Este
es un fanfic basado DESPUÉS del 6º libro, así que
si aún no lo habéis leído os recomiendo que no
leáis tampoco este fic a riesgo de muchos spoilers. No esperéis un fic lleno de sexo desenfrenado, porque no lo encontraréis, la verdad :P Trataré de mantener a los personajes tal cual son, aunque eso sí: hay que tener en cuenta todo lo que ha pasado en "El Príncipe Mestizo"
Obviamente, ni Harry Potter ni ninguno de los personajes que aparecen me pertenecen (más me gustaría xD), son todos propiedad de nuestra querida escritora J.K.Rowling y de su endiablada imaginación.
Sin más preámbulos, os invito a leerlo y, si es posible, con alguna banda sonora de fondo (con música siempre es mucho más intenso ).
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"EFECTO PLACEBO"
·Capítulo I: Síntomas
Empezó a llover como si el cielo mismo llorase por todo lo que había pasado aquella noche. Era una lluvia desesperada, brusca e incluso dolorosa.
El hombre que estiraba de su brazo corría a toda velocidad, como si no hubiese un mañana. Draco simplemente se dejó llevar, aún sin saber a dónde se dirigían ni porqué. Desde siempre, el muchacho había pensado, a causa de su padre, que matar no podía ser tan difícil, que una muerte no podría ser tan dura. Sin embargo la realidad que se estrelló contra sus falsas creencias le hizo ver la verdad. Snape había matado a Dumbledore a sangre fría, después de que el viejo implorase por algo y delante de los otros mortífagos y de aquel desagradable hombre-lobo come niños. Y ahora ese mismo hombre que era para los Malfoy como de la familia, le llevaba casi a rastras a no sabía dónde.
La mente de Draco, sin embargo, estaba lejos. Permanecía allí en el castillo, en lo alto de la torre de Astronomía. Si ellos hubiesen venido sólo unos minutos más tarde... si los mortífagos se hubiesen entretenido tan solo un poco más, ahora el joven Malfoy podría estar ya protegido, en el otro bando, lejos de todo aquel lúgubre ambiente que le rodeaba por todas partes.
Le escocía la marca tenebrosa en su brazo, le quemaba como hierro caliente bajo la presión de Snape, que seguía corriendo sin mirar atrás. El Señor Tenebroso estaba furioso con él, Draco estaba seguro.
No me lo perdonará. Pensó amargamente. Me matará. Me matará. Me matará.
Draco Malfoy se preguntó con pesar cómo era posible que su némesis, Harry Potter, hubiese esquivado tantas veces las manos mortíferas de su oscuro amo. No podía ser sólo suerte, tenía que ser algo más.
- ¡Vamos, Draco! – le gritó Snape tirando aún más fuerte de él. Pero el chico cayó de rodillas al fangoso suelo, sintiéndose derrotado. Toda su fachada se vino al suelo de repente, toda su falsa seguridad se desvaneció como si nada, su mundo cayó en pedazos y salió a relucir el auténtico Draco, el muchacho inseguro, calco de su padre, hipócrita desalmado, envidioso hasta la médula.
Snape volvió a gritar su nombre. Le decía algo, pero Draco no podía oír, estaba demasiado ofuscado en su incompetente persona, en sus numerosos errores.
- Ya queda poco, vamos. ¡Un esfuerzo más! – el hombre le levantó por las axilas y se lo llevó unos metros más adelante, en donde una puerta de vieja madera negra se alzaba sobre un pequeño montículo embarrado. Draco sabía lo que era: una alternativa segura, y oscura, de los trasladadores y de la Aparición. Sólo servía para un viaje, y una vez se había usado la puerta de mica ardía hasta desaparecer. Cuando el muchacho la vio se paró en seco, negándose a entrar.
- ¡No! – gritó. Salió corriendo en dirección contraria para sorpresa de Snape. Sabía a dónde llevaba aquella puerta, y por nada del mundo estaba dispuesto a volver. Tenía que huir, escapar de su profesor y del Señor Tenebroso, de las muertes, los gritos y el desánimo. Sus fuerzas estaban menguadas, pero aún así, de repente, desapareció.
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La boda de Bill, mucho más mejorado desde que Greyback le atacó, y la bellísima Fleur fue inesperadamente agradable para todo el mundo. Tal vez fue el hecho de que en esos tiempos de conflictos, algo así podía subir la moral de la gente. Fuera lo que fuese, lo cierto es que incluso fue capaz de disuadir a la señora Weasley en cuanto a lo de permitir que su hijo pequeño no volviese a la escuela para su último año.
- Harry tiene mucho que hacer y nosotros vamos a ayudarle. – le dijo Ron a su madre. Y no había vuelta atrás, no había oportunidad de convencerles de lo contrario. Harry sentía un gozo desmesurado en su pecho al poder contar con su pelirrojo amigo y con Hermione. Sin duda la ayuda, y también la amistad, de ambos iba a resultar mucho más que buena. Pero había algo en su interior que todavía le turbaba, y por varias razones aún no había tenido tiempo de comentarlo con ellos, ya que les era un poco difícil estar solos. Afortunadamente los tres tenían ya diecisiete años, por lo que ya era legal usar la magia cuando quisieran fuera de los ojos muggles, así que pronto encontraron unos momentos para Aparecerse junto el cuartito de las escobas de La Madriguera.
Una vez Harry les hubo explicado su inquietud, Ron le dijo con tono ofendido:
- ¡Estarás de broma¡Es un mortífago!
Harry negó con la cabeza.
- Pero no por voluntad suya. Vosotros no le visteis allí en la torre, os aseguro que bajó la varita. Él no quería convertirse en un asesino, él no es como su padre ni como Snape. – hizo un gesto de profundo odio al pronunciar aquel nombre.
Hermione se llevó la mano a la barbilla, pensativa. Mirando una oruga que parecía querer trepar por la pared sin mucho éxito, les dijo a los chicos:
- Bueno, si lo pensamos objetivamente, él nos podría ser de bastante ayuda, más de una o dos cosas debe saber de Voldemort.
Ron, con los ojos como platos, no podía creer lo que estaban oyendo sus oídos. Harry le puso una mano en el hombro a su amigo y le miró con una sonrisa, pero Ron atisbó algo más en el interior de aquellas pupilas verdes, algo parecido a tristeza.
- Malfoy puede que sea un capullo, - dijo él – pero no voy a permitir que Voldemort mate a nadie más.
Hermione y Ron sintieron el coraje de Harry expandirse a su alrededor, como si se tratase de una aura cálida reponedora. Eran momentos como aquel los que hacían que la gente estuviese dispuesta a seguirle a cualquier parte. Su decisión y sobretodo su profunda lealtad eran tan dignas que a veces incluso dolían. Después de todo, Harry había soportado muchas cosas, entre ellas una infancia inexistente y atormentada que en vez de convertirle en un tirano le hicieron más fuerte, y le dieron el extraordinario poder del amor absoluto y del perdón.
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Hasta aquí el primer capítulo! Espero que os esté gustando, y por favor, si tenéis un momento sería para mí un auténtico placer que dejaseis algún comentario
Mil gracias!