"Los personajes de esta serie no me pertenecen, salvo los que me he inventado yo, y esto es solo una historia para los fans escrita sin ánimos de lucro."

Capítulo 29

Cerca de los valles de Isoris, casi llegando a la ciudad de los adoradores de los dragones lobos, cuando ya hacía horas que el sol se había escondido, se escucharon extraños sonidos de batalla. Numerosas explosiones que iluminaban el cielo durante breves instantes, destrozaban árboles y plantas y, seguramente, a cualquier ser vivo que se encontrara en medio de aquellos parajes.

Pero no hubo testigos de aquel insólito suceso, muchos de los habitantes de los alrededores se encontraban durmiendo y los que habían despertado a los impactos de la lucha no se atrevían a acercarse. Temerosos, pensaban que eran fruto de la ira de sus dioses o que el bosque estaba embrujado.

Los únicos que podían contar lo que allí sucedió tan sólo podían ser los propios protagonistas.

Cuando apenas había conciliado el sueño, Siro despertó sobresaltado y fue capaz de divisar movimientos por los arbustos cercanos que no eran propios de animales salvajes sino de otros seres que parecían estar acechando. Tan pronto como reconoció el peligro, despertó a los demás que medio adormilados intentaron comprender lo que ocurría.

-¿La Torre está aquí?

-Eso es lo que he dicho Hebe.

-¿Otra vez están intentando atraparnos mientras dormimos?

-Eso parece Selene, ya os dije que era muy raro que no dieran señales de vida en tanto tiempo.

-¿Y esto es lo que han planeado?- se burló despectivamente Efrén-Pues ya podrían haber aprendido de la última vez que esto no iba a funcionar.

-No te confíes hermano, alguna trampa habrán preparado.

Los cuatro se miraron entre sí concentrando los sentidos en los alrededores, con sus armas en la mano se preparaban para cualquier acción repentina.

Selene miraba a Siro esperando una señal que le diera permiso para tocar su lira. En los últimos ataques habían salido muy fácilmente con su ayuda y pensaba que esta vez no sería muy diferente. Aunque ella siempre esperaba su orden, ya que el hechicero solía dirigir las batallas con gran proeza.

Hebe y Efrén invocaron un hechizo para divisar movimientos en el bosque. El tiempo que ya había pasado desde que salieron de la Torre y las victorias obtenidas sobre ella en todas las ocasiones en las que se habían enfrentado, los hacía llenarse de una confianza ciega en sus capacidades. Habían ganado confianza y experiencia en el manejo de las artes mágicas, defendiéndose y atacando. Por todo ello se veían seguros y tranquilos.

Pero ninguno de los tres hubiera podido imaginar que su líder si estaba muy nervioso. Siro sentía la mirada de la chica sobre él, esperando instrucciones, confiando en sus decisiones, pero por una vez él no se sentía seguro. No se atrevía a decidir si debía o no tocar aquella música que los había salvado en tantas ocasiones porque sabía que eso les indicaría su posición.

En todo el tiempo que llevaban huyendo eso no suponía mucho problema pero estaba aquella extraña sensación que había empezado hacía ya una semana, una especie de intuición que parecía avisarle de un peligro inminente.

Fue en medio de todas aquellas cavilaciones cuando vio dirigirse hacia ellos un gigantesco conjuro en forma de esfera azul. Pudieron esquivarlo a duras penas. El hechizo cayó haciendo un tremendo estruendo en el lugar que pocos instantes antes habían ocupado los cuatro.

En medio de la confusión vieron con asombro el daño que aquel ataque había causado, árboles arrancados y otros varios ardiendo en llamas. El fuego los iluminó y dejó ver a aquellos que los habían atacado. Esta vez no solo se enfrentaban a otro grupo de hechiceros comandado por algún maestro prestigioso, sino que estaban también un par de miembros del propio Concilio de Ancianos.

