierto por un granulado manto blanco. . .dando la impresión de que había caído toda una ventisca de arroz sobre él.
Aunque. . .si él estaba frente a mí, era lógico que el manotazo que había recibido no fue por parte suya, y Nabiki estaba al otro extremo de la mesa.
--Vaya que eres idiota –el rostro de Akane esbozó una sonrisa burlona pero simpática, detrás de mí—ahogarse con un insignificante plato de arroz. .
--hermanita, tú te atragantaste con un hueso de pollo hace una semana –Nabiki le dirigió una mirada reprochadora a la chica-perro—y recuerda lo del estofado que preparó Kasumi hace tres semanas, y también lo del postre de el viernes, y lo de. . .
GRRRRRRRRRRRRRRR
Akane le gruñó en tono bajo, sonido interrumpido por un comentario de Tofu, que para variar estaba totalmente fuera de contexto
--¡Quéeee buen climaaaaa!! –gritó en voz en grito, y con los lentes completamente empañados.
--Buenos días, querido –Kasumi sonrió entrando con un bulto de ropa, se dirigió a Akane—Akane-chan, ya está seco tu gi –su mirada se tornó pensativa, mientras examinaba la casaca— ¿Segura que sólo te caíste?, porque encontré manchas rojizas aparte de lodo.
--. . .si. . .unos cuantos raspones y nada más –respondió con la cabeza gacha, las orejas en la misma posición y la cola entre las piernas.
--Si. . .eso me recuerda. . .Akane tengo que revisar esos puntos. . .
--cariño, ésa es una silla –rió Kasumi, sin percatarse de que el pobre tipo perdía la consciencia de todo siempre que ella estaba cerca.
--je je je. . Ya lo sabía. . .—musitó él, mientras chocaba con la pared, otra silla y contra el marco de la puerta del consultorio.
Abrió la puerta con una mano (y eso porque la otra la tenía atascada aun en uno de los huecos del respaldo de la silla que había confundido con Akane), y entró tambaleándose al consultorio.
--. . .todos los días es lo mismo. . .—suspiró Akane, encogiéndose de hombros y echando a andar detrás del despistado doctor.
Y yo aun hacía esfuerzos por que mi respiración se normalizara después de tan brutal "intento de maniobra Heimilch".
Me levanté sin evitar toser un par de veces, echando un vistazo al interior del consultorio del doctor.
Era mejor ir y echarle una mano a ese pobre hombre si es que aun estaba en ese estado de somnolencia-estupidez.
Además de que había algo ilógico en lo que. . . ¡¿qué pensaba hacer?!
--Doctor, no creo que sea necesario que quite la sutura, no lleva ni 24 horas desde que yo. . .—empecé a decir mientras entraba en el consultorio, tratando de no tropezar con los libros y frascos que Tofu había derribado hace un instante. Mi vista deparó en Akane, sentada de la misma manera que anoche, solo que afortunadamente llevaba puesto el pantalón del gi. . .y la bata que le había prestado ayer¡completamente abierta!. . .y esa mirada ingenua que parecía acusar cualquiera de mis pensamientos en éste momento. Suspiré, tratando de completar la frase y para tratar de no verme como el mayor de los pervertidos—. . .de. . .desde que yo los suturé.
Tofu estaba al otro extremo de la mesa, sacando el botiquín.
--¿Estás seguro, muchacho? –Tofu respondió, acercándose hasta la mesa de revisión y señalando sobre el costado de Akane unas líneas apenas visibles en el área que yo había unido con el hilo quirúrgico.
--Imposible. . .nadie puede cicatrizar tan rápido. — Mi vista deparó en esa insignificante cicatriz.
Tofu alargó el brazo hasta una de las estanterías, sacando una caja de gasas para curación.
--¿Recuerdas el recopilador que te dejé a leer?, creo que pudo servirte como una breve explicación de esto.
--Hai. . .—respondí brevemente confundido.
