GEISHA NO AI

POR SAORILUNA

CAPÍTULO 1

OJOS AZULES COMO EL MAR

-Sakura-chan, apúrate, Mizuki-san nos va a regañar si no le llevamos su obi a tiempo.

-Ya voy, Tomoyo-chan, ya voy…

Dos jóvenes cercanas a los 15 años corrían a toda prisa por la enorme casa, recorriendo 1, 2, 3 pisos, antes de llegar a la última habitación del lugar. La mayor de ellas, de largo cabello negro recogido en una trenza se detuvo y se arrodilló antes de abrir la puerta…

-Mizuki-san…

-Llegas tarde, niña! Si el general se enoja conmigo es culpa tuya.

-Lo siento Mizuki-san, aquí está su obi.

-Apresúrate y colócamela, esa amiga tuya no la tocó, verdad?

-No, Mizuki-san.

-Bien, la habría impregnado de ese olor a pescado.

Fuera de la habitación, la menor de las jóvenes, una preciosa castaña, aguardaba con los ojos llenos de lágrimas, pero sin atreverse a derramar una sola…

-Ya está lista, Mizuki-san

-Bien, tú me acompañarás hoy, puede comenzar a llover y no quiero mojarme.

-Sí, Mizuki-san.

La mujer salió de la habitación y se detuvo para mirar a la chica de cabello castaño, quien la miraba deslumbrada, su cabello rojizo recogido en un alto moño, el kimono de hermosa seda amarilla, bordado con ramas de sauce. Sonrió sarcásticamente.

-Mírame bien, niña, porque nunca podrás verte así. Vámonos.

La chica de cabello negro se apresuró, no sin antes darle una mirada compasiva a su amiga; antes de salir de la casa encendió un pedernal a espaldas de Mizuki-san y rápidamente tomó su sombrilla para acompañarla.

-Camina siempre dos pasos tras de mí, no quiero que la gente piense que la famosa Kaho Mizuki debe ir acompañada de una criada tan fea.

La joven inclinó su cabeza, aparentemente triste, pero sonriendo interiormente. Ya estaba acostumbrada a la prepotencia de Mizuki-sama, no en vano era una de las geishas más conocidas de Kyoto; pensó en su amiga Sakura, la pobre había llegado hace sólo 2 semanas, y no se había acostumbrado a la vida dentro de la okiya, Kaho había decidido someterla a una de sus particulares pruebas, y la humillaba constantemente. Tomoyo se había cansado de decirle que no le prestara atención, Kaho había sido así incluso antes de ser una geisha. Tomoyo recordaba la manera en que había llegado a la okiya, ella ya vivía allí, y le sorprendía el cambio que una joven de un pequeño pueblo podía experimentar al convertirse en geisha. Por eso, no importaba que Kaho le dijera que era fea, si ella era una geisha, Tomoyo y Sakura también podían serlo.

-Niña, niña, despierta, ya llegamos, dame mi sombrilla.

-Sí, Mizuki-san.

-Y mira a ver si no te pierdes de regreso a casa por andar pensando en quién sabe qué bobadas.

-Sí, Mizuki-san.

La geisha sonrió viendo a la joven, su carácter era dócil y calmado, nunca podría ser su competencia.

Mientras tanto, Tomoyo había dado la vuelta para regresar a la okiya. Distraída, pensaba en como su vida era tan diferente a la de Sakura, e incluso a la de Kaho; ella había nacido en la okiya, su madre, una geisha, había muerto durante el parto, sin terminar de pagar su deuda. Sonomi-sama, la dueña del lugar había decidido adoptarla, y criarla para que pagara sus deudas y las de su madre. Tomoyo había sido educada para convertirse en una geisha, y vivía bajo constante presión, puesto que se le recordaba continuamente qué sería de ella, si se le ocurría cometer el mismo error de su madre… enamorarse.

Sumergida en sus pensamientos, Tomoyo no se fijaba por donde caminaba, conocía el camino a la perfección, sin embargo…

-Auch- dijo, tropezando con alguien.

-Sumimmasen señorita, necesita ayuda?

Tomoyo tomó la mano que se ofrecía para ayudarla a levantarse sin mirar siquiera a su dueño; apenada se inclinó para pedir disculpas por su distracción, y sólo después se atrevió a mirar a la persona frente a ella.

Era un joven extranjero, de cabello negro azulado, un poco más alto que ella, pero lo que la había dejado asombrada eran sus ojos, resplandeciendo tras un par de lentes, azules como un zafiro.

Mientras tanto, el joven también la observaba, era sin duda, una aprendiza de geisha, su kimono la delataba, sonrió enigmáticamente, mientras detallaba la blancura de su piel, el color de sus cabellos y, oh, el color de sus ojos.