Siro los observó atónito levitando sobre sus cabezas y un sudor frío le recorrió la espalda.

Supo de inmediato que aquel hechizo que los había atacado tenía que ser de uno de ellos y era muy conciente de la intención con la que había sido creado. Esta vez no querían noquearlos para llevárselos a la Torre, no querían arrinconarlos para obligarlos a rendirse y entregarse. Ese ataque había sido creado para matarlos al instante, algo que habrían conseguido ya si no les hubiese dado tiempo a esquivarlo.

El hechicero ideó rápidamente la mejor manera de salir de aquello lo más rápidamente posible. Observó a sus amigos tan sorprendidos como él, mirando aún el lugar donde los ancianos habían atacado y supo que se encontraban en gran desventaja.

Sin querer darles tiempo de entender la situación en la que estaban para que no entrasen en pánico, Siro les hizo reaccionar.

-¡Muévanse hacia el este, al pueblo! ¡Hay que salir de aquí ya!

Sus alumnos lo miraron en un segundo comprendiendo sus palabras al instante, era prioritario escapar de aquel lugar cuanto antes si querían vivir para contarlo.

Los chicos se pusieron en marcha hacia el este seguidos de cerca por Siro que se mantenía alerta de los movimientos de los ancianos.

Intentaron valerse de la oscuridad para perder a los hechiceros de la Torre, pero éstos habían ido muy preparados en aquella ocasión. Pocos metros más hacia delante una especie de batallón de hechiceros les detuvo el paso.

Efrén creó un escudo para protegerse de los ataques con los que fueron recibidos al encontrarlos y Siro tuvo que desenvainar su espada para repeler un nuevo hechizo de los ancianos, que habría traspasado sin problema la magia de su aprendiz.

Se dio cuenta que no podían hacer frente a los dos bandos a la vez. Venían dispuestos a ganar y aprovecharían cualquier descuido.

-¡Chicos!

Siro llamó la atención de los otros tres que lo miraban preocupados por la situación.

-Intentaré distraer a los ancianos. Ocuparos vosotros de éstos y escapad en cuanto podáis sin mirar atrás.

Selene lo miró alarmada.

-¡Pero Siro…!

-¡Selene!-la interrumpió él al instante-¡No hay tiempo! Y sabes que puedo cuidarme yo sólo.

La chica se vio desbordada por el miedo a que saliese herido y no pudo contener un par de lágrimas que el hechicero limpió con delicadeza.

-No te preocupes, no dejaré que me maten.

Siro la reconfortó y se despidió de ella con un suave beso para después salir rápidamente al encuentro de los ancianos. Selene no pudo entretenerse viéndolo marchar pues tuvo que hacer frente a un nuevo ataque del batallón frente a ellos.

Mientras Efrén seguía manteniendo el escudo, Hebe y ella tomaron sus armas dispuestos a atacar.

Por otro lado el hechicero de larga trenza se posicionaba ante los ancianos empuñando fuertemente la espada de Dradoor. Uno de ellos se sonrió por su valentía.

-Déjalo muchacho, sabes que no podréis contra nosotros.

Siro también sonrió.

-Creo que me estáis subestimando.

La verdad de aquello era que los ancianos sabían muy bien de las cualidades del moreno, sus técnicas las había aprendido de ellos y para colmo poseía el poder de la sangre de los Tenjin. No eran ajenos al peligro que ellos mismos se exponían al enfrentarlo, pero contaban con la experiencia que sólo daban los años y la continua práctica en las oscuras artes de la magia en la que su adversario era aún demasiado inexperto.

Por otro lado sabían que Siro no era consciente de su propio poder, que ellos como buenos conocedores sabían que poseía aún sin explotar. Pero debían andarse con ojo si no querían salir lastimados.

Con un movimiento de la espada el joven hechicero comenzó la lucha contra los ancianos. La batalla la desarrollaban en el cielo mientras los tres levitaban, para que así no hubiese obstáculos frente a sus ataques.