Cierto, al menos algo así había mencionado en esas polvorientas hojas que me había pretendido leer anoche, antes de que cierta situación me interrumpiera de todo el asunto. Si bien había mencionado algo similar a células restauradas, epidermis y tejidos capaces de regenerarse de manera espontánea, ninguna imagen o cuadro de datos resultaba tan explícito como esa línea carmesí que cruzaba en transversal la zona lateral del abdomen de la chica, y que parecía fundirse con el resto del tejido "humano".
Imposible¡prácticamente imposible! Y como médico, era bastante obvio resolver que una sutura de ese largo (tres puntadas para ser exactos) debería tomar al menos diez o quince días para cicatrización. . . ¡y esto había llevado no más de doce horas!
--bueno, es la ventaja de la manipulación de algunas enzimas y quitando unas cuantas células de más –Tofu esbozó una sonrisa de satisfacción—y eso sin importar la profundidad de la herida o corte, sólo basta unas tres o cuatro horas –volvió a dirigir su vista a la marca.—Por ahora será mejor retirar los puntos. Akane-chan inclínate un poco hacia el lado derecho.
--si –respondió la chica-perro, quien había estado con la vista fija en el piso y sin hacer ruido o comentario alguno durante la breve explicación del doctor. Imagino que debió de sentirse en ese momento como el proyecto escolar de Tofu (por lo menos en la forma en que éste se había dado a entender).
— ¿Puedes extraer el hilo? –inquirió Tofu.
Yo asentí, adelantándome hasta la mesa de revisión y dispuesto a sacar las puntas que sobresalían de la piel. . .y dos segundos después toda atención fue a dar inconscientemente (¡lo juro!) en un par de detalles que sobresalían de esa bata, en el momento en el que Akane arqueó el cuerpo hacia su otro costado, haciendo que sus pechos se deslizaran hacia adelante a consecuencia de la maldita fuerza de gravedad.
Diagnóstico. . .Pulso acelerado. . .cuerpo petrificado y una sensación cálida de algo que goteaba de mi nariz.
--Mientras buscaré el otro frasco de desinfectante. . .—Tofu pareció no darse cuenta de que parte de mi cara experimentaba una combustión espontánea—que curioso, creí que esta botella estaba casi llena
Y entonces. . .era demasiado tarde fingir esa estúpida mueca que de seguro tenía en mi rostro.
--¿De nuevo te esta sangrando la nariz? –preguntó Akane disimulando una sonrisa.
Bien, lo que faltaba ahora era uno de esos indeseados comentarios. Y no me atrevía siquiera a pensar que más podía salir mal aparte de esto.
--¿Te encuentras bien?, puede ser una alergia o algo, posiblemente. . .
--¡Estoy bien! –interrumpí adelantándome hasta donde él estaba, y con una mano sobre ése inquietante e incriminatorio poro nasal.
--descuida, ya los quité –dijo Tofu, al tiempo en que desprendía unas diminutas hebras del borde de una línea apenas visible en el costado izquierdo de Akane, haciendo que ésta emitiese un gemido corto y bajo.
¡Justamente un sonido que en este momento no ayudaba para nada!
Bajé la mirada y traté de pensar en cualquier otra cosa que no me recordara ni a lo que pasó anoche ni lo que se me ocurriese al escuchar esa clase de gemidos.
--Así que. . . ¿todo esto es lo que trata de probar con su llamado "proyecto Genoma"? –pregunté volviendo al tema (y tratando de despejar mi mente)
--Algo así. Claro que no es todo. ¿Te dejé la muestra del prototipo?
Me encogí de hombros y negué con la cabeza. Lo único que me dio a leer fue unas cinco hojas llenas de fórmulas y diagramas de datos.
--Debí de haberlo dejado en el estante de la sala –el doctor se pasó la mano por la barbilla en tono pensativo—. . .o tal vez en mi habitación. . . ¿O lo habré dejado en la mesa?. . .bueno iré por él.
Se dio la vuelta y salió caminado con las manos en los bolsillos de la bata, hablando en voz baja.
Algo me decía que sería mejor no imaginar a que clase de prototipo se refería, y menos si ésa cosa la había olvidado en la cocina en el momento en el que Kasumi preparaba el desayuno.