-Sumimasen, señor. Ha sido un descuido mío.

-Daijoubu. No ha pasado nada, Umi-san.

-Umi-san?- preguntó Tomoyo extrañada.

-Sí, tus ojos, son azules como el mar.

Tomoyo se sonrojó como un tomate, y se apresuró a volver a la okiya, mientras el joven la miraba perderse entre la gente.

-Interesante- murmuró él.

-Eriol, qué haces aquí todavía?

-Me entretuve con algo.

-Vámonos, el general nos está esperando.

-Está bien, Shaoran, vámonos- dijo el llamado Eriol, mientras daba un último vistazo a la calle.

Mientras tanto, Tomoyo había llegado a la okiya, con las mejillas aún sonrojadas, y el corazón palpitando furiosamente. Su amiga Sakura la había visto llegar, y ahora la observaba esperando ansiosa a que Tomoyo le contara qué era lo que le había pasado.

-Estás bien, Tomoyo-chan?- preguntó Sakura al cabo de un rato.

-Sí, Sakura-chan.

-Qué te pasó? Mizuki te hizo algo.

-No, ella no me hizo nada.

-Seguro que sí, ella es muy malvada.

-No, lo que pasó fue…

Tomoyo le contó a su amiga lo que le había pasado, conforme contaba la historia Sakura abría cada vez más sus hermosos ojos esmeralda, y se sonrojó cuando Tomoyo le dijo lo de los "ojos azules como el mar"

-Vaya, qué envidia, Tomoyo-chan, ya me gustaría a mi poder salir de la okiya y encontrarme con un joven guapo que me dijera cosas bonitas.

-No digas eso, Sakura-chan, me puedes meter en problemas, sólo me tropecé con alguien en la calle.

-Lo siento- dijo Sakura, apenada- se me olvidó. Y dime, sabes quién es?

-Pues tenía un uniforme de soldado…ah… y en su placa decía Hiragizawa.

-Pero, ese es un apellido japonés, no me dijiste que era extranjero?

-Pues, parecía serlo… de todas formas, no importa, no volveré a verlo.

-Aún así- Dijo Sakura suspirando- cómo me gustaría poder salir de la okiya.

Tomoyo miró a Sakura tiernamente; su amiga había sido vendida a Sonomi-san por pura necesidad, su madre había fallecido a temprana edad, y su padre hace poco, y su hermano no podía sostenerla. Sin embargo, la quería mucho, y la despedida entre los dos había sido muy triste. Sonomi había decidido entonces no dejar salir a la chica por un tiempo, por temor a que decidiera escaparse, y le había encargado a Tomoyo que la vigilará, so pena de añadir las deudas de Sakura a las suyas si la dejaba ir. Sin embargo, las chicas se habían hecho muy amigas y habían encontrado en sus caracteres opuestos una tabla de salvación para sobrevivir a los caprichos de Mizuki-san.

Esta, mientras tanto se hallaba en una de los múltiples salones de té del sector, sirviendo al general Akizuki:

-Mi querida Kaho, tan perfecta como siempre, este té ha quedado exquisito.

-Me halaga usted, general.

-Como lamento que mis invitados no hayan llegado a tiempo para ver tu baile.

-Siempre existirá otra ocasión, general.

-Así es, sin embargo, esos chiquillos me preocupan.

-Chiquillos, señor?

-Sí, no hace mucho que entraron al regimiento, son muy jóvenes aún, no más de 20 años, si no los conociera no les habría dejado venir conmigo.

-Los conoce hace mucho señor?

-Sí, uno de ellos es mi sobrino y el otro es su mejor amigo.

En ese momento, dos jóvenes entraron apresuradamente a la habitación, sorprendiendo a los presentes.

-Sumimasen.

-Eriol-kun, Shaoran-kun, hasta que al fin han llegado.

-Mil disculpas, general- dijeron los jóvenes, sonrojados por el –kun.

-Bueno, lo importante es que están aquí. Vengan tengo a alguien a quien presentarles.

Los jóvenes se acercaron a la mesa tratando aún de recuperar la respiración.

-Ella es Kaho Mizuki, es una de las geishas más famosas de la región.

La joven se inclinó haciendo una reverencia a los muchachos, quienes respondieron de la misma manera.

-Vamos jóvenes, siéntense. KAho les servirá el té.

-Con mucho gusto.

La joven le sirvió el té a Shaoran en primer lugar, dedicándole una sonrisa al joven, quien se sonrojó hasta las orejas; cuando giró para servirle el té a Eriol, se encontró con que este la miraba atentamente. Por un momento quedó atrapada en sus hermosos ojos zafiros.