El hechicero de la larga trenza intentaba hacer tiempo como fuese mientras observaba de reojo cómo les iba a sus pupilos que aún mantenían el escudo de protección de Efrén.

Conjurando un nuevo hechizo los Ancianos intentaron atacarlo a la vez pero él era muy rápido y no lo llegaban a alcanzar. Siro se dio cuenta que intentaban atraparlo en medio para poder atacarlo por ambos lados pero él no se dejaría engañar tan fácilmente.

-¡Corte de media luna!

Embistiendo su arma, un haz de luz parecida a una media luna salió disparada de la espada de Dradoor a una velocidad vertiginosa. Aquello los sorprendió pero ambos hechiceros la esquivaron con facilidad. Siro también se encontraba en problemas para alcanzarlos.

Se dio cuenta que la batalla estaba demasiado pareja y que si no conseguía despistarlos pronto, podían acabar perdiendo porque los hechiceros los superaban en número.

Los tres alumnos de Siro mantenían a raya los continuos ataques que los hechiceros de la Torre les lanzaban gracias al escudo de Efrén. Selene se dispuso a actuar con su lira y, haciéndoles una señal a sus dos compañeros, Hebe creó otro escudo que tan solo cubría a Efrén y a él, este era un escudo que los protegía de sonidos externos para que la música de Selene no les afectase también.

Una vez que la muchacha los vio preparados comenzó a tocar unas cuerdas invisibles que dejaban oír una suave melodía hipnótica.

A los pocos segundos se comprobó el buen resultado de la lira cuando los ataques dejaron de producirse. Hebe vislumbró al batallón que les enfrentaba totalmente paralizado y se dispuso ahora en entrar en acción.

Para este nuevo movimiento Efrén tenía que desvanecer el escudo de protección y alzar en cambio, el mismo hechizo que hasta ahora estaba invocando su amigo, esto para que éste pudiese a su vez hacer un nuevo conjuro con la ayuda de su bo, más concretamente pensaba recurrir a su efectivo tornado, y quitarse definitivamente la amenaza de los hechiceros que les cortaba el paso al pueblo.

Siro en cambio se veía mas apurado en sus ataques. Los dos Ancianos que se turnaban en atacarlo eran unos expertos hechiceros y a Siro se le hacía cada vez más difícil enfrentarlos a la vez.

-Vamos chico, sabes que estáis acabados, no podéis ganar esta vez.

Siro frunció el ceño.

-No nos vamos a rendir sin luchar. ¡Viento cortante!

Una ráfaga de viento cubrió a sus dos enemigos durante varios segundos pero no surtió efecto alguno sobre ellos. El conjuro que debió producir numerosos cortes en los Ancianos, apenas había dañado tan siquiera sus ropas.

-¿Por qué? ¿Por qué hacéis esto?-les interrogó Siro-No tenemos intención alguna de contárselo a la Corte Real. No diremos nada. ¿No podéis dejarnos marchar en paz?

Los Ancianos lo miraron seriamente durante unos segundos antes de que uno de ellos respondiera tajantemente.

-Esta decisión ya está tomada. No se pueden dejar cabos sueltos. Tú ya sabias que este experimento era un alto secreto pero tuviste que traicionarnos.

-Esta es vuestra última oportunidad.-añadió el otro-Entregaos y permaneceréis con vida los cuatro.

El hechicero sonrió incrédulo.

-¿Acaso pensáis que no se que nos encerrareis?

-Es eso o la muerte.

Furioso Siro empuñó de nuevo su espada dispuesto a atacar.

-¡Primero tendréis que ser capaces de hacerlo! ¡Corte de media luna!

Una vez más el haz de luz salió de su espada pero esta vez su fuerza y tamaño habían sufrido un aumento considerable que asustaron a los Ancianos. A pesar de eso, sus rápidos reflejos les permitieron esquivarlo una vez más.