Y, terminé quedándome con un pulso tembleque, el rostro aun ruborizado y mi otra mano todavía apretaba mi nariz con tal fuerza que sentía que me estaba desbloqueando el tabique.
--Ey. . .Ranma. . .¡Ranma!
Y me había olvidado que estaba solo, en esa habitación a plena luz del día. . .con esa extraña chica a mis espaldas.
--¿Podrías pasarme el cinturón? –murmuró Akane a muy pocos metros de distancia de mí.
Como si estuviese rodeado por una cuadrilla de policías, mi cuerpo y toda terminación nerviosa se paralizaron y procedí tal cual lo haría una persona decente y normal en sus cinco sentidos. Además¿Qué tenía de intimidatorio esa pregunta? Si preguntaba por su cinturón significaba que afortunadamente ya tenía puesta la parte superior del gi.
Bajé la vista dándome cuenta de que el cinturón (un deshilachado trozo de tela café que a simple vista podía ser todo menos un cinturón) estaba junto a mi pie derecho. Me incliné y se lo pasé sin siquiera voltear a verla y comprobar si mi teoría era cierta.
Pasaron dos, tres segundos en silencio. El punto de ebullición de mi cuerpo había pasado. Y ese silencio se hacía más que incómodo, así que me di la vuelta.
--¿Y?. . .¿Pasa algo?
¿Hubo respuesta?. . .no, en absoluto.
No había nada incriminatoriamente sugestivo esta vez. Solo un par de brillantes ojos miel, fijos en mi expresión de completo idiota.
. . .Prototipo. . .¿A que demonios se refería Tofu esta vez con ese término?
. . .la insignificante cicatriz que había visto esta mañana en el costado de ella. . .
Y esa mirada, ingenua, dulce y. . .
--¿Qué tanto estás mirando? –Akane bajó de un salto de la mesa de revisión, ajustándose el nudo del cinturón, sobre ese deslavado y desgastado gi.
Y haciéndome aterrizar en el mundo real en el que se suponía que debía estar.
--Nada. . .no estaba viendo absolutamente nada –mi primer palabra resaltó un tono de voz algo receloso, pero mi espalda y aun mi garganta me recordaron que no era un buen momento como para acribillar ese instinto violento y agresivo característico de ella. . .no por lo menos tan temprano.
Pero Kamisama siempre pone las cosas tan, pero tan difíciles. . .
--. . .Ah. . . –como si no bastara con esa expresión interrogante, Akane se acercó de una sola zancada, mirándome detenidamente como si quisiera encontrar alguna pista acusadora en mi cara.—Eres muy extraño.
¡¿Qué diantres dijo?!,
Extraño
¿Extraño, yo¡ja, como si el término no declinara en semejante "chica" que estaba frente a mi observándome como si fuese un filete T-bone.
--Eh¿A quién le llamas extraño? –si, por más que intenté no hacerlo, parte de mi deseo aclarar eso. –Yo no soy el que tiene una cola y otros apéndices que ni siquiera son humanos.
No debí haber dicho eso. . .¡definitivamente no debí haber dicho eso!
--A que te grrrefieres con eso?!—y esa expresión de curiosidad de hace unos segundos en el rostro de Akane se tornó en una que distaba mucho de una simple ¿Ira?
Y ese gruñido no era de agrado.
--Que por lo menos no parezco un fenómeno de circo.
Oh, oh. . .¡nunca en mi vida había maldecido mi condenado sentido de defensa como en ese momento!
¿Porqué no puedo quedarme callado al menos una vez?
--GRRRRRRRRR. . .
--Espera. . .—traté de retroceder, pero cada paso que retrocedía ella avanzaba el doble. Alcé una mano delante de mí, haciendo un esfuerzo por calmarla antes de que me mandase rotundamente por los aires—No era. . .exactamente lo que iba a decir. . .yo. . .
--GGGGGGGRRRRRRRRRRRRRRR
Llegué a un límite. Mi espalda chocó contra la ventana. . .y una puntiaguda y astillada rama me pinchó el hombro izquierdo.
Un espacio en hueco cerca de mi retaguardia. . .y una enfurecida chica-perro delante.