… qué me sucede? Si es sólo un chico… sin embargo, qué ojos tan preciosos los que tiene.

Eriol había estado pensando en lo bella que se vería la chica con la que había tropezado cuando fuera una verdadera geisha, sin darse cuenta en el efecto que había producido en la que tenía frente a sí.

-Muchas gracias por el té.

-De nada.

La tarde transcurrió apaciblemente para los tres hombres, y pronto llegó el atardecer.

-Creo que ya es hora de irnos, jóvenes. Mi preciosa Kaho, cuanto siento que debamos levantarnos temprano mañana y no poder quedarnos a tu acto esta noche.

-No se preocupe, general. Ha sido un placer verlo, y conocer a estos jóvenes.

-Nos veremos en otra ocasión.

-Hasta luego- dijo ella acompañándolos hasta la puerta.

Al llegar a la entrada del salón, encontraron a una joven que esperaba en la puerta.

-Es de tu okiya, no?- preguntó el general.

-Sí- dijo Kaho, ocultando su irritación por tener que presentarle a la chica al general- Tomoyo, pequeña, ven aquí.

Tomoyo se acercó titubeando, sabía que había llegado muy temprano. Kaho la mataría cuando llegaran a la okiya.

-Konbanwa- dijo ella, nerviosamente.

-Konbanwa- respondieron los hombres.

-Ella es mi acompañante, Tomoyo. Tomoyo, el general Akizuki, y los oficiales Li y Hiragizawa.

Tomoyo había permanecido con la cabeza inclinada, dada su posición, pero al escuchar los nombres de los hombres no pudo evitar levantar la mirada, para encontrarse con esos ojos que la habían cautivado tanto.

-Es un placer- dijo, inclinándose nuevamente, pero la interrumpió el general…

-Espera niña, no te inclines, déjame ver tu rostro.

Tomoyo miró a Kaho pidiéndole alguna indicación. Esta sólo asintió, molesta.

-Vaya, pero qué tenemos aquí, no recuerdo haber visto tanta agua en una sola persona, y mucho menos aquí. Ven Eriol, mira, sus ojos son como los tuyos, es bastante raro ver una japonesa nativa con estos ojos, claro sobrino, tú no cuentas porque tu querido padre es japonés, pero mira los ojos de esta niña.

Eriol se estaba acercando sorprendido por reencontrarse tan pronto con la joven, cuando Kaho dijo:

-General, no creo que sea correcto alabarla de esa manera, aún es muy joven, podría hacerle daño.

-Tienes razón Kaho. Bueno, nosotros nos retiramos.

-Konbanwa

-Konbanwa, señoritas.

Los hombres se retiraron, no sin que Eriol le diera una última mirada a la joven. Así que se llama Tomoyo… y vive en la misma okiya que Kaho…

-Mmm, esto puede ser muy interesante- murmuró Eriol.

-Dijiste algo, Eriol?- le preguntó Shaoran

-En lo absoluto amigo, en lo absoluto.

Las jóvenes vieron caminar a los oficiales hasta perderse, en ese momento, Kaho le propinó un buen golpe a Tomoyo.

-Niña, por qué llegaste tan temprano?

-Lo siento, Mizuki-san, no fue mi intención.

-Ya verás cuando lleguemos a la okiya.

Tomoyo asintió. Kaho era muy celosa y vivía preocupada por que otra persona pudiera quitarle todo lo que había ganado; de seguro le daría una paliza cuando llegaran a la okiya.

Y así fue.

Esa noche Tomoyo se fue a la cama con la espalda en carne viva, pero a pesar de los golpes, Kaho no había podido quitarle la alegría que sentía por haber podido ver a ese chico nuevamente.

Continuará.

Nota de la Autora: Hola a todas! Esta será mi primera historia larga de Card Captor Sakura, después de mucho tiempo, si bien está inspirada en el libro Memorias de una Geisha, trataré de no seguir la línea del libro, sino de apoyarme únicamente en lo que se refiere al estilo de vida de estas mujeres. La pareja principal será Tomoyo y Eriol, aunque también habrá un poco de Sakura y Shaoran. Como saben los personajes son propiedad de CLAMP, y el libro fue escrito por Arthur Golden. Quiero aprovechar para agradecer a quienes dejaron reviews en mi songfic de T&E "All you wanted": Serena, Starhunter, Nardu-chan, Shami, Basileia Daidouji, Mitzuko-chan, Jenny, Lady Shinu, Princesa Lalaith, y RubyMoon, espero también les guste esta historia. Por favor, si hay algún error en cuanto a las expresiones en japonés les agradezco cualquier corrección. Hasta la próxima!