Siro masculló algo entre dientes, maldiciendo su mala suerte para después volver a atacar con mayor ferocidad. Los otros dos hechiceros no volvieron a bajar la guardia y supieron combatir con solvencia cada uno de los hechizos que Siro les conjuró.

El joven hechicero se separó de ellos una distancia prudencial para recuperar aire y calmar su agitada respiración. Tenía que pensar en algo si quería vencer y tenía que ser rápido o las fuerzas no le aguantarían.

Sus dos adversarios aprovecharon la pausa para cuchichear entre ellos, seguramente planeando alguna estrategia de ataque pero Siro no los interrumpió, concentrado él también en idear algo.

Cuando los dos Ancianos parecieron tomar una decisión, uno de ellos se abalanzó sobre el joven de la trenza y el otro permaneció inmóvil donde estaba.

El hechicero que le atacaba había conjurado una espada demoníaca y mantenía un duelo contra su cimitarra. El Anciano poseía una envidiable habilidad manejando su espada aunque Siro comprobó rápidamente que no poseía su nivel y que era cuestión de tiempo el que pudiese vencerlo en aquel estilo de lucha. Pero el joven hechicero sabía que esto estaba siendo una mera distracción, en un par de ocasiones durante la pelea había sido capaz de descubrir que el otro Anciano estaba aprovechando el tiempo para volver a crear el hechizo destructor que les habían lanzado al comienzo de la batalla.

Intentó en un par de ocasiones lanzar algún ataque para sabotear el hechizo pero su contrincante no le dejaba actuar. Intentó entonces deshacerse del Anciano que le combatía pero para cuando lo consiguió alejar en un ataque, se dio cuenta que el otro había terminado de formar su esfera.

El hechicero que aun mantenía su espada demoníaca volvió a embestir contra él intentando acercarlo hasta su compañero, algo que no le pasó desapercibido. A cierta distancia, el anciano se alejó de él y vio como el hechizo había sido lanzado en su dirección.

Siro se vio sorprendido de la enorme velocidad a la que se movía la esfera pero no tuvo muchos problemas en esquivarla. Con un hechizo de teletransporte instantáneo el ataque le pasó de largo. Miró entonces a los dos ancianos que juntos observaban lo ocurrido.

-Necesitáis algo mejor para vencerme

Ambos se sonrieron.

-Ese hechizo -respondió uno de ellos- no era para ti.

Sorprendido por sus palabras Siro giró rápidamente la cabeza para descubrir espantado que el hechizo se dirigía hacia sus compañeros.

-¡¡¡CHICOS CUIDADO!!!

Selene que aún tocaba la lira se giró ante el grito de su maestro y observó horrorizada lo que se les venía encima. Se dio cuenta que ni su hermano ni Hebe habían oído nada ya que Efrén mantenía el escudo de sonido para protegerlos de su propia lira.

No había tiempo para avisarlos, así que tomó una decisión, tocando un par de notas con su instrumento hizo que los dos muchachos volaran por los aires lejos del lugar del impacto pero ya no pudo hacer nada más por ella misma.

-¡¡¡SELENE!!!

Selene vio la esfera caer sobre ella a una increíble velocidad, que la cubrió de una brillante luz durante unos instantes y que después la sumió en la más completa oscuridad.

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Cuando Clea terminó su relato, los dos jóvenes permanecieron en silencio asimilando aquella increíble historia. La vida y muerte de una hechicera que vivió hace doscientos años y que ahora quería resucitar en el cuerpo de Clea.

Orphen podía entender ahora el sentimiento de odio de aquellos dos hechiceros que salieron de la cámara sellada, donde uno era el novio y el otro el hermano de aquella desafortunada muchacha. Era muy difícil creer que esos dos hechiceros iban a dejarse arrebatar de nuevo a la chica sin dar guerra.

El hechicero suspiró agotado.