Sin pensarlo mucho, tal vez por la adrenalina del momento, hice lo que creo hasta ahora fue un plan suicida, o la mejor oportunidad de salir ileso aunque fuese por solo un par de horas.
Mi mano sujetó la rama, crujiendo al desprenderla. . .y hacer algo que sólo haría un chico de 10 o 12 años.
--¡Mira¡Una vara!! –Estúpidamente la pasé delante de mí, de un lado a otro—¿La quieres? Eh¡¿la quieres¡¿LA QUIEEERESS?!!
El gruñido desapareció, igual que esa aura asesina. . .y empezó a jadear escandalosamente.
Calma.
Y entonces. . .
--¡VE POR ELLA!! –grité por reflejo, cuando levanté mi brazo aun con la rama en mi mano. Lo moví hacia adelante como si toda la fuerza de mi cuerpo se hubiese concentrado en él. Sentí la fugaz sacudida de mis dedos al desprenderse de la rama.
Esta fue a dar como un proyectil hacia el exterior del consultorio y de la casa, con una velocidad digna de las mejores municiones nazis.
Silencio.
La atención de Akane pasó de mí, hacia la vara. . .y después en la dirección en la que la había lanzado.
Silencio.
--¡¡VAAAAAAAAARAAAAAAAAAAAA!!—su voz rompió el silencio con un estridente ladrido. Y se echó a correr a cuatro patas en dirección a donde sea que haya ido a parar la rama, derribando la puerta, el escritorio y a todo aquel que se interpusiese en su camino, armando todo un escándalo—¡¡BAARK BAAAARK!!
Pálido, confundido y estupefacto. . .bien, por lo menos estaba en una sola pieza.
--uf –suspiré aliviado. —eso estuvo cerca. . .
--mm. . .no debiste hacer eso –alguien interrumpió, desde el otro lado de la puerta. Nabiki mostró una sonrisa que podría interpretar como compasiva.
--¿Por qué?
--Pues. . .—Nabiki bajó la voz, siendo interrumpida por una confundida Kasumi, quien se asomaba entre la destrozada puerta del consultorio.
--Oh, no de nuevo –dijo mirando el tremendo desorden en la habitación. —acababa de barrer ahí.
Brrrrrruuuuuummmmmmm
Algo vibró. Algo lejano, y no era un temblor normal.
Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrruuuuuuuuuuuuuuuummmmmm
El sonido se acercaba. Y de repente me dio la sensación de ser uno de los personajes de Jurasic Park.
--¿Qué es eso?
Nadie me respondió. Estuve a punto de repetir la pregunta, cuando una de las paredes del consultorio se colapsó, cayendo como si fuese de cartón.
Una extremadamente enfurecida Akane, con ambos brazos en alto sosteniendo un sicomoro de casi 200 kilos (totalmente arrancado desde la raíz) entró derrumbando lo que antes solía ser la pared lateral izquierda del consultorio.
--¡¡BAAAAAAKAAAAAAAAA!! –gritó a punto de arrojar el árbol contra mí.
-¡AKANE!! –por primera vez desde que estaba ahí, escuché la voz de Kasumi en forma de un regaño autoritario y firme. Y que luego bajó hasta su tono habitual una vez que obtuvo la atención de Akane—Quieta. . .baja ese árbol, por favor.
--GRRRRRRR
--Akane. . .—dijo de nuevo.
--GRRROOOUURRRR
--One chan –Kasumi dio una palmada en su regazo, con voz seria pero una mueca en su rostro típica de un novato adiestrador de animales.
--GGGGRRRRRRR –Akane gruñó bajando el árbol de mala gana.
¡PLAFFFFF!
El árbol cayó estrepitosamente en el suelo, completamente en vertical. Unas ramas se agitaron y algo se removió entre ellas.
--. . .a eso me refería. . .—Nabiki se adelantó quedándose en medio de la escena. Dirigió una mirada de reproche hacia Akane— ¿Y tú por lo menos podrías comportarte como una persona civilizada?, bueno simplemente con que te comportes ¡como una persona!
--¡¡Lo soy!! –ladró Akane.
--¡Nabiki! –Kasumi trató de poner orden.
Personalmente pensaba en escabullirme. Esto se estaba tornando una típica discusión familiar y era obvio que yo estaba de sobra, así que un número de desaparición era lo más indicado.
Retrocedí un poco dispuesto a salir discreta y silenciosamente por la puerta, si no fuese porque una de mis piernas chocó con el tronco del árbol.
Éste tuvo una sacudida en lo alto. Unas cuantas hojas cayeron. . .y aun bulto junto con ellas.
--¡AAAHHHH! –vociferó una sombra, proyectándose hacia donde yo estaba.
Levanté los brazos por reflejo. . .y una chica cayó sobre éstos.
--Aiyáaa –espetó ella, arrastrando las sílabas. Unos ojos aterradoramente felinos se clavaron en mi estupefacta cara— ohhh. . .¡Nihaaaoo chico humano!!
Esa voz, con un estremecedor gruñido que se tornó bajo como un. . .un. . . ¡ronroneo!
--¡GAAAATOOOO!! –no sé en qué momento tomé la idea se salir corriendo, pero lo hice sintiendo que mis pernas se movían a velocidad digna de un propulsor termodinámico.
--Aiyá, chico humano correr rápido. . .a Shampoo parecerle romántico forma de llevarla en brazos.
--AHHH GATOOO ¡¡UN GAAAATOOOOOOO!!
--¡Ranma, bájala ya! –me pareció oír a Nabiki gritar desde algún lugar en la habitación.
--¡¡GAATOOOO!! GAAATTT.. ..
¡SSSPAAAFF!
Un pie, cubierto de pelo negro-azul se interpuso en mi frenética carrera, y fui a dar de bruces contra un estante lleno de libros. . .o que estaba lleno de libros. . .
Cinco. Seis. Siete.
Casi media enciclopedia cayó en mi cabeza, y aun siendo las diez y media de la mañana, se hizo de noche para mí.
--Vaya. . .ya era hora que despertaras –dijo alguien, cerca del sofá en donde había ido a parar.
Lo más seguro era que había quedado inconsciente después de haber intentado leer el altero de libros de Tofu de una manera poco ortodoxa. Y que me hubiesen dejado sobre el sofá de la sala.
Enfoqué la vista, mirando el cielo del mediodía, y notando que la persona que habló instantes antes era Nabiki, con la espalada apoyada en el brazo derecho del sofá.
Me incorporé, sintiendo una punzada tremenda en la nuca.
--ouh. . .—dije— ¿Qué hora es?
--casi las doce. . .—respondió Nabiki, en tono superficial—será mejor que te acostumbres, así son las cosas aquí. . .por lo menos son así de disparatadas
--ya veo. . .
La joven se dirigió hacia el pórtico con ambas manos en los bolsillos de su pantalón de tipo sastre. Sacó una cajetilla de cigarrillos.
No había nadie más en la habitación. Tofu probablemente estaba aun ocupado arreglando el desastre en que quedó convertido el consultorio. Kasumi estaría en la cocina. . .y yo no tenía el menor interés en preguntar por Akane.
Sin embargo, las dudas aun eran un tema recurrente al momento de recordar cómo demonios había ido a parar aquí.
Me levanté, andando hacia la mediana de las hermanas Tendo.
Estaba seria, fumando un cigarrillo y con la vista fija en el horizonte formado por la tenue línea del mar y el cielo, a kilómetros de la modesta casa de Tofu. Se percató de mi presencia y ladeó el paquete de cigarrillos en su otra mano.
--Gracias pero no fumo –respondí captando el ademán. Suspiré encontrando una pregunta para hacer tema a conversación—. . .y. . .ejem. . ¿Trabajabas para Tofu o cómo es qué le conoces?