-Eso es todo lo que yo recuerdo-continuó relatado la rubia –pero después al resto le pasaron más cosas. Esto se lo contaron a Selene…

-Espera, dame un respiro.-La interrumpió el hechicero –demasiada información en tan poco tiempo. Además estoy agotado, me he pasado la noche en vela vigilándote.

Clea no le replicó nada, sabiendo que tenía razones para estar cansado pero protestó muy sorprendida cuando éste se levantó de su asiento y se tumbó en la cama junto a ella cerrando los ojos dispuesto a dormirse.

-¡¿Se puede saber qué estás haciendo?!

-Dormir ¿no lo ves? -respondió Orphen.

-¡¿Aquí?!

-¿No esperarás que duerma en el suelo?

La muchacha irritada y avergonzada intentó sacarlo fuera de la cama empujándolo pero no consiguió moverlo ni un poco.

-¿No tienes una habitación propia?

-Si que la tengo pero prefiero dormir aquí.

-¡¿Por qué?!

Entonces Orphen abrió de nuevo sus ojos y miró a la chica junto a él.

-Esa historia que me has contado me hace tener recelos del Concilio, el Mayor aún quiere mantener esto en secreto de la Corte Real.

-Es cierto, me dijiste que el Mayor me quería ver.

-Si pero mejor esperemos a que yo descanse por si acaso. Así que no debes salir de aquí hasta que yo despierte y dormiré en esta cama por si alguien se atreve a entrar.

Orphen volvió a cerrar los ojos y se quedó dormido rápidamente.

Clea se quedó observándolo largamente, ruborizada y muy alagada por su preocupación. Se recostó en aquella cama junto a él sin apartar la vista del hechicero y recordó todas las veces que habían despertado juntos a causa de su extraño sonambulismo.

Deseó que aquel momento durara para siempre.

Continuará…

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Ains, qué de tiempo. Lo sé, esta vez me pasé. Tan sólo puedo decir a mi favor que la causa ha sido uno de esos famosos bloqueos de autor que he sufrido durante este capítulo y que me he costado una vida superar.

Lo mejor de la espera es que me han venido muchos proyectos a la cabeza que aun tengo que desarrollar un poco más.

En cuanto a los reviews:

MarieSerena: No te preocupes si no puedes dejar siempre reviews, me hace feliz que por lo menos te siga gustando. Eso ya me vale.

Gabe Logan: Ups, pues si en el otro ya me tardé, en este….Siento la espera, se lo que fastidia eso.

Lita Black: Me alegra que te guste la historia, es mi intención que se mantenga canon porque es el estilo en que me gustan los fics. Mucha suerte en esos estudios.

Mahina.D: Sí, también digo que con lo que me costó escribir esta batalla previa no quiero ni pensar en lo que me va a costar el final. Rezaré para que no me abandone la inspiración. A partir de ahora más OrphenxClea, que yo también tenía ganas.

Barbi: Gracias por el apoyo, me hace feliz que te guste la historia. Te animo a que subas tu fic, si tienes alguna duda de cómo hacerlo mejor te lo explico por correo porque es largo de explicar. Mi correo está en mi profile, pincha en mi nombre y te saldrá por allá abajo (si no estas registrada no te saldrá en donde pone email). Como tenemos una diferencia horaria muy grande déjame un mensaje y yo por ahí te respondo lo que quieras.

Sobre lo del nombre de Clea, es cierto que creo que Cleo es su nombre real pero en España la tradujeron como Clea y así me quedó. La verdad es que ambas versiones me gustan, me da igual llamarla de una manera u otra.

¡Y es verdad! Parece que habrá tercera parte de Orphen. Parece que aún es un proyecto, habrá que estar pendiente, si yo me entero de algo, lo diré.

OpheliaBlair: Gracias por tu review, espero que te siga gustando.

Matsury: Siento la espera, espero que haya valido la pena.

Hasta la próxima y sed buenos.

Ades