--Trabajaba como accionista. . .para una excelente cadena de Bancos en Tokyo y Nagano –respondió, y de repente su rostro reflejó una sonrisa fugaz, confiada y orgullosa.—no hace mucho de eso. . .tenía un sueldo bien remunerado, prestaciones, vacaciones con gastos pagados, una jugosa cuenta bancaria. . .—bajó el tono de su voz, volviendo de ese viaje relámpago al pasado—Conocí a Tofu cuando accedí a prestarle parte de mi capital para financiar uno de sus proyectos. . .no debí haber hecho esa transacción. Sabes, el mundo de las finanzas es como apostar en las Vegas. . .en una hora tienes casi un billón en la bolsa y cinco segundos después lo pierdes todo. –se encogió de hombros—. . .y heme aquí.
Me quedé en silencio por un breve instante.
--¿Hace cuanto que están aquí?. . .es decir, tus hermanas y Tofu y. .
--Cinco o seis meses, creo –dijo, balanceando el cigarrillo entre sus dedos—no estoy segura; para mí todos los días se han vuelto iguales.
Su voz sonaba melancólica. Y a juzgar por ese tono, aún había algo que me interesaba saber. . .o por lo menos debía preguntar.
--¿Ese es el tiempo que lleva el doctor con sus experimentos?
--No, pero por lo menos es el tiempo que tiene tratando de poner todo eso en orden
--ah, entonces él es el responsable de semejantes "curiosidades"
Nabiki respondió asintiendo con la cabeza.
--incluyendo a. . .—me detuve, mientras que mi mente me recordaba la escena de la noche anterior. . .yo solo con. . .
--¿Akane? –Nabiki arqueó una ceja, en señal de interés al tiempo en que dejaba salir una ligera bocanada de humo de su cigarro. —pues sí. . . ¡he aquí otro lío en el que me he metido por su culpa!
--¡Lío?. . .Tofú no me mencionó nada parecido, no excepto a su "proyecto Genoma"¿Qué tiene que ver Akane con todo esto¿Qué fue lo que hizo Tofu?
--Salvarle la vida. . .—respondió Nabiki, seca y cortante. —fue todo.
Su voz se cortó, se dio la vuelta y me dejó a mitad de una pregunta más.
Algo andaba mal, y era claro después de esa manera de hablar y de la forma en que le había visto dirigirse a Akane durante los últimos días.
Por mas enemistad que se tuviese con un hermano, las discusiones no iban más allá de eso, pero la distante cordialidad entre Nabiki y Akane era algo mas allá de todo eso.
¿Qué problema pudo haber sido tan grande?. . .no tenía ni la menor idea, y tomando en cuenta el corte de conversación de Nabiki, era algo que no tenía la menor intensión de expresar.
Me disponía a dirigirme al consultorio si es que Tofu necesitaba ayuda en algo (y tratar de explicarme por lo ocurrido en la mañana). Y al dar un paso hacia la puerta, mi mirada se distrajo en un cuadro colocado cerca de ésta, y que estaba ligeramente ladeado hacia la izquierda.
Sin prestar mucha atención, lo enderecé. La imagen era a colores y parecía una fotografía reciente, por lo menos no tenía más de dos años.
En ella se veía una fotografía familiar, de tres chicas. Kasumi aparecía en medio, a su izquierda, una Nabiki ataviada con un traje ejecutivo lucía radiante y totalmente diferente a la que había conocido esa noche en el muelle Tanaka. Y a la derecha de Kasumi. . .estaba una chica de cabello negro azulado, largo hasta los hombros, ojos castaño oscuro y un peculiar jersey amarillo.
. . .esa chica. ..¡Esos ojos!. . .
Reconocí a Kasumi y a Nabiki al instante, pero la tercera chica llamó mi atención en sobremanera.
Imposible. . .Esa chica. . .¿esa chica era. . .?
--¿A. . .Akane?
FIN DEL CAPITULO 7 CORREGIDO DESPUES DE UNOS INSIGNIFICANTES DETALLES TÉCNICOS (JEJE CUANDO UNO DISEÑA PAGINAS WEB Y HACE TRABAJOS DE PRE PRENSA LLEGAN A OCURRIR DETALLITOS ASÍ JEJE. . .EN FIN SIGAN LEYENDO Y VEREMOS HASTA DONDE NOS CONDUCE ÉSTO JEJE
